Representación del niño
en la pintura española |
J. Fleta Zaragozano
Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza
Pediatr Integral 2021; XXV (8): 447.e1 – 447.e5
Bartolomé González, retratista de los infantes de España
La obra de Bartolomé González está casi exclusivamente dedicada a la producción de retratos de la familia real con destino a diversas cortes europeas. Discípulo y colaborador de Pantoja de la Cruz, sus retratos son repetitivos y de ejecución un tanto seca; los rostros, tratados con técnica de claroscuro, resultan rígidos e inexpresivos. No obstante se aplicó en describir minuciosamente bordados, joyas y demás piezas de adorno.
Vida, obra y estilo
Bartolomé González Serrano nació en Valladolid en 1564 y falleció en Madrid en 1628. La principal influencia artística que se detecta en su obra procede de los manieristas que, habiendo trabajado para Felipe II en El Escorial, seguían activos en la Corte de Felipe III, especialmente la de aquellos que se trasladaron junto al Rey cuando, entre los años 1600 y 1606, la Corte se estableció en Valladolid.
Se formó en el ambiente artístico de los pintores cortesanos, pues su estilo como retratista se parece mucho al de Sánchez Coello y al de Pantoja de la Cruz. Sobre esa primera formación, dentro de la estética del manierismo tardío, debió de conocer el primer naturalismo a través de Orazio Borghiani, cuyo estilo caló poderosamente en la concepción de las formas monumentales de las figuras, en el tratamiento de volúmenes y claroscuro. El estilo de ese pintor influyó en gran medida en las pinturas religiosas de Bartolomé.
El encargo más importante que recibió Bartolomé González fue rehacer la galería de retratos de El Pardo, que había sido fundada por Carlos V, enriquecida por Felipe II y destruida en un incendio acaecido en 1604. Felipe III le mandó a él y a otros pintores rehacer la galería iconográfica copiando cuadros originales que se conservaban en otros Reales Sitios. González pintó once lienzos con los retratos de los hijos de los Reyes de cuerpo entero, la Princesa Isabel, Luis XIII de Francia, y el de Felipe II y Doña Ana. Muchos de estos retratos no eran sino copias de otros originales de las más diversas procedencias. El hecho de que fueran copias se advierte en una cierta rigidez y desgana en la ejecución.
En 1612 había pintado la pareja de retratos de Felipe III y Margarita de Austria y el doble de los infantes Fernando y María, para que Rodrigo Calderón, marqués de Sieteiglesias, los llevase a la Corte flamenca gobernada por Isabel Clara Eugenia. A esa misma serie corresponden los retratos de cuerpo entero de los príncipes Felipe, María, Carlos, Fernando y Margarita, lienzos sueltos, de cuerpo entero, y de los que sólo se conserva el retrato de la infanta Margarita, propiedad del Museo del Prado, depositado en el Museo de Pontevedra. Para ser enviados a Polonia, Bartolomé González pintó ocho lienzos remitidos en 1618 al rey Segismundo III, con los retratos de los Reyes y sus hijos. Otro encargo muy destacable fue el de trece lienzos con retratos de príncipes y princesas pintados para la Corte de Gratz, entre los que figuraban los suegros de Felipe III y once de sus catorce cuñados, sacados, en su mayor parte, a partir de naipes.
En 1621 pintó la pareja de retratos Felipe III y Margarita de Austria, conservados, respectivamente en el Palacio Real de Madrid y en el Museo del Prado. En el retrato de Felipe III, fechado en 1621, se advierte una cierta influencia de Tiziano al mostrar al Rey con la mano apoyada en el bufete sobre un casco. Otro retrato de Felipe III muy interesante es el depositado por el Prado en la embajada española en Londres, que muestra al Rey sentado en una rica silla, vestido con traje blanco de lujosa seda, en actitud poco afortunada. En 1626 se data el retrato de Isabel Clara Eugenia vestida de monja, conservado en el convento de la Encarnación de Madrid.
En sus cuadros de pintura religiosa se mostró como un pintor mucho más personal y avanzado, precoz intérprete de un cierto tenebrismo que aseguraba un conocimiento de la pintura de Caravaggio. Los más singulares son la Virgen con el Niño y Ángeles músicos, pintados en 1613, depositados en el convento de capuchinos de El Pardo. El Museo del Prado depositó en el Museo de Valladolid el cuadro Descanso en la huida a Egipto, firmado y fechado en 1627. Muy interesante es la Procesión del Beato Orozco, conservada en el Museo de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, por mostrar un ya muy acusado tenebrismo en el que la luz es un elemento expresivo, dotado de un realismo áspero en los rostros y de enérgico modelado. Otras obras de interés son la Virgen de la Leche de la colección March, San Felipe crucificado, Pasión de Cristo y Nacimiento de Cristo, entre otros.
Los niños en su obra
Los niños y adolescentes de la casa real son lo más representativo de la obra de este artista. Si bien las figuras obedecen al mismo prototipo pictórico, hace una descripción minuciosa de los vestidos y adornos.
