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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº3 – ABRIL-MAYO 2021

Micosis cutáneas

M. Roncero Riesco, R. García Castro
Temas de FC


M. Roncero Riesco, R. García Castro

Servicio de Dermatología MQ y Venereología. Complejo Asistencial Universitario de Salamanca (CAUSA)

Resumen

Las micosis cutáneas superficiales (MCS) son infecciones fúngicas que afectan a capas superficiales de la piel y anejos. Son muy frecuentes en la edad pediátrica, tanto en la infancia temprana (p. ej.: dermatitis del pañal por Cándida albicans) como en la adolescencia (p. ej.: pitiriasis versicolor por Malassezia globosa). Entre las dermatofitosis, Trichophyton rubrum es el principal responsable; no obstante, dado que en la infancia, la más frecuente es la tiña capitis, cobra mayor importancia Microsporum canis. El diagnóstico de la mayoría de estas entidades es clínico. El cultivo microbiológico ofrece un diagnóstico de certeza. La mayoría de las MCS responden a tratamiento tópico con antifúngicos, excepto la tiña capitis y las onicomicosis extensas que requieren tratamiento oral.

 

Abstract

Superficial cutaneous mycoses (SCM) are fungal infections that affect the upper and outer layers of the hair, nail and skin. They are very common in children, both in early childhood (e.g.: diaper dermatitis, Candida albicans) and adolescence (e.g.: pityriasis versicolor, Malassezia globosa). Among dermatophytoses, Trichophyton rubrum is the most frequently involved agent. However, given that the most common entity in childhood is tinea capitis, Microsporum canis becomes more important. The diagnosis of most of these entities is clinical. Microbiological culture offers a confirmed diagnosis. Most of SCM respond well to topical antifungal therapy; nevertheless, tinea capitis and extensive onychomycosis require oral treatment.

 

Palabras clave: Cándida spp.; Dermatofitos; Tiña; Antifúngicos; Griseofulvina.

Key words: Candida spp.; Dermatophytes; Tinea; Antifungal therapy; Griseofulvin.

 

Pediatr Integral 2021; XXV (3): 146 – 154

 


Micosis cutáneas

Introducción

Las micosis cutáneas superficiales (MCS) son infecciones fúngicas que afectan a capas no profundas de la piel y anejos.

Se denomina micosis a las enfermedades infecciosas producidas por hongos, no siendo exclusivas del ser humano. Pueden afectar a todo el organismo, aunque el objetivo de este artículo es revisar la etiología, manifestaciones, diagnóstico y tratamiento de las micosis exclusivamente cutáneas. Nos referimos a micosis cutáneas, cuando hablamos de infecciones fúngicas que afectan a la piel y anejos (pelo y uñas)(1-3).

Se clasifican en micosis cutáneas: superficiales, profundas y sistémicas. Las micosis superficiales son las más frecuentes y se producen por colonización, sobrecrecimiento o infección del estrato córneo de la piel, queratina del pelo y uñas, o de mucosas. No traducen necesariamente una alteración inmunológica, pues aparecen también en individuos sanos. Incluyen: candidiasis, pitiriasis versicolor y dermatofitosis (tiñas), entre otras. Las micosis profundas conllevan implicación del tejido celular subcutáneo, con o sin afectación dermo-epidérmica. La mayoría se preceden de la inoculación traumática del hongo patógeno, estando su origen en el suelo o plantas, y son más raras en nuestro medio, al predominar en climas tropicales(2,4,5). De éstas, la más frecuente en nuestro país es la esporotricosis. Las micosis sistémicas implican diseminación hematógena y afectación multiorgánica (p. ej.: aspergilosis y criptococosis), con posible afectación cutánea. Aparecen más frecuentemente en individuos inmunodeprimidos (p. ej.: trasplantados, pacientes oncológicos, etc.).

Trataremos las micosis cutáneas superficiales (MCS) por ser las más frecuentes y de mayor interés para la Pediatría en Atención Primaria.

Epidemiología

Las MCS son muy frecuentes en la edad pediátrica, por factores predisponentes como el uso de pañal en los primeros años de vida o el fácil contagio de las dermatofitosis en la edad escolar.

