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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº2 – MARZO 2020

Antonio Montiel, experto en arte sacro

J. Fleta Zaragozano
Representación del niño

en la pintura española


J. Fleta Zaragozano

Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza

Pediatr Integral 2020; XXIV (2): 122.e1 – 122.e5


Antonio Montiel, experto en arte sacro

Montiel tiene una extensa carrera como dibujante y pintor retratista. Por sus pinceles han pasado personalidades, como: los reyes eméritos de España, la reina Isabel II de Inglaterra, Fidel Castro, la duquesa de Alba, Monserrat Caballé, Felipe VI y muchos más. Es un gran apasionado del arte sacro, género que trabaja muy habitualmente, y es uno de los artistas españoles actuales más galardonados.

Vida, obra y estilo

Antonio Montiel González nace en Antequera (Málaga) en 1964. Es el segundo hijo de cuatro, del matrimonio compuesto por Antonio, natural de Almogía, y María, natural de Villanueva de la Concepción, ambas localidades de la provincia de Málaga. Nació en Antequera por circunstancias, ya que su madre pasaba las vacaciones en su pueblo de origen, cuando ocurrió su nacimiento, por lo que fue trasladada a Antequera por cercanía.

Desde muy temprana edad, la inclinación que siente por el dibujo y la pintura le convencen que ha nacido para la creación artística y, sobre todo, para indagar en el análisis de los rostros humanos. La actriz y cantante malagueña Pepa Flores (Marisol) le inspiró constantemente en los primeros años de su niñez y adolescencia; ello motivó que la representara en varias ocasiones.

Ingresa a los diez años en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos Antonio Cañete de Málaga y se presenta a los primeros concursos de pintura infantil y juvenil, que por entonces organizaba Educación y Descanso, ganando siempre los primeros premios. Las primeras exposiciones, con catorce y quince años, avalan los inicios del artista, que comienza a desarrollar una carrera meteórica y que le llevan, incluso, a ejercer también la docencia, para niños y adultos.

Durante el servicio militar, se relaciona con altos mandos del Ejército que le encargan numerosos retratos, entre ellos el del rey Juan Carlos I; después gana el concurso de carteles de la feria de Málaga de 1985 y a finales de 1986, traslada su residencia a la capital de España. En Madrid, Antonio Montiel recibe el encargo de la Asociación de Hidalgos de España, que le manifiesta el deseo de que realice la colección completa de todos sus presidentes, pertenecientes a la aristocracia española. No hay que olvidar que Velázquez es el pintor retratista del que más influencia ha recibido.

Poco después, la popular revista Lecturas decide mostrar su obra, con una serie denominada Las Mujeres 10 españolas en tres dimensiones, que son retratos de las más famosas mujeres de todos los ámbitos de nuestra sociedad. Dicha serie se convertiría más tarde en la exposición “Mujeres de España”, recorriendo las principales capitales españolas bajo el patrocinio de la acreditada firma de cosméticos Margaret Astor.

En el año 1992, es elegido para representar a España en el Festival de Arte de las Américas, celebrado en la sede de la O.E.A. (Organización de Estados Americanos) en Washington, donde se relaciona con distinguidas personalidades del mundo de la cultura europea y americana. Políticos y embajadores alabaron su obra, inclusive la primera dama de los Estados Unidos, Bárbara Bush. Durante los años 1994 y 1995, México acapararía gran parte del tiempo del pintor malagueño, que encontró en el país azteca su segunda casa; personalidades varias, como la esposa del presidente del gobierno Salinas de Gortari, han posado para Montiel.

La galería de arte Nova de Málaga, en 1995, presenta su primera exposición retrospectiva. En 1997, la reina Sofía le recibió en audiencia privada felicitándole por el extraordinario retrato que realizó de ella y que según la soberana, se encuentra entre sus preferidos. También viajó a Cuba para retratar a Fidel Castro, por encargo de la multinacional Inter-Public, con la cual colaboró durante dos años en la revista mensual Andalucía en el mundo con una serie denominada Mis retratos más queridos.

En 2003, retrata a la ministra de sanidad Celia Villalobos, a la duquesa de Alba y a Federico García Lorca, y viaja a Londres para entregar a la reina de Inglaterra el espléndido retrato al óleo que creó de ella con motivo del “Golden Jubile”. Además de los ya citados, ha pintado a multitud de artistas y personajes públicos de nuestro país, como: Lola Flores, Chiquito de la Calzada, Monserrat Caballé, Rocío Durcal, la baronesa Thyssen, Rocío Jurado, Lina Morgan y Concha Velasco, entre otros muchos.

