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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

Portada 2013 12

TEMAS DE FORMACIÓN CONTINUADA ACREDITADOS
Puede consultarse información sobre la acreditación de formación continuada sanitaria en: www.madrid.org
Enseñanza no reglada y sin carácter oficial. Los créditos de formación continuada, no son aplicables
a los profesionales que estén formándose como especialistas en Ciencias de la Salud.
Pediatría Integral
Publicación periodica de la revista Pediatría integral.
Número actual
Adolescencia, Alergia, Bioética, Cardiología, Cirugía pediátrica, Dermatología, Dolor, Endocrinología, Errores innatos de metabolismo, Farmacología, Gastroenterología, Genética y dismorfología, Hematología, Hepatología, Infectología e inmunología, Investigación en ap, Neonatología, Neumología, Nefrología, Neurología, Nutrición, Odontología, Oftalmología, Oncología, Otorrino laringología, Patología infecciosa, Psiquiatría infantil, Reumatología, Simulación avanzada, Traumatología y ortopedia, Vacunas

La ilusión de una nueva etapa

Editorial

 
V. Martínez Suárez

Presidente de la SEPEAP

 


«Al concepto de Pediatría General es al que hay que dar mayor valor. Y el pediatra general, el que desde el centro de salud, desde su consulta privada o desde el hospital mantiene una visión integral del niño y aspira a realizar una medicina completa de la infancia, siempre va a favorecer cualquier paso que la sociedad actual precise y nos demande»

 


La ilusión de una nueva etapa

Como especialidad médica la pediatría tiene la responsabilidad de atender a los problemas de salud de los niños, mejorando sus condiciones de vida y favoreciendo su relación positiva con el entorno, tanto familiar como social. Esa ha sido para la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) su misión preceptiva y sustancial. Y como principales responsables de su gestión desde su Junta Directiva serviremos a esa idea por encima de cualquier otra cosa. Todo lo demás entendemos que son medios o acciones para ese fin.

Y es precisamente desde ese punto de partida que nuestros principales proyectos van a consistir en ayudar a los pediatras a desplegar todas las potencialidades de su profesión, que son muchas y amplias, aunque probablemente no suficientemente cumplidas. Para ello creemos que al concepto de Pediatría General es al que hay que dar mayor valor. Y el pediatra general, el que desde el centro de salud, desde su consulta privada o desde el hospital mantiene una visión integral del niño y aspira a realizar una medicina completa de la infancia, siempre va a favorecer cualquier paso que la sociedad actual precise y nos demande. Porque la única medida válida de la eficacia de nuestra actuación vendrá dada por nuestra capacidad para mejorar las circunstancias en que la infancia se desenvuelve y enfrenta sus dificultades físicas, psíquicas y sociales. Y esto debiera de preocupar por igual a todos los pediatras, independientemente de su posición dentro del sistema sanitario.

Es por eso también que si miramos hacia atrás no podemos más que felicitar y agradecerles a los que nos precedieron su labor excelente y llena de consecuciones. Sobre todo, ellos han sentado en nuestra Sociedad las bases de su continuidad y han definido un carácter que nosotros asumimos. Y debemos señalarlo aquí ya que, precisamente en este 2014, se cumplirán los 30 años de su fundación. Imaginamos que entonces y en todo este tiempo encima de la mesa se pusieron creencias diferentes y posiblemente contrapuestas, planes atrevidos e inteligentes, cada uno aportando un punto de vista en su construcción. Pero, sobre ello, temas de preocupación comunes, voluntad de compartirlos y el interés de resolverlos juntos. Mantener ese trasfondo de identidad e identificación, conservar las preocupaciones de orden general por encima de las barreras de la edad y de concepciones o intereses más limitados permite encontrar reunidos hoy en la SEPEAP a pediatras diversos en sus ideas, en sus actitudes y en sus ambiciones, pero capaces de vislumbrar un proyecto con la suficiente entidad como para erigir sobre él una interpretación profunda y relativamente fácil de compartir.

Gracias a ello somos una sociedad con ya más de 3.000 socios y ahora más de 900 residentes de pediatría vinculados a nuestras actividades. Con esa misma noción de continuidad y de transformación recientemente hemos creado nuevos grupos de trabajo y en los próximos meses se constituirá algún otro, lo que se sumará al nuevo ímpetu que desde la dirección se les pedirá a los ya existentes. Igualmente, nuestros vocales regionales deben tener un protagonismo mayor en la vida diaria de nuestra Sociedad. Cualquier socio, en fin, podrá incorporarse a todas nuestras tareas y debiera sentir la obligación de transmitirnos sus inquietudes, sus preocupaciones y sus ideas de trabajo. Junto a una renovada voluntad de proximidad, de compromiso y de transparencia, esto resultará fundamental para reordenar la idea de futuro para la SEPEAP.

También vamos a buscar la mayor sintonía posible con las diferentes Administraciones, con las que forzosamente tenemos que compartir el interés por esclarecer determinados problemas y por favorecer la eficiencia asistencial. Trabajaremos para aumentar la colaboración con la industria, proponiéndole proyectos de interés compartido. Mejoraremos el nivel de exigencia científica de nuestros foros y de nuestros órganos de expresión, lo que supondrá un mayor cuidado en la formalidad, más controles de calidad y su aproximación decidida a la información primaria, original y veraz; es decir, al producto de la investigación.

Respecto a otras sociedades pediátricas, vemos en algunos temas propósitos y prioridades diferentes, pero debemos mantener la voluntad de relacionarlos con los nuestros y alinearlos para que se produzca el entendimiento, sin dejar de sostener un discurso propio. Nuestra sensibilidad hacia los problemas que tenemos delante y nuestros argumentos los haremos notar y los haremos valer. Todo ello, desde la lealtad institucional que exigiremos también hacia nosotros y desde una voluntad de acuerdo, pero también desde una vocación de defensa de la SEPEAP y de sus intereses, que entendemos que son los de la pediatría española.

Personalmente, me siento confiado y honrado con la compañía de aquellas personas que asumirán más directamente las responsabilidades en la gestión de la Sociedad. Me refiero a su Junta Directiva, a los vocales regionales y a los coordinadores de los diferentes grupos de trabajo; a los responsables de nuestra revista y de nuestra página web. Creo que todos ellos piensan que proyectar sobre el esfuerzo y la exigencia profesional esa noción sentimental, responsable y agradecida que otros antes nos han señalado nos ayudará a afrontar más ilusionados los nuevos retos que desde nuestra consulta se vislumbran.

 

El hijo de padres separados

Temas de FC

P. Castells Cuixart

Psiquiatra infanto-juvenil. Especialista en Pediatría, Neurología y Psiquiatría. Profesor Titular de la Universidad Abat Oliba CEU, de Barcelona

 

Resumen

El aumento del número de separaciones y divorcios (desde 2010: un divorcio por cada matrimonio que se realiza), obliga a que el pediatra de Atención Primaria tenga conocimiento de estas situaciones que, a menudo, degeneran en episodios de extrema violencia entre los ex cónyuges, repercutiendo, obviamente, en el estado psicoemocional de los hijos. En el presente trabajo, se hace una revisión de los aspectos que más interesan al pediatra (respuestas del niño según su edad, factores de buen o mal pronóstico de la separación, etc.), que es la persona que mejor conoce la familia del niño y que, además, puede tomar “el pulso emocional” en que se encuentran los progenitores cuando acuden a consultar por problemas en sus hijos. Podrá observar como se comportan entre sí los padres (desprecios, insultos, etc.) y hacer sus oportunas observaciones para mejorar la calidad de su deteriorada relación, indicando, también, cuál será la mejor situación para preservar al hijo de sus trifulcas de pareja.

 

Abstract

Increasing the number of separations and divorces (since 2010: one divorce for every marriage is performed), forces the primary care pediatrician is aware of these situations that often degenerate into episodes of extreme violence between former spouses, rebounding, obviously, in the psycho-emotional state of the children. This paper is a review of the aspects that most interest the pediatrician (child’s responses by age, factors of good or poor prognosis of separation, etc.), who is the person who best knows the child’s family, and, moreover, can take “the emotional pulse” where are the parents when they come to check for problems in their children. You can see how they behave with each other parents (slights, insults, etc.) and make their observations appropriate to improve the quality of their deteriorating relationship, stating, also, what is the best situation to preserve the child of her partner squabbles.

 

Palabras clave: Separación de la pareja; Divorcio; Efectos en los hijos de la ruptura matrimonial.

Key words: Separation of the couple; Divorce; Effects on children of the marriage breakdown.

 

Pediatr Integral 2013; XVII(10): 671-677


El hijo de padres separados

 

Estado de la cuestión

Desde 2010 hay aproximadamente el mismo número de nuevos matrimonios que de separaciones. En la actualidad, se calcula que cada 3-4 minutos hay una ruptura de pareja.

La mayoría de autores están de acuerdo en que la separación de los padres y sus consecuencias es uno de los acontecimientos vitales (live event) más estresantes que pueden acontecer a los niños(1). Y también para los adultos protagonistas, ya que, con excepción de la muerte de la pareja amada, la separación y el divorcio son, para la mayoría de las personas, las experiencias más traumáticas y penosas de su vida(2).

Cuando las separaciones son contenciosas, es decir, de litigio entre ambas partes (en un 30% de los casos) y los divorcios no son consensuados, teniendo que ser el juez quien dictamine el proceso a seguir (en un 40% de los casos), sumándose a todo ello una carga de virulencia entre los ex cónyuges que se expande a todo el entorno familiar, el niño experimenta inexorablemente una acusada sensación de vulnerabilidad. En su mente se rompe bruscamente la confianza en la continuidad y capacidad de protección de la familia. El mundo se vuelve menos fiable y menos predecible.

La reacción depresiva, en mayor o en menor grado, casi siempre está presente: un 34% de los niños reaccionan con una depresión enmascarada.

También, el aumento de divorcios está cambiando la concepción de la familia, precisamente para proteger a los hijos –según puntualiza José Antonio Marina(3)–: la indisolubilidad del matrimonio está siendo sustituida por la indisolubilidad de las responsabilidades respecto a los hijos.

La prueba de que los progenitores son cada vez más conscientes de la situación en que se quedan sus hijos y que deben esforzarse en mitigar los efectos que les produzca su separación matrimonial, la tenemos en el aumento en la demanda de la fórmula de custodia compartida (Tabla I), que –a pesar de que en la actualidad sólo se solicita en el 10% de los casos– era algo prácticamente impensable un par de décadas atrás.

 

 

Aunque seamos fervientes partidarios de la custodia compartida, siempre que las circunstancias así lo permitan(4,5); hay que aceptar que madres y padres, estando solos, también pueden educar exitosamente a sus hijos si disponen de los adecuados factores protectores y permiten una integración armoniosa de los hijos con ambos progenitores(6) (Tablas II y III).

 

 
 

 

Cuanto mejores sean las relaciones entre los ex cónyuges y entre los miembros de la familia en la etapa de postseparación, también mayores serán las posibilidades de recuperación de los hijos de las consecuencias negativas de la separación de sus padres(5,7) (Tabla IV).

 

 

Respuestas de los niños según su edad

No existe una edad para que el hijo encaje mejor la separación de los padres, ya que todo dependerá de cómo se desarrolle el proceso divorcista y sean las circunstancias propias del niño, para que las respuestas sean de mayor o menor intensidad.

En general, las respuestas de los niños de cualquier edad a la separación de sus padres dependerán de diversos factores, como, por ejemplo, su previo estado emocional cuando la familia estaba intacta, su propia personalidad, nivel de sensibilidad y fortaleza, el grado de entendimiento que tenía con sus padres, etc.(5).

Asimismo, es muy importante saber distinguir los trastornos propios del niño a consecuencia de la separación de los padres, de las diversas respuestas conductuales que manifiesta en las variadas etapas de su desarrollo psicomotriz. Así, por ejemplo, la enuresis puede presentarse durante la crisis de separación como síntoma de ansiedad y temor del niño ante la situación estresante (se tratará, pues, de una enuresis secundaria), o deberse a un simple retraso en la maduración de los esfínteres, con suficientes antecedentes familiares enuréticos (será una enuresis primaria).

En general, la experiencia de la separación en el niño se manifiesta por una intensa sensación de vulnerabilidad, acompañada de un sentimiento de tristeza y lástima, una preocupación por los padres, conjuntamente con una sensación de rechazo y abandono, la incidencia de un sentimiento de ira y la aparición de un conflicto de lealtades, ya que el niño quiere por igual a ambos padres.

Menores de 3 años

Viendo las reacciones que tienen los niños según la edad en que se presente la separación de los padres, se observa que, en los primeros años de vida, si el menor ha estado atendido con el cariño continuado por ambos progenitores y no ha habido escenas de violencia física y/o verbal en que el menor se haya visto involucrado como protagonista o directo observador, no tiene por qué presentar respuestas específicas al proceso de separación (Tabla V). Otra cuestión, bien distinta, es la de que el bebé sí se entera de quién le prodiga afecto.

 

 

Una madre y un padre no sólo alimentan, bañan o juegan con su hijo sino que, con sus muestras de cariño, van estableciendo con él un vínculo cada vez más sólido. Lo que equivale a decir que la vinculación afectiva, que nace de la proximidad y del contacto físico con los progenitores, es de vital importancia para el hijo.

Así pues, si un progenitor, que antes estaba bien involucrado en el cuidado del bebé, desaparece de pronto de su vida cotidiana, el apego (o vínculo) que habían establecido irá languideciendo, dependiendo, claro está, de lo que dure la ausencia de este padre(8).

La secuencia se desarrollará de la siguiente manera. Al principio al niño le costará interaccionar con el progenitor que ha roto el vínculo continuado. Cuando éste vuelva de visita, de entrada lo mirará como a un extraño y tardará un tiempo –hasta que procese las imágenes de reconocimiento que guarda en su incipiente memoria– en volver a cogerle confianza para interactuar con él. En caso de seguir este progenitor desapareciendo de su vida, puede ser que el bebé primero proteste más de lo habitual (incluso psicosomatizando su angustia de separación con inapetencia, eccemas, insomnios, etc.) y, después, se comporte de un modo apático, reservado o parezca triste, adentrándose a lo que se denomina fase de desapego (que puede abocar en un cuadro depresivo), en la que no mostrará ningún interés por este padre que se ha alejado, mientras que estará excesivamente dependiente de aquellos otros adultos que lo cuidan(5,8).

Cuando el niño está cercano al año de edad, ya empieza a tener una cierta autonomía, inicia la deambulación, lo cual le permite acercarse o alejarse de quien quiera y, aunque no domina el lenguaje expresivo, comprende perfectamente lo que se le dice. En esta edad, es muy selectivo en sus afinidades afectivas, con una predilección para su cuidador habitual y demostrando poco interés por aquel progenitor con quien se siente menos vinculado. Habiendo que puntualizar aquí que, en el caso del padre no custodio, hay que hacerle entender que no crea que, cuando lo rechaza su hijo, es porque ha dejado de necesitarlo. Y así no caiga en el error de muchos varones separados que creen que a esta temprana edad el niño necesita más a la madre o al canguro, que al padre(8,9).

3 a 5 años

Cuando los padres se separan, los niños pequeños, de 3 a 5 años, se muestran asustados, aturdidos y tristes. Los miedos están omnipresentes. En estas tempranas edades, su dificultad en diferenciar la fantasía de la realidad les hace especialmente vulnerables. Rabietas, tozudeces y trastornos del sueño son alteraciones frecuentes en estos niños.

El síntoma fundamental es el temor a perder a los seres queridos. Algunos no quieren ir a la escuela y se resisten a dejar la casa… porque no quieren perder de vista a los padres. Técnicamente, llamamos a esta situación: ansiedad de separación, y puede llegar a convertirse en una espectacular crisis de pánico en caso de insistir a la fuerza a que el niño acuda a sus compromisos fuera de casa (escuela, fiestas infantiles, colonias, etc.).

La doctora Judith S. Wallerstein(1), compara esta situación de ansiedad de separación con la del famoso cuento de Hansel y Gretel, en el cual los niños van dejando miguitas a medida que se meten en el tupido bosque, porque temen no encontrar el camino de regreso al hogar o temen no encontrar a los padres al volver a casa… También, el psiquiatra Richard Gardner en El libro para chicos de padres separados(10) compara el temor de perder al progenitor custodio después de la separación con el que puede tener una persona a la que le queda un solo ojo sano. Él lo llama “la preocupación del tuerto”, y dice al respecto que los niños se comportan como tuertos porque, cuando tenían a sus dos padres (dos ojos) no se preocupaban de tener uno, pero cuando les queda un solo padre (un solo ojo), tienen mucho miedo de perderlo.

“Si se ha ido papá, ¿quién me asegura a mí que no se irá también mamá?”, puede preguntar, angustiado, el hijo. Y los miedos nocturnos hacen su reiterada presencia… acudiendo a pernoctar en la cama del progenitor custodio, habitualmente la madre en nuestro medio (extendida práctica que los anglosajones denominan cosleeping)(11).

6 a 8 años

Hay autores que señalan la edad de los 7 u 8 años como frontera entre la incomprensión y la comprensión de la separación matrimonial de los padres (por algo se llama: la edad de la razón). Dicen que el niño, de alguna manera, acepta mejor la situación y es más tolerante con sus progenitores cuando sobrepasa los siete años (como es obvio, no se trata de una regla común para todos los niños, ya que la madurez mental no es uniforme para todos a una misma edad).

Es una característica de estas edades que los niños elaboren un importante “proceso de duelo”, como se denomina en la práctica psiquiátrica al reconocimiento y al acto de asumir la pérdida de una persona querida. Estos menores presentan un acusado sentimiento de pérdida y tienen que pasar por una etapa de luto emocional, que precisa de un tiempo para resolverse adecuadamente (este es el mecanismo del proceso de duelo a que hacemos referencia). Obviamente dependerá, en gran parte, de las propias condiciones emocionales del niño. La depresión está al acecho.

Un curioso fenómeno es que las “fantasías de reunificación” son continuas en estas edades. Los niños creen firmemente que sus padres volverán a unirse y se reconciliarán, y así lo manifiestan a todo el mundo. A la gente en general y a los padres en particular, sorprenden estas “explicaciones” del niño tan fuera de lugar.

Todo hijo tiene una imagen de pareja inseparable en el inconsciente, y esta representación de pareja de padres está interiorizada en cada niño, es decir: asumida plenamente en su interior. El menor, por su parte –como aconseja la psicoanalista infantil François Dolto(12)– necesita saber que él es la auténtica representación de la indisolubilidad y de la combinación viviente de lo esencial de estos dos seres que son sus padres. Es decir, hay que darle al menor el sentido de que es él quien “representa” a sus dos progenitores. Si logramos que se convenza de esto, entonces ya no le será imprescindible –aunque lo siga deseando y le apetezca– tenerlos presentes a ellos dos en su vida cotidiana. De esta manera, mitigaremos un poco sus fantasías de reunificación de los padres.

Surgen los tremendos conflictos de lealtad. Cerca de una cuarta parte de estos niños se hallan bajo una fuerte presión de sus progenitores custodios para que se desinteresen del otro padre. A pesar de todo, siguen leales a ambos padres, a menudo a costa de un gasto emocional considerable, entendiéndose como tal el esfuerzo psicológico que han de hacer para mantenerse tenazmente fieles a su doble progenitura.

Aparecen equivalentes de reacciones depresivas. Como pueden ser las fantasías del niño de quedarse privado de alimentos, pasando a una sobrealimentación compulsiva con imparable necesidad de ingerir comida (lo que popularmente se conoce como “comer con ansia”), o bien fantasías de quedarse sin poder jugar, que le hacen acaparar juguetes, propios y ajenos, u otras situaciones prácticamente adictivas.

Aflora también un sentimiento de lástima-compasión por el padre ausente. Más de la mitad de los niños echan de menos al progenitor que se ha ido de casa.

En estas edades, también existe una inhibición de la agresividad hacia el progenitor ausente, ya que son muy pocos los niños que expresan odio hacia el padre que se fue de casa, y son escasos los que critican solapadamente al padre ausente. En contraste con la dificultad de expresar odio a este progenitor, hay estudios en niños, especialmente varones, que manifiestan considerable odio hacia su progenitor custodio, haciéndole a éste –al padre o la madre– responsable de la separación o reprochándole haber mandado al otro progenitor fuera de casa(5).

9 a 12 años

Se dice que de los 8 a los 9 años se produce un rápido fortalecimiento de la personalidad infantil, apareciendo nuevas capacidades para comprender la realidad: los niños ven con mayor claridad los hechos.

En estas edades del final de la niñez y del inicio de la adolescencia, se observa un intento de dominio de las circunstancias a través de la actividad y el juego. Así, a diferencia de los pequeños que responden a la fractura familiar con reacciones depresivas o regresivas en sus conductas, en estas edades que ahora consideramos, la respuesta del niño se traduce en intentar una vigorosa actividad, “sublimando” su comportamiento hacia la mejora de las actividades lúdicas y escolares. Es sorprendente ver hasta qué punto ciertos hijos de padres separados alcanzan elevadas cotas de madurez social y de autonomía en manejarse por la vida.

También, aflora el sentimiento de enfado hacia los progenitores. Aproximadamente, la mitad de los niños de estas edades están enojados con sus madres, la otra mitad con sus padres, y un buen número con ambos. Está, pues, prácticamente omnipresente en el colectivo infantil este sentimiento de enfado o de rabia contenida.

Un importante aspecto en esta franja de edad es el dramático cambio que experimenta la relación entre padres e hijos. Siendo el más llamativo de ellos el establecimiento de estrecha alianza con un progenitor. En el amplio estudio de casos de Wallerstein y cols., una cuarta parte de los niños constituía una fuerte alianza con un progenitor en contra del otro(1).

Asimismo, también aumenta la ansiedad acerca del sexo y aparece una mayor actividad sexual del niño, como, por ejemplo, la masturbación u otras actividades eróticas, fomentadas en gran medida por la forma de vida de sus propios padres, volcados en frenéticas aventuras amorosas, en las que predominan las relaciones sexuales efectuadas sin el debido recato delante de los hijos.

A menudo, los hijos de esta edad con padres separados parecen más independientes y maduros que otros niños con sus mismos años. Pero, no por ello están más capacitados para circular con seguridad por el mundo, aunque derrochen aires prepotentes (todos encajan en el refrán: “Dime de que presumes y te diré de qué careces”). Porque, en el fondo, no dejan de ser niños, necesitados del cariño y el apoyo, tanto de la madre como del padre(4,5).

13 a 18 años

Cuando alcanzan la pubertad y llegamos a la adolescencia –franja de la vida tan variable que oscila entre los 10-13 y los 18-21 años–, la característica más destacable es la aparición de un profundo sentimiento de pérdida, el cual se puede manifestar en el joven por una desagradable sensación de vacío, dificultad para concentrarse, fatiga crónica, pesadillas intensas, etc., y abocar todo ello en la constitución de un cuadro de severa depresión(1,5).

Hay que advertir de algo muy serio que puede acontecer en esta etapa adolescente: el intento de suicidio. De la misma manera que no hemos de dejarnos sorprender porque en algún momento, de manera muy esporádica, el adolescente nos comunique ideas de suicidio, que no hay que confundir con las auténticas tentativas de realizarlo, aunque siempre haya que valorar clínicamente su potencial de riesgo (es decir, consultar con un especialista), tampoco hemos de infravalorar la situación si las circunstancias que envuelven la separación y la personalidad del chico así lo requieren. Tengamos especial cuidado con adolescentes con tendencia depresiva y con padres separados. Es una peligrosa combinación.

Y es en estos momentos de desolación, cuando la comprensión de un adulto no angustiado, que deja expresar al adolescente, sin reprochárselo, sus sentimientos depresivos que le manifiesta confidencialmente, pasa a ser el mejor apoyo –incluso sin que el propio adulto sea consciente de su papel consolador– y el mejor paño de lágrimas que necesita el joven en esta situación.

En otros casos, podemos asistir a un curioso fenómeno: retirada estratégica o aplazamiento de la entrada en la adolescencia. Se observa con frecuencia en estos chicos situados “en fase de aplazamiento” una sensación de malestar y de ansiedad con respecto a las cuestiones relacionadas con el sexo y detecto que están muy preocupados por su futura vida en pareja.

El sentimiento de enfado hacia los padres es una respuesta común en la mayoría de adolescentes. Con todo, también hay un reconocimiento de la infelicidad de los progenitores (al menos de uno de ellos) y de que necesitan ayuda. Esta situación cataliza el incremento de maduración en autonomía y responsabilidad, evidente en la mayoría de estos jóvenes, que empiezan a preocuparse por las necesidades económicas de la familia e intentan, en algunos casos, asumir en casa el papel del progenitor ausente.

Una advertencia que hay que transmitir a los progenitores es que estén al tanto en lo referente a la promiscuidad sexual y la drogadicción de los hijos. Está demostrado que el uso del sexo de manera precoz es frecuente entre las hijas de padres separados: una de cada cinco niñas tiene su primera experiencia sexual antes de los catorce años. Y uno de cada cuatro niños varones, en la misma situación de separación, comienza a consumir alcohol y otras drogas también antes de los catorce años. Cuando llegan a los diecisiete años, más de la mitad de estos adolescentes beben o consumen drogas de manera habitual(1,5).

La difícil identificación con los padres

Es quizá de lo más preocupante entre las secuelas de la separación matrimonial, ya que el proceso natural de identificación de los hijos se resiente. Así, según sea el padre o la madre la persona ausente, repercutirá en el hijo del mismo sexo. En el caso del hijo varón, por ejemplo, se rompe el proceso de identificación con el progenitor varón, si ha sido éste el que ha partido y desaparecido de su vida. Y lo mismo sucede con la hija si la ausentada y en paradero desconocido es la madre.

Es fácil adivinar que la falta de este progenitor con quien identificarse (también para rivalizar con él o ella, para emularle, o para imitarle) angustia al menor, que pide urgentemente al progenitor custodio del otro sexo… ¡que vuelva a casarse! Y como complacer a los hijos en esta cuestión de volver a matrimoniar no es tarea sencilla, bien porque no se tienen ganas de repetir la experiencia o porque no surgen los pretendientes a la vuelta de la esquina, hay que ingeniárselas para que los menores tengan su modelo de identificación, aunque sea en papel de “padre suplente”.

El hijo varón que está confiado a la tutela de la madre necesita la presencia de un personaje masculino en su vida; al igual que la niña necesita de la presencia de una mujer, si le toca vivir sola con el progenitor masculino. Quiero, pues, que quede claro que, después de toda separación, es muy deseable que los hijos tengan contacto con adultos de cada sexo. De la familia de origen de cada uno de los esposos, han de surgir las figuras adultas que hagan esta función vicariante, supliendo al progenitor que ha desaparecido de la estructura familiar. Así, a falta de nuevo consorte, muy a menudo son los abuelos los que asumen estos papeles de padres sustitutivos. Al abuelo varón le toca representar el aspecto de masculinidad que necesita el niño varón, cuando la custodia la tiene la madre y no se sabe nada del padre; mientras que la abuela representa la feminidad, cuando la custodia recae en el padre y no se tienen noticias de la madre (obviamente, nos estamos refiriendo a los abuelos que siguen próximos a la familia después de la separación y no han sido apartados y convertidos en pobres “víctimas colaterales del divorcio”)(5,11).

Si el joven no puede crecer con un representante de cada sexo en casa, se puede producir en él una limitación de su capacidad de identificación, lo que se ha venido a llamar metafóricamente “hemiplejía simbólica”(12). Aunque esta situación puede verse compensada si el hijo dispone de una familia extensa adonde arrimarse: abuelos, padrinos, tíos…, o bien de amistades cuyas casas puede frecuentar. Personas, en suma, muy valiosas que le sirvan de modelo para el desarrollo de su personalidad.

Capítulo aparte en esta situación de difícil identificación con los padres merece el denominado síndrome de alienación parental (SAP)(13), expuesto por el psiquiatra norteamericano Richard Gardner en 1985, según el cual, un progenitor, habitualmente el encargado de la guarda y custodia, manipula (“alienea”, es decir: enloquece, en la terminología de Gardner) a los hijos para indisponerlos en contra del otro ex cónyuge, imposibilitando así que se identifiquen con éste. Como contrapunto a este síndrome y, para explicar bajo otra óptica el proceso que conduce al supuesto SAP, se han propuesto dos nuevas acuñaciones: el síndrome de confusión filial (SCF)(14) y el síndrome de indefensión parental (SIP)(15).

Función del pediatra de Atención Primaria en los casos de separación

El pediatra es de las personas que está en disposición de actuar precozmente en los casos en que se prevé una disolución de la relación matrimonial por el conocimiento que tiene de la familia del niño. A él le corresponde vislumbrar los primeros síntomas y signos de desaveniencia de la pareja de padres, viendo las actitudes que surgen entre ellos cuando acuden para consultar sobre el hijo (discusiones, contradicciones importantes, insultos, etc.). Así podrá tomar el pulso emocional de la situación, interrogando a los padres sobre la visión que tiene cada uno de ellos de las circunstancia que atraviesan. Y aprovechar su ascendencia profesional para asesorarles sobre las vicisitudes y los pros y contras que presente cada caso, y las que pueden presentarse en el futuro. Proponiéndoles las soluciones más oportunas, contando siempre con la ayuda del colega especialista, como puede ser el paidopsiquiatra experto en temas de conflictos de parejas. También, al pediatra le corresponde decidir sobre las mejores condiciones que se pueden ofrecer al hijo cuando se desencadena el proceso divorcista(5,7) (Tabla VI).

 

 

Bibliografía

Los asteriscos reflejan el interés del artículo a juicio del autor.

1.*** Wallerstein JS, Lewis JM, Blakeslee S. El inesperado legado del divorcio. Madrid: Atlántida; 2002.

2.** Rojas Marcos L. La pareja rota. Madrid: Espasa Calpe; 2003.

3.*** Marina JA. El entorno familiar. Pediatr Integral. 2012; XVI(5): 414-7.

4.*** Poussin G, Lamy A. Custodia compartida. Madrid: Espasa Calpe; 2005.

5.** Castells P. Separarse pensando en los hijos. Barcelona: Plataforma Editorial; 2014.

6.* Morris R. Guía para familias monoparentales. Madrid: Pearson; 2008.

7. Castells P. Psicopatología de los hijos de padres separados. Arch Pediatr. 1983; 34: 245-50.

8.* Rodríguez N. ¡Socorro! Papá y mamá se separan. Barcelona: Océano; 2003.

9. Castells P. Consejos del Doctor para padres principiantes. Barcelona: Península; 2013.

10.** Gardner R. El libro para chicos de padres separados. Buenos Aires: Galerna; 1978.

11.* Castells P. Tenemos que educar. Barcelona: Península; 2011.

12.* Dolto F. Cuando los padres se separan. Barcelona: Paidós; 1989.

13.** Gardner R. Parental alienation syndrome. Cresskill: Creative Therapeutics; 1992.

14. Castells P. Síndrome de confusión filial. En: Psicología de la familia. Barcelona: Ceac; 2008.

15.* Castells P. Síndrome de indefensión parental. Psychologies. 2008; 42: 62-3.

Bibliografía recomendada

– Wallerstein JS, Lewis JM, Blakeslee S. El inesperado legado del divorcio. Madrid: Atlántida; 2002.

Prácticamente el mejor manual para manejarse en el intrincado mundo de las separaciones de pareja y sus repercusiones en los hijos. Wallerstein y cols. han hecho un minucioso estudio retrospectivo y prospectivo de los efectos de la ruptura matrimonial en los hijos, con un seguimiento de cada caso durante años.

– Poussin G, Lamy A. Custodia compartida. Madrid: Espasa Calpe; 2005.

Excelente alegato a favor de la fórmula de custodia compartida, aunque no se limita a reseñar sus ventajas, sino que también contempla sus inconvenientes, que pueden ser muchos si los ex cónyuges no deciden voluntariamente dejar aparte las diferencias entre ellos y volcarse en las necesidades del hijo. Suya es la precisa frase introductoria de que “el fracaso de la pareja conyugal no tiene por qué obstaculizar el triunfo de la pareja parental”.

– Castells P. Separarse pensando en los hijos. Barcelona: Plataforma Editorial; 2014.

Libro que, aparte de la experiencia del propio autor, ha basado su contenido en los estudios realizados en EE. UU. a cargo de prestigiosos especialistas en el tema de las separaciones y divorcios.

 

Caso clínico

Iván, un joven de 14 años, hijo mayor de una fratría de tres hermanos (le seguían una niña de 10 años y un niño de 8 años), es traído a consulta por presentar una conducta violenta con la madre custodia, que lleva separada de su marido desde hace cuatro años.

La ruptura matrimonial fue muy conflictiva, con previas y continuas discusiones entre los cónyuges, que se acompañaban de insultos y maltrato verbal (y algún que otro físico) por parte del esposo.

Según relata la madre, el padre era una persona pendenciera y violenta que no tenía ningún autocontrol y explotaba a la más mínima contrariedad que se le presentase o que él creyera que se le presentaba. Era muy celoso y tenía que saber en cada momento lo que hacía su mujer. Acostumbraba a consumir alcohol en cantidad y su conducta empeoraba en las situaciones de embriagadez.

Los hijos presenciaban las escenas de violencia del padre hacia la madre y, luego, daban a ella su apoyo, animándola incluso a que se separara. Como la situación se hacía cada vez más insostenible, la madre buscó un abogado y empezó a hacer los trámites de separación. Enterado del proceso que ya estaba en marcha, el marido, en un principio, se resistía a abandonar la casa (propiedad de la esposa), pero, luego, optó por marcharse a la vista de la presión que ejercieron sobre él los familiares de la esposa, especialmente el suegro y un cuñado, y la amenaza de que, si no se marchaba, iban a denunciarlo a la policía. Una noche hizo sus maletas y desapareció de la casa. No ha habido noticia de él en estos cuatro años de ausencia.

Según parece, en el primer año de postseparación reinó la calma en el hogar. Pero, a partir del segundo año, Iván, que hasta entonces no había presentado problemas de conducta y era un niño dócil y de buen trato, empezó a enfrentarse a su madre, negándose a obedecerla e insultándola por el más mínimo motivo. Esta actitud tan negativa fue acrecentándose hasta que la madre decidió traerlo a consulta.

En la anamnesis, en el interrogatorio de la madre sin que estuviese su hijo delante, no se detallan trastornos en su desarrollo psicomotriz. Aceptable estudiante, con facilidad para hacer amigos. Hay un buen desarrollo pondo-estatural y un buen estado de salud. Come y duerme bien. Practica el fútbol en la escuela. La madre se muestra apesadumbrada y con aspecto triste (está tomando medicación antidepresiva) y relata no entender el cambio de manera de ser de su hijo mayor. Iván llega al extremo de fiscalizar todo lo que ella hace; incluso, se entromete en la forma en que se viste, criticando sus atuendos y, además, opta por controlar sus horarios de entrada y salida de casa. La madre se queja de que la despótica conducta de Iván: “ya viene a ser igual o peor que la que tenía conmigo mi ex marido”. En un momento de la entrevista, dice entre sollozos: “¡Me controla tanto que me hace sentir mal y me siento culpable!”. También se lamenta de que sus otros dos hijos, la niña y el niño, están intentando imitar algunas de las díscolas conductas de este primogénito.

Durante el interrogatorio en solitario con Iván, muestra una actitud arrogante y desafiante. Había venido muy “rebotado” a la consulta. Habla muy despectivamente de su madre. “Ella se ha buscado lo que le pasa… ¡porque ella lo echó de casa!”, dice con rabia, refiriéndose a la marcha del padre. “Se viste como una p… y tengo que vigilarla muy de cerca para que no haga tonterías”, manifiesta con aire de superioridad.

El diagnóstico de esta aberrante situación familiar es lo que en la práctica paidopsiquiátrica denominamos: ocupación de la plaza del esposo ausente. Actuación que, con cierta frecuencia, efectúan los hijos varones adolescentes en hogares monoparentales con madres custodias (también puede suceder con hijas adolescentes a cargo de padres varones custodios, aunque es menos habitual). Estos hijos, de una manera consciente o inconsciente, se identifican con el padre ausente, usurpando su papel de esposo-padre todopoderoso. Así, el hijo se inviste del poder que ha dejado vacante el padre desaparecido, convirtiéndose en el representante simbólico del padre despótico en la nueva estructura familiar.

El tratamiento consistirá en realizar sesiones de terapia familiar (psicoterapia sistémica) para hacer ver al joven lo que acarrea en lo demás su anómala conducta, fomentando su capacidad de empatía con la madre y los hermanos. En estas sesiones es conveniente contar, si es posible, con la figura de un pariente varón con ascendencia en la familia (abuelo, tío, etc.) al que se pueda traspasar las funciones vicariantes del esposo-padre ausente que ahora tiene “prestadas” el hijo, despojándolas del despotismo que tenían. Si conseguimos que el hijo sea consciente de que así se “libera” de esta carga jerárquica que había asumido y que no le correspondía, podrá volver a ocupar su lugar de hijo mayor y otorgarle otro papel importante en la familia más acorde a su edad, como, por ejemplo: ayudante de la madre en las tareas domésticas, supervisor de la marcha escolar de sus hermanos menores, etc.

 

Adopción y acogimiento familiar

Temas de FC

C. Martínez González

Pediatra. EAP San Blas. Parla, Madrid. Magíster en Bioética. Coordinadora del Comité de Bioética de la AEP

 

Resumen

La adopción y el acogimiento familiar plantean las decisiones subrogadas (por el menor, sin el menor) probablemente de mayor trascendencia en la infancia. Son medidas complejas de protección de las que surgen múltiples problemas éticos relacionados con respetar y definir al máximo el interés superior del menor. Proteger a un niño es obligado, pero retirar la tutela de un hijo es doloroso. Mantener a un menor en un centro es privarle de una familia, pero resistir las presiones de organismos y particulares sin incumplir ningún trámite legal ni forzar las políticas internas de los países menos desarrollados, es imprescindible.
La mayoría de los niños adoptados en España provienen de la adopción internacional a pesar de ser uno de los países de nuestro entorno con más niños pequeños en sus instituciones. Sin embargo, el acogimiento familiar introducido en España en 1987, está insuficientemente desarrollado frente al acogimiento residencial.
Los problemas médicos de los niños adoptados o acogidos no difieren de los que provienen de familias con graves carencias o problemas sociales.
El pediatra de Atención Primaria puede atender la mayoría de los problemas médicos, orientar muchos aspectos psicológicos y promover la normalización de estos niños, que sólo ocasionalmente necesitan atención especializada.

 

Abstract

Adoption and foster care, pose one of the most important surrogate decisions (for the child, without the child) in childhood. They represent complex measures of child protection, from which multiple ethical dilemmas arise in relation to the best interest of the child. To protect a child is mandatory, but custody removal can be painful. Keeping children in an institution implies depriving them of a family, but on the other hand it is essential to resist the pressure of organisms and particular interests and not break the laws on adoption nor force the internal policies of less developed countries.
The majority of adopted children in Spain come from international adoption even though in relation to other countries it has more children in residential care. In contrast, foster care which was established in Spain in 1987 has been less developed.
The medical problems of adopted children or children in foster care are not different from those that are found in families with poor backgrounds.
The primary care paediatrician can attend the majority of medical problems these children present by addressing possible psychological issues and normalizing their situation. Only on rare occasions will they need specialized care.

 

Palabras clave: Adopción; Adopción internacional; Acogimiento familiar; Ética.

Key words: Adoption; International adoption; Foster care; Ethic.

 

Pediatr Integral 2013; XVII(10): 678-685


Adopción y acogimiento familiar

 

Introducción

La adopción y el acogimiento familiar (AF) son medidas de protección complejas frente al desamparo de los menores. Conciernen fundamentalmente al ámbito de la justicia, a las políticas sociales y a los planes y leyes que cada país desarrolla en materia de protección a la infancia.

Los menores adoptados o acogidos son un grupo heterogéneo de niños que tienen en común la imposibilidad de criarse con su familia biológica. El pediatra debe conocer el tema desde un enfoque integral que amplíe la visión de los problemas estrictamente médicos, pues la morbilidad general, carencias o enfermedades, es similar a los hijos de familias con graves problemas sociales. Sin embargo, hay diferencias específicas que tienen que ver con la manera de canalizar el deseo de ser padres, la construcción del vínculo afectivo y la existencia de otra familia que siempre ocupará un lugar real o imaginario.

La adopción es un hecho tan antiguo como la humanidad (recordemos la historia de Moisés criado por la hija del faraón), que ha cambiado sustancialmente en nuestros días en cuanto a motivación, circunstancias, contexto y visibilidad. Lo que hasta hace poco era prácticamente la solución de los matrimonios heterosexuales con problemas de esterilidad, ahora no es una opción exclusiva para parejas, y es independiente de la orientación sexual o el vínculo legal. Se ha convertido en un hecho visible, no sólo por las diferencias raciales que con frecuencia tiene el hijo, sino también por estar socialmente mejor visto, no exento en ocasiones de cierta moda e incluso noticia de portada en los medios cuando se trata de famosos.

El AF, sin embargo, es una figura legal relativamente nueva; tiene como antecedente la situación clásica de hijo cedido por una madre con problemas económicos, soltera o viuda, que renunciaba y delegaba sus funciones en algún familiar con más posibilidades.

La adopción en España

En los últimos años, la adopción ha sido prácticamente internacional, debido a la importantísima reducción de niños españoles adoptables.

Esta realidad positiva, consecuencia directa del bienestar social de nuestro país, originó un aumento exponencial de la adopción de niños extranjeros a mediados de la década pasada. Un hecho que, sin embargo, se ha visto reducido en los últimos años por diversos motivos y no sólo en España. Las cifras mundiales, que alcanzaron su punto máximo de 45.298 niños en el año 2004, descendieron a 29.005 en el año 2010(1).

China y Rusia, los principales países de origen, han endurecido sus condiciones por razones éticas y jurídicas, y Marruecos y Malí por motivos religiosos. En general, se aplica más el Convenio de La Haya sobre Protección de los Niños y Cooperación en Adopción Internacional que, en síntesis dice que, si un niño puede ser adoptado en su país, no debe estar disponible para la adopción internacional (AI).

En España, Asia va perdiendo el liderazgo como continente de origen, posiblemente debido a la disminución de las adopciones procedentes de China, y el descenso es generalizado para todos los continentes (Fig. 1 y Tabla I)(2).

 

Figura 1. Adopciones internacionales en España. Distribución por continente de origen.

 
 

 

La adopción nacional, sin embargo, permanece bastante estable con cifras entre 1.075 y 652 niños anuales(3).

El acogimiento familiar en España

El AF es un recurso insuficientemente desarrollado al que pocas familias acceden, quizá porque la motivación no sea tanto quiero ser padre, como quiero ayudar a un niño(4).

El AF se introduce en España con la Ley 21/1987, junto con una nueva mentalidad social y profesional de la protección a la infancia. Con la ley, desaparece el término tradicional de abandono, que pasa a ser desamparo, evidenciando la necesidad de atender un espectro más amplio de situaciones que el abandono físico, y se diferencian las situaciones de desamparo, de las de riesgo social.

Sin embargo, después de 25 años, el AF que fue contemplado como piedra angular de la respuesta al desamparo, no ha tenido el desarrollo que se pretendía. No sólo el acogimiento residencial (AR) sigue siendo la medida de protección mayoritaria, sino que se da la situación paradójica de ser uno de los países del entorno con más AI, a la vez que más niños propios mantiene en sus instituciones. Esto es una gran incoherencia y un escándalo “poco escandaloso”, porque los niños que están en centros son socialmente invisibles(5,6). El AF, no obstante, puede ofrecer lo que no existe en el mejor de los centros: una vida normalizada y un entorno afectivo seguro y estable, condiciones imprescindibles para que se logren los procesos mentales y se construyan relaciones afectivas significativas, sobre todo en los primeros años de vida. Por eso, la Comisión Especial de Estudio de la problemática de la adopción nacional y otros temas afines del Senado, en su informe de 2010, insiste en la necesidad de “desalojar de los centros de menores a los niños entre cero y seis años y ponerlos bajo la protección de familias de acogida”.

Los AF se llaman especiales cuando los niños tienen algún problema de salud o minusvalías, y terapéuticos si los menores tienen problemas de salud mental. Los acogimientos con algún familiar son los más frecuentes. Y una modalidad pendiente de desarrollar es el AF profesionalizado, con finalidad claramente educadora y terapéutica, compensación económica y, sobre todo, apoyo profesional para el acogido y el/los acogedores.

En España, existen cerca de 30.000(7) niños en AR. Muchos de estos menores, tutelados por la administración por circunstancias transitorias o permanentes de los padres (desintoxicación, cárcel, enfermedad mental), o por enfermedades del niño que han causado el desam-
paro, como el síndrome de Down, podrían criarse en una familia adoptiva o acogedora que aceptara sus condicionantes familiares o personales.

Aspectos psicoafectivos

Los aspectos afectivos y psicológicos son los más específicos de la adopción y el acogimiento.

Todos los padres, biológicos o adoptivos, deben establecer un vínculo afectivo con sus hijos. Los padres adoptivos, además, deben entender que es insuficiente el afecto sin asumir un pasado incierto y sus posibles consecuencias, porque acoger o adoptar a un niño es aceptarlo con un pasado que no se puede borrar. Esto condiciona marcadas diferencias con la maternidad o la paternidad biológica:

• Los padres adoptivos tienen que elaborar el duelo del embarazo ausente, de la experiencia del parto, de no ser los primeros en ver al hijo recién nacido en el que poder reconocer rasgos familiares. Sin elaborar este duelo es difícil aceptar plenamente a un hijo que ya existía con otros padres e, incluso, con otros rasgos étnicos.

• El legítimo deseo de ser padres en ocasiones está mezclado con sentimientos de solidaridad y altruismo, no siempre favorecedores del vínculo paternofilial.

• La construcción del vínculo de filiación requiere contar necesariamente con un pasado y unos recuerdos reales o imaginados.

• Las diferencias étnicas en ocasiones generan conductas patógenas, como la insistencia en las diferencias, la idealización del exotismo, o la anulación de las diferencias con excesivos esfuerzos de normalización.

La mayoría de los estudios reflejan que los niños adoptados están bien adaptados en general, pero sobrerrepresentados en los servicios de salud mental(8), quizá influenciado por una mayor sensibilidad de los padres y de los pediatras.

Es frecuente que en los primeros años haya conductas regresivas o negativas ante el dolor o la pérdida (muertes, separación de los padres, pérdida de una mascota), los cambios (colegio, casa), el establecimiento de nuevas relaciones afectivas (inicio de escolarización) o en momentos clave del desarrollo de la identidad, como la adolescencia. Esto no implica que se deba interpretar todo lo que le ocurre a un niño adoptado en función de sus orígenes, ni que todas sus conductas sean “contra” la madre o el padre, porque la mayoría de las veces serán desajustes similares a los de otros niños de su edad, superables y transitorios.

Los niños que han sufrido una grave privación afectiva, como una institucionalización prolongada y precoz, sin embargo, tienen mayor riesgo de psicopatología: alteraciones en la vinculación afectiva, falta de atención con o sin hiperactividad o alteraciones del espectro autista en los casos graves.

La integración familiar es buena la mayoría de las veces, pero se han descrito rupturas del proceso adoptivo entre el 1,4% y el 24,2% de los casos, según recoge Berastegui(9). La dispersión de cifras se corresponde con las grandes diferencias metodológicas entre estudios (periodo estudiado, muestra poblacional, tipo de adopción nacional o internacional, concepto de ruptura, etc.). Pero, en general, las tasas son menores en adopciones de niños más pequeños y mayores en niños con necesidades especiales o mayor edad al inicio de la adopción, factor que frecuentemente se asocia al tiempo de institucionalización prolongado o fracasos anteriores en otras familias. En la Comunidad de Madrid, la tasa de ruptura es del 1,5%.

La realidad es que el fracaso de un proceso adoptivo es un hecho siempre complejo y doloroso para la propia familia y para el hijo, que sufre un segundo abandono y un doble desarraigo si proviene de otro país. En la legislación española, la adopción es irreversible y los vínculos legales idénticos a la filiación biológica. Por tanto, es un eufemismo hablar de “devolución” de un hijo adoptado: el abandono en la calle es un delito y si el estado asume su tutela, sigue siendo un hijo mientras no se retire judicialmente la patria potestad.

Problemas médicos

No existe ninguna patología propia de la adopción o el AF.

Los problemas más específicos dependen de la precariedad de cuidados prenatales, de los factores sociales asociados (pobreza, drogadicción, prostitución, maltrato, etc.) y del contexto de institucionalización previo. Todo ello condiciona una morbilidad mayor que en la población infantil general, que requiere una evaluación extensa del estado de salud(10).

Nutrición y crecimiento

La prevalencia de la malnutrición es variable y la etiología múltiple: desde alimentación carencial, prácticas culturales, infecciones intestinales repetidas o deprivación afectiva, hasta enfermedades clásicas no detectadas, como: enfermedad celíaca o intolerancias alimentarias.

Generalmente, se produce la recuperación o catch up en el primer año. El crecimiento se puede evaluar mediante las gráficas habituales del país de acogida priorizando, no tanto la comparación con estándares, sino consigo mismo.

En los retrasos de talla sin catch up, con velocidad de crecimiento normal, edad ósea acorde con la cronológica y sin enfermedad basal, el estudio endocrinológico exhaustivo se puede diferir 12 a 18 meses.

Los estudios complementarios deben incluir: hemograma, bioquímica básica con hierro, calcio, fósforo, fosfatasa alcalina y orina. Si hay malnutrición clínica o retraso pondoestatural, añadiremos proteínas totales, hormonas tiroideas, pre- albúmina, proteína transportadora de retinol, transferrina, test del sudor, ionograma, despistaje de enfermedad celíaca y parasitosis intestinal.

Déficit de vitamina D

Los niños que provienen de orfanatos en países con insuficiente exposición solar, de los que no hay constancia de una adecuada profilaxis con vitamina D en el primer año y los de piel oscura, pueden tener un déficit de vitamina D. Y es probable que este déficit sea un factor coadyuvante y soluble, en lactantes y niños pequeños con retraso de crecimiento, hipotonía, infecciones de repetición, etc.

Síndrome alcohólico fetal(11)

El alcohol es el teratógeno humano más frecuente y la primera causa de retraso mental evitable. Los efectos adversos fetales del alcohol provocan un espectro de anomalías estructurales y alteraciones neurocomportamentales, que van desde formas oligosintomáticas hasta graves malformaciones con retraso mental. No hay un nivel seguro de consumo, pero existe una relación directa entre dosis ingerida, rasgos dismórficos y desarrollo cerebral en las primeras semanas de gestación. Algunos informes de adopciones documentan el abuso de alcohol en la madre biológica, pero generalmente es una excepción que se aporte este dato. Por otro lado, los rasgos dismórficos pueden variar con la edad, quedando a veces sólo en diagnóstico de sospecha.

Intoxicación por plomo

La intoxicación crónica por plomo (Pb) se asocia con deterioro intelectual, alteraciones del comportamiento y del aprendizaje, talla baja y alteraciones auditivas. Los efectos en el SNC pueden ser irreversibles, pero la vulnerabilidad individual es variable y parece depender también de factores genéticos y ambientales.

Hay estudios que recomiendan screening de plumbemia en niños de países con prevalencia elevada. Aunque no está definido el nivel sanguíneo seguro, el CDC ha establecido como punto de riesgo >10 µg/dl de Pb en sangre, nivel superado en el 1-13% de niños adoptados en EE.UU. provenientes de China y en el 1-5% de Rusia. No hay que olvidar que el arroz es un alimento básico de la alimentación en China y los arrozales están al lado de las carreteras, por donde circulan coches con gasolina clásica.

Pubertad precoz(12)

La pubertad precoz ocurre fundamentalmente en niñas adoptadas con deficiente estado nutricional, cuando alcanzan su masa corporal determinada genéticamente con un rápido catch-up. Este hecho no se observa en inmigrantes, lo que hace pensar en factores psicológicos implicados con factores nutricionales y neuroendocrinos. En algunos casos, el paso de una dieta vegetariana, pobre en calorías, a otra más equilibrada, podría estimular la síntesis de IGF-1 y finalmente la GH.

El riesgo es mayor en niñas de 5-6 años con bajo peso y retraso en la edad ósea, cuando ésta progresa rápidamente. También, en situaciones de rápida ganancia ponderal y aumento del tejido adiposo, en las que podría estimularse la conversión normal de andrógenos suprarrenales en estrógenos y estos, a su vez, estimular los centros hipotalámicos de forma precoz.

Problemas infecciosos

Se recomienda un screening de enfermedades infecciosas (repitiendo los análisis aportados en su caso del país de origen, pues ha podido haber contagio posterior, durante la extracción de sangre o errores técnicos) 2-4 semanas después de la adopción, excepto en niños con enfermedad aguda o malnutrición. En ese tiempo, los padres podrán observar al niño y ofrecer más información al pediatra antes de iniciar los estudios.

• Serología de hepatitis B. Repetir 6 meses después, pasado el posible período de incubación.

• Serología luética. Pruebas reagínicas (VDRL y RPR), confirmando los resultados positivos con pruebas treponémicas (FTA-ABS).

• Serología VIH 1 y 2. Repetir a los 4-6 meses, superado el posible período ventana.

• Hemograma con índices eritrocitarios.

• Parásitos en heces, antígeno de Giardia y Cryptosporidium en heces.

Screening de tuberculosis. Se recomienda un Mantoux al llegar, valorando el resultado positivo independientemente de que tengan BCG previa y repitiendo a los dos meses si es negativo.

Valoración del estado vacunal(13)

Los niños que provienen de un centro de menores en España tienen controles de salud normalizados y registros de inmunizaciones, como la población general. En los niños que provienen de AI, se valorará la existencia de un registro vacunal escrito, que consideraremos correcto y veraz cuando consten de forma clara las vacunas que ha recibido el niño y las fechas en que fueron administradas, comprobando la coherencia entre la fecha de nacimiento y las fechas de vacunación.

Si no hay constancia clara, no existe un registro escrito o éste es confuso o impreciso, se debe considerar que las vacunas no han sido administradas.

Desarrollo madurativo

Es frecuente la existencia de un retraso madurativo global, sobre todo en niños pequeños que han sufrido una institucionalización precoz o prolongada. Pero, en ausencia de antecedentes de riesgo (exposición a drogas, alcoholismo materno, infección connatal…), enfermedad neurológica, microcefalia o dismorfias, lo habitual es que se corrija. Constituyen signos de alarma que deben orientar a ampliar estudios, los retrasos muy importantes desde el inicio, o la falta de evolución positiva (signos de apego, mejoría de los hitos motores, lenguaje…) durante los primeros meses.

La mayor dificultad es la veracidad o la interpretación de los informes previos a la adopción de un niño extranjero, que puede mostrar incoherencias. Por eso, la simple evaluación del informe medico pre-adoptivo elaborado en el país de origen no es suficiente para valorar el riesgo respecto a la salud física y mental del menor a adoptar.

Aspectos éticos de la adopción y el AF(14)

Las situaciones de desamparo son de máxima vulnerabilidad para el niño y máxima responsabilidad para los profesionales que han de tomar las decisiones de sustitución posiblemente de mayor trascendencia en la infancia.

Este contexto plantea múltiples problemas éticos. Proteger a un niño es obligado, pero retirar la tutela de un hijo siempre es doloroso. Mantener a un niño en un centro es privarle de una familia, pero decidir cuál es el “mejor interés del menor” es complejo. Y resistir la urgencia de organismos y particulares, sin incumplir ningún trámite legal ni forzar las políticas internas de los países menos desarrollados, es imprescindible.

Entre los múltiples puntos que suscitan problemas, destacamos algunos:

• Es tan obvio como necesario asegurar la adoptabilidad(15) jurídica del menor: considerar la separación definitiva de la familia de origen y la integración en una nueva, como la última y mejor medida de protección, respetando el principio de subsidiariedad (Convenio de La Haya). Este principio prioriza la familia extensa, frente a la familia ajena y las soluciones que permiten al niño permanecer en su país, frente a salir de él. Los trámites son largos y complicados para evitar el riesgo de adoptar un niño sin cumplir todos los requisitos. No hay que olvidar que muchos niños, para ser adecuadamente protegidos, no necesitan una familia nueva, sino que se ayude a la suya a hacerse cargo de él.

• Tener en consideración que la AI no puede ser una solución estructural para los problemas de la infancia en los países menos desarrollados, cuyos sistemas de protección tendrán la prioridad de trabajar con la familia biológica cumpliendo con el Convenio de la Haya. Las instituciones correspondientes deben articular ambas partes desde una premisa clara: existen los derechos del niño pero no el derecho a un niño.

• El proceso de protección del niño desamparado requiere de máxima transparencia y no deberá constituir una fuente de provecho financiero ni de otra índole. Se dará preferencia a la búsqueda de una familia sustitutoria frente al AR, sobre todo si se prevé un internamiento largo o indefinido.

• Las instituciones competentes deben preparar el niño, la familia adoptiva y la familia biológica para la adopción y ofrecer apoyo postadopción, especialmente en niños con necesidades especiales.

• Los medios de comunicación tienen un papel importante en la sensibilización e información a los ciudadanos. Pero deben evitar trivializar y contribuir a todo aquello que pueda constituir la promoción de una moda o el marketing en búsqueda de familias adoptivas.

• Frente a las antiguas leyes, las legislaciones modernas anteponen el derecho del niño a conocer sus orígenes al llegar a la mayoría de edad. En España esto queda recogido en la Ley 54/2007 de 28 de diciembre. Indiscutiblemente, es una garantía de trasparencia que trata de evitar hechos delictivos, como el secuestro, el tráfico de niños o la adopción ilegal. Pero es muy probable que la búsqueda de los orígenes biológicos en muchos casos, inicie un camino espinoso hacia un destino plagado de incertidumbres y hechos dolorosos que remuevan los cimientos de la identidad innecesariamente.

• Nuestro marco legal reconoce la igualdad entre parejas homosexuales y heterosexuales y hasta el momento no hay estudios que demuestren que la crianza de un niño por una pareja homoparental tenga consecuencias negativas.

La Academia Americana de Pediatría se pronunció a favor de la coparentalidad o adopción por segundo padre o madre del mismo sexo en 2002 y recientemente se pronuncia a favor de la adopción por parejas del mismo sexo(16).

Una de las críticas a la adopción homoparental argumenta la necesidad de la figura de un padre y una madre para que los niños dispongan de ambos modelos en su desarrollo. Pero la evidencia contraria es clara: la mayoría de las personas homosexuales se han criado en el seno de una familia tradicional con padre y madre.

Por otro lado, la Convención de Derechos del Niño recomienda ofrecer continuidad en la educación y en el origen étnico, religioso, cultural y lingüístico del hijo adoptivo. Cultura es un conjunto de representaciones, imaginarios y simbologías de una sociedad determinada, que estructuran una concreta visión del mundo y, en este sentido, probablemente hay más riesgo de ruptura de esa continuidad cultural en los niños criados por una pareja homoparental, que en aquellos criados según el patrón mayoritario estadísticamente, de padre y madre. Reconociendo tanto la complejidad del tema como la legitimidad de las dudas, lo más prudente sea valorar individualmente cada caso y articular desde las instituciones los intereses de adoptados y adoptantes, partiendo de la premisa general de que existe el derecho del niño a ser adoptado, pero no el derecho a adoptar un niño.

• Las razones para realizar test genéticos deben ser las mismas para los niños adoptados o pendientes de adoptar que para los hijos biológicos. Si hay riesgo claro de enfermedad genética, deben realizarse las pruebas(17). Pero hay que valorar el posible efecto estigmatizante, incluso la pertinencia de realizar test genéticos de enfermedades de inicio en la edad adulta que sólo informan de probabilidad y, sin embargo, pueden reducir las posibilidades de encontrar una familia(18).

Orientaciones para padres, pediatras y profesores

Los padres deben mantener un diálogo veraz durante toda la vida, sin esperar ningún momento oportuno, dando la información que pueda procesar el hijo según su momento evolutivo. Es importante frenar el riesgo constante de construir a un niño vulnerable y atribuir todo a sus antecedentes biológicos.

Es aconsejable que los profesores conozcan que el niño es adoptado. Esta información favorecerá que estén preparados con sensibilidad y respuestas adecuadas en momentos en los que el tema familia, raza o cultura aparezca en las clases o entre sus compañeros.

El pediatra de Atención Primaria o extrahospitalario, salvo excepciones, es el profesional adecuado para hacer el seguimiento de estos niños promoviendo una atención normalizada. Las consultas especializadas cumplen una función puntual para casos especiales.

Finalmente, la adopción, el AF y los distintos modelos de familias actuales, son una oportunidad para incorporar al ámbito escolar y a la sociedad en general los valores de la tolerancia y la diversidad, así como para reflexionar sobre la relatividad de la filiación biológica frente a la fuerza del vínculo afectivo electivo.

Bibliografía

Los asteriscos reflejan el interés del artículo a juicio del autor.

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Bibliografía recomendada

– Alberola S, Berastegui A, Aranzábal M, Cortes A, Fumadó V, García M, et al. Adopción Internacional. Guía para pediatras y otros profesionales sanitarios. Madrid: CORA; 2008. Disponible en: http://www.coraenlared.org/index.php?id=79

Guía promovida por la Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción y el Acogimiento (CORA) dirigida al profesional sanitario de Atención Primaria. Realizada por consenso entre múltiples profesionales con experiencia en adopción. Ofrece un panorama muy completo de todos los aspectos relacionados con la adopción internacional hasta 2008.

