Temas de FC |
C. Sánchez-Villares Lorenzo*, M. del Rey Tomás-Biosca**
*C.S. Ciudad Rodrigo. Salamanca. **C.S. Virgen de la Concha. Zamora
Resumen
El objetivo del desarrollo de fórmulas artificiales es reproducir, tanto la composición como los efectos funcionales de la lactancia materna. Todas las fórmulas artificiales que existen en el mercado cumplen las normativas europeas y son válidas. Lo que las diferencia unas de otras es la adicción de ingredientes no regulados, con idoneidad demostrada mediante estudios clínicos. La proporción de principios inmediatos debe imitar a la leche materna. La tendencia de las fórmulas artificiales ha sido disminuir el aporte de proteínas y suplementación con alfa-lactoalbúmina (presente solo en leche materna) y la adicción de prebióticos y probióticos. También se suplementan con ácidos grasos polinsaturados de cadena larga, como DHA (ácido docosahexanoico) y la membrana del glóbulo graso de la leche, que tienen impacto positivo en el desarrollo cognitivo, visual e inmunitario de los lactantes. Las fórmulas especiales deben reservarse para su uso en lactantes que presentan una patología que impide la utilización de una fórmula convencional. Su indicación debe ser realizada siempre por un pediatra. Las fórmulas artificiales no son estériles, por lo que se deben conocer las normas para preparar biberones, tanto en casa como en instituciones. |
Abstract
The aim of the development of artificial formulas is to reproduce both the composition and the functional effects of breastfeeding. All artificial formulas that exist in the market are valid and in full compliance with European regulations. What makes the difference between them is the addition of unregulated ingredients, with impeachable credentials demonstrated by clinical studies. |
Palabras clave: Lactancia artificial; Fórmula de inicio; Fórmula de continuación; Lactante.
Key words: Artificial feeding; Infant formulas; Follow-on formulae; Infant.
Pediatr Integral 2020; XXIV(2): 81 – 89
Lactancia artificial
Introducción
El objetivo del desarrollo de fórmulas artificiales es reproducir, tanto la composición como los efectos funcionales de la lactancia materna. Todas las fórmulas artificiales que existen en el mercado cumplen las normativas europeas y son válidas. Lo que las diferencia unas de otras es la adicción de ingredientes no regulados, con idoneidad demostrada mediante estudios clínicos.
La lactancia materna (LM) es el alimento de elección desde el nacimiento para un correcto crecimiento y desarrollo. La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y, junto con la alimentación complementaria, hasta los 2 años de edad(1,2). Además de los nutrientes, la LM contiene compuestos bioactivos responsables de una amplia gama de efectos beneficiosos, como: promoción de la maduración del sistema inmune, protección contra infecciones y desarrollo cognitivo, entre otras funciones. Sin embargo, cuando no es posible la LM, hay que recurrir a la Lactancia Artificial (LA).
Gracias al avance en la investigación, cada vez se conoce más sobre la LM y su composición, lo que permite disponer de fórmulas para lactantes cada vez más similares a la leche materna.
El objetivo del desarrollo de fórmulas artificiales es reproducir, tanto la composición como los efectos funcionales de la lactancia materna. El Comité Científico para la Alimentación (CCA) de la Unión Europea dicta las normas para la industria farmacéutica (Reglamento UI 609/2013-reglamento UE 2016/127)(3,4), de todos los alimentos para lactantes y niños de corta edad. Con ello: se garantiza la seguridad de los productos, se regula el etiquetado, la publicidad y el libre comercio entre diferentes países.
Por tanto, todas las fórmulas que existen en el mercado cumplen las normativas europeas y son válidas. Lo que las diferencia unas de otras es la adicción de ingredientes no regulados, con idoneidad demostrada mediante estudios clínicos.
Tipos de preparados
Existen 3 tipos de fórmulas artificiales: tipo 1 o de inicio, tipo 2 o de continuación y tipo 3 o de crecimiento. Las de tipo 3 o de crecimiento no están reguladas por la normativa europea.
