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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº4 – JUNIO 2018

Ricardo Lamenca: reminiscencias clásicas e intenso cromatismo

J. Fleta Zaragozano
Representación del niño

en la pintura española


J. Fleta Zaragozano

Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza

Pediatr Integral 2018; XXI I (4): 209.e1 – 209.e5


Ricardo Lamenca: reminiscencias clásicas e intenso cromatismo

Lamenca es un escultor y pintor de notable mérito, realiza excelentes composiciones, representa con maestría la anatomía humana y el retrato, y está muy influido por los estilos clásicos a la hora de plasmar gestualmente las pasiones. Cultiva también las múltiples combinaciones cromáticas que emplea, acordes con el tema del cuadro, y tanto el contenido como los colores, muestran con frecuencia la influencia de lo tradicional.

Su técnica y obra

Ricardo Lamenca Espallargas nació en 1949 en Lécera (Zaragoza). Empezó a pintar en 1966 y realizó su primera exposición en Zaragoza a los 22 años. En 1971, a la vez que trabajaba en la banca, se graduó en Artes Aplicadas en la especialidad de Pintura, sección de Procedimientos murales y Revestimiento, de la Escuela Massana de Barcelona. Posteriormente, se especializa en Grabado. En 1981, se licencia en Bellas Artes en la Escuela Superior de Bellas Artes San Jorge de Barcelona. Desde 2008 pertenece a la Asociación de Artistas Figurativos de Aragón (ADAFA).

Ha sido becado por la Escuela Massana de Barcelona, por el Real Círculo Artístico de Bellas Artes de esa misma ciudad, por Dotación Arte Castellblanch, Marina Romea (Italia) y por la Fundación Rodríguez Acosta de Granada, esta última en 1977.

Lamenca realiza pinturas al óleo, la mayoría de gran formato, de una estimable calidad de ejecución y oficio sorprendente. Tiene una gran fuente de inspiración e imaginación para crear formas, texturas, colores, luces y sombras, todo con un gran realismo que asombra al espectador. Posee una singular predilección por las figuras, tanto estáticas, como en movimiento o paseando. Cada uno de sus cuadros responde a un motivo y tiene su lectura.

La representación de paisajes y lugares emblemáticos urbanos de Zaragoza es muy recurrente en su obra; por ello, no faltan en sus exposiciones las plazas del Pilar, San Miguel, Sinués o Sas. Algunas de ellas reproducidas con mucha originalidad. En la obra de la plaza de los Sitios, Lamenca representa los asedios vividos durante la Guerra de la Independencia. Y en el cuadro de la plaza San Felipe, los caballos de Pablo Gargallo son los protagonistas. Como dice el propio artista: “A mí me atraen las diferencias de alturas, volúmenes, esculturas y detalles, pero sobre todo, el contraste entre la modernidad y lo antiguo”. Como claro ejemplo de esto, se expone el escaparate de la tienda Springfield, donde a su vez se ve reflejado el Paraninfo de la Universidad, en pleno centro de la ciudad.

Respecto a su técnica e inspiración, dice Lamenca: “Toda la obra que creo, parte de observar las manchas que, al alimón, se producen al depositar en el lienzo el contenido restante del cuadro anterior, que ha quedado en la paleta; procuro no llevar una idea preconcebida y así dejo que la mancha-color hable por sí misma y me transporte a un espacio cuyo ambiente ya ha quedado en el cuadro y al cual solo le falta, como si de una cámara fotográfica se tratase, nitidez. Como se puede comprender, el estado de ánimo influye muchísimo en la interpretación y en el resultado, muy dispar, y también lo es el tiempo de ejecución, a veces interminable, y otras, fluido y con ganas de que fuese más grande el cuadro. El otro tipo de trabajos realizados pasa a ser con modelo, bien de paisaje o de figura, y aquí solo se trata de tener oficio e ir completando los detalles hasta acabar el cuadro.”

Entre sus obras más reconocidas, de contenido religioso, destaca el retablo del altar de la Virgen del Pilar ubicado en la Iglesia de Santa María Magdalena, donado al pueblo de Lécera por el autor e inaugurado por el arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, en 2008.

