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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº4 – JUNIO 2021

Joaquín Pallarés y sus cuadros preciosistas

J. Fleta Zaragozano
Representación del niño

en la pintura española


J. Fleta Zaragozano

Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza

Pediatr Integral 2021; XXV (4): 206.e1 – 206.e4


Joaquín Pallarés y sus cuadros preciosistas

Pallarés fue un reconocido pintor y un cualificado representante del estilo Fortuny; lo demuestran el luminoso colorido de sus óleos y sus delicadas pinceladas. Gran parte de su obra está ambientada en el París de los siglos XVIII y XIX, y la representaba, generalmente, en cuadros de pequeño formato. La temática que cultivó abarca gran variedad de géneros, entre ellos: retratos, murales y paisajes, en los que incluía niños y adolescentes.

Vida, obra y estilo

Joaquín Pallarés Allustante nació en Zaragoza en 1853 y falleció en 1935 en la misma ciudad. Se formó inicialmente en la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza, bajo la tutela de Antonio José Palao, y en Madrid con Vicente Palmaroli; a continuación, en París y hacia 1881, en Roma. A su regreso, fue nombrado en 1886, profesor de Dibujo de la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza y conservador del Museo de Antigüedades, cargos a los que renunció en 1897 para trasladarse, de nuevo, a París, al parecer contratado por el famoso marchante Goupil, para quien debió realizar una abundante producción pictórica que le proporcionaría saneados ingresos. Hacia 1906, vuelve a España instalándose, en un principio, en Barcelona y, posteriormente, ya en su vejez, en Zaragoza.

La pintura de Pallarés abarca casi todos los géneros; desde el retrato y composiciones murales de carácter religioso o decorativo, como el gran lienzo adherido a la bóveda de crucero de la iglesia de Santa Engracia, o uno de los plafones del Teatro Principal de Zaragoza, hasta el paisaje y, sobre todo, escenas de género de ambientación dieciochesca, en cuadros de pequeño formato, siguiendo la moda del tableautin, en pleno éxito en Europa, durante el último cuarto del siglo XIX. Precisamente, con estos temas y técnica, quedan definidos el arte y estilo de Pallarés, que prodigará hasta los últimos años de su vida con evidente demostración de virtuosismo.

Las claves que explican su permanente dedicación a este tipo de pintura, se encuentran en: su inicial aprendizaje en Madrid al lado de Palmaroli, conocedor y cultivador del estilo de Fortuny; en la posterior vinculación al marchante Goupil, principal promotor de las obras de Fortuny; y en el mismo ambiente artístico que oportunamente vivió Pallarés durante sus estancias en París y Roma.

Envió asiduamente sus obras a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, obteniendo dos terceras medallas en las ediciones de 1895 y 1900. Contó con una gran reputación como pintor de lienzos preciosistas, incluso el propio rey Alfonso XII adquirió en 1881 un cuadro suyo titulado Un pastor romano. Puede afirmarse que ha sido, entre los pintores aragoneses, el más cualificado representante del «fortunismo», como estilo pictórico; cuya calidad principal reside en el luminoso colorido que aplica Pallarés con diminutas y delicadas pinceladas. Este artista gozó de una abundante producción pictórica y de un gran éxito en los últimos años de su vida.

Sus cuadros con niños

Pallarés representó en sus obras a muchos niños, bien en retratos, bien como acompañantes en los paseos y plazas parisinas e incluso como pordioseros. También los representó en cuadros de pequeño formato, representando escenas ambientadas en el siglo XVIII.

En el óleo Bautizo, se representa a un grupo de personas saliendo de una iglesia tras haber bautizado a un niño. En la obra aparecen cinco niños; el más pequeño es el recién nacido que está en brazos de su madre y que es mostrado a dos personas que admiran al pequeño, vestido con finos encajes y mantón. Naturalmente, el pintor no ha querido mostrar la cara ni sus características, dado que lo ha situado en un segundo plano. Hay otro niño lactante en brazos de su madre al fondo y a la derecha de la obra; puede tener alrededor de un año de edad, ya que se mantiene erguido sin dificultad. Tampoco se aprecian los detalles de su anatomía.