 

Caso clínico

Niña de 18 meses recién llegada de China a una familia española compuesta por padre y madre sin hijos.

Proviene de un orfanato y aporta un informe escueto que, traducido, indica que se desconocen los antecedentes familiares, no ha presentado patologías previas y tiene “todas las vacunas correctas”.

Realiza la primera visita al pediatra de Atención Primaria al día siguiente de su llegada, que recoge los datos que aporta y una primera exploración física. La niña tiene un excelente estado general, con buena coloración de piel y mucosas, sin malformaciones aparentes, con auscultación cardiopulmonar, abdomen, genitales y exploración neurológica normal. Los datos antropométricos están en el límite inferior de la normalidad: peso de 9,100 kg (P3), talla de 75 cm (P3). Presenta un leve retraso madurativo global: a nivel motor anda con apoyo y dice algunas palabras sueltas que no se entienden. No manifiesta conductas de apego y sonríe de forma inespecífica sin mostrar preferencias por nadie.

El pediatra programa la siguiente visita dos semanas después, dado que no hay ni signos ni síntomas de enfermedad aguda.

En la segunda visita los padres manifiestan que no duerme casi por la noche, pero se queda en la cuna sin llorar ni reclamar atención. Se adapta a los ritmos de comidas fácilmente aunque come muy poca cantidad de todo. Está asintomática, excepto diarrea leve, con una o dos deposiciones al día de consistencia blanda.

Se pide una analítica general, hematología y bioquímica con anticuerpos antigliadina y antitransglutaminasa. Serologías VHB, VIH y luética. Parásitos en heces, Mantoux y se inician inmunizaciones siguiendo el calendario vacunal de la Comunidad de Madrid.

3ª visita a las 72 h: Mantoux negativo.

4ª visita para resultados, a los 10 días: analítica normal.

5ª visita al mes para seguimiento de adaptación. La niña duerme y come bien, las deposiciones son normales, manifesta conductas de apego con ambos padres, inicia marcha liberada y dice 4 palabras con sentido.

El pediatra programa la siguiente visita a los 2 años de vida dentro del programa de salud infantil, dada la buena evolución de la niña.

En la actualidad tiene 4 años, ha iniciado la escolarización normal, tiene un lenguaje fluido, duerme bien, come de todo, se relaciona bien con iguales y se ha integrado perfectamente en su familia nuclear y ampliada. El crecimiento es adecuado, permaneciendo los datos antropométricos en el percentil 3.

 

 

 

Impacto de las tecnologías de la información y la comunicación

Temas de FC

H. Paniagua Repetto

Pediatra de Atención Primaria. Centro de Salud “Dávila”. Santander

 

Resumen

Los niños y adolescentes de las actuales generaciones han sido considerados como nativos digitales, al estar inmersos desde sus primeros años de vida en las tecnologías de la comunicación y la información (TIC). El contacto precoz y el uso generalizado que hacen de estos soportes han propiciado que su manera de relacionarse con el entorno familiar y social y con el mundo en general sea diferente al de las generaciones anteriores. El uso de estas tecnologías ofrece indudables beneficios que van acompañados de no desdeñables riesgos y daños que deben ser conocidos y valorados por padres, educadores y personal sanitario. Entre estos, destacan cuestiones tan sensibles como la recepción de información inexacta, la intimidad y la seguridad, el acceso a contenidos inadecuados o perjudiciales para la edad y el acoso cibernético.
El pediatra de atención primaria puede jugar un importante papel potenciando el uso adecuado de las TIC, intentando así minimizar las consecuencias negativas que una utilización no apropiada de estas tecnologías puede provocar en el desarrollo psicofísico y social de los niños y adolescentes.

 

Abstract

Children and adolescents in the current generations have been considered as digital natives, to be immersed from his early life in the information and communication technologies (ICT). Early contact and the widespread use that make these supports have led to that their way of interacting with the family and social environment and the world in general is different from that of previous generations. The use of these technologies offers undoubted benefits that are accompanied by considerable risks and damage that must be known and valued by parents, educators and medical personnel. These include such sensitive issues as the receipt of inaccurate information, privacy and security, access to inappropriate or harmful content for age and cyber bullying. Primary care pediatrician can play an important role in promoting the proper use of ICT, trying to minimize the negative consequences which could result in a not appropriate use of these technologies in the psycho-physical and social development of children and adolescents.

 

Palabras clave: Tecnologías información y comunicación; Infancia; Adolescencia.

Key words: Information and communication technologies; Childhood; Adolescence.

 

Pediatr Integral 2013; XVII(10): 686-693


Impacto de las tecnologías de la información y la comunicación

 

Introducción

Desde la aparición de las primeras pantallas, ha preocupado el impacto que puede provocar su uso en los menores, acrecentado en la actualidad por el uso generalizado de las nuevas tecnologías.

El impacto que el uso de las tecnologías de la comunicación y la información (TIC) podría ocasionar a niños y adolescentes ha preocupado desde que se comenzó a popularizar su uso. Datan de alrededor de 1930 los primeros estudios relacionados con la influencia que el cine podría causar en edades tempranas de la vida. Años más tarde, con la aparición y el uso cada vez más extendido de la televisión, creció la preocupación por las consecuencias que el consumo abusivo de este medio podría tener entre la población más joven; al mismo tiempo, se valoraron también sus ventajas como nuevo elemento favorecedor de la educación y de una nueva relación con el mundo exterior. Posteriormente, los videojuegos ocasionaron similares inquietudes en relación con las consecuencias que su utilización traería entre los menores.

Desde finales del siglo XX, nuevas preocupaciones han surgido por el uso generalizado que niños y adolescentes hacen de las nuevas TIC.

Los nativos digitales y la generación interactiva

Los niños y adolescentes entienden la búsqueda de información, la comunicación y el ocio y entretenimiento de manera diferente a las generaciones anteriores.

Mark Prensky acuñó, en 2001, el término nativo digital para referirse a las generaciones nacidas, a partir de los años finales del siglo XX, inmersas en las nuevas tecnologías. En contraposición, definió a los inmigrantes digitales como aquellas personas pertenecientes a las generaciones previas al desarrollo de esas tecnologías y que debieron adaptarse a esa nueva situación, con mayores o menores dificultades, pero sin poder salvar enteramente la distancia con los más jóvenes en relación al desarrollo tecnológico(1).

En 2004, este autor identificó las áreas en que se observan diferencias entre los nativos e inmigrantes digitales; son, entre otras, las referidas a la comunicación, el aprendizaje, la socialización, la búsqueda de información, los juegos y las compras. Afirmaba que, por el uso de las TIC, la forma de pensar de las nuevas generaciones había cambiado y era diferente a la de los mayores. Aunque Prensky hacía estas consideraciones desde el mundo de la educación y las refería a la brecha digital que se había abierto entre las generaciones jóvenes y sus profesores, pueden ser de utilidad estos conceptos para comprender cómo viven las nuevas tecnologías niños y adolescentes desde el punto de vista de los adultos(2).

Parece irreversible el proceso que ha llevado a las jóvenes generaciones a protagonizar en primera persona la revolución que ha significado el desarrollo de las TIC. Los adultos han intentado adaptarse a esta nueva situación, con mayor o menor éxito, pero sin llegar a comprender, en muchos casos, que niños y adolescentes puedan estar atentos en forma simultánea a las diversas pantallas a las que tienen acceso y que su forma de pensar ha cambiado en relación con los jóvenes de anteriores generaciones, convirtiéndose en la denominada generación interactiva(3).

Uso de las pantallas

El uso de las pantallas es generalizado desde edades tempranas, prefiriendo en la adolescencia las nuevas tecnologías en detrimento del televisor.

Televisión

La práctica totalidad de los hogares poseen un televisor, existiendo un segundo aparato de televisión en un 73,5% de ellos. Cerca de la mitad de los niños y adolescentes disponen de esta pantalla en el dormitorio o cuarto de estudio y, ya entre los 10 y 12 años, declaran tenerla el 28%(3-5). Los menores pasan varias horas al día frente a esta pantalla, sobre todo los más pequeños, llegando a estar, entre los 4 y 12 años, 2 h 44 m cada día frente al televisor(6). En edades mayores, disminuye este consumo y, entre los 10 y 18 años, la mayoría destina menos de dos horas diarias a esta actividad. Merece ser destacado que un número no despreciable de niños y adolescentes, el 20%, ven televisión a partir de las 22 h en días no festivos, cifras que se duplican los fines de semana(5).

Entre las preferencias por la programación, los dibujos animados destacan entre los más pequeños y a edades mayores, las películas de ficción y las series de televisión, más elegidas por las chicas, y el deporte, más escogido entre los chicos. Además, un tercio de los menores manifiesta su interés por los reality show, competiciones y programas concurso(3).

En España, el menor está protegido legalmente frente a los contenidos de la programación televisiva en el horario de 6 a 22 h, según la Ley 7/2010 de 31 de marzo. Ese amparo se ve reforzado de lunes a viernes de 8 a 9 h y 17 a 20 h y los festivos de 9 a 12 h. Sin embargo, en esas horas, niños y adolescentes tienen acceso a programas dirigidos a adultos en horario de protección al menor, incluidos en los de protección reforzada.

Videojuegos

Los primeros videojuegos aparecieron hace más de cuarenta años y han evolucionado, desde las primitivas consolas, utilizadas inicialmente como soporte, hasta la sofisticación actual, en que es posible jugar en videoconsolas, en el ordenador o en línea y mediante el teléfono móvil. Son utilizados por el 90% de los niños de 6 a 9 años y lo hacen mayoritariamente mediante videoconsolas. Este porcentaje va disminuyendo a medida que se avanza en edad y entre los 10 y 18 años lo usan el 61%, utilizando como soporte fundamentalmente el ordenador o juegan en línea. Durante los días lectivos, dedican a esta actividad menos de una hora diaria la tercera parte de los menores, pero un 23% de ellos los utilizan entre una y dos horas al día. Mayoritariamente son varones y juegan en solitario más de la mitad de ellos y el resto con amigos, hermanos o padres(3).

La temática preferida es la aventura, seguida por los deportes y la lucha, siendo la mayoría de los soportes utilizados copias no legales. Una tercera parte reconoce jugar con videojuegos para mayores. Probablemente, como consecuencia de ello, más de la mitad de los menores reconoce jugar con videojuegos en que se daña, tortura o mata a las personas, un 20% juega con aquellos en los que se utiliza violencia extrema frente a niños, embarazadas y ancianos, y un porcentaje inferior en los que se consumen drogas de forma normalizada(3).

El uso adecuado de los videojuegos, por parte de los menores, no está protegido por leyes específicas que regulen o controlen su calificación por edad de acuerdo a su contenido. Dicha protección está regulada voluntariamente en todo el mundo por las propias empresas productoras de estos soportes.

En Europa, la mayoría de los fabricantes de consolas y editores y desarrolladores de juegos interactivos están adheridos voluntariamente al sistema “PEGI” (Información paneuropea sobre juegos). Así, se clasifican los videojuegos valorando su idoneidad en relación a su contenido, como recomendados para mayores de 3, 7, 12, 16 y 18 años, independientemente de su nivel de dificultad. “PEGI online” es un complemento al anterior y ofrece la misma información sobre los videojuegos en línea. En Estados Unidos de América, también son los propios fabricantes quienes autorregulan la idoneidad de los videojuegos para las distintas edades, según su contenido, a través de la Junta de Clasificación de Software de Entretenimiento (ESRB).

Ordenador e Internet

La utilización del ordenador y el acceso a Internet en la infancia y adolescencia se ha generalizado en la última década. Los hogares con hijos menores de edad disponen de esta pantalla en cifras muy superiores a la media española de ordenadores en las viviendas; además, ellos hacen un mayor uso de este dispositivo que sus padres(4,7).

A los cuatro años de edad, el 30% de los niños usan el ordenador y el 20% acceden a Internet, entre los 10 y 15 años el 96% disponen de este soporte y se conecta a la red una gran mayoría (Fig. 1). La mitad lo hace casi a diario incrementando la frecuencia de su uso a medida que aumenta la edad(7).

 

Figura 1. Uso del ordenador y conexión a Internet en España entre los 4 y 13 años y entre los 10 y 15 años según encuestas EGM e INE, respectivamente.

 

Acceden desde su casa en primer lugar el 80%, desde el aula como segunda opción el 50% y, en menor medida, desde casas de amigos y familiares. La gran mayoría navega por Internet en solitario y cerca de la mitad de los accesos a la red desde el hogar se realizan desde una habitación no compartida. La media de uso diario de la red entre los 9 y 16 años es de 71 minutos, no observándose diferencias notables de género. El tiempo dedicado a la red se va incrementando con la edad, siendo menor de una hora por debajo de los diez años y superando los noventa minutos a partir de los quince años(7).

El acceso a la red se efectúa desde un ordenador, propio o compartido, siendo muy bajo el porcentaje de menores que actualmente lo hacen mediante la telefonía móvil u otro dispositivo portátil. La conexión a Internet en la infancia y adolescencia se hace por tres motivos principales, como son: búsqueda de información, comunicación y ocio. Así, obtienen ayuda en las tareas escolares, mantienen o aumentan sus relaciones sociales a través de la red y la utilizan como una forma de entretenimiento, donde los videojuegos y videoclips tienen un destacado papel(3,7). A partir de los 13 años y en toda la adolescencia, aumentan las actividades de ocio y el uso de las redes sociales, siendo muy frecuente en estas edades: chatear, visitar un perfil social, usar el correo electrónico y descargar música o películas(3,7). La tabla I muestra la progresión del uso de Internet que hacen los niños y adolescentes europeos.

 

 

Teléfono móvil

El uso del teléfono móvil se ha expandido en la última década en la población general y lo ha hecho también desde edades muy tempranas. Lo posee la tercera parte de los niños entre los seis y nueve años, porcentaje que se eleva al 80% a los doce años, siendo su utilización generalizada a partir de los 16 años, con mayor penetración en el sexo femenino (Fig. 2)(3,4). Los más pequeños lo usan para comunicaciones telefónicas, como plataforma de videojuegos y, con menor frecuencia, para el envío de mensajes. Los mayores, para comunicarse mediante conversación o a través de mensajes, como una forma de ocio y entretenimiento y la obtención de fotos y videos. Son sus interlocutores, entre los más pequeños, sus padres u otros familiares, y en la adolescencia, fundamentalmente los amigos y la madre. Sólo la mitad de los menores refieren apagarlo en clase y una tercera parte de ellos duermen con el teléfono encendido. La mitad de los menores envía casi a diario un mensaje SMS durante los días lectivos, contacto que aumenta considerablemente los fines de semana(8).

 

Figura 2. Uso del teléfono móvil por niños y adolescentes españoles por edad y sexo (%)*.

 

Utilización y preferencia de las diversas pantallas

Los niños y adolescentes destinan cada día un número importante de horas al uso de las pantallas de las que disponen. Entre los diez y dieciséis años, la pantalla más utilizada es el televisor, seguida muy de cerca por el ordenador y, a más distancia, por el teléfono móvil, dedicando casi la mitad de ellos alrededor de cuatro horas al día al uso de estos tres soportes(8).

Gradualmente se incrementa, a mayor edad, la preferencia por las nuevas TIC en detrimento del televisor. Ante la disyuntiva de elección entre la televisión e Internet, los adolescentes se decantan por este último. Si la decisión debiera tomarse entre la televisión y el teléfono móvil, los varones preferirían el televisor y las mujeres el teléfono. Entre internet y el teléfono móvil, optan mayoritariamente por la red(3).

Beneficios y riesgos del uso de las pantallas

El uso de todas las pantallas ofrece indudables beneficios que van de la mano con riesgos que son consecuencia generalmente de una inadecuada utilización.

Televisión

La televisión fue la primera gran ventana al mundo en la que niños y adolescentes, a partir de la segunda mitad del siglo XX y desde sus hogares, comenzaron a percibir distintas realidades insospechadas hasta ese momento. Este medio creó grandes expectativas frente a los efectos positivos que tendría en estas edades. A través de esta pantalla, pueden conocer otros mundos, reales o ficticios, recibir información fácilmente asimilable y tener a su disposición un complemento a su formación y su educación. Además de servir como entretenimiento, sirve para promover conductas sociales adecuadas de comportamiento y fomentar la cooperación(9).

Se han descrito diversos riesgos provocados fundamentalmente por un uso inadecuado de este medio. Los niños más pequeños pueden no discriminar la realidad de la ficción y todos, incluidos los adolescentes, son vulnerables frente a los mensajes recibidos, incluidos los publicitarios, que pueden influir negativamente en sus comportamientos, además de fomentar el consumismo. Puede dificultar la comunicación familiar y restar tiempo para el juego, la lectura, el deporte o el paseo. El progresivo acercamiento a la sexualidad del menor puede verse distorsionado por escenas que no alcanza a comprender. La visualización de la violencia, muy frecuente en la televisión puede aparecer como un hecho aceptable y cotidiano para dirimir disputas o ser una conducta a imitar. El exceso de horas frente al televisor ha sido relacionado con un mal rendimiento académico y con conductas agresivas y violentas. La exposición reiterada a la violencia es un riesgo de conductas agresivas a corto y largo plazo, pero no todos los niños y adolescentes expuestos a ella las padecerán; por lo que, hay que considerar otros factores ajenos a esta tecnología, personales o sociales, como inductores de estos comportamientos. Como actividad sedentaria, acompañada generalmente de un consumo de alimentos no recomendados, puede provocar sobrepeso u obesidad(9).

Videojuegos

Diversos aspectos positivos destacan en esta pantalla, siendo en primer lugar una manera de entretenimiento y diversión. Su utilización favorece la coordinación óculo motora, estimula la memoria, la toma de decisiones y refuerza el control personal, además de potenciar la autoestima. Desde el punto de vista social, es un facilitador de las relaciones. Tienen, además, un gran potencial educativo, siendo, además, de utilidad como un medio de aprendizaje encubierto en menores conflictivos o con dificultades para aceptar métodos educativos tradicionales(10).

Existen riesgos provocados por la utilización de los videojuegos asociados con el tiempo dedicado a ellos y por su contenido. Un uso excesivo quita horas para el estudio u otras actividades lúdicas o deportivas. Otro riesgo es el provocado por no estar adaptada su temática a la edad del usuario o a su nivel madurativo, como puede ocurrir con aquellos con alto contenido violento. Desde su aparición se ha considerado al videojuego como un inductor de conductas egoístas, impulsivas, agresivas y violentas(11). Otros investigadores, sin embargo, relacionan estos comportamientos con rasgos particulares de la personalidad del menor y conductas anómalas previas a la utilización de este soporte, unido a un uso inadecuado por su contenido y el tiempo dedicado(12).

Ordenador e Internet

El ordenador y la conexión a Internet ofrecen indiscutibles beneficios a niños y adolescentes. Son una ayuda en las tareas escolares, ofreciendo información general o específica, además de ser utilizados como entretenimiento o diversión y ayuda para las relaciones interpersonales. Favorece la socialización mediante la conexión con amigos y familiares y la posibilidad de hacer nuevos amigos. A través de la red, pueden expresar sus ideas con respeto y tolerancia y mejorar su rendimiento académico contactando con compañeros de estudio o profesores.

Entre los riesgos que se describen por su uso, destacan recibir información inexacta o falsa y el acceso a contenidos que pueden ser inadecuados o potencialmente perjudiciales. Entre estos últimos, aquellos que incitan a la violencia o al odio, que promueven conductas alimentarias no saludables o relacionadas con la drogadicción o con contenido pornográfico. Otras cuestiones preocupantes son el uso inadecuado de las redes sociales y las cuestiones referidas a la seguridad e intimidad del menor, principalmente la cesión de datos personales y el contacto y/o concertación de citas con desconocidos. Como actividad sedentaria, está asociada con el sobrepeso y la obesidad, y una presencia prolongada ante el ordenador puede llevar a la pérdida de la noción del tiempo y, si es diariamente, conducir al aislamiento familiar o social(7).

Teléfono móvil

El teléfono móvil inicialmente fue usado por las familias como una manera de supervisión y control de sus hijos y paulatinamente los menores lo han convertido en un instrumento de autonomía que les permite la conexión inmediata con sus pares y una herramienta más a su disposición para el ocio y entretenimiento(8).

Es una excelente forma de comunicación con sus pares y familiares y de obtener ayuda ante una emergencia, además de recibir información si existe conexión con la red. Puede ser utilizado como instrumento de ocio y entretenimiento, usando videojuegos o escuchando música, además de una conexión para solicitar ayuda ante una emergencia(8).

El riesgo más preocupante, desde su gran expansión entre los menores, fue el de los efectos nocivos en la salud que podrían causarles las radiaciones ionizantes emitidas. La Organización Mundial de la Salud ha alertado recientemente sobre el posible efecto carcinogénico de los campos electromagnéticos de estos dispositivos. No hay evidencia científica actual de esta relación en niños y adolescentes, pero la prudencia indicaría que debe hacerse un uso racional en el tiempo(13).

Puede existir un uso inadecuado en clase, un uso abusivo de la mensajería instantánea y de las redes sociales, incluida la utilización de chats instantáneos como WhatsApp®. Los menores pueden caer en el consumismo de múltiples aplicaciones o accesorios para su teléfono, o un gasto exagerado por su utilización. La recepción o envío de imágenes de fotografías o vídeos a través del teléfono móvil, con mayor o menor contenido sexual, conocido como sexting, pueden llegar a ser comprometedoras y declaran haberlas recibido el 9% de los adolescentes(7,8,14).

Las redes sociales

El uso de las redes sociales por parte de los adolescentes se ha generalizado, pero no se ha desarrollado para colaborar en las tareas escolares o como herramienta educativa.

Las generaciones anteriores de niños y adolescentes han estado relacionadas durante muchos años con una sola pantalla, el televisor, a la que se añadió posteriormente la videoconsola y, en las últimas generaciones, se han sumado las nuevas TIC, como el ordenador con acceso a Internet y la telefonía móvil. Como colofón a esta progresión tecnológica, han surgido en los últimos años las redes sociales, después de una etapa inicial en que la mensajería instantánea y los chats iniciaron la comunicación directa a través de la tecnología. Este hecho es consecuencia del protagonismo que quieren asumir los menores en la red y no ser meros receptores de información, configurando lo que se ha llamado la Web 2.0. El mayor uso de las redes sociales está relacionado directamente con una mayor disposición tecnológica existente en el hogar.

La presencia de los adolescentes en las redes sociales se ha generalizado en los últimos años. En España, la más seguida es Tuenti®, a excepción de Cataluña donde la más utilizada es Facebook®. A partir de los 14 años, alrededor del 80% de los adolescentes tienen un perfil en una red social, porcentaje que se va incrementando con la edad. La mayoría refiere tener un perfil privado al que sólo sus amigos pueden acceder, un 6,7% refieren tener contactos con desconocidos, de los cuales el 8% han quedado o citado con ellos. En España, es ilegal participar en una red social en edades inferiores a los 14 años, sin embargo, el 42% de menores entre los once y doce años afirman tener dicho perfil(7,14).

Estas redes son muy utilizadas, conectándose varias veces al día el 39%, con más frecuencia las mujeres. El motivo principal es contactar con amigos y con personas a las que se ve esporádicamente, siendo una opción muy poco referida el conocer nueva gente. Las actividades preferidas son enviar mensajes privados y compartir y comentar fotos. A pesar del intenso uso de las redes sociales por los adolescentes, sus preferencias para las actividades de ocio son salir con amigos y practicar deporte(7,14).

Los beneficios que brinda su uso están relacionados con la comunicación, al estimular el diálogo, y con la cooperación, al promover acciones compartidas e integrar grupos afines. Es, además, una herramienta aún no desarrollada para las tareas escolares y también una potente herramienta didáctica. Como efectos no deseados, implica estar más tiempo en la red y un mayor uso del teléfono móvil, sin dedicar por ello menos horas a la televisión y los videojuegos. Por lo tanto, disminuye necesariamente la dedicación al estudio, a la lectura y a las relaciones intrafamiliares. Entre los riesgos destacan, como se refirió en relación al uso de la red, las cuestiones de seguridad y privacidad, que preocupa a los adolescentes. Más de la mitad de ellos cree que en una red social puede correr peligro su privacidad e intentan protegerla(14).

Uso problemático de las TIC

El uso abusivo de las TIC puede dar lugar a conductas adictivas, asociadas frecuentemente con psicopatologías previas.

La utilización de las nuevas TIC puede dar lugar a conductas adictivas que, generalmente, ocurren en aquellos menores con psicopatologías previas y no como consecuencia del uso de la propia tecnología.

La conducta adictiva a Internet es definida como un patrón de comportamiento caracterizado por la pérdida de control sobre su uso. Esta conducta conduce paulatinamente al aislamiento y al descuido de las relaciones sociales, de las académicas, recreativas, de la salud y de la higiene personal. Se detecta en el 1,2% de los adolescentes europeos y el 12,7% están en riesgo de presentarla(15).

En relación al teléfono móvil, no hay consenso en la literatura sobre la patología que subyace en un uso excesivo; para algunos, es un uso abusivo que puede llegar a tener cierta dependencia psicológica, pero no una conducta adictiva; otros lo consideran un trastorno adictivo, ya que, cumpliría criterios diagnósticos del DSM-IV, como la abstinencia, la falta de control y problemas derivados de su uso(16).

Otro motivo de discrepancia es el relacionado con la adicción a los videojuegos. Para algunos autores, existe un patrón de uso excesivo o abuso sin llegar a la adicción como tal. Otros describen conductas adictivas, con una sintomatología que, aunque no consensuada, estaría dada por trastornos depresivos, ansiedad y hostilidad, habiéndose observado su asociación con TDAH, siendo, además, su padecimiento una predicción significativa(12,17,18).

Riesgos y daños de las nuevas TIC

Los mayores riesgos de las nuevas TIC son los contactos no deseados, accesos a contenidos perjudiciales, la seguridad y el acoso.

Los beneficios que ofrecen las nuevas TIC van de la mano con nuevos riesgos y, como consecuencia de ellos, se pueden producir daños. Los mayores riesgos a que se ven sometidos los menores son los contactos con desconocidos, seguido por el acceso a contenidos potencialmente perjudiciales, el acceso a imágenes sexuales, el uso indebido de datos y el acoso.

Los menores que se han sentido dañados por el uso de las nuevas TIC indican como primera causa el provocado por el acoso cibernético (90%), seguida por la visualización de imágenes sexuales (32%) y, en menor medida, la recepción de mensajes sexuales y las consecuencias no deseadas de las citas con personas conocidas en la red(7).

Acoso cibernético

La gran expansión de las nuevas TIC y de las redes sociales entre niños y adolescentes ha dado lugar a la posibilidad de que estos puedan sufrir algún tipo de acoso que, sin ser nuevo en estas edades, lo es en relación a que se produce con la tecnología como vehículo.

Ciberbulling

Es una conducta de acoso entre iguales en el entorno TIC entre menores, que incluye chantaje, vejaciones e insultos. El riesgo de padecer ciberbulling no es alto, comparado con otros a los que se enfrentan los niños y adolescentes en la red; sin embargo, entre el 4 y el 5,9% de ellos lo han sufrido y lo han provocado el 2,9% de los menores(15).

Se realiza mediante la difusión de información lesiva o difamatoria o la publicación de vídeos o fotografías. Cualquier medio es válido, utilizándose el correo electrónico, la mensajería instantánea o las redes sociales y deben concurrir determinadas condiciones que se recogen en la tabla II(19).

 

 

Groming

Es el acoso ejercido por un adulto a un menor y es realizado deliberadamente para establecer una relación y un control emocional con el fin de preparar el terreno para el abuso sexual del menor. Los padres refieren en encuestas que el 2,1% de los menores han estado expuestos a groming, mayoritariamente por adultos que simulan ser niños, seguido por acudir a citas a solas con adultos o desconocidos y, en menor medida, por haber sido objeto de acoso sexual(16). Cualquier medio es válido y se realiza mediante la secuencia recogida en la tabla II(19).

Actitud frente al ciberacoso

Ante la sospecha de ciberacoso, la prioridad será atender al menor ofreciéndole ayuda y procurando que no tenga un sentimiento de culpa por la situación, además de evitar nuevos contactos con el acosador. Se buscarán apoyos de sus iguales y se actuará en forma coordinada con la familia y la escuela. Ante un caso de ciberbulling, la familia y el acosado valorarán la conveniencia de judicializarlo; si se está frente a una situación de groming, debería ser denunciado el hecho inmediatamente por estar implicado un mayor de edad y porque probablemente esté acosando o lo hará en un futuro a otros menores(19).

Uso racional de las TIC en la infancia y adolescencia

Es innegable que la irrupción de las TIC, que permite la conexión inmediata con el mundo, ha modificado sustancialmente las relaciones humanas y brinda nuevas y extraordinarias experiencias desde la infancia. Niños y adolescentes las utilizan desde edades tempranas y obtienen importantes beneficios para su desarrollo, su educación y es una ayuda en las relaciones sociales, además de ser una de las maneras de ocio y diversión. Paralelamente, hay riesgos evidentes y se pueden producir daños relacionados con un uso inadecuado; por lo que, se debe potenciar un uso racional y responsable de esta moderna tecnología desde los primeros años de la vida. Progresivamente, a lo largo de la infancia y adolescencia, se les deberá responsabilizar para evitar riesgos innecesarios y daños por una inadecuada utilización.

Función del pediatra de Atención Primaria

Desde los primeros contactos con el niño y su familia, el pediatra de Atención Primaria puede potenciar un uso racional y responsable de las TIC en función de la edad del niño, aconsejando que no tenga relación con las pantallas por debajo de los dos años de vida y, en edades posteriores, que su utilización sea controlada y adecuada, no superando las dos horas diarias(20) (Tabla III). A lo largo de la infancia y la adolescencia, puede detectar precozmente un uso indebido de las TIC y la exposición a riesgos o la presencia de posibles daños y actuar en consecuencia. Además, por su posición privilegiada ante las familias y la sociedad, puede ser un elemento motivador para padres, educadores y la sociedad en general, alertando de las consecuencias negativas que un mal uso de las TIC puede ocasionar en el desarrollo psicofísico y social de niños y adolescentes.

 

 

Bibliografía

Los asteriscos reflejan el interés del artículo a juicio del autor.

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14. Sánchez Burón A, Fernández Martín MP. Informe generación 2.0. 2010. Hábitos de los adolescentes en el uso de las redes sociales. Departamento de Psicología. Universidad Camilo José Cela. [Acceso 2 de febrero de 2013]. Disponible en: http://www.slideshare.net/ucjc/hbitos.

15. Investigación sobre conductas adictivas a internet entre los adolescentes europeos. Atenas: Tsitsika A, Tzavela E, Mavromati F and the EU NET ADB Consortium: 2012. [Acceso 18 de febrero de 2013]. Disponible en: http://www.eunetadb.eu/es/publicaciones.

16. Pedrero Pérez EJ, Rodríguez Monje MT. Adicción o abuso del teléfono móvil. Revisión de la literatura. Adicciones. 2012; 139-52.

17. Gentile DA, Choo H, Liau A, Sin TLi DFunf D, Khoo A. Pathological video game use among youths: a two-year longitudinal study. Pediatrics. 2011; 127(2): e319-29.

18. Weinsten A, Weizman A. Emerging association between addictive gaming. Curr Psychiatry Rep. 2012; 14(5): 590-7.

19.** Guía legal sobre ciberbulling y groming Observatorio de la seguridad de la información. Área jurídica de la seguridad y las TIC. Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación. Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Gobierno de España. [Acceso 18 de enero de 2013]. Disponible en: http://www.inteco.es/guias/guiaManual_groming_ciberbulling

20.** Council on Comunications and Media. Media Educations. American Academy of Pediatrics. Media education. Pediatrics. 2010; 126(5): 1012-7.

Bibliografía recomendada

– Bringué Sala X, Sábada Chalezquer C. La generación interactiva en España. Barcelona: Colección Fundación Telefónica y Ariel; 2009.

Los autores analizan la relación de los niños y adolescentes con las diversas pantallas que tienen a su disposición, analizando los riesgos y oportunidades que les ofrecen. Presentan, además, los datos de una encuesta realizada sobre el uso de estas tecnologías en España entre más de 13.000 menores procedentes de 115 centros educativos.

– Cervera L. Lo que hacen tus hijos en Internet. Barcelona: Integral; 2009.

En este libro, se hace referencia a que los valores de los adolescentes no han cambiado en relación a las generaciones anteriores y lo que ha variado es la tecnología, que incrementa los problemas. Además de aportar información técnica sobre las nuevas tecnologías, recomienda enseñar a los menores una utilización de la red de manera consciente y sensata.

– García Fernández F. Internet en la vida de nuestros hijos ¿Cómo transformar los riesgos en oportunidades? Navarra: Foro generaciones interactivas; 2010.

El autor analiza las inquietudes paternas frente a un mudo en el que han desaparecido muchas referencias y en el que se ha modificado sustancialmente el entorno. Es firme defensor del uso de Internet en el ámbito escolar, familiar y social, pero condicionado a una educación en valores que propicien un uso responsable de las nuevas tecnologías.

– Castell P, de Bofarull I. Enganchados a las pantallas. Barcelona: Planeta; 2002.

Los autores describen y analizan la era de la información y la comunicación y ofrecen recursos a padres y educadores para evitar el uso abusivo de las pantallas por parte de los menores. Definen la personalidad del adolescente de alto riesgo alertando sobre su vulnerabilidad para desarrollar conductas adictivas frente a las nuevas tecnologías y propugnan un uso austero y selectivo del ocio digital.

 

Caso clínico

Adolescente de 13 años que acude al Servicio de Urgencias por un dolor abdominal constante de 8 h de evolución que le dificulta la deambulación. El paciente está afebril y, al examen físico, se constata un abdomen doloroso a la palpación, con defensa muscular y signo de Blumberg negativo. Se realiza analítica que muestra parámetros dentro de la normalidad. Queda ingresado en observación, disminuyendo progresivamente el dolor, estando asintomático después de 12 h, por lo que es dado de alta.

Pasadas 36 h, consulta en su Centro de Salud por un cuadro similar y es derivado al hospital de referencia, donde se repite analítica, que continúa siendo normal y se realiza ecografía de abdomen que descarta apendicitis. A las 18 h del ingreso está asintomático.

En consultas posteriores refiere que, desde hace 18 meses, recibe en su teléfono móvil, por parte de un adolescente de 14 años, insultos y mensajes peyorativos hacia su persona, además de burlarse de él por la obesidad mórbida que presenta. No ha comentado con nadie su situación ni ha solicitado ayuda.

 

El maltrato y el abuso sexual infantil en Atención Primaria de salud. Los pediatras: parte del problema y parte de la solución

Temas de FC

F. Domingo-Salvany

Centro de Atención Primaria Balaguer

 

Resumen

El maltrato infantil constituye un síntoma más de una familia y una sociedad enfermas, pensadas por los adultos para los adultos, en la que los derechos de los menores no son una prioridad. Y esto es válido tanto en los países industrializados como en los países en vías de desarrollo. Un niño es maltratado cuando es objeto de violencia, física y/o psicológica, de acción y/o de omisión por parte de las personas y/o instituciones de las que depende para su correcto desarrollo. Para definir maltrato, además, debemos tener en cuenta los valores que sustentan la comunidad de la que hablamos en relación a los niños y sus familias. Como profesionales de la salud, no hemos de olvidar nuestro papel como defensores de los menores, y el hecho de que el no ejercerlo constituye una forma de maltrato por negligencia. Ante un menor con sospecha o evidencia de maltrato, nuestro papel, además de la atención estrictamente médica de sus lesiones, incluye el asegurar su protección. Nuestra actuación constituye, a menudo, la puerta de entrada y de contacto del menor y su familia con la red de apoyo social de la que formamos parte. Lo que hagamos en este primer contacto condicionará en gran manera el imprescindible trabajo interdisciplinario que el menor y su familia precisarán después. Los pediatras somos parte del problema y podemos ser parte de la solución. El abordaje y la prevención del maltrato infantil empieza por nuestra formación sobre el tema, tanto en lo que se refiere a aptitudes (conocimientos) como a las actitudes.

 

Abstract

Child abuse constitutes one more symptom of unhealthy families or societies, designed by and for adults, where children’s rights are not a priority. And this is true both for industrialised and developing countries. A child is abused when he or she is object of -physical and/or psychological- violence of action and/or omission on the part of the people and institutions responsible for the child’s correct development. In order to define abuse, moreover, we must take into account the values which hold together the community we are talking about in relation to the children and their families. As professionals of health, we must not forget our role as defenders of children, and the fact of not exercising it constitutes a form of abuse by negligence. In front of a child with suspicion or evidence of abuse, our role, besides healing their lesions, includes ensuring their protection. Our action represents, quite often, the doorway and contact point of a child and their family with the social assistance network we are a part of. What we do in this first contact will condition greatly the essential interdisciplinary work that the child and their family will require later on. Pediatricians are part of the problem and could be part of the solution. The treatment and prevention of child abuse begins with our training in the subject, including both our skills (knowledge) and our attitudes.

 

Palabras clave: Maltrato infantil; Pediatría; Atención Primaria; Prevención; Trabajo en red.

Key words: Child abuse; Pediatrics; Primary Care; Prevention.

 

Pediatr Integral 2013; XVII(8): 564-573


El maltrato y el abuso sexual infantil en Atención Primaria de salud. Los pediatras: parte del problema y parte de la solución

 

“No me asusta la maldad de los malos; me aterroriza la indiferencia de los buenos”

Mahatma Gandhi

¿Alguien se acuerda de la convención sobre los derechos de los niños?

Hace cuatro años este artículo (Pediatr Integral. 2009; XIII(10): 893-908) comenzaba con una amplia descripción de la Convención sobre los Derechos de los niños(1). En él se apuntaba que, en aquel 2009, se cumplían 20 años de la firma de la Convención y que, a pesar de los esfuerzos de muchos, continuábamos con dificultades evidentes para asegurar los derechos básicos a millones de niños y niñas de nuestro planeta. En nuestro país, en estos cuatro años, la situación de crisis económica y social ha llevado a un aumento significativo de los índices de pobreza infantil y a un evidente incremento de las dificultades de muchas familias para la atención infantil. Esta realidad pone en evidencia que nuestro trabajo pediátrico no puede disociarse de nuestro trabajo social.

La Pediatría social no es tanto una subespecialidad pediátrica, es, más bien, una actitud ante la evidencia de que las causas que generan muchos de los problemes infantiles y familiares son sociales, pero cuyas consecuencias finales son pediátricas. Los pediatras, pues, somos parte del problema si no tenemos claro el interés superior del menor que la Convención nos apunta, y podemos ser parte de la solución si entendemos que, además de la cura de sus lesiones, nuestro papel ante un niño maltratadado (física, emocionalmente, por negligencia, por abuso sexual y/o, de forma institucional) es asegurar su protección. Una ardua tarea, ciertamente, y más cuando el contexto económico no está en nuestras manos, y el maltrato institucional es una realidad.

De hecho, hay que ser conscientes de que “un niño es maltratado siempre que es objeto de violencia, física y/o psíquica, de hecho y/u omisión, por parte de las personas y/o instituciones de las que depende para su correcto desarrollo”. Al maltrato infantil institucional de forma indirecta (sin contacto directo con los niños y su familias) que han ejercido y ejercen los responsables políticos y económicos no debería sumarse el maltrato institucional directo que podemos practicar los que debemos atender, en el día a día, a las familias y a sus niños y niñas, por muy difíciles que se pongan las condiciones de ejercicio profesional.

En un reciente artículo valorado críticamente(2), se evidencia que también el maltrato infantil no sexual durante la infancia tiene repercusiones en la salud durante las etapas posteriores de la vida, y plantea a los pediatras de Atención Primaria su papel primordial en la detección precoz del maltrato infantil, en la necesidad de fomentar el mejor cuidado y crianza, en solicitar ayuda a los organismos de protección y en fomentar programas de prevención, apoyo y seguimiento. Si el problema es social debemos saber ser impulsores de la red social de ayuda a las familias como parte de nuestro quehacer profesional. ¿Para ir hacia dónde? La Convención(1) de la que hablamos nos sirve de guía y de camino. En esta ocasión, citaremos solamente las referencias principales que nos pueden evidenciar las metas, y remitimos al lector a la más extensa información en el artículo de 2009.

Introducción a la Convención y Artículo 19

Los cuatro principios fundamentales de la Convención sobre los Derechos de los Niños son: la no discriminación; la dedicación al interés superior del niño; el derecho a la vida, la supervivencia y desarrollo; y el respeto por los puntos de vista del niño.

Los Estados parte de la Convención están obligados a estipular y llevar a cabo todas las medidas y políticas necesarias para proteger el interés superior del niño.

Artículo 19

1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo.

2. Esas medidas de protección deberían comprender, según corresponda, procedimientos eficaces para el establecimiento de programas sociales con objeto de proporcionar la asistencia necesaria al niño y a quienes cuidan de él, así como para otras formas de prevención y para la identificación, notificación, remisión a una institución, investigación, tratamiento y observación ulterior de los casos antes descritos de malos tratos al niño y, según corresponda, la intervención judicial.

El niño: un edificio en construcción

Cuando el edificio infantil está ya hecho, podemos cambiar lo accesorio y los complementos, pero lo que va a resultar muy difícil de modificar son los cimientos y la estructura.

Nos agrada la definición de maltrato infantil apuntada anteriormente, porque se centra en las necesidades que un niño tiene para su correcto desarrollo, sin especificar quién debe asegurarlas, y que el no facilitarlas supone ya una forma de maltrato. Este concepto es, ciertamente, muy amplio, pero tiene la virtud de tener en cuenta las necesidades a satisfacer y orientarse más hacia el buen trato, al que todos los niños tienen derecho, que a la búsqueda de culpables y de víctimas. Hace años, en una campaña de sensibilización ciudadana en Euskadi, se difundió el lema: “Niños bien tratados: responsables, todos”.

Otro símil que nos ayuda a entender el fenónemo del Buen trato y el Maltrato Infantiles es el de comparar el crecimiento de un niño con la construcción de una casa. Si queremos tener éxito nos hará falta un proyecto, el asesoramineto de expertos, unos preparativos, poner unas buenas bases de lo visible y, así, ir creciendo. Vamos por partes, pues.

Antes de la construcción de un edificio, es preciso que haya sido pensado, a ser posible con tiempo, para escoger el mejor momento y el mejor lugar. Hace falta un proyecto razonado y deseado antes de ponerlo en marcha, sabiendo de la importancia de la empresa. En el caso de un niño, hablamos de un necesario embarazo psicológico en los padres antes de plantearse la concepción y el embarazo real. Una pregunta que nos permite comprender este punto es: “¿cuándo nace un niño?” A lo que parece bueno responder: “cuando nace en sus padres el deseo de tenerlo”. Y no nos conviene poner la primera piedra del edificio (la concepción) en un momento inesperado ni en el lugar más insospechado. La educación para una maternidad y paternidad responsables y la planificación familiar son, pues, instrumentos útiles de prevención primaria del maltrato infantil, y pretenden conseguir que la mayoría de los embarazos sean deseados y que la futura madre llegue en las mejores condiciones físicas y emocionales para el futuro hijo o hija. Y los factores culturales y ambientales tienen mucho que ver para que una futura madre escoja un determinado instante vital para empezar la aventura. O llegue a ella sin este proyecto previo, sin este embarazo psicológico en el que el futuro bebé ya está siendo vivido por sus progenitores. Y en esta preparación anticipada, no es ya un hecho extraño en nuestro país que haya quien solicite a quien quiere ser su pareja un examen de salud antes de empezar una empresa como ésta. Y se supone que con reciprocidad informativa. Algunas tendencias de prevención apuntan que sería interesante aprovechar los años de la escuela secundaria para formar sobre la responsabilidad de la paternidad y la maternidad a los futuros padres y madres. Hay otras, sin embargo, que no consideran el periodo de la adolescencia una buena opción. El motivo aducido es la falta de maduración del córtex prefrontal (¿hasta los veinte años aproximadamente?) con la consiguiente falta de razonamiento, y el predominio del todavía exaltado periodo puberal con dominancia del sistema límbico. Difícil e imaginativa tarea, pues, la de prevenir el embarazo de las adolescentes.

Una vez decidido el momento y el lugar, se coloca la primera piedra del edificio. La diversidad de modelos familiares y los cambios de mentalidad que en este momento conviven en nuestra sociedad ha llevado a que, para ese momento concepcional, no siempre haga falta que sea el óvulo y el espermatozoide de una pareja tradicional los que hagan posible la concepción. La diversidad de sistemas de fecundación es buena prueba de ello. Y el hecho de que el embarazo psicológico se prolongue por falta de fecundación puede generar cambios emocionales en los futuros padres que van a condicionar la manera de recibir al bebé. Y es evidente que la manera en que el edificio comienza es muy distinto si la imposibilidad de colocar la primera piedra conduce a la adopción de un edificio ya parcialmente construído (la adopción), después de un embarazo psicológico prolongado en el tiempo sin fecha probable de “parto”. ¿Es el niño adoptado un niño a riesgo de recibir maltrato? El poder verbalizar y canalizar, en esta fase, las preocupaciones ante profesionales que sepan escuchar con atención es otro apartado preventivo que se debe promover. Consideramos que es también un trabajo que debemos realizar, el conocer la red de profesionales que, en nuestra área geográfica, están más capacitados para afrontar cada una de las dificultades que las familias pueden tener. De la misma forma que cada paciente tiene su singularidad, también cada uno de nosotros, los profesionales, somos más capaces en un aspecto que en otro.

Y es a partir de ese momento concepcional cuando se inicia un periodo que no ha recibido la atención necesaria dentro del contexto del buen trato infantil. Debemos reivindicar el periodo prenatal, el embarazo, como verdadero fundamento del edificio que vamos a construir: los cimientos del niño se gestan antes de de que los pediatras neonatólogos lo atiendan. Y queda claro que, si queremos hacer las cosas bien, no nos podemos conformar con la Pediatría. Debemos reivindicar la Atención maternoinfantil para asegurar el mayor interés de los menores. Tal vez, deberíamos fomentar más medidas de prevención de la prematuridad y de sus consecuencias como una forma efectiva de prevención primaria del maltrato infantil. No parece oportuno terminar la cimentación antes de llegar al nivel del suelo. Cuidado pues en forzar, por ejemplo, el ritmo del embarazo, dado que el maltrato prenatal también puede generarse por omisión, voluntaria o involuntaria, de los cuidados que la madre gestante necesita recibir, en beneficio del bebé que espera. Debemos fomentar más las medidas que favorecen el bienestar maternal y, por tanto, también fetal, hasta el momento probable del parto, y reducir aquellas otras que repercuten negativamente. Debemos cimentar, pues, este paso previo al bebé que llegará, sabiendo que su buen desarrollo postnatal va a depender, y mucho, de esta fase prenatal, fase que es preciso incorporar en nuestro campo de interés pediátrico. Con este mismo espíritu hace poco leíamos que: “todo lo que el árbol tiene de flor y de fruto, de alegría, de extraordinario, vive de lo que tiene enterrado, de las raíces, de la convicción y la fe”. Pero también es cierto que en este periodo prenatal inicial pueden darse circunstancias que obliguen a tirar hacia adelante su embarazo a pesar de no desearlo la madre, con lo que se debe prever qué soporte vamos a ofrecer, tanto a ella como al bebé. Entre otras cosas, para evitar también que la clandestinización de las interrupciones voluntarias del embarazo no ponga en riesgo ambos.

Y, una vez hemos llegado a ras de suelo, en el periodo perinatal, todo va a ser más fácil y visible a los ojos pediátricos. ¿Qué es lo que hace a la Pediatría distinta de la Medicina de adultos? Que ejercemos de supervisores del proceso de crecimiento global de los niños, pero también psicológico de los padres. El edificio infantil va a tener una estructura básica que será común a la mayoría de ellos, pero va a ser muy distinta la foma de construirlo en función de múltiples factores: algunos muy ligados a la propia historia familiar de los padres y otros condicionados a las circunstancias ambientales en las que estos van a criar a sus hijos. Hay una película que ilustra a la perfección esta hecho: “Babies”(3). Es evidente que en esta fase postnatal van a intervenir muchos operarios, cada cual con su especialidad, conocimientos y propuestas. ¿Cuál es nuestro papel como pediatras de Atención Primaria? Sabernos supervisores de las diferentes intervenciones (incluso de la nuestra) que cada familia solicita para su edificio, para nuestro pequeño paciente, con la finalidad de asegurar que son las más adecuadas para su singularidad. La superespecialización de algunos operarios puede llevarles a intervenciones que no tengan en cuenta la especificidad de un determinado niño y sus circunstancias familiares. Y, si queremos acompañar a las familias en su proyecto, es preciso que nuestra formación continuada se interese en todos los aspectos que la crianza de un niño incluye y conozcamos el medio en el que las familias a las que atendemos viven. El sabernos parte de una red, en la que todos los profesionales del mundo de la infancia son importantes, nos recuerda aquel dicho africano que afirma que: “para educar a un niño hace falta la colaboración de toda la tribu”. Y, en el transcurso de esta construcción, la primera infancia, además del ya comentado periodo prenatal, es fundamental y va a marcar la pauta de los pisos superiores. Porque, cuando el edificio infantil está ya hecho, es relativamente fácil cambiar lo accesorio y los complementos, pero no así la estructura y sus cimientos, tanto físicos como psicológicos y emocionales.

Hemos de velar, pues, para que tanto nuestras actuaciones como las de los otros profesionales del mundo de la infancia se adecúen a lo que cada niño y cada familia precisa en cada momento. Debemos ser valedores y defensores de los derechos que, como sociedad, les hemos reconocido. Ellos son los que dan sentido a nuestra profesión, y tenemos el deber legal y moral de reivindicar para ellos la mejor atención posible.

El maltrato infantil en Atención Primaria de Salud

 

Los derechos de los niños aquí y ahora. ¿Cómo podemos avanzar?

En nuestro mundo occidental, por otro lado, hemos visto como muchas familias han pasado de las posiciones autoritarias que los padres vivieron en su infancia al extremo opuesto de la dejadez en la educación de sus hijos. Nos encontramos ahora con situaciones de maltrato de los padres por parte de los hijos por la falta de imposición de límites. La negligencia parental en una sociedad líquida, en la que el esfuerzo, el sacrificio y la coherencia han perdido su valor, nos ha hecho olvidar que: “los niños tienen derecho a tener deberes”. Después de 20 años de derechos, hemos olvidado que, como alguien ha afirmado: “educa más un no que un sí”. Un buen ejemplo del difícil equilibrio entre la vinculación afectiva por defecto y por exceso: desatención versus sobreproteción. Para educar hace falta la aportación de cuatro factores: amor incondicional, disciplina, tiempo y libertad para equivocarse. Demasiado compromiso y esfuerzo, tal vez, para unos años de bonanza económica que ya quedaron atrás, y en los que tampoco los mayores hemos hecho nuestros deberes.

El año 2008, se celebró en Valladolid el IX Congreso Estatal de Maltrato Infantil. “Trabajando en red: claves para avanzar” fue el lema del Congreso(4). Resume, según el autor, la única forma de abordar un problema que, como todos los de la Pediatría Social, tiene unas causas sociales pero unas consecuencias pediátricas. El maltrato infantil constituye la manifestación externa de una sociedad enferma, pensada por y para los adultos en beneficio de los adultos, y en el que el cacareado interés superior del menor queda en un segundo plano. ¿Qué podemos hacer, entonces, nosotros, pediatras de Atención Primaria, ante un fenómeno que nos supera? ¿Cuáles son las claves para avanzar? Remitimos al lector a la información del congreso para una lectura más extensa, pero apuntamos los nueve puntos clave que ya ampliamos en el artículo de 2009:

1. Reto: gestionar la complejidad de contextos, personas y momentos.

2. Método: aceptar la incertidumbre. Explorar y descubrir lo posible.

3. Sentido: hacer más de lo que funciona.

4. Cambio: la posibilidad del cambio somos cada uno de nosotros.

5. Compromiso: abrazarnos.

6. Perspectiva: “trabajando con niños nunca se puede perder la esperanza”…

7. Transparencia: todos/as formamos parte de la solución.

8. Claridad: en los criterios, en los procedimientos, en las responsabilidades.

9. Red: “somos porque intersomos”… aun con muchos recursos, metas, transparencia. Los actores sociales somos inevitablemente nudos en una red de relaciones. Y los casos y su evolución tienen mucho que ver con procesos reticulares casi siempre implícitos e informales. Las personas somos redes en sí mismas.

Y es necesario insistir en esta última conclusión.

Las redes informales, las que construimos cada día en la Atención Primaria al compartir con el o la compañero/a aquel caso que nos preocupa, son las realmente efectivas. Las redes formales, oficiales y protocolarias, se preocupan, demasiado a menudo, en mantener inter e intrarrelaciones institucionales, alejadas del quehacer diario de los trabajadores de primera línea y de las preocupaciones de las familias y de sus hijos.

Otra vía de abordaje es la integración en asociaciones interprofesionales de los que trabajamos en el mundo de la infancia. La Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil (FAPMI) (http://www.fapmi.es) agrupa las distintas Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil(5), que se fueron constituyendo de forma progresiva desde finales de la década de 1980 en cada Comunidad Autónoma a partir de la preocupación de diferentes grupos de profesionales por el conocimiento de los malos tratos a la infancia. Se consideraba entonces, como hoy, que es un problema en el que se precisa avanzar con respuestas institucionales y ciudadanas en consonancia con la gravedad del mismo.

En la actualidad, está compuesta por las siguientes Asociaciones Federadas de ámbito autonómico:

• Asociación Catalana para la Infancia Maltratada (ACIM).

• Asociación Andaluza para la Defensa de la Infancia y Prevención de los Malos Tratos (ADIMA).

• Asociación Murciana de Apoyo a la Infancia (AMAIM).

• Asociación Madrileña para la Prevención de los Malos Tratos a la Infancia (APIMM).

• Asociación Valenciana para la Promoción de los Derechos del Niño y Prevención del Maltrato Infantil (APREMI).

• Asociación Pro Infancia en Navarra (APROIN).

• Asociación Asturiana para la Atención y el Cuidado de la Infancia (ASACI).

• Asociación Vasca para la Ayuda a la Infancia Maltratada (AVAIM).

• Centro de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales (CAVAS).

• Asociación Castellano-Leonesa para la Defensa de la Infancia y Juventud (REA).

Maltrato infantil versus buen trato infantil

Para evitar el maltrato infantil debemos plantearnos el buen trato a todos los niños como el objetivo a conseguir. Tener que hablar de maltrato significa haber llegado tarde.

La visión positiva se encuentra en adelantarnos al problema, estimular el buen trato con la máxima amplitud en todos los niños y niñas, y así no haber de resolver las consecuencias de una negligencia en la atención. Tener que hablar de maltrato significa haber llegado tarde. Demasiado a menudo los sanitarios nos centramos en la parte negativa de la situación para intentar resolverla, y tenemos poco en cuenta las partes todavía sanas que debemos potenciar y que tal vez permitan o ayuden a superar las dificultades sin necesidad de la yatrogenia o la victimización de algunas de nuestras actuaciones. Sin olvidar tampoco que, como afirma Boris Cyrulnik(6): “la persona adecuada, en el momento oportuno, puede hacer que se supere la más oscura de las infancias”. Nos hace falta saber escuchar, no tanto para poder responder como para poder entender. Ya Epicteto, en el siglo I antes de Cristo afirmaba que: “la naturaleza nos da dos ojos, dos orejas y una sola boca, con el fin de que podamos observar y escuchar el doble de lo que hablamos”.

La premisa previa en cualquier tema es definir de qué vamos a hablar. Este no es un problema menor cuando abordamos los malos tratos a los niños. Para nosotros (ACIM-Associació Catalana per la Infància Maltractada), un niño es maltratado “cuando es objeto de violencia, física y/o psicológica, de acción y/o de omisión por parte de las personas y/o instituciones de las que depende para su correcto desarrollo”. No es una definición dogmática o clarificadora y nos plantea el problema de saber qué es maltrato y qué no lo es. Pero tiene el valor de centrarse en las necesidades del niño como objetivo a conseguir. Nos traslada al otro lado de la moneda: el buen trato a que toda persona en crecimiento tiene derecho. Y es preciso considerar cuáles son los valores que cada sociedad tiene como referencia, porque puede darse el caso de que aquello que para nuestro mundo privilegiado representa una forma de negligencia o abuso, no lo sea para la familia del niño recientemente immigrado a nuestro país que mantiene todavía los valores tradicionales de la sociedad de la que procede. Para el maltrato físico, por ejemplo, puede ser difícil delimitar dónde acaba la corrección y dónde empieza el maltrato. Todavía hoy, un número importante de ciudadanos acepta que un bofetón es un buen recurso educativo.

Si definimos la salud como algo positivo (“el bienestar bio-psico-social” o “aquella forma de vivir libre, gozosa, solidaria y autónoma”) y no solamente la falta de enfermedad, también debemos plantearnos el buen trato a todos los niños como el objetivo a conseguir. Si vamos hacia esta meta, nos resultará fácil ir dejando por el camino todo aquello (las distintas formas de malos tratos) que no nos lleva allí. La reciente Guía práctica del buen trato al niño(7) nos ofrece, entre otras buenas fuentes(8-10), útiles orientaciones preventivas tanto para las familias como para todos los profesionales implicados en el trato y la protección de la infancia, los pediatras entre ellos.

La epidemiología del maltrato infantil y los pediatras

El pediatra puede tener una visión negativa de las familias en condiciones de falta de higiene. La higiene y la limpieza no siempre se asocian a un ambiente psicoafectivo favorable.

Los casos de maltrato infantil diagnosticados (y, no por ello, abordados y tratados correctamente) son sólo la punta de un gran iceberg, cuya línea de flotación estará en función del grado de sensibilidad social en relación al buen trato, así como de nuestras aptitudes profesionales en reconocer los factores favorecedores de su presentación y los signos y síntomas que orientan al diagnóstico. Pero ello, no lleva a ninguna parte si no se acompaña de nuestra disposición a actuar en beneficio del niño y de su familia. Y, tal vez ahí, los pediatras de Atención Primaria no damos suficientemente la talla. Y es por ello que este escrito tiene su objetivo más orientado a nuestra actitud que a nuestra aptitud, más a nuestra disponibilidad que a nuestra capacidad para recordar y/o reconocer signos y síntomas.

Los datos reales, por tanto, son desconocidos. Y aquellos de los que disponemos deben ser valorados con mesura. Los datos epidemiológicos en los estudios realizados en los años 1988 y 1998 en Cataluña detectaron, en el año 1988, un total de 5.989 casos de maltrato infantil. Las negligencias (78,5%), los malos tratos psicológicos (43,6%), y los malos tratos físicos (27%), fueron los más notificados. El número de casos de abuso sexual comunicados fue muy bajo (2,1%), en comparación con la realidad que otros estudios de ámbito estatal apuntarían más tarde (19%, en el de López, en 1994). Diez años más tarde, en 1998, se repitió la encuesta con los mismos destinatarios. De los 21.000 casos comunicados entonces, las negligencias (72,7%), los malos tratos psicológicos (38,8%) y el maltrato físico (15,5%) continuaban en los tres primeros lugares, todos ellos en porcentaje menor al del estudio anterior. El abuso sexual, en cambio, ascendió al 9,2%, multiplicando por más de cuatro su porcentaje. El análisis de los datos puede llevar a engaño si lo único que deducimos es que ha aumentado mucho el abuso sexual, sin tener en cuenta que lo que el estudio realmente refleja es la mejora en la capacidad de detección de los profesionales, que durante el decenio que medió entre los dos trabajos estadísticos recibió formación por medio de diferentes campañas orientadas a mejorar tanto las aptitudes (el grado de conocimiento sobre el tema) como las actitudes (el grado de implicación para activar la red social de apoyo de la que los pediatras formamos parte). El lema de la principal iniciativa lo dejaba bien claro: “No estás solo, no le dejes solo”. El saber qué hacer cuando sospechamos que un niño o una niña han sido abusados o maltratados permite dar salida a situaciones difíciles de gestionar cuando nos creemos solos ante la duda diagnóstica y/o el desconocimiento de las consecuencias que puede conllevar la denuncia de un caso. Sabiendo, además, que tenemos la obligación legal de comunicar al juzgado todos los casos que diagnosticamos.

En la revisión de Soriano(11), los casos declarados en España en el año 2005, según el “Programa Nacional de Epidemiología de la Violencia en el Ámbito Familiar del Centro Reina Sofía”, fueron de 0,84 niños maltratados por 1.000 niños menores de 18 años. La incidencia de maltrato en el ámbito familiar entre 2001 y 2005 había aumentado un 146,2%. En este estudio, la negligencia representó el 86,4% del total de los malos tratos, seguido del abuso emocional y posteriormente el maltrato físico. Los casos de abuso sexual sólo representaron el 3,6% de todos los casos informados de maltrato, un porcentaje muy alejado del 19% del estudio de López (1994) citado anteriormente.

El mayor control social hace que la mayoría de los casos se detecten en los estratos socioeconómicos desfavorecidos, que son los que más acuden a los servicios de atención de titularidad pública. En estos ambientes sociales, el paso al acto, la agresión y la violencia acostumbran a ser la respuesta inmediata a las situaciones de conflicto con que todas las familias se encuentran. En los niveles socioculturales más altos, podemos encontrar malos tratos psicológicos de acción (menosprecio, rechazo, burla) y/u omisión (desinterés por la vida de los hijos, dimisión de la función parental). Los abusos sexuales, a pesar de encontrar el camino fácil en los medios más deficitarios a causa de las condiciones de vida, no son exclusivos de ningún ambiente sociocultural. El pediatra puede tener una visión negativa de las familias en condiciones de falta de higiene y llegar a la conclusión de que existen negligencias. La higiene y la limpieza no siempre se asocian a un ambiente psicoafectivo favorable. Y la situación inversa también es cierta.

