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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº3 – ABRIL-MAYO 2021

Caso clínico MIR. Haz tu diagnóstico.
Gran masa abdominal como hallazgo casual en escolar de 9 años

L. Murcia Clemente*, E. Gil Sarrión*, V. Viseras Ruíz*, R. Vázquez Gomis**.
El Rincón del Residente


Coordinadores:

R. Vila de Frutos*, L. García Espinosa**, M. García Boyano**, S. Criado Camargo**
*Residente de Pediatría del Hospital Universitario Infantil Niño Jesús. Madrid. **Residentes de Pediatría del Hospital Universitario Infantil La Paz. Madrid.

Autores:

L. Murcia Clemente*, E. Gil Sarrión*, V. Viseras Ruíz*, R. Vázquez Gomis**.
*Médico Interno Residente, Servicio de Pediatría. **Médico Adjunto, Servicio de Pediatría. Hospital General Universitario de Elche. Alicante


El Rincón del Residente es una apuesta arriesgada de Pediatría Integral. No hemos querido hacer una sección por residentes para residentes. Yendo más allá, hemos querido hacer una sección por residentes para todo aquel que pueda estar interesado. Tiene la intención de ser un espacio para publicaciones hechas por residentes sobre casos clínicos, imágenes y revisión bibliográfica.
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Presentamos el caso de un escolar de 9 años con hallazgo casual en la exploración de una masa abdominal gigante, de consistencia dura y que sobrepasa línea media, localizada en hipocondrio izquierdo. No asocia síntomas constitucionales ni digestivos. Se plantea el diagnóstico diferencial con: neoplasias, tumores benignos, patología infecciosa y quistes abdominales.


Pediatr Integral 2021; XXV (3): 157.e1 – 157.e9


Caso clínico MIR. Haz tu diagnóstico.
Gran masa abdominal como hallazgo casual en escolar de 9 años

Caso clínico

Anamnesis

Escolar varón de 9 años de edad, remitido a consultas externas de digestivo infantil por detección casual en la consulta de rehabilitación, de una masa abdominal. Desde dicha consulta, donde lo seguían por pies planos e hiperlordosis lumbar, referían en la exploración de la columna vertebral, hallazgo casual de distensión abdominal marcada, motivo por el cual deciden enviar a digestivo para estudio.

En la anamnesis, durante la visita, la madre refería la distensión como habitual, más marcada durante el último año y acompañada de meteorismo. Estreñimiento habitual con deposiciones tipo 1 de Bristol, cada dos o tres días, sin vómitos ni otra clínica digestiva. No presentaba: fiebre, cuadro catarral, ni pérdida de peso. Sin viajes recientes ni contacto con animales.

Exploración física

A la exploración física en la consulta, presentaba un peso de 25,5 kg (p31) y una talla de 135 cm (p75). Temperatura de 36,5ºC, y tensión arterial: 100 (p48)/56 (p36) mmHg. Tenía un buen estado general, normocoloreado, sin exantemas ni petequias y con buena perfusión. A nivel del abdomen, se palpaba una masa de consistencia dura, en hipocondrio izquierdo, no dolorosa a la palpación, pero que cruzaba línea media, y con un tamaño aproximado de 10 cm. En el resto del abdomen, sin hepatomegalia, defensa ni otros signos de irritación peritoneal. Se encontraba eupneico, sin signos de dificultad respiratoria. La auscultación cardiopulmonar mostraba ritmo cardíaco rítmico, sin soplos significativos y con buena entrada y salida de aire bilateral, sin extrarruidos. No adenopatías laterocervicales, axilares ni inguinales. A nivel neurológico, la exploración era adecuada a la edad.

Antecedentes personales

Embarazo controlado de curso normal, con un parto pretérmino (35+1 semanas). Precisó ingreso en sala general de neonatología, por taquipnea transitoria del recién nacido. En seguimiento posterior, en consultas de Neonatología y Neuropediatría por retraso psicomotor, con resonancia magnética nuclear compatible con leucomalacia periventricular, siendo dado de alta a los 6 años, por adecuada evolución neurológica.

Calendario vacunal al día y sin reacciones adversas a medicamentos, ni otros antecedentes de interés.

Antecedentes familiares

Sin interés.

