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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº5 – JUL-AGO 2021

Germán Valdecara, el acuarelista bohemio

J. Fleta Zaragozano
Representación del niño

en la pintura española


J. Fleta Zaragozano

Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza

Pediatr Integral 2021; XXV (5): 269.e1 – 269.e5


Germán Valdecara, el acuarelista bohemio

Valdecara estudió en Zaragoza y, posteriormente, en la Academia de Bellas Artes y en la Sociedad de Acuarelistas de Madrid. Vivió en París. Durante una estancia en Roma conoció a una duquesa austriaca, que era quien le pagaba la pensión; por su parte, el pintor estaba obligado a entregarle cada Nochebuena dos o tres acuarelas, que escogía entre toda la producción del año. Se quedó sin pensión a causa de la Primera Guerra Mundial, volvió a Madrid y vivió sus últimos días como un asceta y bohemio.

Vida, obra y estilo

Germán Valdecara González nació en Zaragoza en 1849. Inició sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Luis a los 13 años de edad. Por aquel entonces eran profesores de esta institución, entre otros, Mariano Pescador y Bernardino Montañés, artistas de cierta categoría que formaron a varias generaciones de jóvenes pintores aragoneses, muchos de los cuales se ganarían la vida lejos de su ciudad natal. Las pocas oportunidades que brindaba el mercado artístico zaragozano le llevaron a trasladarse a Madrid.

En la capital de España asistió a la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, institución dependiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Durante un curso coincidió con otros dos célebres pintores aragoneses, Félix Pescador y Joaquín Pallarés. Por esas mismas fechas, Pérez Galdós publicaba Fortunata y Jacinta, donde incluyó una interesante descripción de la calle en la que vivían, precisamente, Valdecara y Pallarés. Retrata a la perfección el espíritu popular de finales del siglo XIX en las calles del Madrid de los Austrias. Este gusto por lo pintoresco, que refleja Galdós en su novela, responde al mismo espíritu que impregna el costumbrismo presente en las obras de estos pintores. De 1872 a 1875, siguió perfeccionando su técnica pictórica, como el colorido, la composición, la perspectiva y el dibujo natural, a la vez que obtiene algunas menciones y premios.

Según relata Guillermo Juberías en la biografía que escribió sobre Valdecara, los siguientes años fueron, posiblemente, la época de mayor renombre y reconocimiento de su carrera, en la que llegó a exponer junto a los grandes nombres de la pintura española de las últimas décadas del siglo XIX. Participó en exposiciones de acuarelistas, entre ellas, en la exposición de la Sociedad de Acuarelistas de Madrid de 1880, en la que colaboró con tres obras tituladas: Una niña, Pensativa y El favorito.

La acuarela gozó de un enorme predicamento entre los pintores de esta época, ya que se trata de una técnica artística económica, realizada sobre un soporte humilde, como es el papel. Este interés comercial también se entiende perfectamente cuando se comprueban los temas representados, frecuentemente de tipo costumbrista, adaptando el preciosismo característico de los cuadritos al óleo a las condiciones que impone la técnica acuarelística. Esto se comprueba en la producción de Germán Valdecara: los títulos de muchas de sus obras nos indican su gusto por la representación de majas, chulas y otros personajes del repertorio dieciochesco español.

En 1881, concurre a la Exposición Nacional de Bellas Artes con tres obras, Noticia triste, Retrato de una señorita y Lola. También participó, junto a los más célebres artistas españoles de su tiempo, en la confección de dos álbumes regios, uno para la reina de España y otro para la princesa imperial prusiana en 1884; junto a obras de Pradilla, Casado del Alisal y de Federico Madrazo, participa Valdecara con Una manola y con Una chula, ambos dibujos hechos a pluma. Estos títulos evidencian el interés del artista por la temática costumbrista.

En 1887 trasladó su residencia a la capital francesa, ello no impide que continúe enviando acuarelas a las exposiciones españolas, en diferentes fechas. Recupera, por tanto, las vistas urbanas, ahora con el motivo de las calles de París, un tema de gran predicamento entre los artistas españoles que llegaban a la capital francesa, tal y como demuestra el afán que algunos, como Pallarés, tuvieron en representarlas. En 1893 abandonó París temporalmente por Roma; aquí logró un cierto capital a raíz de dar clases de español y alguna acuarela a una aristócrata vienesa. Por todo ello consiguió una pensión de 500 francos con la que vivió en París, posteriormente.

Germán Valdecara regresa a París en 1898, en una época en la que numerosos artistas españoles se encuentran ya bien asentados en la ciudad. En 1901, el diario El Globo nos presenta a Valdecara como un gran estudioso de la obra de Meissonier (1815-1891). Este pintor fue uno de los artistas más demandados en la Francia de la segunda mitad del siglo XIX y contribuyó, fundamentalmente, a dar difusión a las escenas de gusto dieciochesco que tanto gustaban en el tardorromanticismo del II Imperio Francés. El grado de detallismo que empleaba el zaragozano era tal, que llegó a utilizar anteojos para que ampliasen el tamaño de los diminutos pinceles que utilizaba.

