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Representación del niño
en la pintura española |
J. Fleta Zaragozano
Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza
Pediatr Integral 2021; XXV (6): 332.e1 – 332.e4
Severino de Llanza, pintor y grabador
La sensibilidad llevada a su máxima expresión, sería el modo más certero para describir la obra de Severino de Llanza, pintor y grabador aragonés. Las figuras que representa nos hablan más allá de la imagen que podemos ver en un primer momento, que parecen revelar ideas, sueños, vivencias, anhelos u otros sentimientos, que el observador no podrá jamás adivinar, debido al halo de misterio que envuelve a cada una de sus obras.
Vida, obra y estilo
Severino de Llanza nació en Borja (Zaragoza) en 1963, donde vive, trabaja e imparte talleres. Practica todo tipo de disciplinas, como: el grabado, el dibujo, la pintura y una técnica tan antigua y depurada como la punta de plata, que ya usaron artistas como Leonardo da Vinci, Alberto Durero, Rafael de Urbino y Filippino Lippi, que empleaban esa varilla metálica que exige virtuosismo y precisión, una fantasía íntima de creador en el arte del dibujo.
De Llanza ha admirado e imitado a numerosos pintores durante su ya larga carrera artística, por ejemplo: a Tintoretto (siglo XVI), con Susana y los viejos; a Vermeer, (siglo XVII), con La joven de la perla; y a otros que muestran la larga sombra del universo medieval y el Renacimiento. También, le interesan Caravaggio, Piero della Francesca o Mantegna, entre otros muchos. El movimiento al que se siente más próximo, dice el artista, es el de los prerrafaelitas, con Dante Gabriel Rossetti a la cabeza. También cultiva el tema de los mitos y las fantasías, el lenguaje de los símbolos y la audacia de quien se atreve, mediante detalles, golpes de humor y de lirismo, a enlazar el ayer con el hoy y con el mañana.
Al ver la obra de De Llanza, la mente nos lleva hacia otro pintor aragonés, Dino Valls (1959), que también representa una atmósfera que recuerda a los pintores clásicos del renacimiento, el barroco, el medievo o el surrealismo del siglo XXI. La técnica de los dos pintores es de gran calidad y meticulosidad, aunque De Llanza insiste más en el valor del concepto que en la pureza de la técnica; mira hacia los clásicos, pero es un artista contemporáneo que contempla el futuro, e incluso se atreve a incidir en la ciencia ficción, o a ser puramente metafísico. Una de sus series más conocidas es Robótica: “para mí lo único que cambia en la historia del mundo y de la humanidad, no son las pasiones, las quimeras, las aventuras, las guerras, la creación o la economía, sino que es la tecnología. Y me gusta que todo eso se perciba de forma muy distinta en mi obra”.
Otra serie es Suite lúdica, que plantea temas eternos, tratados desde el presente con materiales y detalles del arte de todos los tiempos. Ilustró, en una ocasión, las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, tan cercano a su inspiración. Bécquer, como se sabe, anduvo por tierras cercanas al Moncayo, al igual que De Llanza, y allí escribió algunas de sus narraciones.
En el centro de su universo de incitaciones y anhelos está la mujer: “Me gusta la mujer, me interesan su mundo, su misterio y su hermosura. Es un motivo de inspiración ante el papel o el óleo. El universo femenino está para mí, entre otras cosas, conectado con la búsqueda de la belleza y es una forma de conocimiento”. Para De Llanza, la mujer es la musa que atraviesa los siglos, continente inagotable de melancolía, misterio y deseo. No obstante, también le interesan los problemas sociales, la crisis económica y la injusticia, todo ello reflejado en su obra. De eso hablan también sus Puntas de plata.
En la Galería A del Arte, en Zaragoza, se encuentra parte de su obra; allí se guardan sus viejos recuerdos y ejemplares de todos los estilos. También hizo su aportación a la Universidad; en 2015 retrató al decano Severino Escolano, catedrático de Geografía Humana de la Facultad de Filosofía y Letras. La obra pertenece, con todo merecimiento, al patrimonio cultural de la Universidad de Zaragoza.
Este pintor es un trabajador incansable y parsimonioso. Contribuye anualmente, con donaciones de sus obras, al mantenimiento de ASPANOA, una asociación aragonesa que tiene por objeto ayudar a los niños con cáncer y a sus familias en todas las fases del tratamiento y su evolución. Esta asociación, desde hace 25 años, organiza exposiciones anuales con el fin de recaudar fondos y para ello pone en venta obras de arte, pintura y escultura, donados por artistas de renombre. Estas exposiciones están consideradas como una de las principales muestras colectivas de arte contemporáneo de Aragón.