Pruebas complementarias

Tras los hallazgos descritos en la exploración, se realizó ecografía abdominal en la consulta de digestivo infantil, objetivándose una gran masa abdominal en hipocondrio izquierdo, de aspecto homogéneo, mayor de 10 x 10 cm, sin afectación hepática, renal ni ascitis, pero sin poder delimitar el origen ni la etiología de la lesión (Fig. 1), motivo por el que se decidió derivar a urgencias pediátricas para su ingreso y estudio con pruebas complementarias.

Figura 1. Ecografía abdominal con masa gigante.

Ingresado en sala general de escolares, se realizó sedimento de orina con resultado normal y analítica sanguínea con hemograma: hemoglobina: 12,6 mg/dL; hematocrito: 35,8%; leucocitos: 6040/μL (neutrófilos: 54%, linfocitos: 27%); y plaquetas: 159.000. En la bioquímica, parámetros renales normales con: GOT: 31 U/L; GPT: 19 U/L; GGT: 15 U/L; amilasa: 80 U/L; y lactato deshidrogenasa: 205 U/L. Coagulación e iones normales. Entre los marcadores tumorales, se obtuvo un antígeno carcinoembrionario (CEA) normal y un Ca 19.9 de 153 U/mL (valores de referencia 0-39 U/mlL) y Ca 125 de 60 U/mL (valores de referencia 0-35 U/mL), ambos elevados.

Serología con: rubéola, sarampión, parotiditis y varicela zóster IgG positivas y parvovirus B19, hepatitis A, B y C, citomegalovirus y virus Epstein Barr negativas.

Se ampliaron pruebas de imagen, realizándose resonancia magnética abdominal con contraste, donde se objetiva gran lesión quística en hemiabdomen izquierdo, con contornos lobulados y septos internos, sin realce tras la administración de contraste intravenoso, de 16 cm x 14 cm de eje oblicuo en plano axial, que parece depender del bazo (Figs. 2 y 3).

Figura 2. Resonancia magnética nuclear con contraste en secuencia T1, con masa gigante que no capta el contraste.

Figura 3. Resonancia magnética nuclear con contraste en secuencia T2.

1. Con las pruebas realizadas, ¿cuál es el diagnóstico de sospecha que nos planteamos en este paciente?

a. Hemangioma esplénico.

b. Absceso abdominal.

c. Quiste hidatídico.

d. Quiste esplénico congénito.

e. Neuroblastoma.

Ver comentario pregunta 1

2. Ante la sospecha de un quiste esplénico gigante, con las pruebas analíticas y de imagen, ¿cuál sería el tratamiento adecuado para nuestro paciente?

a. Esplenectomía total.

b. Resección del quiste, intentando conservar el bazo remanente.

c. Tratamiento conservador, realizando controles periódicos con pruebas de imagen.

d. Drenaje percutáneo.

e. Tratamiento conservador, iniciando antibioterapia profiláctica para evitar complicaciones infecciosas.

Ver comentario pregunta 2

3. Nuestro paciente se sometió a una cirugía de resección del quiste, intentando conservar el bazo no afectado, sin embargo, dado el gran tamaño del mismo, y la imposibilidad de preservar tejido esplénico suficiente, requirió una esplenectomía total, ¿debemos hacer unas recomendaciones especiales tras la cirugía en este paciente?

a. Sí. Es necesario completar la vacunación contra bacterias encapsuladas y gripe, para evitar las complicaciones asociadas a la esplenectomía total.

b. No. No son precisas recomendaciones especiales, puesto que tras la cirugía, se ha solucionado la patología del paciente.

c. No. Estos pacientes únicamente deben tomar antibiótico profiláctico diario durante el resto de su vida, por el alto riesgo de sepsis que presentan.

d. Sí, siendo únicamente necesaria la vacunación contra la gripe.

e. Sí, es necesario un seguimiento por Medicina Preventiva, siendo el mejor momento para el inicio de la vacunación, los 4 meses postesplenectomía.