Las MCS no son exclusivas de la edad pediátrica, pues aparecen también en adultos y ancianos. Su prevalencia oscila entre el 20-25% de la población mundial(6). No obstante, se trata de una patología frecuente en la edad pediátrica, tan consultada en Atención Primaria de Pediatría como otras, como: verrugas víricas (infección por el virus del papiloma humano [VPH]), molluscum contagiosum o infestaciones como la escabiosis. Aunque no suponen un riesgo vital, desde el punto de vista médico, su contagiosidad entre humanos y desde fómites o animales, las convierte en un reto diagnóstico y terapéutico prevalente.

Existen múltiples factores individuales predisponentes para su aparición. Entre ellos destacan: estados de inmunosupresión (p. ej.: infección por VIH, corticoterapia prolongada, quimioterapia…), diabetes mellitus, antibioterapia, obesidad o existencia de una dermatosis previa (p. ej.: dermatitis irritativa del pañal). Existen, además, factores ambientales contribuyentes como: el calor, la humedad (que condiciona la maceración), la utilización de ropa oclusiva o una deficiente higiene corporal(2,3). Un ambiente epidemiológico favorable para el contagio (p. ej.: colegios) y el contacto con animales (p. ej.: perros, gatos, conejos, etc.) ayudan a orientar la sospecha diagnóstica.

En la infancia, los hongos están muy presentes, desde la dermatitis irritativa del pañal, frecuentemente sobreinfectada por Cándida spp. a las tiñas capitis, que son la dermatofitosis más frecuente de la edad pediátrica. La edad supone un factor determinante, pues existe la teoría de que los ácidos grasos del sebo producido a partir de la pubertad podrían tener propiedades fungistáticas, posiblemente previniendo la aparición de MCS en edades posteriores.

Etiología

En nuestro medio, las levaduras causantes de MCS más frecuentes son del género Cándida spp. o Malassezia spp. De forma general, el dermatofito más común es Trichophyton rubrum, superado solo en la infancia por Microsporum canis.

Las MCS están causadas por levaduras o por dermatofitos.

Levaduras: son organismos normalmente saprófitos (oportunistas), pero que, bajo ciertas condiciones favorables (p. ej.: humedad) y convertidos en su forma filamentosa, son patógenos. Destacan el género Malassezia spp. (también conocido como Pityrosporum spp.) y Cándida spp.

Dermatofitos(3): son hongos patógenos primarios, filamentosos y sin forma colonizadora, con actividad queratinasa. Esto significa que se alimentan de queratina; de ahí, su apetencia por el pelo, piel y uñas, tanto de hombres como animales. Producen, clínicamente, las llamadas dermatofitosis o tiñas (Fig. 1).

Figura 1. Tiña pseudoimbricata: placas eritemato-parduzcas de crecimiento centrífugo, con un borde de avance evidente. La tiña imbricata, que lleva su nombre por su aspecto, es más frecuente en el sudeste asiático y su principal responsable es T. concentricum. No obstante, en nuestro medio, y como pudimos demostrar por cultivo en este paciente, el agente responsable fue: T. rubrum. Por la extensión del cuadro, se combinaron tratamiento tópico y oral.

Se clasifican según el origen de la infección y su hábitat natural (Tabla I).

 

Taxonómicamente, se clasifican en 3 géneros (Tabla II).

Clínica

La pitiriasis versicolor está causada por Malassezia globosa. El género más frecuentemente responsable de candidiasis es Cándida albicans. La tiña capitis es la dermatofitosis más frecuente en la infancia y su principal responsable el Microsporum canis, tanto en las tonsurantes como en las inflamatorias.

MCS por levaduras

Dentro de este grupo, las más frecuentes en la infancia son la pitiriasis versicolor y la candidiasis:

Pitiriasis versicolor: es una infección asintomática que afecta a adolescentes y adultos jóvenes. Está producida por diversas especies del género Malassezia spp., siendo M. globosa la especie más frecuentemente causante de esta patología en España. Otra muy frecuente es la M. furfur o también llamada Pityrosporum ovale. Son hongos lipofílicos, con apetencia por las zonas seborreicas de piel.