Otro de los cuadros más significativos, por su contenido, ha sido el retrato de Su Majestad el Rey Felipe VI, que fue una donación del pintor aragonés al Ayuntamiento de Zaragoza poco después de la abdicación de Juan Carlos I. Se da la circunstancia de que el alcalde decidió quitarlo de su despacho a iniciativa propia. Se trataba de un retrato de cuerpo entero a tamaño natural y de frente. El cuadro pasó a engrosar el fondo de los depósitos del área de Patrimonio, donde se guardan numerosas obras de arte de Padrilla, Viola, Marín Bagüés, Unceta, y otros muchos pintores aragoneses.

En Zaragoza, ha realizado las siguientes exposiciones: en el Instituto Fernando el Católico; en la Caja de Madrid; en el Hotel Boston; en la Casa de los Morlanes; en el Banco de Santander; en la Agrupación Artística Aragonesa; en la CAI y en la Sala Barbasán. En Barcelona: en la Sala Majestic, en la Editora Nacional y en el Centro Aragonés. También, ha realizado exposiciones en otras localidades aragonesas, como en: Lécera, Herrera de los Navarros, La Almolda y Mas de Las Matas.

Ha recibido los siguientes primeros premios: en 1967, de la Cámara Oficial de Industria de Barcelona; en 1969, del II Concurso de Pintura para menores de 21 años de Barcelona; en 1977, del I Concurso Pintura Rápida Antigues Cotxeres de Sants de Barcelona; en 1991, del XXVIII Concurso de Pintura Rápida del Pilar de Zaragoza; en 2007 y 2010, en el Concurso Mariano Viejo de Zaragoza; en 2009, de la Fundación Caracas de Alcorisa (Teruel) y en 2010 y 2012, de ADAFA de Zaragoza.

Los niños representados

Lamenca ha representado en multitud de ocasiones al niño de todas las edades, generalmente de su familia, hijos y nietos. Las obras aquí expuestas son óleos sobre lienzo y todas pertenecen al autor, salvo la donada a la iglesia parroquial de Lécera.

Mateo Lamenca Zapata es, posiblemente, el retrato de un nieto del pintor, realizado en su estudio. En este caso se trata de un niño de unos siete años. El niño mira fijamente al espectador y la obra adopta una estructura triangular; lleva una camisa abierta y de manga larga. De nuevo, dominio de la anatomía por parte de Lamenca y juego de colores con tonos grises y blancos. La firma del autor es perfectamente legible en el ángulo inferior derecho. La obra data de 2001, es un óleo sobre lienzo y mide 55 por 46 cm (Fig. 1).

Figura 1. Mateo Lamenca Zapata.

En la obra Génesis, el autor realiza una composición de estructura triangular de tres imágenes distintas: un niño, una madre y un padre. En el primer plano aparece un niño recién nacido, sostenido por varias manos, que brota aparentemente del vientre materno, concretamente de la zona umbilical. Da la impresión de que todas las manos son pocas a la hora de sostener tal tesoro. La vista en escorzo del pequeño traduce el dominio del pintor de este recurso técnico, detalle, por otra parte, que podemos ver en otras de sus composiciones.

El segundo plano lo ocupa la madre, que está desnuda por el torso, mostrando sus pechos. En el tercer plano está el padre, del cual solo se aprecia parte de su cabeza y sus manos, una de ellas apoyada en un bastón. Los detalles anatómicos son perfectos, como las manos y las caras. El artista ha querido representar el paso del tiempo, ya que los brazos y las manos son de personas de distintas edades. Colores cálidos: sonrosados, amarillos, rojos y blancos, predominantemente. Fondos con el mismo color de las figuras. La obra, de 2012, es un óleo sobre lienzo y mide 100 por 81 cm (Fig. 2).

Figura 2. Génesis.

