Historia de la Medicina y la Pediatría |
M. Zafra Anta*, V.M. García Nieto**
*Servicio de Pediatría del Hospital Universitario de Fuenlabrada. Madrid. Miembro del Grupo de Historia de la Pediatría de la AEP. **Coordinador del Grupo de Historia de la Pediatría de la AEP. Director de Canarias Pediátrica
Pediatr Integral 2024; XXVIII (8): 538.e1 – 538.e5
Enfermedades pediátricas que han pasado a la historia (23). Cáncer de escroto en los “Niños de las chimeneas”; enfermedad profesional en los siglos XVIII y XIX)
“El destino de estas personas (los deshollinadores) es especialmente difícil; en su temprana infancia son tratados con singular brutalidad, y casi aniquilados por el frío y la inanición; se les mete por angostas y a veces calientes chimeneas, donde sufren golpes, quemaduras y sofocación; al llegar a la pubertad son susceptibles a esa fétida, dolorosa y fatal enfermedad (cáncer de escroto)”.
Percival Pott. 1775. Preocupación por el cáncer de escroto como enfermedad laboral
Introducción
En el siglo XVIII se describió el primer cáncer profesional diagnosticado en la Historia. Aparecía en muchos trabajadores de las chimeneas, por su contacto con el hollín y otras sustancias derivadas de la combustión del carbón(1,2). Resulta que muchos de esos afectados habían sido deshollinadores de niño o en la adolescencia. Fue descrito en 1775 por el cirujano inglés Percival Pott (1714-1788), que trabajó en el Hospital St. Barholomew’s de Londres(3). Pott fue muy famoso e innovador en cirugía, se le considera pionero en ortopedia en Inglaterra.
Además de los riesgos del hollín en el escroto, los trabajadores de las chimeneas sufrían accidentes graves y otros problemas de salud. Se produjo una gran presión social en Inglaterra para que se regulara la edad mínima para los deshollinadores, ya desde 1788. Pero no fue sino hasta 1875 cuando la legislación fue resolutiva para evitar la contratación de niños y menores de edad para estas actividades.
Trabajo infantil en los siglos XVIII y XIX
Una radical transformación del mundo tuvo lugar a partir de la caída del Antiguo Régimen, la aparición del capitalismo y la modernización (revolución) industrial, económica y social. Para incrementar la producción, se necesitó una enorme proliferación de fábricas, minas y comercios, con la aparición de las máquinas de vapor y otros diseños técnicos. A finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX, según los diversos países se iban incorporando a la industrialización, se impuso un cambio en la población, con éxodo desde el campo hacia las ciudades, en busca de trabajo y oportunidades fuera de las tareas rurales(4,5). Se produjeron contrataciones masivas en las industrias, minas y recaderías, se incorporaron hombres, mujeres, niños y niñas; en condiciones muy precarias. La infancia fue utilizada como mano de obra barata, en condiciones muy similares a la esclavitud.
La niñez fue poco tenida en cuenta desde la Antigüedad. Desde Mesopotamia, también en la antigua Grecia y Roma, los padres disponían de los hijos e hijas, hasta podían vender a sus hijos como esclavos. La incorporación de la infancia a la sociedad fue por aprendizaje reglamentado (enseñanza), en las clases sociales más pudientes, y mediante el trabajo manual, como aprendiz, en la gran mayoría de la población. A las niñas se las preparaba principalmente para la maternidad: del cuidado de los hermanos, pasaban a la responsabilidad de sus propios hijos.
En las áreas rurales, en el ámbito familiar, se promovía el trabajo infantil colaborando en las tareas con el resto de la familia. Los hijos de familias humildes generalmente participaban en las tareas que no implicaran un excesivo peligro: recogían frutas, acarreaban agua para la casa, la madera para el fuego, cuidaban de los hermanos pequeños, etc. El niño y la niña humildes aprendían muy pronto que para comer era necesario trabajar. Al mismo tiempo, iban adquiriendo conocimientos del oficio paterno que, en la mayoría de los casos, sería también el suyo(4,5) (Fig. 1).
Figura 1. La Era o El Verano. Museo del Prado. 1786. Óleo sobre lienzo. Francisco de Goya. Se observa a niños y adolescentes participando en las tareas del campo.