La clínica consiste en máculas anaranjadas-pardas (generalmente hiperpigmentadas en pieles claras e hipopigmentadas en pieles oscuras), con escamas finas desprendibles con el rascado (signo de la uñada) (Fig. 2).

Figura 2. Pitiriasis versicolor. Izquierda: máculas rosadas con descamación fina en cara lateral de cuello en una adolescente. Derecha: máculas hipocrómicas (hipopigmentación) en región facial de un niño de piel oscura. Se diferencia del vitíligo, que tendría manchas acrómicas.

Cuando curan pueden dejar una hipopigmentación residual de meses de duración. Esta se debe a que el hongo posee una enzima capaz de inhibir temporalmente la síntesis de melanina(7,8).

Candidiasis: es la micosis más frecuente en la infancia. Las formas cutáneas y mucosas leves se deben a un sobrecrecimiento del género más frecuente de esta levadura oportunista, C. albicans, bajo ciertas condiciones favorables: calor y humedad en la zona del pañal, alteración de flora vaginal por la toma de antibióticos, inhalación de corticoides en mucosa oral (muguet), etc. Las formas graves o diseminadas, tanto al nacimiento como durante la infancia al completo, obligan a descartar inmunodeficiencias primarias (p. ej.: candidiasis mucocutánea crónica) o secundarias (p. ej.: VIH, neoplasias y quimioterapia).

MCS por dermatofitos. Tiñas

Se clasifican topográficamente en(2,7,8):

Tiña capitis: es la más frecuente en la infancia(3,9). La infestación por el hongo produce una o varias placas de alopecia (Fig. 3) (Tabla III).

Figura 3. Izquierda: placas alopécicas con pelos rotos (tiña tonsurante). Derecha: placa alopécica única, empastada y con pústulas (querion de Celso) que supura a la presión (signo de la espumadera); el paciente presentaba adenopatías occipitales dolorosas.

Las tiñas tonsurantes reciben su nombre por recordar a la clásica calva que portaban algunos monjes en la coronilla. Cuando hablamos de querion, nos referimos a una placa inflamatoria.

El principal responsable es M. canis. Aunque la forma clínica pueda orientar respecto al agente etiológico, esta depende realmente del tipo de parasitación que sufra el pelo por el hongo (externa o ectotrical, más frecuente por Microsporum spp.; interna o endotrical, más frecuente por Trichophyton spp.) y la respuesta inflamatoria de cada individuo, que es variable. Por ello, la confirmación del agente etiológico debe ser microbiológica.

Son factores de riesgo: sexo masculino, contacto con animales (que pueden ser incluso portadores asintomáticos) o con otros niños infectados, así como compartir utensilios de peluquería infectados (fómites).

Tiña faciei: muy frecuente en la edad pediátrica.

Tiña corporis: las lesiones tienen característicamente un aspecto anular o arciforme, pues crecen de manera centrífuga, a medida que el dermatofito se alimenta de la queratina disponible (Fig. 4.izquierda). En caso de afectación del folículo piloso (forma profunda), reciben el nombre de granuloma de Majocchi, siendo esta forma típica de niñas adolescentes y mujeres, en piernas, tras el inicio de la depilación (Fig. 4.derecha).

Figura 4. Izquierda. Tiña corporis: placa eritemato-rosada en región pectoral izquierda de una niña de 5 años. Destaca la morfología arciforme y anular, en anillos concéntricos. Derecha. granuloma de Majocchi: placa rosada redondeada con pústulas en pierna de una adolescente (zona pilosa).

Tiña cruris: afecta a los pliegues corporales, siendo especialmente frecuente en los pliegues inguinales y en la raíz proximal de muslos. Aparece más en varones adolescentes y adultos jóvenes, deportistas, con exceso de sudoración y por utilización de ropa ajustada.

Tiña pedis: es probablemente la dermatofitosis más frecuente de forma general en la población general, seguramente infradiagnosticada, pues responde muy bien a tratamiento tópico, con fácil resolución y sin necesidad de pruebas microbiológicas de confirmación. Existen varias formas: crónica intertriginosa (característicamente afectando al 3º o 4º espacio interdigital, conocida como pie de atleta y la más frecuente); crónica hiperqueratósica (en mocasín, afectando a planta del pie y bordes laterales); y aguda dishidrosiforme (vesiculosa, típicamente unilateral).