Pasó grandes dificultades económicas en la capital francesa y siempre rechazó el contacto con marchantes, que hubiesen facilitado la venta de sus cuadros y la exposición en galerías privadas. Poco se conoce de su final, pero se cree que con la Primera Guerra Mundial, la aristócrata que mantenía anualmente su pensión, desapareció, lo que le obligó a terminar sus días en Madrid. No se sabe la fecha exacta de su fallecimiento.

Los niños en su obra

Aunque no son tema preferente en sus dibujos y cuadros, representó al niño en diversos escenarios. Los dibujó y pintó en circunstancias tan variadas como en escenas rurales y paisajes españoles, como artista de circo, como imágenes solitarias y participantes en escenas parisinas.

La obra Escena en un pueblo español nos muestra a cuatro personas: dos adultos y dos niños. Se trata de una escena rural típicamente española que Valdecara pintó, probablemente, para ser vendida en París; este tipo de escenas costumbristas eran bien vistas por la sociedad parisina de finales de siglo XIX. Una de las mujeres está sentada a la izquierda de la imagen, sobre una silla de anea. Parece que está cosiendo la ropa que tiene en su regazo. Su cabeza está ligeramente inclinada hacia adelante y va cubierta con un pañuelo, esto impide apreciar los detalles de su cara. Va humildemente vestida. En la parte derecha aparece la otra mujer que está tendiendo la ropa al sol sobre una cuerda. Está de pie y tampoco se la aprecian los detalles de las manos ni de los pies, ya que está de espaldas. Lleva, al igual que la otra mujer, ropajes hasta los pies y delantal rojo.

En el centro de la imagen representada y en un primer plano, hay una niña de unos diez años sentada sobre el suelo y también trata de coser alguna prenda que lleva entre sus manos. En este caso, la niña no va cubierta, por lo que se le ven parcialmente las facciones de la cara, en una vista lateral. Tiene moño y es pelirroja. Junto a esta niña aparece otra de menor edad, de unos cuatro o cinco años, de pie. Como está de espaldas, no se aprecian bien los detalles de sus extremidades ni de su cara. Viste falda hasta media pierna y la cabeza no va cubierta. Lleva un cuenco en sus manos; probablemente con semillas o migas que arroja a las gallinas, pollos y un gallo. Naturalmente, el tamaño de los animales y la lejanía del plano no permiten ver los detalles de los mismos. La presencia de animales en algunos cuadros, era requisito imprescindible en esta época para garantizar su venta. Casas humildes, de piedra y adobe, y una verja al fondo. Suelo empedrado. Luz que se recibe del frente y colores amarillos, naranjas, marrones y grises, sobre todo. Se trata de una acuarela sobre papel (Fig. 1).

Figura 1. Escena en un pueblo español.

La pintura Músicos de circo permite observar un ambiente circense, poco habitual en Valdecara, aunque posiblemente era una escena relativamente frecuente en el París de la época. Aparece, a la izquierda, un adulto de mediana edad, de pie, tocando un instrumento musical. Va ataviado al uso, como si fuese a salir de inmediato a actuar bajo la carpa y frente al público. Llama la atención su vestimenta, con pantalón corto a cuadros y color negro con volantes, medias rosas, camisa rosa de manga larga y pañuelo rojo. Sobre su cabello hay una cinta blanca. Su anatomía está muy bien proporcionada; sus pies, rodillas, manos y cara están bien dibujados.

A la derecha, hay un niño de unos diez años de edad, sentado sobre una mesa con mantel, que está tocando los platillos; se nota que pone bastante interés en el ensayo. Una de sus piernas la apoya sobre un bombo, que está en el suelo. El chico mira con cierta seriedad al adulto, probablemente su padre. Los detalles de su cara y sus proporciones corporales son normales. Su vestimenta está acorde con la que usa la persona mayor: pantalón negro, camisa y pañuelo rojo; a diferencia del adulto, el niño lleva un lazo azul al cuello, calcetines blancos a rayas azules y botines.

Los fondos están ocupados por unas cortinas semiplegadas, adornos colgantes del techo y dos macetas que contienen sendas plantas, sin flores. Hay, en un segundo plano, un cartel anunciador del espectáculo, donde pone “GRANDES FUNCIONES”. El color predominante es el marrón, aunque también destacan el negro, rojo y gris. Luz frontal. Se trata de una acuarela fechada en 1879 (Fig. 2).

Figura 2. Músicos de circo.

En Flor campestre aparece una niña prepúber de unos diez años de edad. Se trata de una escena de campo en donde destaca la imagen de la niña. Está triste, como perdida; su cara casi expresa el llanto que puede iniciar por encontrarse en una situación dramática. Aparece en el primer plano, en el centro del dibujo, está de pie, en lateral derecho y mirando hacia el pintor. Va descalza, con falda hasta las rodillas y camisa entreabierta de manga corta. Las proporciones que muestra son normales, aunque destaca una ligera macrocefalia para su edad. Los detalles de su cara son normales y lleva pelo largo. En sus manos lleva algún objeto o alimento no bien visualizado, aunque podría ser un trozo de pan.