También se les hacía trabajar en las minas; por ejemplo, hay registros de trabajo infantil en las minas de Almadén, siglo XVIII, desde corta edad, a los varones sobre todo, pero también algunas niñas. Entre los oficios de marinero, muy frecuentes en España desde el XVI al XVIII, se utilizaba a “pajes de escoba” de edad entre los 12 y los 16 años, para mantener limpio el barco; por encima estaban los “grumetes” o aprendices de marinero, de 16 a 20 años. Véase la referencia en web: https://blogcatedranaval.com/2021/05/18/marineros-grumetes-y-pajes/.
En la revolución industrial fue abusiva (y escandalosa en nuestra óptica actual) la explotación de los niños en el trabajo, desde los 7 años, incluso en turnos de 16 horas diarias. A muchos niños les llegaban los cambios físicos propios de la pubertad cuando ya se encontraban inmersos en roles de adultos (Fig. 2).
Figura 2. Niños y adolescentes trabajadores, en una fábrica de la Inglaterra Victoriana. Disponible en: https://www.meer.com/es/29607-historia-de-los-ninos-trabajadores.
“Los niños de las chimeneas”. Un trabajo infernal
Podemos considerar paradigmático del trabajo infantil y adolescente a los “niños de las chimeneas”, desde finales del siglo XVII hasta las últimas décadas del XIX.
Ya en el siglo XVII, las casas de Londres y otras poblaciones se caldeaban con el fuego de las chimeneas, alimentadas con leña o carbón. Las chimeneas necesitaban limpieza periódica para eliminar el hollín, evitar el humo, mejorar el tiro e impedir que se incendiaran. Se precisaba un gran número de trabajadores, y para un fácil acceso por las chimeneas muchos debían ser niños o adolescentes, procedentes de familias pobres, o huérfanos o mendigos; frecuentemente iban semidesnudos para evitar quedarse enganchados por la ropa en el interior de los conductos estrechos. Además, la higiene era excepcional, y dormían sobre sacos con hollín también(3). Se emplearon trabajadores en Inglaterra, Irlanda, Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania, Suiza, Italia, EE.UU. y otros lugares.
En búsqueda realizada en prensa histórica, hemeroteca digitalizada de la Biblioteca Nacional de España, no hemos encontrado referencias en España a esta ocupación “profesional” entre niños. Se mencionan accidentes o hechos en otros países.
El contacto constante con el hollín y las sustancias producto de la combustión del carbón predisponía a estos niños-adolescentes, en alto número, a padecer una ulceración en el escroto, que derivaba en cáncer al cabo de unos años, ya en la adolescencia incluso. Fue descrito en 1775 por el cirujano inglés Percival Pott (1714-1788), que trabajaba en el hospital St. Bartholomew, Londres, como Chimney-sweep’s Cancer(3) (Fig. 3).
Figura 3. Percivall Pott (1775). Chirurgical observations relative to the cataract, the polypus of the nose, the cancer of the scrotum, the different kinds of ruptures, and the mortification of the toes and feet. London, England: Hawes L, Clarke W, Collins R. p. 63-68. From p. 67: “The disease, in these people [i.e., chimney sweeps], seems to derive its origin from a lodgment of soot in the rugae of the scrotum…”. Disponible en: https://books.google.es/books?id=15htmgEACAAJ&pg=PA63&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false.
El propio Pott escribió que ya anteriormente Bernardino Ramazzini (1633-1714), médico italiano, había descrito varias enfermedades relacionadas con la ocupación profesional (oficios) en su libro De Morbis Artificum Diatriba, de 1700; pero no el cáncer de escroto.
Se ha señalado que fue Bassius (Heinrich Bass) el primero en hablar del cáncer de escroto, en 1731. Si bien Kipling(6) señala que probablemente fuera un absceso perineal. Este mismo autor afirma que la primera descripción se podría atribuir a Treyling (1740) en Scrotum immaniter auctum scirrhoso scrophulorum.
En cualquier caso, se puede afirmar que fue Pott el que atribuyó una causa externa a este cáncer en los deshollinadores. Por tanto, fue el primer cáncer profesional descrito.
El cáncer del deshollinador era mucho más común en Inglaterra, ya que los casos eran prácticamente desconocidos en otras partes de Europa o América. Probablemente, el tipo de carbón y su combustión, la atención a la vestimenta en el trabajo y cierta mayor higiene personal después del trabajo, habían sido durante mucho tiempo la práctica habitual entre los deshollinadores continentales(6-8) (Fig. 4).
Figura 4. Niños deshollinadores. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/articles/cjqpkx885wlo.