Ver comentario pregunta 3

Comentario pregunta 1

El quiste esplénico suele presentarse de forma asintomática, siendo un hallazgo incidental en la exploración o con la realización de una prueba de imagen por otra causa(1), en la cual, se vería una imagen hipoecoica de bordes regulares, sin calcificaciones en su interior. Por el contrario, el quiste hidatídico presentaría calcificaciones en su pared(2). Debemos pensar en esta patología, ante un paciente que ha realizado un viaje a una zona endémica y presenta una masa abdominal, que también puede ser asintomática, excepto si hay compresión de órganos(3). El absceso abdominal se manifestaría, como una tumoración dolorosa acompañada de fiebre. En las pruebas de laboratorio, destacaría la presencia de leucocitosis y, en las de imagen, se visualizaría una masa de aspecto heterogéneo con bordes gruesos e irregulares(2-4). Hay dos aspectos que no nos harían sospechar como primera opción el neuroblastoma. Por un lado, la edad de nuestro paciente, ya que se suele manifestar, de manera habitual, entre el primer y tercer año de vida, siendo el tumor maligno más frecuente en este primer año y apareciendo después de los 5 años, únicamente, el 10%(5). En segundo lugar, dos tercios de los mismos tienen un origen abdominal, la mayoría suprarrenales o como masas retroperitoneales no asociadas al bazo. Además, debido al gran tamaño de la masa, lo más frecuente sería que asociara síndrome constitucional (astenia, anorexia, pérdida de peso), así como síntomas derivados de una producción aumentada de catecolaminas y compresión del hilio renal (hipertensión arterial, irritabilidad, sudoración excesiva)(6). La ecografía suele ser la técnica diagnóstica inicial, objetivándose una masa sólida, heterogénea y, a veces, con calcificaciones en su interior, hipervascularizadas en el estudio doppler. Respecto al hemangioma, se suele presentar con una clínica similar a la mencionada en el caso, sin embargo, los hallazgos en las pruebas de imagen, lo descartarían. En la ecografía, se visualizaría como una masa hiperecoica y, en la RMN, se vería una imagen hipointensa en T1, hiperintensa en T2, que realza tras la administración de contraste(4).

 

Comentario pregunta 2

Debido al tamaño y características que presenta la lesión, estaría indicado su tratamiento quirúrgico.

El tratamiento conservador se reserva para aquellos pacientes que presentan quistes con un tamaño menor de 5 cm. En este caso, serían necesarios controles ecográficos periódicos para el seguimiento del mismo. Sin embargo, si son sintomáticos o de mayor tamaño, como es nuestro caso, el tratamiento indicado es la esplenectomía, ya que presenta un potencial riesgo de infección o formación de absceso(1). Se intenta preservar parte del bazo, resecando únicamente el quiste, si el tamaño y la anatomía lo permiten, para conservar sus funciones y evitar las complicaciones infecciosas y trombóticas que tiene su resección total. Sin embargo, si no es posible, el tratamiento de elección es la esplenectomía total. Actualmente, no se recomiendan otras medidas terapéuticas, como la aspiración del contenido del quiste, la escleroterapia y el drenaje percutáneo(3).

 

Comentario pregunta 3

Los pacientes esplenectomizados deben recibir unas recomendaciones especiales tras la cirugía sobre vacunación, ya que corren el riesgo de contraer infecciones graves. Por la edad de nuestro paciente, se recomienda: vacunación frente a neumococo, Haemophilus Influenzae tipo B, meningococo ACWY y meningococo B, y vacunación anual frente a la gripe. Se debe realizar 10-12 semanas previas a la cirugía, pudiendo ser completada hasta 14 días tras la misma. En cuanto a la antibioterapia profiláctica, nuestro paciente no tiene indicación, por ser mayor de cinco años y no presentar factores de riesgo (inmunodeprimido o historia de infecciones por bacterias encapsuladas)(7).

Evolución

Ante la sospecha diagnóstica, tras las pruebas de imagen, se decidió remitir al paciente desde la sala de hospitalización de escolares al servicio de Cirugía pediátrica, que recomendó tratamiento quirúrgico programado. Ante la posibilidad de esplenectomía, se realizó una actualización de la vacunación. Finalmente, se le realizó una esplenectomía total laparoscópica de un quiste esplénico primario, sin complicaciones asociadas. Tras su valoración por anatomía patológica, se descartaron signos de malignidad, tratándose de un quiste epitelial primario de bazo. Tras la cirugía, permaneció ingresado durante tres días y recibió vacunación contra neumococo 23-valente, meningococo B y meningococo ACWY.