Tiña manuum: es generalmente unilateral. Conviene descartar tiña pedis contralateral, dada la posible autoinoculación por rascado, así como contacto físico con animales.

Tiña unguium: la palabra onicomicosis hace referencia a la infestación de la unidad ungueal por hongos y no exclusivamente por dermatofitos. La forma subungueal distal es la más frecuente, presentando hiperqueratosis subungueal con o sin onicolisis. Otras (p. ej.: forma distrófica total, leuconiquia, etc.) son más raras en la infancia.

Tiña incognito: hace referencia a una dermatofitosis tratada con inmunosupresores tópicos (p. ej.: corticoides, tacrolimus…), modificando su aspecto, con una menor expresión clínica por desaparición del componente inflamatorio. Es precisa una alta sospecha diagnóstica.

Tiña negra (Fig. 5): es poco frecuente en nuestro medio y está causada por Hortaea werneckii. Se contagia por contacto con el medio acuoso salino. Se manifiesta como máculas hiperpigmentadas oscuras o negras, bien delimitadas, no inflamatorias y asintomáticas, que afectan predominantemente a las palmas de las manos(10).

Figura 5. Tiña negra. Niña de 3 años consultaba por una mácula oscura en palma de mano derecha, próxima a la eminencia tenar, de meses de evolución y asintomática. A la dermatoscopia, se observaban estructuras filamentosas oscuras y finas, en superficie, reflejo de la presencia del hongo en el estrato córneo. El cuadro resolvió con la aplicación de un antifúngico tópico.

Existen otras formas (p. ej.: tiña barbae), aunque son infrecuentes en este rango de edad.

Diagnóstico y diagnóstico diferencial

La clínica puede ser muy sugestiva. El diagnóstico de confirmación debe ser microbiológico, al menos, mediante la demostración en un examen directo (KOH) de las estructuras fúngicas e, idealmente, mediante cultivo para determinar género y especie.

El diagnóstico se basa en la sospecha clínica y en la demostración del hongo causante (Tabla IV).

Diagnóstico clínico

Además de las características clínicas de la lesión, disponemos de una lámpara que emite luz ultravioleta (luz de Wood, longitud de onda de 365 nm), y gracias a la producción de metabolitos por el hongo (p. ej.: pteridina en el género Microsporum spp.), dicha radiación es absorbida y emitida en forma de fluorescencia. Esta será(3,7,9):

Negativa, para Epidermophyton spp. y la mayoría de Trichophyton spp.

Verdosa-azulada, característica en Microsporum spp. (Fig. 6A).

Figura 6A. Luz de Wood. La infestación del pelo en varias placas alopécicas de un niño con tiña capitis tonsurante por M. canis, reveló una fluorescencia verde azulada. Cortesía del Dr. M. Medina Migueláñez.

Amarillenta-anaranjada, característica en Malassezia spp.

Demostración microbiológica

La toma de la muestra debe realizarse sin haber aplicado tratamiento tópico o recibido tratamiento oral previos. Deben suspenderse, al menos, con 3 semanas de antelación. En tiñas capitis, se realiza una tracción manual o con pinzas de los pelos, que se desprenderán fácilmente; si existe exudación, se recogerá con torunda estéril, y si hay escamas, debe realizarse un raspado con bisturí o mediante curetaje. Para tiñas en piel, la muestra debe proceder idealmente del borde de la lesión (habitualmente, más activo y descamativo), mediante raspado. Para las uñas, se realiza un raspado de la tabla ungueal y, si existe perionixis, se tomará también muestra del exudado con torunda. Para la obtención de escamas, se puede utilizar cinta adherente (cello-tape) (p. ej.: útil en la pitiriasis versicolor) o incluso un cepillo dental, que permite el cultivo por improntas(11).