Retrato de Margarita de Austria embarazada. En un momento en el que con mucha frecuencia se malograban los embarazos o los niños morían al nacer, este retrato muestra la importancia que para la reina tenía el hecho de que se la considerase fértil, y qué mejor manera de anunciar ese hecho que el de representarse encinta. Su abultadísimo vientre es el eje de la composición, marcada por la línea vertical de la saya y por las joyas que lo enmarcan. La representación de una mujer embarazada no es frecuente en la iconografía pictórica española.
La archiduquesa Margarita, reina de España, tendrá ocho partos, el último de ellos el del infante Alfonso de Austria el 22 de septiembre de 1611. Unos días después, la reina fallecía, con 26 años de edad. En tan sólo once años de reinado había dado a luz a varios herederos, el primero de ellos el príncipe Felipe el 8 de abril de 1605, había demostrado su fertilidad, su fe católica y había mantenido los lazos con la casa de Austria. Su papel como reina de España había sido cumplido y de él quiso dejar constancia perdurable al menos a través de dos de sus retratos.
En este caso la reina, ricamente vestida, lleva en una de sus manos un pañuelo con puntillas y la otra mano la posa sobre la cabeza de uno de sus hijos, tal vez, Ana María Mauricia, que lleva en sus manos un tití dorado. Los vestidos y adornos son los típicos de la realeza. Las anatomías y las poses, así como los colores y los fondos, también son los conocidos de este pintor. La obra data de 1601-1603, es un óleo sobre lienzo y pertenece al Museo de Historia del Arte de Viena, Austria (Fig. 1).
En el cuadro Los infantes Don Alfonso el Caro y Ana Margarita aparecen los dos infantes, hijos de Felipe III y su esposa Margarita, y un perro. Llama la atención la rigidez que expresan los dos niños, incluso el mismo estado se aprecia en el perro que les acompaña: todos miran hacia el espectador. Doña Margarita nació en 1610; por lo tanto, tiene en este momento unos 3 años, va vestida con solemnidad, con verdugado, alzacuellos y lechuguilla y largas bandas de tejido que penden de sus hombros, típicas de este tipo de vestimenta para esta edad y esta época.
No lleva los cinturones de dijes que sí porta su hermano, que aparece erguido en su silla con ruedas y luciendo cuello de lechuguilla. Alfonso nació en 1611, es decir, en este momento tiene un año de vida. Los dos niños están de la mano. Parte de los amuletos del infante están apoyados en el cajón del carretón como auténticos juguetes infantiles.
A ambos solo se les ve la cabeza y las manos que son, anatómicamente muy similares. Inexpresivas, con ojos, nariz y orejas normales y una boca pequeña con labios algo prominentes. Pelo rubio. Fondo tenebrista, con colores negros, grises y marrones. Margarita murió a los 7 años y Alfonso al año de edad. Es un óleo sobre lienzo fechado en 1612 y pertenece al Instituto Valencia de Don Juan, de Madrid (Fig. 2).
El cuadro Los infantes Fernando, Alfonso y Margarita es de similares características al cuadro anterior. En este caso aparecen tres infantes, hijos de Felipe III: Fernando, nacido en 1609 y que llegaría a ser cardenal, Alfonso, nacido en 1611 y Margarita, nacida en 1610. Se muestra la rigidez de los niños en el posado, su mirada fija e inexpresiva y, desde luego, su vestimenta típica de los siglos XV al XVII, para niños de esta edad de la realeza. Las caras de los niños obedecen al mismo patrón, como en casi todas las obras de los pintores de cámara y de la corte de estos siglos.
El infante Fernando lleva un espadín al cinto, que sujeta con una mano, Alfonso lleva collar, en su cinturón penden higas, azabaches y otros relicarios, y está sentado en su andador, y Margarita lleva en una mano un abanico y con la otra toca uno de sus collares. Los fondos son negros, con suelo alfombrado. Colores grises y marrones, preferentemente, y rojos para las cortinas. Data de 1612, es un óleo sobre lienzo de 138 por 119 cm y pertenece al Museo de Historia del Arte de Viena, Austria (Fig. 3).
El cuadro La Infanta Ana Mauricia y el Príncipe Felipe representa a dos de los hijos del rey Felipe III: Ana María Mauricia, nacida en 1601 y Felipe, nacido en 1605; por lo tanto, en esta obra tienen 11 y 7 años, respectivamente, aunque su físico represente más edad, lo cual era un hecho frecuente en los retratos de González.
Tiene características comunes con los otros retratos de cuerpo entero: las mismas caras, los mismos peinados y parecidos trajes y vestidos. También la misma pose. La infanta tiene en una mano un libro, posiblemente un misal, y la otra mano la apoya sobre una mesa; en los dedos de ambas manos tiene anillos. Otra particularidad es que Felipe tiene en su mano un sombrero con plumas y ciñe espada al cinto. Su vestimenta se ha adaptado a su edad y ya parece un adulto. Fondos rojos y colores grises, blancos y marrones. La infanta Ana María Mauricia será esposa de Luis XIII de Francia y el Príncipe Felipe será Felipe IV de España. Se trata de un óleo sobre lienzo de 137 por 118 cm. Data de 1612 y pertenece al Museo de Historia del Arte de Viena, Austria (Fig. 4).