En 2017, Montiel pinta a Felipe VI y posteriormente viaja a Zaragoza, invitado por el Ayuntamiento de Villafeliche, para ser el pregonero de sus Fiestas y recibir el Premio “Trevillano” de manos del presidente del gobierno de Aragón y del alcalde de este bello municipio. El Premio “Trevillano” es un premio otorgado por el Ayuntamiento de esta localidad como reconocimiento a las tres bases culturales del pueblo: Agricultura, Pólvora y Alfarería.

Ha sido galardonado con numerosos premios y condecoraciones, y le han dedicado diversas publicaciones en prensa nacional e internacional. Ha sido requerido por numerosos ayuntamientos e instituciones, y le han otorgado un puesto de honor en festivales, procesiones y otras manifestaciones artísticas por toda España. También ha sido pregonero y nombrado Hijo Adoptivo, Hijo Ilustre e Hijo Predilecto de algunas localidades, y ha dado su nombre a alguna institución y calles de su Comunidad. Sus carteles anunciadores y conmemorativos ilustran abundantes actividades, ferias, cursos, muestras, cofradías, hermandades y otros eventos artísticos, incluso de la Semana Santa de varias ciudades, especialmente de Antequera y Málaga.

Su obra infantil

Montiel ha pintado al niño muy frecuentemente, desde el bebé recién nacido hasta el adolescente, pasando por niños lactantes y de edad escolar, incluso los ha representado en obras de contenido religioso.

La obra Maternidad en la pobreza fue pintada por Montiel a los 18 años. En la composición, de estructura triangular, aparecen una madre que está de pie con su hijo en brazos. La madre expresa convincentemente su situación de pobreza, dada la tristeza que transmite, su hieratismo, las ropas que lleva y los colores que la acompañan. La mujer, de mediana edad, tiene una cara alargada, cejas muy pronunciadas, ojos grandes, con ligera ptosis parpebral, inclinación antimongoloide de los ojos, nariz alargada y labio inferior prominente. Su cabello es abundante, moreno, peinado a raya y con mechones que sobresalen de su cara. Mira a lo lejos. Los dedos de sus manos, especialmente los de su mano derecha, no están bien perfilados, característica que define el estilo propio de esta tendencia plástica expresionista.

El niño puede tener entre seis y ocho meses de edad. Va cubierto con una toquilla de color oscuro, a juego con la ropa de su madre. Al pequeño solo se le ve la cabeza y parte de su brazo izquierdo. Las características faciales son peculiares: grandes cejas, ojos pequeños y cerrados, su boca apenas está esbozada y en la oreja no se delimitan bien la morfología del pabellón ni el lóbulo. El artista lo ha pintado con un pelo escaso por la nuca. Parece que duerme, ya que su cabeza la apoya sobre la cara de su madre. Al fondo aparecen casas apenas esbozadas que pueden corresponder a un ambiente rural. Colores fríos: grises y marrones para las figuras, y para los celajes, azules y amarillos.

Cuando observamos esta imagen, vuelven a nuestra memoria las obras expresionistas de Gutiérrez Solana, o las de la etapa azul de Picasso: se caracterizan por la intensidad de la expresión de los sentimientos y las sensaciones, y por el desequilibrio y la fuerza de los colores. No obstante, ya encontramos algunas raíces del expresionismo en las pinturas negras de Goya, que rompe con las convicciones con las que se representaban las anatomías para sumergirse en el mundo interior. En esta obra, se ve también la clara influencia del noruego Edvard Munch. Las imágenes angustiosas y desesperadas de Munch, como en El grito (1893), paradigma de la soledad y la incomunicación, fueron uno de los principales puntos de arranque del expresionismo. Maternidad en la pobreza es una acuarela y data de 1982 (Fig. 1).

Figura 1. Maternidad en la pobreza.

De una factura muy distinta es la obra Maternidad en primer plano. De nuevo aparece una madre con su hijo. De ambas figuras el artista solo ha representado las cabezas; la imagen ocupa casi la totalidad de cuadro. La mirada de la madre se muestra como perdida y denota tristeza, resignación o melancolía. La pincelada es suelta y la textura pastosa, no obstante, se delimitan las facciones de la cara a la perfección: cejas, ojos, nariz y boca normales; así mismo, lleva pelo abundante de color moreno, con algunos mechones extendidos por la cara.