Se prohíbe la denominación de humanizado, maternizado o adaptada, porque podría llevar a confusión. Se distinguen tres tipos:
• Preparados para lactantes, de inicio o tipo 1: se recomienda hasta los 6 meses. Puede utilizarse junto con la alimentación complementaria hasta el año de vida. Recomendada por la ESPGHAN y regulada por la Unión Europea.
• Preparados de continuación o tipo 2: desde los 6 meses. Recomendada por la ESPGHAN y regulada por la Unión Europea.
• Leches de crecimiento o tipo 3: como transición de fórmula adaptada a leche de vaca. Desde los 12 meses hasta los 3 años. No existe regulación específica.
Composición de las fórmulas
La proporción de principios inmediatos debe imitar a la leche materna: 50-55% del aporte calórico en forma de grasa, 35-50% de hidratos de carbono y el 5% las proteínas, así como el aporte energético (67-70 kcal/100 ml).
En la tabla I, se muestran las recomendaciones de la Directiva de la Comisión Europea para fórmulas infantiles.
Proteínas
La tendencia de las FA ha sido disminuir el aporte de proteínas hasta 1,8-2,5 g/100 kcal (1,2-1,7 g/100 ml). La suplementación con alfa-lactoalbúmina tiene efectos beneficiosos en el desarrollo cognitivo, inmunitario y en la absorción de nutrientes.
Los requerimientos de proteínas son altos en los primeros meses de vida (1,77 g/kg/día), pero van disminuyendo a partir del sexto mes (1,15 g/kg/día)(5). Se ha demostrado que ingestas muy elevadas de proteína en los primeros meses de vida, promueven un crecimiento acelerado y un mayor IMC a partir de los 6 meses de edad, que se mantiene hasta los 6 años. También aumenta el riesgo de síndrome metabólico en prematuros y PEG (Pequeños para la Edad Gestacional)(6).
La proporción seroproteínas/caseína varía en la LM desde el calostro (80/20) a la leche madura (60/40). El lactosuero materno contiene: alfa lactoalbúmina (exclusivo en la LM), lisozima, lactoferrina e inmunoglobulinas (fundamentalmente IgA secretoria). La alfa-lactoalbúmina es una proteína de alto valor biológico que representa el 20-25% del contenido proteico de la LM(7). Se compone de 63% de aminoácidos esenciales y es una fuente rica en triptófano, que es precursor de serotonina y melatonina, fundamentales en: desarrollo cognitivo, estado de ánimo y bienestar de los lactantes. Además, aporta otros aminoácidos esenciales (cisteína y lisina), tiene actividad inmunomoduladora, favorece la absorción de nutrientes (hierro, calcio y zinc), modifica de forma beneficiosa la microbiota, estimulando el crecimiento de bifidobacterias, y promueve una mayor saciedad. Por ello, muchas de las FA están suplementadas con alfa-lactoalbúmina(8).
En los preparados artificiales predomina la beta lactoglobulina, presente en la leche de vaca, pero que no existe en la lactancia materna, no tiene capacidad inmunológica y tiene un mayor poder alergénico.
Para proporcionar una cantidad similar de aminoácidos en la FA, se precisa un cociente seroproteínas/caseína de 60/40 que, en las fórmulas de continuación, es de 40/60 e incluso de 20/80.
Destacamos la adicción de osteopontina láctea a las FA, proteína sérica que, además de beneficios sobre la función inmunológica, favorece el equilibro de aminoácidos en plasma, de forma similar a la LM, disminuyendo los niveles de aminoácidos insulinogénicos (isoleucina, leucina y valina)(9).
Hidratos de carbono
9-14 g/100 kcal (6-9,5 g/100 ml).
La lactosa debe ser el disacárido fundamental de las fórmulas artificiales. La adicción de prebióticos y probióticos, tiene efectos beneficiosos en la microbiota de los lactantes.