Etiopatogenia y orientaciones preventivas

En el modelo de interacción social para que exista maltrato intrafamiliar deben coincidir cuatro factores: un padre o una madre especial, un niño o niña especial, la tolerancia social de la violencia y una crisis desencadenante.

¿Por qué una especie de este planeta es capaz de lesionar a sus propias crías? Las explicaciones a este hecho han sido diversas. Para explicar el maltrato intrafamiliar, se ha oscilado desde el modelo psiquiátrico, que consideraba que todos los agresores eran enfermos mentales, hasta el modelo social, que ponía el énfasis en las dificultades de orden económico y cultural de los padres, llegando, finalmente, a un término medio en el modelo de interacción social. Para éste, para que exista maltrato, deben coincidir cuatro factores: un padre o una madre especial, un niño o niña especial, la tolerancia social de la violencia y una crisis desencadenante. Las características que definen un padre o madre especiales incluyen, entre otros: a) maltratado/-da durante su infancia; b) apatía, depresión y/o intolerancia a la frustración; c) difícil control de su agresividad; y d) antecedentes de experiencias educativas deformantes. De todas formas, la causa que cada vez recibe más importancia como factor etiológico es el aislamiento social. Romper este aislamiento, permitir que estas personas sientan el apoyo social de otros y que sepan dónde acudir en caso de necesidad, constituye un objectivo fundamental de la prevención. Entre los datos que llevan a que un/-a determinado/-a niño o niña sea especial y, por tanto, víctima de la violencia, encontramos: a) hijo no deseado o fruto de otra unión; b) prematuro o neonato que ha sufrido una separación precoz de sus padres; c) niño o niña con enfermedad crónica, malformación o invalidez; d) partos múltiples; y e) niño hiperactivo y/o con llanto continuado. Conseguir que todos los hijos sean deseados (“un niño ya nace cuando aparece en sus padres el deseo de tenerlo”), que el apego entre los progenitores y los bebés se establezca de una forma positiva lo más precozmente posible y que su nivel de salud llegue a sus máximas posibilidades, constituyen otras estrategias para evitar los malos tratos infantiles. La tolerancia social de la violencia como un sistema válido para resolver los conflictos justifica que se mantenga como una forma aceptada para educar a los hijos. Fomentar el uso de métodos alternativos para conseguir la disciplina y la corrección en los niños es otra vía de prevención de la violencia intrafamiliar. Es en esta dirección que actúa “Save the Children”, con su campaña para la sensibilización contra el castigo físico en la familia: “Educa, no pegues!”. La crisis o episodio desencadenante puede ser cualquier contratiempo o situación que los padres sientan como tal: desde el llanto del bebé en la madrugada hasta la rotura accidental de un jarrón por parte de un niño movido. La anticipación y la información sobre las situaciones más habituales y previsibles en función de la edad del hijo o hija durante las visitas de seguimiento, como una guía anticipatoria informativa y desangustiante, es otra de las vías de prevención.

La responsabilidad del buen trato a los menores nos compete a todos, y no solamente a sus familiares.

El otro modelo etiopatogénico es el modelo ecológico, que nos permite entender mejor la presencia de otras formas de maltrato que van más allá del maltrato intrafamiliar. La figura 1 lo resume en una imagen. Y nos lleva a comprender que el buen trato a los niños no compete exclusivamente a sus progenitores. Como leíamos hace unos años: “Niños bien tratados: responsables, todos”. El modelo ecológico parte de un núcleo (el microsistema) compuesto por el menor y los familiares de los que depende. Es interesante saber diferenciar entre la pertenencia y la dependencia. Ciertamente, un bebé depende de sus padres, pero no les pertenece. Como tampoco pertenece a la sociedad en la que nace. El niño solamente pertenece a su propio futuro, futuro que entre todos debemos asegurar. Envolviendo a cada microsistema encontramos el entramado social en que las familias viven, el exosistema, que actúa como continente y red de apoyo a las necesidades que los progenitores deben asegurar para sus descendientes. Nuestro papel se encuentra aquí, entremezclado con el de otros muchos profesionales del mundo de la infancia, compañeros de camino en la tarea de dar apoyo social a las familias. Y todo ello bañándose en el macrosistema, el mar de valores culturales, actitudes y creencias que dan cohesión a la sociedad en la que vivimos. Un mar nada encalmado en estos tiempos.

 

Figura 1. El maltrato infantil y el modelo ecológico.

 
 

Figura 2. El maltrato infantil y el modelo ecológico.

 

Los pediatras de Atención Primaria, hoy: ¿agentes de maltrato infantil?

Este escrito tiene su objetivo más orientado a nuestra actitud que a nuestra aptitud, más a nuestra disponibilidad que a nuestra capacidad para recordar y/o reconocer signos y síntomas.

Demasiado a menudo, la primera reacción social (también de los profesionales sanitarios) ante un nuevo caso de maltrato es: “el culpable, a la prisión y el niño, a la institución”. Sin darnos cuenta de que, muchas veces, nuestra actuación como profesionales dista mucho del ideal que desearíamos ofrecer. ¿Que la situación actual no es halagüeña para el ejercicio de nuestro tarea en el ámbito de la Atención Primaria de Salud? Ciertamente, pero ello no es excusa para detenerse. Cuidado, pues, ya que sería muy triste que nuestra falta de previsión y nuestra dejadez en la defensa de los derechos de los niños que atendemos nos convirtiera en maltratadores institucionales por acción u omisión. En un reciente artículo sobre las competencias en Pediatría, se insiste en nuestro deber como portavoces y veladores de los derechos de los niños. En él, se resaltan los tres aspectos diferenciales que el ejercicio de la Pediatría tiene en relación con los otros campos de la Medicina: a) todo lo que se refiere a la prevención (primaria, secundaria, terciaria y, yo añadiría también, cuaternaria); b) todo lo que se refiere a la capacidad de comunicación con el paciente (del neonato al adolescente) y, más específicamente, en el tema que tratamos; c) el papel del pediatra como defensor del menor. Y en este camino no estamos solos. Los elocuentes dibujos de la publicación “Atención, ¡frágil!”(10), en las figuras 2-6 nos ayudan a entender nuestro papel en el marco del modelo ecológico ya comentado. Son muchos profesionales con los que podemos compartir las dificultades que una familia puede generarnos: desde los que nos parecen más cercanos (el diplomado de enfermería, el trabajador social, el médico de cabecera de la familia, el psicólogo), hasta los que queremos lejanos (el juez, el fiscal, el médico forense, los cuerpos de seguridad). Cada uno de nosotros tiene su papel. Y es una suerte que sea así, porque los casos de malos tratos constituyen una carga demasiado pesada para ser soportada solamente por una espalda. La red social que entre todos formamos va a poder contener los problemas que se nos presenten si cada uno de nosotros (un nudo en la red) cumple con su papel. Si en lugar de ello lo que ocurre es que, en nuestras relaciones interprofesionales, repetimos los mismos factores que llevan a la desestructuración familiar (rigidez, falta de diálogo, de intercambio, de aceptación del otro y de sus ideas) dificilmente vamos a conseguir nuestro objetivo: ser profesionales de una red de ayuda. Un nudo aislado poca cosa puede retener. Solamente si se siente parte de una red más amplia, y tiene una buena relación con los nudos vecinos, podrá ejercer su tarea de contención y apoyo. El primer paso para conseguir un correcto abordaje de las familias es la buena coordinación y entendimiento entre los que han de intervenir. Y la ignorancia de los otros integrantes de la red es, sin ninguna duda, nuestro primer error. Sabiendo además que, a menudo, debemos canalizar todas los esfuerzos de apoyo a una determinada familia en el profesional mejor situado en relación con los objetivos que, como equipo, deseamos obtener en cada caso. Y no siempre sabemos ceder nuestro protagonismo.

Las diferentes formas de maltrato infantil: signos de sospecha

Las negligencias (personales, familiares e institucionales) constituyen la forma más detectada de maltrato infantil pero no acostumbran a ser abordadas hasta que han llegado a la categoría de catástrofe.

En los trabajos de García y Martínez(7) y en el de Soriano(11) hay abundante información sobre indicadores de las diferentes formas de maltrato. A ello podemos añadir la guía clínica de G. Gonzalo Oliván(12). Apuntamos ahora, brevemente, aquellos que consideramos más útiles:

Maltrato físico

Es la forma más conocida y la que provocó la primera definición específica de maltrato: el síndrome del niño apaleado. Incluye cualquier acto que comporte lesiones físicas, intoxicaciones y/o enfermedades. A pesar de que los accidentes son habituales en los niños, podemos sospechar que nos encontramos ante un traumatismo no accidental cuando:

a. Los padres:

– Retrasan la solicitud de atención médica.

– Dan versiones discrepantes o contradictorias cuando se les pregunta por el origen de las lesiones.

– Han acudido a otros centros sanitarios por episodios similares.

– Toman una actitud pasiva ante el hijo lesionado.

– Tienen antecedentes de maltrato durante su infancia.

– Tienen una historia de aislamiento, depresión y/o intolerancia a la frustración.

Es preciso detectar precozmente las situaciones de riesgo cuando los padres o cuidadores:

– Piden ayuda de forma indirecta mediante la solicitud de atención urgente por problemas aparentemente banales, o inexistentes, o quieren un ingreso hospitalario, injustificado según nuestra opinión.

– Peregrinan con el niño o niña por diferentes centros asistenciales.

– Son incapaces de aplicar una disciplina coherente.

– Desconocen el desarrollo normal de un niño y tienen unas expectativas exageradas sobre su comportamiento.

b. El niño o niña:

– Tiene menos de tres años.

– Presenta algun tipo de invalidez (real o percibida así por sus padres) o enfermedad crónica y/o ha estado separado de sus padres precozmente, en especial si ha sido durante el periodo neonatal, o por periodos prolongados.

– Llora continuamente.

– Toma una actitud defensiva o de miedo cuando un adulto se acerca.

– Presenta lesiones características en diferente periodo evolutivo, principalmente:

- Lesiones cutáneas (moratones, mordeduras, quemaduras).

- Fracturas recientes y/o antiguas.

- Hematoma subdural, con o sin fractura, que puede manifestarse por un aumento del perímetro craneal, un trastorno de la consciencia, convulsiones y/o una hemorragia retiniana.

- Es sujeto de negligencia habitual o presenta malnutrición y/o retraso pondoestatural y psicomotor.

- Ha sufrido traumatismos recientemente y tiene antecedentes de episodios similares.

- No tiene nuevas lesiones y mejora su estado físico y psicológico cuando se le separa del medio en que habitualmente vive (hospitalismo de signo inverso).

c. La familia se encuentra inmersa en unas condiciones sociales y/o psicológicas desfavorables que pueden desembocar en violencia. Y es preciso tener en cuenta que, a menudo, es difícil saber dónde acaba la corrección y la disciplina paterna y dónde empieza el maltrato.

En estos casos es aconsejable obtener fotografías y/o filmaciones dado que, en caso de un eventual juicio y demanda de pruebas, permitirán objetivar el estado del niño o niña en el momento de la atención médica.

Maltrato por negligencia

Es la forma de maltrato infantil más frecuente, y no recibe el interés que esto le otorgaría debido, probablemente, a la multitud de factores que se encuentran en su origen y que escapan a las posibilidades estrictamente médicas. La explotación laboral va desde el trabajo físico en edad escolar hasta el uso de niños como reclamo para pedir caridad. El abandono es la forma más grave, pero también debemos incluir los casos en los que no se atienden las necesidades sanitarias, de alimentación y/o de abrigo mínimas o aquellas en las que se priva al niño o niña de una atención protectora y/o educativa.

Las manifestaciones que encontraremos en un niño o niña que se han visto privados, de forma crónica, de sus necesidades nutricionales y/o afectivas incluyen:

• Retraso pondoestatural o hipotrofia por abandono, cuadro en el que destaca el adelgazamiento progresivo y la desnutrición, la posterior caída de la curva de talla y el mantenimiento del perímetro craneal, y el retraso de la edad ósea y dentaria. La esmerada realización de las curvas de somatometría es de una gran ayuda para evaluar correctamente estos casos. La retirada del niño del medio habitual donde vivía y la satisfacción de sus necesidades físicas y psicológicas provoca una mejora espectacular en su estado.

• Retraso psicomotor que afecta, a menudo, a los cuatro apartados: personal-social, lenguaje, motricidad global y motricidad fina. En el lactante, la plagiocefalia o alopecia occipital pueden ser orientativas de abandono.

• Trastornos de la conducta que, en los casos más graves, pueden presentarse con:

– Actitud indiferente, con la mirada perdida o vacía, apatía, sin ningún interés por el juego.

– Trastornos de la alimentación (vómitos, rumiación).

– Actitudes de agresión al entorno, de autoagresión y/o autoestimulativas.

Una negligencia de corta duración puede no influir en la evolución del niño/-a, pero hay que tener en cuenta su edad y la intensidad de la privación. En los niveles socioculturales deficitarios, la negligencia, física y/o emocional, puede tener su origen en un desconocimiento de las normas básicas de puericultura aplicables en nuestra sociedad o en los problemas inherentes a una maternidad demasiado precoz, más que en un maltrato consciente. Sin olvidar que las actitudes culturales y/o religiosas de las familias pueden condicionar mucho las atenciones que sus hijos reciben.

Maltrato psicológico o emocional

Aparece cuando los adultos responsables provocan, con acciones o privaciones, sentimientos que repercuten negativamente en la autoestima del niño o niña y/o le limitan sus iniciativas. Aquí encontraremos el desprecio continuado, el rechazo verbal, el insulto, la intimidación y el abuso de poder y la discriminación. A pesar de no dar signos y síntomas externos, la indiferencia y la ausencia de manifestaciones de apego pueden llevar, si persisten en el tiempo, a trastornos importantes de la personalidad. Y, a pesar de que afectan a niños y niñas de todos los ámbitos sociales, van a predominar de forma aislada allí donde la verbalización tiene su sistema de comunicación preferente, o sea, en los niveles socioculturales más altos. En los ámbitos económicamente más deficitarios, podemos encontrarlo asociado a otras formas de maltrato.

En los casos leves, vamos a encontrar trastornos del desarrollo: retraso psicomotor, inmadurez intelectual y dificultades de aprendizaje y de lenguaje. Si la privación se mantiene en el tiempo y/o se intensifica, aparecen problemas emocionales y/o de relación en forma de regresión o de conductas de tipo fóbico, histérico, maníaco y/o depresivo. El maltrato psicológico acaecido antes de la adolescencia tiende a expresarse en forma de trastornos de las funciones (alimentación, sueño, control de los esfínteres). A partir de la preadolescencia, predominan las manifestaciones emocionales y relacionales.

La sobreprotección y el aislamiento social secundario, en tanto que limita la capacidad del niño a crecer de forma cada vez más autónoma, es contraria al buen trato, protector pero también estimulador, que todo/-a niño/-a necesita. Constituye, por tanto, una forma de maltrato infantil por exceso.

Adopción y maltrato

Los expertos en seguimiento post-adoptivo aconsejan a los padres que dediquen el primer año a la creación y el fortalecimiento del vínculo afectivo intrafamiliar, tenga el niño adoptado la edad que tenga, antes de incorporarle a la escuela, para conseguir así las mejores condiciones, tanto para el niño como para la familia. Esta realidad choca claramente con las posibilidades reales que las familias, adoptantes y no adoptantes, tienen de poder llevar a cabo una maternidad o paternidad responsable y consciente con las necesidades y el interés superior al menor.

En el apartado inicial, ya nos preguntábamos si el niño adoptado puede ser un niño maltratado. Y esto es así porque el enorme volumen de adopciones internacionales, de niños con un periodo prenatal y una primera infancia difíciles, que muchas familias españolas efectuaron hace unos 10 años, nos está aportando demasiados adolescentes con problemas de conducta que, ahora, las familias no saben ni pueden contener y que, en algunos casos, devuelven a la Administración para que se haga cargo de ellos.

Abuso sexual

Se incluyen aquí todos aquellos actos, tanto si son esporádicos como mantenidos en el tiempo, en los que se utiliza sexualmente a un menor en beneficio de un adulto que le coacciona o le somete por su autoridad. La forma más conocida de maltrato infantil intrafamiliar es el incesto. En estos casos, el código de silencio que existe dentro del núcleo familiar es el principal obstáculo para que, desde la misma familia, sea posible encontrar una salida. La falta de signos externos de agresión dificulta el diagnóstico. El abordaje del caso solamente es posible si somos capaces de detectar la situación de equilibrio abusador en que la familia vive. La “divulgación del secreto” del abuso, va a romper el (injusto) equilibrio familiar, pero es el primer e imprescindible paso para el abordaje terapéutico. Y aquí se nos plantea una evidente discordancia entre nuestra formación como restablecedores de desacuerdos y enfermedades y la necesidad de desequilibrar una familia hasta entonces sin aparentes o evidentes problemas. Pero no debemos olvidar nuestro papel como protectores de los menores.

El pediatra, que debe explorar sistemáticamente los genitales, incluida la zona anal, ha de plantearse el diagnóstico de abuso sexual si encuentra alguno de los siguientes signos de sospecha:

• Dolor, golpes, quemaduras y/o heridas en la zona genital y/o anal.

• Dificultad inexplicable para caminar o sentarse.

• Ropa rota o manchada de sangre y/o semen.

• Negación por parte del menor a realizar las actividades deportivas de su edad y/o no querer utilizar la ropa adecuada para ello.

• Infecciones urinarias de repetición.

• Relajación del tono del esfínter anal.

• Menor (más allá del periodo perinatal y antes de la adolescencia) con enfermedad venérea de causa desconocida.

• Signos importantes de alteración emocional (huidas, cambios de conducta).

• Embarazo inesperado del que no se aclara la paternidad.

• Conocimientos y/o interés exagerado en el comporamiento sexual de los adultos.

• Molestias inespecíficas indicativas de abuso crónico: enuresis, encopresis, dolor abdominal recidivante, problemas escolares recientes.

• Niño víctima de otros tipos de maltrato.

La exploración debe registrar tanto los signos de abuso y las lesiones asociadas como el estado emocional del o de la menor o adolescente. Y debemos creer su versión si afirma que ha sido víctima de abuso. De todas formas, dado que no existen signos-guía patognomónicos y definitivos, hemos de ser prudentes para no diagnosticar falsos positivos. Caso de confirmarse la sospecha, debemos recoger el máximo de datos, si es preciso demorando unas horas la exploración (para hacerla conjuntamente con el ginecólogo y el médico forense, en el centro de salud o en el hospital) para evitar el tener que repetir los interrogatorios y las exploraciones, que representan para la víctima una nueva agresión. Sabemos que la urgencia en la práctica de una exploración y en la recogida de pruebas (esperma, sangre…) se sitúa en las 72 horas posteriores a la agresión. Si el posible contacto ocurrió hace más de tres días, la situación puede esperar a una visita más planificada y que evite atropellos y victimizaciones secundarias (y, por tanto, maltrato institucional por descoordinación por nuestra parte). Es aconsejable, si es posible, que la persona que ha merecido la confianza de la comunicación por parte del o de la abusado/-a esté siempre presente como interlocutor privilegiado que aminora la presión a que el menor va a verse sometido por parte de la familia y de la misma sociedad, en la que, todavía, el abuso sexual continúa siendo un tema tabú. La grabación de la entrevista, previa demanda de autorización, puede ser una buena forma de proceder. Además, debemos dar a la víctima mensajes desdramatitzadores (“no eres el/-a único/-a que ha sufrido esta situación”, “tú no eres responsable de todo lo que está ocurriendo y de lo que ha ocurrido”). Para los niños más pequeños, puede ser útil usar muñecos o dibujos. Y no nos olvidemos de preguntar al menor sobre el origen de las lesiones. Save the Children cuenta con un buen manual de formación sobre abuso sexual infantil, orientado a los profesionales, dirigido por Horno y cols.(13).

Dentro del abuso sexual, debemos incluir también las diferentes formas de explotación sexual comercial de la niñez, constituida por prácticas que son degradantes y, a menudo, atentatorias contra la vida de los niños. Existen tres formas principales e interrelacionadas: prostitución, pornografía y tráfico con propósitos sexuales. Otras formas incluyen el turismo sexual de la niñez y los casamientos tempranos.

Un sitio web especialmente sensible en el tema del abuso sexual infantil es el de la Asociación RANA(14). Desde hace un año, el Consejo de Europa, por medio de la red de asociaciones de FAPMI, está impulsando en toda nuestra geografía la campaña “Uno de cada cinco”(15), que es la incidencia de violencia sexual en los niños y adolescentes europeos. Esta campaña va destinada a sensibilizar a la población sobre la existencia de un tema, todavía tabú en nuestra sociedad, el abuso sexual infantil, y a ayudar a los niños y niñas a autoprotegerse, con una población diana en la franja de edad de 4 a 7 años. Para ello, se focaliza en la sensibilización de los maestros y psicólogos de las escuelas mediante sesiones de formación. Otra excelente fuente de formación, en este caso sobre el abuso sexual intrafamiliar, es la película “No tengas miedo” de Moncho Armendáriz(16).

Maltrato prenatal

Aparece cuando una mujer en periodo de gestación descuida, de forma deliberada o consciente, las atenciones que un embarazo exige. La situación más evidente es la del hijo de madre adicta a drogas (desde la heroína o la cocaína, al alcohol y el tabaco), pero debemos incluir también la alimentación incorrecta y/o deficitaria, un ritmo de trabajo excesivo y/o la falta de control del embarazo, entre otros. La generalización de la consulta prenatal y la relación del pediatra con los equipos ginecológicos y de preparación al parto permiten una mejor detección precoz de los casos que nos exigen un aporte añadido de apoyo y ayuda (que para esto queremos detectar los factores de riesgo).

Síndrome de Münchhausen por poderes

Consiste en la descripción, por parte de los padres o tutores, de hechos falsos o en la provocación, en el niño o niña, de signos y síntomas de enfermedad para generar un proceso diagnóstico y de atención médica continuada o mantenida. Hemos de tenerlo en cuenta cuando, después de múltiples estudios, pensamos: “no he visto nunca un caso como este”. La causa de base se encuentra en problemas psiquiátricos de los padres, a menudo trabajadores del ámbito sanitario. Para llegar al diagnóstico, es preciso recoger los historiales anteriores de la víctima, que la mayoría de las veces ha sido atendido en diversos centros asistenciales. De todas formas, también hemos comentado anteriormente que la insistencia y la repetición de las visitas puede constituir una forma encubierta e indirecta de solicitud de ayuda.

Maltrato institucional

El maltrato infantil no es exclusivo del ámbito familiar. Las instituciones y los profesionales del mundo de la infancia, pero también los organismos administrativos y políticos pueden generar actuaciones de acción y/u omisión que impidan o frenen el mejor desarrollo de los niños y jóvenes que nuestra sociedad puede ofrecerles. Pueden ser tanto acciones en contacto directo con el niño como actos o disposiciones que van en contra de los intereses reales de la infancia en general. La yatrogenia por falta de preparación de los profesionales o la falta de coordinación entre ellos son ejemplos evidentes de este tipo de maltrato.

Diagnóstico y abordaje por parte del pediatra de Atención Primaria

Ante un menor en peligro, nuestro primer objetivo, además de tratar las lesiones que presente, es asegurar su protección, sin olvidar, sin embargo, que en las situaciones de maltrato infantil un profesional no puede actuar nunca solo.

El pediatra en Atención Primaria, en un centro de salud, en un consultorio municipal o en su ejercicio privado puede: a) detectar, durante una visita motivada por otra causa, lesiones, comportamientos o datos sugerentes de maltrato; b) ver solicitado su criterio para confirmar una sospecha formulada por otro profesional; o c) que se pida su opinión en la tramitación administrativa o judicial de un caso. De hecho, ante una lesión sospechosa no es tan importante el conocer exactamente quién, cómo y por qué se ha producido, como la correcta valoración del peligro en que la víctima se encuentra en su ambiente habitual. Además, el primer paso para llegar a un tratamiento global de todo el núcleo familiar es la obtención de la confianza y colaboración de los padres.

Debemos diagnosticar el maltrato al lado de los padres, no en contra de los padres.

Podemos condenar el hecho objetivo de la agresión, pero debemos respetar la subjetividad del agresor. Nosotros no somos jueces y además es probable que también el agresor haya sido maltratado o abandonado en su infancia y necesite también ayuda. Hemos de saber sustituir las posiciones de rechazo y enfrentamiento por actitudes de colaboración y apoyo a los padres, a pesar de que esto resulte difícil cuando tenemos delante un niño maltratado. La actuación médica y de enfermería no debe limitarse a la cura de las lesiones, sino que ha de proseguir con en el trabajo multidisciplinario, para intentar resolver los problemas que originaron la agresión y evitar así la aparición de recidivas. La comprensión de la subjetividad del concepto de agresor actual versus víctima anterior se me ha esclarecido al comprobar que, en mi centro de salud mental infantil y juvenil de referencia (del nacimiento a los 18 años), el 10% de jóvenes a los que atienden son agresores sexuales de niños de menor edad. Con una peculiaridad en su historia: todos ellos son varones y habían sido abusados sexualmente a una edad inferior. ¿Podemos juzgar su conducta actual sin reconocer que no fuimos capaces de actuar cuando eran ellos las víctimas?

Desde el descubrimiento del maltrato a la comunicación del hecho, y desde comunicación del caso a la intervención eficaz, hay unos periodos de tiempo durante los cuales la víctima continúa sufriendo. “Mojarse” significa que el profesional ha de dar un paso adelante, implicarse y asumir ciertos riesgos. Ante un niño en peligro, el profesional se encuentra en una situación incómoda, a veces angustiante, y probablemente agradecería tener un remedio-medicina que resolviera la situación. Pero la solución milagrosa no existe. Nuestra formación, excesivamente orientada a la curación, al éxito por el individualismo, a tener soluciones rápidas para todo, no puede resolver la gran diversidad de factores que originan los malos tratos infantiles.

Ante un caso dudoso y/o ante una familia con factores de riesgo de maltrato, puede sernos de ayuda comentar el caso con el trabajador social (o con el profesional que pueda ofrecernos más datos sobre el ambiente donde la posible víctima vive), dado que a veces se trata de familias desestructuradas ya conocidas por nuestra red. Si el diagnóstico es claro, tenemos la obligación legal de realizar la comunicación judicial de lesiones (inmediata y urgente si es preciso) e informar también a las instituciones de protección a la infancia, con una documentación lo más amplia y detallada posible por si es necesaria en una tramitación judicial posterior. Ante un menor en peligro nuestro primer objetivo como profesionales es asegurar su protección y le debemos dedicar el tiempo que haga falta sin olvidar, sin embargo, que en las situaciones de maltrato infantil un profesional no puede actuar nunca solo.

El miedo al error, por exceso o por defecto, puede hacer aconsejable la hospitalización para excluir o confirmar un problema médico grave. La hospitalización, además de permitir la protección del menor durante el periodo de evalución y tratamiento, permite la correcta observación del menor, sus padres y de la relación entre ellos. Constituye una medida a la vez diagnóstica y terapéutica y permite la derivación de una eventual denuncia judicial, a pesar de que no debemos retrasarla si el diagnóstico ya es evidente en la visita de atención primaria. El trabajo de Pou en esta misma publicación (Pediatr Integral 2000; 5(7): 751-759) y en la de Protocolos de Urgencias Pediátricas(16) constituyen una guía clara de actuación ante situaciones de maltrato físico y abuso sexual una vez hemos llegado al ámbito hospitalario. En el algoritmo final del presente artículo, el autor plantea una propuesta de abordaje centrada en la Atención Primaria.

Orientaciones preventivas y niveles de prevención

No atendemos abuso infantil. Lo que atendemos son menores abusados, cada uno con su singular historia, con su singular familia y, por tanto, con la necesidad de un tratamiento también singularizado.

Si sabemos que todos somos maltratadores potenciales de los niños y que solamente es preciso que se acumulen las circunstancias para llegar al maltrato, para prevenirlos realmente hemos de saber dar apoyo a los padres o cuidadores en los frecuentes momentos de dificultad que la vida a todos nos da y ayudarles a tener unas expectativas realistas ante sus hijos y así mejorar su actuación cuando se presenten las circunstancias adversas.

En el campo de la Pediatría Social, es evidente que las causas son comunes a diversos de los problemas que abordamos. Las causas son sociales y los efectos, pediátricos. Allí donde los menores pasan la mayor parte de su tiempo despiertos es donde es preciso insistir en asegurar las atenciones que precisan. Los centros educativos son, junto con los centros sanitarios, lugares privilegiados para la aplicación de medidas preventivas en todos sus niveles.

A pesar de que la prevención del maltrato infantil puede abordarse de distintas formas, aquí vamos a diferenciarla en niveles (del primario al cuaternario) y, en cada uno de ellos, definiremos su población diana y los objetivos específicos.

Prevención primaria

Tiene como diana a toda la población, dado que todos somos maltratadores potenciales de los menores, y su objetivo es la reducción o la desaparición de nuevos casos, antes de que el fenómeno se presente. Constituyen medidas de prevención primaria todas aquellas actuaciones de ayuda y empoderamiento de las familias que fomenten el buen trato infantil de forma extensa y generalizada. Cada pediatra conoce (o debería conocer) los recursos sociales y educativos que existen en su zona de influencia. ¿Cuáles son los objetivos de la prevención primaria?:

• La eliminación o la reducción al mínimo de las circunstancias ambientales y sociales que favorecen su aparición, circunstancias que a menudo se deben a aspectos macroeconómicos (injusticia social, paro, inmigración) que no estan a nuestro alcance abordar, aunque sí conocer.

• Sensibilización de la población general acerca de lo que es y supone el fenómeno de los malos tratos a los niños.

• Promoción de la salud y de la competencia de la población en la mejora del buen trato a que todos los niños y niñas tienen derecho, aumentando las defensas del individuo para que le sea más difícil llegar a maltratar a un niño. ¿Cómo? Por un lado, incrementando su tolerancia a la frustración y dándole alternativas al uso de la violencia como método correctivo; y, por otro, mediante la educación sobre el niño normal, su comportamiento y las atenciones que precisa. En este campo, queremos destacar el mantenido papel de Save the Children en su apoyo a las familias, ahora con su campaña “Creciendo como padres y madres”(18). Otra publicación interesante es la de Meeks(19).

• El periodo en que los futuros padres son más accesibles para educar ya sobre lo que es una maternidad/paternidad responsable es el de la escuela secundaria. Aunque la ventaja de la accesibilidad presencial de la mayoría de jóvenes no nos asegura que el mensaje que queremos transmitir llegue a su destino. No nos sirve que el cuerpo esté presente si la mente está ausente.

• Para los ya madres y padres, especialmente sensibilizados para recibir esta educación, el periodo prenatal, los días de hospitalización que siguen al parto, los días críticos del retorno a casa y los años de escolarización (“escuela de padres”) son las etapas que debemos aprovechar. Las escuelas de padres municipales constituyen una variante útil. En nuestra zona, la Biblioteca municipal impulsa grupos de ayuda mutua, gratuitos y patrocinados por el Departamento de Bienestar y Familia (“Créixer en família-Crecer en familia”)(20), con reuniones semanales o quincenales bajo la dirección de una psicóloga que están resultando especialmente útiles. Asimismo, desde la Biblioteca y en el programa “Creixem llegint” (“Crecemos leyendo”)(21), se ha realizado una selección de cuentos infantiles que permiten abordar pequeños o grandes problemas comunes que las familias no saben, a menudo, cómo afrontar, y que son mejor canalizados al verbalizarlos a partir de un libro, que pueden llevarse a casa en préstamo. Como pediatras podemos recetar la lectura de cuentos de la Biblioteca municipal como un método complementario para fomentar la red social, mejorar el vínculo intrafamiliar y empoderar a las familias.

• Potenciar el papel de los profesionales, mejorando tanto sus conocimientos (aptitudes) sobre la realidad de este problema en su ámbito de trabajo y de los recursos que puede utilizar como su disponibilidad a actuar cuando la situación se presente (actitudes). Hay que potenciar la formación y la sensibilización tanto en el pregrado como en el postgrado, sin olvidar la necesaria educación sobre el trabajo en equipo. El abordaje interdisciplinario es aquí imprescindible para, entre todos los que debemos intervenir, buscar siempre la mejor solución para el o la menor, pero también para su familia. Y, detrás de ello, debe existir la confianza de que la detección servirá para mejorar las expectativas del niño. Si el profesional desconfía o no conoce las redes de colaboración, de poco servirá que esté formado y sensibilizado. Así pues, también es importante cuidar las condiciones en que estos equipos ejercen su trabajo y supervisar la salud mental de sus profesionales.

Un aspecto de la prevención primaria del maltrato infantil hasta hace poco olvidado es el de la educación para la mejora de la autoestima y para la autoprotección de los verdaderos protagonistas: los niños y niñas. Este es un apartado que, desde distintos foros, está recibiendo un creciente interés(13,22-24) y que tiene especial importancia en la autoprotección de los jóvenes ante las amenazas canalizadas por medio de las nuevas tecnologías de la información. Existen blogs específicos que están orientados a las familias, para proteger a sus hijos, y que los pediatras también deberíamos conocer para obtener información que podemos facilitar a los padres: “Menores en peligro, padres en acción” es una de ellas(22).

Prevención secundaria

En este nivel, la población diana son los menores y las familias en situación de riesgo, no tanto para etiquetarlas como para intentar contrarrestar, mediante el soporte en red, sus dificultades. Somos profesionales de la ayuda de la individualidad de cada caso y de cada familia, y no de la clasificación simplificadora y cómoda. Demasiado a menudo hemos buscado disponer de un listado de factores de riesgo aplicables a toda la población sin tener en cuenta que estos datos se han obtenido a partir de casos ya diagnosticados de maltrato en niveles sociales deficitarios, con lo que aún etiquetamos y segregamos más a estas familias, y que sólo encontramos las cosas allí donde las buscamos.

El objetivo de la prevención secundaria es la desaparición, o la reducción, de la situación de riesgo antes de que el maltrato aparezca, mediante:

• La detección y el abordaje precoz de las situaciones de riesgo.

• La promoción de la salud y de la competencia de la población de riesgo.

En los periodos prenatal y perinatal, las comadronas y el personal de enfermería son las protagonistas, por su ascendencia sobre las madres y por su privilegiada situación en observar las relaciones entre los padres y el bebé que esperan o que acaba de llegar. A pesar de tratarse de datos inespecíficos de riesgo, vamos a apuntar algunos de los que deben encender nuestra señal de alerta: a) madre o pareja adolescente y/o inmadura; b) adicción a drogas de difícil control; c) excesiva preocupación por la vida laboral, profesional o social; d) aislamiento y falta de relaciones sociales; e) embarazo no deseado; f) manifestaciones de rechazo del bebé y/o falta de control del embarazo hasta el final del mismo; g) desestructuración familiar; h) planteamiento de ceder al niño en adopción; i) antecedentes de malos tratos en los padres y/o en hijos anteriores; y j) rechazo a contactar con el bebé una vez nacido.

En los momentos finales del embarazo y en los comienzos del postparto, es importante fomentar las oportunidades que permitan establecer una relación emocional positiva entre la pareja y el hijo, ayudar a reducir el sentimiento de soledad y aislamiento de la pareja durante el último trimestre y buscar un soporte material y psicológico cuando la madre haya de regresar al domicilio. Esto, que es de utilidad como medida de prevención primaria en toda la población, tiene una importancia mayor como prevención secundaria en las familias en situación de dificultad.

Después del periodo perinatal, en el ámbito sanitario, tienen especial interés los servicios de Atención Primaria de salud, que es donde acudirán las familias para las revisiones periódicas preventivas y cuando existan pequeños o grandes problemas de salud. Es aquí donde podremos ir conociendo ampliamente las características psicosociolaborales del grupo familiar, y entrever las situaciones anómalas en el funcionamiento de la pareja y de la relación niño-pareja. Como ejemplos de ello, podemos encontrar, entre otros: a) formas de correción verbal o física agresivas por parte de los padres; b) hábitos de coacción; c) faltas repetidas en la escolarización; d) visitas repetidas sin motivo aparente o que no se atreven a desvelar; e) la insistencia a ingresar al niño por motivos banales; f) la incomparescencia repetida a las visitas de niños con procesos graves y/o crónicos; g) los retrasos, inexplicables médicamente, en el ritmo de crecimiento y maduración; h) la comprobación de repetidos engaños por parte de la familia; i) los propios relatos del niño; j) la falta de higiene repetida; o k) los accidentes excesivamente frecuentes. Se puede añadir aquí la patología ligada a la disfunción familiar, más manifiesta en los fines de semana y en los periodos de vacaciones escolares.

Cuando el sistema sanitario funciona adecuadamente, la visita de asistencia primaria es una pieza fundamental para la vigilancia de la salud, y permite descubrir fácilmente las situaciones de riesgo y contactar con los servicios adecuados para mejorar las expectativas del menor y su familia. Si, como a menudo ocurre, el sistema sanitario no dispone de personal y/o tiempo y sólo cumple con lo mínimo, la promoción de la salud queda relegada a un segundo plano, lo que da pocas perspectivas a las familias en situación de dificultad.

La visita domiciliaria desde la etapa prenatal hasta los dos primeros años de vida en las familias de riesgo de cometer maltrato. En los primeros meses de vida es bueno acompañar y aconsejar a los padres sobre el frecuente cólico del primer trimestre con mensajes verbales, pero también por escrito, sobre la mejor manera de actuar para no perjudicar al bebé. El dar consejo para “evitar el síndrome del niño sacudido” es, por ejemplo, una de las medidas preventivas que encontramos en diversas publicaciones(8,10). Nos preocupan especialmente aquellas situaciones que pueden comprometer el establecimiento y fortalecimiento del vínculo afectivo maternofilial. Y sabemos de la importancia de los primeros meses postnatales para conseguirlo. La depresión postparto puede constituir un impedimento mayor. Para evaluarla de forma objetiva nos es útil la Escala de depresión postnatal de Edimburgo(25).

¿Qué instrumentos podemos utilizar para detectar situaciones de riesgo en poco tiempo? Apuntaremos algunos ejemplos. Como consejo práctico para evaluar los métodos de corrección que se usan en casa, al autor le es de ayuda formular la pregunta: “cuando el niño o niña no hace lo que usted quiere que haga, ¿cómo se las arregla Usted para conseguirlo?”. O también: “¿cómo se las arreglaban sus padres con Usted cuando hacia lo mismo?”. Cuando a quien tenemos delante es a un pequeño hipercinético que está sacando de quicio a sus padres (y también a nosotros y al orden de nuestra consulta): “Yo le tengo aquí sólo unos minutos y ya no puedo con él. ¿Cómo se las arregla usted para que le crea? Algún cachete le debe caer, ¿verdad?”. Y, si queremos finalizar como abogados del menor, es aconsejable pedir que cada uno de los progenitores nos diga tres cualidades que su hijo tiene, preferiblemente en presencia del menor. ¡Cuidado si solamente encuentran defectos y puntos negativos!

Prevención terciaria

La población diana de la prevención terciaria la constituyen las víctimas y su entorno, y el objetivo es reducir la gravedad de las secuelas y evitar las recidivas(26).

Para conseguirlo utiliza:

• El tratamiento de las víctimas y el entorno.

• Promoción de la salud y la competencia de las víctimas y de su entorno.

Este es el nivel que siempre hemos aplicado si nos referimos al tratamiento médico de las lesiones. No es este el momento ni el ámbito en que debamos abordar el tratamiento pormenorizado de todos y cada uno de los síntomas y signos que la víctima puede presentar. Sí lo es, en cambio, de recordar la segunda parte de nuestro deber ante un menor maltratado: velar por su protección inmediata y futura, con la ayuda de todos los integrantes de la red de la que formamos parte. Y no hipotecar, ya de entrada, con nuestra reacción visceral ante las lesiones que el menor presenta, el complejo trabajo interdisciplinario que, a partir de nuestra actuación, va a iniciarse. Podemos plantear a los padres nuestras dudas respecto al origen de las lesiones, pero debemos insistirles en que, como ellos, nuestro interés es el del bienestar para la persona lesionada, informarles de nuestra obligación legal de comunicar todas las lesiones que se presentan en nuestra consulta, y de nuestra disponibilidad de colaboración y escucha ante sus dudas. Si nos ponemos en su contra, ya de entrada, vamos a hipotecar el trabajo posterior del resto de compañeros de ruta. No somos quienes para juzgar algo que desconocemos todavía, pero sí podemos insistir en el supremo interés del menor. Así:

a. Si el menor presenta lesiones evidentes, existe una sospecha razonable o bien hay una situación de alto riesgo para su salud, debemos activar una protección inmediata, ya sea mediante el ingreso en un centro hospitalario (si existe la necesidad de atención médica) o en un centro de acogida de los Organismos de Protección a la Infancia de nuestra zona (si sus lesiones no precisan tratamiento hospitalario y si la separación del ambiente habitual en que reside, para asegurarle sus necesidades sin riesgos).

1. Si el diagnóstico es evidente, debemos comunicarlo, además de a los compañeros de Urgencias del centro hospitalario si este es el caso(telefónica y personalmente durante el trayecto del menor una vez ha salido de nuestra consulta), al Juez de Guardia, así como al ministerio fiscal (aunque de este paso ya se deriva de la comunicación judicial) y a los Organismos de Protección Infantil (con la colaboración del más cercano de los profesionales de los Servivios Sociales de Atención Primaria, el/la trabajador/a social). Es conveniente saber que el médico forense es un profesional del juzgado que actuará a partir de las indicaciones que el juez le dicte, por lo que es preciso, siempre efectuar lo más precozmente posible la comunicación judicial. Los cuerpos y fuerzas de seguridad deberían actuar, teóricamente, por mandato del juez, pero puede ser útil solicitar su ayuda si precisamos protección inmediata para el/la menor (o los integrantes de nuestro equipo sanitario) antes de poder contactar con el juzgado. En nuestra comunidad, también son ellos los que se encargan de la custodia de las pruebas (fotos, ropas…) para un eventual juicio posterior.

2. Si hay duda razonable, situación de riesgo no inmediato o situación de negligencia y abandono, nuestra actuación nos llevará, además de efectuar el obligado comunicado de lesiones (la suma de muchas dudas le sirve al juez para construir una evidencia), a informar al Ministerio Fiscal (el encargado de velar por los derechos de las personas) y activar los Organismos de Protección (lo más fácil es contactar con el/la trabajador social) para iniciar el necesario control y seguimiento posterior.

b. Si lo que encontramos son indicadores psicosociales de riesgo o situaciones leves o aisladas, puede no ser necesario activar todo el circuito. Pero esto no significa que no debamos hacer nada, sabiendo, además, que es en este trabajo en equipo interdisciplinario donde encontramos la mayoría de casos. Es precisamente entonces cuando el control y seguimiento en Atención Primaria toma todo su valor, recordando que nuestra actuación con las familias puede constituir, paradójicamente, una forma de maltrato institucional. Si nuestra visión de las familias que atendemos es negativa, pesimista y generadora de frustración (Fig. 3 y 4), nuestra actuación no tendrá ni la calidad de trato ni el interés específico que una familia colaboradora y amable acostumbra a obtener de nosotros. Y el incorrecto abordaje familiar repercutirá, a su vez, en el trato que el menor va a recibir. Tanto por acción como por omisión, podemos generar una victimización secundaria. No está de más, pues, saber que no siempre tendremos delante la familia ideal que desearíamos, para sentirnos cómodos y satisfechos con nuestro quehacer diario. Las mayoría de las familias, como nosotros los profesionales, procuran hacer las cosas lo mejor que saben en función de sus capacidades y de las circunstacias que viven.

 

Figura 3. El maltrato infantil y el modelo ecológico.

 

 

Figura 4. El maltrato infantil y el modelo ecológico.

 

Muchas de sus preocupaciones y angustias se resuelven fácilmente si mejoramos nuestra capacidad de acogida. Por otro lado, nuestro celo detectivesco en encontrar factores de riesgo o de desestabilización no nos debe hacer olvidar que las familias aceptarán mejor nuestros consejos si se trata de momentos correctivos aislados en una relación de ayuda que, las más de las veces, viene marcada por nuestro elogio, ánimo y aliento por los progresos (aunque a nosotros nos parezcan mínimos) que consiguen. No sea que, como algunos padres con sus hijos, solamente nos dirijamos a ellas para señalarles sus faltas y/o errores (Figs. 5 y 6).

 

Figura 5. El maltrato infantil y el modelo ecológico.

 

 

Figura 6. El maltrato infantil y el modelo ecológico.

 

Prevención cuaternaria

Hasta hace poco tiempo se definían solamente los tres niveles anteriores. Últimamente, y a raíz del concepto de re-
siliencia de las víctimas y de la necesidad de reivindicar el “primum non nocere”, se ha añadido este nivel, destinado específicamente a nosotros, los profesionales del mundo de la infancia. En este nivel comparamos las posibilidades y los recursos de que disponemos (¿qué podemos ofrecer sin victimizar?) y la resiliencia del sujeto de atención. Como afirma Barudy(8): el concepto de resiliencia nace de la constatación de que determinadas personas resisten mejor que otras las enfermedades y las dificultades que la vida a todos nos da. Cyrulnik(6), por su parte, apunta que la resiliencia es: la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves.

La medicina defensiva (¿en interés del paciente?) con la multiplicación de pruebas, no siempre necesarias, que conducen a una yatrogenia no despreciable, es un ejemplo de la falta de aplicación de la prevención cuaternaria. La falta de coordinación entre los profesionales que deben intervenir puede llevar también a una victimización secundaria del o de la menor. Por ejemplo, en la repetición innecesaria de exploraciones ginecológicas en una menor que ha sido víctima de abuso sexual y que tiene el valor de comunicarlo y confiar en la red de apoyo de la que formamos parte. Hay que individualizar, también aquí, los tratamientos. No atendemos abuso infantil. Lo que atendemos son menores abusados, cada uno con su singular historia, y por tanto con la necesidad de un tratamiento también singularizado.

Hay una aspecto a no olvidar. En su libro “Enfants en danger, professionnels en soufrance”, Gabel y Lamour(27) insisten en el hecho de que todos los profesionales que detectan, evalúan y/o deciden separar a un niño de sus padres, todos aquellos que están implicados en la protección de la infancia, sufren, pero no se atreven a hablar por el temor a ser juzgados o, incluso, a ser descalificados por evidenciarlo. E insisten en que, cuanto más afectados estén, peores serán sus competencias, lo que lleva a disfuncionamientos importantes y a efectos nefastos, tanto para las familias como para los mismos profesionales. Es preciso, pues, reconocer este sufrimiento para intentar darle una solución y prevenir así el maltrato institucional que puede conllevar. La prevención del burnout, del desgaste de los profesionales que deben intervenir, tiene especial interés en este campo de la Infancia maltratada.

Conclusión

La mejor forma de ayudar a un niño es apoyar a sus padres. La mejor forma de ayudar a las familias es apoyar a los profesionales que tienen este encargo social.

Como pediatras, nos cuesta aceptar que nuestra formación no nos ha dado recursos suficientes para enfrentarnos a problemas como el del maltrato infantil, de etiología compleja. Reconocerlo es el primer paso para encontrar la ayuda que necesitamos, ayuda que está ahí, en los otros profesionales que nos apoyan en la compleja tarea de acompañar a los padres a hacer crecer a los menores, a construir el edificio singular que cada niño es. Estamos convencidos de que la mejor manera de ayudar a un niño es ayudar a sus padres, y también sabemos que la mejor forma de apoyar a las familias es asegurar la calidad de la red de apoyo social de la que formamos parte. El mejorar el trabajo en equipo es, pues, fundamental, pero también lo es exigir, en beneficio de las familias que acuden a nosotros, que podamos trabajar en las mejores condiciones posibles en interés de los menores, y sentirnos útiles mediante el ejercicio de nuestra profesión.

Agradecimiento

A Alba González Fernández por la corrección del manuscrito.

Bibliografía recomendada

Los asteriscos reflejan el interés del artículo a juicio del autor.

1.*. www.unicef.org/spanish/crc/

Convención sobre los Derechos del Niño de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, adoptada y abierta a la firma y ratificación por la Asamblea General en su resolución 44/25, de 20 de noviembre de 1989.

2.* Cuestas Montañés E, Juanes de Toledo B. Los niños maltratados tienen más riesgo de problemas de salud a largo plazo. Evidencias en Pediatría. 2013; 9: 9.

Este trabajo estudia la relación entre el maltrato infantil no sexual con la aparición de enfermedades mentales, trastornos del comportamiento y enfermedades físicas. Se revisan un total de 124 estudios publicados y encuentra que las personas que fueron maltratadas durante la infancia, tuvieron más problemas de salud, como depresión, consumo de drogas, conductas suicidas, enfermedades de transmisión sexual y conductas sexuales de riesgo y embarazos no deseados. Para poder minimizar estos daños, tanto la familia como los profesionales docentes y sanitarios deberían ser capaces de detectar y abordar precozmente el maltrato.

3.** “Babies”. Película-documental de Thomas Balmès – 79’ (2010)

Esta película sigue a cuatro bebés desde antes de su nacimiento hasta el día de su primer aniversario. Dos de ellos viven en zonas rurales (Ponijao, en Namibia y Bayar, en Mongolia), y dos en áreas urbanas (Mari, en Tokio, y Nattie, en San Francisco).

4.* IX Congreso Estatal de Maltrato Infantil de la FAPMI. 2008. Disponible en: www.asociacionrea.org/congreso/

Conclusiones del IX Congreso Estatal de Maltrato Infantil organizado por la Asociación REA y la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil. Valladolid, Noviembre 2008. “Trabajando en red. Claves para avanzar”.

5.* Bienestar y Protección Infantil. Publicación de la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil (FAPMI). 3 números anuales. Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil (FAPMI). Existen asociaciones en más de 10 comunidades autónomas. Página web: www.fapmi.es. E-mail: fapmi90@teleline.es. Sede en Madrid: Paseo Delicias 8, entreplanta. 28045 Madrid. Tel.: 91 468 26 62.

6.* Cyrulnik B. Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida. Barcelona: Editorial Gedisa.

El autor nos ofrece en este libro una visión alternativa y optimista a las actuales teorías sobre el trauma infantil y sus efectos dañinos e irreparables. A través de ejemplos, nos muestra la existencia de un mecanismo de autoprotección, la resiliencia, que se pone en marcha desde la infancia mediante el tejido de lazos afectivos y la expresión de emociones y que amortigua el choque de la experiencia traumática. Para él, ninguna herida es irreversible, y un niño herido no está condenado a convertirse en un adulto fracasado, ya que no todo se juega antes de los tres años y no todo está decidido a los seis. En contra de la creencia general, un niño maltratado no tiene por qué convertirse en un padre maltratador.

7.*** García Pérez J, Martínez Suárez V. Guía práctica del buen trato al niño. Madrid: IMC. Lab Heel; 2012. (226 p).

Guía práctica dirigida por dos pediatras expertos en este tema que, con la ayuda de sus colaboradores, dan útiles orientaciones preventivas, tanto para las familias como para todos los profesionales implicados en el trato y la protección de la infancia (ámbito familiar, sanitario, educativo, recreativo, social, adoptivo, policial y judicial, Guardia Civil, centros de acogida, medios de comunicación, niños con dificultades especiales). Recuerda un clásico: La Guía de Atención al Maltrato (1993), de ADIMA, Asociación Andaluza para la Defensa de la Infancia y la Prevención del Maltrato), que se orientó también a los diversos colectivos profesionales que pueden tener contacto con el mundo de la infancia.

8.** Barudy J, Dantagnan M. Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y resiliencia. Barcelona: Ed. Gedisa; 2005.(254 p).

Guía para, por un lado, informar y concienciar a progenitores y educadores sobre la importancia de una crianza responsable y respetuosa y, por otro, para mostrar el poder de los buenos tratos para ayudar a los niños a recuperarse de las violencias psíquicas y físicas sufridas en la propia familia, en instituciones o en su entorno social.

9.** Seligman MEP. Niños optimistas. Gavà (Barcelona): Ed. DeBolsillo; 2005.

Esta obra define las raíces del optimismo en el niño, enseña a detectar la aparición de actitudes pesimistas y muestra cómo combatirlas con un programa que fomenta la autoestima a través de los juegos, la reflexión y la sinceridad.

10. “Atención, frágil”. ACIM, 1990.

Fascículo destinado a los padres con consejos amables por medio de cómics orientados a aceptar los problemas más frecuentes de crianza durante los primeros 3 años de vida. Adaptado, tras autorización, del original belga de ONE (Office de la Naissance et l’Enfance) con el mismo título.

11.*** Soriano Faura FJ. Promoción del buen trato y prevención del maltrato en la infancia en el ámbito de la Atención Primaria de salud. En: Recomendaciones PrevInfad/PAPPS [en línea]. Actualizado octubre 2011. [Consultado 03-04-2013]. Disponible en http://www.aepap.org/previnfad/Maltrato.htm

Extensa revisión de 2011, que incluye los siguientes apartados: definición y tipos de maltrato infantil intrafamiliar; magnitud del problema del maltrato infantil; indicadores de riesgo asociados; intervenciones preventivas; wfectividad de la prevención desde Atención Primaria; recomendaciones de PrevInfad; estrategia de búsqueda de la actualización y bibliografía. Artículo de referencia para los pediatras de Atención Primaria del Grupo de Actividades Preventivas de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, que incluye orientaciones para los diferentes niveles de prevención.

12.** Oliván Gonzalvo G. Indicadores de maltrato infantil. Guía Clínica. Fisterra. [consultado 03-04-2013]. Disponible en http://www.fisterra.com/guias-clinicas/indicadores-maltrato-infantil/

Esta web aragonesa es ya clásica en el estudio del maltrato infantil en España y, dentro de sus contenidos, incluye una amplia descripción de los indicadores físicos y comportamentales, en los niños maltratados y también en los adultos perpetradores, así como algoritmos de actuación y fuentes de información añadidas.

13.** Horno Goicoechea P, Santos Náñez A, Del Molino Alonso C. Abuso sexual infantil. Manual de formación para profesionales. Save the Children España; 2002.

Dentro del Programa de Prevención del Abuso Sexual Infantil, Save the Children España ha editado este manual, donde se recogen las informaciones actualmente disponibles elaboradas por tres equipos de trabajo, cada uno centrado en uno de los siguientes bloques: ¿qué es abuso sexual infantil?, prevención y tratamiento.

14.*** Fundación Red de Ayuda a los Niños Abusados-RANA. Disponible en http://www.fundacionrana.org/

RANA (Red de Ayuda a Niños Abusados) es una asociación sin ánimo de lucro de ámbito balear, cuya función social es prevenir el maltrato y el abuso sexual infantil, a través de actividades de sensibilización, educación y trabajo en red. En su página web, encontramos valiosos mensajes y materiales para la sensibilización y la formación, especialmente en el campo del abuso sexual infantil, pero también de las otras formas de maltrato.

15.*** Campaña ”Uno de Cada Cinco” del Consejo de Europa para la Prevención de la Violencia Sexual contra la Infancia (2010). Disponible en: http://www.fapmi.es

La campaña para frenar la violencia sexual contra los niños, niñas y adolescentes fue iniciada por el Consejo de Europa el 29 de noviembre de 2010 en Roma (Italia), siendo sus principales objetivos: 1) promover la firma, ratificación y aplicación del Convenio del Consejo de Europa para la Protección de los Niños contra la Explotación y el Abuso Sexual; 2) proporcionar a los niños, a sus familias y cuidadores y a las sociedades conocimientos y herramientas para prevenir la violencia sexual contra los niños, niñas y adolescentes y, de este modo, crear conciencia acerca de todo lo que constituye violencia sexual contra las personas menores de edad. Uno de los objetivos de la campaña es conseguir que todos los sectores, ámbitos y agentes directa e indirectamente relacionados con la atención a niños, niñas y adolescentes se involucren en la prevención del abuso sexual contra personas menores de edad, creando una red de prevención.

16.** “No tengas miedo” de Montxo Armendáriz – 90’ (2011).

Excelente película que nosotros utilizamos, en formato fórum, en los cursos de formación sobre abuso sexual infantil, dado que el abordaje y la puesta en escena de un tema tabú como el incesto está especialmente cuidado. Y permite un coloquio enriquecedor en aptitudes y actitudes.

17.** Pou J. Maltrato infantil. Actuación en urgencias. Disponible en: http://www.aeped.es/documentos/protocolos-
urgencias-pediatricas

Artículo claro y conciso de un experto, sobre la actuación pediátrica ante un posible caso de maltrato infantil en Urgencias, con algoritmo incluido. Lo bueno, si breve, dos veces bueno.

18.*** Save the Children España. Campañas “Creciendo como padres y madres”(2009), para apoyar el ejercicio positivo de la parentalidad, y “Educa, no pegues!”(1999), “Corregir no es pegar” (2005), para la sensibilización contra el castigo físico a los niños y niñas en la familia.

Save the children, con la colaboración de otras organizaciones, impulsa esta campaña que persigue los siguientes objetivos: a) sensibilizar a la población general, especialmente a los padres, sobre las consecuencias del castigo físico; b) promocionar formas positivas y no violentas de educación y cuidado del niño en el ámbito familiar; y c) informar a l@s niñ@s sobre sus derechos e implicarles en su defensa. Se define el ejercicio positivo de la parentalidad al comportamiento de los padres y madres fundamentado en el interés superior del niño. Para información sobre los múltiples materiales de que disponen, dirigirse a: www:savethechildren.es/castigo. E-mail: castigo@savethechildren.es. Sede en Madrid: Plaza de Puerto Rubio 28, 28053 Madrid. Tel.: 915 130 500. Sede en Barcelona: Aragó 386. 08009 Barcelona. Tel.: 933 105 200.

19.** Meeks C. Recetas para educar. Barcelona: Ediciones Médici; 2003. (239 p).

Guía práctica, escrita por una pediatra, que da una información esquematizada y clara (con dibujos y tablas resumen) sobre las causas de las discusiones cotidianas y la forma de evitarlas. Destinado especialmente a los padres para solucionar los conflictos familiares, tanto si los hijos son pequeños como si están en la adolescencia, puede ser también un buen aliado para el pediatra en la consulta para hacer una orientación preventiva y dar alternativas válidas al castigo corporal como sistema disciplinario.

20.* Programa “Créixer en família” (Crecer en familia).

Hoy en día ser padres y madres no es tarea fácil y no existe un modelo único. Muchas son las dudas que se presentan y diferentes las circunstancias que concurren en cada familia en particular. El programa Créixer en família (Crecer en familia) ofrece espacios de debate, virtuales y presenciales, a los padres y madres interesados en conocer aquellos aspectos que pueden influir de forma positiva en la crianza, la educación y el desarrollo de sus hijos, y les invita a reflexionar y a compartir sus experiencias con otras familias. Disponible en: http://www20.gencat.cat/portal/site/bsf/menuitem.d4825f1176a317b43f6c8910b0c0e1a0/?vgnextoid=1c2472fae41a4210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextchannel=1c2472fae41a4210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextfmt=default

21.* Proyecto de promoción de la lectura “Creixem llegint” (Crecemos leyendo).

Proyecto de promoción de la lectura dirigido a los niños y niñas de 0 a 5 años y a sus familias. Continuación a nivell local del proyecto “Nascuts per Llegir” (Nacidos para leer), adaptado a las necesidades específicas de Balaguer y según los objectivos acordados con la guarderías municipales y la sección de Pediatría del Centro de Atención Primaria. Disponible en: http://www.balaguer.cat/portal/7×5/creixem_llegint.php

22.*** “Menores en peligro, padres en acción. Protege a tus hijos cuando utilicen las nuevas tecnologías: móviles, Internet, videoconsolas”. Cristina Isasi. Disponible en: http://www.cristinaisasi.com/

Blog de esta psicóloga especializada en “Menores y nuevas tecnologías” con útiles informaciones y consejos para familias y profesionales del mundo de la infancia.

23. Jiménez Morago JM. Maltrato infantil en Internet: información y recursos. Bienestar y Protección Infantil. 2002;1(1): 113-24.

Artículo que revisa la presencia de contenidos relacionados con maltrato infantil en Internet, en las distintas lenguas del Estado Español, en francés y en inglés. Hace una valoración de las diferentes páginas web que menciona, además de facilitar pautas para quien quiera iniciarse en la búsqueda en la red de contenidos relacionados con el maltrato infantil.

24.** http//www.capitannet.org

Página web a cargo del Ministerio de Ciencia y Tecnología, Unicef, Infonet, destinada a informar a los padres, educadores (y también a los niños) sobre el buen uso de la red en relación a las diferentes formas de explotación sexual comercial de la niñez. Es especialmente útil el apartado de consejos familiares sobre cómo usar saludablemente el ordenador en casa.

25.* Escala de depresión postnatal de Edimburgo. Disponible en: www.cdph.ca.gov/programs/mcah/Documents/MO-CHVP-EPDS-Spanish.pdf

Esta escala nos permite medir de forma objetiva la afectación de la madre en aras a decidir si debemos derivarle para estudio a su médico de cabecera, para descartar, por ejemplo, causas orgánicas, como anemia o hipotiroidismo postparto. Su aplicación repetida puede ayudarnos a valorar la evolución.

