Representación del niño en la pintura española |
J. Fleta Zaragozano
Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza
Pediatr Integral 2020; XXV (2): 112.e1 – 112.e5
Sánchez Cotán, entre el bodegón y la pintura religiosa
Sánchez Cotán es uno de los pintores más conocidos del Siglo de Oro español. El grueso de su obra lo constituyen las pinturas de asunto religioso. Cultivó también el retrato y el paisaje, pero es célebre por sus bodegones, todos ellos realizados antes de 1603. Ese año, decidió retirarse del mundanal ruido, redactó su testamento, que incluye un importante inventario de bienes y profesó en la Orden de los Cartujos, para los que pintó a partir de entonces.
Vida, obra y estilo
Natural de Orgaz (Toledo), Juan Sánchez Cotán nació en 1560 y era hijo de Bartolomé Sánchez y de Catalina Ramos. Sin embargo, cuando redactó su testamento en 1603, llamó a su madre Ana de Quiñones. En torno a este dilema, no hay unanimidad entre la comunidad científica; hay quienes piensan que pudo cambiarse el nombre, mientras que otros barajan la posibilidad de unas segundas nupcias de su padre. Sobre su aprendizaje en el arte de la pintura, cuentan sus biógrafos que a edad temprana, se trasladó a Toledo, donde inició su formación artística al lado de Blas de Prado.
Parece que pronto formó una clientela propia en Toledo, dedicándose principalmente al género religioso. Del período comprendido entre 1580 y 1603, se conservan numerosos testimonios de su pintura; cabe citar como ejemplo, su Huida a Egipto del Convento del Sacramento de Madrid, San Juan Evangelista en Patmos del Museo de Santa Cruz en Toledo o el cuadro Cristo y la Samaritana de Santo Domingo el Antiguo de la misma ciudad. Además de estos, hay constancia documental de otros conjuntos realizados por Sánchez Cotán para poblaciones próximas a Toledo.
Su producción religiosa posterior se muestra más arcaizante y aferrada a los modelos tardo manieristas. No obstante, sobresalen sus pinturas al fresco, en las que una vez más se vislumbra su afición por el trampantojo. En este sentido cabe destacar La Virgen despertando al Niño, del Museo de Bellas Artes de Granada, con los modelos de Luca Cambiaso. Esta obra tiene mucho que ver con los modelos de Gerard David, Jean Provost o Dirck Bouts, que muy bien pudo conocer a través de la colección de Isabel la Católica que aún guarda la Capilla Real de la Catedral de Granada.
En agosto de 1603, a la edad de cuarenta y tres años, decidió tomar los hábitos. Para ello redactó testamento en Toledo, realizó el inventario de sus bienes y dejó como herederos a sus hermanos Bartolomé y Ana. Poco tiempo después, se trasladó a Granada, donde residió durante unos meses como lego en el Convento de los Agustinos Calzados. Profesó un año más tarde, en la Cartuja, donde pasó los dos primeros años como postulante.
En 1610, se trasladó a la Cartuja de El Paular por espacio de dos años. A su regreso a Granada, Cotán comenzó el gran ciclo de pinturas para la Cartuja. Allí va a decorar: el altar mayor, el retablo del capítulo de los frailes, el refectorio, los claustros y otras dependencias. En cuanto a los asuntos representados, van desde las escenas marianas, a la vida de Cristo o a las historias de los santos, frailes, obispos y mártires cartujos. Buena parte de ellas se conservan hoy, bien in situ, bien en el Museo de Bellas Artes de Granada.
La innovación y la originalidad del toledano en el género del bodegón no tienen parangón en la pintura española de su tiempo. Lo primero que se advierte en sus bodegones es el interés que Cotán concede a los efectos de trampantojo. Todas sus composiciones presentan el mismo esquema compositivo: sobre el alféizar de piedra de una ventana ficticia, quizás una fresquera, inserta cada uno de los objetos, fuertemente iluminados en contraposición con el fondo negro, que no hace otra cosa, sino proyectar estos hacia el espectador. La gama de elementos empleados es muy escasa: cardos, zanahorias, coles, membrillos o melones pueblan sus cuadros, incluyendo en alguna ocasión piezas de caza, como perdices o francolines. Estos se ordenan en el cuadro, empleando una sabia disposición geométrica, creando juegos de perspectiva a base de diagonales que dotan de gran profundidad a sus composiciones. Para potenciar estas líneas de fuga sitúa, en una estricta verticalidad, algunas piezas que penden desde lo alto del cuadro de unos finísimos hilos. De su producción, escasa por otro lado, cabe destacar los ejemplares: del Museo de Granada, los del Prado o los pertenecientes a museos de Chicago y San Diego.