La lactosa (glucosa + galactosa) es el disacárido fundamental de la LA, siendo el contenido mínimo 4,5 g/100 kcal, excepto en las fórmulas sin lactosa. La lactosa, además de una importante fuente energética, mantiene un pH intestinal ácido que favorece la absorción de minerales y el crecimiento de bacterias beneficiosas, como Lactobacillus bifidus.
La glucosa y galactosa en forma de monosacáridos también son fuentes de energía, pero, además, la galactosa es fundamental para la formación de galactocerebrósidos, esenciales para el desarrollo cerebral precoz.
La LM no es estéril, es una de principales fuentes de bacterias (102 y 104 UFC/ml) y, además, es muy rica en oligosacáridos, siendo la mayoría no digeridos, actuando como “fibra dietética”. Tienen actividad antiinfecciosa, acidificando el medio a partir de su fermentación por las bacterias del colon, promoviendo el crecimiento de lactobacilos y bifidobacterias, como Bifidobacterium bifidum. La fermentación de los prebióticos por las bacterias del intestino también genera ácidos grasos de cadena corta, que tienen un efecto antiinflamatorio directo y promueven la integridad de la barrera intestinal. Estas propiedades hacen que aumente el interés por suplementar los preparados artificiales con oligosacáridos.
Los prebióticos se definen como oligosacáridos no digeribles, que pueden estimular y promover el crecimiento y/o metabolismo de bifidobacterias y lactobacilos. Únicamente, algunos oligosacáridos no digeribles cumplen con los criterios para poder ser considerados como prebióticos, entre ellos: los fructooligosacáridos (FOS) y los galactooligosacáridos (GOS). Para garantizar su función en las fórmulas artificiales, los FOS se combinan con los GOS en proporción de 9:1; y la suma de ambos debe ser de 0,8-1 g/dl. Producen aumento en el número de las deposiciones y alteración de la consistencia de las mismas, por lo que resultan beneficiosos para lactantes con estreñimiento. También, se ha publicado sobre el efecto protector de los prebióticos frente al desarrollo de manifestaciones alérgicas en menores de dos años y de dermatitis atópica en lactantes de riesgo, así como la disminución de infecciones en lactantes(10).
Probióticos
Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio a la salud del huésped, mejorando el equilibrio de su microflora intestinal(10).
Simbióticos
Se denomina simbiótico al producto que combina, al menos, un probiótico y un prebiótico, y también pueden añadirse a los preparados lácteos.
En 2010, el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica ha publicado una revisión sistemática en la que se considera que las fórmulas lácteas suplementadas con pro y prebióticos son seguras y han demostrado ser bien toleradas por los lactantes, no producen efectos adversos a corto plazo y no alteran el crecimiento. Sin embargo, no se conocen efectos a largo plazo y la escasa calidad de los estudios metodológicos (tipo de probiótico, duración de la intervención), hacen que el Comité crea que aún hay demasiada incertidumbre. Por tanto, el Comité llegó a la conclusión de que actualmente no hay datos suficientes para recomendar el uso sistemático de fórmulas infantiles suplementadas con probióticos y/o prebióticos para el lactante sano(11,12). A pesar de ello, puntualiza que es posible que la adición de determinadas cepas bacterianas pueda ser recomendable. Y por ello, seguramente la suplementación racional con probióticos y prebióticos en dosis adecuadas, avalada por ensayos clínicos controlados, podría estar justificada en un futuro.
La preocupación por la seguridad a largo plazo del empleo de microorganismos vivos, ha aumentado el interés por los microorganismos no viables o extractos de células microbianas, proponiendo un nuevo término “paraprobiótico”. Se ha demostrado que en cantidades adecuadas, confieren un beneficio al consumidor similar a los probióticos(13).
Grasas
4,4-6 g/100 kcal (2,9-4,1/100 ml). Deben suponer el 50-55% del aporte calórico.