26.* Perdikidis L, González de Dios J. Más allá de la identificación del maltrato infantil: reconocer los factores de riesgo de recurrencia. Evid Pediatr. 2006; 2: 73. http://www.aepap.org/EvidPediatr/numeros/vol2/2006_numero_4/2006_vol2_numero4.9.htm

Este trabajo recoge los artículos relevantes relacionados con un aspecto del maltrato menos estudiado: los factores de riesgo asociados a la recurrencia de maltrato posterior al episodio de maltrato detectado.

27.* Gabel M, Lamour M. Enfants en danger, professionnels en souffrance. Vie de l’enfant – La- Collection dirigée par Sylvain Missonnier (syl@carnetpsy.com) 2012 (1ère édition 2011).

28.** Casado Flores J, Díaz Huertas JA, Martínez González C. Niños maltratados. Madrid: Ed. Díaz de Santos; 1997. (372 p).

Libro que desarrolla, desde un enfoque sanitario, todos los aspectos del maltrato infantil, físico, psicológico, sexual y negligencias. De lectura fácil, con un lenguaje sencillo y con amplia bibliografía, da una visión integral a partir de los trabajos de múltiples expertos españoles de distintas disciplinas del mundo de la infancia. Conjuga la experiencia de la medicina con la visión de otros profesionales relacionados con el maltrato infantil.

29.** Martínez-Roig A, Ochotorena JP. Maltrato y abandono en la infancia. Barcelona. Ed. Martínez Roca. Biblioteca de Psicología, Psiquiatría y Salud. 1993 (174 p).

Revisión breve, pero intensa, de los diferentes aspectos del maltrato infantil vistos por dos de los pioneros del estudio y la investigación de este tema en España. A pesar de los años, mantiene su interés y aborda desde los aspectos conceptuales e históricos hasta las orientaciones preventivas, pasando por los factores de riesgo, las consecuencias, la detección de las distintas formas y el tratamiento, tanto de los agredidos como de los agresores.

30.* Child Abuse and Neglect. International Journal. Publicación Oficial de la International Society for Prevention of Child Abuse and Neglect (ISPCAN).

Publicación que recoge trabajos sobre maltrato infantil de los investigadores de todos los países, miembros de la Sociedad.

31. Domingo i Salvany F. Nadó que plora, pares al límit i sacseig: què fer? Pediatr Catalana. 2001; 61: 35-40.

32. Domingo i Salvany F. Família que plora, professionals al límit i disgust per a tots: Ho estem fent bé? Rutlla, la nostra xarxa? Pediatr Catalana. 2002; 62: 73-80.

33. Domingo i Salvany F. Pediatres que ploren, gestors que fan la viu-viu i la vida continua: Qui dia passa anys empeny? Pediatr Catalana. 2005; 65: 194-202.

Trilogía de artículos (en catalán) sobre el maltrato a los niños, a las familias y a los pediatras con la secuencia ascendente del modelo ecológico de funcionamiento social. Partiendo del cólico del primer trimestre y llegando al burnout profesional, se insiste especialmente en las medidas preventivas que permiten llegar al buen trato a que todos ellos tienen derecho. Pueden descargarse de la página web de la Societat Catalana de Pediatria (www.scpediatria.org).

34.*** http://www.congresofapmi.es/

Ponencias del X Congreso Estatal de Maltrato Infantil organizado por la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil. Sevilla, Noviembre 2010. “Construcción del bienestar y buenas prácticas en la atención a la Infancia”.

Ponencias del XI Congreso Estatal de Maltrato Infantil organizado por la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil. Oviedo, Octubre 2012. “Construyendo puentes entre investigación y práctica”.

 

Caso clínico

Caso 1

Viene a la consulta una lactante de 15 meses, con sus padres, originarios de Gambia, para hacer una primera visita en nuestro centro. Hace 6 meses que la madre se reunió con su marido que había inmigrado dos años antes. Su aislamiento geográfico en el monte, donde ahora viven pastando cabras, y la falta de recursos ha motivado que no la podamos visitar hasta ahora. Al realizar la historia clínica y la exploración apreciamos una marcada palidez y desnutrición, que se confirma con los datos del laboratorio. La encuesta alimentaria muestra que la alimentación de la niña se basa en lactancia materna y arroz hervido con leche de cabra. Las dificultades de comunicación por la falta de mediadores culturales (suprimidas por los recortes) dificultó las visitas y condiciona ahora nuestra atención a la niña. ¿Podemos denunciar a los padres por dejadez en la atención?

Caso 2

Chica de 12 años que acude a la consulta acompañada por su madre. La madre dice estar al caso de las relaciones sexuales de su hija y, como quiere ser previsora, nos pide que le recetemos anticonceptivos. ¿Qué actitud debemos tomar?

Caso 3

Nos consulta un profesor del Instituto de Secundaria porque una joven de 14 años, de la que es tutor, afirma que fue abusada sexualmente hace dos meses por un familiar cuando estaba de vacaciones de verano. Él no sabe como orientar la situación. Unos días más tarde, un lunes por la mañana, en la consulta, una adolescente de 14 años nos comunica que fue abusada sexualmente al salir de la discoteca el sábado anterior por la noche. ¿Qué importante diferencia hay entre estos dos casos?

 

 

 

Valoración inicial del niño inmigrante

Temas de FC

V. Fumadó Pérez

Pediatra. Doctor en Medicina, Master en Medicina Tropical, Master en Salud Pública. Profesor asociado de la Universidad de Barcelona. Responsable de Patología Importada y Adopción en el Servicio de Pediatría del Hospital Universitario de Sant Joan de Deu, Barcelona

 

Resumen

En la evaluación inicial de un niño inmigrante, deberemos prestar especial atención a algunos factores que no son los habituales en pediatría. Conocer el país de procedencia, la ruta migratoria y las actividades habituales del niño, nos ayudarán a situar en que enfermedades infecciosas importadas debemos pensar y orientar lo más precozmente posible el diagnóstico. Asimismo, en estos pacientes podemos tener dificultad para conocer los antecedentes, proviniendo de países donde las enfermedades infecciosas de distribución mundial son mucho más prevalentes que en nuestro entorno, y donde es probable que los niños no reciban cuidados perinatales, ni ellos ni sus madres biológicas, ni tampoco les hayan sido administradas las inmunizaciones habituales en nuestro país, o es posible que hayan recibido otras. Estos datos deben alertar al pediatra. El uso de un protocolo de pruebas complementarias es útil para cribar adecuadamente el riesgo en la valoración inicial.

 

Abstract

In the initial evaluation of an immigrant child, we should give special attention to some factors that are not common in pediatrics. Knowing the origin country, migratory route and usual activities of the child will help us consider which imported infectious diseases we should consider and orient the diagnosis as early as possible. Furthermore, in these patients, we could have problems to know the backgrounds, as they may come from countries where infections diseases having worldwide distribution are much more prevalent than in our setting and where it is likely that neither the children nor their biological mothers will have received perinatal cares and that they also will not have been administered the usual immunizations as in our country, or they may have received others. These data should alert the pediatrician. The use of complementary tests protocol is useful to adequately screen the risk in the initial evaluation.

 

Palabras clave: Niño inmigrante; Patología importada; Enfermedades de transmisión materna.

Key words: Immigrant child; Imported disease; Maternal transmission diseases.

 

Pediatr Integral 2013; XVII(10): 713-721


Valoración inicial del niño inmigrante

 

Introducción

Numerosos y diferentes factores fuerzan a los seres humanos a emigrar. A la llegada al nuevo país, no siempre las condiciones de vida de estos nuevos ciudadanos son las correctas. Todo ello puede alterar la salud de este colectivo y los niños son el grupo más afectado.

Asimismo, estos niños, si provienen de países con menos recursos, habrán estado expuestos a situaciones de riesgo, como: la falta de control en el embarazo y parto, la ausencia de medidas de diagnóstico precoz y cribado de algunas enfermedades, y el acceso a las medidas de salud puede haber sido más difícil, además de estar más expuestos a enfermedades infecciosas por las condiciones medioambientales.

Estos niños, y los nacidos en el nuevo país, hijos de padres inmigrantes, al visitar a sus familiares en el país de origen, presentan riesgos sobreañadidos: el de estar expuestos a agentes infecciosos contra los que no tienen inmunidad adquirida y no recibir las inmunizaciones necesarias para el viaje, por no considerar sus padres el riesgo(1). Un 15% de estos inmigrantes son población en edad pediátrica; por ello, es fundamental para el pediatra conocer cuáles son las patologías más frecuentes, las pautas de corrección de calendarios vacunales o los consejos útiles para niños viajeros.

El pediatra ha de conocer algunos factores importantes, para no obviar exploraciones y poder realizar una correcta valoración del estado de salud del niño(2).

¿Qué deberemos tener en cuenta para realizar correctamente esta valoración inicial?

El país de procedencia

Según el país de procedencia, la prevalencia de algunas enfermedades será mayor y/o podrán presentarse con más frecuencia. Agrupar la procedencia de los niños inmigrantes en cuatro regiones diferentes nos facilitará el ordenar el diagnóstico diferencial: Europa Central y del Este, Centro y Sudamérica, Norte de África y África Subsahariana, Asia y subcontinente Indio.

El conocimiento de la patología más prevalente en estas regiones orientará los exámenes complementarios a solicitar (Tabla I).

 

 

También es importante anotar:

• País y zona de origen dentro del país.

• Ruta migratoria.

• Fecha exacta de entrada en España y viajes recientes.

Antecedentes familiares

Al obtener los antecedentes familiares, deberemos tener en cuenta factores relacionados con la cultura y las tradiciones, además de la patología endémica debida a causas genéticas o medioambientales, como:

• Consanguinidad.

• Hemoglobinopatías.

• Déficit enzimáticos (lactasa).

Antecedentes personales

En la obtención de los antecedentes personales, aunque el niño esté asintomático, no debemos obviar que, en los países con menos recursos, no se realizan actividades preventivas de salud, ni se controla de la misma forma que en el nuestro el embarazo y el parto (éste puede haber sido en el domicilio). Por lo que, es probable que a la madre, durante el embarazo, no se le haya realizado ninguna visita de vigilancia, ni analítica con serologías para descartar enfermedades de transmisión materna, y al nacer no se haya practicado al recién nacido las pruebas de diagnóstico precoz para descartar hipotiroidismo, fenilcetonuria y fibrosis quística. Esta última enfermedad da sintomatología precoz, pero las otras dos pueden pasar inadvertidas y no dar sintomatología aparente de una forma precoz.

En los antecedentes, es importante intentar recoger la siguiente información:

• Datos referentes a la gestación: parto y atención perinatal.

• Alimentación, tipo de lactancia.

• Convivencia con animales.

• Baños en aguas dulces.

• Condiciones actuales de vida.

• Estado de salud de sus convivientes.

• Enfermedades padecidas hasta ese momento y tratamientos recibidos.

• Alergias.

• Vacunaciones recibidas hasta el momento.

• Tratamientos o prácticas tradicionales realizadas.

Datos importantes del examen físico

Estado nutricional. Medidas antropométricas (peso, talla y perímetro craneal)

En la exploración física del niño inmigrante, tiene especial relevancia la valoración del crecimiento y del estado nutricional. La desnutrición se puede producir bajo dos formas clínicas bien diferenciadas, la forma aguda y la forma crónica, la primera se desarrolla más rápidamente y será debida a una causa muy precisa de falta de ingesta por desastre natural o por enfermedad, y necesita intervención urgente. En la segunda, la instauración es más lenta y existe un retraso de crecimiento y las intervenciones deben ser más a largo plazo.

La obtención de medidas antropométricas permitirá valorar el estado nutricional, controlar la evolución de éste y monitorizar la velocidad de crecimiento.

Para ello, lo mejor es utilizar tablas de referencia de crecimiento de la OMS(3), comparar la relación peso/talla y clasificar por Z-scores.

La relación peso para la talla nos mostrará la desnutrición aguda; mientras que, la altura para la edad nos mostrará a los niños con desnutrición crónica, y el peso para la edad nos muestra los niños con bajo peso. En los niños mayores de dos años, se puede calcular el índice de masa corporal(4).

Esta exploración orientará el grado de desnutrición y las posibles carencias asociadas. Se deben tener en cuenta los problemas de malabsorción. La intolerancia a la lactosa no es una entidad rara entre grupos de inmigrantes de África y Asia, y es relativamente común encontrarla después de tratar infecciones intestinales por protozoos (Giardia lamblia).

En los niños malnutridos, debemos estudiar con detalle los déficit de vitaminas y minerales. La patología carencial más frecuente es la anemia ferropénica, el raquitismo y alteraciones tiroideas por falta de yodo.

Desarrollo psicomotor

Al valorar el desarrollo psicomotor tendremos en cuenta las variables socioculturales. Por otro lado, existen datos que indican que los niños adoptados que han estado en orfanatos tienen un desarrollo psicomotor que corresponde a edades inferiores, siendo este retraso reversible, con afecto y estimulación adecuadas. Sin embargo, no hay que infravalorar estos hallazgos y es primordial la medida del perímetro craneal en todos estos niños.

El hallazgo de microcefalia obliga al estudio de títulos de anticuerpos para rubéola, toxoplasmosis, citomegalovirus y sífilis, así como valorar la exposición a tóxicos (alcohol) durante el embarazo.

El estudio serológico para el citomegalovirus es discutido, y no está indicado en ausencia de clínica; ya que, la presencia de inmunoglobulina G, específica para el virus, puede indicar la adquisición en útero, transmisión vertical u horizontal más tarde, existiendo una prevalencia elevada en toda la población, sin traducción clínica.

Ante la presencia de macrocefalia y retraso psicomotor, debe descartarse la toxoplasmosis, el hipotiroidismo y también el raquitismo.

Para la valoración del desarrollo psicomotor o la capacidad cognitiva, hay que valorar la audición. Un déficit de audición puede quedar enmascarado bajo una sospecha de escasa estimulación.

Asimismo, hay que valorar la visión. Especialmente en los niños prematuros y con mucho interés en los provenientes de zonas con alta incidencia de tracoma, triquinelosis u oncocercosis.

Inspección de lesiones cutáneas y de mucosas

Las lesiones cutáneas pueden ser muy variadas. La mayoría de los niños inmigrantes presentarán una cicatriz en deltoides o antebrazo debido a la BCG.

Los ectoparásitos: la escabiosis y la pediculosis pueden ser frecuentes.

Las infecciones de piel por Staphylococcus aureus o la presencia de micosis, incluyendo Tinea corporis y T. capitis, son comunes y la presencia de larva migrans tampoco es un hallazgo raro en la exploración cutánea del niño inmigrante.

Debemos insistir en la búsqueda de adenopatías y de nódulos cutáneos (oncocercomas) en cresta ilíaca o meseta tibial, hay que buscarlos en el tejido subcutáneo, si el niño viene de una región endémica de oncocercosis. El prurito y la presencia de lesiones de rascado nos debe hacer sospechar filariasis. Otras infecciones cutáneas importantes son la miasis, la tunguiosis, y la leishmaniasis cutánea. La lepra es una enfermedad crónica que afecta a la piel y al sistema nervioso periférico. Está producida por Mycobacterium leprae y se transmite de persona a persona o por fómites contaminados. El periodo de incubación puede ser de 3 a 5 años, por lo tanto, puede manifestarse en los niños inmigrantes años después de llegar al país receptor, lo cual obliga a buscar lesiones cutáneas y palpar los nervios, en la exploración física.

La palidez, la presbidermia, la piel de leopardo (oncocercosis), las máculas anestésicas o ya ulceradas (lepra), las lesiones por rascado, las secundarias a dermatofitosis (muy frecuentes), son todos signos que se pueden encontrar en la piel(5).

Exploración cardiaca

El hallazgo de soplos debe obligarnos a realizar una ecografía cardiaca para su orientación y cribado de patología congénita, pero pueden auscultarse soplos compensatorios de un estado anémico debido a malaria o episodio previo de esta enfermedad o hemo-globinopatías.

Exploración respiratoria: enfermedades respiratorias

La tuberculosis es la enfermedad respiratoria más frecuente en el niño inmigrante, es una enfermedad de fácil contagio casual, que en las últimas décadas ha aumentado asociada al VIH.

El procedimiento correcto para el estudio de estos niños es la realización de la prueba de tuberculina (derivado proteico purificado, PPD) de forma sistemática. La mayoría de los niños en los países de baja renta reciben la vacuna de bacilo de Calmette-Guérin (BCG), este dato puede interferir en la lectura de la prueba PPD, pero haber recibido la vacuna no excluye la realización de la PPD en los niños recién llegados. Las radiografías sistemáticas de tórax en niños asintomáticos y con PPD negativa no están justificadas.

Los niños con PPD positiva deben ser examinados minuciosamente en busca de enfermedad activa; ya que, las formas extrapulmonares y diseminadas son muy frecuentes en los niños inmigrantes.

La detección de un caso de tuberculosis en un niño inmigrante obliga al estudio de los familiares para conocer la fuente de contagio y la infección en otros convivientes.

Antes de iniciar el tratamiento, debe realizarse un estudio bacteriológico para aislar el microorganismo y determinar su sensibilidad; ya que, la prevalencia de resistencias es elevada en los países de baja renta.

Actualmente, existen otros test conocidos como IGRAS (Interferon –? release assays), que superan las limitaciones del PPD y su interpretación es más objetiva; ya que, son test in vitro en los que se realizan determinaciones cuantitativas. Estos test no sustituyen a la PPD, pero son muy útiles para cribar a los niños con PPD positivo y antecedentes de BCG, o niños inmunodeprimidos con PPD negativo(6).

Exploración abdominal

En la palpación abdominal, prestaremos especial atención a la presencia de visceromegalias: esplenomegalia o hepatomegalia, que nos orientará a patología prevalente en los países de procedencia como malaria o hepatitis.

Hepatitis viral

Una gran proporción de niños de estos países ha contraído la hepatitis A en edades tempranas, por lo que hay pocos motivos para solicitar anticuerpos para este virus en ausencia de sintomatología indicativa de hepatitis A (hepatomegalia, anorexia, fiebre y transaminasas elevadas). El niño inmigrante suele proceder de áreas endémicas de hepatitis A; esto debe tenerse en cuenta si el niño se desplaza para visitar a familiares en su país de origen y se debe recomendar la vacuna.

La prevalencia de hepatitis B en los países de baja renta es alta, esto se traduce en un alta prevalencia entre los niños inmigrantes, que puede oscilar entre el 5 y el 30%. Los índices más elevados corresponden a niños procedentes de Asia, África y algunos países de Europa oriental(7).

Es frecuente que se determine la presencia de antígeno de superficie de la hepatitis B (HBsAg), pero esta prueba es insuficiente; los niños deben ser también examinados para determinar la presencia de anticuerpo contra el HBsAg (HBsAc) y anticuerpo contra el núcleo del virus de la hepatitis B (HBcAc).

Las pruebas de detección de HBsAg y HBsAc no identifican a los niños que se encuentran en el «periodo ventana» de la infección aguda; en estos casos, el diagnóstico se establecerá por la presencia de HBcAc y la ausencia de HBsAg.

El estado de portador crónico de la hepatitis B se define como la persistencia del HBsAg durante más de 6 meses.

En los portadores, la infecciosidad se debe evaluar mediante la determinación del antígeno e de la hepatitis B (HBeAg) y la hepatitis activa crónica mediante la determinación de enzimas hepáticas.

Cuando diagnostiquemos a un portador crónico, hay que vacunar los contactos domiciliarios realizando un estudio serológico previo. Los niños cuyas pruebas para hepatitis B resulten negativas deben recibir la vacunación rutinaria contra la enfermedad.

La hepatitis D sólo se produce en presencia de replicación activa del virus de la hepatitis B (VHB); es poco frecuente, pero su prevalencia es más alta en Europa oriental, África, América del sur y Oriente medio.

La hepatitis C se puede transmitir también verticalmente de la madre al niño, o por transmisión horizontal por exposición con sangre. La presencia de anticuerpos en niños de más de 15 meses es diagnóstica de infección, aunque esta se debe confirmar con la medición del VHC-ARN.

Malaria

La enfermedad se encuentra distribuida por 103 países del Trópico y del Subtrópico. Aproximadamente, de 200 a 300 millones de personas se infectan cada año y 2 o 3 millones mueren, el 85% de los cuales son niños menores de 5 años. Está producida por un protozoo intracelular, Plasmodium, del que existen cinco especies que pueden infectar al ser humano: P. falciparum, P. vivax, P. ovale, P. malariae y P. knowlesi. La transmisión se realiza a través de la picadura de la hembra del mosquito Anopheles.

El patrón febril de los primeros días de infección es parecido al de otras enfermedades bacterianas o virales.

Las manifestaciones clínicas se caracterizan por el acceso de fiebre elevada, que suele ser intermitente, acompañado en ocasiones de tos, vómitos y cefaleas, esplenomegalia, anemia y trombocitopenia.

La forma más grave y la más frecuente es la producida por P. falciparum, puede producir malaria cerebral y otras complicaciones.

Las otras especies producen formas más leves, pero pueden presentar recurrencias hasta años después de abandonar la zona endémica. En el caso del P. malariae, pueden presentar episodios febriles muchos años más tarde y, en los niños, puede asociarse a un síndrome nefrótico como complicación.

Ante todo episodio febril en un niño que procede de una zona endémica debe realizarse una gota gruesa y una extensión fina para descartar la malaria, o un test de diagnóstico rápido para detectar Ag de Plasmodium (RDT).

Es importante conocer el fármaco adecuado para tratar el episodio de malaria y las alternativas(8) (Tabla II).

 

 

Sintomatología digestiva

En los niños inmigrantes, es frecuente encontrar sintomatología digestiva, de la cual la más frecuente es la diarrea. Las causas pueden ser múltiples, pero no es infrecuente encontrar bacterias (Salmonella, Shigella, Campylobacter y Yersinia) que son las causantes del cuadro digestivo; por lo que, es recomendable realizar un coprocultivo que incluya rotavirus y la determinación de las diferentes especies de Escherichia coli.

Los parásitos pueden ser causa de diarrea aguda o crónica, u otras manifestaciones digestivas, especialmente los protozoos (Entamoeba histolytica y Giardia lamblia); por lo que, la determinación de parásitos en tres muestras de heces está siempre indicada. Los patógenos más comunes son G. lamblia, Hymenolepsis nana, Ascaris lumbricoides, Trichuris trichiura, Strongyloides stercolaris y Entamoeba histolytica.

La presencia de parásitos pluricelulares en el organismo eleva el número de eosinófilos en sangre periférica; por lo tanto, el hallazgo de eosinofilia debe obligar a seguir buscando parásitos pluricelulares.

La infestación por helmintos generalmente no se transmite de persona a persona y la prevalencia de los parásitos disminuye con el tiempo de estancia en el país receptor. Taenia solium constituye una excepción, pues puede sobrevivir años en el tubo digestivo excretando huevos que, una vez ingeridos, pueden producir casos de neurocisticercosis.

La neurocisticercosis se considera la primera causa de convulsión en el niño inmigrante.

E. estercoralis mantiene un ciclo autoinfectivo, por lo que sobrevive años después de haber abandonado el Trópico, y puede producir un síndrome de hiperinfestación en niños inmunodeprimidos; por lo que, se buscará exhaustivamente con cultivos específicos, antes de aplicar una terapia esteroidea, sobre todo si existe eosinofilia en sangre.

Si el niño procede de un área endémica de esquistosomiasis, se historiará para conocer si han existido baños en aguas dulces, donde se puede contraer el parásito. Los eosinófilos también se elevan en presencia de esquistosomas. Las complicaciones de la esquistosomiasis pueden aparecer años después; la sintomatología aguda, en muchas ocasiones, es inexistente.

El Esquistosoma haematobium se debe buscar en orina en niños procedentes del África subsahariana. Las otras especies de esquistosomas se detectan en heces.

Pueden realizarse, además, serologías específicas para esquistosomas en muestras de sangre periférica.

En el estudio de las heces, pueden identificarse algunas especies de parásitos que no requieren tratamiento por no ser patógenos para los humanos(9) (Tabla III).

 

 

Otra patología frecuente

Anemias y hemoglobinopatías

En todos los niños, debe realizarse un hemograma completo y estudio de ferritina sérica para la detección de anemia. El estudio específico de hemoglobinopatías se debe realizar cuando las alteraciones de la serie roja lo sugieran o en aquellos casos en que, por la etnia o el país de origen, exista un gran riesgo.

 

Déficit de hierro

La anemia ferropénica es altamente prevalente en los países de baja renta.

La anemia ferropénica es más prevalente y grave en lactantes y niños pequeños (6-24 meses de edad). El déficit de hierro, por lo general, se desarrolla lentamente y no tiene manifestaciones clínicas hasta que la anemia es grave, aunque las consecuencias de este déficit existan previamente.

Un valor bajo de ferritina en suero indica la depleción de depósitos férricos y la necesidad de suplementación con hierro.

La anemia hemolítica debe sospecharse delante de una anemia normocítica e hipocroma con aumento de urobilina y bilirrubina en orina. Esta enfermedad tiene una incidencia más alta en el África subsahariana.

Déficit de glucosa-6-fosfato-deshidrogenasa (G6PD)

Es un déficit enzimático que se transmite ligado al sexo (cromosoma X) y se expresa clínicamente en los hombres y en las mujeres con expresión homocigótica. Las mujeres heterocigóticas son portadoras.

La detección de la enzima G6PD es importante en el caso de que se deba realizar un tratamiento antimalárico con primaquina, fármaco de elección para tratar las formas intrahepáticas de Plasmodium vivax y P. ovale, ya que puede desencadenar una crisis hemolítica.

Anemia de células falciformes

La búsqueda de anemia de células falciformes sistemática está indicada en niños de África subsahariana o del Caribe(10), donde su prevalencia es más elevada. En determinadas zonas de África oscila entre el 5 y el 40%.

Es una hemoglobinopatía estructural o cualitativa, que se transmite de forma autosómica recesiva. Los homocigotos presentarán anemia de células falciformes.

Las formas heterocigotas no presentan características particulares, excepto en situación de hipoxia.

Talasemias

Los síndromes talasémicos o por alteración cuantitativa son enfermedades de transmisión autosómica codominante, frecuentes en la cuenca del Mediterráneo, subcontinente indio y Sudeste asiático.

Los síndromes que podemos encontrar son la talasemia b mayor, que se manifiesta en los homocigotos, se detecta en los primeros meses de vida y se expresa clínicamente por sobrecarga de hierro. Precisa un seguimiento por equipo especializado de hematología.

La talasemia b menor es la más frecuente. Su expresión clínica es más evidente en casos de infecciones, embarazo y situaciones de estrés. No tiene tratamiento específico y se aconseja la administración periódica de ácido fólico.

La talasemia a minor con poca expresión clínica y de hallazgo casual en la realización del hemograma.

En todos ellos es importante la información genética a la familia.

El hallazgo de anemia nos debe alertar sobre la posibilidad de déficit dietéticos, nematodos intestinales (sobre todo, ancylostoma), malaria, otras infecciones crónicas o causas genéticas.

Raquitismo

La carencia de vitamina D altera los niveles apropiados de calcio y fósforo y estimula la liberación de ambos elementos de los huesos, debilitándolos y dando deformidades óseas que serán evidentes a la exploración: genu varo, rosario costal, macrocefalia con frente prominente, etc.

La vitamina D se absorbe de los alimentos o puede ser producida por la piel al exponerla a la luz solar. La falta de producción de vitamina D por parte de la piel puede ocurrir en niños que procedan de: climas con poca exposición a la luz del sol (latitudes Norte) o que hayan permanecido en espacios cerrados, o bien que por tradición u otros no se exponen a la luz.

También es posible no obtener suficiente vitamina D de la dieta si:

• No se toma productos lácteos.

• Se sigue una dieta vegetariana.

• Se presenta intolerancia a la lactosa.

Los lactantes mayores alimentados exclusivamente con leche materna después de los 6 meses también pueden desarrollar deficiencia de vitamina D.

Por otro lado, los niños de piel más oscura requieren más exposición solar para la activación de la provitamina D, y puede ser un problema durante los meses de invierno, cuando hay niveles de luz solar más bajos.

La ingesta insuficiente de calcio y fósforo en la dieta puede evolucionar hacia un raquitismo.

Infección por T. cruzi (enfermedad de Chagas)

Los niños inmigrantes pueden proceder de países endémicos de enfermedad de Chagas. Incluso se ha experimentado un aumento de mujeres en edad fértil procedentes de estos países. Estos datos epidemiológicos alertan sobre la emergencia de la enfermedad de Chagas en la edad pediátrica, cuya prevalencia podría crecer con el tiempo(11).

Los casos pediátricos pueden ser Chagas pediátrico importado (contagiado por vía natural en su país) o Chagas congénito (vía vertical a través de la madre infectada y el niño puede haber nacido fuera del área endémica)(12) La población pediátrica infectada por Tripanosoma cruzi generalmente es asintomática, a excepción de algunos niños que cursan la fase aguda congénita y los que padecen alguna inmunodeficiencia u otra enfermedad.

Casi todos los casos de Chagas importado se encuentran en la fase indeterminada de la enfermedad.

El cribado de la infección en la fase indeterminada se realizará a partir de los 9 meses de edad, por serología y son necesarias dos serologías positivas realizadas con técnicas diferentes para confirmar la infección.

El tratamiento se realizará con beznidazol a 5-8 mg/kg cada 24 h, y realizando controles clínicos y analíticos con hemograma y bioquímica cada 15 días.

Sífilis

En los países de baja renta es frecuente la sífilis congénita y suele cursar sin diagnóstico ni tratamiento adecuados. Tanto en los niños adoptados en el extranjero como en los inmigrantes, debe evaluarse la presencia de sífilis.

Las recomendaciones de la OMS indican realizar el estudio serológico con pruebas reagínicas de serología luética (VDRL) o rápida en plasma (RPR), y confirmar los resultados positivos con pruebas treponémicas, como la prueba para la determinación por inmunofluorescencia de anticuerpos anti-treponema (FTA-ABS).

Si ambas pruebas son positivas, deberán buscarse signos de sífilis congénita, incluyendo radiografía de huesos largos y prueba de VDRL en líquido cefalorraquídeo. El tratamiento se realizará con penicilina G cristalina o procaína en dosis de 50.000 U/kg/día, durante 14 días.

Infección por VIH

El riesgo de presentar infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) en niños inmigrantes, dependerá del país de origen y de los riesgos individuales, aunque en África Subsahariana en el cono Sur existen países con una prevalencia del 25% entre las mujeres embarazadas.

En el primer examen en todos estos niños, debe evaluarse la presencia de VIH, no deben considerarse fiables los resultados de pruebas realizadas en el país de origen(13).

Existen diferentes pruebas para medir los anticuerpos para el VIH-1 y el VIH-2.

La prueba de inmunoabsorción ligada a enzimas (ELISA) para la detección de anticuerpos de VIH es fácil y barata. Sin embargo, utilizar sólo esta prueba para niños recién llegados puede no identificar una infección reciente. Por esta razón, se debe recomendar determinar VIH-1 y VIH-2 por ELISA y estudiar por reacción en cadena de la polimerasa (PCR) o por cultivo la presencia de ADN VIH-1.

El estudio de los anticuerpos y la viremia permiten diagnosticar una infección reciente.

Si se realizan sólo pruebas de determinación de anticuerpos, se deberían repetir de 4 a 6 meses después de la llegada, para identificar a los niños que se hayan estudiado durante el periodo ventana.

¿Qué pruebas complementarias deberemos realizar?

En primer lugar, nuestra actitud será diferente si en la primera consulta el niño está asintomático, o acude por algún síntoma; en este segundo caso, el síntoma guiará nuestra exploración física y las pruebas complementarias. Es importante recordar que la sintomatología más frecuente es la fiebre y las enfermedades diarreicas. Y, en caso de fiebre, hasta que no demostremos lo contrario, siempre debemos actuar como si estuviéramos enfrente de un caso de malaria.

En la valoración inicial de un niño inmigrante asintomático para decidir las pruebas a realizar valoraremos el riesgo de presencia de enfermedades infecciosas, carenciales y genéticas.

Por todo lo antes expuesto, realizar las pruebas que seguidamente detallamos nos aproximará a la información que regularmente tenemos de los niños nacidos en nuestro país.

Analítica sanguínea:

• Hemograma.

• Bioquímica: función renal y hepática.

• Ca, P, FA.

• TSH, T4, fenilalanina.

• Serologías: VHB, VHC, sífilis, HIV, toxoplasma.

• PPD.

• Parásitos en heces (3 muestras).

Según procedencia, será conveniente incluir las siguientes pruebas complementarias:

• Estudio hemoglobinas (África sub-sahariana, Sudeste asiático, Caribe).

• Serología Chagas (Centroamérica y Sudamérica).

• Estudio de malaria (África subsahariana; área endémica).

• Estudio parásitos en orina (África subsahariana).

Vacunaciones

Los niños inmigrantes pueden no haber recibido las vacunas habituales del país receptor, presentar un calendario vacunal incompleto, incluso para las vacunas habituales de su país de origen, o simplemente no estar inmunizados. Si existen dudas sobre el estado vacunal del niño se debe reiniciar de nuevo la vacunación.

Debemos conocer que, en la mayoría de los países de baja renta, se administra la BCG y podemos buscar activamente la cicatriz que deja esta vacuna. La vacuna de sarampión monovalente se administra a los 9 meses, por lo que es importante revisar este dato y administrar una dosis de vacuna triple vírica a los 12 meses.

A los niños menores de 5 años, se les deberá vacunar contra Haemophilus influenzae tipo b, ya que esta vacuna no se administra de forma reglamentada en todos los países de baja renta.

Lo mismo ocurre con la vacuna del meningococo C (MCC).

Respecto a la vacuna antipneumocócica, en caso de desconocimiento hay que utilizar las mismas recomendaciones que en la población autóctona, pero hay que recordar que, en los últimos cinco años, gracias al esfuerzo de organizaciones internacionales se administra esta vacuna gratuitamente en muchos países de baja renta.

A los recién nacidos hijos de inmigrantes, se les vacunará contra la hepatitis B.

En los niños inmigrantes o hijos de inmigrantes que se desplazan con relativa frecuencia de nuevo a su país de origen, por períodos de tiempo largos para conocer y visitar a sus familiares, se deberían administrar, además, las siguientes vacunas, dependiendo del país de que se trate(13,14):

• Vacuna BCG. Aunque proporciona baja y variable protección contra la infección tuberculosa, reduce la incidencia de meningitis tuberculosa y es una protección real contra la lepra. Si no se trata de un lactante, se deberá practicar la prueba de PPD antes de su administración.

• Vacuna contra la fiebre amarilla. Si el niño tiene más de 9 meses y viaja a un país endémico.

• Vacuna contra la hepatitis A en niños mayores de 12 meses de edad; ya que, la prevalencia de esta enfermedad es mucho más elevada en los países de baja renta. Se debe valorar la administración de esta vacuna individualmente, según el riesgo y la edad.

• Otras vacunas dependiendo del área y el riesgo al que se van exponer (rabia, encefalitis japonesa B, etc.).

Se debe recomendar la quimioprofilaxis y otras medidas de control para la malaria en todo niño inmigrante que se desplace a una zona endémica y no minimizar el riesgo.

Bibliografía

Los asteriscos reflejan el interés del artículo a juicio del autor.

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Bibliografía recomendada

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Revisión exhaustiva y científica sobre cómo diagnosticar la tuberculosis en países de alta prevalencia y con escasos recursos.

– Fumadó V, Bassat Q. Estado actual de la malaria (I), diagnóstico y tratamiento. An Pediatr Contin. 2011; 9: 162-9.

Revisión y actualización sobre el diagnóstico y herramientas terapéuticas para el control de la malaria.

– Muñoz J, Coll O, Juncosa T, Vergés M, del Pino M, Fumado V, et al. Prevalence and vertical transmission of Trypanosoma cruzi infection among pregnant Latin American women attending 2 maternity clinics in Barcelona, Spain. Clin Infect Dis. 2009; 48(12): 1736-40.

Artículo basado en el primer estudio realizado para conocer la transmisión vertical de la enfermedad de Chagas en área no endémica. Su importancia radica en la demostración de la transmisión de la enfermedad en países donde no es endémica.

 

Caso clínico

Motivo de consulta

Niña de 7 años de edad, originaria de India, derivada de otro centro por presentar, desde hace 6 días, fiebre, deposiciones diarreicas y desde hace 24 horas dolor en hipocondrio derecho y vómitos de contenido alimentario.

Antecedentes

Nivel socioeconómico bajo. Parto domiciliario en Nueva Delhi. Tiene dos hermanos aparentemente sanos. Precisó ingreso hospitalario por gastroenteritis con deshidratación, en su país.

Regresó de su país hace 3 semanas, después de una estancia de 24 días. Refiere consumo de agua de pozo sin hervir.

Calendario vacunal completo hasta los 18 meses de edad (no administración de vacunas no obligatorias).

Resto de antecedentes sin interés.

Reside en el nuestro desde hace 18 meses, nunca antes había acudido al pediatra.

En el Centro de Atención Primaria han practicado sedimento, que es negativo, y Rx de tórax, que es normal.

Examen físico

Peso: 13 kg. Color de piel normal, piel bien perfundida, sin lesiones cutáneas, buenos pulsos y buen llenado capilar, no deshidratada. Alerta, bien orientada, pero algo postrada. Desnutrición crónica moderada.

Orofaringe normal.

Auscultación cardio-respiratoria: sin dificultad respiratoria, no ruidos anormales, tonos normales.

Abdomen: peristaltismo conservado, abdomen doloroso en hipocondrio derecho, con defensa voluntaria, resto de abdomen blando y depresible, sin masas ni visceromegalias.

No focalidad neurológica.

Exámenes complementarios

Analítica sanguínea: leucocitos: 4.680/mm3 (N: 68,6%, L: 28%), glucosa, creatinina y urea: normales. Sodio: 129 mmol/L, amilasa: 48 U/L. PCR: 167 mg/L, PCT: 2-10 ng/ml. Serología Epstein-Barr: negativa. Bilirrubina total: 0,44 mg/dl, bilirrubina conjugada: 0,18 mg/dl, AST: 126 UI/L, ALT: 79 UI/L, fosfatasa alcalina: 271 UI/L, GGT: 127 UI/L.

Síntomas y signos en este momento

Fiebre, dolor abdominal con diarrea, elevación de las transaminasas.

Resultado de la ecografía abdominal: engrosamiento e hiperemia de las paredes de la vesícula. Pequeños ganglios en hilio hepático. Discreta hepatoesplenomegalia. Distensión de asas de intestino delgado con aumento del peristaltismo. Resto: normal.

Impresión diagnóstica: colecistitis aguda.

 

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El Rincón del Residente

 

S. Alandete Germán*, À. Meseguer Ripollés*, E. Bartoll Alguacil**

*Residente R2 de Radiodiagnóstico. Servicio de Radiodiagnóstico. Hospital Universitario Dr. Peset, Valencia, España. **Residente R2 de Pediatría. Servicio de Pediatría. Hospital Universitario La Fe, Valencia, España

 


El Rincón del Residente es una apuesta arriesgada de Pediatría Integral. No hemos querido hacer una sección por residentes para residentes. Yendo más allá, hemos querido hacer una sección por residentes para todo aquel que pueda estar interesado. Tiene la intención de ser un espacio para publicaciones hechas por residentes sobre casos clínicos, imágenes y revisión bibliográfica.
¡Envíanos tu caso! Normas de publicación en www.sepeap.org

Pediatr Integral 2013; XVII(10): 722-727


Imagen en Pediatría Clínica. Haz tu diagnóstico

 

Historia clínica

La madre de 28 años, de origen pakistaní, tiene antecedentes obstétricos de 4 gestaciones (1 aborto, 1 parto eutócico, una cesárea y la gestación actual). No siguió los controles del primer trimestre y acude a nuestro centro como primera visita en su 18ª semana de gestación. Se le diagnostica diabetes gestacional y serología de rubéola positiva. En la ecografía obstétrica del segundo trimestre, se visualiza una anomalía, por lo que se decide completar el estudio con una amniocentesis (46,XX) y RM cerebral prenatal (Figs. 1 y 2).

Pese al mal pronóstico de la enfermedad, la madre decide continuar con el embarazo.

En la 40+2 semana de gestación nace por cesárea una niña de 3,078 kg y APGAR 9/10. La exploración física es anodina, exceptuando la auscultación cardiaca en la que se identifica un soplo pansistólico. Tras el nacimiento, se realiza ecografía transfontanelar (Figs. 3 y 4) que confirma los hallazgos previos y ecocardiografía, con el diagnóstico de persistencia de ductus arterioso y coartación de aorta post ductal.

 

Figura 1. RM axial T2 prenatal

 

 

Figura 2. RM Sagital T2 prenatal

 

 

Figura 3. US sagital.

 

 

Figura 4. US coronal

 

A Hombros de Gigantes

El Rincón del Residente

D. Gómez Andrés

MIR. Hospital Universitario La Paz. Trastornos del Desarrollo y Maduración Neurológica. IdiPaz-UAM

 

Las revisiones de pediatría que te pueden interesar publicadas en las revistas internacionales más importantes.

 


A Hombros de Gigantes

 

Pediatría General y Extrahospitalaria

★★★★Office-Based Care for Lesbian, Gay, Bisexual, Transgender, and Questioning Youth. Pediatrics. 2013; 132: 297-313. PMID: 23796737

La atención de las minorías sexuales durante la infancia y la adolescencia es muy importante para conseguir el objetivo final que tenemos con nuestros pacientes: conseguir adultos sanos y felices. Creo que este artículo es bastante interesante (desde el punto de vista médico, pero también del humano) y cuestiona bastante puntos de nuestra práctica habitual al respecto.

★★★★An update on Kawasaki disease II: clinical features, diagnosis, treatment and outcomes. J Paediatr Child Health. 2013; 49: 614-23. PMID: 23647873

Excelente segunda parte de una serie sobre el síndrome de Kawasaki. Los autores revisan las dificultades diagnósticas de este síndrome por la variable forma de presentación y la ausencia de biomarcadores. Realizan interesantes disquisiciones sobre la forma incompleta de este síndrome y sobre el valor de las pruebas del laboratorio y la ecocardiografía. Comentan brevemente los distintos tratamientos y sus indicaciones para terminar con recomendaciones para el manejo a largo plazo de estos pacientes.

★★★★Management of infantile colic. BMJ. 2013; 347: f4102. PMID: 23843563

Buena revisión sobre la eficacia y seguridad de las opciones disponibles para el tratamiento de los cólicos infantiles. Comentan las distintas opciones dietéticas (fórmulas hidrolizadas, fórmulas ricas en fibra, fórmulas basadas en soja, restricciones dietéticas maternas y lactasa) y farmacológicas (anticolinérgicos y simeticona). También analizan los resultados de terapias alternativas y de intervenciones sobre el comportamiento de los padres (bastane eficaces y seguras).

★★★★Question 2: does a failure to respond to antipyretics predict serious illness in children with a fever? Arch Dis Child. 2013; 98: 644-6. PMID: 23846358

Pues parece ser que no. Los autores realizan una revisión sistemática encontrando artículos de mala calidad y que son relativamente antiguos, pero con un resultado prácticamente unánime. Si existen diferencias, son mínimas y sin interés clínico. Importante es señalar la ausencia de estudios con ibuprofeno.

★★★★Umbilical hernia. BMJ. 2013; 347: f4252. PMID: 23873946

Sencilla y corta. Quizá más útil para residentes pequeños, ya que no aporta nada novedoso.

Medicina de la Adolescencia

★★★★Endometriosis for the primary care physician. Curr Opin Pediatr. 2013; 25: 454-62. PMID: 23817302.

La endometriosis es una enfermedad frecuente, infradiagnosticada y cuyo inicio parece ocurrir en la adolescencia. Provoca un dolor pélvico que afecta a la asistencia escolar y a las actividades de la vida diaria. Los autores ofrecen un abordaje diagnóstico-terapéutico para tratar a estas pacientes. Muy recomendable para aquellos que trabajen con pacientes de esta edad, ya sea en primaria o en urgencias.

Cuidados Intensivos Pediátricos

★★★★Early recognition of septic shock in children. Klin Padiatr. 2013; 225: 201-5. PMID: 23873258

Conciso pero aclaratorio. Tras una breve introducción (definiciones y epidemiología de la sepsis y del shock en la edad pediátrica), los autores utilizan una sencilla explicación sobre la fisiopatología del shock en la sepsis para desarrollar el núcleo del artículo sobre las herramientas para reconocer y manejar el shock séptico en pediatría. Nos hablan del importante valor del relleno capilar y del lactato, del advenimiento de técnicas de imagen para monitorizar la microcirculación y de test rápidos para determinar el riesgo de coagulación intravascular diseminada, del limitado valor de la PCR y la PCT y de la escasa (pero potencial) utilidad de la PCR múltiple en el diagnóstico de la bacteria causante en edad pediátrica.

Dermatología

★★★★Update on pediatric photosensitivity disorders. Curr Opin Pediatr. 2013; 25: 474-9. PMID: 23817304

Práctica revisión sobre aquellas lesiones que aparecen tras la exposición solar. Estas lesiones que aparecen con una distribución característica (cara, cuello y parte superior del pecho, respetando parte de atrás de la oreja y labio superior). Proponen un diagnóstico diferencial y señalan detalles sobre los cuadros más frecuentes.

Infectología

★★★★Central line-associated bloodstream infection in children: an update on treatment. Pediatr Infect Dis J. 2013; 32: 905-10. PMID: 23856714

Corto y muy orientado hacia la clínica, este artículo permite en una rápida lectura actualizarse sobre un tema complejo y que cada vez tiene más interés en la práctica hospitalaria.

★★★★Strategies to control pertussis in infants. Arch Dis Child. 2013; 98: 552-5. PMID:23698594

Curioso debate sobre un problema similar al nuestro. El autor “destripa” cada una de las opciones para frenar la indeseable morbimortalidad asociada a la B. pertussis en los neonatos y lactantes en los países occidentales. Defiende la opción tomada en el Reino Unido de vacunar a las embarazadas de forma transitoria.

★★★★Evidence for the diagnosis and treatment of acute uncomplicated sinusitis in children: a systematic review. Pediatrics. 2013; 132: e284-96. PMID: 23796734

Quizá sea algo decepcionante porque uno espera que le aclaren cosas respecto a la sinusitis y la verdad es que crea mayores áreas de incertidumbre sobre el manejo; pero es la situación científica sobre este problema. Es un artículo teórico, pero importante para comprender la borrosidad en las pruebas científicas respecto a la sinusitis.

★★★★Strongyloides stercolaris infection. BMJ. 2013; 347: f4610. PMID: 23900531.

Es una enfermedad relativamente rara en nuestro medio pero es una revisión excelente al respecto.

Neonatología

★★★★The gut mucosal immune system in the neonatal period. Pediatr Allergy Immunol. 2013; 24: 414-21. PMID: 23682966

Revisión bastante académica sobre el funcionamiento del sistema inmune en la edad neonatal. Es completa y exhaustiva. Tiene interés para aquellos que trabajen en Neonatología, pero también para un pediatra general con interés en Nutrición, Gastroenterología o Alergología.

Neofrología

★★★★Primary hyperoxaluria. N Engl J Med. 2013; 369: 649-58. PMID: 23944302

Completísima revisión sobre una enfermedad que puede suponer un 1-2% de las enfermedades renales crónicas en Europa. Revisan la clasificación en 3 tipos con una exhaustiva explicación de la genética y, también, las complicaciones diagnósticas al incluir un espectro clínico amplio y no disponer de un biomarcador que ayude a la realización del diagnóstico.

Neurología

★★★★The potential for stem cell therapies to have an impact on cerebral palsy: opportunities and limitations. Dev Med Child Neurol. 2013; 55: 689-97. PMID: 23680015

Realista y concienzuda. Los autores desmitifican las supuestas bondades de la terapia celular para la parálisis cerebral infantil. Tras presentarnos la complejidad de opciones terapéuticas y los posibles mecanismos de acción tras estas terapias, los autores recopilan los escasos datos disponibles y los ensayos clínicos en curso con terapia celular en enfermedades neuropediátricas, en general, y en parálisis cerebral infantil, en particular. Existen todavía limitaciones respecto a estas terapias y sólo más investigación determinará el potencial de estas técnicas.

★★★★Assessment and management of sleep problems in youths with attention-deficit/hyperactivity disorder. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry. 2013; 52: 784-96. PMID: 23880489

Importante para el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes con TDAH. Estos pacientes pueden aparecer con problemas de sueño, los tratamientos pueden también fracasar por esos problemas o puede que los tratamientos agraven estos problemas.

★★★★Evaluation of the child with acute ataxia: a systematic review. Pediatr Neurol. 2013; 49: 15-24. PMID: 23683541

El niño con ataxia aguda es un problema relativamente frecuente en los servicios de Urgencia y de Neurología. Este artículo comienza con una revisión narrativa de los distintos datos de la historia y la exploración que nos ayuda a pensar en diagnósticos concretos. Sin embargo, el núcleo interesante de este trabajo está en la revisión que realiza sobre el rendimiento diagnóstico de distintas pruebas. Se encuentran anomalías en las pruebas de imagen (TC o RMN) con escasa frecuencia, pero son útiles para descartar las patologías más graves. El valor de la punción lumbar es limitado, aunque se encuentren alteraciones con frecuencia (43%). Se pueden encontrar alteraciones en el EEG en más de 4 de 10 pacientes y los autores recomiendan la realización del mismo en caso de sospecha de etiología epiléptica por antecedentes personales o familiares o por sumarse otros síntomas. Interesante es el hecho de que muchos pacientes presentan clínica de ataxia por intoxicación medicamentosa.

★★★★Update on the investigation of children with delayed development. J Paediatr Child Health. 2013; 49: 519-25. PMID: 23600797

No realiza una revisión concienzuda sobre el tema, pero ofrece una visión muy sencilla y estructurada sobre las pruebas diagnósticas a realizar (y, sobre todo, sobre las limitaciones que presentan habitualmente). Excelente para acercarse al tema.

Oncología

★★★★Update on pediatric cancer predisposition syndromes. Pediatr Blood Cancer. 2013; 60: 1247-52. PMID: 23625733.

Tras revisar la prevalencia de predisposición genética a cáncer en las series pediátricas (en torno a un tercio) y los beneficios de detectar estos casos precozmente, los autores utilizan 3 ejemplos para ilustrar la complejidad de estos casos (la predisposición a tumores rabdoides, el síndrome de paragangliomas-feocromocitomas hereditarios y la predisposición al blastoma pleuropulmonar familiar). Concluyen con una disertación sobre temas a determinar respecto al cribado de estos síndromes de predisposición. Sólo recomiendan buscar predisposición a cánceres de debut pediátrico con posibilidad de cribado o de intervención efectivos. Señalan los problemas que ocasionan en los pacientes los falsos negativos (ansiedad) y las múltiples visitas a realizar.

Psiquiatría infantil

★★★★A short guide to understanding behavioural difficulties. Arch Dis Child. 2013; 98: 625-8. PMID: 23814084

De fácil lectura y con clara vocación clínica. Los autores reflexionan sobre la medicalización de los trastornos de conducta señalando la necesidad de un complicado equilibrio entre lo sociológico y lo biológico en este campo en especial. Proporcionan pistas útiles para el manejo en Atención Primaria de estos problemas, sobre cómo hay que hacer la historia y cómo hay que explorar estos problemas en la consulta y sobre los consejos que podemos dar a los padres para que recuperen el control de la situación.

Apps para móviles (parte III)

El Rincón del Residente

 
D. Gómez Andrés

MIR. Hospital Universitario La Paz. Trastornos del Desarrollo y Maduración Neurológica. IdiPaz-UAM

 

Esta nueva sección pretende dar a conocer aquellas tecnologías nuevas para la difícil (o imposible) tarea de enfrentarse a un ordenador para obtener información útil (es decir, de alta calidad, actualizada y completa pero no excesiva).

 


Apps para móviles (parte III)

 

Continuamos con la serie de apps gratis para mó-viles y tabletas que son especialmente útiles para médicos.

“Eponyms” es una aplicación curiosa con ciertas utilidades como encontrar como se escribe un nombre con 4 consonan-tes seguidas o entender a que se refiere un término oscuro en el informe de otro compañero. Ocupa poco espacio y, a veces, es interesante. Los enlaces son: http://goo.gl/ke7ZOx (Apple) y http://goo.gl/rW9aXi (Android).

Yo suelo usar Pubmed en el móvil y hay que reconocer que utilizando el navegador habitual no funciona demasiado bien. Una aplicación interesante es: “PubMed Mobile”. He probado varias y he buscado una aplicación excelente y siento comunicar que, de momento, no existe. A fecha de hoy, esta es la mejor. Eso sí, funciona bastante bien para búsquedas sencillas, que son las que uno suele hacer en el móvil. Ade-más, no está disponible para usuarios de Apple; en Android: http://goo.gl/6w6H4a

 



Vitamina D: más allá de sus efectos sobre el metabolismo óseo

V. Martínez Suárez*, J. Dalmau Serra**

*Centro de Salud El Llano, Gijón. **Unidad de Nutrición y Metabolopatías. Hospital Infantil La Fe, Valencia

 

Pediatr Integral 2013; XVII(10): 728-733


Vitamina D: más allá de sus efectos sobre el metabolismo óseo

 

El déficit de vitamina D (VD) es una situación prevalente a nivel mundial y que puede afectar a personas de cualquier edad. Es, por otro lado, un capítulo preferente de la medicina infantil, aunque en las últimas dos décadas ha cobrado una nueva relevancia. El intestino delgado, los riñones y el tejido óseo son los órganos primarios sensibles a sus acciones y están involucrados en su función clásica sobre el metabolismo mineral y la homeostasis del hueso. En esta misma sección y desde documentos de posicionamiento del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría, dicha función ha sido abordada en sus diversos aspectos(1-3). Pero el reconocimiento de sus receptores específicos (VDR) en otros tejidos(4) y la identificación de la enzima hidroxilasa 1 en células extrarrenales llevaron a la descripción de nuevos efectos naturales, acumulándose cada vez más pruebas de la síntesis extrarrenal de la 1,25 dihidroxi VD (1,25 (OH)2 VD) o calcitriol(5,6) y de su función en la regulación del crecimiento y la diferenciación celular por medio de acciones endocrinas, paracrinas y autocrinas(4,7-9). En relación con ello, Nagpal y cols.(10) al han señalado que la 1,25 (OH)2 VD, a través de su actividad transcripcional, es capaz de regular directa o indirectamente al menos 200 genes, controlando la proliferación y la diferenciación tisular, la apoptosis y la angiogénesis. Y mediante estudios descriptivos y algunos ensayos clínicos (EC), también ha podido establecerse su relación con la prevención y tratamiento de diversas enfermedades extraóseas. Con la presente nota queremos ofrecer una recapitulación y síntesis de la bibliografía más relevante sobre el tema, desde una perspectiva médica general y referida a alguno de los aspectos más estudiados.

Estado de vitamina D

Con los datos disponibles, definir el estado de hipovitaminosis D y establecer para todos sus efectos el correspondiente significado clínico es todavía un tema de estudio. La medida de la 1,25-(OH)2 VD aporta poca información por su fino control fisiológico(11); sus concentraciones séricas son, con frecuencia, normales con un estado deficiente, debido al hiperparatiroidismo secundario y a su reposición por incremento de la síntesis renal(12). Información adicional sobre la adecuación de la homeostasis de calcio y VD se puede obtener con la medida de la concentración de PTH, aunque el mejor indicador se considera la concentración de 25-hidroxi VD (25-OH VD, calcidiol) sérica, ya que no es regulada y refleja la ingesta dietética de vitamina D2 o D3 y la síntesis cutánea de D3. Sin embargo, no existe consenso sobre sus concentraciones óptimas.

La Academia Nacional de las Ciencias recoge en su Dietary references intakes for calcium and vitamin D de 2010(13) que, aunque el nivel sérico de 25-OH VD no está validado como sustituto de resultados en salud, puede servir como referencia; y concluye que es razonable considerar 20 ng/ml como el umbral para casi toda la población; y ha establecido la ingesta recomendada en el lactante, considerando este umbral entre 16 y 20 ng/ml(14). Aun así, sigue habiendo controversia respecto a las concentraciones de 25-OH VD deseables, y podría resultar simplista la pretensión de ofrecer un umbral único de suficiencia(15). En adultos, la correlación inversa entre los niveles de 25-OH VD y PTH ha permitido aceptar el umbral de deficiencia en 20 ng/ml, cifra por encima de la cual la PTH deja de descender y se establece una meseta(16,17). Esta correlación se ha descrito también en niños mayores y adolescentes(18-20), pero en lactantes esta menos clara(21-23); y, si bien no hay datos disponibles para extrapolar este concepto a la población infantil, esta cifra tiende a aplicarse también a los niños de cualquier edad(24).

Actividad antiinfecciosa inespecífica

Varios estudios recientes sugieren que la VD juega algún papel en el control de la inflamación y la respuesta inmune. Diferentes células implicadas en la respuesta inmunitaria expresan VDR, lo que indica que participa de su actividad y modulación. Sabemos que el calcitriol actúa localmente sobre los linfocitos T y B activados, que regulan las citoquinas y la síntesis de inmunoglobulinas. Que inhibe la proliferación de células T, en particular linfocitos T helper (Th1) capaces de producir interferón (IFN-2) y de interleucina (IL-2) que, a su vez, impiden la presentación de más antígenos y el reclutamiento de los linfocitos T(25,26). También activa la producción de IL-4, IL-5 e IL10 cambiando el equilibrio desde el fenotipo Th1 a Th2, inhibiendo la formación de algunos tipos celulares que desempeñan un papel importante en la defensa inmunológica(25).

Se ha demostrado que la forma activa de la VD tiene actividad antimicobacteriana in vitro. Cuando un monocito/macrófago es estimulado por un agente infeccioso como Mycobacterium tuberculosis o sus liposacáridos, aumenta la expresión de VDR y hidroxilasa 1. La molécula de 1,25 (OH)2 VD entra en el núcleo y aumenta la expresión de catelicidina, péptido capaz de promover la inmunidad innata e inducir la destrucción de agentes infecciosos como el bacilo tuberculoso(27). Dado que la prevalencia de concentraciones de 25-OH VD menores de 30 ng/ml se observó en el 86% de las tuberculosis activas, la VD se ha venido utilizando para su tratamiento, aunque la administración de estos suplementos no puede ser recomendada hasta que se disponga de estudios prospectivos de calidad que prueben su valor terapéutico. Es posible que la deficiencia de VD tenga un impacto negativo generalizado sobre la respuesta antibacteriana y pudiera por tanto jugar algún papel en diferentes enfermedades infecciosas(28,29).

En el caso del VIH también algunos estudios in vitro han demostrado su efecto favorable en la inducción de la autofagia, obteniéndose una correlación directa entre los niveles más bajos de 1,25 (OH)2 VD con un menor recuento de células T CD4 +, nivel mayor de factor de necrosis tumoral y la velocidad de progresión de la enfermedad por VIH(30).

Observaciones como las altas tasas de gripe durante el invierno se han correlacionado con la falta de síntesis de VD(31), aunque factores como la temperatura fría y la baja humedad relativa debida a las calefacciones de interior podrían tener una responsabilidad mayor en la presencia y curso de la enfermedad.

Enfermedad cardiovascular y cardiopatías

El déficit de VD se ha querido considerar en los últimos años como un nuevo factor de riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV)(32,33), añadido a los ya clásicos. Varios estudios observacionales habían apuntado a una fuerte asociación entre un estado deficitario y la mortalidad cardiovascular, aunque el mecanismo que subyace a esta relación aún no ha sido aclarado. Algunas hipótesis señalan un posible papel del calcitriol en la regulación de la producción de renina, la proliferación de las células musculares cardiacas y vasculares, la síntesis de proteína C reactiva (PCR) y otros marcadores proinflamatorios, aceptándose que el sistema renina-angiotensina-aldosterona, la resistencia a la insulina y el hiperparatiroidismo secundario pudieran mediar algunos efectos cardiovasculares de la deficiencia de VD.

El análisis de los datos de NHANES III por Fiscella reveló un 40% más de riesgo por muerte debida a enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares principales en la población con un nivel de VD bajo(34). Y esa deficiencia también se ha asociado a un mayor riesgo de síndrome metabólico, hipertensión arterial (HTA) y otros eventos cardiovasculares adversos(34,35). Desde los años 80 del pasado siglo se dispone de datos según los cuales factores ambientales como la latitud, la estación y la exposición al sol se relacionan con una diferente mortalidad por cardiopatía isquémica(36,37), poniéndose la misma en relación con el déficit de VD.

Un EC realizado en mujeres alemanas halló una reducción significativa de la presión arterial sistólica después de la administración de suplementos de vitamina D(38). La disminución de los niveles tensionales también se demostró después de la exposición a los rayos ultravioleta A en comparación con UV B en otro EC(39). Sin embargo, otros trabajos no hallaron un efecto similar(40,41). Por lo tanto, los estudios sobre los suplementos de VD no han mostrado de forma consistente un efecto positivo en la reducción de la PA(41).

Por otro lado, parece que el déficit severo de VD no sólo pudiera aumentar el riesgo de desarrollar ECV crónicas sino que multiplica por 3-5 veces el de muerte súbita cardiaca en sujetos con ECV establecida(42), incrementando hasta el 50% los accidentes cerebrovasculares fatales(43).