Una vez realizada la toma, podremos optar por:

Examen directo: es rápido y económico(12). Sobre un portaobjetos y para su posterior visualización al microscopio óptico, se añade hidróxido potásico (KOH) al 10-40% (según la rapidez deseada) a la muestra, debido a su poder queratolítico (deshace la queratina del pelo y escamas). Este no altera la morfología del hongo, protegido gracias a la quitina de su pared. A esta mezcla, se añade también tinta Parker o azul de lactofenol, para teñir las estructuras fúngicas. Se deja secar al aire o se acelera el proceso mediante un mechero Bunsen. Los hongos son visibles bajo una óptica de entre x10 (para su localización) y x40 (confirmación) aumentos. Aunque la técnica permite confirmar la presencia de infección micótica, es difícil para el ojo inexperto identificar, ante la presencia de hifas y por sus características (p. ej.: grosor de la pared, presencia de septos, etc.), las especies de los dermatofitos. Por ello, el examen directo es útil si existe duda diagnóstica, pero debe complementarse con el cultivo.

En la observación microscópica de los pelos, si las esporas son interiores, se clasificará como tiña endotrix (más frecuente por Trichophyton spp.) y si son externas se denominará ectotrix (más frecuente por Microsporum spp.). Para teñir las levaduras, se pueden utilizar también: azul de metileno, tinción de Gram, Giemsa, PAS o Gomori. En el caso de Malassezia spp., se observan filamentos cortos entremezclados con elementos levaduriformes, redondeados, dando una imagen típica en “espaguetis y albóndigas” (Fig. 6B).

Figura 6B. Examen directo. Izquierda: parasitación de un tallo piloso en su zona externa por estructuras redondeadas y azuladas, ectotrix, más frecuente por M. canis. Derecha: imagen en espaguetis (estructuras filamentosas) y albóndigas (estructuras redondeadas)*.

Cortesía del Dr. N. Segurado Tostón.

Cultivo: el medio más utilizado es el agar Sabouraud con cloranfenicol y cicloheximida, pues inhiben el crecimiento de flora bacteriana y fúngicas contaminantes. Deben incubarse largo tiempo (hasta 30 días a 30°C), ya que los dermatofitos tardan en crecer. Cuando lo hagan, algunas características, como la forma y el color de las colonias, orientan sobre el posible agente etiológico; pero debe realizarse el examen microscópico directo, para encontrar estructuras características e intentar llegar a la identificación del género y la especie.

Por otro lado, las levaduras tienen un crecimiento más rápido, habitualmente en 24-48 horas. Además, existen medios de cultivo diferenciales con cromógenos que facilitan la identificación de especies.

Las especies del género Malassezia spp., altamente lipofílicas, no crecen en estos medios generales para hongos(3,11,13).

Otras pruebas: se pueden emplear técnicas moleculares (ampliación por PCR de ADN de los hongos), aunque raramente están disponibles. Y, por otro lado, los estudios de sensibilidad a antifúngicos están indicados en casos de mala respuesta terapéutica, siendo el método más aceptado, el medio de cultivo líquido que emplea diluciones progresivas de antifúngicos.

La biopsia cutánea está especialmente indicada para las micosis profundas, para su análisis histopatológico, aunque también es posible cultivar un fragmento de la biopsia.

Diagnóstico diferencial

Por el frecuente aspecto eritematodescamativo de las lesiones, debe incluir, entre otros: eczemas de contacto o psoriasis (tiña manuum), pitiriasis rosada de Gibert o dermatitis atópica (tiña corporis), alopecia areata o dermatitis seborreica (tiña capitis). En otras localizaciones (p. ej.: pliegues), debe plantearse el diagnóstico diferencial con una psoriasis inversa.

Tratamiento y prevención(2,7,8,14-18)

La mayoría de MCS responden a tratamiento tópico con antifúngicos. La tiña capitis y la afectación de >1/3 de la lámina ungueal son indicaciones de tratamiento antifúngico oral.

La curación espontánea de las MCS es infrecuente, por lo que la mayoría de pacientes precisarán tratamiento. Es importante añadir al tratamiento farmacológico las precauciones oportunas para reducir la transmisión por fómites y entre personas: evitar el intercambio de ropa de baño o deportiva (p. ej.: tiña cruris), peines (p. ej.: tiña capitis), cortaúñas (p. ej.: tiña unguium) y zapatillas de baño (p. ej.: tiña pedis).