Sánchez Cotán también cultivó con éxito el género del retrato, incluso parece que se autorretrató entre el grupo de frailes que aparecen arrodillados en el cuadro Aparición de la Virgen del Rosario a los cartujos. En su inventario se registran, entre otros: ocho retratos de los reyes de Castilla; dos de los Reyes Católicos; sendos retratos del archiduque Alberto y su esposa Isabel Clara Eugenia; o algunos personajes de la nobleza, como la condesa de Barajas o don Lorenzo de Mendoza. También destaca la obra Brígida del Río, la barbuda de Peñaranda del Museo Nacional del Prado, fechado en 1590. El pintor falleció el 8 de abril de 1627, el día de la festividad de la Natividad de la Virgen. Todos sus biógrafos aluden a su carácter afable y virtuoso, rodeándolo casi de un halo de santidad, hasta el punto de afirmar que, en una ocasión, se le apareció la Virgen para que la retratase.
Los niños en su obra
Los niños que aparecen en su obra forman parte de los cuadros que contienen temas religiosos. Son ángeles, niño Jesús, con la Virgen o San José y, a veces, como figura acompañante en cuadros de esta temática. Exponemos, a continuación, algunos de ellos.
La Visión de San Hugo fue pintada para una capilla del claustro pequeño de la Cartuja, representa una visión del santo obispo de Grenoble, en la que se le anunciaba la fundación de la primitiva Cartuja. En un rompimiento de gloria, Jesús construye el muro del edificio ayudado por la Virgen, que sostiene la regla, san Juan Bautista, santos y ángeles. La forma ingenua con que se resuelve esta parte del lienzo, contrasta con el estatismo de las figuras de san Hugo y sus compañeros de la parte inferior, figuras monumentales que acusan, una vez más, su aprendizaje en la pintura de El Escorial.
Aparecen unos 18 ángeles niños en la visión de San Hugo. Cinco de ellos están ayudando a construir el muro, llevando ladrillos y cubos de agua; estos están representados en cuerpo entero, desnudos y alados. Los restantes rodean la escena de la aparición que flota en una nube y están representados solamente con la cabeza. Las proporciones anatómicas son adecuadas a las edades de los personajes y los colores predominantemente son: grises, amarillos, rojos y azules, en diferentes tonalidades. Se trata de un óleo sobre lienzo de 328 por 254 cm y pertenece al Museo de Bellas Artes de Granada (Fig. 1).
La Virgen despertando al Niño es un estudio de iluminación artificial a la manera de Cambiaso y los pintores manieristas. Se trata de una intimista escena de la Virgen que despierta a su bebé. La calidad del autor a la hora de realizar las figuras y dar volumen o textura a los objetos es inferior a la que muestra en sus bodegones, pero la delicadeza y elegancia que derrocha en las figuras de la madre y el hijo, es difícil de encontrar en otros autores. La escena se desarrolla en lo que podría ser la típica cocina pobre de un hogar castellano, con unos pocos cacharros de barro y latón, y un humilde fogón al fondo que llama nuestra atención con su luz. El foco principal proviene de la vela que María aproxima al rostro sonriente del pequeño. El Niño representa una edad de un año aproximadamente y tiene unas características anatómicas correctas, así como las de su madre. Colores negro, rojo, verde, blanco y azul. El cuadro se convierte en un documento de la época barroca en sus comienzos, al tiempo que permitía fácilmente al fiel identificarse con los humildes protagonistas de la escena. Es un óleo sobre lienzo de 110 por 81 cm y pertenece al Museo de Bellas Artes de Granada (Fig. 2).
Los niños que aparecen en la Aparición de la Virgen del Rosario a los cartujos, son el niño Jesús y ocho ángeles. El niño está sentado en el regazo de la Virgen, que está sentada en un trono. Jesús aparece erguido y con su brazo derecho levantado, en actitud de bendición, a la vez que mira a uno de los cartujos. En la escena superior, aparecen dos ángeles que portan un rosario que pende sobre los religiosos; a su lado hay otros seis ángeles, algunos representados solo con la cabeza. Todas las imágenes infantiles están desnudas y representan una edad muy común en las imágenes de los cuadros de estas características: alrededor de un año. Colores fríos y cálidos a la vez: blancos, rojos, azules, marrones y negros. Luz frontal. Palomino afirma que el pintor se retrató en él, suponiéndose por tal motivo que el monje que aparece en primer término a la derecha sea su autorretrato. Se trata de un óleo sobre lienzo de 333 por 231 cm y pertenece al Museo de Bellas Artes de Granada (Fig. 3).