Bajando las escaleras de la iglesia, aparece una niña de unos tres años de edad. Bien ataviada, como corresponde a una de las invitadas a la ceremonia. Lleva un sombrero, vestido blanco y chaqueta azul. La niña quiere coger algún caramelo. En un primer plano, hay dos rapazuelos de unos siete u ocho años de edad que buscan los dulces que hay en el suelo; van descalzos y con ropas humildes. Excelente cuadro que muestra la indumentaria de la época. Los colores son los cálidos, preferentemente, sobre todo, los rosas, amarillo y marrones. El fondo del cuadro lo ocupa la fachada de la iglesia, árboles y celajes (Fig. 1).

Figura 1. Bautizo.

Abandonados, es otra obra que muestra a dos niños que, ante un portal, desfallecen de hambre, desarrapados y enfermos; la niña, de unos diez años de edad, mira con estupor a su pequeño hermano que no abre los ojos. Los detalles anatómicos de estos personajes están muy logrados, como se puede observar en los escorzos de ambas caras. Colores marrones, amarillos y grises. El estilo de esta obra nos recuerda a la pintura historicista de Casado del Alisal (1832-1886). Si nos fijamos en las escaleras, parece que estamos viendo La campana de Huesca. Incluso la pincelada, el brillo y la composición se asemejan a la obra de Casado. Data de 1881 (Fig. 2).

Figura 2. Abandonados.

La obra Paseo por París, es una clara muestra de los múltiples óleos que realizó el pintor en el ambiente parisino del siglo XIX, con un perfecto dominio de la perspectiva. La escena la sitúa en una calle de París y en un ambiente húmedo y con niebla: sería, de alguna manera, un “sfumato” al modo modernista, signos recurrentes en muchas de sus obras. En este caso, aparece en un primer plano una mujer con una niña en una actitud dinámica; la mujer, que puede ser la madre de la niña, lleva abrigo y sombrero negro. Parece que habla con la pequeña que va a su lado y lleva en su mano un ramo de flores.

La niña que puede tener unos cinco años de edad, dirige su mirada hacia su madre. Lleva una chaqueta abotonada, falda, zapatos con calcetines y también lleva sombrero con una pluma. En su mano derecha lleva un aro. Tanto las proporciones anatómicas de la madre como de la niña son armónicas. En un segundo plano, el pintor ha colocado un puesto de flores, posiblemente el sitio en donde la mujer ha comprado el ramo. Además aparecen terrazas de un restaurante en la parte izquierda del óleo y un carricoche en la calzada. Colores fríos por excelencia, grises, marrones y rojos con luz serena y ambiental (Fig. 3).

Figura 3. Paseo por París.

El pintor muestra en Una plaza animada en París otro paisaje parisino, en este caso, una plaza. Otra vez el mismo ambiente, lluvioso y oscuro, con suelo mojado y numerosos personajes. La escena contiene varias personas adultas, varones y mujeres, entre ellos un conductor de coche de caballos, un lector de periódico y alguna tendera. Al fondo, el ambiente urbano, con coches de caballos, puestos de flores, paseantes, casas y monumentos de la ciudad.

Aparecen en la escena y en primer plano tres pequeños: dos niñas y un niño. La niña de la izquierda puede tener unos cinco años de edad y lleva un vestido blanco, calcetines, zapatos negros y un sombrero. Por su atuendo y por el de la señora que la acompaña, parece que se trata de personas de clase alta. La mujer, presunta madre de la niña, se presta a comprar un ramo de flores de una vendedora ambulante.

A la derecha, una señora lleva a su lado a un niño y a una niña, ambos de unos siete años de edad. La niña, va de la mano, porta un vestido rojo con un gran sombrero del mismo color y lleva atado a su mano derecha un perro. El niño lleva atuendo masculino y va tocado con una gorra. El pintor demuestra su dominio de la proporcionalidad de la figura humana. Los colores son variados: marrones, grises, azules, negros y rojos de distintas gradaciones; la pincelada suelta, con una luz que procede del fondo del cuadro, como se aprecia por la sombra que proyecta la farola y las figuras humanas (Fig. 4).

Figura 4. Una plaza animada en París.