Dos estudios examinaron prospectivamente el efecto de los suplementos de VD en la mortalidad cardiovascular sin poder probar una mayor supervivencia en comparación con los controles(41,44), aunque en un metaanálisis se encontró una reducción del 8% en la mortalidad por cualquier causa tras la suplementación con pequeñas cantidades(45). Una revisión sistemática de 51 EC aleatorizados no mostró su asociación significativa con la mortalidad, infarto de miocardio y los accidentes cerebrovasculares, sin cambios tampoco en la presión arterial, lo que lleva a los autores a concluir que los datos disponibles hasta la fecha no son capaces de mostrar una disminución significativa de la mortalidad y el riesgo cardiovascular asociado con la VD(46). Serán necesarios, por tanto, EC prospectivos bien diseñados para establecer consistentemente cualquier papel de los suplementos de VD en prevención de la ECV(45,47).

En recién nacidos con cardiopatía congénita existe una prevalencia mayor de deficiencia de VD, y niveles inferiores de 25-OH VD se asocian en los niños intervenidos a la necesidad de terapia inotrópica más intensa en el postoperatorio(48). Esto puede relacionarse con su efecto modulador y de influencia sobre la hipertrofia y diferenciación de los cardiomiocitos, lo que señala la posibilidad de un papel directo de la VD y sus derivados en la asistencia de este tipo de problemas.

Vitamina D y diabetes

Al igual que en las situaciones ya comentadas, estudios epidemiológicos y observacionales han despertado un gran interés sobre el posible papel de la VD en la patogenia, la prevención y el control de la diabetes (DM) tanto de tipo I como tipo II(49). Y varios ensayos en animales y humanos han sugerido que la VD pueda ser un potencial modificador de la diabetes(50-52), señalándose que sus acciones inmunomoduladoras y antiinflamatorias podrían reducir la insulinitis autoinmune de DM tipo I(50,51), suprimir la exposición de antígenos a los macrófagos, inhibir la maduración de las células dendríticas, modular el desarrollo de los linfocitos CD4 e inhibir la producción de interferón 2 (IFN2) y interleukina 2 (IL2), entre otras citoquinas activadoras de macrófagos y células T citotóxicas que conducen a la destrucción de células de los islotes. También en animales se ha comprobado cierto efecto protector de los suplementos de VD frente a la aparición de la diabetes autoinmune(50) y deteniendo la evolución de la enfermedad. Igualmente, por su actividad moduladora de las respuestas inmune e inflamatoria, la VD parece disminuir la resistencia a la insulina y aumentar su secreción en la DM tipo II.

Estudios poblacionales han encontrado que la DM tipo I es 10-15 veces más frecuente en las latitudes del norte de Europa que en el trópico. Tras un seguimiento a largo plazo en Finlandia se ha mostrado que los niños que tomaron 2,000 UI al día de VD durante el primer año de vida redujeron su riesgo de desarrollar DM tipo I en un 88%. Por otra parte, los niños que tenían deficiencia de VD tenían 2,4 veces más riesgo de desarrollar DM tipo I(52). Un estudio de la Comunidad Europea (EURODIAB) halló una reducción del 33% en el riesgo de la enfermedad en un grupo de niños suplementados(53), y datos similares fueron observados en el seguimiento de una de cohorte suplementada desde el primer año de vida(54). En el mismo sentido, un metaanálisis concluyó que esos suplementos en la infancia podrían tener un efecto protector frente a su desarrollo posterior(52). Una reducción temporal de la dosis de insulina también se observó después de la suplementación con calcitriol en pacientes adultos con diabetes tipo I(55).

Respecto a la DM tipo II, los estudios observacionales han mostrado en su control variaciones estacionales(56). En relación con lo anterior, los grandes EC que usaron terapia combinada de vitamina y calcio encontraron que ésta disminuye el riesgo de DM tipo II(57,58). En un gran estudio transversal con 23,000 adultos, los datos de resistencia a la insulina se correlacionan inversamente con los niveles de VD(59), habiéndose referido una asociación similar en otras investigaciones(60,61). Estudios de cohorte también encontraron asociación entre los niveles bajos de VD y diabetes tipo adulto(62) y mostraron un efecto protector de los niveles altos(63). Por el contrario, otros estudios no mostraron ningún beneficio(64,65). Pitas y cols., en un metaanálisis concluyeron que la insuficiencia de vitamina D y calcio puede influir negativamente en la glucemia mientras que la suplementación combinada puede ser beneficiosa en la optimización de metabolismo de la glucosa(66). En animales en situación de hipovitaminosis, la secreción de insulina aparece reducida, mejorando con su corrección.

En suma, hoy disponemos de datos que sugieren que la VD puede desempeñar un papel en la prevención y el tratamiento de la DM tipo I y II a través de su acción sobre la inflamación sistémica, la secreción de insulina y su resistencia, si bien se necesitan más estudios para dilucidar el mecanismo de acción y encontrar la dosis adecuada para proporcionar el beneficio óptimo(49). En cuanto al papel sinérgico de la vitamina y los suplementos de calcio en la prevención y control de la diabetes, debería ser estudiado en profundidad(49), ya que de ser eficaz su aplicación resultaría barata y fácil de implementar en la práctica clínica.

Vitamina D y cáncer

A la luz de los estudios más recientes, hoy se acepta de forma unánime que la VD juega un papel fisiológico en la diferenciación celular, tanto en células normales como tumorales. En estudios recientes la 1,25 (OH)2 VD se ha mostrado capaz de regular los genes que controlan la proliferación, la diferenciación, la apoptosis y la angiogénesis. Y datos preclínicos y epidemiológicos sugieren un papel de la VD en la prevención y tratamiento del cáncer. Por ejemplo, es conocido que el riesgo de su desarrollo y la muerte por cáncer son más elevados en latitudes más altas y esto se ha relacionado con menor exposición a la luz solar directa, especialmente durante la infancia y la adolescencia(67,68).

También para el polimorfismo del gen VDR se ha establecido su asociación con un alto riesgo de padecer cáncer, habiéndose descrito que mujeres con mutaciones del mismo tienen mayor riesgo de iniciar un tumor de mama(69). En un estudio se ha encontrado que, mujeres con bajo nivel en sangre de 25-OH VD (<12 ng/ml) al inicio del mismo, tenían un riesgo significativamente mayor de desarrollar cáncer colorrectal en comparación con las que tenían niveles más altos (>24 ng/ml)(70).

La mayoría de los ensayos clínicos con VD y sus metabolitos se han realizado en pacientes con cáncer de próstata(71), probándose que la administración de 2.000 UI al día daba lugar una caída en los niveles de PSA, si bien el desarrollo de hipercalcemia severa exigió la interrupción del ensayo. Varios análogos no hipercalcemiantes de la 1,25 (OH)2 VD han mostrado actividad antitumoral en un subgrupo de pacientes con alta expresión de VDR, lo que pudiera considerarse en el futuro como un criterio de buen pronóstico.

Aunque la función fisiológica exacta de 1,25 (OH)2 VD en estos tejidos tumorales no ha sido completamente aclarada, se acepta que puede actuar como un potente inhibidor de la proliferación tisular y un inductor de maduración de las células(9,72-74), probablemente jugando algún papel en la prevención de la carcinogénesis. Así, se ha podido establecer un mayor riesgo de morir de cáncer de colon, de mama, de próstata y de ovario en personas que viven en las latitudes altas(75,76). Y Garland(77) ha descrito que la concentración de 25-OH VD superior a 20 ng/ml disminuye el riesgo de morir por cáncer de colon en más de un 200%.

No obstante todos esos datos, serán necesarios más estudios para confirmar la utilidad del uso de la VD como terapia concomitante con los fármacos antitumorales(78).

Vitamina D y enfermedades autoinmunes

La acción de la VD en el sistema inmunológico parece ser mediada a través de las células T y B. Tal como se ha comentado(25,26), cuando estas se estimulan, los genes VDR se activan y se produce 1,25 (OH)2 VD, que suprime la proliferación y la síntesis de inmunoglobulinas. Inhibe también la proliferación de células T y previene la formación de interferón ? y la interleuquina 2 (IL-2) por las células T helper (Th1), activa las células T supresoras (Th2) mejorando, de este modo, la producción de IL-4, IL-5 e IL-10.

En los seres humanos hay evidencia epidemiológica de la importancia de la VD para mantener la salud inmunológica. Su actividad inmunomoduladora puede intervenir en el desarrollo de enfermedades de fondo autoinmune. Mediante el uso de ligandos del receptor de VD, se ha aumentado la acción de las células asesinas naturales y la actividad de los fagocitos. La 1,25 (OH)2 VD ha demostrado ser útil en modelos animales de esclerosis múltiple y en la enfermedad de Crohn.

Existen datos suficientes para aceptar que la VD pudiera ser considerada como un factor externo, condicionante en el desarrollo de enfermedad inflamatoria intestinal (EII)(79). En modelos experimentales de ratones, se ha podido demostrar la aceleración de la enfermedad en situación de hipovitaminosis D, evitando ese efecto la administración de 1,25 (OH)2 VD o de agonistas sintéticos de los VDR requiriendo, para ello, un adecuado aporte de calcio en la dieta. También, datos obtenidos en otros modelos animales sugieren que la deficiencia de VD y de VDR aumenta la susceptibilidad para padecer la enfermedad. Y, aunque hasta ahora no se podido establecer en la clínica una relación causal entre estado de VD y EII, existen algunos estudios que destacan su existencia(80-82). Por ejemplo, según un estudio, la mayoría de los niños afectos de EII tienen niveles bajos de VD (con 25-OH VD <15 ng/ml); y, en un EC con pacientes de 8 a 22 años, la mayoría de los enfermos tenían un estado de vitamina deficiente (<20 ng/ml), mejorando los niveles y su situación clínica tras el tratamiento con orales.

La evidencia epidemiológica sugiere que los adultos con altos niveles de VD en sangre tienen un menor riesgo de desarrollar esclerosis múltiple(83), para la que la luz del sol o la vitamina se consideran factores ambientales implicados en su etiología y podrían interactuar con los factores hereditarios en la región del sistema mayor de histocompatibilidad de clase II. De hecho, en un subgrupo de individuos genéticamente predispuestos a la esclerosis múltiple, la deficiencia de VD pudiera causar un bloqueo de la expresión de los genes de histocompatibilidad implicados en la distinción entre las proteínas propias y extrañas(84). En ese mismo sentido, mujeres con una ingesta más alta de vitamina redujeron el riesgo de desarrollar la enfermedad en un 42%.

Observaciones similares se han realizado en la artritis reumatoide, en el lupus eritematoso sistémico y otras enfermedades reumáticas(85-87); y en niños nacidos de madres que eran deficientes en VD, aumentó el riesgo de trastornos respiratorios con sibilancias en la primera infancia. A partir de la evidencia epidemiológica y algunos modelos animales, pudiera aceptarse un importante papel de la VD en el mantenimiento de la salud inmune.

Vitamina D y psoriasis

Los queratinocitos de la piel son las principales fuentes de 7 dehidrocolestrol, que se convierte en vitamina D3 en presencia de luz solar. Estas células también tienen VDR y pueden convertir el 25-OH VD en 1,25 (OH)2 VD activa. Se ha señalado que al ser la vitamina activa un potente inhibidor de los queratinocitos podría ser utilizada de forma segura para los trastornos de la piel hiperproliferativos no malignos, como la psoriasis. La aplicación tópica de 1,25 (OH)2 VD o de algunos de sus análogos podría servir como terapia de primera línea en la enfermedad psoriásica(88). Los datos agrupados de los EC controlados y aleatorios indican que el derivado sintético de la VD calcipotriol puede ser un tratamiento eficaz y bien tolerado para la psoriasis crónica, en placas de leve a moderada; y, aunque la irritación de la piel es un secundarismo relativamente común, rara vez requirió la retirada del tratamiento(89). No obstante, se necesitan ensayos que comparen la relación riesgo/beneficio de los regímenes de tratamiento aislado y los combinados de calcipotriol con otros agentes anti-psoriáticos.

Enfermedades musculares

También en este caso algunos estudios observacionales han mostrado una relación entre nutrición deficiente, estado de 25-OH VD y debilidad muscular en niños y adultos mayores. En la mayoría de los trabajos publicados, las concentraciones más bajas (<20 ng/ml y especialmente <10 ng/ml) se asociaron con la función muscular alterada, mientras que los niveles más altos (>20 ng/ml) mostraron una función normal. Varios metaanálisis y revisiones muestran una reducción en el riesgo de caídas (reducción del riesgo relativo de hasta el 20%) después de la administración de suplementos de la vitamina, en especial cuando su estado es deficiente(90-93). En estos mismos estudios, se ha establecido que la suplementación con dosis que van desde 700 a 1.000 UI/día pudiera ser eficaz, si bien el resultado de un metanálisis muestra que la práctica de ejercicio en grupo y de Tai Chi fueron más eficaces en la reducción del riesgo de caídas que los suplementos de VD(94).

En resumen, en los últimos años se han ido acumulando informaciones que refuerzan la idea de un efecto extraóseo múltiple y diverso de la VD, habiéndose relacionado de forma directa con diferentes enfermedades(95,96), de las cuales sólo algunas han sido consideradas en este escrito (Tabla I). La revisión de los trabajos aquí comentados sugiere que este nutriente pudiera jugar algún papel en su prevención y tratamiento, aunque se requieren más estudios y una evidencia más concluyente para aceptar su recomendación en la clínica.

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LACTARTE. Poesía y lactancia materna

Crítica de libros

Carlos Marina

Pediatra y Médico Puericultor del Estado

 


Crítica de libros

LACTARTE. Poesía y lactancia materna

M.A. Zafra Anta

Madrid: Exlibris Ediciones, S.L.; 2013

Enorme sorpresa e inmediata satisfacción ha producido la aparición de este libro, único y original, magistralmente elaborado por un distinguido pediatra, el Dr. Zafra Anta, con un nobilísimo objetivo: ennoblecer, prestigiar y estimular la lactancia materna como insuperable y gratificante método de aporte de las necesidades nutricionales del bebé durante sus primeros meses de vida. Pero, ¿cómo?, y aquí radica la enorme originalidad del trabajo realizado: revisando y seleccionando con admirable meticulosidad y paciencia la temática de la lactancia materna en textos –tan numerosos– de poesía castellana y otras lenguas.

Tremendo y delicado trabajo el que nos ofrece el autor: promocionar la lactancia materna valorándola y ensalzándola a través del aspecto íntimo, personal y emocional de textos poéticos de muy variados y prestigiosos autores. Gran trabajo el del Dr. Zafra: saber poner de manifiesto, tras un enorme trabajo de investigación bibliográfica, ante el sorprendido y entusiasmado lector, cómo “la poesía de la lactancia es un auténtico tesoro” capaz de desencadenar tan nobles sentimientos como el deseo de amamantar, criar con dedicación y amor a los hijos y engrandecer el valor de la familia como núcleo básico de la sociedad.

A través de algo más de 150 páginas el lector va a disfrutar enormemente con la emocionante y amena lectura de los mejores textos poéticos de más de 50 autores –incluyendo algunos pediatras y el propio Dr. Zafra– desde un Miguel Hernández encarcelado, Federico García Lorca, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Fray Luis de León, sin olvidar a Gloria Fuertes. Continuando con hermosos pasajes en verso de Lope de Vega, Quevedo y tantos otros felizmente encontrados por nuestro autor en su implacable búsqueda y afortunado hallazgo de todo escrito poético estimulante de la lactancia natural. Para terminar con unos inolvidables Cantos de Cuna y Canciones de entrañable contenido.

Libro dedicado por su autor “como reconocimiento a las mujeres que, con decisión informada lactan, y también a las que, con decisión informada, no lactan”. Libro, pues, que los pediatras tenemos que conocer y recomendar a las futuras madres para la mejor crianza de sus hijos, antes, incluso, de hacernos cargo de su cuidado médico, nutrición incluida, para el mejor crecimiento y desarrollo.

Con la creciente emoción acumulada tras la atenta lectura de tan hermosos textos y convencidos ya de que, efectivamente, la poesía de la lactancia es un tesoro, terminamos nuestro comentario con un fragmento de La Concepción de María (Diego Sánchez de Badajoz. Siglo XVI) –destacado por nuestro autor– y que, a modo de “oración final”, dice así:

“Bendita vos, cuyos senos

tal leche dieron a Dios,

que por ella a vos y a nos

dió su sangre.”

El Dr. Miguel Angel Zafra Anta, autor de esta impactante revisión poética, es actualmente pediatra del Hospital Universitario de Fuenlabrada (Madrid), siempre inquieto y galardonado escritor, además de valioso colaborador directivo pediátrico. Nuestra más entusiasta enhorabuena no hace más que reconocer su brillante esfuerzo.

Portada 2013 11

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10 consideraciones sobre el uso de medicamentos. Responsabilidades y reto profesional

Editorial

 
V. Martínez Suárez

Centro de Salud El Llano (Gijón). Servicio de Salud del Principado de Asturias

 


«La mala praxis de prescripción debiera entenderse como un grado deficiente y no razonable de prudencia, de diligencia o de conocimiento en el uso de fármacos; en todo caso, con riesgo innecesario y evidente para el niño, o con efectos perjudiciales consecuentes y reconocidos en relación al tratamiento»

 


10 consideraciones sobre el uso de medicamentos. Responsabilidades y reto profesional

La idea de uso racional de medicamentos se refiere a que los pacientes reciban la medicación según sus necesidades clínicas, a dosis que se ajusten a sus requerimientos individuales, durante un periodo de tiempo adecuado y al menor coste para ellos y la comunidad(1). El tema es de máxima actualidad en la medicina de hoy; y es además, según esa formulación inicial, una exigencia profesional que, en el caso de la medicina infantil, adquiere aún mayor relevancia.

 

Para nosotros, resulta fácil aceptar como premisa de cualquier intervención curativa el que todos los niños tienen derecho a recibir tratamientos eficaces y seguros por parte de sus pediatras. Aunque partiendo de esta declaración pueden hacerse varias consideraciones.

 

1. En primer lugar, la racionalidad en el uso de fármacos dependerá de la existencia de una oferta y una demanda racionales; además, y de forma importante, de una intervención administrativa coherente y también racional. Porque al afrontar este tema, no puede ignorarse que es la Administración quien tiene potestad para introducir criterios adicionales a los clásicos de eficacia y seguridad, tales como efectividad clínica o eficacia comparativa, efectividad económica e impacto presupuestario. La Administración es también quien define las reglas que regulan la autorización, registro y precio de los productos que se ofrecen a la venta, así como los límites generales de su utilización(2). Igualmente, la difusión de la mejor información disponible debiera tenerse como una alta responsabilidad de los organismos oficiales que, según las diferentes Comunidades Autónomas, trabajan con un imperativo de rigor y calidad notablemente variables. Eso a pesar de que las autoridades sanitarias tendrían que sentirse obligadas y más comprometidas con su papel en la información a los médicos acerca de los medicamentos(3). Todo ello señala ya para algunos condicionantes del uso de medicamentos, una responsabilidad superior al nivel de actuación del pediatra prescriptor.

 

2. Los médicos no pueden olvidar la importancia del acto de emitir una receta y tendrían que buscar todos los datos y referencias que les ayuden a realizarlo de la forma más conveniente para sus pacientes(4). Sólo la utilidad y seguridad del sujeto enfermo o en riesgo de enfermedad deben estar en el centro del acto médico, y quien determina el plan terapéutico será totalmente responsable de sus decisiones y debe mantener el mandato de la ética profesional. Es precisamente desde esta idea que, la mala praxis de prescripción debiera entenderse como un grado deficiente y no razonable de prudencia, de diligencia o de conocimiento en el uso de fármacos; en todo caso, con riesgo innecesario y evidente para el niño, o con efectos perjudiciales consecuentes y reconocidos en relación al tratamiento.

 

3. Lo anterior tiene que ver con que la orden de tratamiento inadecuada traduce muchas veces un desconocimiento de la prescripción correcta y de la muchas veces recomendable abstención terapéutica. Apostar por la formación profesional de calidad, por tanto, es también, y más que otras cosas, acercar a los profesionales a la terapia necesaria, que puede ser de renuncia al uso de fármacos. Mejorar nuestros conocimientos en farmacología clínica y en terapéutica, acercarnos a las fuentes originales de información mediante cursos de lectura crítica y de medicina basada en la evidencia es ahora –por la abrumadora sobreabundacia de información– una necesidad más apremiante que nunca.

4. Los fármacos que desde el sistema sanitario se ofrecen a los ciudadanos debieran estar probados científicamente en su valor curativo. Esto supone que la principal información accesible al médico tendría que haberse generado mediante estudios metodológicamente bien diseñados y que permitan responder a la cuestión de interés(5). Además, que una vez analizada y sintetizada, debiera estar fácilmente disponible para ser consultada y correctamente interpretada por parte de los profesionales. Sin embargo, no puede ocultarse que la heterogeneidad en la expresión clínica de algunas enfermedades, junto a los estudios fragmentarios y de calidad variable que sobre muchas afecciones disponemos limita la elaboración de guías clínicas de valor completo y unánimemente aceptadas(5,6). Sabemos que no existen ni suficiente investigación ni metaanálisis que orienten todas nuestras decisiones y aclaren las amplias zonas de penumbra del ejercicio médico, pero esto señala también un enorme reto profesional.

 

5. De forma directa (ayudas a los propios pediatras) o indirecta (a través de convenios con las administraciones o de las sociedades científicas), la docencia y formación en al ámbito de la salud están siendo mayoritariamente promovidas y financiadas por la casas comerciales. Esto ocurre aunque algunas instituciones oficiales y grupos profesionales quieran ocultar o silenciar el origen de sus ingresos para estos fines y la realidad de su relación con estas empresas. Mientras no sea la Administración, a través de sus presupuestos, la que asuma los costes de estas actividades, difícilmente se podrá aceptar una crítica general a esta relación. Esto debe reconocerse así; y cualquier otra cosa es un ejercicio de doble moral con beneficios particulares. El imperativo de rigor y transparencia hacia la comunidad pediátrica y hacia la sociedad debiera sentirse irrenunciable(7-9). Igualmente, tendremos que defender y reforzar un plan de trabajo conjunto del que formen parte tanto el logro de una prescripción farmacoterapéutica de la mayor calidad posible como la realización de estudios que ayuden a mejorar la competencia profesional, trabajos de investigación sobre el uso adecuado de los medicamentos, la difusión y actualización de conocimientos. Por todo ello, la industria farmacéutica debe tenerse como un aliado estratégico de importancia fundamental para nosotros.

 

6. Es lícito que las empresas farmacéuticas den a conocer los productos que desean vender y es comprensible que lo hagan de la forma más conveniente a sus intereses. Este reconocimiento no implica que la información pueda realizarse de cualquier manera y, menos aún, con afirmaciones incorrectas sobre su bondad o con ocultación de los problemas derivados de su uso(7,8). Para impedirlo existe suficiente legislación; además, también existe un código ético en la propia industria que regula la promoción, estableciendo lo que se considera inadecuado o falso(10,11). Debe recordarse que, tanto en Europa como los Estados Unidos, las agencias reguladoras son lo suficientemente robustas para hacer frente con éxito a cualquier interés comercial espúreo de la industria farmacéutica(11-18). Además, el propio profesional debiera conocer el modo de filtrar, contrastar y discernir la documentación útil de la propaganda puramente comercial.

 

7. Un asunto relevante. Para una proporción considerable de medicamentos (así, para las especialidades publicitarias, OTC, de venta sin receta y control médico), no es el pediatra prescriptor sino el usuario-paciente quien decide su consumo, en ocasiones con la participación del farmacéutico-dispensador(19-24). Y esto debe relacionarse con el hecho –indudablemente revelador– de que, en los últimos años, los gestores de la sanidad sólo han reconocido la importancia de la calidad de la prescripción desde una preocupación primordial por el gasto, no desde un imperativo racional y ético de beneficio del paciente. Un ejemplo claro ha sido el uso directo y rápidamente creciente de los medicamentos por los ciudadanos, asumiéndose que, si estos los pagan de su bolsillo, el problema del uso racional se difumina cuando, en realidad, empieza a tener una mayor relevancia. La automedicación, el consumo de fármacos sin supervisión sanitaria, la dispensación en las oficinas de farmacia de medicamentos de prescripción médica y la compra a través de Internet, son puntos importantes que debieran tener mayor presencia en las políticas de uso racional(11,25), también en las específicamente dirigidas a los profesionales.

 

8. Llama igualmente la atención que la Administración, que en nuestro país paga gran parte de la factura sanitaria, haya mostrado tan poco interés en la investigación de estrategias para mejorar los insatisfactorios niveles actuales de adhesión terapéutica. Cuando se trata de pacientes que no forman parte de un ensayo clínico controlado, el cumplimiento terapéutico puede oscilar entre el 25 y el 50%(26-29). Y esto, en el caso de los antibióticos y otros agentes antiinfecciosos puede ocasionar perjuicios directos al propio consumidor y a la comunidad. Ciertamente, las intervenciones susceptibles de mejorar la adhesión terapéutica tendrían un coste en formación del médico(31), pero con ellas no sólo se conseguiría mejorar el cumplimiento de la prescripción sino que se incrementaría la satisfacción de los usuarios al aumentar su participación y comprensión de la lógica del tratamiento(28-32).

 

9. Otro tema que merece aquí un comentario es el de la insistente demanda de la enfermería respecto a su intervención en la prescripción de tratamientos. Ante esto, podemos preguntarnos también cuántos profesionales de la enfermería han recibido formación acreditada sobre estas actividades. Más aún: ¿podemos denunciar la falta de formación en esta materia de muchos pediatras y a la vez aceptar la prescripción por parte del colectivo enfermero? Porque al tratar este asunto es inexcusable hablar de cualificación; de calidad en los procesos y en los servicios. Sumado a ello, la actividad de la enfermería en la consulta de pediatría no ha sido evaluada y existe poca información sobre su eficiencia y sobre sus resultados(33). Tampoco puede olvidarse lo que supone como elemento medicalizador la dispersión y la pérdida de control de la prescripción. Ésta resultará de mayor calidad si la formación del que la realiza es mayor; o visto desde otra posición, a menor formación, menor eficacia y una presión comercial más efectiva(34). Creemos que esta delegación o renuncia del médico tendría que verse como un gran logro para nuevos objetivos comerciales de algunas empresas farmacéuticas y parafarmacéuticas; y como resultado de la misma, las expectativas de mercado, los potenciales clientes, se multiplicarían.

 

10. Finalmente, en relación al uso correcto de medicamentos y la aplicación de medidas terapéuticas, la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), como institución representativa de la profesión pediátrica y de la salud infantil hasta el final de la adolescencia, viene asumiendo la idea de la buena práctica médica y su función de abogado de la infancia(34). En tal sentido:

 

• Ha manifestado repetidamente su compromiso con la mejora de los estándares y criterios de calidad en la atención médica infantil, comprometiéndose con la máxima seguridad del paciente.

• Incentivará y apoyará las actividades de investigación y de evaluación de resultados relacionados con nuestras intervenciones.

• Promoverá y auspiciará aquellas actividades que mejoren la formación de los profesionales en cuanto a las prescripciones a realizar.

• En el mismo sentido, se esforzará por acercarlos a las fuentes originales de información mediante cursos de lectura crítica y de medicina basada en la evidencia.

• Exigirá una comercialización ética, mediante la aplicación rigurosa de los códigos de buenas prácticas en la promoción de medicamentos.

 

Bibliografía

1. WHO. Promoting rational use of medicines: core components. Geneva: WHO Policy Perspectives on Medicines, September 2002.

2. Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios. BOE 178 de 27 de julio de 2006.

3. European Medicines Agency. European Public Assessment Reports (EPARs). En: www.ema.europa.eu

4. Moya A. Ética de la prescripción. Información Terapéutica del Sistema Nacional de Salud. 2011; 35: 57-63.

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7. Collier J, Iheanacho I. The pharmaceutical industry as an informant. Lancet. 2002; 360: 1405-9.

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9. Garattini S, Bertele V. Efficacy, safety and cost of new anticancer drugs. BMJ. 2002; 325: 269-71.

10. Código Español de Buenas Prácticas de Promoción de Medicamentos y de Interrelación de la Industria Farmacéutica con los Profesionales Sanitarios. Farmaindustria. 2010.

11. Gispen-de Wied CC, Leufkens HG. From molecule to market access: Drug regulatory science as an upcoming discipline. Eur J Pharmacol. 2013; 719(1-3): 9-15. doi: 10.1016/j.ejphar.2013.07.021. Epub 2013 Jul 24.

12. European Medicines Agency: Ethical considerations for clinical trials performed in children; EMA guidelines, 6 October 2006. En: www.ema.europa.eu

13. Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. En: www.aemps.es

14. Agrawal Shantanu, Brennan N, Budetti P. The Sunshine Act-effects on physicians. N Engl J Med. 2013; 368: 2054-7.

15. Campbell EG, Rao SR, Des Roches CM, Iezzoni LI, Vogeli C, Bolcic-Jankovic D, et al. Physician professionalism and changes in physician-industry relationships from 2004 to 2009. Arch Intern Med. 2010; 170: 1820-6.

16. Kesselheim AS, Robertson Jr CT, Siri K, Batra P, Franlin JM. Distribution of industry payments to Massachusetts physicians. N Engl J Med. 2013; 368: 2049-52.

17. Real Decreto 1345/2007, de 11 de octubre, por el que se regula el procedimiento de autorización, registro y condiciones de dispensación de los medicamentos de uso humano fabricados industrialmente.

18. Directiva 2004/27/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 31 de marzo, por la que se modifica la Directiva 2001/83/CE de 6 de noviembre de 2001, y que establece un código comunitario sobre medicamentos para uso humano, que armoniza y recopila en un solo texto la normativa comunitaria sobre medicamentos de uso humano.

19. Reglamento (CE) nº 1901/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 12 de diciembre de 2006, sobre medicamentos para uso pediátrico.

20. Ed Silverman. Everything you need to know about the Sunshine Act. BMJ. 2013; 347: f4704. Disponible en http://bit.ly/1byyJNr

21. Llor C, Cots JM. The sale of antibiotics without prescription in pharmacies in Catalonia, Spain. Clin Infect Dis. 2009; 48: 1345-9.

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23. Caamano F, Tome-Otero M, Takkouche B, Gestal-Otero JJ. Factors associated with the decision of Spanish pharmacists to prescribe medicines and to recommend the visit to a doctor. Pharmacoepidemiol Drug Saf. 2004; 13: 817-20.

24. Simó S, Fraile D, Sánchez A, García-Algar S. Dispensación de medicamentos sin prescripción médica en oficinas de farmacia. An Pediatr (Barc). 2013; 79: 10-4.

25. Baos V. Estrategias para reducir los riesgos de automedicación. Información Terapéutica del Sistema Nacional de Salud. 2000; 24: 147-52.

26. Houston N. Compliance with treatment regimens in chronic asymptomatic diseases. Am J Med. 1997; 102(2A): 43-9.

27. Anónimo. Compliance (or concordance) and once daily dosing. Glasgow Prescriber. 1999; 13.

28. Wright EC. Non-compliance or how many aunts has Matilda? Lancet 1993; 342: 909-13.

29. Osterberg L, Blaschke T. Adherence to medication. N Engl J Med. 2005; 353(5): 487-97.

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31. Orueta R. Estrategias para mejorar la adherencia terapéutica en patologías crónicas. Información Terapéutica del Sistema Nacional de Salud. 2005; 29: 40-8.

32. Corlett AJ. Aids to compliance with medication. BMJ. 1996; 313: 926-9.

33. Martínez V. Salud Pública, medicalización de la vida y educación, en el libro Salud y Ciudadanía. Teoría y práctica de la innovación, editado por la Consejería de Educación y Ciencia del Gobierno del Principado de Asturias. Oviedo; 2008. p. 17-28.

34. Martínez V. La mirada ética de la pediatría. Pediatr Integral. 2012; nº especial 15: 33-6.

 

Inmunoterapia en patología alérgica pediátrica

Temas de FC

M. Ridao Redondo

EAP Torrelles de Llobregat

 

Resumen

El tratamiento de las enfermedades alérgicas debe hacerse con la evitación del alérgeno responsable y el uso de los fármacos que controlen los síntomas. Pero, además, siempre que se demuestre y documente que la sintomatología se debe a alérgenos específicos, el alergólogo valorará la indicación del único tratamiento etiológico, la inmunoterapia específica (ITE).
La ITE proporciona beneficios clínicos a largo plazo, se ha demostrado que previene nuevas sensibilizaciones, reduce la progresión de rinitis a asma y contribuye a la remisión de la enfermedad al conseguir la tolerancia al alérgeno.
La ITE en niños es eficaz y segura. Revisamos su mecanismo de acción, sus indicaciones y qué es lo que debe conocer el equipo de pediatría para su administración y seguimiento.

 

Abstract

Allergic diseases treatment should be done by avoiding the allergen that is responsible and by using drugs to control the symptoms. Furthermore, if it symptoms caused by specific allergens are demonstrated and documented, allergist will assess the indication of the only etiological treatment: allergen specific immunotherapy.
It has been shown that the allergen- specific immunotherapy provides long-term clinical benefit, prevent new sensitizations, reduces the progression from rhinitis to asthma and contributes to disease remission by achieving tolerance to the allergen.
The allergen-specific immunotherapy in children is effective and safe. We review the mechanism of action, its indications and what the pediatric team have to know, for its administration and monitoring.

 

Palabras clave: Inmunoterapia específica; Vacunas alergia; Asma niños.

Key words: Allergen-specific immunotherapy; Vaccines allergy; Asthma children.

 

Pediatr Integral 2013; XVII(9): 608-615


Inmunoterapia en patología alérgica pediátrica

 

Introducción

En el año 2011 se celebró el centenario de la publicación en The Lancet del trabajo científico en el que Leonard Noon comprobó el efecto protector de la inmunoterapia en pacientes con rinitis alérgica a pólenes. A lo largo de este siglo, se ha conseguido demostrar su eficacia clínica, mejorar el conocimiento de los mecanismos de la inmunidad y, por ende, de los mecanismos relacionados con la desensibilización con alérgenos y obtener extractos estandarizados cuya potencia antigénica conocemos y, por tanto, cada vez más eficaces y seguros(1).

El tratamiento de las enfermedades alérgicas se basa en la evitación del alérgeno, los tratamientos farmacológicos que actúan a nivel patogénico o sintomático, la inmunoterapia específica y la educación sanitaria de los niños y sus familias. La inmunoterapia con alérgenos es, en la actualidad, el único tratamiento etiológico de las enfermedades alérgicas cuando se demuestra que los síntomas aparecen con la exposición al alérgeno(2).

Concepto

La inmunoterapia consiste en la administración, por vía subcutánea o sublingual, de dosis altas del alérgeno identificado como causa de de la enfermedad alérgica con el fin de conseguir que, tras el contacto natural posterior con ese alérgeno, no se presenten los síntomas clínicos que el paciente tenía y, por tanto, se consiga la tolerancia al mismo.

Las enfermedades alérgicas, en general, y el asma en particular, se producen por una respuesta inmunológica anormal frente a proteínas inocuas, como los pólenes o los ácaros. Esta respuesta inmunológica excesiva se da en niños predispuestos genéticamente, con tendencia a reacciones Th2.

 

Mecanismo de acción

El principal problema con el que nos encontramos al estudiar el mecanismo de acción de la inmunoterapia es la dificultad que conlleva el estudio del funcionamiento del sistema inmunitario como un todo. La respuesta inmunitaria alérgica es compleja y está influida por factores como la susceptibilidad genética, la vía de exposición, la dosis y las características estructurales del alérgeno(3).

En individuos susceptibles con la exposición previa a un alérgeno, se generan anticuerpos IgE específicos. Estos anticuerpos se unen a receptores de alta afinidad en los basófilos sanguíneos y en los mastocitos de las mucosas. Cuando se produce la reexposición al antígeno específico, puede producirse una respuesta bifásica. Hay una fase precoz,15-30 minutos tras la exposición al alérgeno, con liberación de mediadores por parte de los mastocitos locales y de los basófilos circulantes. Estos mediadores incluyen: histamina, quininas, prostaglandina D2, citocinas, quimiocinas y leucotrienos, que actuarán estimulando la llegada de otras células inflamatorias, como: eosinófilos, linfocitos T y basófilos que, ya en una fase tardía que se producirá entre 6 y 12 horas, liberarán mediadores inflamatorios específicos.

Normalmente, cuando un alérgeno se pone en contacto con la mucosa respiratoria, es rechazado por la barrera física. Algunos pueden penetrar a través del epitelio y son capturados por células dendríticas inmaduras. En individuos sanos, esto da lugar a una inducción de tolerancia. En atópicos este encuentro inicial da lugar al paso de células T a células Th2.

En el epitelio respiratorio, el alérgeno es captado por la célula presentadora de antígeno, principalmente células dendríticas (CD). En individuos alérgicos, la IgE específica, unida a receptores Fc de baja afinidad de la CD juega un papel facilitando la captación del antígeno. Esta CD, cargada con el alérgeno, llega al ganglio linfático, donde lo presenta a las células T con receptores alérgeno-específicos. Se activa entonces la liberación de citocinas, que facilitan la activación de las células B y diferenciación a células plasmáticas productoras de anticuerpos. La cronificación de la enfermedad alérgica depende de los linfocitos Th2 CD4+ y su producción de IL-4, IL-5, IL-9 e IL-13, que estimulan la producción de IgE, la llegada de células inflamatorias al foco, activándolas y aumentando la producción de moco. Es la inflamación alérgica (Fig. 1).

 

Figura 1. Mecanismos de la respuesta inflamatoria alérgica. Las células dendríticas presentan péptidos alergénicos a linfocitos Th0. Hay un desvió a linfocitos Th2, con producción e Interleuquinas, atracción de eosinofilos, producción de IgE, sensibilización de mastocitos y basófilos. Clínical&Experimental Allergy. 2011; (41): 1235-46.

 

Otras citocinas que intervienen en ella son IL-25, IL-31 y IL33.

La inmunoterapia específica (ITE) inhibe la respuesta alérgica tardía, con reducciones significativas en el número de eosinófilos, basófilos y neutrófilos. Después de iniciarse la ITE, hay una reducción de los mediadores inflamatorios en el lugar de la exposición al antígeno (Fig. 2).

 

Figura 2. Mecanismos de acción de la inmunoterapia. Shakir E, et al. Ann Allergy Asthma Immunol 2010; 105: 340-477.

 

De forma didáctica, podríamos decir que la ITE produce(4):

1. Cambios a nivel de la respuesta de anticuerpos específicos IgE, IgG e IgA.

2. Cambios en las células efectoras tanto de la respuesta inmediata como tardía, inhibiendo la liberación de mediadores y la respuesta inflamatoria aguda y crónica tras la exposición al alérgeno.

3. Tras la ITE, se produce una inversión del cociente Th1-Th2, con un aumento del perfil del tipo Th1 en detrimento del Th2, propio de la respuesta alérgica.

Un punto esencial en la inducción y el mantenimiento de la tolerancia a alérgenos es la producción de células T reguladoras (Treg) y su producción de IL-10 y TG-beta. Estos niveles mantenidos más allá de un año tras ITE se correlacionan con el éxito de la ITE.

La traducción clínica de los cambios inmunológicos producidos por la inmunoterapia son la tolerancia al alérgeno, la remisión del asma alérgeno-específica, la prevención de nuevas sensibilizaciones,
la mejora de la hiperreactividad bronquial y la preservación de la función respiratoria, evitando la remodelación y la organización de la vía aérea.

Características específicas de la ITE sublingual

Durante la inmunoterapia sublingual (ITSL), el alérgeno es capturado en la mucosa bucal por las células dendríticas. Estas células maduran y emigran a los ganglios linfáticos cercanos donde presentan el alérgeno a las células T con la posterior producción de anticuerpos bloqueantes y la inducción de linfocitos Treg, que producirán una inhibición de la inflamación Th2.

 

Indicaciones de la inmunoterapia en pediatría

La inmunoterapia específica es considerada, hoy en día, como un tratamiento efectivo, con un nivel de evidencia de grado A, capaz de reducir, de una forma eficiente, tanto los síntomas como las necesidades de tratamiento farmacológico en pacientes con alergia respiratoria, rinitis y asma, causada por alérgenos inhalados, como: polen, hongos, epitelios animales y ácaros del polvo. La inmunoterapia específica mejora la hiperreactividad bronquial y se ha comparado el beneficio obtenido con el de los esteroides inhalados(5,6).

En las guías de práctica clínica GEMA(7) y ARIA(8), la inmunoterapia por vía subcutánea se posiciona como un tratamiento eficaz para el asma alérgica bien controlada, siempre que se haya demostrado una sensibilización por IgE a aeroalérgenos que sean clínicamente relevantes.

Indicaciones de la ITE en rinoconjuntivitis y asma:
• Pacientes con síntomas inducidos claramente por la exposición alergénica.
• Síntomas vinculados a uno o pocos alérgenos.
• Pacientes con síntomas prolongados o repetidos en relación a la exposición al alérgeno.
• Pacientes que presentan síntomas nasales y/o de vías respiratorias inferiores durante la estación polínica y en relación a la exposición al polen.
• Pacientes con insuficiente control farmacológico, con antihistamínicos y glucocorticoides en dosis moderadas.
• Pacientes, o sus padres o tutores legales, que rechacen la toma prolongada de fármacos o que presenten efectos adversos.

El asma bronquial supone un alto coste sanitario. En España se ha incrementado en un 230% en la última década, alcanzando los 1.500 millones de euros anuales. Sin embargo, se ha encontrado una correlación significativa entre el aumento del uso de la inmunoterapia y la disminución del consumo de fármacos antiasmáticos(9).

La inmunoterapia aporta en la edad pediátrica especiales ventajas; ya que, se ha demostrado su utilidad en prevención secundaria, ya que es capaz de prevenir el desarrollo de asma en niños con rinoconjuntivitis alérgica. Este efecto es consistente y perdura en el tiempo al menos siete años tras su suspensión(10). Asimismo, su prescripción precoz evita la aparición de nuevas sensibilizaciones en pacientes monosensibilizados.

La inmunoterapia es el tratamiento de elección, una indicación absoluta en los pacientes que han sufrido reacciones sistémicas tras la picadura de himenópteros(11).

La alergia a alimentos afecta a un número creciente de niños, con cifras que se sitúan alrededor del 10% de la población. Los alimentos implicados en nuestro medio son, en orden decreciente, el huevo de gallina, la leche de vaca, el pescado, las leguminosas, las frutas y los frutos secos. Hasta hace unos años, el único tratamiento propuesto era la evitación del alimento implicado y el entrenamiento en el reconocimiento precoz de las reacciones adversas producidas en ocasiones por productos que pueden consumirse de forma oculta. La tolerancia ocurre de forma espontánea hasta en un 83% de los alérgicos a leche de vaca a la edad de cuatro años y en el 60% de los alérgicos a huevo a los cinco años. Desde hace más de una década, se está trabajando en la inducción de tolerancia oral a alimentos (ITO). Los alérgenos con los que se tiene más experiencia son la leche y el huevo, alcanzándose porcentajes de tolerancia de entre el 70-90%. Actualmente, la Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergia Pediátrica (SEICAP) ha promovido un ensayo clínico multicéntrico en niños de dos y tres años alérgicos a la leche que aún no presentaban criterios de alergia persistente. Los resultados obtenidos en el grupo tratado son de un 90% de tolerancia versus un 23% del grupo control(12).

 

Eficacia y seguridad de la inmunoterapia

La ITE en niños es eficaz y segura, y hay suficiente evidencia para afirmar que su introducción precoz evita la progresión a asma en niños con rinitis alérgica y la aparición de nuevas sensibilizaciones.

La eficacia y la seguridad se basan en un diagnóstico etiológico preciso. La caracterización de alérgenos purificados mediante técnicas de biología molecular ha permitido mejorar el conocimiento de los alérgenos utilizando los componentes alergénicos para determinar el perfil de sensibilización del paciente. Esto permite una mejor selección de los pacientes para inmunoterapia y la utilización de vacunas cada vez de mayor calidad con extractos alergénicos bien caracterizados y estandarizados a dosis adecuadas.

Los cambios introducidos en la calidad de la inmunoterapia en los últimos años han mejorado su seguridad y su inmunogenicidad.

La última revisión Cochrane 2010 aporta un nivel de evidencia 1a para la eficacia de la inmunoterapia en el tratamiento del asma. La Guía GEMA (Guía Española para el Manejo del Asma) recomienda la inmunoterapia en el asma alérgica bien controlado en niveles bajos o medios de tratamiento. Fuerza de recomendación A.

 

Extractos alergénicos, vías y pautas de administración de ITE

 

Extractos alergénicos

Los extractos alergénicos están fabricados a partir de las fuentes naturales de los alérgenos. Los métodos de fabricación han sufrido cambios muy importantes, básicamente, en el proceso de purificación, formas de presentación y excipientes. Deben estar estandarizados para conseguir extractos reproducibles y consistentes en el tiempo, cuya actividad biológica tenga las mínimas variaciones cualitativas y cuantitativas en la composición de los productos finales con el fin de obtener altos niveles de seguridad y eficacia.

La utilización de alérgenos modificados ha permitido conservar su inmunogenicidad, reduciendo su capacidad alergénica y, por tanto, sus efectos adversos.

 

Vías de administración

Se han ensayado diferentes vías de administración, las más utilizadas en la práctica diaria son:

Inmunoterapia parenteral: administración subcutánea en la cara látero externa del brazo, aspirando con la jeringa antes de inyectar el líquido para asegurarnos de que no se ha comprometido ningún capilar ni vaso sanguíneo.

• Inmunoterapia sublingual: se administra en forma de gotas o aplicaciones bajo la lengua. El paciente deberá mantenerla durante 2 minutos y, posteriormente, tragarla. Esta vía de administración tiene la ventaja de la comodidad, ya que el paciente se la administrará en su domicilio sin tener que acudir a un centro médico; asimismo, se observa escasa incidencia de reacciones adversas.

 

Pautas de tratamiento(13)

1. Según el tiempo utilizado en conseguir la dosis de mantenimiento, hablamos de:

Pauta convencional. Se administran dosis crecientes de cada vial de forma gradual, inicialmente cada semana, hasta llegar a la dosis óptima, que se alcanzará entre 4 y 6 semanas. El mantenimiento se administrará cada cuatro semanas.

Pautas rápidas. La dosis óptima se alcanza en un tiempo más limitado. Estas pautas se deben aplicar en unidades de inmunoterapia.

- Cluster o agrupada: se administran varias dosis en un mismo día, subiendo cada semana y llegando a la dosis de mantenimiento en 2-6 semanas.

- Rush o rápidas: en menos de una semana se llega a la dosis óptima.

- Ultra-rush o ultra-rápidas: en menos de 24 horas llegaríamos a la dosis de mantenimiento.

2. Según la época del año en que se administren, hablamos de:

Preestacionales: se utilizan en pólenes con calendario polínico recortado (p. ej.: gramíneas que polinizan en primavera). Se comienza su administración varias semanas o meses antes de la época de polinización y se suspenden al llegar ésta.

Coestacionales o perennes: se utiliza con alérgenos perennes (ácaros, epitelios, hongos) y pólenes. Tras la fase de incremento de dosis, se llega a una dosis óptima de mantenimiento que se administra con una periodicidad mensual durante todo el año. Si el alérgeno es un polen, puede ser necesario el ajuste de dosis en la época de polinización, en función del estado clínico del paciente y la carga antigénica ambiental.

 

Duración del tratamiento

Se recomienda mantener la inmunoterapia, cuyos resultados sean satisfactorios un tiempo mínimo de tres años y hasta seis años. En ese tiempo, la mayoría de los pacientes consiguen los efectos deseados con una baja tasa de recaídas. Algunos trabajos demuestran que los años adicionales conllevan beneficios en el tratamiento de la rinitis(14).

 

Reacciones adversas

Reacciones locales

Son las reacciones más frecuentes.

Nos referimos a aquellas reacciones que ocurren en la zona donde se inyecta la vacuna. Consisten en eritema, edema, calor, inflamación y prurito en el lugar de la inyección. A su vez, pueden ser:

Inmediatas: ocurren antes de los 30 min. después de la inyección del extracto. Se consideran significativas si el diámetro de la reacción es superior a 5 cm en adultos y a 3 cm en niños.

Tardías: aparecen a partir de los 30 min. de la inyección. Se consideran relevantes cuando la induración presenta un diámetro mayor de 10 cm en adultos y mayor de 7 cm en niños.

Nódulos subcutáneos: ocurren normalmente con las vacunas adsorbidas en hidróxido de aluminio. Desaparecen con el tiempo, aunque en algunos casos pueden persistir pequeños nódulos organizados. No son una indicación para suspender la IT, aunque se puede valorar utilizar otra vía (p. ej.: sublingual).

 

Reacciones sistémicas

Se caracterizan por signos y síntomas generalizados; es decir, que ocurren lejos de la zona de inyección. Normalmente, ocurren antes de los 30 min. de la inyección (inmediatas), aunque en algunos casos se han descrito varias horas e, incluso, días después (tardías). Según el Comité de IT de la EAACI, estas reacciones se pueden clasificar en:

• Reacciones no específicas (no son mediadas por IgE) malestar, cefaleas, artralgias, etc.

• Reacciones sistémicas leves: rinitis y/o asma leves que responden bien al tratamiento.

• Reacciones sistémicas que no amenazan la vida: urticaria, angioedema o asma grave que responden bien al tratamiento.

• Shock anafiláctico: reacción de instauración rápida con prurito, eritema, habones (urticaria), laringoespasmo, obstrucción bronquial (broncoespasmo), hipotensión, pérdida de consciencia, etc., que requiere tratamiento intensivo e inmediato con adrenalina por el compromiso vital que representan para el paciente.

 

Factores de riesgo

Técnica incorrecta de administración de la IT: en ocasiones, puede ocurrir de forma accidental que, a través de la red capilar (arterio-venosa), pase a circulación sanguínea parte de la dosis administrada. Para evitarlo, se debe siempre aspirar antes y durante la inyección de la dosis.

Dosis errónea: siempre se debe comprobar el vial y la dosis de la última administración, para evitar aplicar una dosis superior o un vial diferente al que corresponde.

Asma no controlada o VEMS <70%, rinitis severa: no debe administrarse la IT mientras persistan síntomas intensos de la enfermedad alérgica. La administración de la IT en estas condiciones puede dar lugar a la aparición de reacciones adversas; por tanto, deberemos primero estabilizar al paciente con la medicación adecuada y posponer la administración durante el tiempo necesario.

Pacientes con estudio inmunoalérgico de riesgo elevado: en función de las pruebas in vivo e in vitro obtenidas en estos pacientes, se deberá observar precaución durante la fase de inicio, fase de incremento de dosis o cambio de concentración de los viales. Estos pacientes se administran sus dosis en Unidades de Inmunoterapia hospitalarias.

Aumento de la carga antigénica ambiental: se debe observar una mayor vigilancia en épocas en las que el alérgeno se encuentra en altas concentraciones; por ejemplo, en los meses de primavera, mantendremos y/o bajaremos la dosis en aquellos pacientes con IT coestacional en relación con la sintomatología que presente el paciente.

Administración de viales nuevos: los extractos alergénicos pierden potencia o actividad con el tiempo; por lo que, al comenzar un lote nuevo recién fabricado, el alergólogo puede indicar iniciarlo en la unidad de inmunoterapia.

Interrupción de la IT: no es infrecuente observar que algunos pacientes interrumpen la ITE por mal control de la enfermedad o por causas menos justificadas (periodos vacacionales, infecciones víricas…). Según pautas ya establecidas, se reducirán las dosis necesarias según el tiempo de interrupción, pudiendo incluso ser necesario tener que emplear de nuevo los frascos de menor concentración (Tablas I y II).

 

 
 

 

Administración de la IT en el domicilio del paciente: totalmente contraindicado excepto en IT sublingual.

Se debe tener especial precaución en la fase de incremento de las dosis; ya que, se asocia con mayor porcentaje de reacciones adversas que la fase de mantenimiento. Con el fin de minimizar las reacciones adversas que pudieran producirse, deberán tomarse una serie de precauciones, tales como: realizar una evaluación del paciente antes y después de la administración de IT, preguntando sobre reacciones ocurridas con la última dosis administrada. Se realizarán mediciones de PEF (pico flujo espiratorio) antes y después de la administración de IT, valorando la existencia de reacciones locales en los 30 minutos inmediatos con el fin de instaurar un tratamiento adecuado si fuera necesario, minimizando el riesgo vital antes de que el paciente abandone el centro (Tabla III).

 

 

La administración de inmunoterapia se efectuará siempre en un lugar en el que se disponga del personal y los medios materiales para poder atender una reacción anafiláctica.

 

Tratamiento de las reacciones adversas

Reacciones locales

Si la reacción es significativa, se debe aplicar hielo en la zona de inyección y administrar un antihistamínico oral si es preciso. Está también indicado aplicar corticoides tópicos. Los corticoides orales se reservan para las reacciones que persisten durante más de 48 horas con clínica intensa (prurito e inflamación importante, dolor). En la siguiente dosis, debemos asegurarnos de que la administración se realiza de forma correcta. La aparición de estas reacciones son una indicación para modificar la pauta de administración, descendiendo a la última dosis bien tolerada e intentando, posteriormente, alcanzar la dosis óptima eficaz que no produzca reacciones para que la respuesta de anticuerpos sea la adecuada. Si hay dudas, consultar al alergólogo pediátrico.

 

Reacciones sistémicas

El tratamiento debe instaurarse de forma inmediata, ya que podrían comprometer la vida del paciente.

Las medidas a realizar son:

Administración de adrenalina 1/1.000 vía intramuscular en la zona, aplicando un torniquete proximal al lugar de la inyección. Deberá ser la primera medida a aplicar:

– Dosis adultos y adolescentes >35 kg de peso: 0,3-0,5 ml. Estas dosis se pueden repetir hasta tres veces con intervalos de 15 minutos si fuera necesario.

– Dosis niños < 5 kg de peso: 0,01 ml por cada kg de peso (dosis máxima, 0,30 ml). Estas dosis se pueden repetir hasta tres veces con intervalos de 15 minutos si fuera necesario.

• Si existe broncoespasmo:

– Oxigenoterapia O2 a 6-8 L/min y fluidoterapia.

– Broncodilatadores: salbutamol, bromuro de ipratropio nebulizados o en aerosoles presurizados de forma manual.

• Antihistamínicos: dexclorfeniramina (Polaramine®): adultos, 1 ampolla 5 mg/ml) intramuscular o intravenosa cada 6 horas como máximo. Niños: 0,25 mg/kg/dosis.

• Corticoides (e.v., i.m., orales): hidrocortisona e.v. (Actocortina®): adultos, 200-1.000 mg, niños 200 mg. Metilprednisolona i.m. (Urbasón): 80-120 mg en adultos y 2 mg/kg en niños, prednisolona (Estilsona gotas) dosis 2 mg/kg.

No debe ser la primera medicación a utilizar, ya que el tiempo de actuación es más lento. Su indicación es prevenir las reacciones bifásicas.

• Otras medidas: posición de Trendelenburg, administración de líquidos parenterales e ingreso en observación.

Contraindicaciones de la inmunoterapia

Absolutas:

– Clínica persistente en fase aguda: la existencia de asma inestable o clínica intensa de rinoconjuntivitis aumenta la probabilidad de reacciones adversas; por lo que, en primer lugar, se debe estabilizar al paciente con medicación adecuada.

– Enfermedades inmunológicas, inmunosupresoras y neoformativas: déficit inmunitarios, tiroiditis autoinmune, artritis reumatoide, neoplasias, etc.

– Enfermedades cardiovasculares: existe mayor riesgo de morbilidad si se presenta una reacción sistémica. Esta contraindicación es relativa en el caso de alergia a veneno de himenópteros.

– Contraindicaciones de adrenalina: nos referimos a patologías de base en las que esté contraindicado el uso de adrenalina como: HTA, hipertiroidismo, cardiopatías, etc.

– Fármacos beta-bloqueantes: si el paciente está en tratamiento con estos fármacos; ya que, sería más difícil de tratar una anafilaxia si ésta se presenta.

– Pacientes con dificultad para seguir el tratamiento: alteraciones psiquiátricas o mala colaboración.

Relativas:

– Edad: en los momentos actuales existe diversidad de criterios y opiniones en las distintas escuelas y grupos de trabajo respecto al inicio de la IT o a la edad a partir de la cual es aconsejable su administración. En nuestra experiencia, es una contraindicación que debería ser revisada(15).

– Embarazo: no existe ningún trabajo en la literatura que demuestre efectos teratógenos en pacientes gestantes a las cuales se les haya administrado IT específica. Está ampliamente consensuado que, en el caso de una mujer a la cual se le está administrando inmunoterapia y quede embarazada, no es preciso interrumpir la misma si es bien tolerada. En las pacientes en las que se va a iniciar una IT y estén gestando, se aconseja posponer la misma.

– Asma inestable con FEV1 <70% de forma persistente a pesar de tratamiento broncodilatador y antiinflamatorio adecuado.

– Cutáneas: dermatitis atópica severa y otras enfermedades cutáneas en fase activa.

El equipo de pediatría de atención primaria (PAP) constituye la puerta de entrada al sistema sanitario, realiza la promoción, prevención, cuidado y/o recuperación, rehabilitación y educación para la salud de los niños y sus familias. Así, por un lado, a lo largo de la vida del niño se consolida un clima de conocimiento y confianza entre el personal sanitario y las familias, que hace que este marco sea el ideal para establecer cualquier programa que requiera complicidad, periodicidad, accesibilidad, enseñanza de habilidades y resolución, tanto urgente como a medio plazo, de un problema de salud. Por otro lado, el asma es la enfermedad crónica de mayor prevalencia en la edad pediátrica y el mejor ejemplo de que deben optimizarse los recursos y planificar su atención desde una perspectiva comunitaria. No es sólo por la elevada prevalencia del asma en nuestro país, sino también por el impacto sobre la calidad de vida del paciente y sus familiares, el gasto sanitario y el consumo de recursos asistenciales. Además, debemos tener en cuenta que los asmáticos requieren intervenciones periódicas (educación, tratamiento de crisis y de fondo si lo precisan, revisión de material y fármacos, contacto con los profesores, administración de inmunoterapia, vacunación antigripal); es evidente, pues, que la PAP ha de tener un papel fundamental en el diagnóstico, tratamiento, control y seguimiento de esta enfermedad. También, el conocimiento, asesoramiento y rápida resolución de problemas que puedan surgir con la inmunoterapia nos será de gran ayuda.

Diferentes iniciativas han objetivado una mejora en todos estos aspectos después de la puesta en marcha de programas de atención comunitaria. No obstante, son trabajos, en muchas ocasiones personales y aislados o sobre aspectos parciales. La clave del éxito es el trabajo en equipo entre los diferentes niveles de atención al niño desde la PAP hasta la atención especializada (AE) (Fig. 3).

 

Figura 3. Propuesta de organización de la atención al niño asmático.

 

Bibliografía

Los asteriscos reflejan el interés del artículo a juicio del autor.

1.** Muñoz López F. Crónica de cien años de inmunoterapia. Allergo et Immunopathol. 2011; 39: 6-7.

2.*** Martín Mateos M, Martorell A. Estado actual y expectativas de futuro de la inmunoterapia con alérgenos en el asma infantil. An Pediatr. 2012; 76: 181-3.

3.** Álvaro Lozano M. Mecanismos de acción de la Inmunoterapia. Allergo et Immunopathol. 2011; 39: 11-3.

4.** Vidal Pan C. Mecanismos de acción de la inmunoterapia especifica con alérgenos. En: Moreno Aguilar, et al. eds. Inmunoterapia como herramienta clínica moderna. Barcelona: Mayo S.A.; 2011. p. 95-113.

5.** Abramson MJ, Puy RM,Weiner JM. Injection allergen immunotherapy for asthma. Cochrane Database of Systematic Reviews. 2010, Issue 8. Art. No.: CD001186. DOI: 10.1002/14651858.CD001186.pub2.

6.** Penagos M, Passalacqua G, Compalati E, Baena-Cagnani CE, Orozco S, Pedroza A, et al. Metaanalysis of the Efficacy of Sublingual Immunotherapy in the Treatment of Allergic Asthma in Pediatric Patients, 3 to 18 years of age. Chest. 2008; 133: 599-609.

7.*** GEMA 2009. Guía española para el manejo del asma. Madrid: 2009 [en línea] [fecha de consulta: 28-05-2013]. Disponible en: http://www.gemasma.com

8.** Bousquet J, Khaltaev N, Cruz AA, Denburg J, Fokkens WJ, Togias A, et al. Allergic Rhinitis and its Impact on Asthma (ARIA) 2008 Update (in collaboration with the World Health Organization, GA2LEN* and AllerGen**). Allergy. 2008; 63: 8-160.

9.** Nieto A, Álvarez-Cuesta E, Boquete M, Mazón A, De la Torre F. The cost of asthma treatment in Spain and rationalizing the expense. J Investig Allergol Clin Immunol. 2001; 11: 139-48.

10.** Möller Ch, Dreborg S, Ferdousi HA, Halken S, Host A, Jacobsen L, et al. Pollen immunotherapy reduces the development of asthmain children sith seasonal rhinoconnunctivitis (the PAT-study). J Allergy Clin Immunol. 2002; 109: 251-6.

11.*** Martínez-Cañavate Burgos A, Álvaro M, Larramona H, Lucas Moreno JM, Mesa del Castillo AM, Sancha J, et al; Grupo de Trabajo de Inmunoterapia de la SEICAP. Indicaciones de la inmunoterapia en la edad pediátrica. Evid Pediatr. 2011; 7: 78.

12.*** Alonso Lebrero E. Inmunoterapia oral en alergia a alimentos: situación actual. Evid Pediatr. 2012; 8: 71.