Discusión

Las masas abdominales en la infancia se presentan habitualmente como hallazgos casuales en el curso de una revisión de rutina o exploraciones por otra causa. En ocasiones, se trata de masas de naturaleza quística, habitualmente benignas, que se resuelven con actitudes conservadoras o quirúrgicas poco agresivas(8), sin embargo, siempre habrá que realizar estudios complementarios para descartar el origen maligno de las mismas.

Dentro de las masas abdominales, los quistes esplénicos son relativamente raros, ya que su incidencia es menor del 0,07%(1-3). Se clasifican tradicionalmente en quistes primarios o verdaderos y secundarios. Los quistes primarios se dividen, a su vez, en: congénitos simples, con un revestimiento epitelial; en quistes parasitarios, que suelen ser raros en esta localización y, con menor frecuencia, en vasculares y neoplásicos (hemangioma, linfangioma). Entre los quistes secundarios, encontramos: pseudoquistes o quistes secundarios a un traumatismo abdominal o a la reabsorción de un hematoma subcapsular, o intraparenquimatoso(3,9).

Los quistes esplénicos primarios suelen ser: únicos, benignos y, con frecuencia, asintomáticos. En la mayoría de las ocasiones, son un hallazgo casual durante una exploración física o ecográfica(1,3,9). Con frecuencia, se localizan en el polo superior del bazo. Suelen diagnosticarse antes de los 13-14 años, pudiendo tener un diámetro variable entre 1 y 20 cm. Se consideran gigantes, si su tamaño es mayor de 15 cm y los síntomas se relacionan con el mismo, siendo normalmente los menores de 6 cm asintomáticos(1).

En el caso de que aparezcan síntomas, estos suelen producirse por ocupación de espacio, pudiendo llegar a causar: sensación de plenitud, náuseas, vómitos, flatulencias o diarrea(3), hipertensión arterial, si comprime riñón, y también puede ocurrir el fenómeno de secuestro esplénico e hiperesplenismo con pancitopenia(10). También aparecen síntomas si se producen complicaciones: hemorragia, infección, rotura o degeneración maligna(9).

La exploración física revela, en la mitad de los casos, esplenomegalia o una masa palpable, más o menos dolorosa, en hemiabdomen izquierdo(9). No se dispone de una prueba de laboratorio específica, pero parece que los marcadores tumorales Ca 19-9 y Ca 125 pueden ser positivos en estos quistes, normalizándose tras la esplenectomía(1,3,10). Y solo en aquellos casos en los que se produce la rotura del quiste, el antígeno carcinoembrionario (CEA) se eleva(10).

El diagnóstico es ecográfico, mediante resonancia o tomografía, las cuales definen su localización, tamaño y relaciones, con una sensibilidad superior al 90%. Las dos últimas, servirán especialmente para planificar la cirugía(10). El diagnóstico diferencial se establece con abscesos, quistes hidatídicos, tumores o pseudoquiste pancreático(1).

El tratamiento dependerá del tamaño del mismo. Se llevará a cabo una actitud conservadora si son menores de 5 cm, por su probabilidad de desaparición espontáneamente, con controles ecográficos periódicos. Sin embargo, si son sintomáticos o de mayor tamaño, está indicada la esplenectomía parcial con resección del quiste, debido a su potencial de: infección, rotura, hemorragia masiva o formación de absceso(1,3,10). Clásicamente, se ha empleado una esplenectomía total, pero dado el aumento en la incidencia de complicaciones graves a medio y largo plazo, por las alteraciones potenciales de la función inmunológica, como la sepsis postesplenectomía por bacterias encapsuladas, especialmente Neumococo y Neisseria meningitidis, con tasas de mortalidad de hasta el 50%(9), o complicaciones vasculares, como la trombosis de la vena porta o esplénica, o la trombocitosis reactiva, siempre que se puede, se lleva a cabo un tratamiento más conservador(1,3,8). La esplenectomía total solo está indicada en los casos de quistes gigantes, que ocupan prácticamente todo el parénquima y que abarcan el hilio(1). Por lo que el tratamiento quirúrgico debe ser individualizado, según: tamaño, posibilidades de diagnóstico, tejido esplénico residual (que sea suficiente para mantener las funciones inmunológicas), edad del paciente y comorbilidades(9).