La suplementación de las fórmulas artificiales con LC-PUFA (ácidos grasos poli-insaturados de cadena larga), como: DHA (ácido docosahexanoico) y membrana del glóbulo graso, tiene un impacto positivo en el desarrollo cognitivo, visual e inmunitario de los lactantes.
La absorción de la grasa de leche de vaca es mucho menor que la de la leche materna (60% frente al 90%). La ESPGHAN recomienda que la absorción sea, al menos, del 85%(12).
La mayor parte de los Ácidos Grasos (AG) de la LM son de cadena larga (95%), siendo los más importantes: ácido oleico (38%) (monoinsaturado), palmítico (20%) (saturado) y linoleico (15%) (poliinsaturado).
Dentro de los AG poliinsaturados o AG esenciales, los más importantes son: ácido linoleico (15%) y ácido alfa-linolénico (1%), ya que son precursores de AG poliinsaturados de cadena larga o LC-PUFA, tales como: ácido araquidónico o ARA (omega 6) o ácido docosahexanoico o DHA (omega 3). Por ello, la ESPGHAN recomienda valores de ácido linoleico, así como de alfa-linolénico de 500-1.200 mg/100 kcal, siendo el cociente entre ambos de 5-15.
Los LC-PUFA (ácido araquidónico y docosahexasenoico) son precursores de las prostaglandinas, leucotrienos y tromboxanos, teniendo un papel importante en la inmunidad. El DHA o ácido docosahexanoico presenta un impacto muy positivo en la función cognitiva y visual del lactante, por ser componente fundamental de las membranas celulares, especialmente del SNC y fotorreceptores de la retina. Por ello, en la última actualización del reglamento (reglamento UE 2016/127), se hace obligatorio la adicción a todas las fórmulas de DHA (ácido docosahexanoico) en cantidad 20-50 mg/100 kcal.
Los ácidos grasos (AG) predominantes en la leche humana se encuentran en forma de glóbulos grasos, constituidos por una triple capa de fosfolípidos que contiene proteínas, hidratos de carbono y lípidos, conocido como membrana del glóbulo graso (MFGM Milk Fat Globule Membrane). El núcleo está compuesto por triglicéridos y ácidos grasos de cadena larga. El tamaño mucho mayor (3-6 micras) que el glóbulo graso de leche de vaca, garantiza mejor absorción de la grasa en la LM. Además de su función nutricional, la MFGM está implicada en el desarrollo inmunológico y cerebral. El aporte de compuestos proteicos y lípidos complejos (fosfolípidos como esfingomielina y gangliósidos), son necesarios para la formación de membranas celulares del SNC y para el desarrollo del sistema inmunitario(14). Actualmente, cada vez es más frecuente, la suplementación con membrana de glóbulo graso.
Queda prohibida la utilización de aceite de sésamo o de algodón en las fórmulas lácteas. El contenido en ácidos grasos trans y de ácido erúcico no será superior al 3% ni al 1% del contenido total de materia grasa, respectivamente.
Vitaminas y minerales
Las cantidades de vitaminas y minerales que contienen, tanto las leches de inicio como las de continuación, se encuentran en el rango medio de la normativa europea.
Sin embargo, análisis realizados por autores como Jardí C et al.(15) plantean que la cantidad nutricional es superior a los valores que establecen las ingestas dietéticas recomendadas para: retinol (133,5%), vitamina E (166%), vitamina C (174%), tiamina (179%), riboflavina (230%), niacina (151%), vitamina B6 (142%), vitamina B12 (500%) y folatos (214%) para las leches de inicio, y para vitamina B12 (283%) para las de continuación, aunque esto requiere más estudios respecto a sus posibles implicaciones.
Por otro lado, la ingesta de calcio y fósforo, al igual que la de magnesio y de la vitamina D debe ser adecuada para el correcto desarrollo de los huesos. Dado que la absorción del calcio de las leches infantiles es peor, la cantidad no debe ser menor de 50 mg/100 kcal. La relación calcio:fósforo no será inferior a 1 ni superior a 2.