Asimismo, a finales del XIX y principios del XX se señaló que el cáncer (epidermoide) de escroto también ocurría en trabajadores de las hilanderías industriales, por el contacto con productos destilados del carbón o de aceites minerales(1,9). Lesiones similares podían aparecer en otras partes del cuerpo, como describió en el siglo XIX Sir James Paget, cirujano y anatomopatólogo famoso (1814-1899), que describió la presencia de zonas con afectación “tan densa… que se han contado cien o más”.
Hoy en día, se sabe que las sustancias carcinogenéticas en estos casos son los benzoantracenos, cadmio, arsénico y cromo.
Durante un tiempo, en el XVIII, se había pensado que el origen de la enfermedad era venéreo, dada la similitud con la lesión sifilítica, y se la nombraba también “verruga del hollín”(2). Pott promovió su tratamiento quirúrgico precoz para conseguir un buen pronóstico.
A partir de esta observación de 1775, Pott y otros autores describieron gráficamente las penosas condiciones en las que trabajaban estos operarios. Además de los riesgos del hollín en el escroto, padecían problemas pulmonares, oculares y trágicos accidentes: caídas desde los tejados, quedaban atrapados en las chimeneas, sufrían quemaduras graves o se asfixiaban en ellas. Esto, sin olvidar las malas condiciones de vida y los frecuentes maltratos que sufrían por sus contratadores, maestros deshollinadores o amos.
En 1788, en Reino Unido se promulgó una ley especificando una edad mínima de 8 años para los deshollinadores. Pero Pott esto no llegó a verlo puesto en marcha.
Tras la descripción de Pott en 1775, el siguiente trabajo sobre el cáncer de deshollinador fue el de su sobrino-nieto, Henry Earle (1789-1839), que también trabajó en el hospital St. Bartholomew. Earle(2) en Practical Observations in Surgery, Londres, 1823, mencionó que el cáncer de deshollinador raramente atacaba a personas menores de 30 años, la mayor proporción de casos que él había visto tenían entre 30 y 40 años, con tres casos entre 20 y 30 años, y solo uno en la edad de la pubertad. En esta comunicación, Earle relata un caso cuyo abuelo, padre y hermano habían muerto de la misma enfermedad.
En Londres hubo una asociación de maestros deshollinadores: London Society of Master Sweeps. Los propietarios ricos, las compañías de seguros y los maestros deshollinadores, que dependían del trabajo de los niños para ganarse la vida, se opusieron durante décadas a la reforma. Argumentaban incluso que era mejor sacrificar a unos pocos niños que exponer a toda una sociedad a la contaminación causada por el humo, el riesgo de incendios en las chimeneas o la intoxicación por dióxido de carbono(7). Esta horrible actividad prosperó y los deshollinadores siguieron muriendo de cáncer de escroto a un ritmo alarmante.
A pesar de esas advertencias, no se prohibiría hasta 1840 que los menores de 21 años trabajaran limpiando chimeneas. Pero la legislación era tan leve que realmente se siguió contratando niños hasta una posterior ley de 1875.
La introducción de ropa protectora en el trabajo y la mejora de la higiene personal redujeron la incidencia del cáncer de deshollinador en Inglaterra.
Aproximación a la biografía de Percival Pott (1714-1788)
Durante gran parte del siglo XVIII, el centro de la cirugía y de la formación de los futuros cirujanos fue París. Sin embargo, en la última mitad de dicho siglo, Londres destacó y atrajo a muchos cirujanos extranjeros. La personalidad de algunos cirujanos explica este cambio, entre ellos William Cheselden (1688-1752), John Pringle (1707-1782), James Douglas (1675-1742), William Smellie (1697-1763) y los hermanos Hunter, anatomistas y cirujanos escoceses, John Hunter (1728-1793) y William Hunter (1718-1783), y otros. También destacó Percivall Pott (1714-1788)(10) (Fig. 5). Durante parte de la segunda mitad del siglo XVIII, fue uno de los cirujanos más famosos de Inglaterra, con la más amplia experiencia quirúrgica de Londres y con la mayor productividad académica y de publicaciones. Hizo numerosas disecciones post mortem, lo cual incrementó su monumental conocimiento de la patología.
Figura 5. Percivall Pott, grabado de un retrato original de Nathaniel Dance-Holland. Publicado por Edward Hedges, London, 1785. Public Domain. Disponible en: https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=29774268.