En Caca, culo, pedo, pis, se representan tres niños desnudos de muy corta edad, de cuerpo entero y en tres planos diferentes. El título del cuadro es muy sugerente y describe perfectamente una de las fases en las que discurre el desarrollo neuropsíquico y evolutivo del niño pequeño. En el primer plano aparece un niño sentado sobre el suelo, de un año de edad, aproximadamente. Mira directamente al pintor, con cierto recelo; sus manos se apoyan en una rodilla y en un pie. Lleva la lengua fuera y el pelo es rubio. Al igual que los otros niños, la luz la recibe desde lo alto de la composición. Los detalles anatómicos son precisos y la cara y las manos están fielmente representadas.

En segundo plano aparece otro niño, quizá de menor edad que el primero; está tumbado de espaldas y cogiéndose, a su vez, los pies con ambas manos. En este lactante, se aprecian con cierto detalle las características anatómicas de sus genitales: bolsa escrotal y pene, que parece circuncidado. En el tercer plano y en un nivel superior, hay otro niño de menos de un año de edad, que se mantiene boca abajo, pero con la cabeza erguida. Mira al pintor y aparece con una ligera sonrisa. El color de los pequeños es un sonrosado característico. El fondo es de color oscuro y negro, al igual que el color de algunas otras obras de Lamenca. Data de 2013, es un óleo sobre lienzo y mide 92 por 73 cm (Fig. 3).

Figura 3. Caca, culo, pedo, pis.

El cuadro donado por el autor a la iglesia parroquial de su pueblo natal, titulado Entrega del cuerpo de santa Cenobia a Juan Muniesa contiene varias figuras, entre las que destaca la presencia de cuatro niños. La foto de la obra incluye la presencia de Ricardo Lamenca en un primer plano. El pintor ofrece una versión moderna de una obra destruida durante la Guerra Civil española.

Las figuras de la izquierda del cuadro son los donantes y se representan con los rostros de la propia familia del pintor: su esposa, sus hijos, nietos y nuera. Los dos niños van vestidos a la usanza del siglo XVII, al igual que los personajes mayores. El niño mayor puede tener unos ocho años y lleva una banda rosa del hombro a la cintura. Con su mano derecha coge la mano de su hermano más pequeño, de unos cuatro años, que lleva vestido largo de color blanco. Ambos miran muy atentos a los sacerdotes que van a recoger el documento “Las auténticas”, que hace referencia a las reliquias de santa Cenobia, cuya calavera se aprecia en una urna sobre el altar.

A la derecha del cuadro aparecen otros dos niños, que son los monaguillos. Sus edades pueden ser de siete a ocho años y miran al espectador. El pintor representó en estos dos monaguillos a dos personas de la localidad que fueron en su día monaguillos de la parroquia. Van revestidos con los hábitos litúrgicos de fiesta y llevan el incensario y la naveta. El cuadro se completa con las imágenes de tres sacerdotes que son, precisamente los retratos de los últimos sacerdotes que ha tenido Lécera.

Se remarca la correcta anatomía de cada uno de los personajes y el ambiente de solemnidad de la iglesia. Luz frontal, colores mezclados: predominan los cálidos en la derecha del cuadro y los fríos en la izquierda. El cuadro se instaló en la capilla de santa Cenobia de la iglesia parroquial. Data de 2013, es un óleo sobre lienzo y mide 3,5 por 1,7 m (Fig. 4).

Figura 4. Entrega del cuerpo de Santa Cenobia a Juan Muniesa.

En la composición Tempus fugit aparecen dos figuras: cabeza y torso de un niño y del propio pintor. El autor ha querido reflejar, como expresa el título del cuadro, que el tiempo no pasa en balde. La figura tan infantil e inocente del pequeño contrasta con el retrato del autor, ya de cierta edad. Ambas figuras expresan cierto optimismo. El niño es de dos a tres años de edad, muy agraciado, está mirando al espectador y está representado con unas líneas precisas, sombreado perfecto, detalles anatómicos correctos: ojos grandes, orejas algo despegadas y visualización de los primeros incisivos superiores; tonalidades cromáticas grisáceas que denotan el paso del tiempo, cual fotografía de los años cincuenta. La indumentaria está conforme a la época que el pintor ha querido imprimir en esta imagen.