En cuanto al hierro, su biodisponibilidad es menor en las leches artificiales que en la leche materna, por lo que las cantidades que deben aportarse en las leches artificiales son mayores, con 0,3-1,3 mg/100 kcal en las fórmulas de inicio, y 0,62 mg/100 kcal en las de continuación.
Respecto al zinc, la cantidad adecuada se encontrará entre 0,5-1 mg/100 kcal y la ESPGHAN recomienda que la suma de cloro, sodio y potasio no supere los 50 mEq/L (Tablas II y III).
Fórmulas especiales
Las fórmulas especiales deben reservarse para su uso en lactantes que presentan una patología que impide la utilización de una fórmula convencional. Su indicación debe ser realizada siempre por un pediatra.
El estreñimiento, la regurgitación y los cólicos disminuyen el bienestar del lactante. El interés por reducir estos problemas digestivos menores ha dado lugar a la investigación de nuevas fórmulas que introducen nuevos componentes y varían parcialmente su composición(3,16-19).
• Fórmulas anti-cólicos: para facilitar la digestión del lactante, estas fórmulas contienen proteínas séricas parcialmente hidrolizadas y menor cantidad de lactosa, la cual es sustituida por dextrinomaltosa. Muchas incorporan mayor cantidad de B-palmitato o añaden probióticos, como el Lactobacillus reuteri o FOS para conseguir un efecto prebiótico.
• Fórmulas anti-estreñimiento: mejoran la proporción de B-palmitato, asemejándose a la leche materna. De esta forma, disminuyen la cantidad de ácidos grasos en posición alfa, los cuales al unirse al calcio dan lugar a la formación de jabones cálcicos insolubles que aumentan la consistencia de las heces. Por otro lado, estas leches aumentan la cantidad de lactosa, que es metabolizada por la flora anaerobia al llegar al colon, produciendo un efecto laxante osmótico al atraer agua al lumen intestinal. Algunas de ellas añaden probióticos que favorecen el tránsito digestivo, como el Lactobacillus reuteri o incorporan oligosacáridos con efecto prebiótico, siendo los más relevantes GOS y FOS, los cuales aumentan el volumen del bolo digestivo. Otro cambio que introducen, es la mayor cantidad de magnesio con efecto laxante, debido a su acción osmótica y estimulación de la motilidad intestinal.
• Fórmulas anti-regurgitación: incorporan dos tipos de espesantes, harina de algarrobo y almidones que aumentan la viscosidad de la leche. Por otro lado, aumentan la proporción de caseína frente a seroproteínas, la cual precipita en el estómago, disminuyendo las regurgitaciones y neutraliza la acidez gástrica. Además, suelen llevar menor cantidad de ácidos grasos de cadena larga para favorecer el vaciado gástrico y menor proporción de lactosa. Por recomendaciones de la ESPGHAN, el uso de este tipo de leches debe ser en niños con pérdidas de nutrientes asociados a las regurgitaciones, junto con un tratamiento médico y bajo supervisión.
• Fórmulas sin lactosa: indicadas en lactantes con intolerancia transitoria o secundaria a la lactosa o en casos de intolerancia congénita a la misma. En este tipo de fórmulas, la lactosa se encuentra sustituida por otro hidrato de carbono, como la dextrinomaltosa o polímeros de glucosa, los cuales tienen menor osmolaridad, favoreciendo su digestibilidad y absorción.
La mención “sin lactosa” podrá emplearse en los preparados para lactantes y preparados de continuación, cuando el contenido de lactosa en el producto no sea superior a 10 mg/100 kcal.
• Fórmulas de prematuros:
Debido a su inmadurez y menor reserva de nutrientes, requieren un mayor aporte calórico (67-94 kcal/100 ml), para mantener un crecimiento adecuado y unas condiciones nutricionales determinadas.