Con 17 años, Percivall Pott se inició como aprendiz con Edward Nourse (1701-1761), cirujano y profesor del Hospital St. Bartholomew, Londres. En 1736, según los archivos del gremio de barberos-cirujanos, Pott ingresó en este gremio por recomendación de su maestro, con diploma y autorización para ejercer como cirujano(2). Fue cirujano asistente del St Bartholomew’s Hospital en 1744 y cirujano titular en 1749. En 1761 sucedió a su maestro, Nourse. En 1764 fue elegido decano del St. Bartholomew, puesto del que se jubilaría en 1787.
En enero de 1756 sufrió un accidente cuando iba a visitar a uno de sus enfermos. Su caballo resbaló sobre el hielo, produciéndole una fractura abierta de la extremidad inferior, tibia y peroné. Se negó a ser trasladado y permaneció tendido en la calle, aunque era pleno invierno, hasta que se envió a sus criados y se dispusieron los medios adecuados para su traslado. Con esto, subrayó la importancia de cómo realizar un traslado tras un accidente. En aquel entonces, la indicación de tratamiento para esta lesión era amputar el miembro. Entre él y su maestro, Nourse, se opusieron a ello, y realizaron un tratamiento conservador, que resultó exitoso(11). Se dice que aprovechó el prolongado tiempo de inmovilización que necesitó para recuperarse de la fractura para realizar varias publicaciones, entre ellas sobre fracturas. A lo largo de su vida profesional dejó como legado más de 12 libros sobre temas de cirugía.
Pott fue pionero en diversas patologías: describir correctamente la hernia inguinal congénita, un tratamiento menos traumático de fístulas anales, lo que hoy se conoce como fistulotomía, o simplificar el uso de ligaduras para remover hemorroides internas. Describió otras patologías, como la tuberculosis vertebral y otras(12). Pott fue muy famoso e innovador en cirugía: se le considera pionero en ortopedia en Inglaterra. Respecto al tema que nos ocupa, sobre el carcinoma de los deshollinadores (carcinoma del escroto), en 1775 publicó un tratado con “Observaciones quirúrgicas” de varias patologías, entre ellas este cáncer. Estableciendo una relación entre el hollín: Chirurgical Observations Relative to the Cataract, the Polypus of the Nose, and the Cancer of the Scrotum, the Different Kinds of Ruptures, and the Mortification of the Toes and Feet.
Pott tiene varios epónimos asignados(10-13):
• Fractura de Pott (oblicua, de tobillo, peroné y tibia, con rotura de los ligamentos laterales internos, por torsión de pierna con el pie fijo, p. ej., en el estribo de caballo, 1756; en Francia se conoce como fractura de Dupuytren).
• Tumor inflamatorio de Pott: edema circunscrito en el cráneo, secundario a una osteomielitis subyacente (1760) asociada a sinusitis frontal o también a un traumatismo.
• Gangrena de Pott (la necrosis que ocurre en dedos y pies en ancianos en ciertos casos, por obstrucción vascular, 1775).
• Carcinoma de los deshollinadores (carcinoma del escroto) también se conoce como carcinoma de Pott, 1775.
• Mal de Pott, sobre tuberculosis vertebral con posible paraplejia, 1782, 1779 (“caries” vertebrales por la apariencia de las vértebras en las disecciones; Jean-Pierre David, francés, también dio a conocer hallazgos semejantes).
Pott siempre se mantuvo activo en los asuntos organizativos de la Sociedad de Cirujanos.
Reconocimientos(2,11). En 1753 fue elegido uno de los primeros maestros de anatomía; 3 años más tarde fue nombrado miembro del tribunal de asistentes; y, finalmente, fue nombrado miembro del Tribunal de Examinadores. En 1765 sucedió a Robert Young como Presidente de la Sociedad de Cirujanos. Pott fue elegido miembro de la Royal Society en 1764.
Epílogo
La revolución industrial, en los siglos XVIII y XIX, llevó aparejada una explotación de los niños en el trabajo, desde los 7 años e incluso antes. En seguida empezaron las primeras reivindicaciones, como las de Percival Pott; aunque se tardaría más de un siglo en conseguir resultados preventivos adecuados. Progresivamente, durante el siglo XIX, la presión cultural, social y de las organizaciones de trabajadores permitió regular los horarios de trabajo, limitar la jornada para los menores y que se iniciara la educación básica obligatoria. Finalmente, a finales del XIX se prohibiría el trabajo de los niños. Entonces sería cuando se empezaría a hablar de adolescencia propiamente dicha, como grupo social.