Ha participado en diversas exposiciones individuales y colectivas en diversas ciudades, entre ellas: Zaragoza, Sevilla, Madrid, Barcelona, Alicante, Valladolid, Carrara (Italia), Verona (Italia) y Coimbra (Portugal). También ha aportado algunas de sus obras para portadas de libros y revistas. Ha recibido numerosos premios, entre ellos: Primer premio en el XIV Certamen de pintura de Monzón (Huesca) (2001); Primer Premio de dibujo en el II Certamen Internacional de artes plásticas Aires de Córdoba (2004); Accésit en modalidad de grabado en el Concurso de artes plásticas de Majadahonda (Madrid) (2005); y Accésit en el XXIV Concurso de pintura Francisco Pradilla, Villanueva de Gallego (Zaragoza) (2011).
Los niños en su obra
Los ángeles han sido representados para completar la iconografía religiosa en cualquier manifestación del arte. Quizás uno de sus mayores representantes haya sido Goya, en sus lienzos y en sus frescos, incluso en la actualidad, es muy frecuente su representación dentro de las últimas tendencias.
Severino de Llanza nos muestra en el grabado Angelito, un ángel alado que se asoma a través de un ventanal antiguo y redondeado. La imagen es de medio cuerpo, mira hacia el espectador, con sonrisa maliciosa, está erguido e irradia un halo de misterio medieval. Algo desaliñado, pelo con ligera melena y mal peinado, lo que nos permite ver y diferenciar cada uno de los pelos que sobresalen. Su cara nos muestra unos ojos grandes y boca pequeña con labios prominentes. Cuello corto, tronco y brazo derecho normales, sin embargo los dedos de la mano izquierda son largos, más gruesos de lo normal, e incluso puede adivinarse engrosamiento de las articulaciones falángicas.
El pintor no ha querido representar al ángel con dos alas, ni con otra iconografía complementaria. Líneas muy precisas y colores grises, negros y rosas. La luz procede desde la derecha. Excelente trabajo, numerado y firmado. Este grabado es un aguafuerte y gofrado sobre papel Michel y mide 38 por 28 cm. Fechado en 2005 (Fig. 1).
En la composición El flautista de Hamelín, aparece una mujer ataviada a la usanza renacentista, con una gran capa, bajo la cual alberga un grupo de cinco niños. La dama, joven, casi adolescente, está tocada con un gorro del que penden varios cascabeles; a su vez, lleva, pegado a la oreja izquierda, un aparato que puede ser un audífono o altavoz, con su correspondiente cable de transmisión. Son estos detalles los que sirven a De Llanza para sorprendernos con su intemporalidad y surrealismo. La mujer sostiene con su mano derecha, que brota directamente de su capa, una flauta, que parece de plástico. Como nos tiene acostumbrados el pintor, la mujer aparece con un rostro agradable, perfecto, bajo el punto de vista anatómico.
Bajo una capa muy amplia no aparece el cuerpo de la dama, sino un gran hueco por donde pasean unos niños de diferentes edades por la calle de una ciudad. En un primer plano aparece una niña mayorcita, de medio cuerpo, con cofia, pelo rubio, camisa y chaleco: su anatomía no se observa bien, ya que está de espaldas. En un segundo plano es un niño quien aparece, de cierta edad y lleva pantalón corto, y más al fondo son tres niños de menor edad y de ambos sexos quienes están mirando, estáticos, hacia un portal; posiblemente, esperan que salga el famoso flautista.
Los niños llevan ropa del siglo XX, muestran unas proporciones corporales correctas, pero no se aprecian bien los detalles, dada la lejanía en la que se encuentran. Los colores son variados: cálidos para la dama y los niños, y fríos para los fondos del cuadro, zona boscosa, con colores verdes, blancos y azules. Excelente tratamiento de la perspectiva en una obra de carácter onírico, inquietantemente atractiva y algo tenebrista, enternecida por la presencia de los pequeños.