13.** Fernández-Távora L. La administración como parte del procedimiento (administrar correctamente el tratamiento). En: Moreno Aguilar, et al. eds. Inmunoterapia como herramienta clínica moderna. Barcelona: Mayo S.A.; 2011. p. 51-75.

14.** Tabar AI, Arroabarren E, Echechipía S. Duración óptima y eficacia de la inmunoterapia en alergia respiratoria: donde estamos. Allergo et Immunopathol. 2011; 39: 14-7.

15.** Hernández N, Ibero M, Ridao M, Artigas R, Viñas M, Castillo MJ. Safety of specific immunotherapy using a depigmented and polimerised extract of Dermatophagoides Pteronyssinus in children under five years of age. Allergol Immunol. 2011; 39: 267-70.

 

Bibliografía recomendada

– Martín Mateos M, Martorell A. Estado actual y expectativas de futuro de la inmunoterapia con alérgenos en el asma infantil. An Pediatr. 2012; 76: 181-3.

Revisión actualizada para pediatras de los conceptos fundamentales y perspectivas de futuro de la inmunoterapia en asma infantil.

- Martínez-Cañavate Burgos A, Álvaro M, Larramona H, Lucas Moreno JM, Mesa del Castillo AM, Sancha J, et al; Grupo de Trabajo de Inmunoterapia de la SEICAP. Indicaciones de la inmunoterapia en la edad pediátrica. Evid Pediatr. 2011; 7: 78.

Actualización de las indicaciones de la inmunoterapia en pediatría a la luz de los últimos trabajos y conocimientos científicos. Expone de forma clara a qué niños sí hay que derivar al alergólogo pediátrico para que valore la indicación.

 

Caso clínico

Jorge tiene 5 años y vive en Alicante. Presenta obstrucción nasal perenne desde hace dos años. En el último curso, ha sido visitado en tres ocasiones por cuadros de otitis media aguda y en el último trimestre presenta tos nocturna y con el ejercicio de forma continua. La tos mejora con broncodilatadores.

Su pediatra le remite al alergólogo pediátrico, que diagnostica en noviembre asma bronquial y rinitis alérgica. El estudio alergológico es muy positivo (prick-test) a ácaros. Tiene una Ig E: 378 ku/L y un Rast a D. pteronyssinus 77 Ku/L.

El alergólogo recomienda normas de control ambiental, antihistamínicos v.o. + budesonida 100 mcg/12 h y lo cita a control en 3 meses.

 

Urticaria y angioedema

Temas de FC

P. Rodríguez del Río*, M.D. Ibáñez Sandín**

*Médico Adjunto Especialista en Alergología. **Jefe de Sección Especialista en Alergología. Sección de Alergología. Hospital Infantil Universitario Niño Jesús. Madrid

 

Resumen

La urticaria engloba un conjunto heterogéneo de patologías de distinta etiopatogenia cuyo punto en común es la aparición del habón, una lesión papulosa, edematosa, evanescente y pruriginosa en la piel. Aproximadamente, en la mitad de las ocasiones se acompaña de angioedema. El mecanismo último detrás de estas lesiones es la degranulación del mastocito cutáneo. Aunque produce una gran alarma y disminuye la calidad de vida, es una enfermedad frecuente y suele ser benigna. Se clasifica como urticaria aguda espontánea si dura menos de seis semanas y crónica espontánea si dura más.
En niños, la urticaria infecciosa es la más frecuente, sin embargo, la alergia a alimentos mediada por IgE siempre debe ser valorada por su potencial para inducir reacciones más graves. Las urticarias físicas y la autoinmune son las causas identificables más frecuentes de la urticaria crónica.
Los antihistamínicos de segunda generación son el tratamiento de elección. En los episodios de urticaria con afectación de otros órganos además de la piel, especialmente en aquellos de instauración rápida, la adrenalina intramuscular debe emplearse precozmente. Los corticoides son el tratamiento de segunda elección que se puede emplear en las urticarias más graves o que no respondan a antihistamínicos.

 

Abstract

Urticaria consists of a group of heterogeneous diseases of varying aetiology, all of which are manifested by hives which are papulous, edematous and evanescent lesions of the skin. In almost half of the cases, angioedema will be present. The immunological mechanism underlying these lesions is the activation of cutaneous mast cells. Although this is a frequent and often benign disease, it concerns both parents and patients, impairing their quality of life. Should it have a duration of less than 6 weeks it is classified as acute spontaneous urticaria. Cases lasting longer than 6 weeks will be classified as chronic spontaneous urticaria.
In children, infectious urticaria is the most frequent presentation. However, IgE-mediated food allergy must be ruled out in all cases as it can trigger more severe reactions. Physical urticaria, and autoimmune urticaria are the most common causes of chronic urticaria. Second generation antihistamines are considered first line treatment. With episodes of urticaria that affect organs other than skin, particularly those with a rapid onset, intramuscular adrenalin must be administered immediately. Corticosteroids are, in turn, second line treatment, which can be used for more cases that are serious or for patients who do not respond to antihistamines.

 

Palabras clave: Urticaria; Angioedema; Antihistamínicos; Habón; Prurito.

Key words: Urticaria; Angioedema; Antihistamines; Wheal; Pruritus.

 

Pediatr Integral 2013; XVII(9): 616-627


Urticaria y angioedema

 

Introducción

La urticaria engloba un conjunto heterogéneo de enfermedades cuya lesión característica es el habón. Generalmente son lesiones eritematosas, edematosas y pruriginosas que se blanquean a la vitropresión.

La urticaria engloba un conjunto heterogéneo de enfermedades cuya lesión característica es el habón (Fig. 1) o roncha, la cual cambia de lugar en cuestión de horas, pudiendo acompañarse o no de angioedema. Estas lesiones son, generalmente, eritematosas, edematosas y pruriginosas que se blanquean a la vitropresión. Son de localización, forma, número y tamaño variables y pueden persistir minutos, días o semanas.

 

Figura 1. Lesiones habonosas características.

 

Esta patología presenta una alta prevalencia y, aunque los estudios epidemiológicos presentan debilidades, se estima que del 15 al 24% de la población general lo sufrirá en algún momento de su vida. En población pediátrica, hasta el 43,9% de los pacientes con urticaria tienen edades comprendidas entre los 3 y los 6 años. Aunque se trata de una enfermedad generalmente benigna, supone una gran preocupación para los padres y pacientes, originando numerosas consultas a los Servicios de Urgencias, aunque en pocas ocasiones precisan ingreso hospitalario. Los nuevos enfoques de esta patología sugieren que se evalúen otras esferas del paciente como la calidad de vida o el rendimiento, ya que se han descrito mayores tasas de depresión y disminución de la actividad física y mental. Sin embargo, aunque en población adulta el estudio de esta patología avanza significativamente, en población pediátrica existe una gran escasez de estudios específicos, y muchas de las recomendaciones para su tratamiento están extrapoladas de las guías para adultos(1,2).

 

Fisiopatología e histología de la lesión

Las características de la lesión típica de la urticaria, el habón, son las siguientes: la afectación se limita a la dermis superior y tienen una zona central inflamada que puede presentar gran variedad de tamaños, rodeada de un halo eritematoso asociado a picor y calor. Esta lesión desaparece en 1-24 horas tras su formación. En el 50% de los casos de urticaria, además de habones, podemos observar angioedema. En el angioedema, la zona afectada por la inflamación es más profunda (dermis y tejido subcutáneo), cursa con sensación de dolor o tirantez, tiene tendencia a afectar a mucosas y su resolución es más lenta, pudiendo necesitar hasta 72 horas para la desaparición total.

 

Patogenia

La urticaria y el angioedema se producen por la estimulación y degranulación de los mastocitos, que liberan diferentes mediadores, siendo la histamina el principal mediador preformado.

La urticaria y el angioedema se producen por la estimulación y degranulación de los mastocitos que, a través de mecanismos inmunológicos y no inmunológicos, liberan diferentes mediadores preformados de mastocitos y basófilos, iniciando la respuesta inflamatoria. La histamina es el principal mediador preformado. También se liberan, minutos después, mediadores de nueva formación, como la prostaglandina D2, los leucotrienos C y D y el factor activador de plaquetas (PAF). La liberación de estos mediadores conduce, por una parte, a un incremento de la permeabilidad vascular, produciendo el típico habón, y, por otra, a una estimulación del tejido neuronal, que origina tanto el prurito como una dilatación vascular y la consecuente respuesta eritematosa. El aumento de la permeabilidad vascular y otros mediadores de mastocitos y basófilos, como la heparina o el condroitinsulfato, inician la activación del sistema de cininas del plasma, retroalimentando así el proceso inflamatorio. Por lo tanto, los mastocitos son los responsables, en una fase inicial, de la liberación de histamina, PAF, leucotrienos y otros mediadores. Estas células producen, además, citocinas y quimocinas, que son responsables, a su vez, del reclutamiento de las células que podemos encontrar en el infiltrado y que condicionan la cronicidad del proceso.

Los mecanismos activadores de los mastocitos pueden ser la hipersensibilidad inmediata mediada por IgE, la activación del complemento, la liberación directa de histamina o la activación del sistema plasmático formador de cininas. Las reacciones de urticaria y/o angioedema mediadas por IgE se producen en pacientes previamente sensibilizados al alérgeno mediante su unión a la IgE específica de la superficie de basófilos y mastocitos, induciendo la liberación de sus mediadores (Fig. 2).

 

Figura 2. Mecanismo de la urticaria mediada por hipersensibilidad tipo I o inmediata.

 

 

Tipos de urticaria

La urticaria se clasifica en aguda, si tiene una duración inferior a 6 semanas, y crónica, si persiste durante más de 6 semanas. La alergia a alimentos, además de las infecciones y los estímulos físicos, son las causas más frecuentes de la urticaria y/o angioedema de origen conocido en niños. Sin embargo, la mayoría de las urticarias son de origen desconocido.

Es imprescindible conocer las causas más frecuentemente responsables de los cuadros de urticaria para realizar un diagnóstico etiológico y tratamiento preventivo. Sin embargo, en un porcentaje alto de las urticarias agudas y crónicas, no se puede establecer con exactitud la causa que desencadenó el proceso.

 

Urticaria aguda

La urticaria aguda es un proceso de inicio brusco y que puede persistir desde unas horas hasta varios días, pero no más de 6 semanas, en el que los habones no dejan lesión residual tras su desaparición. Se denomina urticaria aguda espontánea cuando los habones surgen sin un estímulo externo. En la mayoría de los casos, las lesiones desaparecen espontáneamente y sin secuelas en menos de 6 semanas, aunque algunos de ellas sobrepasan este límite y se convierten en urticaria crónica. Este tipo de presentación es el más frecuente en población infantil(3).

 

Infecciones

Las infecciones víricas son la causa más frecuente de urticaria aguda en pediatría(3), encontrándose hasta en un 47% de los casos(4). Aunque el mecanismo de estas urticarias no está mediado por IgE y no es necesario ningún estudio, suelen ser motivo de consulta con el especialista debido al uso concomitante de fármacos que pueden plantear la duda del origen infeccioso o alérgico al fármaco del propio episodio. Los virus de la hepatitis A, B y C, citomegalovirus, influenza y parainfluenza se han descrito como causantes de urticaria. La infección por virus de Epstein-Barr puede ser causa de rash cutáneo en el 3 al 15% de los pacientes e, incluso, aumentar hasta el 80% en aquellos que recibieron tratamiento con amoxicilina por haber sido diagnosticados erróneamente de amigdalitis bacterianas. Los Staphylococcus y Streptococcus se han señalado como posibles desencadenantes de urticaria debido a la producción de toxinas y la liberación de enzimas. Las infecciones también pueden producir y/o exacerbar una urticaria crónica.

 

Alimentos

La detección de la urticaria desencadenada por alimentos mediante mecanismo de hipersensibilidad tipo I o mediada por IgE conlleva implicaciones terapéuticas y preventivas muy relevantes. Aparece por ingestión, contacto o inhalación del alimento y puede ser localizada o generalizada y, en ocasiones, puede formar parte o ser la primera manifestación de un cuadro anafiláctico. Generalmente, se trata de episodios agudos con relación clara entre la clínica y la exposición al alimento. Los alimentos y aditivos no suelen ser los responsables de la urticaria crónica. Las características clínicas, diagnóstico y tratamiento de la alergia a alimentos están descritas en detalle en el capítulo 2 del número previo de esta publicación. Aunque controvertido todavía, ya en el último consenso sobre urticaria(5) se menciona el papel que determinados alimentos denominados pseudoalérgenos, principalmente conservantes y alimentos que contienen sustancias vasoactivas, podrían tener como exacerbadores de la urticaria crónica sin que esté implicado un mecanismo mediado por IgE(6).

 

Medicamentos

En muchas ocasiones, la urticaria/angioedema aparece en el contexto de un proceso febril infeccioso y, debido al empleo de fármacos concomitantes, se ha sobreestimado el efecto de estos como origen de la urticaria. Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) junto con los betalactámicos, son los más frecuentemente asociados a estos episodios; por lo que, suele ser necesario el estudio alergológico para demostrar IgE específica al medicamento y su implicación en la reacción. La administración de AINEs, preferentemente el ibuprofeno, puede producir de manera aguda un angioedema palpebral característico (Fig. 3) o agravar los episodios de urticaria crónica hasta en 1/3 de los pacientes que padecen esta enfermedad, por lo que se recomienda retirarlos y evaluar la respuesta(7).

 

Figura 3. Angioedema palpebral inducido por la toma de ibuprofeno.

 

 

Látex

El mecanismo por el que induce urticaria aguda es alérgico, tratándose de una reacción mediada por IgE. Los pacientes se suelen sensibilizar por contacto cutáneo o mucoso repetido con látex (globos, guantes, etc.), aunque también se pueden sensibilizar por vía inhalatoria. Es frecuente en los niños que han sufrido múltiples intervenciones quirúrgicas (espina bífida, malformaciones urológicas, etc.). Los síntomas que produce la alergia al látex dependen de la vía de exposición: urticaria o dermatitis de contacto si es a través de la piel; síntomas de rinoconjuntivitis y/o asma si es mediante inhalación; y si el contacto es más intenso, por ejemplo, a través de las mucosas en una intervención quirúrgica puede inducir síntomas sistémicos y/o anafilaxia. En muchas ocasiones, la alergia al látex se asocia a alergia a frutas (plátano, kiwi, aguacate) y/o frutos secos (castaña), mediante un fenómeno de reactividad cruzada.

 

Picaduras de insectos

Los himenópteros (abejas y avispas) producen frecuentemente reacciones locales no mediadas por IgE. Sin embargo, a través de un mecanismo mediado por IgE, pueden generar reacciones sistémicas de distinta gravedad, incluyendo la anafilaxia (véase capítulo 3). La picadura de mosquito produce una lesión papular pruriginosa no habonosa en el lugar de la picadura que no suele deberse a un mecanismo alérgico.

 

Aeroalérgenos

La exposición a alérgenos, como pólenes o epitelios (perro, gato, caballo, etc.), puede producir urticaria de contacto, generalizada o angioedema palpebral en pacientes sensibilizados.

 

Parasitosis

La rotura de un quiste de Equinococo puede producir reacciones de urticaria y anafilaxia mediada por IgE. El resto de parasitosis debe tenerse en cuenta únicamente en las urticarias crónicas, aunque tampoco suelen ser, frecuentemente, las responsables.

 

Urticarias físicas

Son aquellas urticarias que se producen tras la aplicación de distintos estímulos físicos (habitualmente, la reacción se limita a la zona expuesta al estímulo) y suelen desaparecer espontáneamente en menos de 2 horas tras cesar el estímulo. Pueden representar desde el 15% al 30% de las urticarias crónicas(8).

 

Dermografismo

Significa escritura en la piel. Es una reacción habonosa transitoria que aparece tras 5-12 minutos de la aplicación de una leve presión o fuerza sobre la piel. Es la causa más frecuente de urticaria crónica en niños y suele durar de 2 a 5 años. Se caracteriza por prurito cutáneo precediendo a la lesión, que aumenta tras el rascado, por baño con agua caliente, ejercicio, emociones, zonas de roce y presión (toallas, etiquetas de ropa, etc.) y no se asocia a síntomas sistémicos. En la mastocitosis sistémica y la urticaria pigmentosa, este dermografismo puede ser muy intenso. Podemos realizar el diagnóstico fácilmente mediante la presión y roce de la piel de la espalda con un objeto romo, que inducirá la formación de un habón (Fig. 4).

 

Figura 4. Dermografismo. Lesión inducida en la exploración de urticaria física con un objeto romo y aparición en pocos minutos.

 

 

Urticaria por presión

Se desencadena por la aplicación de presión sobre cualquier zona del cuerpo, aparece hasta 6 horas después del estímulo. Es una forma de urticaria poco frecuente, aunque en las formas crónicas puede suponer hasta el 27% de las mismas en población adulta, menos frecuente en niños. En ocasiones, la intensidad del cuadro y el hecho de que las lesiones aparezcan horas después y se mantengan durante días dificulta que el paciente realice la asociación entre la presión y la aparición de la urticaria, obstaculizando su diagnóstico.

 

Urticaria por frío

Se desencadena por contacto con frío: agua, aire, bebidas, alimentos y objetos fríos. Aparecen habones en las zonas expuestas 2-5 minutos después del inicio del estímulo, sabiendo que cuanto más pequeño es el periodo entre éste y la aparición de la lesión, mayor es el riesgo de síntomas sistémicos graves(8). Más de la mitad de los pacientes tienen manifestaciones sistémicas, en niños el 30% y en adolescentes hasta el 50% padecerán anafilaxia(9), principalmente cuando se producen exposiciones de todo el organismo (baños en piscinas o mar). Se diagnostica por el test del cubito de hielo, aunque su negatividad no lo excluye. En ocasiones, estas manifestaciones son secundarias a ciertas anomalías, como el fenómeno de
Raynaud, púrpura, vasculitis o enfermedades que cursan con crioglobulinemia; por lo que, el estudio complementario debe ser exhaustivo.

Urticaria solar

Muy poco frecuente en edad pediátrica y adolescentes, consiste en la aparición de urticaria a los pocos minutos de la exposición a luz solar. Suele respetar las zonas habitualmente expuestas al sol, ya que la exposición repetida induce tolerancia. Si se exponen grandes áreas corporales, se pueden desencadenar síntomas sistémicos. Las lesiones desaparecen a los pocos minutos y nunca sobrepasan las 24 horas. Debe realizarse el diagnóstico diferencial con otras fotodermatosis, especialmente la erupción polimorfa solar, en la que las lesiones aparecen con un mayor tiempo de latencia (hasta 6 horas tras la exposición) y persisten hasta 6 días.

 

Urticaria por vibración y por calor

Desencadenadas por estímulo vibratorio o por calor, son las urticarias físicas más infrecuentes y es excepcional que no estén asociadas a otros tipos de urticaria.

 

Urticaria colinérgica

Es una de las urticarias más frecuentes afectando, predominantemente, a población masculina. Existe controversia sobre si es una urticaria física propiamente dicha o no; aunque, clásicamente, se la ha considerado una urticaria física, el último documento de consenso de la EAACI(5) la clasifica fuera de este grupo. El estímulo que la desencadena es el aumento de la temperatura corporal, bien por ejercicio físico, exposición a un ambiente caluroso o, incluso, el estrés con sudoración. Las lesiones características son pequeñas, de 1 a 3 mm de diámetro, rodeadas de un halo eritematoso, que aparecen a los pocos minutos y desaparecen entre 4 y 30 horas después del cese del estímulo. De manera característica, el enfriamiento del paciente hace que las lesiones remitan rápidamente. Se postula que es debido a una reacción controlada a través de las fibras colinérgicas y puede acompañarse de lagrimeo, salivación, diarrea e hipotensión.

 

Mediadas por complemento

Angioedema hereditario (AEH)

Afecta al 1/10.000-1/50.000(10) de la población, habitualmente hereditario mediante transmisión autosómica dominante, pero detectándose mutaciones de novo entre el 15 y el 25% de los casos. Existen dos tipos, el AEH tipo I y el tipo II, ambos comparten niveles disminuidos de C4 y se diferencian en que, en el tipo I, el C1 inhibidor está también disminuido; mientras que, en el tipo II, los niveles de C1 inhibidor son normales o elevados pero presentando una funcionalidad alterada.

La mitad de los pacientes debutan en la primera década de vida(11). Los episodios de angioedema no suelen asociarse a urticaria, pero pueden ir precedidos de un rash cutáneo, denominado eritema marginado, en el lugar donde se va a desencadenar. El angioedema puede afectar a cualquier parte del cuerpo, aunque las zonas afectadas con mayor frecuencia son: cara, labios, lengua, laringe, extremidades y tracto digestivo, produciendo, en este último caso, episodios recidivantes de dolor abdominal de tipo cólico. Hasta un 50% de los pacientes con angioedema hereditario padecerán un episodio de angioedema laríngeo que puede comprometer la vida. La duración de los episodios es de 12 horas a un máximo de 5 días. Los desencadenantes habituales de las crisis son: traumas (intervenciones de todo tipo, especialmente dentales), infecciones, la menstruación, el tratamiento con anticonceptivos orales y los inhibidores de la ECA.

 

Angioedema adquirido (AEA)

Se trata de una entidad muy poco frecuente de la que hay descritos aproximadamente 140 casos y suele iniciarse a partir de la cuarta década de la vida.

 

Angioedema espontáneo

Se trata de la causa más frecuente de angioedema, definido por la aparición de 3 o más episodios en un periodo de 6 meses sin haberse detectado una causa aparente. Esta entidad se trata conjuntamente con la urticaria espontánea en este capítulo.

 

Angioedema inducido por drogas

Los inhibidores de la ECA son los que la inducen con más frecuencia, pero esta medicación apenas se emplea en población pediátrica.

 

Urticaria vasculitis

Las lesiones se producen por alteración en la permeabilidad y daño de los capilares y vénulas de la dermis, induciendo lesiones que persisten durante más de 24 horas y, al curar, dejan una lesión pigmentada residual. Puede acompañarse de angioedema, pero nunca presenta prurito, lo que nos ayudará a diferenciarlo de la auténtica urticaria. Se puede asociar a fiebre, artralgias y síntomas renales, gastrointestinales, pulmonares, neurológicos y oculares. Existen dos tipos, la hipocomplementémica y la normocomplementémica. La biopsia cutánea de las lesiones es diagnóstica.

 

Urticaria crónica espontánea

En la urticaria crónica, la presencia de las lesiones habonosas es prácticamente diaria por un periodo mínimo de 6 semanas. Se estima que, aproximadamente, la mitad de las urticarias crónicas duran menos de un año, aunque en el 11-15% persisten más de 5 años(12). En ocasiones, son la manifestación de otra enfermedad: sistémica, hepática, autoinmune o parasitosis. En apartados anteriores, hemos comentado las causas identificables de urticaria crónica, pero hasta en un 90%(13) de los pacientes no se puede obtener un diagnóstico etiológico.

Se estima que, aproximadamente, el 30-50% de las urticarias crónicas, pueden ser de origen autoinmune. La urticaria autoinmune se define por la presencia de anticuerpos del tipo IgG funcionantes, con capacidad de liberación de histamina, contra el fragmento Fc del receptor de membrana para la IgE (FceRI) de mastocitos (Fig. 5) y basófilos y, con menor frecuencia, también contra la IgE. Clínicamente, no se diferencia del resto de los tipos de urticaria crónica, aunque parece que en estos pacientes la intensidad del cuadro es mayor(14) y suele asociarse a tiroiditis autoinmune.

 

Figura 5. Distintos mecanismos involucrados en la urticaria crónica autoinmune.

 

El profundo impacto sobre la calidad de vida, tanto por la preocupación que supone este proceso como por la franca disminución del rendimiento(15), debe ser tenido en cuenta. Aunque existen cuestionarios de calidad de vida validados para adultos, en niños aún no están disponibles.

 

Diagnóstico

La anamnesis es la herramienta más útil para diagnosticar la causa de una urticaria. Las pruebas complementarias se basan siempre en una meticulosa historia clínica.

El diagnóstico clínico es sencillo, pues su lesión, el habón, es característico y fácil de reconocer. La determinación del tipo de urticaria se basa en la duración, distribución y morfología de las lesiones, aunque la urticaria crónica precisa de más exploraciones complementarias. En el algoritmo 1(5), se muestra la aproximación para el diagnóstico del tipo de urticaria que puede padecer el paciente.

La piedra angular del diagnóstico es una historia clínica detallada y orientará para solicitar las pruebas complementarias más indicadas. En la tabla I, se propone una batería de preguntas para realizarse de manera sistemática(5), aunque existen otras más extensas(16), para orientar la causa de la urticaria. Es importante determinar la intensidad.

 

 

La exploración física es necesaria para ver las características generales de la piel, buscar lesiones de mastocitosis cutánea y otros indicios de patologías sistémicas. Se buscarán posibles focos de infección activa, auscultación cardio-pulmonar, exploración ORL y dental. El habón se blanquea con la vitropresión, diferenciándolo así de la púrpura. Cuando no se puedan presenciar las lesiones, las fotografías de las mismas pueden ser de utilidad.

Una vez realizada la exploración y la anamnesis, se seleccionarán las pruebas complementarias según el tipo de urticaria.

En la urticaria aguda y si se sospecha alergia, debe hacerse el estudio específico correspondiente (véanse capítulos específicos). Si existe sospecha de que se trate de una reacción alérgica mediada por IgE, habrá que realizar la determinación de la IgE específica al alérgeno mediante prueba cutánea y/o IgE sérica específica y, en algunos casos, prueba de exposición controlada (provocación oral, test de uso) para confirmar o descartar el diagnóstico etiológico. Si no se sospecha ninguna etiología, no es necesario realizar ningún tipo de estudio complementario; ya que, el carácter de estos cuadros es autolimitado y benigno.

Aquellos casos en los que la duración del episodio sea mayor de 6 semanas, habrá que realizar un estudio más detallado. Es importante determinar la intensidad de los síntomas de la urticaria para realizar una aproximación terapéutica más acertada. En las tablas II y III describimos las pruebas diagnósticas indicadas según la sospecha clínica.

 

 

 

 

En las urticarias físicas, el diagnóstico se basa en intentar reproducir la urticaria en condiciones controladas con el estímulo desencadenante, sin ser necesarios otros estudios complementarios, salvo en el caso de la urticaria por frío y la solar, que precisan de determinaciones analíticas específicas.

En los episodios que presentan angioedema aislado crónico, se realizarán determinaciones de C4, C1, actividad de C1 inhibidor (o C1 inhibidor funcionante) y C1q. Los valores bajos de C4 y C1 inhibidor funcionante se observan en el AEH (el tipo I tendrá, además, C1 bajo y C1q normal, mientras que el tipo II tendrá C1 y C1q normales) y en el AEA (que presenta como rasgo diferenciador C1 normal con C1 q bajo). En caso de presentar niveles de C4 y C1 inhibidor funcionante normales, puede tratarse de un angioedema por drogas, IECAs principalmente, o bien de un angioedema idiopático, que es la causa más frecuente(11).

En el caso de que las lesiones persistan durante más de 24 horas, sean dolorosas e induradas y se acompañen de malestar generalizado, fiebre o artralgias, está indicado realizar SS, BQ, serología reumática, ANA, ANCA y biopsia de las lesiones para descartar una vasculitis u otros síndromes autoinmunes.

Si no se tiene ninguna sospecha clínica tras la valoración inicial, ante una urticaria de más de 6 semanas, se solicitará: SS, BQ con enzimas hepáticas, VSG y proteína C reactiva. Si existiese eosinofilia, el paciente hubiese realizado viajes al extranjero, presentase baja higiene, fuese un niño de poca edad o tuviese contacto con animales, se realizará: serología para los virus de la hepatitis A, B y C, determinación de IgE específica frente a Anisakis simplex, Ascaris, oxiuros y Equinococos, serología de virus de Epstein-Barr, Toxocara y parásitos en heces por triplicado para descartar enfermedades infecciosas o parasitaciones. Aunque no siempre el tratamiento erradicador resuelve el cuadro, este debe indicarse. Valores de VSG elevados orientarán hacia una enfermedad sistémica asociada.

Para descartar una posible urticaria crónica autoinmune, se realizará un test de suero autólogo: prueba cutánea intradérmica con suero obtenido durante uno de los brotes. Esta prueba sirve como rastreo, debido a su alto valor predictivo negativo, pudiendo descartar urticaria autoinmune en caso de ser negativo. En caso de ser positivo, se podría realizar una prueba de activación de basófilos, al ser una técnica más sensible para confirmar el diagnóstico, y un perfil tiroideo por su asociación a patología de este órgano. Los anticuerpos tiroideos (tanto antitiroglobulina como antiperoxidasa) son marcadores de posible urticaria crónica autoinmune, encontrándose aproximadamente en el 25% de los adultos, pero tan sólo en el 4% de los niños(9). También, se ha asociado con enfermedad celíaca, detectándose que estos niños mejoraron al instaurar una dieta libre de gluten(11).

Si, tras el estudio propuesto no ha podido ser clasificado satisfactoriamente el cuadro clínico, se podrían realizar pruebas de segunda línea escasamente contrastadas: sistemático y bioquímica de orina, proteinograma, determinación de triptasa sérica basal (útil sólo en el caso de sospecha de mastocitosis), estudio radiológico dental, de tórax y senos paranasales, perfil tiroideo con autoanticuerpos y detección de H. pylori. A pesar del estudio propuesto, es probable que el resultado de las pruebas realizadas sea normal, en cuyo caso el paciente presentará un cuadro de urticaria crónica espontánea, entidad más frecuente de todas las presentadas.

Diagnóstico diferencial

Debe realizarse con otras lesiones cutáneas que, morfológicamente, pueden ser similares a la urticaria.

La vasculitis urticarial es una alteración autoinmune en la que las lesiones habonosas duran más de 24 horas, son purpúricas y dolorosas y cuando se resuelve, deja lesiones hiperpigmentadas. La distribución es generalizada y puede afectar también a palmas y plantas. Pueden cursar con fiebre, artralgias y síntomas renales, gastrointestinales, pulmonares, neurológicos, oculares… Se pueden encontrar títulos bajos de factor reumatoide, crioglogulinas, inmunocomplejos circulantes, ANA y anti-DNA nativo e hipergammaglobulinemia. La biopsia cutánea con inmunofluorescencia confirma el diagnóstico.

La urticaria papular que puede producirse por hipersensibilidad a picadura de insectos suele localizarse en la parte baja de las extremidades inferiores, con tendencia a la afectación simétrica y suele durar más que la urticaria.

El eritema multiforme son típicas lesiones en diana y más duraderas que la urticaria.

La urticaria pigmentosa o mastocitosis cutánea, cuando no está urticariada se muestra como pápula hiperpigmentada, el signo de Darier es positivo y la biopsia muestra aumento de mastocitos.

En la dermatitis herpetiforme las lesiones son simétricas y la biopsia con inmunofluorescencia directa muestra depósitos de IgA.

 

Tratamiento

El tratamiento debe basarse en evitar el agente desencadenante cuando éste se ha detectado y, si no es posible, paliar los síntomas empleando como fármaco de elección un antihistamínico de segunda generación. En los casos de urticaria aguda grave y/o anafilaxia, el empleo de adrenalina intramuscular precoz es imprescindible.

El objetivo principal en el tratamiento es evitar el agente etiológico. En aquellas urticarias agudas en las que se haya detectado un mecanismo de hipersensibilidad tipo I (mediado por IgE) frente a cualquier agente (alimentos, fármacos, látex…), habrá que evitarlo para prevenir futuras reagudizaciones. Para los pacientes alérgicos al látex, se debe disponer de un entorno o quirófano libre de látex, si requieren una intervención quirúrgica o un procedimiento exploratorio. En el caso de urticaria por frío, el paciente debe evitar exposición al mismo y no practicar deportes de invierno, realizar actividades acuáticas o ingerir alimentos o bebidas frías. En la urticaria por presión, se debe utilizar ropa, cinturones y calzado amplio. En la urticaria colinérgica, debe evitar ejercicio físico intenso y exposición a baños o ambientes demasiado calientes. En las urticarias solares, la identificación de la longitud de onda causante del cuadro facilitará la aplicación de medidas preventivas, como el uso de filtros solares. En caso de detectar algún tipo de infección, el tratamiento de la misma puede resolver el proceso. En los casos de urticaria crónica espontánea se plantea la posibilidad de instaurar dietas libres de pseudoalérgenos durante un mínimo de 6 semanas para valorar su eficacia, pero actualmente esta medida aún no tiene el suficiente soporte científico como para ser recomendada fuera de estudios clínicos(17).

Cuando el tratamiento de evitación del posible desencadenante no sea suficiente, deberemos recurrir a terapia farmacológica, difiriendo el enfoque del tratamiento de un episodio agudo al de uno crónico. En los algoritmos IIa y IIb (algoritmos 2a y 2b) se muestran los pasos de tratamiento según las características principales del episodio.

El tratamiento de la urticaria aguda está dictado por la velocidad de instauración, la extensión y número de órganos afectados. Para el tratamiento de una urticaria aguda de varias horas de instauración y con afectación de pequeñas regiones de la piel, será suficiente con la administración por vía oral de un antihistamínico de segunda generación. En los episodios en los que la extensión cutánea es mayor con compromiso de otros órganos, se valorará el empleo puntual de medicación parenteral, administrando antihistamínicos y corticoides (0,5-1 mg/kg de metil-prednisolona o equivalente en dosis única). En caso de anafilaxia (afectación de 2 o más órganos con compromiso respiratorio y/o disminución de tensión arterial), el empleo precoz de la adrenalina intramuscular es el tratamiento de elección. La dosis indicada en niños es de 0,01 mg por kilogramo de peso, no sobrepasando los 0,5 mg por dosis, pudiendo repetir esta dosis cada 5-15 minutos si fuese necesario(18,19). Tras el tratamiento inmediato, el paciente deberá realizar un ciclo corto de antihistamínicos en domicilio durante 3 días para prevenir las reagudizaciones tardías. Si el paciente ha sufrido cuadros intensos de urticaria y/o angioedema con afectación de otros órganos y compromiso respiratorio en el pasado, se recomienda que lleve consigo adrenalina autoinyectable (Altellus® 0,15 o 0,3 mg y Jext® 150 o 300 µg), corticoides y antihistamínicos. Los padres deberán valorar el comprar una chapa metálica al paciente para identificarle como alérgico.

En el tratamiento de los episodios de urticaria crónica los antihistamínicos (Tabla IV) son el fármaco que mayor evidencia científica tienen para justificar su empleo. A pesar del uso extendido de antihistamínicos de primera generación para el receptor H1 de histamina, las actuales guías de tratamiento de urticaria crónica desaconsejan su uso(1,20) por su alta tasa de efectos anticolinérgicos, interacción con otros fármacos y alteración de la estructura del sueño (fase REM). Los ensayos de antihistamínicos en urticaria en población pediátrica son muy escasos. Existen estudios con cetirizina, levocetirizina y fexofenadina a partir de los 6 meses de vida. Cuando los antihistamínicos a dosis habituales no funcionan, y extrapolando las recomendaciones en las guías de urticaria de adultos, deberemos administrar dosis cuádruples por un mínimo de 3 semanas para valorar la disminución de los síntomas.

 

 

En caso de escasa respuesta, podemos valorar cambiar el tipo de antihistamínico. En cualquier momento y si se produjese una reagudización de la urticaria, debemos valorar un ciclo corto de 3-5 días de corticoide oral. El omalizumab es un anticuerpo monoclonal contra la IgE que está aprobado para su uso en asma alérgica grave. En unidades especializadas, se está empleando como uso compasivo e investigación con buenos resultados también en la urticaria crónica, y es posible que en el futuro se apruebe para esta patología dentro de guía(6). El empleo de otras terapias, como la doxepina, la ciclosporina, las dosis bajas de corticoide mantenidas, plasmaféresis, dapsona, fototerapia, antihistamínicos H2 y otros, deberán valorarse individualizadamente por no existir evidencia sólida respecto a su eficacia.

En el tratamiento(21) del Angioedema hereditario por déficit de C1 inhibidor, los corticoides, antihistamínicos y la adrenalina son escasamente eficaces. Su tratamiento consiste en el control de los episodios agudos, la profilaxis preoperatoria y la prevención a largo plazo. El diagnóstico, seguimiento y tratamiento de los pacientes con esta patología debe realizarse desde atención especializada.

El tratamiento de elección del ataque agudo debe ser lo más precoz posible con la administración intravenosa de 20 U/kg del concentrado de C1 inhibidor purificado (Berinert P®). Existe otro C1 inhibidor (Cinryze®), que puede ser utilizado ambulatoriamente por el propio paciente. En las ocasiones en que no está disponible, es sustituido por plasma fresco, aunque su uso es controvertido; ya que, además, de C1 inhibidor, contiene precipitantes del angioedema que podrían incluso exacerbar la clínica. Otras posibilidades terapéuticas disponibles son: inhibidores de calicreína (Ecallantine®) y antagonistas de bradicinina (Icatibant®), el primero vía subcutánea y el segundo vía oral, este último especialmente útil para tratar los ataques agudos en domicilio. Estos pacientes requieren vigilancia intensiva y tratamiento sintomático para el dolor abdominal, reposición de líquidos intravenosos y traqueotomía o intubación con tubo fino en casos de edema glótico amenazante.

La profilaxis preoperatoria o a corto plazo se realiza administrando C1 inhibidor purificado una hora antes de la intervención, pudiendo ser útil también el plasma fresco. Para la prevención de episodios a largo plazo en pacientes con crisis recurrentes se pueden emplear andrógenos atenuados (Danazol), que actúan estimulando la síntesis hepática de C4 y C1. Su alta tasa de efectos secundarios y contraindicaciones obliga a que sean manejados por médicos expertos y su empleo en dosis mayores de 200 mg se desaconseja.

Los fármacos antifibrinolíticos, antes empleados, actualmente están en desuso por su escaso efecto y alta tasa de efectos adversos.

 

¿Qué tiene que hacer el pediatra de primaria ante una urticaria?

Reconocer la urticaria y su gravedad:

– Síntomas: urticaria, angioedema de lengua o labios…

– Síntomas que pueden acompañar a la urticaria y orientar sobre la gravedad del proceso: dificultad respiratoria, cambios del tono de voz, dificultad para tragar, hipotensión, shock.

– Establecer la relación causa-efecto con el agente responsable.

Actuar ante una urticaria:

– Administrar un antihistamínico/ corticoide según la gravedad y evolución de la urticaria.

– Administrar adrenalina si está indicada (si la urticaria es aguda y se acompaña de dificultad respiratoria, mareo, afectación del estado general).

Cómo prevenir nuevas reacciones alérgicas:

– Recomendar al paciente que acuda al alergólogo.

– Recomendarle la evitación de la causa desencadenante, si se ha reconocido: dieta de exclusión, evitación del medicamento, evitación del frío, calor, presión, etc.

– Dar al paciente por escrito normas de actuación por si presenta otro episodio de urticaria. Es imprescindible la prescripción de auto inyectores de adrenalina en los casos de alergia.

 

Bibliografía

Los asteriscos reflejan el interés del artículo a juicio del autor.

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Bibliografía recomendada

– Church MK, Weller K, Stock P, Maurer M. Chronic spontaneous urticaria in children: Itching for insight. Pediatr Allergy Immunol. 2011; 22: 1-8.

Interesante y totalmente enfocado a población pediátrica.

– Sánchez-Borges M, Asero R, Ansotegui IJ, Baiardini I, Bernstein JA, Canonica GW, et al. Diagnosis and treatment of urticaria and angioedema: a worldwide perspective. World Allergy Organ J. 2012; 5(11): 125-47.

Actual revisión y posicionamiento de la asociación mundial de alergia con un apartado específico para población pediátrica.

– Marrouche N, Grattan C. Childhood urticaria. Curr Opin Clin Immunol. 2012; 12(5): 485-90.

Comprensiva revisión esquemática de la situación actual y evidencia sobre la urticaria crónica en población pediátrica.

– Zuberbier T, Asero R, Bindslev-Jensen C, et al. EAACI/GA2LEN/EDF/WAO guideline: definition, classification and diagnosis of urticaria. Allergy. 2009; 64: 1417-26.

Obligada lectura, supone el consenso actual europeo sobre urticaria en población general.

– Zuberbier T, Asero R, Bindslev-Jensen C et al. EAACI/GA(2)LEN/EDF/WAO guideline: management of urticaria. Allergy. 2009; 64(10): 1427-43.

Obligada lectura, completa los resultados del consenso alcanzado en 2009, completando el artículo previo.

– Xu YY, Buyantseva LV, Agarwal NS, Olivieri K, Zhi YX, Craig TJ. Update on treatment of hereditary angioedema. Clin Exp Allergy. 2013; 43(4): 395-405.

Completa revisión y actualización sobre el tratamiento del angioedema hereditario.

 

Caso clínico

Paciente varón de 8 años que acude a urgencias con sensación de cuerpo extraño en su ojo derecho y ojo rojo desde hace 2 días. No refiere secreción ni pérdida de visión, pero sí un cuadro respiratorio de vías altas de varios días de evolución. Sin antecedentes personales de interés. Su compañero de clase tuvo ambos ojos rojos hace una semana. A la exploración, presenta edema palpebral del ojo derecho, una hiperemia conjuntival y una secreción más bien acuosa. Al evertir el párpado se observan petequias y membranas a nivel de la conjuntiva palpebral. Además, a nivel preauricular ipsilateral se palpa una adenopatía. El ojo izquierdo, en principio no presenta alteraciones.

 

 

 
 

 
 

 

Alergia a la picadura de insectos

Temas de FC

C. Ortega Casanueva

Pediatra y Alergóloga. Unidad de Neumología y Alergia Infantil. Hospital Quirón San José. Madrid

 

Resumen

Las picaduras por insectos son muy comunes en la infancia, ya que, habitualmente, los niños juegan al aire libre. Entre las picaduras de insectos, las picaduras de los himenópteros (avispas, abejas, hormigas) son las más frecuentes e importantes y pueden causar reacciones alérgicas graves.
La alergia a picadura de insectos es un problema relativamente frecuente pero poco estudiado en pediatría. Dedicaremos este artículo a conocer cuáles son los insectos más frecuentes (avispas, abejas, hormigas, mosquitos, tábanos, pulgas, orugas y arañas), las reacciones que producen sus picaduras, la importancia clínica y gravedad de las mismas, así como su tratamiento preventivo.

 

Abstract

Insect bites in children are not rare since it is very common for children to play outdoors. Allergic reactions to hymenoptera stings (wasps, bees, ants) are the most common and important since they can lead to severe allergic reactions.
Allergy to insect stings among children is a relatively unknown topic. This article focuses on the most common insects (wasps, bees, ants, mosquitoes, flies, fleas, caterpillars and spiders), the reactions that their bites produce, the importance and seriousness of the clinical findings and their preventive treatment.

 

Palabras clave: Picadura; Insecto; Himenóptero; Veneno; Alergia.

Key words: Sting; Insect; Hymenoptera; Poison; Allergy.

 

Pediatr Integral 2013; XVII(9): 628-636


Alergia a la picadura de insectos

 

Introducción

Las picaduras de insecto son frecuentes en pediatría, y el estudio de las alergias que pueden provocar es importante y poco conocido.

En la población infantil, especialmente en la época estival, son frecuentes las picaduras de insectos. Éstas pueden llegar a producir reacciones alérgicas, algunas graves, creando gran alarma entre los padres, y constituyen un motivo frecuente de consulta al pediatra de Atención Primaria.

La alergia a picadura de insectos es un tema tan antiguo como poco conocido y estudiado. Si nos remontamos al año 2621 a. C, en Egipto, ya se hacía referencia a este tema en los jeroglíficos de la tumba del faraón Menes, que murió por la picadura de una avispa. Y es que, ¿a quién no le ha picado nunca una avispa, una abeja o un mosquito?

La reacción por picadura de himenóptero (avispas, abejas, hormigas) puede variar desde una reacción local (afectación de una extremidad) hasta un cuadro de anafilaxia que puede producir la muerte.

En nuestro país se ha profundizado de una forma más intensa en la parte de alergia a veneno de himenópteros por las reacciones que producen y, por ello, en este artículo le dedicaremos una mención especial.

Las picaduras por dípteros (mosquitos, moscas y tábanos) son también un motivo frecuente de consulta entre los pacientes pediátricos. La reacción que producen es más leve que las producidas por picadura de himenópteros y no suelen corresponderse con una reacción alérgica mediada por inmunoglobulina E (IgE) específica.

En otros países, como en el Sur de Estado Unidos, Australia, Filipinas o China, cobran relevancia las reacciones por picadura de formicios (hormigas). La hormiga roja de fuego, Solenopsis invicta, procedente de Sudamérica es la que produce mayor número de reacciones alérgicas.

 

¿Qué insectos pueden producir una reacción alérgica?

Todos los insectos que pican pueden provocar reacciones alérgicas.

Los insectos hematófagos muerden (aunque a veces lo expresemos como picadura) para alimentarse con la sangre de otros animales. Estas mordeduras no son venenosas y, aunque producen irritación local, con poca frecuencia desencadenan reacciones alérgicas a la saliva y a las subsustancias anticoagulantes que inyectan.

Los insectos venenosos, como mecanismo de defensa, inyectan substancias tóxicas. Estas picaduras venenosas, además de mucho dolor, pueden producir reacciones graves mediadas por mecanismo alérgico.

Los insectos que más frecuentemente pican a los niños son los mosquitos y los más peligrosos, por las reacciones de hipersensibilidad que pueden producir, los himenópteros (avispas, abejas y hormigas). Otros insectos, como tábanos, pulgas, orugas (procesionaria del pino) y arañas, también pueden producir reacciones de hipersensibilidad(1).

A continuación, se tratarán los insectos que más comúnmente pican a los niños, dejando a un lado los himenópteros, los cuales serán tratados con más profundidad en los siguientes capítulos.

Los insectos producen en la zona de la picadura una reacción local y sus manifestaciones clínicas (eritema, prurito, edema) suelen ser similares, por lo que es difícil filiar el insecto concreto que la ha producido.

Las pulgas (sifonápteros), parásitos hematófagos, pueden causar reacciones alérgicas cutáneas (urticaria, lesiones papuloeritematosas distribuidas a lo largo del trayecto de un vaso sanguíneo, etc.). La especie que más frecuentemente afecta al hombre es Pulex irritans.

El tábano es también un insecto hematófago y su picadura produce una reacción consistente en un nódulo cutáneo muy doloroso en la zona de inoculación. También, puede producir reacciones mediadas por IgE como urticaria o, incluso, llegar a desencadenar una reacción alérgica sistémica generalizada (anafilaxia).

El mosquito (Fig. 1) suele producir una reacción local consistente en una pápula en el lugar de la picadura. Aparece a las 2 horas de la inoculación aproximadamente y persiste uno o dos días. Cada picadura de mosquito puede llegar a convertirse en una pápula que pica a veces de forma desesperante. Se debe evitar el rascado porque sólo exacerbará el cuadro, pudiendo erosionar la piel y provocar una infección. Esta reacción se atribuye a una hipersensibilidad a la saliva del mosquito, aunque realmente el mecanismo es incierto. La prevalencia de la alergia a la saliva de mosquito es desconocida, pero se ha descrito que alrededor del 3% de la población reacciona de forma exagerada frente a su picadura y, aunque se han descrito reacciones anafilácticas por saliva de mosquito, es excepcional que esto ocurra.

 

Figura 1. Picadura de mosquito. Galería imágenes SEAIC (Lluis Marques Amat).

 

Tras sucesivos picotazos, los lugares de antiguas picaduras pueden reactivarse en forma de ronchas que pican mucho. Es algo muy común en niños y se denomina prurigo agudo o urticaria papulosa.

Con el tiempo se produce un fenómeno de tolerancia. La especie más común en nuestro medio es Culex pipiens(1,2), pero el mosquito más peligroso es, sin duda, Aedes albopictus, conocido como “mosquito tigre”. El mosquito tigre, con longitud entre 5 y 10 mm, se caracteriza por su coloración negra con ornamentación blanca en tórax y abdomen, patas a bandas blancas y negras y una característica línea blanca longitudinal central en el tórax y la cabeza.

Como otras especies, la hembra pica y extrae sangre de animales vertebrados, en especial mamíferos y aves, para el desarrollo de los huevos. Su aguijón puede incluso atravesar la ropa.

Los machos, al igual que otras especies de mosquitos, se alimentan de néctar. El mosquito tigre es una especie invasora originaria del Sudeste de Asia, habiéndose extendido por Europa desde 1980. En el verano de 2004, el Servicio de Control de Mosquitos del Consell Comarcal del Baix Llobregat notificó su presencia en España.

En 2007 se produjo un brote epidémico de fiebre chikungunya en Italia producida por el virus CHIKV y que fue diseminada por la picadura del mosquito tigre. Hasta ese momento, esta enfermedad sólo había afectado a países tropicales, lo que disparó todas las alarmas ante la difusión de este tipo de infecciones.

Cuando la oruga procesionaria del pino (forma larvaria del lepidóptero nocturno Thaumetopoea pityocampa) desprende sus pequeños pelos urticantes, estos pueden entrar en contacto con el ser humano al ser transportados por el viento. Así pues, en función de cómo se entre en contacto con los mismos, existirá una afectación cutánea (urticaria de contacto), conjuntival o respiratoria. Los mecanismos patogénicos implicados son mecánicos y/o irritativos y el alérgico por hipersensibilidad mediada por IgE(3). En los últimos años se han descrito varios casos de reacciones anafilácticas por este insecto.

 

¿Qué reacciones producen los insectos?

Las reacciones se dividen en dos tipos: inmunológicas (o alérgicas) y no inmunológicas(4).

Las primeras son las comúnmente llamadas “reacciones alérgicas” y están mediadas por IgE y pueden afectar a una zona concreta (reacción local) o generalizarse (reacción sistémica)(4).

Las reacciones locales suelen consistir en eritema, inflamación, dolor y prurito de la zona donde ha ocurrido la inoculación del veneno. Las reacciones generalizadas o sistémicas son aquellas que afectan a varios órganos u aparatos y que pueden adquirir tal gravedad que pueden llegar a comprometer la vida (anafilaxia).

Por su parte, las reacciones no inmunológicas son aquellas producidas por los componentes del veneno del insecto. Este tipo de reacción suele aparecer entre uno o dos días tras la picadura y se reconoce por un eritema con o sin edema de la zona circundante. El diámetro suele ser menor de 10 cm y la intensidad del dolor puede variar. Este tipo de reacciones suele ser leve y no tiende a generalizarse.

 

Tratamiento general de la picadura de insecto

Los insectos producen en la zona de la picadura una reacción local y sus manifestaciones clínicas suelen ser similares, por lo que existen unas medidas generales a la hora de tratar las picaduras de insectos(6).

Elevar el brazo o la pierna afectada y aplicar hielo o una compresa fría para reducir la inflamación y el dolor puede ser útil en un primer momento.

Para evitar infecciones secundarias se deben limpiar suavemente las ampollas, sin romperlas, con agua y jabón, y para aliviar el prurito se puede administrar un antihistamínico vía oral o, incluso, un corticoide tópico.

Es aceptado que el uso inmediato de un producto a base de amoníaco proporciona un alivio rápido en las picaduras de mosquitos, tábanos, abejas, avispas, animales marinos, plantas urticantes, etc. El amoníaco frena rápida y eficazmente el picor y la irritación de la piel, además de neutralizar el veneno.

 

¿Cómo evitar la picadura por insectos?

Durante los meses estivales, un tema que preocupa a los padres es tratar de evitar la picadura de los insectos, y para ello existen varios productos llamados “repelentes” que tratan de evitarlas.

Repelentes químicos

La N,N-Dietil-meta-toluamida, conocida como DEET, es el ingrediente más habitual de estos repelentes de insectos. En particular se utiliza contra las picaduras de garrapatas y mosquitos. Los mosquitos detectan directamente la DEET y evitan la zona de la que emana este compuesto.

Algunas investigaciones recientes indican que DEET podría ser neurotóxico, pero no se han hecho estudios en niños; por lo que, la Academia Americana de Pediatría aconseja que estos productos no se apliquen a menores de dos años ni a concentraciones superiores al 10%. Por la gran absorción cutánea que presentan, no deben aplicarse sobre piel erosionada(5).

En el mercado se comercializan también otros principios, como el ácido 1-piperidincarboxílico o el 2-(2-hidroxietil)-1-metilpropiléster, también llamado Bayrepel.

La efectividad de Bayrepel es comparable a la de DEET, tiene excelentes propiedades cosméticas y pocos efectos tóxicos. Es bien tolerado por la piel y sólo se absorbe en mínimo grado, pero tampoco debe aplicarse a niños menores de dos años.

 

Repelentes naturales (derivados de plantas)

1. Aceite de citronela. El más usado es el obtenido de la planta Cymbopogon nardus. Tiene un olor agradable y es poco tóxico. Es un repelente efectivo, pero el tiempo de protección, unas dos horas, es menor que la DEET y el Bayrepel.

En Estados Unidos, el aceite de citronela se encuentra disponible en forma de loción, spray y toallitas, a concentraciones que oscilan del 0,05% al 15%, pero en el mercado español no hay ningún producto que contenga exclusivamente este aceite.

2. Aceite de eucaliptus. Es un repelente de insecto muy potente, eficaz y con olor agradable. Proporciona una protección activa durante 6 horas.

 

Otros

Se ha descrito que la vitamina B1, clorhidrato de tiamina, al eliminarse por el sudor funciona como repelente, pero no se ha confirmado su eficacia.

Con respecto a los dispositivos electrónicos que emiten sonidos de alta frecuencia que ahuyentan a los insectos tampoco está confirmada su eficacia.

A continuación, se profundizará de una forma más detallada en los insectos que más reacciones alérgicas producen en los niños: los himenópteros.

 

Los himenópteros

Los himenópteros son insectos del orden Hymenoptera, uno de los mayores órdenes de insectos, con unas doscientas mil especies que comprende a las abejas, avispas y hormigas, entre otros. El nombre proviene de sus alas membranosas (del griego n?µe?, “membrana” y pte???, “ala”).

Es importante identificar el himenóptero responsable de la picadura, ya que facilitará mucho la labor a la hora de realizar el diagnóstico y el tratamiento.

 

Clasificación de los himenópteros

En la figura 1, podemos encontrar la clasificación según las diferentes familias.

Los himenópteros que más problemas plantean en nuestro área son los véspidos (avispas) y los ápidos (abejas y abejorros)(7).

La alergia al veneno de especies de las familias Vespidae y Apidae mediada por IgE constituye un importante problema de salud pública, en especial en aquellas regiones en que la población está más expuesta a las picaduras de estos insectos. Los pacientes pediátricos constituyen una población de alto riesgo, así como los trabajadores que desempeñan su trabajo cerca de ellos (agricultores, apicultores, etc.).

El himenóptero más frecuentemente implicado en reacciones alérgicas suele ser la Apis mellifera (Fig. 2b), seguido del Polistes dominula.

 

Figura 2. Apis. A) Apis andrena (galería imágenes SEAIC). B) Apis mellifera (imagen cedida por ALK).

 

 

Morfología y hábitat de los himenópteros

Conocer la morfología de los himenópteros y los lugares donde habitualmente se encuentran nos ayudará a filiar el insecto; ya que, muchas veces los pacientes sólo saben describir alguna característica sin poder precisar exactamente cuál fue el insecto que les picó.

A continuación, se describe la morfología de los himenópteros que más frecuentemente producen reacciones alérgicas(7).

Las APIS o “abejas” (Fig. 2) tienen el cuerpo recubierto por una vellosidad marrón, con áreas negras y doradas en el abdomen, 4 alas transparentes y poseen un tamaño que varía entre 5 y 15 mm. Estos himenópteros sitúan sus colmenas alrededor de campos, árboles frutales o flores.

 

 

Los véspidos o “avispas” (Fig. 3) son himenópteros con escasa pilosidad, de color amarillo y negro y se diferencian morfológicamente por algunos detalles (Tabla I). Los polistes (Fig. 4) construyen su hogar con fibras vegetales masticadas y viven en el campo y jardines.

 

Figura 3. A) Véspido o avispa (galería imágenes SEAIC, M. Teresa Lizaso Bacaicoa). B) Aguijón de véspido (galería imágenes SEAIC, Lluis Marques Amat).

 
 

Figura 4. Polistes (imagen cedida por ALK).

 

 

Figura 5. Avispa Reina de Vespula (galería imágenes SEAIC, Lluis Marques Amat).

 

 

Epidemiología

Se ha descrito que entre el 0,5 y 3% de los adultos pueden presentar una reacción sistémica tras la picadura de una avispa o una abeja(8), pero la verdadera prevalencia de este problema en la población pediátrica no es tan fácil de establecer; ya que, probablemente, estas reacciones estén infradiagnosticadas teniendo en cuenta que los niños presentan un nivel de exposición mayor que los adultos (excepto en el caso de los apicultores).

La SEICAP (Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergia y Asma Pediátrica), a través de su Grupo de Trabajo de Inmunoterapia, realizó en 2006 una encuesta entre todos sus miembros con el propósito de determinar la situación de la alergia a himenópteros en los niños españoles. Estos datos fueron recogidos y evaluados en un completísimo artículo(9) que vio la luz en 2010. Este artículo es, probablemente, el más completo y actual realizado en población pediátrica en España.

Se trata de un estudio retrospectivo basado en aquellos niños (todos menores de 17 años) que habían sido diagnosticados de alergia al veneno de himenópteros por un especialista.

El objetivo fue determinar el número de pacientes afectados y el manejo diagnóstico y terapéutico realizado con cada uno de ellos.

Se recogieron 175 pacientes (75% varones), con una edad media de 9 años.

De ellos, 135 (75%) eran niños que estaban recibiendo o habían recibido inmunoterapia específica y 80 tenían historia de atopia (44,4%).

El 17% (32 pacientes) eran descendientes de apicultores y el 68,9% había experimentado picaduras antes de recibir la picadura que le hizo acudir al especialista. La causa de la picadura más frecuente fue Apis mellifera (55 casos), seguido de Polistes dominulus (33 casos). En 32 pacientes el insecto implicado no pudo ser identificado y en 39 pacientes estuvieron involucrados varios insectos.

En el 83,9% de los casos presentaron una reacción local. La reacción sistémica más frecuente fue urticaria y angioedema y 14 pacientes sufrieron un shock anafiláctico.

El tiempo transcurrido desde la picadura hasta el inicio de la reacción fue menos de 30 minutos en 154 casos; 30-60 minutos en 3 casos; y más de una hora en 11 casos. En 12 casos no supieron cuánto tiempo pasó.

El diagnóstico se realizó mediante pruebas cutáneas (prick test e intradermo) y/o test IgE específica.

Un total de 18 pacientes (17 pertenecían al grupo de inmunoterapia) sufrieron repetidas picaduras (accidentales en 12 casos), sin ninguna manifestación sistémica asociada.

Se establecieron 3 categorías de tratamiento: 1) medidas preventivas y educativas; 2) tratamiento sintomático con antihistamínico oral y adrenalina autoinyectable; y 3) inmunoterapia.

135 pacientes recibieron inmunoterapia con una duración media de 3,57 años (rango 2-5 años) y tolerancia excelente, 35 pacientes experimentaron reacciones locales, y se documentaron reacciones sistémicas en 6 pacientes: 2 con extracto de Apis (que resultaron leves), 3 desarrollaron reacción tipo 3 de Müller (2 con Vespula y una con Apis) y un paciente desarrolló reacción tipo 3 con extracto de Polistes.

En el grupo de pacientes sin inmunoterapia, 19 niños sólo recibieron medidas preventivas y educacionales; mientras que, 26 recibieron tales medidas junto con tratamiento sintomático (antihistamínicos orales) y adrenalina autoinyectable.

De acuerdo con este estudio(9), el porcentaje de niños afectados fue mayor que el de niñas, aunque sólo un 17,8% del total eran descendientes de apicultores o agricultores. Lo anterior indica que la picadura de insectos en nuestra población pediátrica ocurre mayoritariamente en el contexto de actividades de juego al aire libre; ya que, entre adultos, los mayores porcentajes se dan en entornos rurales (70,1%) y en un 52,8% de los casos las actividades laborales o de ocio conllevan un alto riesgo de picadura(10).

A su vez, se registraron picaduras previas en el 68,9% de los pacientes. Este porcentaje es similar a los valores registrados en la literatura para la población general(8-10).

Las manifestaciones sistémicas documentadas en la literatura para la población pediátrica son, generalmente, urticaria y anafilaxia sólo en el 0,4-0,8% de los casos(8,9). En este estudio, las manifestaciones sistémicas fueron grado 2-3 (urticaria y angioedema).

Como conclusión, este estudio nos muestra que las reacciones de hipersensibilidad a veneno de himenópteros son infrecuentes en pediatría pero, cuando ocurren, tienen un fuerte impacto en la calidad de vida de los niños.

 

 

 

Historia natural y clínica de la alergia a veneno de himenóptero

En general, tras la picadura de un insecto los pacientes suelen presentar siempre la misma reacción. Puede existir alguna variación en la severidad, pero siempre con los mismos tipos de síntomas. Así pues, lo más probable es que las reacciones futuras que pueda presentar sigan el mismo patrón(10).

A lo largo de este tiempo, se ha observado que los niños tienen una proporción de reacciones sistémicas cutáneas (sin signos respiratorios o circulatorios) mucho más alta que los adultos(10).

Los síntomas de la reacción alérgica por picadura de himenóptero varían desde una reacción local más o menos intensa hasta el grado de anafilaxia (Tabla III).