En la obra San José con el Niño Jesús aparece una iconografía algo diferente a la usada por Sánchez Cotán. En el primer plano aparece San José en una tierna pose sosteniendo al niño Jesús. Este está dormido en los brazos de su padre, que permanece de pie. El Niño está vestido con un atuendo que le cubre desde el cuello hasta los tobillos. También, se adivina una camisa de color blanco, perfectamente visible en el cuello y las mangas. Lleva sandalias. Los detalles anatómicos del pequeño son normales, así como los de San José. Al fondo aparecen unas casas a la usanza renacentista y varios árboles en distintos planos. Luz frontal, estructura triangular y colores amarillos, morados y verdes, preferentemente. Es un óleo sobre lienzo de 87 por 66 cm (Fig. 4).
En el Milagro de San Francisco, el pintor nos ha querido mostrar un fenómeno extraordinario, como es la aparición del Niño Jesús saliendo de un baúl. La escena tiene diez personajes colocados en varios planos diferentes: cuatro hombres, cuatro mujeres y dos niños. Incluso el artista ha incluido un perro y un gato. La escena se localiza en una estancia noble, dados los ricos asientos y cortinajes que se observan. Además, al fondo aparecen tres sirvientas. Sánchez Cotán ha logrado un alto sentido de la perspectiva, al igual que en sus obras de bodegones. Al parecer se reúnen los comensales alrededor de la mesa que apenas contiene varios trozos de pan. Aparece el niño Jesús que sale de un baúl ofreciendo dos frutas; va cubierto de un ropaje muy simple y aparenta unos dos años de edad.
A la derecha de la imagen aparece otro niño de unos diez años, que puede ser un criado de los señores dueños de la casa: el hombre ricamente vestido que está de pie y la señora que aparece sorprendida sentada en la mesa. Las figuras tienen una anatomía correcta, la luz es frontal y los colores son una mezcla de cálidos y fríos. Pintado hacia 1620, pertenece a una colección particular (Fig. 5).
En otra versión de San José con el Niño Jesús aparecen las figuras de un San José, el niño Jesús, varias personas adultas y dos ángeles en la parte superior de la obra. El niño Jesús aparenta unos cuatro o cinco años de edad, va cogido del brazo por su padre y camina risueño mirando hacia el cielo. En su mano derecha porta la bola del mundo coronada por la cruz, que acabará con su vida. El niño va vestido con amplios ropajes y calzado con sandalias de época. Alrededor de su cabeza aparece una leve corona.
El San José representado es joven barbado y mira hacia su hijo, sus ropajes llevan amplios pliegues y también se adivina el dibujo de una corona, aunque menos visible que la de su hijo. A la derecha de la composición, hay un grupo de tres mujeres que parecen mirar a las figuras principales que hay en el primer plano. Los dos ángeles alados que coronan la escena van desnudos, aunque con un leve velo; están colgados de las ramas de la palmera, que ocupa gran parte del plano posterior. Proporciones corporales adecuadas de todas las figuras. El fondo se completa con un paisaje de frondosa vegetación. Estructura compositiva triangular con luz frontal, colores combinados: amarillo, azules, verdes y rojos. Es un óleo sobre lienzo de 221 por 156 cm, pintado en 1612 y pertenece a Bowes Museum de Barnard Castle (Inglaterra) (Fig. 6).
El lienzo Adoración de los pastores representa la escena bien conocida del nacimiento de Jesús. En un primer plano aparece la sagrada familia, en un segundo plano, dos pastores y, en un tercer plano, otro pastor con sus ovejas. El niño Jesús está desnudo y sobre un lienzo blanco que extiende la Virgen que permanece arrodillada, al igual que San José, que está adorando al niño. También, en el primer plano, aparece un cordero atado por las patas que puede ser una ofrenda de los pastores al niño. El pastor del fondo parece que clama al cielo con los brazos extendidos: sobre el fondo oscuro de la escena aparece una luz desde donde sobresale un ángel que anuncia el acontecimiento. Los detalles anatómicos no se aprecian bien en esta composición. Colores marrones, preferentemente en amplia gama, amarillos, rosas y blancos. Es un óleo sobre lienzo de 61 por 102 cm y pertenece a una colección particular (Fig. 7).
Bibliografía
– Real Academia de la Historia. Sánchez Cotán. Consultado en enero de 2020. Disponible en: http://dbe.rah.es/biografias/6337/juan-sanchez-cotan.
– Sánchez Cotán J. Wikipedia. Consultado en enero de 2020. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_S%C3%A1nchez_Cot%C3%A1n.
– Foro Xerbar. Sánchez Cotán J. Consultado en enero de 2020. Disponible en: http://www.foroxerbar.com/viewtopic.php?f=52&t=7370.
– Orozco E. El pintor fray Juan Sánchez Cotán. Granada. Universidad, 1993.