Apoyado en su cara está la cabeza de su hijo que puede tener aproximadamente cuatro o cinco meses de edad. Parece que está dormido, ya que tiene los ojos cerrados. Presenta cabello abundante, cejas poco pobladas, nariz algo achatada y labio superior normal. A nuestro parecer, se trata de un retrato magistral, lleno de carácter, realismo y veracidad. Especialmente interesante es la cara del niño, en escorzo, lo cual demuestra el dominio del autor por el retrato y la anatomía y, especialmente, por la perspectiva. Luz frontal y colores amarillo, gris y negro. Es un óleo sobre lienzo y data de 1986 (Fig. 2).

Figura 2. Maternidad en primer plano.

En Retrato de dos hermanas, aparecen las figuras de dos niñas de una edad aproximada de diez o doce años. La situada a la derecha está posando para el pintor y sonriente; ligeramente girada hacia la derecha y representada solo con medio cuerpo superior. Las facciones de la cara son normales, lleva melena de pelo oscuro, sujeto con una diadema de color rosa y pendientes de perla; lleva también un abrigo de amplios pliegues. Con su mano derecha coge del hombro a su hermana.

La niña de la izquierda es algo más pequeña, mira directamente al pintor y también muestra una ligera sonrisa. Su peinado es semejante al de su hermana y también lleva una diadema en el pelo, en este caso, de color azul. Las características de su cara son normales y, desde luego, se parece mucho a su hermana. Lleva un abrigo de color azul con dos filas de botones. Predominio de colores de tonos fríos: azules para los abrigos y gris para los fondos. Se trata de un óleo sobre lienzo, fechado en 1993 (Fig. 3).

Figura 3. Retrato de dos hermanas.

Estupendo es el dibujo titulado Tomás Ribera. Es una obra en tres cuartos de un muchacho que posa complaciente para el artista. Puede tener unos doce años de edad y va ataviado con ropas típicas a la usanza andaluza. Su cara está perfectamente dibujada y permite ver los dos dientes incisivos superiores. Lleva cabello abundante y va tocado con un sombrero cordobés de color negro. Viste pañuelo al cuello y camisa de manga larga que el chico la luce arremangada. En su mano derecha lleva un clavel, que acerca a su cara. Su cintura está envuelta en una faja. Trazos precisos, sombreados sencillos que delimitan una imagen con gran efecto realista. El dibujo data de 1994 (Fig. 4).

Figura 4. Tomás Ribera.

Montiel también pintó a varios miembros de la casa real española. Uno de ellos es de la Infanta Cristina de Borbón y su primer hijo. La infanta aparece de pie, en tres cuartos y mirando sonriente a su hijo. Su cabeza, con melena suelta, está ligeramente girada hacia su derecha y algo inclinada para observar mejor al niño. A pesar de su postura, el pintor ha reflejado perfectamente las características anatómicas faciales de la Infanta. Con su brazo derecho sostiene al pequeño y con la mano izquierda roza ligeramente el cuello del mismo; en su muñeca lleva una pulsera muy poco ostentosa. Se observan rasgos anatómicos manuales muy bien dibujados y viste traje con solapa, abotonado.

El niño es su primer hijo y puede tener unos dos o tres meses de edad. Se llama Juan Valentín de Todos los Santos y nació el 29 de septiembre de 1999. Permanece dormido en brazos de su madre y va cubierto con traje de recién nacido, excepto las manos y la cabeza. La posición en escorzo de la cabeza del pequeño no es en absoluto un problema para el pintor, a la hora de dibujarlo. Las facciones del pequeño son normales. Se trata de una técnica mixta sobre papel y fechada en 1999 (Fig. 5).

Figura 5. Infanta Cristina de Borbón.

Vicente Flor es otro retrato en el que aparece un joven apuesto de unos doce o trece años de edad, de pie y de medio cuerpo. Está girado hacia su derecha y mirando al pintor. Posa con una leve sonrisa y va elegantemente vestido. Pelo corto, de color castaño, facciones de la cara normales, con boca entreabierta, camisa en azul claro con corbata azul oscuro, con lunares claros. Lleva americana en azul oscuro, de grandes y largas solapas. Los colores predominantes son los azules, rosas y grises. Luz frontal. Se trata de un óleo sobre lienzo (Fig. 6).

Figura 6. Vicente Flor.

Alba es otra composición de la misma factura que el de Vicente Flor. En este caso aparece una niña de unos cinco o seis años de edad, sentada. Mira al espectador con una suave sonrisa. Tiene pelo castaño, con melena y flequillo que le ocupa casi toda la frente. Su cara es muy agraciada, con grandes ojos azules, nariz y boca normales. Tiene los brazos apoyados en su regazo y las manos entrelazadas. Los dedos de su mano derecha son normales, sin embargo los de la mano izquierda no están bien perfilados. Lleva vestido de color azul, de talle alto, con ribetes en azul oscuro. La luz se recibe desde la derecha. El color del fondo es marrón y gris de distinta gama. Es un óleo sobre lienzo y data de 2004 (Fig. 7).