 

 

Reacción local: inflamación limitada a la zona de inoculación, sin superar los 10 cm de diámetro y que se mantiene, como máximo, unos siete días.

“Reacción por inmunocomplejos” o enfermedad del suero: se caracteriza por desencadenarse unos días después de la picadura (entre 2 y 10 días) y cursar con urticaria generalizada, fiebre, dolor articular e inflamación de ganglios linfáticos.

Anafilaxia: generalmente, inicio de síntomas cutáneos (urticaria con o sin angioedema) que continúa con la afectación de varios órganos y sistemas: respiratorio (tos, dificultad respiratoria, opresión torácica), digestivo (vómitos, diarrea, dolor abdominal), cardiaco (arritmias, shock cardiogénico), etc.

Aunque no es lo más habitual, esta reacción sistémica puede llegar a ser mortal, lo cual ocurriría en la mayoría de los casos en los que, durante los 30 minutos posteriores a la picadura, no se administra tratamiento médico alguno.

La exposición a las picaduras, la gravedad de la reacción previa (cuanto más grave es la reacción previa, mayor será la probabilidad de que ésta se repita o sea más grave), la cantidad de veneno inoculado (según especie, extracción o no del aguijón, etc.), comorbilidad (mastocitosis) o el estar con tratamiento médico con determinados fármacos (beta bloqueantes, inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina IECA) son factores de riesgo para que exista una reacción alérgica grave(11).

 

Diagnóstico de alergia a picadura de himenóptero

Es importante identificar al insecto responsable de la picadura, ya que facilitará mucho la labor a la hora de realizar el diagnóstico y el tratamiento.

La alergia a picadura de himenópteros tiene un diagnóstico y tratamiento específico muy eficaz(12).

Para realizar el diagnóstico de alergia a picadura de himenóptero, nos basaremos en una anamnesis detallada.

Debemos preguntar si se identificó el insecto o, en caso contrario, si el paciente puede describirlo para tratar de filiarlo nosotros; de ahí, la importancia de conocer la morfología de estos insectos. No debemos olvidar indagar sobre el lugar donde ocurrió, la época del año, si le dejó el aguijón clavado y, por supuesto, el tipo de reacción que le produjo.

Tras la anamnesis, se deben realizar pruebas cutáneas con veneno de himenóptero. Esto debe realizarse por personal experimentado, por el cierto riesgo que entraña el reproducir la reacción de nuevo.

Las pruebas cutáneas se deben complementar con la determinación de IgE específica frente al veneno de himenóptero. Esto es menos sensible que realizar pruebas cutáneas, pero no entraña ningún riesgo y, además, ya que no se dispone de veneno de gran número de insectos (Bombus, Vespa cabro) para realizarlas, puede servir de gran ayuda.

 

Tratamiento de la picadura de himenópteros

El tratamiento de elección en caso de reacción sistémica por picadura de himenóptero en fase aguda es la adrenalina(13). Las reacciones sistémicas se deben derivar al especialista de modo preferente para su valoración, diagnóstico y posterior tratamiento.

El tratamiento de la picadura de himenóptero se tratará en función de la gravedad de la misma. Las reacciones locales se tratarán mediante frío local, antihistamínicos (vía oral) y corticoides tópicos o sistémicos, según la intensidad del cuadro(14).

Las reacciones sistémicas se tratarán como cualquier episodio de anafilaxia: adrenalina (0,01 ml/kg; máximo 0,5 ml dosis total), corticoides sistémicos y antihistamínico vía oral. Si un niño ha presentado ya alguna reacción sistémica por picadura de himenóptero, debe llevar siempre adrenalina autoinyectable en jeringa precargada intramuscular (0,15-0,30 ml, en función de los kilos que pese el niño)(13).

Además, se deben adoptar unas medidas generales(12), como extraer el aguijón sin exprimirlo (en caso de que sea una abeja) o alejarse del área donde haya ocurrido la picadura para evitar un ataque masivo.

 

Inmunoterapia

La inmunoterapia debe administrarse en ámbito hospitalario y requiere la supervisión por un facultativo especializado.

Existe un tratamiento para “curar definitivamente” la alergia a veneno de himenópteros: la inmunoterapia específica o vacunación con extracto de veneno de himenóptero.

Con la inmunoterapia se trata de disminuir la producción de IgE contra el veneno y aumentar los “anticuerpos bloqueantes” (clase IgG).

La vacunación proporciona unos niveles de protección tras nuevas picaduras de hasta el 98%(15). Para administrar este tratamiento, se precisa de personal cualificado y realizarlo en ámbito hospitalario por los efectos adversos graves que puede tener.

La inmunoterapia específica está indicada en niños a partir de los 5 años, cuando exista una reacción sistémica moderada o grave y se demuestre un mecanismo dependiente de IgE(16,17).

La duración de este tratamiento es de 3 a 5 años(18). Tras este tratamiento más del 98% tolera la picadura del insecto(15,18). Este efecto terapéutico es duradero, de modo que, a los 10 años de haber finalizado el tratamiento, el 90% de los pacientes sigue estando protegido(15,18).

 

Tipos de pautas de inmunoterapia en alergia a veneno de himenópteros

Consiste en la administración subcutánea de dosis crecientes de veneno del insecto responsable de la reacción hasta 100 mcg en el caso de véspidos o abejas(18).

Existen en la actualidad extractos para el tratamiento con veneno de Apis, Vespula, Polistes y Bombus.

Existen dos fases:

1. Fase de inicio: se comienza administrando dosis muy pequeñas de veneno (0,01 a 0,1 mcg) y se van aumentando paulatinamente.

Existen varias pautas de inicio de diferente duración:

– Ultrarrápida (Ultrarush): 3 horas.

– Rápida (rush): 4 días.

– Rápida (cluster): 4 semanas.

– Clásica (convencional): 3 meses.

Las pautas más rápidas son más seguras, con menos efectos secundarios y menos reacciones sistémicas que las lentas.

2. Fase de mantenimiento: consiste en administrar 100 µg de veneno cada 4-6 semanas, que suele durar de 3 a 5 años, según el seguimiento clínico, con pruebas cutáneas y serológicas.

La dosis de mantenimiento es equivalente a 2 o más picaduras dependiendo del insecto responsable. Hay pacientes, sobre todo apicultores y sus familiares, que pueden requerir una dosis de mantenimiento más elevada, hasta de 200 µg, para una protección completa.

La inmunoterapia con veneno de abeja es eficaz para prevenir reacciones sistémicas en un 95% de los casos. La inmunoterapia con veneno de avispa es eficaz en un 98%. Es, por tanto, un tratamiento muy eficaz(15,17,18).

 

Prevenir las picaduras de himenópteros

La educación del paciente es muy importante de modo que sepa cómo actuar ante nuevas reacciones(2,12,14,16).

Los niños deben conocer unas normas para prevenir las picaduras de himenópteros.

Las avispas y abejas sólo pican cuando se sienten amenazadas o para defender sus nidos, por eso no hay que acercarse a nidos de avispas ni a panales de abejas.

Si la avispa/abeja se posa encima de nosotros, no intentar ahuyentarla ni matarla, se debe permanecer quieto o hacer movimientos muy lentos hasta que se vaya.

Cuando la avispa pica conserva el aguijón, pudiendo picar repetidas veces; además, con su picadura se liberan feromonas que pueden atraer a otros miembros de la colonia, por lo que se aconseja alejarse del lugar del accidente.

La mayoría de las picaduras se producen entre los meses de mayo a septiembre, especialmente en verano (julio y agosto). Si se toma alguna bebida azucarada, se debe asegurar que no haya ningún insecto en el borde del vaso. En las piscinas o campos con flores, evitar caminar descalzo y sacudir la ropa que se haya dejado en el suelo antes de ponérsela.

Las avispas/abejas tienen predilección por los colores y olores intensos; por lo que, no es aconsejable llevar ropas llamativas ni utilizar perfumes cuando se salga al campo.

En las excursiones, los niños deben llevar pantalones y manga larga.

Las colisiones con estos insectos pueden producir picaduras; por tanto, no se debe correr, ni montar en bicicleta, en lugares donde haya muchas flores. En los merenderos o comidas al aire libre, se han de mantener los cubos de basura bien cerrados.

Si un niño es alérgico al veneno de himenóptero, es aconsejable que lleve una placa de alerta médica.

 

Criterios de derivación al
especialista

Se debe realizar un estudio alergológico a todos aquellos niños que hayan sufrido una reacción alérgica grave tras una picadura de insecto. Si se confirma el diagnóstico, la clínica es importante y la evitación difícil, está indicado pautar una desensibilización al veneno causante de la alergia.

Se estima que dos tercios de personas alérgicas al veneno de himenópteros no llega a ser examinado nunca por un alergólogo, dada la falta de conocimiento sobre este tipo de alergia entre la población general e incluso entre los propios médicos.

Conclusión

Las reacciones alérgicas a veneno de himenópteros son poco frecuentes en pediatría. No obstante, el pediatra de Atención Primaria debe conocerlas para saber cuando derivar al niño al especialista para realizar un estudio alergológico completo y educar a estos niños, tanto para evitar futuras picaduras como para tratar las exposiciones accidentales.

 

Bibliografía

Los asteriscos reflejan el interés del artículo a juicio del autor.

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15. Golden DBK, et al. Outcomes of allergy to insect stings in children, with and without venos immunotherapy. N Engl J Med. 2004; 351: 668-74.

16.** Martín Mateos MA. Tratado de alergología pediátrica. 2ª edición. Madrid: Ergon; 2011.

17.*** Carballada F. Hymenoptera venom allergy: characteristics, tolerance and efficacy of immunotherapy in the pediatric population. Allergologia Et Immunopathologia: International Journal for Clinical and Investigate Allergology and Clinical Immunology. 2009; 37(3): 111-5.

18.*** Fiandor A, et al. Hymenoptera venom allergy: characteristics, tolerance and efficacy of immunotherapy in the pediatric population. Allergol Immunopathol (Madr). 2009; 37(3): 109-10.

Bibliografía comentada

– Nevot Falcó S, Guilarte Clavero M. Hipersensibilidad a veneno de himenópteros. Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría; 2003. p. 119-26.

Protocolo diagnóstico y terapéutico sobre la alergia a picadura de himenópteros en pediatría avalado por la Asociación Española de Pediatría (AEP).

– Martínez-Cañavate A, Tabar AI, Eseverri JL, Martín F, Pedemonte-Marco C. An epidemiological survey of hymenoptera venom allergy in the Spanish paediatric population. Allergol Immunopathol (Madr). 2010; 38(5): 259-62.

Completísimo estudio epidemiológico sobre la alergia a veneno de himenópteros en la población pediátrica española.

La SEICAP (Sociedad Española de Inmunología clínica, Alergia y Asma pediátrica) através de su Grupo de Trabajo de Inmunoterapia realizó una encuesta entre todos sus miembros con el propósito de determinar la situación de alergia a himenópteros en los niños españoles. Este artículo merece ser leído, ya que apenas está recogida la epidemiología en la alergia a himenópteros en población infantil.

– Martín Mateos MA. Tratado de alergología pediátrica. 2ª edición. Madrid: Ergon 2011.

Actualizado, completo y asequible libro sobre alergia infantil imprescindible para aquellos pediatras interesados en esta disciplina.

– Castro L. Véspidos sociales de Europa. Guía de identificación. http://www.alergiaabejasyavispas.com/secciones/sec6/seccion06_01.asp?opc=6. (Accedido el 28/03/2013).

En la página web http://www.alergiaabejasyavispas.com se encuentra todo lo que se debe conocer sobre la taxonomía, morfología y hábitat de los himenópteros. Esta página web entre otros objetivos, pretende mejorar el conocimiento sobre estos insectos y, por tanto, el manejo de su picadura. Gran disponibilidad y accesibilidad a la documentación necesaria para ello.

– Carballada F. Hymenoptera venom allergy: characteristics, tolerance and efficacy of immunotherapy in the pediatric population. Allergologia Et Immunopathologia: International Journal for Clinical and Investigate Allergology and Clinical Immunology. 2009; 37(3): 111-5.

Interesante artículo sobre el tratamiento con inmunoterapia en la población pediátrica española. Se aconseja su lectura por tratarse de un artículo de revisión sobre la aplicación de inmunoterapia con veneno de himenópteros en pacientes pediátricos.

– Fiandor A, et al. Hymenoptera venom allergy: characteristics, tolerance and efficacy of immunotherapy in the pediatric population. Allergol Immunopathol (Madr). 2009; 37(3): 109-10.

Artículo que revisa la tolerancia y la eficacia de la inmunoterapia en la población pediátrica. Interesante y de fácil lectura. Recomendado para todos aquellos que están interesados en el tema; ya que, se revisa cómo seleccionar a los pacientes para iniciar el tratamiento con inmunoterapia, qué veneno utilizar, los protocolos de tratamiento realizados, mecanismos de acción de la inmunoterapia, posterior seguimiento, etc.

 

Caso clínico

Niño de 8 años de edad.

 

Antecedentes

• Familiares. Madre con dermatitis atópica. Padre con rinitis alérgica.

• Personales:

– Embarazo y parto normales.

– Adenoidectomía a los 4 años.

– Calendario vacunal completo.

– No toma ningún tratamiento de forma habitual.

• Hábitat:

– Rural. Casa con piscina, jardín y árboles frutales.

– Animales: un perro.

 

Enfermedad actual

Hace un mes, mientras estaba jugando en el campo, sintió la picadura de un insecto, presentando a los 5 minutos edema palpebral bilateral, urticaria generalizada, dificultad respiratoria y un vómito.

En el Servicio de Urgencias más cercano se le administró adrenalina intramuscular, corticoides sistémicos y antihistamínicos vía oral, remitiendo el cuadro de forma progresiva. En ningún momento se registró hipotensión.

En el Servicio de Alergia Infantil se le realiza estudio alergológico:

• Pruebas cutáneas:

Prick test para Apis mellifera, Vespula spp y Polistes dominulus con resultados negativos.

– Intradermorreacción: positivo a concentración de 0,1 µg/ml para Vespula spp y positivos a la concentración de 0,001 µg/ml para Polistes dominulus. Negativo para Apis mellifera.

• IgE total (80 UI/ml).

• IgE específica a veneno de himenóptero.

– Polistes 6,80 KU/L.

– Vespula y Apis mellifera <0,35 KU/L.

• Se rehistoria a los padres sobre el insecto: creen que lo que le picó fue una avispa, aunque no están seguros. Recuerdan que hace un año, tras la picadura de una avispa en un dedo de la mano, se le inflamó todo el brazo.

 

 

 

Alergia a medicamentos. Conceptos básicos y actitud a seguir por el pediatra

Temas de FC

M.T. Giner Muñoz

Sección de Alergia e Inmunología Clínica. Hospital San Juan de Dios. Barcelona

 

Resumen

La alergia a medicamentos se manifiesta con cuadros clínicos de gran polimorfismo y la edad pediátrica no es diferente en esto. Su frecuencia aumenta con la exposición a fármacos y, a pesar de que hay pocos datos estadísticos, se acepta que es menor en el niño que en el adulto.
Los métodos diagnósticos para confirmar la sospecha clínica son escasos, en reacciones inmediatas apenas disponemos de métodos in vitro fiables para unos pocos fármacos y tampoco se dispone para muchos de concentraciones validadas para las pruebas cutáneas. Además, tanto los exámenes de laboratorio como las pruebas cutáneas se negativizan con rapidez. En las reacciones retardadas, aún contamos con menos métodos de uso clínico habitual.
Así, hay que recurrir a la prueba de exposición controlada (PEC) que no deja de presentar riesgos, a menudo. Los síntomas clínicos de la reacción y su cronología son datos imprescindibles para catalogar el tipo de reacción y programar su estudio.
Se describe la fisiopatología, la clínica y el enfoque diagnóstico de la alergia a medicamentos; de forma que, facilite al pediatra la práctica diaria, al paciente una mejor orientación y, al especialista, algo que echa a menudo en falta: una correcta descripción clínica de la reacción sospechosa.

 

Abstract

Drug allergy is manifested with clinical pictures having great polymorphism, this being similar in the pediatric age. Its frequency increases with exposition to drugs and, even though the statistical data available are limited, it is accepted that drug allergy is less in the child than in the adult.
There is a very limited number of diagnostic methods to confirm clinical suspicion. Regarding immediate reactions, we have very few reliable in vitro methods and these are for only a few drugs. For many of these, we also do not have concentrations validated for the skin tests. Furthermore, both the laboratory tests and the skin tests rapidly become negative. In delayed reactions, we have even fewer methods in the common clinical practice.
Thus, it is necessary to use the controlled exposure test (CET) that often entails risks. The clinical symptoms of the reaction and their chronology are essential data to classify the type of reaction and program their study. The pathophysiology, symptoms and diagnostic approach to drug allergy are described in order to facilitate the pediatrician’s daily practice, give the patient better orientation and provide the specialist something that is lacking: a correct clinical description of the suspicious reaction.

 

Palabras clave: Alergia; Hipersensibilidad; Reacción adversa; Fármaco.

Key words: Allergy; Hypersensitivity; Adverse reaction; Drug.

 

Pediatr Integral 2013; XVII(9): 637-651


Alergia a medicamentos. Conceptos básicos y actitud a seguir por el pediatra

 

Tipos de reacciones adversas a medicamentos

Las mayoría de las reacciones adversas a los fármacos no son alérgicas y tienen relación con las acciones farmacológicas del medicamento. Una reacción de hipersensibilidad debe tener unas características independientes de las acciones propias del medicamento, dependientes de una respuesta anómala del paciente.

Las reacciones adversas a medicamentos (RAM) son efectos perjudiciales o indeseados, con dosis utilizadas para la profilaxis, diagnóstico o tratamiento de las enfermedades(1).

La mayoría de las reacciones adversas a medicamentos no responden a mecanismos inmunológicos, se relacionan con los efectos farmacológicos conocidos del fármaco y, por ello, son previsibles. Este tipo de reacciones se denominan de tipo A, son las más frecuentes y corresponderían al 85-90% del total de las reacciones adversas.

Las reacciones alérgicas a medicamentos se engloban en las de tipo B (no previsibles) y se deben a respuestas anómalas de una pequeña parte de la población. Pueden deberse a intolerancia, idiosincrasia o hipersensibilidad resultante de una respuesta inmune; estas últimas son las reacciones alérgicas a medicamentos (Tabla I).

 

 

Las reacciones por hipersensibilidad tienen características diferentes de las reacciones de tipo A:

• Son distintas de las acciones farmacológicas conocidas del fármaco.

• Existe un contacto previo con el fármaco implicado (continuo o intermitente), que causa la sensibilización del paciente.

• Sus manifestaciones clínicas deben concordar con las propias de las reacciones alérgicas conocidas.

• Son recurrentes ante nuevas exposiciones al alérgeno.

• La reacción debe mejorar al retirar el fármaco.

• La reacción debe ser reproducible con dosis mínimas de fármaco.

• Es posible la reactividad cruzada con fármacos de estructura similar.

En las reacciones por intolerancia, los pacientes presentan reacciones tóxicas predecibles frente a uno o varios fármacos, a dosis bajas o incluso infraterapéuticas. En las idiosincrásicas, las reacciones son cualitativamente distintas de la toxicidad conocida del fármaco y pueden deberse a alteraciones genéticas en el paciente y, a pesar de que hay algunos ejemplos bien descritos, como las anemias hemolíticas por primacina en deficiencia de glucosa-6-fosfato deshidrogenasa, sus mecanismos no son bien conocidos.

Las reacciones por hipersensibilidad a medicamentos de tipo inmune(2) pueden ser mediadas por inmunoglobulina E, o responder a otros mecanismos inmunes (Fig. 1).

 

Figura 1. Reacciones por hipersensibilidad a fármacos.

 

 

Epidemiología

La prevalencia real de la alergia a medicamentos es mal conocida, la mayoría de autores aceptan porcentajes entre el 6 y el 10% de las reacciones adversas a fármacos(1). La mayoría de estudios realizados se han llevado a cabo en medio hospitalario, lo que ya supone un sesgo importante. En edad pediátrica, se supone baja, menor que en el adulto, y aún peor conocida.

Demoly, basándose en datos publicados, estima que las reacciones adversas a fármacos podrían afectar al 10-15% de los pacientes hospitalizados y las reacciones por hipersensibilidad representarían un tercio de éstas aunque, en la mayoría de los casos, no se comuniquen.

Factores de riesgo para desarrollar alergia a fármacos

Sexo femenino

Por motivos mal conocidos, las mujeres tienden a presentar con mayor frecuencia que los hombres alergia a los medicamentos, tanto para reacciones de tipo inmediato como tardío(3).

 

Historia previa de reacciones alérgicas a medicamentos

Una historia previa de reacciones alérgicas a uno o más fármacos aumenta el riesgo de desarrollar otras alergias medicamentosas, incluso con fármacos no relacionados.

Las reacciones no inmunes frente a AINES pueden aparecer en AINES sin relación estructural entre sí; ya que, el mecanismo que las produce está en relación con la alteración de la vía metabólica de inhibición de la ciclooxigenasa tipo 1 (COX-1) que es propia de la acción de estos fármacos.

El término “alergia a múltiples medicamentos” debe aplicarse a personas que han experimentado reacciones inmunológicas (de cualquier tipo de Gell y Coombs), bien documentadas, frente a dos o más fármacos no relacionados químicamente, y parece relacionarse con un aumento de la capacidad de respuesta de sus células T frente a sustancias farmacéuticas(4).

 

Exposición recurrente a fármacos

Tratamientos repetidos con los mismos fármacos favorecen la alergia a fármacos (por ejemplo, los pacientes con fibrosis quística).

 

Tipo de HLA

Hay pruebas de propensión familiar a desarrollar reacciones de hipersensibilidad graves a medicamentos concretos en presencia de ciertos tipos de alelos HLA-B; por ejemplo, el SJS/TEN por carbamazepina, en pacientes chinos de la etnia Han se asocia a la presencia de HLA-B*1502(5). Otros alelos HLA-B se han asociado a reacciones graves por otros fármacos, entre ellos el alopurinol y el abacavir.

Algunas situaciones clínicas

• En los pacientes con linfocitos anormales o atípicos, se presentan con mayor frecuencia reacciones a aminopenicilinas (por ejemplo: infecciones por virus de Ebstein-Barr, por virus herpes, leucemias…).

• Los pacientes con inmunodeficiencia adquirida (SIDA) tienen con frecuencia reacciones por sulfamidas y otros fármacos. La infección por HIV crea un entorno inflamatorio que favorece la alergia medicamentosa.

 

Atopia

Los pacientes con enfermedades atópicas no tienen riesgo mayor de presentar alergia a medicamentos, pero sí pueden presentar reacciones mediadas por IgE de mayor gravedad.

 

Edad

La edad no es un factor de riesgo independiente para la alergia a medicamentos, pero los datos se confunden dados los diferentes patrones terapéuticos usados en las distintas edades.

Los fármacos como alérgenos-interacción con el sistema inmune

Las moléculas capaces de provocar una respuesta inmune por sí mismas suelen ser proteínas de alto peso molecular. Muy pocos fármacos cumplen este requisito, y esto hace que interaccionen con moléculas proteicas circulantes o de células, adquiriendo así una capacidad inmunógena que no poseen por sí solos y que se conoce mal en la mayoría de los casos.

La mayoría de medicamentos son compuestos de bajo peso molecular y composición química simple, y sus estructuras no son fácilmente reconocibles por el sistema inmune, que sólo de forma excepcional es capaz de reconocer substancias de peso molecular inferior a 5.000 d.

Son moléculas demasiado pequeñas para interactuar con los receptores inmunes con suficiente potencia para activar las células T o B. En su estado original, la mayoría de fármacos no tienen capacidad inmunógena.

Sin embargo, si el fármaco es presentado a los linfocitos por una célula presentadora de antígeno (una célula dendrítica, por ejemplo) tanto en su forma original como si se modifica tras su metabolización, puede desarrollar una respuesta inmune específica mediada por células T, o mediada predominantemente por anticuerpos, o tener características de ambos tipos de respuesta.

 

Fármacos capaces de estimular una respuesta de anticuerpos

Los fármacos capaces de provocar este tipo de respuesta directamente son pocos. Lo hacen estimulando las células T como antígenos proteicos, y suelen ser macromoléculas, por ejemplo: insulina u otras hormonas, enzimas, protamina, antisueros, anticuerpos monoclonales, vacunas…

Hay algunos compuestos de bajo peso molecular que tienen múltiples recurrencias de un único epítopo y pueden actuar como alérgenos: los ejemplos más conocidos son la carboximetilcelulosa (estabilizante en inyectables) y algunos compuestos de amonio cuaternario usados en la inducción anestésica como bloqueantes neuromusculares (succinilcolina, vecuronio, atracurio…)(6).

 

Haptenos

Algunos compuestos de bajo peso molecular (<1.000 d) pueden adquirir inmunogenicidad por unión covalente a macromoléculas que, en general, son proteínas plasmáticas o proteínas de la superficie celular. El medicamento se conoce como hapteno y la nueva molécula, complejo hapteno-portador.

Como ejemplos de las moléculas de la membrana celular capaces de unirse a haptenos, tenemos las integrinas, y péptidos del CMH (complejo mayor de histocompatibilidad).

Los complejos hapteno-portador son capaces de estimular los linfocitos T y/o respuestas de anticuerpos. La penicilina es un fármaco que se comporta como hapteno, ya que el anillo betalactámico en condiciones fisiológicas se abre y reacciona con los residuos de lisina de las proteínas, formando un complejo que es el determinante antigénico principal de la penicilina y otros betalactámicos y es capaz de estimular respuestas mediadas por anticuerpos, o por las células T(7).

Entre los fármacos capaces de comportarse como haptenos, los mejor conocidos son los betalactámicos, pero otros como la penicilamina y los metales pesados también pueden comportarse como tales.

 

Metabolitos reactivos

Fármacos que, en su forma original, no son reactivos con macromoléculas, pueden hacerse reactivos tras su metabolización en el organismo. El metabolismo de los fármacos se realiza principalmente en los hepatocitos a través de los enzimas asociados al citocromo P450.

Algunos fármacos, si no se detoxifican adecuadamente, pueden actuar como haptenos al unirse con proteínas intracelulares, o secretarse (en este caso se denominan prohaptenos) y contactar con células presentadoras de antígeno estimulando las células T y éstas pondrán en marcha una respuesta celular o mediada por anticuerpos.

Entre los fármacos que con más frecuencia pueden dar lugar a metabolitos reactivos, estarían el trimetoprim-sulfametoxazol, anticomiciales (fenitoína, carbamazepina, lamotrigina) y la procainamida.

 

Interacción farmacológica de los fármacos con receptores inmunes (p-i concept)

Este concepto propone una interacción de los medicamentos con el sistema inmune, que surge de la observación de que algunos fármacos, en su estado original y sin procesos metabólicos, pueden estimular las células T, incluso sin ser capaces de unirse covalentemente a macromoléculas(8).

El medicamento, o parte de él, puede interactuar directamente con un receptor de las células T (TCR) o con moléculas HLA (p-i HLA).

p-i TCR: si el fármaco interacciona con determinados TCR, ante una segunda interacción con el TCR y las moléculas MCH de las células presentadoras de Ag, dará lugar a proliferación celular, producción de citocinas y citotoxicidad por las células T estimuladas.

p-i HLA: en el modelo de HLA p-i, un fármaco se une preferentemente a una molécula de HLA-determinado. Esto explica la fuerte asociación para algunos alelos HLA de algunas reacciones de hipersensibilidad a fármacos(9). Las células T son tolerantes sólo a los péptidos del CMH a los que estaban expuestas durante su desarrollo en el timo, y el conjunto de los péptidos modificado puede ser interpretado como extraño por las células T.

Entre los medicamentos que tienen esta capacidad de interacción se encuentran: sulfametoxazol, lamotrigina, carbamazepina, alopurinol, abacavir, lidocaína y mepivacaína. Este mecanismo, sospechado a finales de los 90, podría estar implicado en reacciones de hipersensibilidad inducida por fármacos y como reacciones exfoliativas graves, como el síndrome de Stevens-Johnson(10) (tipo IVb, IVc de la clasificación de Gell y Coombs).

 

Solapamiento entre mecanismos

Los fármacos pueden generar respuestas inmunes por varios mecanismos simultáneamente; pueden estimular respuestas por interacción farmacológica y actuar como haptenos tras su metabolismo, por ejemplo, el sulfametoxazol y la carbamazepina. Esta superposición de mecanismos puede dar lugar a un cuadro clínico mixto, e imitar a una gran variedad de enfermedades, dificultando el diagnóstico.

 

Clasificación de las reacciones de alérgicas a fármacos

La correcta clasificación cronológica de las reacciones a fármacos, teniendo en cuenta la aparición de los síntomas en relación con la exposición al fármaco, nos indica que tipo de mecanismos podrían estar implicados en estas reacciones. La sintomatología de las reacciones puede a veces ser parecida en mecanismos patogénicos diferentes (la urticaria puede verse en una anafilaxia y en una enfermedad del suero, por ejemplo).

1. Cronológica (según la cadencia de aparición de los síntomas). Hasta hace unos años se siguió usando la clasificación que Levine presentó para clasificar las reacciones a penicilina(11). Ordenaba las reacciones basándose en el momento de la aparición de los síntomas:

Inmediatas: 1-60 minutos tras la administración del fármaco.

Aceleradas: 1-72 horas tras la administración del fármaco.

Tardías: a partir de las 72 horas tras la administración del fármaco.

En la revisión de la nomenclatura alergológica realizada en 2003 por la WAO (World Allergy Organization)(2), se decidió dividirlas en tardías, las que aparecen después de una hora de la exposición al fármaco, e inmediatas, si se presentan antes de una hora desde la exposición.

1. Inmediatas: hay que tener en cuenta que, si la administración del fármaco es por vía oral, es posible que los síntomas se retrasen, especialmente si el medicamento se toma tras las comidas. Sin embargo, el periodo de una hora permite identificar a la gran mayoría de reacciones mediadas por IgE.

2. Tardías: la mayoría de las reacciones tardías suelen aparecer entre 6 horas tras la exposición y, en general, después de unos días de tratamiento, incluso después de haber cesado éste. Algunas reacciones tardías pueden iniciarse después de varias semanas de tratamiento continuo, por ejemplo, en el síndrome de hipersensibilidad inducida por fármacos.

2. Según el tipo de reacción. A pesar de los conocimientos posteriores sobre la patogénesis de las reacciones por hipersensibilidad y los posibles solapamientos de los mecanismos que las desencadenan, la antigua clasificación de Gell y Coombs sigue siendo útil.

Clásicamente, las reacciones inmunes se dividen en cuatro categorías (I, II, III, y IV) según la clasificación de Gell y Coombs, pero ésta se originó antes de conocer los distintos tipos de las células T; de modo que, posteriormente, las reacciones de tipo IV, se subdividieron en subtipo IVa, IVb, IVc y IVd.

Los fármacos causan con más frecuencia reacciones de los tipos I y IV, la mayoría de ellos causan sólo un tipo de reacción, pero algunos, como la penicilina, pueden causar reacciones de todos los tipos.

1. Tipo I: inmediatas, mecanismo mediado por IgE.

2. Tipo II: retardadas, mediante lisis célular, mediada, en general, por IgG.

3. Tipo III: retardadas, por depósito de inmunocomplejos y activación del complemento.

4. Tipo IV: inicio retardado, mediadas por células T.

La clasificación de una reacción alérgica es importante para determinar los procedimientos diagnósticos, las opciones para su tratamiento y las posibilidades de reactividad cruzada con medicamentos similares.

 

Patogénesis y manifestaciones clínicas de las reacciones alérgicas a fármacos

En pediatría, los tipos de reacciones más frecuentes quizá son los exantemas maculopapulosos retardados y, algo menos, las reacciones inmediatas. Sin embargo, las reacciones cutáneas graves por hipersensibilidad pueden verse también en edad pediátrica y debemos ser capaces de sospecharlas.

Reacciones tipo I (mediadas por IgE, anafilácticas)

Requieren una fase de sensibilización previa que dé lugar a la presencia de IgE específica frente al fármaco, o a un metabolito del mismo, que se una a la superficie de mastocitos y basófilos. Esta fase es asintomática. Una vez unida la IgE específica a mastocitos y basófilos, cuando el individuo se expone al fármaco, éste se une a las proteínas transportadoras y el complejo hapteno-portador puentea dos moléculas de IgE específica que está unida a la superficie celular de los mastocitos, causando la liberación de mediadores vasoactivos.

Estos mediadores ponen en marcha las manifestaciones clínicas, siendo las más comunes el prurito, la urticaria y el angioedema, que pueden presentarse simultáneamente. Si el edema afecta a la laringe, puede causar dificultad respiratoria con disfonía, estridor y, en raras ocasiones, asfixia; y también broncoespasmo, síntomas digestivos y/o hipotensión.

La vía de exposición al fármaco tiene también importancia en cuanto al tipo de sintomatología de una anafilaxia. Si la administración es parenteral, predominan los síntomas cardiovasculares y la hipotensión y en la administración oral predominan los síntomas cutáneos y respiratorios (Fig. 2).

 

Figura 2. Esquema fisiopatológico de la anafilaxia.

 

La anafilaxia es, potencialmente, fatal y es la presentación más grave de una reacción mediada por IgE. Debe sospecharse cuando una reacción de inicio brusco afecta a dos o más órganos o sistemas del paciente. Hay que recordar que la progresión rápida de los síntomas sugiere una mayor gravedad del episodio de anafilaxia y, en estos casos, la afectación cutánea puede aparecer más tardíamente.

Los fármacos más frecuentemente implicados en pediatría y en adultos en las reacciones inmediatas son los antibióticos betalactámicos y, por detrás de ellos: bloqueantes musculares, látex, otros antibióticos, citostáticos que contienen sales de platino y anticuerpos monoclonales.

Es posible que la exposición previa al fármaco sea desconocida por el paciente, o éste haberse sensibilizado a otro fármaco con reactividad cruzada al que cause la reacción.

Cronología de las reacciones tipo I: las reacciones de tipo I se presentan rápidamente tras la exposición al fármaco, influyendo en su cronología la vía de administración. Por vía endovenosa, los síntomas se pueden manifestar en segundos o minutos (3-30 min) y, por vía oral, desde pocos minutos en ayunas, hasta 10-60 minutos si se toma el fármaco después de comer.

En las reacciones inmediatas mediadas por IgE, si la administración es continua, los síntomas pueden no aparecer en algunos días durante el curso del tratamiento, pero si se saltan varias dosis, los síntomas pueden reaparecer al reanudar la administración.

 

Reacciones tipo II (lisis celular mediada por anticuerpos, citotóxicas)

Estas reacciones requieren la presencia previa de IgG (y, rara vez, IgM). Son reacciones poco frecuentes y se ven en individuos tratados con dosis elevadas, de forma prolongada o recurrente.

Surgen cuando el fármaco se une a proteínas de la superficie celular y actúa como antígeno, dando lugar a la síntesis de anticuerpos, que quedarán unidos a la membrana celular, de manera que posteriormente los macrófagos causan la lisis celular. El consumo de complemento es variable en este tipo de reacciones.

Manifestaciones clínicas y cronología de las reacciones tipo II: habitualmente dan lugar a anemia hemolítica, neutropenia o trombopenia y las manifestaciones clínicas corresponden a las de estas entidades; de modo que, el diagnóstico no es fácil y, en ocasiones, se lleva a cabo en una nueva exposición al fármaco en la que la recurrencia de los síntomas suele ser más precoz, aun con dosis bajas.

En cuanto a la gravedad del cuadro clínico, hay mucha disparidad, desde casos asintomáticos a cuadros clínicos fulminantes. La aparición es más frecuente entre los 5 y 8 días tras la exposición, pero el periodo de latencia puede prolongarse hasta meses.

Los fármacos implicados en este tipo de reacciones son variados y numerosos: quinidina, quinina, heparina, carbamazepina, abciximab, propiluracilo, y otros, muchos de ellos poco usados en edad pediátrica. La vancomicina, los betalactámicos y los antiinflamatorios no esteroideos son, también, fármacos causales de este tipo de reacciones y más frecuentemente usados en nuestros pacientes.

 

Reacciones tipo III (mediadas por inmunocomplejos)

Son reacciones poco comunes, en las que el medicamento actúa como un antígeno soluble y se une a anticuerpos específicos de tipo IgG, formando inmunocomplejos que precipitan en diferentes tejidos. Estos inmunocomplejos se unen a los receptores Fc de la IgG o a los receptores de las células inflamatorias, desencadenando este tipo de respuesta. Una nueva exposición al fármaco provoca la misma respuesta de forma más precozmente y con mayor gravedad.

Manifestaciones clínicas y cronología de las reacciones tipo III: los síntomas de las reacciones a medicamentos mediadas por inmunocomplejos suelen aparecer una semana o más tras la exposición al fármaco; cuando se alcanzan las cantidades suficientes de anticuerpos para generar los síntomas.

Enfermedad del suero: la forma clásica se acompaña de fiebre, exantema urticarial o purpúrico, artralgias y/o glomerulonefritis aguda, y con frecuencia también adenomegalias. Se describió por primera vez a principios del siglo XX en pacientes tratados con suero antidiftérico de origen equino y sus causas más clásicas son las proteínas heterólogas.

Los medicamentos más frecuentemente implicados son los betalactámicos (especialmente, el cefaclor) y el trimetoprim-sulfametoxazol y, más recientemente, se han descrito con las globulinas antilinfocíticas, o antitimocito y con Ac. monoclonales. Se inicia entre 2 y 21 días tras la administración del fármaco.

Vasculitis: se presentan como púrpuras palpables que suelen afectar a extremidades inferiores y, con menor frecuencia, pueden afectar al tracto gastrointestinal o al riñón. Además de los betalactámicos, se presentan por diuréticos tiazídicos, fenitoína y alopurinol.

Fiebre medicamentosa: puede ser el único síntoma y, en algún caso, puede acompañarse de un exantema no urticarial. Los fármacos causales incluyen: azatioprina, sulfasalazina, minociclina, trimetoprim-sulfametoxazol, sirolimus y tacrolimus.

 

Reacciones tipo IV (mediadas por células)

Este tipo de reacciones mediadas por linfocitos T activados puede incluir a distintos tipos de células, como: macrófagos, eosinófilos o neutrófilos. Clínicamente, presentan manifestaciones cutáneas, ya que la piel es un depósito de células T(12), y muchas de estas células T cutáneas son células efectoras de memoria, que reaccionan si los antígenos penetran la barrera cutánea, o se difunden por la piel desde el torrente sanguíneo.

Son reacciones que requieren tiempo (desde horas a días tras la exposición al antígeno) para que se desarrolle la activación y expansión de las células T; de ahí que, también se denominen reacciones retardadas por hipersensibilidad.

Los mecanismos de tipo IV se relacionan con distintas presentaciones clínicas, y el mecanismo preciso para cada manifestación no está completamente demostrado.

Las células T son capaces de generar diferentes tipos de respuesta inflamatoria en dependencia de las citocinas producidas y de las otras células implicadas en la reacción, dando lugar a los distintos subtipos de reacciones tipo IV, y esto se refleja en los datos histológicos de la reacción inflamatoria. Por ello, la cronología de las reacciones es variable, pero siempre retardada. Este tipo de interacciones entre las células T y otras células efectoras se observa también en enfermedades infecciosas, autoinmunes y autoinflamatorias.

La clasificación de los subtipos de las reacciones mediadas por células se basa en las células efectoras implicadas, que se reflejan en los datos histológicos y datos de laboratorio de los pacientes. En este grupo de reacciones, debemos recordar que el solapamiento de los mecanismos de las reacciones inmunológicas es frecuente.

 

Reacciones tipo IVa

Mediadas por linfocitos Th1, con secreción de INF-?; TNFa, e IL-18, y activación de macrófagos.

Dermatitis de contacto: es una reacción por fármacos de aplicación tópica que se caracteriza por eritema, con vesículas o flictenas que evolucionan a costras. Como en otros eccemas, las fases subagudas o crónicas se caracterizan por liquenificación y descamación. El periodo de latencia varía entre 7-21 días y se acorta con las exposiciones subsiguientes.

 

Reacciones tipo IVb

Las reacciones tipo IVb son secundarias a una respuesta Th2, con secreción de IL-4, IL-5, IL-13; que desencadenan síntesis de IgE e IgG4, desactivación de macrófagos y respuesta de mastocitos y basófilos. Estas reacciones pueden estar también implicadas en la fase tardía de la inflamación alérgica.

La IL-5 favorece la inflamación eosinofílica, característica de muchas reacciones por hipersensibilidad.

Exantemas morbiliformes (maculopapulosos): pueden presentarse entre el 1-5% de la primera administración del fármaco. Son erupciones cutáneas de elementos rosados de diferente intensidad cromática, que pueden confluir entre sí, en las que el prurito es habitual, aunque la intensidad de este síntoma es variable. Las lesiones cutáneas son simétricas y consisten en maculopápulas que tienden a confluir; palmas, plantas y cara están preservadas y no hay lesiones urticariales.

En la mayoría de los casos, estas reacciones son leves y suelen resolverse un par de días después de retirar el fármaco, a veces con descamación.

Muchas veces obligan a realizar un diagnóstico diferencial con enfermedades exantemáticas, especialmente virales, que son más frecuentes en edad pediátrica(13).

Un exantema maculopapular que aparece varios días tras el inicio de un tratamiento sistémico es la forma más común de una reacción alérgica retardada a medicamentos(14,15). A diferencia de las reacciones mediadas por IgE, la mayoría de estas reacciones son mediadas por células T y pueden recurrir tras décadas de provocar la reacción.

A menudo las reacciones exantemáticas por fármacos en un paciente no sensibilizado previamente, aparecen tras un periodo de tiempo entre 4 y 21 días; así, un exantema que aparezca antes de 3 días del inicio del tratamiento, es más probablemente infeccioso que por hipersensibilidad a fármacos.

Los exantemas morbiliformes o maculopapulosos con una infiltración eosinofílica importante en la biopsia, probablemente son secundarios a reacciones tipo IVb.

Síndrome de hipersensibilidad inducido por fármacos: citado en la literatura anglosajona como drug-induced hypersensitivity syndrome (DiHS), o también como drug rash with eosinophilia and systemic symptoms (DRESS).

Los síntomas aparecen usualmente antes de las 8 semanas de iniciado el tratamiento. Es una reacción grave por hipersensibilidad, que se presenta con exantema cutáneo, hipertermia, y puede presentarse también fallo multiorgánico(16). Hígado, riñón, corazón y pulmones son los órganos más afectados.

Ya que la eosinofilia se detecta en menos de la mitad de los casos, la presencia de linfocitos circulantes CD8+ atípicos, es el hallazgo diagnóstico más consistente y puede persistir meses después de retirar el fármaco.

En edad pediátrica, los fármacos más frecuentemente implicados son los anticomiciales (carbamazepina, fenitoína, fenobarbital…). Otros fármacos también implicados son minociclina, alopurinol, dapsona, abacavir y nevirapina.

 

Reacciones tipo IVc

Las reacciones de tipo IVc implican a células T efectoras citotóxicas, capaces de migrar al tejido inflamado y matar o inducir apoptosis de las células tisulares, como hepatocitos o queratinocitos.

Las células T citotóxicas son importantes en la patogénesis de múltiples reacciones retardadas, como: dermatitis de contacto, erupciones bullosas y hepatitis inducidas por fármacos.

Síndrome de Stevens-Johnson (SJS), necrólisis epidérmica tóxica (TEN): son reacciones con mortalidad elevada y se caracterizan por fiebre alta, lesiones bullosas mucocutáneas, con necrosis y despegamiento de la epidermis. En la exploración, el signo de Nikolsky es positivo. En el SJS se pueden ver lesiones atípicas “en diana”, pero no las lesiones típicas del eritema multiforme minor.

El eritema multiforme minor, con lesiones típicas en diana pero sin afectación de mucosas, es de causa infecciosa la mayoría de los casos, y se observa especialmente por virus herpes y en edad pediátrica por Micoplasma pneumoniae(17). En el caso de que esté inducido por fármacos, aparece típicamente entre 1 y 2 semanas después de la exposición al fármaco.

El diagnóstico de uno u otro síndrome entre el SJS y la necrólisis epidérmica tóxica depende de la extensión de la necrolisis. Si es inferior al 10% se considera un SJS, si está entre el 10 y el 30% se considera un SJS-TEN y, si es superior al 30%, una necrólisis epidérmica tóxica.

Este tipo de reacción se cree debida a una expansión incontrolada de células T oligoclonales, estimuladas de forma masiva por el fármaco, recordando las reacciones por superantígenos.

Reacciones órgano-específicas: ocasionalmente, la respuesta de las células T, de tipo IVc, puede afectar a órganos aislados, sin afectación cutánea, como la nefritis intersticial aislada, hepatitis inducida por fármacos o neumonitis, y el diagnóstico etiológico en estos casos es difícil.

 

Reacciones tipo IVd

Las reacciones tipo IVd dan lugar a una inflamación neutrofílica estéril mediada por células T. La pustulosis exantemática generalizada aguda, es un ejemplo de este tipo de reacción cutánea, que también se ha descrito en la enfermedad de Behçet y en la psoriasis pustulosa.

 

Reacciones de mecanismos mal conocidos

Autoinmunidad inducida por fármacos

A pesar de investigarse intensamente, su patogénesis es desconocida.

Lupus inducido por fármacos: es el mejor ejemplo y los fármacos más comúnmente implicados son: procainamida, isoniazidas, fenitoína, amiodarona, minociclina y penicilamina.

• Se ha descrito también pseudopénfigo por penicilamina y la dermatitis bullosa por IgA se ha asociado con vancomicina, ceftriaxona, ciprofloxacino y metronidazol.

 

Exantema fijo pigmentario

No puede ser claramente clasificado, pero se demuestra síntesis de INF-? por las células T cutáneas(18). Es relativamente frecuente, y se caracteriza por placas eritematosas con un centro grisáceo, o con bullas francas. Las lesiones recurren exactamente en el mismo lugar, y desarrolla hiperpigmentación postinflamatoria.

 

Anafilaxia no inmune (no mediada
por IgE)

Estas reacciones idiosincrásicas, anteriormente denominadas “anafilactoides” y también “pseudoalérgicas” causan la liberación de mediadores vasoactivos por mecanismos no inmunológicos.

El clínico debe tener en cuenta que todas las formas de anafilaxia son potencialmente fatales. Sus manifestaciones clínicas y su gravedad son las mismas que las de una anafilaxia inmune y, por tanto, el modo de tratarlas debe ser idéntico.

Los fármacos más frecuentemente implicados en las anafilaxias no inmunes son: radio-contrastes, opiáceos, antiinflamatorios no esteroideos (AINES), vancomicina, quimioterápicos, anticuerpos monoclonales u otros fármacos biológicos usados en la terapia antineoplásica (Tabla II).

 

 

 

Diagnóstico

El diagnóstico en alergia a medicamentos debe ser de certeza, sobre todo si se da un diagnóstico negativo. Si esto no fuera posible, la prudencia aconsejaría retirar el medicamento al paciente. Los protocolos de diagnóstico suelen requerir una prueba de exposición controlada (PEC) y el grado de riesgo de ésta condiciona el protocolo diagnóstico.

El diagnóstico se basa en cuatro pilares, la historia clínica, las pruebas in vitro e in vivo, y la prueba de exposición controlada, que es la prueba de referencia.

 

Historia clínica

En la historia clínica se deben recoger, de forma sistemática y fidedigna, los síntomas y signos clínicos y su cronología y ésta es tarea del médico que atiende la reacción sospechosa.

La información que aporta la historia debería ser suficiente para:

• Confirmar que la reacción adversa es compatible con una reacción alérgica.

• Orientar hacia qué tipo de reacción de hipersensibilidad corresponde.

• Descartar otras causas no atribuibles al o a los fármacos sospechosos.

• Evaluar la indicación del estudio alergológico.

Para ello, deberían obtenerse los siguientes datos, especialmente en pacientes polimedicados:

• Nombre comercial y presentación del fármaco o fármacos implicados. (tener en cuenta los medicamentos que el paciente puede haber tomado sin prescripción médica).

• Cuándo fue la reacción y qué cuadro clínico motivó el uso del fármaco o fármacos sospechosos.

• Sintomatología de la reacción, gravedad de la misma, órganos afectados, descripción cuidadosa de las lesiones cutáneas (habones, máculas, pápulas, pústulas, bullas…) y su extensión.

• Intervalos de tiempo (para cada fármaco):

– Desde el inicio del tratamiento a la aparición de los síntomas.

– Desde la última dosis administrada.

• Historia de reacciones previas a otros fármacos.

• Tratamiento de la reacción (fármacos, necesidad de asistencia urgente o ingreso).

El diagnóstico, basado en la historia clínica, tiene limitaciones y, de hecho, en series largas de pacientes con sospecha de reacción inmediata a medicamentos, se produce respuesta en las pruebas de provocación en menos del 20%(19).

Esto puede deberse a diferentes motivos. Uno, que el fármaco no hubiera causado reacción alguna pero la relación temporal despertara la sospecha clínica y éste suele ser el más probable, pero otro motivo importante es que el recuerdo de los detalles de la historia clínica se diluye con el tiempo, y si no están documentados en la historia, los datos para programar el tipo de estudio a realizar, suelen ser insuficientes.

Otro motivo es la pérdida de sensibilidad de las respuestas mediadas por IgE con el tiempo, por ejemplo: hasta en el 80% de los pacientes alérgicos a la penicilina, a los 10 años de la reacción.

La historia clínica sigue siendo primordial, porque la prueba de exposición controlada suele ser necesaria para el diagnóstico y, si carecemos de información suficiente o la que tenemos es errónea, podemos exponer al paciente a riesgos innecesarios.

En el caso de las reacciones cutáneas retardadas graves por hipersensibilidad a fármacos, es interesante conocer los síntomas de alarma precoces(20) que nos pueden hacer sospecharlas y que se resumen en la tabla III.

 

 

Pruebas diagnósticas para reacciones inmediatas

Marcadores de anafilaxia:

Triptasa: es detectable varias horas después de producirse una reacción anafiláctica y ser liberada por mastocitos y basófilos, a diferencia de la histamina, cuya elevación en sangre es muy fugaz. Aun así, la determinación de triptasa suele realizarse en reacciones intrahospitalarias.

Cualquier elevación de la triptasa es sugestiva de anafilaxia, pero los valores normales no excluyen el diagnóstico. Debe determinarse de forma seriada (entre 15 min y 3 h tras la reacción y a las 24 h), para obtener un valor basal que descarte una mastocitosis indolente.

Unos valores de triptasa descendentes (aun dentro de los valores normales) sugieren una anafilaxia. Si los valores basales se triplican, apoyan el diagnóstico de anafilaxia, ya que los valores basales son, en general, bastante constantes.

Pruebas cutáneas para detectar IgE-específica al fármaco: el prick test y la intradermorreacción se usan para el diagnóstico de las reacciones inmediatas, detectando la IgE específica unida a los mastocitos cutáneos, y si aparece un habón con eritema entre 15 y 20 min tras la prueba, apoya el diagnóstico de una reacción de tipo I.

Se debe tener en cuenta que el fármaco no cause directamente la degranulación del mastocito como ocurre, por ejemplo, con los opioides, las quinolonas o la vancomicina. Por otro lado, las concentraciones del fármaco no deben ser irritantes.

Hay publicadas concentraciones recomendadas para pruebas cutáneas con una especificidad del 95% para betalactámicos, fármacos peroperatorios, heparinas, sales de platino y medios de radiocontraste(21). Otros fármacos en los que las pruebas cutáneas son útiles son las pirazolonas (metamizol) y los anestésicos locales.

La penicilina es una excepción y se dispone de metabolitos y complejos metabolito/proteína transportadora para diagnóstico, pero esto no ocurre con otros fármacos, por lo que se usa el fármaco en forma original (no metabolizado).

Un resultado positivo indica alergia, siempre que esté probado que las concentraciones usadas no son irritantes. Un resultado negativo NO excluye alergia al fármaco.

Pruebas “in vitro”: determinación de IgE específica: se han desarrollado técnicas de detección de IgE específica (RAST, ELISA, CAP-RAST…) para numerosos fármacos, utilizando sueros de pacientes con pruebas cutáneas positivas para su estandarización, siendo útiles en laboratorios especializados de investigación. En el uso clínico común, a pesar de que existen comercializados métodos de detección de IgE específica para numerosos fármacos, muchos de ellos no han publicado su validación.

Disponemos de reactivos estandarizados y fiables sólo para algunos fármacos: penicilina, aminopenicilinas, cefaclor, insulina, toxoide tetánico, látex, gelatina… y pocos más. Las pruebas in vitro siguen considerándose menos sensibles que las pruebas in vivo(22). Como en el caso de las pruebas cutáneas, una IgE circulante negativa NO descarta alergia al fármaco.

Activación de basófilos inducida por fármacos (TAB): este prometedor método se basa en medir los marcadores de superficie de activación del basófilo (CD63, CD203 y otros) mediante citometría de flujo. La determinación de los cistenil-leucotrienos por los leucocitos tras incubación aumenta el valor de la citometría aislada. Estas técnicas, sin embargo, están menos estandarizadas y se encuentran en desarrollo, pero no a disposición del clínico en todos los centros.

 

Pruebas diagnósticas para reacciones retardadas

A diferencia de las reacciones mediadas por IgE, la mayoría de estas reacciones son mediadas por células T y pueden recurrir tras décadas de ocurrir la reacción.

 

Pruebas para reacciones tipo II y tipo III

En las citopenias inmunes, en general mediadas por IgG y rara vez IgM, se utilizan métodos de detección de Ac frente a hematíes (T. de Coombs), o bien de Ac frente a plaquetas o neutrófilos.

Sin embargo, en las reacciones mediadas por inmunocomplejos (tipo III), no disponemos de métodos específicos y el diagnóstico se basa en la sintomatología clínica y los hallazgos de laboratorio. En ocasiones, los valores del complemento pueden ser útiles, así como la biopsia del tejido afectado.

 

Pruebas para reacciones tipo IV

Pruebas de parche: el fármaco se prepara en vaselina o suero fisiológico y se aplica en cura oclusiva durante 48 horas, se retira y la lectura se hace a las 48 y 96 horas. Las concentraciones del fármaco para pruebas de parche están bien referenciadas para distintos medicamentos(21).

Las pruebas de parche son útiles para pacientes con exantemas maculopapulosos, pustulosis exantemática aguda generalizada, DiHS/DRESS y exantema flexural. No suelen ser positivas si el exantema es predominantemente macular (sin infiltración celular apenas), urticarial o en reacciones organoespecíficas (nefritis, hepatitis).

En general, el resultado es negativo en pacientes con reacciones exfoliativas (S. Stevens Johnson y TEN) en las que no se recomienda.

Lectura tardía de la intradermorreacción (IDR): la concentración usada en la prueba no debe ser irritante y debe realizarse solamente si se dispone de una presentación inyectable. Previamente a la IDR, debe realizarse un prick test para descartar una reacción inmediata.

Esta prueba es un poco más sensible que la prueba de parche, pero algo menos específica. Las indicaciones son las mismas que para las pruebas de parche, y también están indicadas en el exantema fijo pigmentario. Son poco útiles en reacciones exfoliativas, maculares o urticariales. También, en edad pediátrica son poco rentables(23).

Pruebas “in vitro”: incluyen test de transformación linfocitaria (TTL), de activación o de aumento de marcadores de activación, producción de citocinas y ensayos de citotoxicidad inducida por fármacos, y todos ellos se consideran herramientas de investigación. Si se dispone de ellos pueden ser útiles cuando las pruebas cutáneas son negativas.

La sensibilidad de las pruebas basadas en expansión o activación celular, y producción de citocinas es alta en DRESS, pero baja en reacciones exfoliativas. Las pruebas para citotoxicidad inducida por fármacos podrían ser interesantes en reacciones exfoliativas u organoespecíficas, pero siguen considerándose métodos de investigación y no están disponibles para uso clínico común.

Pruebas de exposición controlada (PEC)

Consisten en la administración gradual del medicamento bajo estricto control, y se han denominado también pruebas de provocación.

 

Indicaciones

La PEC se utiliza para excluir alergia al fármaco sospechoso; por tanto, solamente está indicada si es improbable que el paciente sea alérgico, y no debe llevarse a cabo si el paciente ha presentado una prueba positiva previamente (cutánea o in vitro).

Si la historia clínica y las pruebas complementarias son insuficientes para descartar una alergia a medicamentos, la indicación de una PEC se basará en la sospecha de causalidad, la gravedad de la reacción sospechosa, los riesgos propios del paciente y posibilidad de substituir con garantías el fármaco o aquellos que tengan reactividad cruzada con él, sin riesgo para el paciente.

En pediatría, los pacientes no suelen ser de alto riesgo, y uno de los motivos más frecuentes para realizar una PEC es la posibilidad de que ese paciente pierda la ocasión de recibir tratamiento con un fármaco de primera elección por una sospecha de alergia al mismo, indicándole fármacos con menor eficacia o mayores efectos secundarios.

Una PEC con tolerancia al fármaco estudiado, descarta la alergia al medicamento testado.

 

Contraindicaciones

La PEC está contraindicada en los siguientes tipos de reacciones(24):

• Erupciones bullosas generalizadas (necrólisis epidérmica tóxica, S. de Stevens-Johnson…).

• Pustulosis aguda generalizada.

• S. de hipersensibilidad inducido por fármacos (DHiS/DRESS).

• Vasculitis sistémicas.

• Manifestaciones organoespecíficas (citopenias, hepatitis…).

• Anafilaxia grave.

• Enfermedades autoinmunes inducidas por fármacos.

En algunos tipos de reacciones retardadas, cantidades mínimas del medicamento sospechoso pueden reactivar las reacciones y éstas, progresar a pesar de retirar el fármaco.

Requerimientos para realizar una PEC

Especialmente en las reacciones inmediatas, se debe contar con medios suficientes para diagnosticar y tratar una reacción anafiláctica. En cuanto al diagnóstico, tratamiento y manejo de la anafilaxia, es muy útil el documento de posición de la Sección Pediátrica de la EAACI(25). Estos requisitos deben aplicarse también en aquellas reacciones en que la historia clínica o las pruebas complementarias generen dudas acerca del tipo de reacción.

• Espacio físico adyacente a una UCI o unidad de reanimación.

• Presencia física de un médico y una enfermera entrenada en este tipo de pruebas.

• Acceso inmediato a un médico experto en reanimación y material necesario para la misma.

• Es obligado disponer de una hoja de consentimiento informado, firmada por el paciente, sus padres o tutores, antes de iniciar las pruebas.

No se debe administrar pre-medicación con antihistamínicos o corticoides, que pueden enmascarar síntomas precoces. El paciente debe estar clínicamente estable, especialmente en enfermos respiratorios y, en caso de recibir tratamiento con betabloqueantes, se deben retirar 24 h antes si es posible.

 

PEC en reacciones inmediatas

Se inicia con dosis bajas (tanto más, cuanto más grave fue la reacción sospechosa), en general a dosis de 1/1.000 o 1/100 de la dosis terapéutica, preferentemente por vía oral, siempre que sea posible (la vía parenteral da lugar a reacciones más precoces y graves). Se administran dosis crecientes con intervalos entre 30 y 60 minutos. En los pacientes con ansiedad o reacciones subjetivas, especialmente en escolares y adolescentes, se recomienda el uso de placebo.

 

PEC en reacciones retardadas

Los protocolos para erupciones exantemáticas retardadas están menos estandarizados. La variedad de los mecanismos implicados en estas reacciones y de sus manifestaciones clínicas hacen que el abordaje óptimo no sea bien conocido y los expertos tienen diferencias en la práctica. Algunas reacciones aparecen tras varios días de haber alcanzado la dosis terapéutica, o en presencia de una infección viral concomitante(23).

Los protocolos de exposición se basan en la cronología de la reacción sospechosa, y algunos de ellos utilizan intervalos entre las dosis a administrar hasta de una semana(26). Por tanto, hay algunos tipos de reacciones que no pueden provocarse con facilidad. Actualmente, no disponemos de pruebas de referencia para el diagnóstico de una alergia de tipo retardado(27).

 

Tratamiento de las reacciones

Ante la sospecha de una alergia a un medicamento, la primera medida es suspender su administración.

 

Reacciones de tipo I (inmediatas)

Si la manifestación clínica es una urticaria de aparición inmediata, que puede acompañarse de angioedema sin compromiso de otros órganos o sistemas, puede ser suficiente el uso de un antihistamínico. En general, si el prurito es intenso, se tiende a usar los de primera generación por su mayor capacidad sedante, pero son también útiles los de segunda generación.

Ante la sospecha de una reacción anafiláctica, hay que recordar que, en pediatría, no hay contraindicaciones absolutas para el uso de adrenalina, y que en la mayoría de reacciones anafilácticas graves o incluso letales, o no se ha administrado, o se ha administrado tardíamente este fármaco.

La mayoría de las reacciones anafilácticas no van a acabar en un choque anafiláctico, pero la mejor forma de que esto no ocurra es la administración precoz de adrenalina si los síntomas sugieren una posible reacción grave o progresan muy rápidamente; y siempre por vía intramuscular(25,28), que proporciona mayor eficacia y rapidez de actuación que la subcutánea, y mayor nivel de seguridad que la vía endovenosa (Tabla IV).

 

 

 

Reacciones retardadas

Las urticarias tardías y los exantemas maculopapulosos leves se beneficiarán del efecto antipruriginoso de los antihistamínicos.