Destinadas a prematuros o con bajo peso al nacimiento (menor de 2.500 g), en los que la lactancia materna no es posible. Presentan las siguientes diferencias:
- Hidratos de carbono: entre 9,6 y 12,5 g/100 kcal. Sustitución parcial de la lactosa por polímeros de glucosa, debido a la deficiencia relativa de lactasa que presentan por menor actividad de la misma. Esto evita los efectos de la malabsorción de lactosa, mejora el vaciamiento gástrico y consigue mayor densidad calórica sin aumentar la osmolaridad.
- Lípidos: se recomienda entre 4,4 y 5,7 g/100 kcal. Mayor proporción de triglicéridos de cadena media (TCM) para facilitar su absorción, sin sobrepasar el 40% de la grasa administrada. Adición de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, ácidos grasos esenciales (y sus metabolitos activos: el araquidónico y el DHA) y ácidos grasos trans.
- Proteínas: en mayor cantidad (2,8 a 4,9 g/kg/día), parte hidrolizadas. Añaden mayor cantidad de taurina. Se recomienda que la carnitina y los nucleótidos se añadan en cantidades similares a las halladas en la leche materna.
- Mayor aporte de calcio y fósforo para facilitar la mineralización ósea, con una proporción calcio:fósforo de 1,7.
• Fórmulas parcialmente hidrolizadas (entre 5.000-12.000 dalton): pueden utilizarse en lactantes con riesgo de atopia (con, al menos, uno de los padres o hermano con enfermedad alérgica documentada), como prevención de alergia a las proteínas de leche de vaca. Sin embargo, se debe tener precaución en su uso, ya que no se dispone de estudios a largo plazo que demuestren su eficacia. Se encuentran contraindicadas en lactantes con alergia a las proteínas de la leche de vaca.
• Fórmulas extensamente hidrolizadas(20): las proteínas han sido sometidas a un alto grado de hemólisis (100% <5.000 dalton, incluso algunas fórmulas con <1.500 dalton). La fuente de dichas proteínas suele ser la caseína, las proteínas séricas o una mezcla de ambas. Están indicadas: en pacientes con alergia a las proteínas de la leche de vaca (APLV), en casos de malabsorción intestinal y en situaciones de afectación intestinal grave (síndrome de intestino corto, enteritis por radioterapia o quimioterapia, síndromes de malabsorción o diarrea grave del lactante). En estas leches persisten cantidades muy pequeñas de proteínas no hidrolizadas por completo, lo que puede causar reacción si el lactante se encuentra muy sensibilizado.
Además, estas fórmulas suelen estar exentas de lactosa, dada la posible atrofia de las vellosidades intestinales con disminución de la actividad de lactasa intestinal. Suelen llevar TCM en proporción>40% del total de grasas y aceite con ácidos grasos esenciales.
• Fórmulas elementales: llevan en su composición: L-aminoácidos libres, dextrinomaltosa, e incluyen TCM. Su uso se encuentra limitado, dada la alta osmolaridad (que puede producir diarrea osmótica y deshidratación hipernatrémica), el coste elevado y el mal sabor. Sus indicaciones se encuentran restringidas a: APLV que no responde a fórmulas hidrolizadas, situaciones de malabsorción y maldigestión en insuficiencia pancreática, síndrome del intestino corto, casos de malnutrición grave y en la transición de nutrición parenteral a nutrición enteral.
• Fórmulas de soja: estas son sus principales características:
- Sustituyen las proteínas lácteas por proteína aislada de la harina de la soja.
- La proteína de soja es deficitaria en: metionina, lisina, prolina y carnitina. Por ello, suelen estar suplementadas con dichos compuestos.
- Hidratos de carbono: contienen: dextrinomaltosa, polímeros de glucosa y/o sacarosa.
- Minerales (calcio, cinc, magnesio, hierro y cobre): menor biodisponibilidad.