Hamelín es una ciudad alemana de la Baja Sajonia, a orillas del río Weser, a unos cincuenta kilómetros de Hannover. Esta ciudad es mundialmente conocida por el cuento El flautista de Hamelín de los hermanos Grimm. Existen multitud de obras y cuentos infantiles centroeuropeos ilustrados con este motivo. La obra pertenece a la serie El eco de los sueños, es un acrílico y aluminio de 80 por 80 cm, fechado en 2008 (Fig. 2).
De Llanza nos muestra en la obra Pinocho, la imagen de una mujer joven y la de un niño que aparece en una pantalla que tiene sujeta en su cabeza. La mujer responde al patrón que el pintor desarrolla cuando representa a cualquiera de ellas. Tocada de un gorro medieval y ropas ambientadas en los siglos XIV y XV. Curiosamente, su indumentaria contrasta violentamente con el aparato que la mujer tiene incorporado a su cabeza: un monitor y un pequeño motor que lo controla, situado junto a la oreja de la dama, además de un cable que los conecta. He aquí una de las obsesiones del pintor: la tradición y la nueva tecnología unidas para siempre.
La imagen que aparece en la pantalla es la de un niño pequeño de medio cuerpo, de no más de cuatro años, que está de pie y mira hacia el espectador con cierta seriedad. Con sus manos parece que sujeta los hilos que ascienden hacia lo alto. Su cabeza es desmesurada si la comparamos con el resto de sus medidas corporales; su cuello es muy corto, pabellones auriculares de baja implantación y brazos cortos y engrosados, como sus manos. El niño presenta, además, un perímetro abdominal de mayor tamaño que el que corresponde a su edad.
Va cubierto con una camiseta de color blanco y lleva pantalón con cinturón. No sabemos si el pintor, en este caso, ha querido deformar la imagen infantil, o bien, ha querido representar a un adulto infantilizado, como lo sugiere la anatomía de la imagen e incluso la actitud que muestra. Ambiente de un interior, a semejanza de otras muchas de sus obras, colores cálidos preferentemente, sin faltar los verdosos. La obra pertenece a la serie El eco de los sueños. Se trata de un acrílico y aluminio, de 55 por 45 cm, fechado en 2008 (Fig. 3).
En Botines, nos enseña el artista la imagen de una niña de unos siete u ocho años de edad, con un gato entre sus brazos. Está de pie, mira hacia su derecha y lleva un gorro ceñido a su cabeza, pero amplio en la parte superior. En este caso, la oreja izquierda es de alta implantación y los detalles anatómicos de la cara son normales y agraciados. Viste un jersey, parcialmente abrochado mediante un cordón.
En sus brazos aparece un gato que mira directamente al pintor y da la sensación que el objeto principal de la obra es el animal: Botines. Es de pelo blanco y anatomía muy conseguida. Las figuras se localizan en un interior oscuro, compuesto por varias habitaciones desnudas, al final de las cuales se emite la luz que aparece en el plano posterior de la composición. Colores negros, grises y blancos en variados tonos. Se trata de una obra en punta de plata y aluminio, de 40 por 35 cm y fechada en 2010 (Fig. 4).
La técnica de dibujo denominada punta de plata comienza a utilizarse en la Italia del siglo XII. La aparición del lápiz de grafito en el siglo XVII, supuso que su uso fuera cada vez menor y, aunque renació a finales del siglo XIX, en la actualidad, es muy poco utilizada. El soporte para realizar la punta de plata puede ser madera, papel o metal (aluminio), con una base sobre la que se dibuja con un punzón metálico, que casi siempre es de plata, aunque también puede ser de otros metales.
Otra de sus puntas de plata es Por la ventana. Se trata de la misma niña representada en la obra anterior: lleva otro gorro inspirado en el siglo XV que le cubre toda la cabeza y pelo largo que desciende hasta sus hombros. La técnica aplicada permite diferenciar casi cada uno de los pelos. La niña está de perfil y tiene los rasgos muy agraciados, aunque la oreja visible presenta una lobulación poco frecuente. Viste un atuendo casi imperceptible. La escena se ubica en la sala de un palacio con un gran ventanal por el que se asoma la pequeña, con una vista desoladora. Colores negros y blancos en diferentes intensidades. Obra en punta de plata y aluminio de 22,5 por 25 cm, fechada en 2010 (Fig. 5).
Ahinoa es un retrato de una mujer embarazada que mira ilusionada hacia una imagen onírica que hay dentro de una burbuja. El cuadro no deja se sorprendernos por sus características compositivas, la diversidad de mensajes que emite y su simbología. Se trata de una mujer joven que está de pie, en tres cuartos, ligeramente girada hacia su izquierda y embarazada casi a término, dada la prominencia abdominal que muestra.