En los exantemas maculopapulosos no complicados, no se aconseja el uso de corticoides. Si la sintomatología sugiere una reacción grave por hipersensibilidad, un tratamiento corto con corticoides (prednisona a 1-2 mg/kg/día) puede ser de utilidad(29).

En las dermatitis de contacto, son útiles los corticoides tópicos de potencia media o incluso alta, en el tratamiento de lesiones agudas; pero, en el caso de que existan flictenas en un eccema agudo, deberemos recurrir a los corticoides sistémicos.

Las reacciones de hipersensibilidad graves, con lesiones descamativas extensas, como el síndrome de Stevens Johnson o la necrólisis epidérmica tóxica, requieren un tratamiento multidisciplinar y pueden requerir ingreso en unidades especializadas de cuidados intensivos.

 

Opciones terapéuticas alternativas

 

Uso de fármacos no relacionados

Es la opción más sencilla y más segura en cuanto a la hipersensibilidad y, por tanto, la primera opción; sin embargo, los tratamientos de segunda línea pueden tener otros inconvenientes a tener en cuenta: menor eficacia, mayor coste, más efectos secundarios y favorecer resistencias microbianas.

 

Uso de fármacos relacionados

Una segunda opción sería utilizar fármacos químicamente relacionados. La probabilidad de que exista reactividad cruzada es menor en las reacciones mediadas por células T que en las reacciones mediadas por IgE.

En este caso, un prick previo es informativo (si es negativo sugiere tolerancia) y es recomendable en función de la situación clínica del paciente someterlo a una prueba de exposición controlada con el fármaco. La reactividad cruzada entre grupos de fármacos es distinta entre los grupos y el enfoque debe ser específico.

En el caso de los betalactámicos y sintetizando, la reactividad cruzada va a depender de si el paciente está sensibilizado al anillo betalactámico, con lo que la alergia puede ser múltiple, o bien la sensibilización implica a las cadenas laterales de la moléculas, con lo que el paciente puede presentar reactividad cruzada con los betalactámicos, que compartan la cadena lateral.

Los alérgicos a penicilina, o a amoxicilina, tienen más riesgo de presentar reacción con cefalosporinas de primera generación que, con las de segunda o tercera generación, y menos aún con carbapenemos o monobactamos(30,31). En la tabla V, figuran las reactividades cruzadas entre los betalactámicos de mayor uso, de forma orientativa (Tabla V).

 

 

Otro grupo de fármacos importante para el pediatra son los anticomiciales, y, entre ellos, puede existir también reactivad cruzada.

 

Desensibilización del fármaco causal

La desensibilización es una técnica que puede ser adecuada y útil para les reacciones de tipo I (mediadas por IgE), consiste en la administración escalonada del fármaco y se ha utilizado también en otras reacciones a medicamentos, tanto inmunológicas como no inmunológicas. Debe llevarse a cabo por personas con la formación y experiencia necesarias para ello, y sólo en situaciones en que el fármaco sea imprescindible.

 

Función del pediatra de Atención Primaria

La función del pediatra en cuanto a la alergia a medicamentos es importante. La prevención de sensibilizaciones en lo posible, el tratamiento de las reacciones en el momento agudo, la recogida de los datos clínicos imprescindibles para el estudio alergológico y su derivación temprana, son actos que corresponden al pediatra.

Para la prevención de la alergia a antibióticos hay que limitar su uso innecesario, y ello, no sólo requiere limitar la prescripción, sino tratar los cuadros clínicos que predisponen a infecciones, por ejemplo: el asma debe estar correctamente controlada, y también las rinitis alérgicas que están muy frecuentemente infratratadas y son causa común de sinupatías y otitis por sobreinfección.

La recogida de los datos de la reacción en la historia clínica es fundamental y no vamos a insistir en ello, si estos datos constan en la historia siempre se dispondrá de ellos. Si no hay datos en la historia, ni el pediatra ni la familia suelen ser capaces de recordarlos, y el estudio alergológico se va a basar en datos poco fiables.

En la historia el paciente, debe constar de forma llamativa la sospecha de alergia al fármaco implicado y se hará desaparecer de la historia si se descarta tras el estudio, cosa que, con frecuencia, se olvida.

En cuanto a la derivación a asistencia especializada, un problema frecuente con que se encuentra el especialista es que recibe a pacientes para estudio que presentaron una sospecha de reacción a un fármaco en sus primeros meses de vida y que acuden a estudio cuando requiere tratamiento con varios años de edad con el fármaco sospechoso.

Además de la pérdida de información con el tiempo transcurrido, esto da lugar a la negativización de los datos analíticos y de la mayoría de las pruebas in vivo; de manera que, obliga a pruebas de exposición prácticamente siempre. El periodo ideal para hacer un estudio alergológico a medicamentos sería entre 3 semanas y tres meses tras la reacción, aunque la carga asistencial de algunos centros de atención especializada no permita la asistencia en este periodo, hay que remitirlo precozmente.

Si el alergólogo no puede ver al paciente en un periodo de tiempo inferior a un año, puede ser muy útil que el pediatra solicite una IgE específica frente al fármaco a partir de las 3 semanas de una reacción inmediata, acompañado de una determinación de IgE total (los valores muy altos de la IgE total hacen perder especificidad a la determinación de IgE específica) para los que disponemos de ensayos validados. En pediatría, los betalactámicos son los más sospechosos y disponemos de determinaciones fiables para: penicilina G, penicilina V, amoxicilina, ampicilina y cefaclor.

La edad del paciente no debe tenerse en cuenta para un estudio alergológico de ningún tipo, y tampoco para los fármacos.

 

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Los asteriscos reflejan el interés del artículo a juicio del autor.

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30. Baldo BA. Penicillins and cephalosporins as allergens: structural aspects of recognition and cross-reactions. Clin Exp Allergy. 1999; 29(6): 744-9.

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Bibliografía recomendada

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Interesante como texto de consulta. Es un tratado de alergología general.

– Stern RS. Exanthematous Drug Eruptions. NEJM. 2012; 366(26): 2492.

Excelente artículo con un interesante diagnóstico diferencial con enfermedades exantemáticas pediátricas.

– Romano A, Blanca M, Torres MJ, Bircher A, Aberer W, Brockow K, et al. Diagnosis of nonimmediate reactions to ß-lactam antibiotics. Allergy. 2004; 59(11): 1153-60.

Bien estructurado artículo del Grupo de interés en hipersensibilidad a fármacos de ENDA/EAACI.

– Bircher AJ. Symptoms and danger signs in acute drug hypersensitivity. Toxicology. 2005; 209(2): 201-7.

Interesante desde el punto de vista del clínico. Datos de alarma precoces.

– Brockow K, Garvey LH, Aberer W, Atanaskovic-Markovic M, Barbaud A, Bilo MB, et al. Skin test concentrations for systemically administered drugs – an ENDA/EAACI Drug Allergy Interest Group position paper. Allergy. 2013; 68(6): 702.

Útil para planificar pruebas cutáneas con concentraciones validadas.

– Muraro A, Roberts G, Clark A, Eigenmann PA, Halken S, Lack G, et al. The management of anaphylaxis in childhood: position paper of the European academy of allergology and clinical immunology. Allergy. 2007; 62(8): 857-71.

Imprescindible. El correcto tratamiento de una anafilaxia debe ser conocido por todo pediatra.

 

Caso clínico

Niña de 4 años que a los 18 meses se remitió a la Sección de Alergia por sospecha de alergia a la amoxicilina.

Se trata de una paciente de origen ruso, sin datos de interés en los antecedentes personales, y en los antecedentes familiares, que son anodinos, destaca que ambos padres tienen una alergia a penicilina (no estudiada).

La enfermedad actual comienza el 27 de abril de 2011, con un cuadro de fiebre sin foco, para el que la madre le administra ibuprofeno y ese mismo día inicia una diarrea que trata con dieta y dura unas 24 horas.

Vuelve a presentar fiebre el 2 de mayo y su pediatra diagnostica una faringoamigdalitis y le prescribe amoxicilina. La fiebre persiste y el 6 de mayo acude a urgencias por un exantema que en el informe de urgencias se describe como una urticaria de habones confluentes. Se retiró la amoxicilina, el exantema persistió dos días más. No requirió tratamiento.

Sin embargo, la madre explicaba que las lesiones que persistieron fijas unos días no eran evanescentes, no eran pruriginosas, apenas eran sobreelevadas y las describía como un exantema maculopapular; lo que era discordante con las lesiones descritas en el informe de urgencias. La madre apreció las lesiones cutáneas al despertarla, con lo que no se puede saber el intervalo exacto desde la última toma de amoxicilina.

Al explicarle las características de los habones, comentó que eso le salía con la tortilla y el huevo pasado por agua. Tolera el huevo cocido y la bollería.

Al interrogar a la madre sobre otros fármacos administrados, recuerda que el 26 de abril se le había administrado la vacuna triple vírica.

Había vuelto a tomar ibuprofeno después de este cuadro clínico tan abigarrado, con buena tolerancia.

Se realizaron pruebas cutáneas a amoxicilina (prick test e intradermorreacción), que fueron negativas. Se determinó IgE específica frente a amoxicilina y peniciloil G que fueron negativas.

Se hicieron también pruebas cutáneas a clara de huevo, ovoalbúmina y ovomucoide, siendo positivas a clara y a ovoalbúmina, pero no al ovomucoide; concordando con la historia clínica y la tolerancia a huevo cocido pero no crudo.

Se sometió a la paciente a PEC a amoxicilina sin presentar efecto adverso alguno, descartándose alergia a la misma.

 

 

 

El nuevo modelo de inteligencia

Brújula para Educadores

 


Consultorio abierto
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E-mail: jamarina@telefonica.net

 

J.A. Marina

Catedrático de Filosofía. Director de la Universidad de Padres (UP)

 
Pediatr Integral 2013; XVII(9): 656-660


El nuevo modelo de inteligencia

Desde hace tres años, vengo explicando en esta sección los avances que se están produciendo en educación. La variedad de los temas tratados en estos artículos puede impedir ver que son la crónica “en directo” de la elaboración de un nuevo “modelo de inteligencia humana” más poderoso e integrador que los anteriores. Incluye los descubrimientos de la neurociencia, de la psicología experimental y evolutiva, de las ciencias de la computación, y de la pedagogía (Pediatría Integral 2011 b). Nos permite comprender mejor los comportamientos normales y los patológicos, y tiene claras aplicaciones clínicas y educativas. En este artículo quiero hacer una exposición del modelo, aprovechando los aspectos ya tratados, y los progresos más recientes, para que resulte más útil.

Durante mucho tiempo, se consideró que la función principal de la inteligencia era conocer, y su culminación era la ciencia. Como reacción, la psicología conductista se centró con gran pericia técnica en el estudio de la conducta, sin interesarse por el conocimiento, hasta que el empuje de la psicología cognitiva atemperó sus excesos (Skinner, 1970). Hace dos décadas, se introdujo la noción de inteligencia emocional por la importancia evidente que tiene en nuestro comportamiento el mundo afectivo (Goleman, 1993). Además, alcanzó gran difusión la teoría de las inteligencia múltiples, propuesta por Howard Gardner, según la cual hay, al menos, ocho tipos distintos de inteligencia. Paralelamente, se daba cada vez más importancia a la inteligencia práctica, al “mind in action”, a la “agency”, pero con un enfoque no conductista (Sternberg y Wagner, 1986). Vino después la “psicología positiva”, apoyada por la American Psychological Association, que puso de moda la felicidad, y se propuso identificar y aumentar las fortalezas humanas que conducen a ella. Por último, ha ido adquiriendo cada vez más importancia el estudio de los sistemas de autocontrol de la inteligencia. Todas estas investigaciones realizadas de forma independiente han ido convergiendo en una teoría unificada, a la que provisionalmente llamaré: teoría ejecutiva de la inteligencia (TEI). En ella, la inteligencia se define como la capacidad de dirigir bien el comportamiento, es decir, de elegir bien las metas, aprender con rapidez, utilizar la información precisa, gestionar las emociones y controlar los procesos necesarios para resolver problemas y alcanzar así los objetivos. Esta descripción se corresponde con lo que sabemos del funcionamiento del cerebro. Sus grandes funciones son mantener la homeostasis (Damasio, 2010) y dirigir el movimiento, tanto mental como físico anticipando los resultados (Llinas, 2007).

La neurociencia nos indica que nuestra inteligencia se articula en dos niveles. Hay un nivel operativo, computacional, que capta continuamente información, la evalúa, elabora, guarda y relaciona, sin que sepamos cómo lo hace. Constituye un “inconsciente operativo”, cuya estructura y funcionamiento se empieza a conocer (Pediatría Integral 2012 a). Una parte de esa información –sólo una pequeña parte– pasa a estado consciente, en forma de deseos, ideas, anticipaciones, recuerdos, etc. Hay autores, como Ray Jackendorff o Marvin Minski, que han negado que la consciencia tenga utilidad, puesto que siempre va un poco retrasada respecto de los acontecimientos neuronales previos. Los experimentos de Libet mostraron que unos doscientos milisegundos antes de que tomáramos conscientemente la decisión de hacer un movimiento, ya se habían activado los centros premotores correspondientes. Sin embargo, parece consolidarse la idea de que la consciencia ayuda a dirigir mejor el comportamiento. Pondré, como ejemplo, la experiencia de la sed. El cuerpo humano necesita mantener el nivel de cloruro sódico muy estable y para conseguirlo tiene un complejo sistema de autorregulación automática. Pero si el cerebro detecta una alta concentración de electrolitos, esa señal neuronal pasa a estado consciente como “sed”, y este deseo nos pone en movimiento. Podemos, pues, considerar el nivel básico de la inteligencia (I) como computadora (C) de información y generadora (G) de experiencias conscientes. Usaré pues las siglas ICG para denominarla. Consideremos la percepción. La estimulación física puede provocar una percepción, que es el resultado de una compleja elaboración, selección e interpretación. Si escucho por el fonendoscopio, recibo la misma información sonora que un cardiólogo, pero él percibe muchas más cosas que yo, porque ha adquirido los “esquemas perceptivos” necesarios para hacerlo, y que se guardan en su ICG. La noción de “esquema” se ha generalizado en psicología. Es una estructura neuronal que puede ser modificable por aprendizaje, que asimila y produce información. La educación consiste en adquirir esquemas nuevos o variar lo existentes.

El cerebro humano ha ido más allá en su eficiencia. La experiencia consciente nos permite aprovechar la información de una manera más eficaz porque puede ser procesada de nuevo. El proceso es el siguiente: el input sensorial es elaborado e interpretado por los esquemas perceptivos del sujeto. La percepción consciente es una síntesis de información que es procesada de nuevo y puede almacenarse en la memoria, dotada ya de significado. Es un novum. Lo mismo sucede en grado superlativo con la información codificada lingüísticamente. Como ya vió Pavlov, nuestro cerebro trabaja con dos niveles distintos de inputs. Es lo que se ha llamado “redescripción de la información” (Karmiloff-Smith).

De la inteligencia generadora emergen las percepciones, las ideas, los recuerdos, y los deseos y las emociones, es decir, la motivación (Pediatría Integral 2011 c). También en este campo resulta útil en concepto de “esquema”. El niño nace con algunos esquemas de interpretación de la realidad innatos. Por ejemplo, lo que denominamos “temperamento” (Pediatría Integral 2011 a). La posibilidad de cambiar esos esquemas mediante la experiencia, abre el paso a un nuevo tipo de educación, que es la “educación el inconsciente”, es decir, de la inteligencia computacional o generadora (ICG) (Davidson). Por ejemplo, un bebé inhibido puede convertirse en un niño miedoso y este a su vez en un adulto con fobia social. El modo de evitarlo o de paliarlo es ayudarle a rediseñar los esquemas del miedo (Pediatría Integral 2012 c).

 

La inteligencia ejecutiva

A partir de la información en estado consciente, nuestra inteligencia ejecutiva evalúa, toma decisiones, acepta, rechaza, pide alternativas. En una palabra, controla hasta donde puede el funcionamiento de la ICG. Este tema está produciendo gran cantidad de investigación en los últimos años, porque se considera que no conocer bien los sistemas de autocontrol o no educarlos bien provoca muchos problemas, conflictos y desdichas. Baumeister escribe: “Los costes sociales y económicos de los fallos en la autorregulación son enormes. Practicas sexuales de riesgo, abuso de drogas, prácticas poco éticas en los negocios, obesidad y violencia contienen elementos de conducta destructiva y de fallos autorreguladores” (Schmeichel & Baumeister, 2007). Muchas investigaciones lo confirman. La dificultad para aplazar la recompensa a los 4 años, que está relacionada con la dificultad de control, es buen predictor de conductas violentas, mientras que un alto autocontrol está relacionado con alta autoestima, y habilidades de afrontamiento (Mischel). Moffit y cols. han mostrado que el autocontrol predice la salud, la riqueza y la seguridad pública (Moffit et al., 2010). James Heckman, premio Nobel de economía, ha estudiado los factores que influyen más en el éxito académico y laboral, y ha encontrado que son la capacidad para perseverar en una tarea aburrida, para aplazar la gratificación, y para seguir un plan hasta conseguir una meta. Todas ellas son funciones ejecutivas que están relacionadas con los lóbulos frontales, que ejercen como director de orquesta del resto de la actividad cerebral (Tough, 2012). Se encargan de dirigir la acción por metas no inmediatas, de evaluar los comportamientos, de tomar decisiones y de mantenerlas (Pediatría Integral 2011 d, 2011 e, 2011 f). La autorregulación es el mecanismo mediador entre las predisposiciones genéticas, las primeras experiencias y el funcionamiento adulto (Fonagy y Target, 2002).

La investigación de las funciones ejecutivas está en plena ebullición. En este momento desarrollo con mi equipo un programa de investigación, patrocinado por la Universidad Antonio de Nebrija, para identificarlas y averiguar si pueden aprenderse y cómo Hay investigadores que piensan que hay una única función de autocontrol, pero la mayoría –entre los que me encuentro– prefiere distinguir varias, porque hay funciones que parecen actuar aisladas. Es verdad que hay una “función ejecutiva general” que es la capacidad de decidir, pero esta se da en niveles diferentes. Como hipótesis, trabajo con diez funciones principales, en las cuales aparecen distintos actos de decisión:

1. Activación cerebral intencionada. El nivel de activación está determinado por estructuras de la base del cerebro, del tronco cerebral, pero también por vías neuronales descendentes desde la corteza. Está relacionada con el Sistema Reticular Activador Ascendente y Descendente. Se encargan de controlar el estado de alerta, el esfuerzo mental, el estado de sueño y vigilia, la perseverancia.

En este momento, se estudia con gran interés –científico, práctico y económico– los “potenciadores cerebrales”. Son derivados anfetamínicos que producen una mayor concentración y eliminan el sentimiento de cansancio. Son “activadores”. Las emociones también lo son, porque aumentan la energía aplicada a una meta. Incluimos la activación en las funciones ejecutivas, porque en parte se puede controlar intencionalmente.

2. Inhibición del impulso. Es el control básico que impide que el deseo se transforme automáticamente en acción. Su fallo da lugar a diversas patologías como los comportamientos compulsivos. Aparece el primer acto de decisión: seguir el impulso o bloquearlo.

3. Control de la atención. Capacidad de dirigir la actividad mental a un objetivo u otro, de atender a una meta en vez de a otra, de alterar prioridades. Para algunos autores es la función esencial. Así lo sostiene Daniel Goleman en su último libro (Goleman, 2013). Aparece el segundo acto de decisión: elegir un objetivo al que dirigir los sistemas de procesamiento.

4. Establecimiento de metas. La acción no va a estar ya guiada inevitablemente por el estímulo, sino por la meta elegida. Tercer acto de decisión: entregar el control de la acción a metas inmediatas o a metas a largo plazo, a valores emocionalmente sentidos o a valores pensados, al sistema “hot” (emocional) de tomar decisiones o al sistema “cool” (racional).

5. Inicio de la acción. Un cosa es elegir una meta (adelgazar mediante una dieta), y otra iniciar el plan. Los psicólogos han detectado niños con gran dificultad de iniciar la tarea. Por ejemplo, los procrastinadores. Cuarto acto de decisión: iniciar la acción o aplazarla.

6. Mantenimiento del esfuerzo. No basta con elegir una meta, no basta con iniciarla: hace falta mantener es esfuerzo. Quinto acto de decisión: perseverar o desistir. El aplazamiento de la gratificación, la determinación (grit) forman parte de esta función.

7. Memoria de trabajo. Se denomina así la activación de la zona de la memoria a largo plazo que tiene que ver con la meta en curso. A partir de ella pueden establecerse modos de resolver los problemas que plantean. Bargh indica que cuando se elige una meta se activan automáticamente sistemas operativos para realizarla (Pediatría Integral 2012 a), pero también hay mecanismos voluntarios para hacerlo.

8. Regulación emocional. Capacidad de regular las emociones para ponerlas al servicio de la meta a conseguir o, al menos, para evitar que obstaculicen el proceso. Puede hacerse eligiendo la situación, cambiándola, dirigiendo la atención, reestructurando cognitivamente el significado del estimulo, modulando la respuesta (Ochsner y Gross, 2007).

9. Elección de estrategias para alcanzar el objetivo, y cambiarlo si es necesario a lo largo del proceso. Esto exige flexibilidad. Su falta produce rigidez en el comportamiento, conductas rutinarias. Su patología serían las conductas de perseverancia patológica o inercia comportamental.

10. Metacognición. Se ocupa de monitorizar la actividad, comprobar si se está dirigiendo a la meta, analizar los procesos.

Esta teoría (TEI) permite interpretar una parte importante de las patologías mentales. Las alucinaciones, los trastornos obsesivos compulsivos, o las depresiones son producto de la inteligencia computacional, que funciona autónomamente. Las psicoterapias intentan cambiar los esquemas subyacentes (Young et al. 2003) Los neuropsiquiatras han identificado una serie de patologías específicamente ejecutivas. Los trastornos más llamativos son: el sujeto no puede inhibir la respuesta, no puede iniciar la acción, no puede tomar decisiones, no puede mantener las metas o no puede cambiar las metas. James Russell ha estudiado el autismo como desorden ejecutivo, y Russell A. Barkley, uno de los más reputados investigadores en TDAH, considera que forma parte de una patología más amplia de las funciones ejecutiva. En España, hay un grupo de neurólogos de gran nivel especializados en este tema: Javier Tirapu, Alberto García Molina, Marcos Ríos, Alfredo Ardila, Pilar Luna-Lario y otros más (Tirapu, 2012).

 

Formulaciones de la teoría ejecutiva de la inteligencia

De forma más o menos completa, el modelo dual de la inteligencia (inteligencia computacional/generadora e inteligencia ejecutiva) es aceptada por muchos investigadores. Ulric Neisser afirmaba, “es difícil imaginar un sistema explicativo que no distinga entre una memoria que guarda los conocimientos y un agente o procesador que de alguna manera la utilice”. Por su parte, Tim Shallice y Donald Norman presentaron en 1986 un modelo en el que distinguen un procesamiento automático y otro controlado. Frente a las conductas automáticas e involuntarias encontramos aquellas que requieren un control deliberado y consciente, como son: planear, y tomar decisiones, buscar soluciones a un problema cuando no hay una solución conocida, se dispone solo de secuencias de acción mal aprendidas o que contienen nuevos elementos, y se viven situaciones de alta complejidad y situaciones que precisan superar un hábito. Llaman al primer nivel PDP (procesamiento distribuido en paralelo) y al superior CCD (control consciente y deliberado). Tim Shallice acaba de publicar una contundente puesta al día de sus ideas en el libro The Organization of Mind (Shallice, 2011). Robert J. Sternberg, de la Universidad de Yale, ex-presidente de la American Psychological Association, es autor de la “teoría triárquica de la inteligencia”, uno de cuyos elementos –los llamados “metacomponentes”– son las funciones ejecutivas. Merlin Donald, desde la arqueología cognitiva, ha señalado que el primer desarrollo que diferenció al Homo sapiens de otras especies consistió en el surgimiento de la capacidad de recuperar voluntariamente las entradas de memoria. William Power, recientemente fallecido, sostuvo que conducta intencional y control son la misma cosa. Definió el control como “la producción de resultados estables frente a factores que deberían producir inestabilidad”. Controlo mi conducta cuando mantengo estable mi plan, aunque las circunstancias exteriores cambien.

El modelo de los dos niveles ha sido propuesto también por el premio Nobel Daniel Kahneman en su obra Pensar rápido, pensar lento. “La mente –explica– tiene dos sistemas. El Sistema 1 opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control voluntario”. El Sistema 2 centra la atención en las actividades mentales esforzadas que lo demandan, Sus operaciones están a menudo asociadas a la experiencia subjetiva de actuar, elegir y concentrarse” (Kahnemann, 2012). Esta es una operación que consume gran cantidad de energía. Los sorprendentes experimentos de Roy Baumeister han demostrado concluyentemente que todas las variantes del esfuerzo voluntario –cognitivo, emocional o físico- hacen uso, al menos en parte, de un fondo compartido de energía mental. La inteligencia ejecutiva se encargaría de la administración de esa energía.

Antonio Damasio ha elaborado la formulación más completa hasta el presente del “modelo ejecutivo de la inteligencia”. Comenzó estudiando el córtex prefrontal y su enlace con las áreas límbicas, y ha terminado elaborando un modelo general del funcionamiento de la mente. El diseño homeostático, presente en todas las criaturas vivas, es una colección de directrices operativas que deben seguirse para que el organismo alcance sus metas. La esencia de esas líneas directrices es bastante sencilla: “Si sucede A, entonces hacer B”. Para que cierta acción se lleve a cabo de manera expeditiva y correcta tiene que haber un incentivo que favorezca un tipo de reacciones sobre las otras. Las recompensas y castigos se administran basándose en el diseño de sistemas de criterios de reacción. No surgieron de una deliberación consciente. La consciencia y, en especial, la consciencia de sí mismo supuso un aumento de la eficiencia en la conducta. “Antes de su aparición –escribe- la regulación de la vida era totalmente automática. Después de la aparición de la conciencia, la regulación de la vida conservó automatismos, pero de manera paulatina quedó bajo el influjo de deliberaciones orientadas por el sí mismo. De ahí que los fundamentos de los procesos de la conciencia sean los procesos inconscientes que se encargan de la regulación de la vida; las disposiciones ciegas que regulan las funciones metabólicas y se hallan en los núcleos del tronco encefálico y del hipotálamo; las disposiciones que se encargan de transmitir castigos y gratificaciones y que promueven impulsos, motivaciones y emociones; y el dispositivo que procesa los mapas y se encarga de elaborar imágenes en la percepción y en el recuerdo, y que puede seleccionar y editar esta clase de imágenes. La conciencia es una recién llegada en la gestión de la vida”. No se puede poner en duda el control inconsciente del comportamiento individual, del que sacamos muchas ventajas, Pero “los procesos conscientes están, en una parte sustancial y de diversas maneras, sujetos a un control y a una orientación consciente” (Damasio, 2010).

 

La nueva psicología evolutiva

Damasio describe los dos niveles de la inteligencia, pero da un paso más, de extraordinaria importancia para la comprensión del desarrollo humano y de la acción educadora: evolutivamente, la inteligencia ejecutiva ha emergido de la inteligencia computacional. La capacidad de autocontrol es una creación cultural, que se transmite por la educación. Como dice Damasio “la infancia y la adolescencia del ser humano duran el desmedido tiempo que duran porque se tarda mucho en formar y capacitar los procesos inconscientes de nuestro cerebro y en crear, dentro de ese espacio cerebral inconsciente, una forma de control que, de manera más o menos fiable, pueda actuar de acuerdo a metas e intenciones conscientes”. Para Patricia Churchland, esa lenta formación puede describirse como el proceso de transferencia de parte del control consciente a un servidor inconsciente. Antonio Damasio hace una observación más: el propio individuo puede dirigir desde su control consciente –lo que hemos llamado inteligencia ejecutiva– la construcción de su maquinaria inconsciente, de la que procede. La inteligencia produce cosas que cambian la propia inteligencia. Eso sucedió con el lenguaje y, en general, con la cultura. Y sucede también cada vez que proyectamos nuestra vida. Como señaló Norman Doidge, el cerebro se construye a sí mismo. Es lo que he llamado “el bucle prodigioso” (Marina 2012 a).

Estos hechos obligan a reformular la psicología evolutiva, que durante decenios siguió el camino abierto por el genial Jean Piaget, que se ocupó sólo del desarrollo cognitivo. Bärbel Inhelder, su gran colaboradora, tuvo que reconocer que los sistemas de evaluación y de control, que son particularmente importantes, fueron descuidados por Piaget (Inhelder, 1996). Por ello, cada vez ha ido adquiriendo mas relevancia la obra de Lev Vigotsky, que interesado por la acción y por los sistemas de control del comportamiento, estudió la función reguladora del lenguaje. Su discípulo, el eminente neurólogo Alexander Luria, fue uno de los primeros en hablar de “cerebro ejecutivo”. El desarrollo infantil no se relaciona ya sólo con la evolución cognitiva, sino con la evolución de los procesos de autocontrol. L. Alan Sroufe, un especialista en el desarrollo emocional del niño, escribe: “La tarea que ocupa los primeros años del niño es el paso de la regulación diádica (entre el niño y su cuidador) a una autorregulación del afecto” (Sroufe, 1996).

Durante los primeros años de vida, el niño parece vivir en un tiempo presente reaccionando solamente a estímulos que se encuentran en su alrededor inmediato, y es posteriormente cuando es capaz de representar estímulos del pasado, planear el futuro y representar un problema desde distintas perspectivas, lo que le permite escoger soluciones apropiadas). Esta capacidad para planear y solucionar problemas constituye probablemente el inicio de las funciones ejecutivas. Diamond ha mostrado que el niño es capaz de inhibir respuestas automáticas al año de edad (Diamond, 2007). La planificación comienza a los tres años. Entre 3 y 5 años es capaz de anticipar dos o tres movimientos en el test de la Torre de Hanoi. La flexibilidad, es decir, la capacidad de cambiar de estrategias aparece entre 3 y 5 años. La plenitud de las funciones ejecutivas se alcanza con la maduración de los lóbulos frontales, que acontece a lo largo de la adolescencia.

 

El aprendizaje de las funciones ejecutivas

La importancia de desarrollar bien las funciones ejecutivas, tanto desde el punto de vista personal como social, hace imprescindible la elaboración de una pedagogía adecuada. ¿Cómo pueden enseñarse, en qué momento, de qué manera? En los programas educativos de la Universidad de Padres on-line hemos incluido lo que hasta este momento sabemos. Mischel y su equipo de la Universidad de Oregón comprobaron que niños de cuatro a seis años, tras cinco sesiones de 40 minutos practicando juegos de ordenador especialmente diseñados para demandar atención y control, no sólo mejoraban el control ejecutivo, sino que también mejoraban las puntuaciones en test no verbales de inteligencia y la mejora se mantenía. Otra investigación realizada por el mismo grupo identificó genes específicos que estaban implicados en el control de la atención, y mostró que los métodos de crianza también afectaban a esta capacidades, y también la estrecha relación entre la capacidad de los niños para controlar la atención y su capacidad para controlar las emociones (Rueda et al. 2005).

Se han elaborado muchos programas eficaces para el aprendizaje de la atención, de las actividades planificadoras, de la organización del tiempo, de la gestión de las emociones, de la capacidad para soportar el esfuerzo. Se ha demostrado la importancia de fijar límites al niño para fomentar el aprendizaje del autocontrol (Psicología Integral 2013 b). Mary Hohman ha elaborado el programa High/Scope para ayudar a los niños en el aprendizaje del proceso de planificación. Russell Barkley, un gran especialista en déficit de atención e hiperactividad, trata estos problemas como fallos en las funciones ejecutivas. Pierre-Paul Gagné propone un método para fomentar aprender a inhibir el impulso; lo mismo hace Meichenbaum con el entrenamiento en autoinstrucciones y el fortalecimiento del habla interior; Seligman pone en práctica, en la Universidad de Pensilvania, un programa para fortalecer la resiliencia; Peg Dawson y Carmen Pellicer para desarrollar la metacognición en el aula; Gottman y Davidson trabajan en la regulación afectiva; Donald Siegler sobre “Mindfulness”, la educación de la atención; Curwin propone una didáctica de la responsabilidad; Angela Lee Duckwort y Alain Caron trabajan sobre el aprendizaje de la perseverancia. De parte de estas aplicaciones prácticas he hablado en La inteligencia ejecutiva (Marina, 2012 b) y espero poder seguir informando aquí de los avances que se vayan produciendo. Creo que se avecina una época transcendental para la educación, y sería estupendo que Pediaría Integral participara en ella.

 

Bibliografía

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2. (2011 b). La educación del cerebro. Pediatr Integral. 2011; XV(5): 473-7.

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32. Young JE, Klosko JS, Weishaar ME. Schema Therapy. Nueva York: The Guildford Press; 2003.

 

Caso clínico MIR. Haz tu diagnóstico. Neonato con distensión abdominal e irritabilidad

El Rincón del Residente

E. Cid París*, A. Losada Pajares*, M.E. Rubio Jiménez**, M.J. Alija Merillas**

*MIR de Pediatría. **Médicos Adjuntos. Servicio de Pediatría. Hospital Universitario de Guadalajara. Guadalajara

 


El Rincón del Residente es una apuesta arriesgada de Pediatría Integral. No hemos querido hacer una sección por residentes para residentes. Yendo más allá, hemos querido hacer una sección por residentes para todo aquel que pueda estar interesado. Tiene la intención de ser un espacio para publicaciones hechas por residentes sobre casos clínicos, imágenes y revisión bibliográfica.
¡Envíanos tu caso! Normas de publicación en www.sepeap.org

Se presenta el caso de un neonato de 24 días de vida que acude a urgencias con estreñimiento, distensión abdominal e irritabilidad. Se plantean al lector preguntas sobre el diagnóstico y manejo del caso.

Pediatr Integral 2013; XVII(7): 525-528


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Caso clínico

Anamnesis

Neonato de 24 días que acude al Servicio de Urgencias derivado por su pediatra por distensión abdominal e irritabilidad tras las tomas de 48-72 horas de evolución. Afebril, apetito conservado sin rechazo de las tomas. Lactancia materna exclusiva. Regurgitación habitual tras las tomas desde la primera semana de vida, que parece haberse incrementado en la última semana. Meconiorrexis a los 7 días de vida, posteriormente realiza deposiciones de características normales, pero cantidad escasa, entre los 10 y 17 días de vida. A partir de ese momento sólo expulsa gases, pero “mancha” el pañal con deposiciones tras cada toma.

Antecedentes personales

Embarazo controlado con serologías normales. Parto inducido por preeclampsia a las 39 semanas de edad gestacional, finalizado por cesárea por riesgo de pérdida de bienestar fetal (bradicardia fetal). APGAR 9/9, no precisó reanimación. PRN: 3.010 g (p10-15). Pérdida máxima de peso a las 48 horas de vida con posterior ganancia ponderal. Periodo neonatal sin incidencias. Calendario vacunal completo para su edad. No alergias medicamentosas conocidas. No enfermedades ni intervenciones quirúrgicas.

Antecedentes familiares

Padres sanos, no consanguíneos, de origen español. No enfermedades infecto-contagiosas en la familia en el momento actual.

Exploración física

P: 3.150 g (p<3). Tª: 36,4ºC. FC: 123 lpm. FR: 28 rpm. SatO2: 100%.

Aceptable estado general, quejoso e irritable a la exploración, aunque calma en los brazos de la madre. Normocoloración de piel y mucosas. Bien hidratado y perfundido. No exantemas ni petequias, no aspecto séptico. Eupneico, sin signos de distrés respiratorio.

No adenopatías significativas. Orofaringe y otoscopia bilateral sin hallazgos.

Auscultación cardiaca con ruidos cardiacos rítmicos, sin soplos. Auscultación pulmonar con murmullo vesicular conservado, con buena entrada de aire bilateral y sin ruidos patológicos.

Abdomen con importante distensión, con aspecto tenso y brillante, con patrón vascular superficial, timpanizado, con borgborismo marcado y muy molesto a la palpación. Pulsos femorales positivos y simétricos.

Exploración neurológica: consciente y reactivo a la manipulación. Fontanela anterior normotensa. No signos de focalidad neurológica. Tono y reflejos adecuados para su edad.

Pruebas complementarias

Hemograma: leucocitos: 12.930/mm3 (4.560 neutrófilos/mm3, 5.670 linfocitos/mm3, 2.650 monocitos/mm3, 50 eosinófilos/mm3). Hemoglobina: 14 g/dl; hematocrito: 40,8%; VCM: 92,7 fl; HCM: 31,9 pg; CHCM: 34,4 g/dl; RDW: 15,4%; plaquetas: 494.100/mm3.

Bioquímica: glucosa: 78 mg/dl; creatinina: 0,2 mg/dl; urea: 16 mg/dl; sodio: 130 mmol/L; potasio: 3,9 mmol/L; GPT: 23 U/L; proteínas totales: 91,4 g/L.

Gasometría venosa: pH 7,41, pCO2 34, bicarbonato: 21,6 mmol/L. Exceso de base -2,3 mmol/L.

Radiografía de abdomen (Fig. 1): marcada distensión de asas con ausencia de gas a nivel distal.

 

Figura 1. Radiografía de abdomen.

 

XXVII Congreso SEPEAP

Noticias

 
Ángeles Cansino Campuzano

Presidenta del Comité Organizador

 


 


XXVII Congreso SEPEAP

 

Queridos compañeros/as:

Entre los días 17 y 19 de octubre se celebró en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria el XXVII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria (SEPEAP).

A pesar de la distancia que separa nuestra ciudad de la Península Ibérica acudieron al mismo más de 700 pediatras de toda España, y casi 100 ponentes (incluyendo a los moderadores).

Aparte de las sesiones propias del Congreso, cabe destacar la exposición de más de 200 pósters y comunicaciones orales, la mayoría de ellos presentadas por residentes de pediatría que, con su actitud y entusiasmo, contribuyeron a un mayor dinamismo del Congreso.

Tanto las sesiones científicas como los talleres tuvieron una asistencia muy alta por parte de los congresistas, lo cual nos satisface, pues pensamos que refleja el interés por los temas elegidos.

El programa científico del Congreso tuvo un marcado componente social, lo cual no deja de ser un reflejo de la situación que vive nuestro país y que afecta, de manera directa e indirecta, a la población infantil. Dentro de este marco se desarrollaron la Mesa Redonda Profesional: “Aspectos legales en la atención al niño y al adolescente”, donde se abordaron diferentes supuestos muy relacionados con nuestra labor diaria, en concreto, con nuestros adolescentes en el contexto de las relaciones sexuales, la anticoncepción de emergencia o la interrupción voluntaria del embarazo desde el punto de vista legal y otros aspectos de gran interés, como el concepto de “menor maduro”. El seminario de “Transexualidad”, un tema tan desconocido como tabú para algunos estamentos de nuestra sociedad, nos dio el conocimiento y las bases para asistir de manera correcta a estos niños y niñas. La Mesa Redonda Simultánea de “Coordinación interinstitucional ante el Maltrato Infantil” nos recordó la importancia del pediatra en la detección precoz de esta lacra social y la obligación de comunicar cualquier sospecha a las autoridades competentes, y destacó el valor de una adecuada actuación coordinada entre las diferentes instituciones que intervienen en la protección al menor. Las sesiones sobre pediatría social se cerraron con la Mesa Redonda Plenaria: “Violencia Ascendente. Nuevas morbilidades en Pediatría”, donde pudimos comprobar lo cambiante de esta problemática que no hace sino crecer día a día, y descubrir los nuevos modelos de violencia de los hijos hacia los padres, con más de 9.000 denuncias de padres en este sentido durante el año 2012 en nuestro país.

Los seminarios hablaron de “Lactancia Materna”, alimentación ideal para el lactante y de la que siempre se aprende algo nuevo y de “Insomnio Infantil”, que tuvo como colofón la presentación del Consenso Nacional del Uso de la Melatonina en Niños y Adolescentes”.

En las Mesas Redondas Simultáneas se abordaron las “enfermedades inmunoprevenibles emergentes”, con especial énfasis a los brotes de tos ferina y sarampión, muy relacionado este último con la acción de los grupos anti-vacunas; “Ginecología de la Adolescencia” nos aclaró muchos aspectos relacionados con la patología ginecológica de este periodo y nos expuso de manera práctica los diferentes métodos anticonceptivos disponibles; en el “Seguimiento del Prematuro desde Atención Primaria” se repasaron los controles a realizar a estos, nuestros “más pequeños pacientes”.

La otra “Mesa Redonda Plenaria” del Congreso trató sobre “Medicina Deportiva en el niño y el Adolescente”, en la que se abordaron aspectos como el sobre entrenamiento de nuestros niños y niñas y el uso intencionado para aumentar el rendimiento de las mal llamadas bebidas energéticas y sus efectos nocivos para la salud.

Las Controversias sobre “Vacunación de la Gripe Estacional: Universal vs Grupos de Riesgo” y “Alimentos saludables: Fast Food vs Dieta Mediterránea”, expuestas con gran rigor científico por los ponentes, nos ofreció un intenso debate posterior.

A todo ello hay que unir el “Encuentro con el experto”, donde el Dr. Gottfried Huss nos mostró los indicadores de calidad en la asistencia de Pediatría de Atención Primaria en Europa.

Los talleres volvieron a ser la parte más demandada por los congresistas, dado su carácter dinámico y eminentemente práctico. Los trece talleres distintos desarrollados en el Congreso abordaron temas tan dispares como: ecografía práctica para el pediatra de Atención Primaria, visualización del fondo de ojo en pediatría y utilización del retinógrafo, atención inicial al trauma pediátrico, redes sociales, inteligencia emocional para pediatras, asma infantil, la comunicación, la atención al niño viajero internacional, radiología, exploración neurológica del recién nacido, simulación médica avanzada, acceso vascular y vía intraósea y, quizás el que más curiosidad despertaba, de defensa personal.

Para que todo esto haya sido posible hemos contado con la confianza de la Junta Directiva de SEPEAP, el trabajo y dedicación del Comité Organizador y Científico, el apoyo de la Industria Farmacéutica y, por su puesto, con el trabajo y el conocimiento de todos los ponentes y moderadores; y, como no, a todos los compañeros y compañeras que han participado con su asistencia activa en las sesiones y muchos de ellos sus aportaciones científicas a través de sus comunicaciones al Congreso. ¡Muchas gracias!

El Comité Organizador espera que este Congreso en Las Palmas de Gran Canaria haya colmado las expectativas de todos los asistentes, y que la “impronta isleña” y el cariño con el que hemos desarrollado el intenso trabajo desde el día en que nos fue concedido el honor de organizar el XXVII Congreso de la SEPEAP haya servido para que guarden un grato recuerdo de un congreso diferente.

 

Un fuerte abrazo.

 

 

 

 

Decálogo de salud infantil

Crítica de libros

 
Carlos Marina

Pediatra y Médico Puericultor del Estado

 


Crítica de libros

 

DECÁLOGO DE SALUD INFANTIL

Sociedad de Pediatría de Madrid y Castilla-La Mancha (1913-2013)

Con el aval de Madrid Salud (Ayuntamiento de Madrid) 2013

El pasado 16 de octubre de 2013 tuvo lugar un entrañable e inolvidable aniversario: el centenario de la creación de la SOCIEDAD DE PEDIATRÍA DE MADRID Y CASTILLA-LA MANCHA (1913-2013). Estamos citando a la primera Sociedad de Pediatría de España, dedicada desde su ya centenario inicio a la más rigurosa Formación Continuada del Pediatra. Gran emoción para todos los Pediatras madrileños de este Siglo XXI. Cien años de actividad científica ininterrumpida a favor de la salud del niño y del adolescente constituyen motivo de justificada satisfacción y reconocido orgullo.

Por feliz iniciativa de la actual Junta Directiva de la Sociedad, presidida por el Dr. José García-Sicilia, se edita, dentro de los actos conmemorativos del evento, el libro que comentamos dirigido a padres, familiares, educadores y cualquier otro profesional implicado en el cuidado del niño. El Decálogo de Salud Infantil supone un enorme y ambicioso esfuerzo divulgativo destinado –en palabras del Presidente de la Sociedad– a “desmitificar muchos atavismos erróneos sobre el cuidado de nuestros hijos y ofrecer procedimientos actualizados para una serie de situaciones que, con más frecuencia, amenazan el desarrollo saludable de la población infantil”.

En 120 páginas de amena y fluida lectura se exponen, en 10 amplias secciones, un total de 78 situaciones o problemas –de más habitual presentación en niños y adolescentes– con su correspondiente y actualizada solución, siempre en un lenguaje claro y didáctico, al alcance del variado tipo de lectores interesados. Este pequeño gran libro está destinado a tener una enorme difusión entre los pediatras –como profesionales encargados de su recomendación– y entre el amplio sector de población a quien está especialmente dirigido.

El autor de este comentario, que tuvo el honor de presidir esta Sociedad de Pediatría entre los años 1995 a 2001, se une de todo corazón a tan entrañable Centenario.

 

Portada 2013 10

TEMAS DE FORMACIÓN CONTINUADA ACREDITADOS
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Enseñanza no reglada y sin carácter oficial. Los créditos de formación continuada, no son aplicables
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Pediatría Integral
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Adolescencia, Alergia, Bioética, Cardiología, Cirugía pediátrica, Dermatología, Dolor, Endocrinología, Errores innatos de metabolismo, Farmacología, Gastroenterología, Genética y dismorfología, Hematología, Hepatología, Infectología e inmunología, Investigación en ap, Neonatología, Neumología, Nefrología, Neurología, Nutrición, Odontología, Oftalmología, Oncología, Otorrino laringología, Patología infecciosa, Psiquiatría infantil, Reumatología, Simulación avanzada, Traumatología y ortopedia, Vacunas

Desabastecimiento en las farmacias de la vacuna frente a la varicela. Hacia dónde se encamina la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS)

Editorial

 
F. Álvarez García

Pediatra de Atención Primaria en el Centro de Salud de Llanera (Asturias). Miembro de los Comités Asesores de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría y del Principado de Asturias

 


«La AEMPS ha tomado una decisión que como poco es incongruente y posiblemente con escaso fundamento legal porque conculca varios derechos»

 


Desabastecimiento en las farmacias de la vacuna frente a la varicela. Hacia dónde se encamina la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS)

Desde este pasado verano, sin mediar notificación oficial alguna por parte de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), hemos ido recibiendo noticias de las familias y de los profesionales sanitarios sobre la falta de la vacuna frente a la varicela, concretamente del preparado Varivax® (Sanofi Pasteur MSD), en las farmacias de la mayoría de las comunidades autónomas (CC. AA.) españolas. Varilrix® (GSK) en España está declarada de uso hospitalario y, por tanto, no accesible a la población en general.

El Comité Asesor de Vacunas de la AEP, el 3 de septiembre de 2013, emitió un comunicado(1), junto con la Asociación Española de Vacunología y la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene, en el que informábamos que desconocíamos los motivos de este desabastecimiento, dado que no había ninguna alerta sobre problemas de producción, distribución o seguridad de la vacuna; por lo que, pedíamos al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI) y a la AEMPS que se manifestaran lo antes posible al respecto y, sobre todo, que se pusiera fin a esa anómala y extraña situación.

Posteriormente a esta nota, que tuvo repercusión en todos los medios de comunicación, tanto el MSSSI como la AEMPS negaron la situación, afirmando que se estaban liberando lotes de la vacuna, pero sólo para la vacunación de adolescentes y para las farmacias de aquellas comunidades y ciudades autónomas en las que la vacuna está incluida en el calendario sistemático infantil financiado, en la práctica, Madrid, Navarra, Ceuta y Melilla(2).

También conocíamos, en esos días, una nota interna emitida por la AEMPS(3) y dirigida a los departamentos de farmacia de alguna comunidad autónoma, firmada por D. Francisco Salmerón, Jefe de la División de Productos Biológicos y Biotecnología de la AEMPS, en la que se explicaban las razones de este desabastecimiento basándose en una bibliografía que en ningún momento hacía referencia a publicaciones actuales.

Ante esta situación, el CAV-AEP ha elaborado recientemente dos notas informativas, una para familias(4) y otra para profesionales(5), que se han publicado en www.vacunasaep.org el 1 de octubre. En la de profesionales, se rebaten una a una las razones que alega la AEMPS para provocar este desabastecimiento.

Los puntos principales a refutar de esa nota son los siguientes que vamos a enumerar:

1.“En los últimos 4 años, las coberturas vacunales estimadas con Varivax® en las CC. AA. españolas que no realizan vacunación infantil sistemática (todas, excepto Madrid, Navarra, Ceuta y Melilla) son de un 38-76 %(3)”.

Es bien sabido que, con cualquier vacuna, el impacto sobre la enfermedad es mayor cuanto mayor sea la cobertura vacunal. Sin embargo, en el caso de las vacunas de la varicela, coberturas moderadas no sólo proporcionan protección individual, sino que pueden tener, también, una repercusión colectiva relevante. Así se ha demostrado en EE. UU. que, con coberturas del 40%, se produjo una disminución global de los casos de varicela(6) sin que la enfermedad aumentase en las personas no vacunadas, incluidos los adultos e incluso, con coberturas tan bajas como el 26% en 1997, se produjo una disminución de la mortalidad asociada a varicela en los niños vacunados, sin que se constatase ningún aumento en las personas no vacunadas(7). Además, después de 17 años de vacunación, todos los estudios indican que se está produciendo una disminución de la incidencia de la varicela en adultos, con la casi desaparición de la mortalidad relacionada con la misma en todas las edades(8). En Navarra (con vacunación infantil sistemática con 2 dosis desde 2007) se ha podido comprobar un descenso global acumulado de la tasa de incidencia de un 97,3% hasta 2012 (98,5% en niños de 1 a 8 años), así como en la población no vacunada: 90,5% en menores de 1 año y 92,4% en mayores de 22 años. Y abundando en lo mismo, en esta comunidad autónoma ha descendido la tasa de hospitalización global por varicela en un 89% (en menores de 15 años, 95%)(9).

Luego, sí son deseables coberturas elevadas y el objetivo final del CAV-AEP es que se introduzca en el calendario sistemático financiado para que así se logren dichas coberturas, pero aunque éstas sean más bajas, se continúa produciendo un beneficio evidente, porque disminuyen los casos, las hospitalizaciones y la mortalidad por esta enfermedad y hasta la actualidad no se ha demostrado un desplazamiento de la enfermedad a adultos como permanentemente nos amenazan desde la AEMPS.

2.“La vacunación sistemática frente a la varicela en la edad pediátrica podría inducir cambios en los patrones epidemiológicos de la varicela, consistentes en un aumento de los casos de varicela y herpes zóster (HZ) en la edad adulta(3)”.

Hace ya casi 50 años, Hope-Simpson(10) expuso la hipótesis de que los repetidos contactos con el virus de la varicela (VVZ) constituyen refuerzos inmunitarios (boosting) que harían mantener al virus confinado en los ganglios neurales, evitando o haciendo menos probable su reactivación y expresión clínica en forma de HZ. En base a esta hipótesis, se han construido modelos matemáticos que predecían que durante unos 30 años tras la introducción de la vacunación infantil sistemática, a medida que disminuyese la circulación del VVZ y, por tanto, de los contactos espontáneos repetidos, podría registrarse un desplazamiento de la infección primaria a edades más avanzadas, y un aumento del HZ en la población adulta, especialmente después de los 50 años de edad, aunque este mismo modelo destacaba que este sería un efecto temporal.

Esta hipótesis, simple y atractiva para la AEMPS, sin embargo no ha sido aún corroborada, y, por tanto, requiere más investigaciones; los datos epidemiológicos reunidos hasta la fecha en países donde se realiza vacunación infantil sistemática, aun siendo limitados, muestran una tendencia en dirección opuesta a las predicciones antedichas, esto es, una disminución de la carga de enfermedad de varicela y HZ en todas las edades, tanto en vacunados como en no vacunados(11-13).

Por tanto, este miedo no comprobado hasta el momento actual, no justifica la suspensión de la distribución de la vacuna.

3.“En las CC.AA. donde no está implantada la vacunación infantil sistemática hay un uso elevado de la vacuna […]. Esta situación contraviene la recomendación oficial de dichas CC.AA. incumpliéndose, además, la propia Ficha Técnica de la vacuna” [sic](3)”.

Debemos contestar que desearíamos un uso aún mayor del que hay para aproximarnos a coberturas más elevadas que son, por supuesto, las ideales, pero la AEMPS se equivoca cuando dice que no lo hacemos según las recomendaciones oficiales porque, en la ficha técnica (FT) de Varivax®(14) se establecen como indicaciones terapéuticas (textualmente en la sección 4.1): a) la vacunación frente a varicela en individuos a partir de 12 meses de edad; b) a niños a partir de 9 meses de edad, bajo circunstancias especiales; y c) a individuos susceptibles que han estado expuestos a varicela. Por lo tanto, el uso actual de la vacuna se ajusta absolutamente a lo referido en la FT.

Es en la sección 4.2 (Posología y forma de administración) de la FT en la que figura textualmente que: “El uso de Varivax® debe estar basado en las recomendaciones oficiales”, para, a continuación, describir las pautas de vacunación según la edad y otras circunstancias clínicas. Según la RAE , “posología” hace referencia al modo de administrar un medicamento, y no a las indicaciones de uso(15) (que están recogidas en el apartado 4.1 de la FT). Por tanto seguimos cumpliendo esas indicaciones oficiales, porque recomendamos 2 dosis separadas entre sí por, al menos, 1 mes, que es lo que figura en FT.

4.“No hay desabastecimiento puesto que la falta de vacuna no afecta a los programas de vacunación de las Comunidades Autónomas(3)”.

En la medida en que un producto aprobado no está disponible en las oficinas de farmacia para su uso según las indicaciones autorizadas, independientemente de las razones y otras circunstancias relacionadas, sí hay desabastecimiento. En el caso actual, el desabastecimiento no es responsabilidad del fabricante, que ha manifestado su capacidad de suministro a las oficinas de farmacia(16).

Otra incongruencia notable es cómo armonizar las medidas actuales tomadas por la AEMPS con la indicación contenida en la propia FT de la vacuna Varivax® y en las “recomendaciones oficiales” del MSSSI y de las CC. AA., en relación con la profilaxis posexposición, según la cual todo individuo susceptible que entre en contacto con un paciente con varicela debe/puede ser vacunado en un plazo de tiempo determinado, con el propósito de prevenir la enfermedad. ¿Cómo se entiende que sea deseable evitar la infección en los contactos (independientemente de sus circunstancias personales, como la edad y otras de índole médica) de un paciente con varicela y no ser deseable evitarla en todos los niños?

Finalmente, otro aspecto a destacar en este escrito informal y no oficial de la AEMPS es que contiene, en apoyo de sus decisiones, 11 referencias bibliográficas, de las cuales 7 son previas a 2008 y la más reciente data de 2010 (sólo habla de la epidemiología en Europa de la varicela y el HZ)(3). Es decir, sería desable que hubiera estado más actualizado.

El resumen, pues, de esta situación es que la AEMPS ha tomado una decisión que, como poco, es incongruente y posiblemente con escaso fundamento legal, porque conculca varios derechos: como la igualdad y la ética dentro del Sistema Nacional de Salud, ya que en las CC. AA. españolas habrá distintos niveles de acceso a medidas de protección contra esta enfermedad inmunoprevenible; la libertad de decisión de los padres para poder tratar a sus hijos con arreglo a las indicaciones de su médico sobre las bases del propósito de beneficencia y de las pruebas científicas disponibles; la libertad de prescripción de los profesionales legitimados para tomar decisiones clínicas individuales y trasladar recomendaciones a sus pacientes; la libertad de circulación de los productos sanitarios aprobados por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA); la libertad de los mayoristas y los farmacéuticos para poder distribuir productos sanitarios aprobados oficialmente; y, por último, la Administración Sanitaria, ante posibles complicaciones de la varicela, al impedir el uso de una medida preventiva sólidamente avalada por la experiencia, puede incurrir en responsabilidades patrimoniales que perjudiquen a todos los ciudadanos al tener que pagar las posibles indemnizaciones con los impuestos de todos los españoles.

Por tanto, desde esta tribuna solicitamos a la AEMPS(5):

•Información y explicaciones de las decisiones tomadas, que siempre debieran ser oportunas en el tiempo y en la forma, para no causar desconcierto en la población, en los profesionales y en los centros sanitarios.

•Que, atendiendo a las mejores razones científicas y en sintonía con la EMA y demás países de la Unión Europea, sigan disponibles en las oficinas de farmacia las vacunas frente a la varicela, en la medida de que se mantengan sus propiedades de eficacia, efectividad y seguridad, y sometidas a la regulación y controles que sean requeridos por la normativa legal.

•Y por último, el CAV-AEP sigue considerando un objetivo primordial la consecución de un calendario único de vacunación; de forma que, se mantenga el principio de igualdad en la prevención de la salud y el principio de racionalidad que facilite el cumplimento de las inmunizaciones en los niños que cambien de Comunidad Autónoma como lugar de residencia, por lo que sigue ofreciendo su colaboración para conseguir este sensato objetivo.

Bibliografía

1.Desabastecimiento de las vacunas de la varicela en las oficinas de farmacia español,5as. Comunicado CAV-AEP, AEV y SEMPSPH. Disponible en: http://vacunasaep.org/sala-de-prensa/desabastecimiento-vacunas-varicela (consultado el 21 de octubre de 2013).

2.Europa Press. 3 de octubre de 2013. Disponible en: http://www.europapress.es/salud/noticia-sanidad-niega-haya-desabastecimiento-vacuna-varicela-afirma-suministro-adecuado-20130903145731.html (consultado el 21 de octubre de 2013).

3.Nota no oficial de la AEMPS a los departamentos de farmacia de Galicia y País Vasco (30 de agosto de 2013). Disponible en: http://www.elglobal.net/elglobal/Recursos/binarios/generico.aspx?idart=771014&tipo=2&idcon=1638006 (consultado el 21 de octubre de 2013).

4.¿Qué pasa con la vacuna de la varicela? Familias. Disponible en: http://vacunasaep.org/sites/vacunasaep.org/files/Desabastecimiento_vacuna_varicela_CAV-AEP_FAMILIAS.pdf (consultado el 21 de octubre de 2013).

5.¿Qué pasa con la vacuna de la varicela? Profesionales. Disponible en: http://vacunasaep.org/sites/vacunasaep.org/files/Desabastecimiento_vacuna_varicela_CAV-AEP_PROFESIONALES.pdf (consultado el 21 de octubre de 2013).

6.Seward JF, Watson BM, Peterson CL, Mascola L, Pelosi JW, Zhang JX, et al. Varicella Disease after Introduction of Varicella Vaccine in the United States, 1995-2000. JAMA. 2002; 287: 606-11. Disponible en: http://jama.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=194613 (consultado el 21 de octubre de 2013).

7.Nguyen HQ, Jumaan AO, Seward JF. Decline in Mortality Due to Varicella after Implementation of Varicella Vaccination in the United States. N Engl J Med. 2005; 352: 450-8. Disponible en: http://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa042271 (consultado el 21 de octubre de 2013).

8.Servicio de Epidemiología, Comunidad de Madrid. Estudio de vigilancia poblacional para estimar la carga del herpes zóster y la neuralgia postherpética en España. Informe de situación n.º 5, semana 12 de 2012 a semana 35 de 2013.

9.García Cenoz M, Castilla J, Chamorro J, Martínez-Baz I, Martínez-Artola V, Irisarri F, Arriazu M, et al. Impact of universal two-dose vaccination on varicella epidemiology in Navarre, Spain, 2006 to 2012. Euro Surveill. 2013; 18(32): pii=20552. Disponible en: http://www.eurosurveillance.org/ViewArticle.aspx?ArticleId=20552 (consultado el 21 de octubre de 2013).

10.Hope-Simpson RE. The Nature of herpes zoster: A long-term study and a new hypothesis. Proc R Soc Med. 1965; 58: 9-20. http://goo.gl/OCbEFt (consultado el 21 de octubre de 2013).

11.Ogunjimi B, Van Damme P, Beutels P. Herpes zoster risk reduction through exposure to chickenpox patients: A systematic multidisciplinary review. PLoS One. 2013; 8(6): e66485. Disponible en http://www.plosone.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pone.0066485 (consultado el 21 de octubre de 2013).

12.Poletti P, Melegaro A, Ajell A, del Fava E, Guzzetta G, Faustini L, et al. Perspectives on the impact of varicella immunization on herpes zoster. A model-based evaluation from three European countries. PLoS One. 2013; 8(4): e60732. Disponible en http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0060732 (consultado el 21 de octubre de 2013).

13.CDC. Shingles. Clinical overview. [Internet] [actualizado el 23 de diciembre de 2012]. Disponible en http://www.cdc.gov/shingles/hcp/clinical-overview.html#reference (consultado el 21 de octubre de 2013).

14.Ficha técnica de Varivax® (actualizada en abr/2013): http://goo.gl/tpvb5c (consultado el 21 de octubre de 2013).

15.RAE. Significado de “posología”. Disponible en: http://lema.rae.es/drae/?val=posolog%C3%ADa (consultado el 21 de octubre de 2013).

16.Nota Sanofi-Pasteur-MSD sobre el desabastecimiento (26 de agosto de 2013). Disponible en: http://www.aragofar.es/portal/export/sites/default/ecommerce/cliente/alertas/documentos/COMUNICADO_VARIVAX_26-08-13.pdf (consultado el 21 de octubre de 2013).

 

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