- Suelen suplementarse con calcio y fósforo, debido a que los fitatos de la soja pueden inhibir su absorción.
- Lípidos de origen vegetal. Aporte calórico similar al de las fórmulas de leche de vaca. Indicaciones: intolerancia primaria o secundaria a la lactosa y galactosemia, familias vegetarianas y APLV no mediada por IgE y no sensibilizada a la proteína de soja (tras tolerancia clínica). No administrar en menores de 6 meses.
Preparación de biberones(21)
Las leches en polvo no son estériles. Es necesario mantener unas condiciones de higiene, comenzando con el lavado de manos para su preparación y cumplir normas que minimicen la aparición de infecciones.
Las dos principales bacterias que se han relacionado con la contaminación de leches en polvo son: Enterobacter sakasakii, enterobacteria que puede infectar especialmente a los neonatos pretérmino, con bajo peso al nacer y a los inmunodeprimidos. Se la ha relacionado con brotes de meningitis y enteritis. También, se han descrito casos de infección por Salmonella entérica, especialmente relacionadas con contaminaciones durante su manipulación(13,20).
En casa
• Limpiar y esterilizar bien todos los utensilios de preparación y alimentación del lactante. Lavado de manos previo a su manipulación.
• Preparar los biberones antes de la toma y desechar lo que sobre.
• Se puede utilizar agua del grifo, si es apta para el consumo humano. Si no, se podrá utilizar agua embotellada sin gas hipomineralizada o utilizar agua hirviendo, dejándola enfriar hasta que esté tibia.
En instituciones sanitarias
• Mantener condiciones de limpieza y esterilización.
• En caso de preparación de la leche de fórmula con antelación, conservar en el frigorífico a 5ºC y sin superar las 24 horas (revisar diariamente).
Función del pediatra de Atención primaria
Es obligación del pediatra promover la lactancia materna; pero cuando no es posible, debe conocer la composición de las fórmulas artificiales, sus continuas actualizaciones y suplementaciones, las limitaciones y los tipos de fórmulas especiales y sus indicaciones; para poder prescribir la más adecuada para cada lactante.
Bibliografía
Los asteriscos muestran el interés del artículo a juicio del autor.
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Buenas revisiones sobre los pre y probióticos en las fórmulas artificiales, destacando sus efectos beneficiosos, así como las limitaciones en los estudios realizados y el desconocimiento de la seguridad a largo plazo en pacientes inmunodeprimidos.
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Interesante revisión en la que se compara la composición de 31 fórmulas infantiles (de inicio, continuación y especiales). Indican el porcentaje de cumplimentación de dicha composición a la Reglamentación Técnico Sanitaria.
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Revisión extensa de las fórmulas hipoalergénicas disponibles.
Caso clínico |
Lactante sin antecedentes personales ni familiares de interés, alimentada con lactancia materna durante los 6 primeros meses de vida. Durante los mismos, la paciente presenta cuadro de cólicos recurrentes. Se muestra irritable en dichos episodios, pero el estado general es bueno y la ganancia ponderoestatural adecuada. La madre, tras informarse en internet del posible aumento de cólicos relacionados con la leche y derivados lácteos, decide de propia iniciativa no tomarlos, sin comentarlo al pediatra, restándole importancia. A los 6 meses, introduce biberones de leche parcialmente hidrolizada. Al tercer día, el padre le da un biberón de leche de continuación. Presenta a los pocos minutos: vómitos de repetición, aparición de exantema urticarial y región peribucal, y tronco. Acuden a urgencias, donde recibe adrenalina intramuscular y corticoide oral, con resolución del cuadro. Tras dicho episodio, al conocer la historia clínica, se solicita analítica y se inicia alimentación con fórmula hidrolizada. Analítica: muestra valor elevado de IgE para proteína de leche de vaca y eosinofilia en el hemograma. La paciente no vuelve a presentar sintomatología, manteniendo adecuada ingesta y crecimiento.
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