La elección de un tratamiento tópico u oral se realizará valorando la clínica y el riesgo-beneficio. Podemos guiarnos por las siguientes recomendaciones generales:

Tópico: indicado en lesiones limitadas, superficiales, en pacientes inmunocompetentes, como tratamiento profiláctico o adyuvante al tratamiento oral. La posología tópica suele ser de 1-2 aplicaciones diarias hasta la resolución clínica (aproximadamente 3 semanas). Habitualmente se recomienda continuar el tratamiento 1 semana más tras la curación, para evitar recidivas. Es importante incluir 1-2 cm de piel sana perilesional en la aplicación del antifúngico. La formulación (p. ej.: cremas, solución, champú, etc.) dependerá de la zona a tratar y de la facilidad de aplicación. Es cuestión de familiarizarse con las mismas y sus nombres comerciales, pues la mayoría están disponibles en varios de los formatos (p. ej.: ketoconazol).

El tratamiento tópico de las onicomicosis debe plantearse en casos con afectación de un escaso número de uñas, especialmente si la afectación es distal (la más frecuente) y con implicación de < 1/3 de la lámina ungueal. En este caso, se aplicarán en forma de laca ungueal hasta la resolución.

Oral: indicado en lesiones extensas, inflamatorias, hiperqueratósicas, en zonas pilosas y en pacientes inmunodeprimidos. Tanto las onicomicosis con afectación de >1/3 de la lámina ungueal, y especialmente si afectan la zona proximal, así como la tiña capitis, precisarán necesariamente desde el diagnóstico, tratamiento oral en pauta prolongada. Para la instauración de un tratamiento oral, es altamente recomendable tener una confirmación microbiológica previa que, además, puede orientar el fármaco a elegir.

En la edad pediátrica, encontramos especial dificultad para el tratamiento, por la limitación que supone la edad para algunos fármacos en su toma por vía oral. En su forma tópica, la mayoría se consideran seguros. Los antifúngicos más empleados son:

Derivados azólicos o azoles. Son antifúngicos de amplio espectro (cubren dermatofitos, Malassezia spp. y Cándida spp.). Los clásicos (imidazoles, p. ej.: ketoconazol), administrados por vía oral, son moderadamente hepatotóxicos (interaccionan con el citocromo P-450). Los modernos (triazoles, p. ej.: itraconazol, fluconazol) nacieron con la promesa de ser menos hepatotóxicos y producir un menor bloqueo de la síntesis de esteroides, permitiendo un manejo más seguro en su uso por vía oral. Por ello, el ketoconazol por vía oral está en desuso. En ficha técnica, no se recomienda el uso de itraconazol en niños a no ser que los beneficios superen los riesgos, aunque es posible utilizarlo; y el fluconazol se considera seguro incluso en neonatos. Por ello, el fluconazol se considera el derivado azólico de primera elección en la infancia, tanto para candidiasis (cubre C. albicans y C. krusei, pero no C. glabrata) como para dermatofitosis. La pauta es variable, acorde con el diagnóstico, y está recogida en ficha técnica.

Alilaminas. Son similares a los azoles, sin ser hepatotóxicas (no utilizan la vía P-450) y tienen muy buena absorción por vía oral. El mayor representante de este grupo es la terbinafina. Es muy eficaz por vía oral frente a dermatofitos, pero no cubre Cándida spp. ni Malassezia spp. No obstante, en su forma tópica, sí cubre los 3 géneros. En ficha técnica, se especifica que la experiencia en niños es limitada y su utilización no puede recomendarse. Aun así, se considera una opción válida y segura en la infancia.

Griseofulvina. Es eficaz frente a dermatofitos por vía oral, pero ineficaz contra Cándida spp. y Malassezia spp., al igual que la terbinafina. Es el antifúngico de elección para la tiña capitis en la infancia. Se administra por vía oral y es seguro en la infancia. El mayor problema en nuestro país es su obtención, pues no está comercializado, debe formularse, resulta difícil encontrarlo y es costoso económicamente.

Derivados de la piridona: ciclopiroxolamina. Es un fungicida, antibacteriano y antiinflamatorio con acción de amplio espectro: cubre dermatofitos, Cándida spp. y Malassezia spp. Es de uso tópico.