El Infante Alfonso el Caro, nacido en 1611 y fallecido al año de edad, aparece en varios retratos, como el que presentamos, debidos a varios pintores de corte. Mira fijamente al espectador, hecho muy común en todos los retratos de este artista. El infante Alfonso aparece en su carretón, con tan solo 11 meses, luciendo un grueso cinturón de al menos 7 amuletos que cubren toda su cintura, más una gran cruz, como correspondía a un infante católico, sobre el pecho y sujetando en la mano un jilguero, símbolo religioso. Sus detalles anatómicos son correctos, aunque no expresan nada especial en su mirada, lo cual suele ser característico de la pintura manierista. Dominio de la perspectiva, la línea curva y la geométrica. En planos posteriores aparecen unas cortinas con grandes pliegues, una de ellas parcialmente recogida, a la derecha. Colores blancos, marrones y rosas. Fechado en 1612. Es un óleo sobre lienzo de 183 por 109 cm y pertenece a la Colección Nins, de la Fundación Yannick y Ben Jakober, de Alcudia, Mallorca (Fig. 5).
La figura de cuerpo entero, Don Fernando de Austria, representa al infante de España y Portugal, sexto hijo de Felipe III y la reina Margarita, nacido en 1609, y tiene en el momento en que se retrata 9 años de edad. Su retrato responde a las normas y estilos de los retratistas de corte de la época de Felipe III y Felipe IV. Su mirada al frente, hierático e inexpresivo, con detalles anatómicos normales, aunque se advierte una cara algo alargada con mentón prognático. La vestimenta es la de una persona mayor que pertenece a la realeza: lleva una capa corta de terciopelo y espada sujeta al cinturón. Ambiente algo tenebrista, con un fondo de color negro, una cortina recogida y una mesa sobre la cual el infante apoya su mano derecha. Colores rojos, blancos y amarillos, preferentemente.
Don Fernando fue gobernador del Estado de Milán y los Países Bajos Españoles, virrey de Cataluña, Administrador apostólico de la Archidiócesis de Toledo (1619-1641) y poco tiempo después fue designado cardenal. Fernando no fue ordenado sacerdote, algo habitual en aquella época, cuando algún miembro de la realeza o de la aristocracia ocupaba algún cargo eclesiástico. También fue comandante de las fuerzas españolas durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Murió a los 30 años de edad. La obra data de 1618 y es un óleo sobre lienzo de 99 por 79 cm (Fig. 6).
El cuadro Descanso en la huida a Egipto, nos permite observar las características de la pintura religiosa de Bartolomé González, sustancialmente distinta de las de su obra como retratista. En efecto, en esta obra se advierte mayor proximidad al tenebrismo caravaggista que a los modelos manieristas de sus retratos.
Aunque el autor se distinguió principalmente como retratista cortesano, en los últimos años de su carrera firmó varias pinturas religiosas, que realizó con un estilo muy personal, en el que se aprecia un gusto por un cromatismo brillante y unos volúmenes nítidos que lo acerca a otros pintores españoles, como Juan Bautista Maíno, con un interés por los efectos lumínicos y la descripción detallada, muy característico de la escuela naturalista.
En la composición aparecen varios personajes y un burro. En la parte superior se ven dos ángeles desnudos de cuerpo entero que sobrevuelan sobre la sagrada familia y asidos a las ramas de una palmera. Sus figuras son anatómicamente pletóricas y a uno de ellos se le pueden ver los genitales. San José, barbado, se apoya en el burro mientras dirige su mirada hacia el cielo, en actitud de espera, tiene facciones agradables, está cubierto con un manto y lleva sandalias. Su cabeza está ligeramente torsionada hacia su derecha.
La Virgen está sentada a la orilla del camino mientras le da el pecho a su hijo, que tiene en su regazo. Tiene también facciones agradables y pelo largo y rizado. Con su mano mantiene su pecho derecho fuera del vestido para ofrecérselo a su hijo, a quien mira con ternura. El niño Jesús, desnudo, mira hacia el espectador, mientras que con su mano derecha coge la mano de su madre para apoyarla sobre el pecho. Pese a su corta edad, el cuerpo del pequeño tiene una longitud considerable, con un segmento superior más largo de la normal, con cabeza, manos y pies normales.
En el suelo hay un hato de ropa y los fondos están ocupados por celajes, árboles y maleza. Los vestidos tienen amplios pliegues y son de colores cálidos, sobre todo, amarillos, rojos y azules. También hay verdes, grises y marrones en distintas gamas. Luz frontal. Algunos de los fragmentos de este cuadro, como el de la Virgen amamantando al Niño, tendrían gran influencia en otros artistas de la escuela madrileña. El cuadro está firmado en 1627, el mismo año en el que murió su autor. Es un óleo sobre lienzo de 155 por 88 cm y pertenece al Museo del Prado (Fig. 7).
Bibliografía
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