El paisaje es desolador: un arroyo al lado de sus pies, unas yerbas, piedras y un gran árbol seco con un grueso tronco. Al fondo varios árboles secos, más pequeños. El dibujo denota tristeza y melancolía; posiblemente, Valdecara lo dibujó en un momento de depresión, que los hubo, y muchos, para el pintor aragonés. La obra apareció en el Catálogo ilustrado de la exposición de la Sociedad de Acuarelistas de Madrid de 1882. Pertenece a la Biblioteca del Museo del Prado (Fig. 3).

Figura 3. Flor campestre.

Una obra típica de paisaje urbano y costumbrista parisino es Au parc. En el cuadro aparecen 25 personas adultas de ambos sexos y tres niños de distintas edades. La escena se localiza, sin duda, en París, lugar representado por la mayoría, si no por todos, de los artistas que vivían o residían en la capital de Francia. El parque parece un lugar privilegiado, dada la concurrencia de sus visitantes y los trajes y vestidos que portan: los caballeros con sombrero, incluso de copa y las damas con sus vestidos largos y anchos sombreros. Unos están de pie, otros sentados, unos en solitario y otros en grupo; los hay que están leyendo y otros hablando. Las proporciones corporales de estos personajes son normales, aunque el tamaño de las personas representadas no nos permite apreciar los detalles.

En el extremo izquierdo del cuadro aparece una niña de uno o dos años de edad, agachada, que parece acariciar a un pájaro u otro animal; va vestida de blanco con un gran lazo azul a la cintura. En el centro aparece otra niña de unos cinco o seis años, de pie y mirando hacia el pintor, junto a unas damas que están tras ella. La niña lleva abrigo rosa y sombrero. A la derecha, y en brazos de una dama, hay otro niño de menos de un año de edad, con sombrero y vestido con prendas de color claro.

Los colores son muy vistosos y variados, pero predomina el verde, localizado en los suelos y en los árboles. Al fondo, y tras la maleza, se aprecia una gran casa palacio, con columnas y de unos colores claros. La pincelada suelta para los árboles y el suelo, contrasta con el detalle empleado en la indumentaria de las personas y en el detalle del respaldo de las sillas. Se trata de una acuarela que pertenece al Hôtel de Ventes de Ginebra (Fig. 4).

Figura 4. Au parc.

La composición Esplanade des Invalides. Le Palais des Industries Diverses muestra un conjunto de personajes paseando por la Esplanada de los Inválidos, zona cosmopolita como podemos apreciar, del París de finales del siglo XIX. Efectivamente, se aprecian casas lujosas, palacios con sus columnas y torres, entre ellos, el Palacio de las Industrias Diversas, a la derecha de la obra, construido para albergar la Exposición Universal de 1900. En uno de los primeros planos aparece una niña, de espaldas, que camina entre sus progenitores hacia el fondo y cogida de la mano de su padre. La niña puede tener unos 10 o 12 años de edad, lleva un vestido azul hasta la rodilla, con un lazo en la cintura, sombrero del mismo color y una larga melena recogida en una trenza. Su anatomía, pese a estar de espaldas es normal, al igual que la de sus padres y el resto de las figuras que aparecen en la calle.

A la derecha de la obra, el pintor ha querido representar una gran fuente monumental, a la entrada del palacio. En uno de los escalones de la misma aparecen 12 niños desnudos de muy corta edad, unos sentados, otros en decúbito y otros de pie. Pudiera tratarse de ángeles o bien de niños, hijos de los paseantes que intentan bañarse en la fuente. Los pequeños muestran un color natural sonrosado que contrasta fuertemente con el color que el artista ha dado a la fuente: un color azul intenso.

El paisaje se completa con un kiosco, a la derecha y una tienda a la izquierda. Excelente sentido de la perspectiva y manejo de los colores, con predominio de los blancos y amarillos. Pese a ser un día soleado, aparecen cielos cubiertos con algunas nubes. Se trata de una acuarela sobre papel de gramaje, de 59 por 47 cm, fechada en 1900 (Fig. 5).

Figura 5. Esplanade des Invalides. Le Palais des Industries Diverses.

Bibliografía

– Lorente JP. La influencia del París de la Belle Époque en los artistas aragoneses. En Buil C, Turmo JM. La seducción de París: artistas aragoneses del siglo XX. Museo Camón Aznar. Zaragoza, 2005.

– Lorente JP. Asociaciones de artistas y sus espacios expositivos en el siglo XIX. En Lacarra MC. Arte del siglo XIX. Institución Fernando el Católico. Zaragoza, 2013.

– Juberías G. Germán Valdecara: un acuarelista aragonés en la bohemia de París durante la Belle Époque. Asociación Aragonesa de Críticos de Arte (AACA). 2017. (Consultado en septiembre de 2020). Disponible en: http://www.aacadigital.com/contenido.php?idarticulo=1302.

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