La mujer solo está vestida con un camisón, de gran escote y entreabierto; con su mano derecha se palpa la región púbica, como si esperase ya la venida de su hijo. Su mano izquierda la posa sobre la parte superior de su abdomen, como si quisiera proteger el fruto de su embarazo. Su cabeza está protegida con un gorro renacentista que simula una caracola, lleva pelo corto moreno y en flequillo, usa gafas de moderna montura, lo cual contrasta con el estilo de su gorro. Los detalles de su cara, manos y las proporciones corporales son normales, incluyendo los senos de la dama muy bien representados. Lleva un fino collar del que cuelga un pequeño pájaro de metal.
La mujer mantiene su mirada en alto para observar un cuadro en donde se encuentra una burbuja, dentro de la cual sobrenada un feto, en lo que pudiera ser su líquido amniótico; por sus proporciones puede tratarse del suyo propio que imagina que va a nacer y que puede tener alrededor de 7-8 meses. Debajo de esta burbuja aparece otra, en este caso, vacía; es como si la madre deseara tener un embarazo gemelar.
El ambiente empleado por el pintor es un interior en el que solo se observa una puerta, parte de una pared y el cuadro. El fondo del cuadro muestra una escena rural con un gran tronco de árbol y un camino que nos señala el futuro del recién nacido. Los colores son encarnaciones perfectamente representadas en la piel de la mujer: camisón rosa y gorro amarillo y morado, que contrasta con el color del pelo. El color empleado para la estancia es un azul turquesa, con tonos verdes. Hay, además, un halo de luz amarillo, como una ráfaga que cruza la estancia en la parte inferior izquierda del cuadro.
A la mujer embarazada se la ha representado en la pintura desde el gótico hasta las últimas tendencias. Como ejemplos, pueden servir la del pintor flamenco Van Eyck, en su obra llena de simbolismo El matrimonio Arnolfini (1434), la de Rogier van der Weyden, con su Visitación (1445), hasta Gustav Klimt, con sus obras Esperanza I (1903) y Esperanza II (1907). Sobre este tema destaca la obra al óleo de otro pintor aragonés, Ricardo Lamenca; en su obra Génesis (2012) aparece un niño recién nacido, que brota del vientre materno, concretamente de la zona umbilical. El segundo plano lo ocupa la madre, que está desnuda por el torso, mostrando sus pechos. La obra de De Llanza es una pintura en acrílico y aluminio de 85 por 62 cm (Fig. 6).
En la pintura Gorka, aparece un niño de unos cuatro años de edad. Está de pie, se le representa con parte de su pecho, está vestido y mira directamente al pintor. Se diría que es familia, amigo o conocido del artista dada su actitud espontánea y colaboradora: está sonriendo con los ojos muy abiertos. Lleva pelo corto, frente despejada y las facciones de su cara son normales y proporcionadas.
Llama la atención su indumentaria: ropa corriente. Parece que estamos ante una fotografía de diario y no de estudio, lo cual no desmerece en absoluto. Viste un mono vaquero, abrochado con hebillas y debajo una camiseta a rayas. Su ropa y espontaneidad nos muestra una obra llena de encanto y atractivo. El niño parece que se encuentra en un interior, posiblemente el estudio del artista, ya que se adivinan, en un segundo plano, unas pinturas. Pincelada acabada, luz frontal y colores fríos, azules, verdes y blancos, y rosas para el pequeño. Es un retrato en acrílico y aluminio de 45 por 40 cm (Fig. 7).
Bibliografía
– Castro A. Severino de Llanza: lo único que cambia en la historia del mundo es la tecnología. Acceso en abril de 2021. Disponible en: https://www.heraldo.es/noticias/ocio-y-cultura/2019/07/15/severino-de-llanza-lo-unico-que-cambia-en-la-historia-de-la-humanidad-es-la-tecnologia-1325293.html.
– Severino de Llanza. Galería A de Arte. Acceso en abril de 2021. Disponible en: http://www.adelarte.es/Severino_De_Llanza.html.
– Severino de Llanza. Acceso en abril de 2021. Disponible en: https://llanzarte.blogspot.com/p/tienda-online.html.
– Severino de Llanza. Curriculum. Acceso en abril de 2021. Disponible en: https://llanzarte.blogspot.com/p/curriculum_19.html.