Figura 7. Alba.

Montiel ha tenido siempre especial apetencia por el arte sacro y ha representado a Cristo, la Virgen y otras imágenes en multitud de ocasiones, generalmente como carteles anunciadores de Semana Santa, hermandades y cofradías. En Santísimo Cristo coronado de espinas aparecen dos figuras, un Cristo sentado con su corona de espinas y un niño. El Cristo, que es, posiblemente, un autorretrato, mira hacia el niño con tristeza, sabedor del fin que le espera. Aparte de su corona lleva una vara que se apoya en su hombro; una tela blanca a la cintura que le cubre las piernas y una capa de color rojo, que pende de su hombro derecho. Las características anatómicas del personaje, sus segmentos y dedos, son normales y los detalles de la cara son proporcionados; lleva pelo largo, bigote y barba de color castaño.

A su lado, un niño de unos diez años parece que intenta consolar a Cristo.Está de pie en una figura en tres cuartos y postura lateral. Lleva un hábito de color rojo, de penitente, con la cabeza cubierta y unas vueltas de soga alrededor de su cintura. Al niño solo se le ven las manos y la cara derecha. Los detalles de su anatomía son normales. La luz se irradia desde el mismo cuerpo del crucificado y los colores predominantes son el rojo, marrón, blanco y gris. La obra es un cartel para la Semana Santa de Málaga, realizado para la Hermandad de los Estudiantes de esa ciudad. Se trata de un óleo sobre lienzo fechado en 2006 (Fig. 8).

Figura 8. Santísimo Cristo coronado de espinas.

Cartel del Rastrillo es un retrato que incluye a dos personas: Chiquito de la Calzada y un niño. El conocido actor, cantaor de flamenco y humorista malagueño se llama realmente Gregorio Esteban Sánchez Fernández y posa como habitualmente lo hace, con gracia y espontaneidad. Lleva sombrero cordobés sujeto al cuello, camisa blanca, faja roja y pantalón negro. En su mano izquierda lleva una flor artificial y un anillo dorado en su dedo anular. Su anatomía está especialmente conseguida.

Abraza al niño que le acompaña, de unos diez o doce años de edad. Sonriente como Chiquito, ambos de pie y mirando al pintor. El niño no lleva sombrero, pero porta unos llamativos tirantes de color rojo, como su faja. También lleva camisa de manga larga y pantalón negro. Los detalles anatómicos son normales y su boca entreabierta deja ver los dientes de la arcada superior. Las manos del pequeño están muy bien conseguidas. Es un óleo sobre lienzo encargado como cartel para un rastrillo (Fig. 9).

Figura 9. Cartel del Rastrillo.

Otro retrato muy parecido a los anteriores es Santiago, composición en la que aparece un niño de unos diez años de edad, sentado y posando para el artista. La figura ocupa exactamente el centro del cuadro y es de medio cuerpo. Mira de frente, no obstante su cuerpo está ligeramente girado hacia su derecha. Tiene el pelo rubio, peinado sin raya y con un poco de flequillo. Los pabellones auriculares son grandes y el izquierdo está más despegado que el derecho. Los ojos son de color marrón y la nariz y la boca son normales. Lleva una camisa de manga larga de color azul claro, con el primer botón desabrochado. La luz se recibe desde la izquierda y los fondos son de color marrón, de varias tonalidades. La pincelada es acabada y la textura lisa. Se trata de un óleo sobre lienzo fechado en 2011 (Fig. 10).

Figura 10. Santiago.

Bibliografía

– Antonio Montiel. Biografía. Consultado el 20 de octubre de 2019. Disponible en: http://antoniomontiel.biz/biografia/.

– Antonio Montiel. Su obra. Consultado el 20 de octubre de 2019. Disponible en: http://antoniomontiel.biz/su-obra/.

– Antonio Montiel. Pintor. Consultado el 20 de octubre de 2019. Disponible en: https://www.wikiwand.com/es/Antonio_Montiel_(pintor).

– Pérez MJ. Antonio Montiel, el pintor del alma. Arguval. Málaga. 2017.

– Guerrero AJ. Antonio Montiel: de pintar en la arena a ser el genio del retrato. El Sol de Antequera. 2018. Consultado el 20 de octubre de 2019. Disponible en: http://www.elsoldeantequera.com/especial-navidad/27933-antonio-montiel-de-pintar-en-la-arena-a-ser-el-genio-del-retrato.html.

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