En España hay que mencionar(14) la pionera Ley Benot, de 24 de julio de 1873 (promulgada durante la Primera República). Esta ley tenía como objeto fundamental proteger a los menores de las abusivas condiciones en los establecimientos industriales. El artículo 1 decía: “Los niños y las niñas menores de diez años no serán admitidos al trabajo en ninguna fábrica, taller, fundición o mina”.
Sirva como homenaje a los niños deshollinadores mencionar que existe una ópera, “El pequeño deshollinador” del compositor británico Benjamin Britten (1913-1976), estrenada en 1949. Este músico expresaba preocupación por temas como el sufrimiento y la explotación. Se trata de una ópera para niños. No se suele representar actualmente. Si bien en España, las últimas ocasiones fueron en Sevilla (2001-2002) y Madrid (2008). La acción de The Little Sweep se desarrolla en Iken Hall, un pequeño pueblo del condado de Suffolk, en el año 1810. “Samy tiene unos 8 años…”.
Pott nos iluminó con sus observaciones y su ingente trabajo clínico y quirúrgico. Sigue habiendo numerosas publicaciones que señalan su labor pionera en muchas áreas. Según se cita(11), el día antes de su fallecimiento Pott dijo: “My lamp is almost extinguised: I hope it has burned for the benefit of others” (mi lámpara está casi apagada: espero que haya ardido en beneficio de los demás).
Bibliografía
1. Azike JE. A review of the history, epidemiology and treatment of squamous cell carcinoma of the scrotum. Rare Tumors. 2009; 1: e17.
2. Brown JR, Thornton JL. Percivall Pott (1714-1788) and chimney sweepers’ cancer of the scrotum. Br J Ind Med. 1957; 14: 68-70.
3. Pott P. Chirurgical observations relative to the cataract, the polypus of the nose, the cancer of the scrotum, the different kinds of ruptures, and the mortification of the toes and feet. London, England: Hawes L, Clarke W, Collins R; 1775. p. 63-68. De p. 67: “The disease, in these people [i.e., chimney sweeps], seems to derive its origin from a lodgment of soot in the rugae of the scrotum…”. Disponible en: https://books.google.es/books?id=15htmgEACAAJ&pg=PA63&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false.
4. Luzuriaga M. Capítulo 1. La invención de la adolescencia: una visión histórica y transcultural. En: Adolescencia, Clínica Psicológica y Psicoanalítica Institucional. 1ª ed. DelHospital Ediciones; 2013. p. 15-45.
5. Rodrigo Pedrosa O. La infancia y la adolescencia en la historia de la Humanidad. En: González Villanueva P. Enfermería en la infancia y la adolescencia. CEURA (Centro de Estudios Ramón Areces); 2011. p. 1-12.
6. Kipling MD, Usherwood R, Varley R. A monstrous growth: an historical note on carcinoma of the scrotum. Br J Ind Med. 1970; 27: 382-4.
7. Kipling MD, Waldron HA. Percivall Pott and cancer scroti. Br J Ind Med. 1975; 32: 244-50.
8. Herr HW. Percivall Pott, the environment and cancer. BJU Int. 2011; 108: 479-81.
9. Waldron HA. On the history of scrotal cáncer. Ann Royal College Surg Engl. 1983; 65: 420-22.
10. Fresquet JL. Mal de Pott. Percivall Pott (1714-1788). Epónimos médicos. Biografías médicas. Instituto de Historia de la Ciencia y Documentación (CSIC-Universidad de Valencia). 2005. Disponible en: https://www.historiadelamedicina.org/pott.htm.
11. Anónimo. Percivall Pott. En: Who Named It? Disponible en: https://www.whonamedit.com/doctor.cfm/1103.html. Consultado en octubre de 2024.
12. Parquet RA. Percivall Pott. Acta Gastroenterol Latinoam. 2015; 45: 186-7.
13. Aínsa Laguna D, Pons Morales S, Muñoz Tormo-Figueres A, Vega Senra MI, Otero Reigada MC. Tumor inflamatorio de Pott: una complicación infrecuente de la sinusitis frontal. An Pediatr. 2014; 80: 317-20.
14. Martínez Peñas L. Los inicios de la legislación laboral española: la Ley Benot. Rev Aequitas. 2011; 1: 25-70.
Referencias en web
– Blog Cátedra de Historia y Patrimonio Naval. Marineros, grumetes y pajes. Disponible en: https://blogcatedranaval.com/2021/05/18/marineros-grumetes-y-pajes/.
– Hemeroteca Digital. Biblioteca Nacional de España. Disponible en: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/advanced.