Tras la cirugía, los pacientes esplenectomizados deben recibir unas recomendaciones especiales por el potencial riesgo tras la cirugía de contraer infecciones graves por bacterias encapsuladas, parásitos transmitidos por la sangre y otras infecciones, donde el bazo juega un papel fundamental. Se recomienda la vacunación contra: bacterias encapsuladas, la gripe y el uso de antibióticos profilácticos. En los niños mayores de dos años, como nuestro paciente, será necesaria la vacunación frente a: neumococo 13-valente de acuerdo al calendario vacunal, con revacunación con la vacuna 23-valente y revacunación a los 5-7 años, Haemophilus Influenzae tipo B, meningococo ACWY, meningococo B y vacunación anual frente a la gripe. En los niños menores de dos años, se recomienda seguir el calendario vacunal, incluyendo meningococo ACWY, B y vacunación anual frente a la gripe. Si la esplenectomía es programada, dicha vacunación se aconseja entre las 10 y 12 semanas previas a la cirugía, pudiendo ser completada hasta 14 días después(7).

Estos pacientes pueden recibir antibiótico diario profiláctico, cuya indicación y duración debe ser individualizada según: edad, estado inmunológico o antecedentes de infecciones por bacterias encapsuladas. La amoxicilina es la más utilizada en estos casos, siendo alternativas: cefalosporinas, fluoroquinolonas y macrólidos. De forma general, se tiende a administrar antibiótico profiláctico en los menores de 5 años de edad y durante, al menos, un año tras la esplenectomía. En mayores de 5 años, sin embargo, no se prescribe de rutina, salvo que asocien factores de riesgo(7).

Palabras clave

Quiste; Bazo; Masa abdominal;
Cyst; Spleen; Abdominal mass.

Bibliografía

1. Flores Pérez P, Hernández Rodríguez MJ, Luis Huertas AL, Albi Rodríguez G. Quiste esplénico complicado en un niño. Acta Pediatr Mex. 2018; 39: 316-22.

2. Alexander Tassopoulos A, Wein M, Segura A. Traumatic rupture of a giant congenital splenic cyst presenting as peritonitis. Case report. Radiology case report; 2017. p. 1-4.

3. Esposito S, Leonardi A, Penta L, Prestipino M, Bertozzi M. Giant epidermoid cyst of the spleen in a pediatric patient. A case report. Medicine. 2019; 98: 27.

4. Duran Palacios IC, Martín Martínez L, Herraiz Bayod MJ, Garcés Redolat E, Peláez Cabo P. Groba A. Patología esplénica: todo lo que el radiólogo debe saber. Congreso SERAM. 2014. Poster Nº S-0603.

5. Ferrís i Tortajada J, Ortega García JA, García i Castell J, López Andreu JA, Berbel Tornero O, Crehuá Gaudiza E. Factores de riesgo para el neuroblastoma. An Pediatr (Barc). 2005; 63: 50-60.

6. Rubio Aparicio PM, Rosich del Cancho B. Tumores de la cresta neural. Pediatr Integral. 2016; XX(7): 434-46.

7. Pasternack MD. Prevention of infection in patients with impaired spenic function. Post TW, ed. UpToDate. Waltham, Massachusetts: UpToDate Inc; 2020. Actualizado el 10 de febrero de 2020. Citado el 30 de marzo de 2020. Disponible en: https://www.uptodate.com/contents/prevention-of-infection-in-patients-with-impaired-splenic-function.

8. Fernández Jiménez I, De Diego García EM, Trugeda Carrera MS, Sandoval González F. Masas abdominales en la infancia. Bol Pediatr. 2001; 41: 122-30.

9. Martínez Torres B, Medina García M, Zafra Anta MA, García Muñoz-Nájar AJ, Tardío Dovao JC. Quiste esplénico gigante en una adolescente. Caso clínico. Rev Chil Pediatr. 2017; 88: 388-92.

10. Okuno M, Yuasa N, Takeuchi E, Goto Y, Miyake H, Nagai H, et al. A case of ruptured splenic cyst with elevated serum levels of CEA treated by laparoscopic unroofing. Clin J Gastroenterol. 2019; 12: 642-49.

 

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