Dietilmorfolinas: amorolfina. Se presenta en forma de laca ungueal al 5% con una posología de fácil cumplimiento: 1 aplicación semanal. Es de utilidad en el tratamiento de las onicomicosis distales, y cubre tanto dermatofitos como Cándida spp.

Antibióticos poliénicos: nistatina. Se emplea para tratar candidiasis, pero no es efectivo contra dermatofitos. Es de uso tópico.

Presentamos una propuesta de algoritmo de tratamiento de las MCS, según las recomendaciones más actuales (Tabla V).

Función del pediatra en Atención Primaria

• Conocer la presentación más frecuente de las MCS para tener una alta sospecha clínica.

• Detectar factores predisponentes para poder realizar una correcta prevención primaria.

• Desarrollar la habilidad de tomar muestras microbiológicas, previa retirada de tratamiento tópico u oral en las 3 semanas previas.

• Derivar aquellas MCS que, habiendo instaurado tratamiento tópico con antifúngicos, no presenten la mejoría esperada tras un mes de tratamiento.

• Remitir desde el inicio algunas entidades, por las implicaciones pronósticas que tienen: tiña capitis inflamatorias (alopecia cicatricial), onicomicosis extensas (efectos secundarios del tratamiento oral prolongado).

Conclusiones

• Las micosis cutáneas superficiales (MCS) son una patología muy frecuente en la edad pediátrica, por la existencia de factores predisponentes individuales (p. ej.: humedad y oclusión en la zona del pañal) y/o ambientales (p. ej.: contacto con animales domésticos, colegios, etc.).

• Su diagnóstico clínico no suele ser complicado, salvo excepciones (p. ej.: tiña incógnito). Resulta, en ocasiones, más complicado (p. ej.: dermatofitosis) el diagnóstico etiológico, pues depende de una correcta recogida de la muestra para su estudio, así como de un prolongado proceso de cultivo e identificación de géneros y especies.

• En cuanto a las levaduras, en la infancia temprana, la dermatitis del pañal (Cándida albicans) es probablemente la más frecuente. Por otro lado, en la adolescencia, predomina la pitiriasis versicolor (Malassezia globosa). Ambas suelen responder de manera óptima a tratamiento tópico.

• Entre las dermatofitosis, la tiña capitis es la más frecuente en la infancia; además, es de las pocas MCS que precisan necesariamente, de entrada, la instauración de un tratamiento antifúngico oral. Puede presentarse como una o varias placas alopécicas, con pelos rotos (tonsurante) o pústulas y supuración (querion). En cualquier caso, su principal responsable es Microsporum canis y el tratamiento de elección es la griseofulvina. En España, es difícil encontrarla; afortunadamente, la terbinafina ha demostrado ser una opción válida, eficaz y segura en la infancia.

Bibliografía

Los asteriscos muestran el interés del artículo a juicio de los autores.

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Revisión sistemática muy reciente del tratamiento de la tiña capitis en la infancia, la dermatofitosis más frecuente en este rango de edad.

 

Caso clínico

 

Niña de 4 años, sin alergias medicamentosas ni otros antecedentes de interés conocidos, consulta tras 3 semanas de tratamiento con ketoconazol champú pautado por su pediatra bajo la sospecha de dermatomicosis, sin haber presentado mejoría. La madre no recuerda episodios previos similares y las lesiones se iniciaron en la zona del mentón, sin haberse percibido vesiculación (Fig. 7).

Figura 7.

No refieren fiebre, y el cuadro parece no acompañarse de clínica sistémica. Los padres, convivientes en el domicilio, niegan tener lesiones cutáneas, pero un primo y su hermano han sido diagnosticados de tiña. Recuerdan un posible contacto con perros y gatos, y de hecho, uno de ellos presentaba un parche alopécico.

A la exploración física, se objetivan múltiples placas eritemato-costrosas y descamativas, con alguna pústula y costras melicéricas, cerca de la línea de implantación del pelo (frontal derecha), rama mandibular derecha, mentón y ceja izquierda. No hay lesiones en pliegues axilares ni inguinales, ni en huecos antecubitales ni poplíteos y las 20 uñas están respetadas.

 

 

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