No es de extrañar que Pallarés ambientara muchas de sus escenas en un paisaje tan emblemático de la capital francesa, como es la plaza de la ópera de París, como ocurre en su óleo Paseo por París. Teatro de la Ópera. La Ópera Garnier, también conocida como Palacio Garnier u Ópera de París, es uno de los edificios más característicos del IX Distrito de París y del paisaje urbano de la capital francesa. Napoleón III ordenó su construcción al arquitecto Charles Garnier, quien lo diseñó en Estilo Imperio. Desde su inauguración en 1875, la ópera fue llamada oficialmente Academia Nacional de Música-Teatro de la Ópera. Conservó su título hasta 1978, cuando fue renombrada Teatro Nacional de la Ópera de París.

En esta composición aparece la niña del mismo cuadro anterior: de la misma edad y el mismo atuendo; solo hay una diferencia y es que lleva en su mano derecha un bolsito y en el cuadro anterior llevaba un perro. La niña se hace acompañar por dos damas muy bien vestidas que se acercan a una vendedora de flores. En planos posteriores, se advierten viandantes y un coche de caballos en el que va una dama. Otra vez aparece el suelo mojado y celajes nublados. La farola que aparece a la derecha de la composición, todavía se conserva en la actualidad. Colores variados: marrones, grises, negros y amarillos (Fig. 5).

Figura 5. Paseo por París. Teatro de la Ópera.

En Paseo por los Campos Elíseos aparecen ocho niños de ambos sexos que están localizados en distintos planos de esta composición. Aparecen también dos cabras que tiran de un pequeño carruaje y paseantes adultos. La escena principal la ocupa un niño de unos diez años de edad que conduce a las cabras; lleva pantalón largo, gorra y chaqueta, así como un palo en su mano derecha que le va a servir para jalear a los animales. El coche está ocupado por tres niños de unos seis o siete años con actitudes un tanto risueñas y animadas. A la derecha, aparece una niña adolescente que está de pie y vende flores. Al fondo, se ven otros niños entre la multitud y una vendedora de globos. Los cuerpos de las figuras presentan características armónicas. La composición sigue el patrón del pintor y aparecen los fondos característicos: los jardines, la calzada, el paseo, las casas y los celajes. El cuadro está pleno de colores cálidos y fríos (Fig. 6).

Figura 6. Paseo por los Campos Elíseos.

En Escena galante, aparecen la figura de un adulto y la de una niña. Al parecer están en un salón en donde un profesor de baile enseña a una pequeña a bailar. La niña puede tener unos cinco o seis años y lleva un rico vestido a la usanza dieciochesca, con amplios pliegues y adornos, al igual que el caballero que le acompaña que viste un elegante casacón. Los detalles anatómicos están bien conseguidos en ambas figuras y adoptan una actitud de complacencia: como si estuviesen a punto de iniciar una danza. La niña eleva su vestido ligeramente con su mano derecha y tiende hacia el caballero su mano izquierda. Colores azules, blancos y marrones, preferentemente. Se trata de una acuarela sobre papel de 66 por 50 cm (Fig. 7).

Figura 7. Escena galante.

La Alegoría al cante es otra obra de parecidas características a la anterior. Esta composición es parte de una obra de mayor tamaño, en la que se incluye otra figura de la que se observa la mano en la parte izquierda de la acuarela. Es una escena interior, en la que se observa a una dama que parece que está impartiendo una lección de piano a una niña que puede tener aproximadamente seis o siete años de edad. La niña permanece sentada y con las manos en el teclado. Su mirada está centrada en el instrumento y, al parecer, lo hace con gusto. Los cuerpos representados son debidamente proporcionados, el pelo de la niña es una amplia cabellera y el pelo de la mujer está recogido. Los vestidos son de amplios pliegues. El ambiente está sobrecargado de adornos, ventanales y vegetación, y la escena se representa sobre una gran alfombra. La obra completa permite ver, a través del ventanal, un castillo y un jardín. Se trata de una acuarela sobre papel de 66 por 50 cm (Fig. 8).

Figura 8. Alegoría al cante (detalle).

Bibliografía

– Joaquín Pallarés. Wikipedia. Consultado en enero de 2021. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Joaqu%C3%ADn_Pallar%C3%A9s.

– García Guatas M. Joaquín Pallarés. 1853-1935. Caja Rural del Jalón. Zaragoza, 1993.

– Pantorba B. Historia y crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en España. 1948. Madrid, 1980.

– García Loranca A, García-Rama, JR. Pintores del siglo XIX. Aragón, La Rioja, Guadalajara. Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y La Rioja. Zaragoza, 1992.

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