El pintor ha crecido y se representa a sí mismo, en un primer plano, también mirando al espectador, con los pinceles en la mano, tocado de camisa y chaqueta. El brazo derecho lo apoya sobre una mesa. Aquí los colores predominantes son los claros, grises y marrones. Al igual que en el niño, las facciones de la cara son anatómicamente correctas. La luz se recibe desde la derecha de las figuras y los fondos son oscuros. La obra data de 2014, es un óleo sobre lienzo y mide 100 por 81 cm (Fig. 5).

Figura 5. Tempus fugit.

En Genoma, el autor ha querido reflejar un ambiente de tranquilidad junto a otro de tipo onírico, envuelto en un halo de misterio. En un primer plano, aparece un niño sentado en una silla y apoyado en una mesa. El niño es el pintado en el cuadro Tempus fugit, pero parece de mayor edad. El pequeño mira hacia el pintor con cara risueña y mantiene un lápiz de color en su mano derecha. En su mesa hay un globo terráqueo, una caja de pinturas y un bote con pinceles o lapiceros. En planos posteriores aparecen múltiples caras masculinas y femeninas, serenas y tristes: da la sensación que el pintor nos quiere mostrar el paso del tiempo y los antecedentes genealógicos del pequeño; en efecto las caras representadas son las de sus padres y otros familiares que apoyan al niño el primer día de escuela. La luz se recibe desde la derecha e imprime un ambiente preocupante. Las figuras ocupan todo el espacio de la obra. Esta composición logró el segundo premio en el XXX Salón de Otoño de ADAFA de Zaragoza en 2016. Se trata de un óleo sobre lienzo de 100 por 73 cm (Fig. 6).

Figura 6. Genoma.

Preludio representa a una chica adolescente tocando una guitarra. La imagen, en tres cuartos, permite apreciar la complejidad de la composición. La niña, de pie y girada ligeramente hacia su izquierda, mira hacia el espectador con tristeza y melancolía. Parece que con la música quiere olvidar algún triste pasado. Va ataviada a la usanza de la Edad Media; sus ropajes son de calidad y pertenece a la alta nobleza. Lleva un mantón amplio, camisa blanca y, sobre ella, una cadena con un crucifijo. Sobre su cabeza, lleva un tocado que cubre parcialmente una larga cabellera rubia y ondulada. Tañe la guitarra. El pintor emplea una amplia gama de colores, preferentemente cálidos: rojos y amarillos. En algún momento, el pintor nos rememora la pintura renacentista y también nos recuerda la obra de Natalio Bayo, otro gran pintor aragonés. La luz proviene del lado derecho de la figura. Esta obra mereció el tercer premio del XXVII Salón de Primavera de ADAFA de Zaragoza en 2016. Se trata de un óleo sobre lienzo de 81 por 65 cm (Fig. 7).

Figura 7. Preludio.

Bibliografía

– Arrieta N. Zaragoza a través de la pintura de Lamenca. El Periódico de Aragón. 8 de marzo de 2012. Consultado en enero de 2018. Disponible en:
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/escenarios/zaragoza-traves-pintura-lamenca_740360.html

– Anónimo. Ricardo Lamenca, pintor: “Crear te libera”. Dragón Digital. 2012. Consultado en enero de 2018. Disponible en: http://dragondigital.es/ricardo-lamenca-pintor-crear-te-libera/

– Ricardo Lamenca. Diálogos. Sala de Exposiciones Casa de Cultura. Museo Mas de las Matas. 2014. Consultado en enero de 2018. Disponible en:
http://www.elmasino.com/museo/artesplasticas/exposiciones/lamenca/index.htm

– Medrano M. Ricardo Lamenca, en la Sala CAI Barbasán. Zaragoza, 2014. Consultado en enero de 2018. Disponible en:
https://manuelmedrano.wordpress.com/2014/05/16/ricardo-lamenca-en-la-sala-cai-barbasan/

– Medrano M. XXVIII Salón de Primavera de ADAFA. Zaragoza. 2017. Consultado en enero de 2018. Disponible en: https://manuelmedrano.wordpress.com/2017/05/08/xxviii-salon-de-primavera-de-adafa/

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