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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº1 – ENE-FEB 2012

Cultura investigadora y mejora asistencial

Editorial

 

«Dominar la organización general de la investigación es obligado para los médicos que piensen en realizarla, pero resultará de ayuda para cualquier médico clínico que quiera ejercer su profesión con seriedad y con rigor»

 

Venancio Martínez Suárez

Centro de Salud El Llano (Gijón)


Cultura investigadora y mejora asistencial

 

La Pediatría de Atención Primaria debe asumir el reto de incrementar su producción en investigación, de forma que, en los próximos años, podamos generar más y mejor evidencia para desarrollar estrategias asistenciales del mayor impacto posible. Los pediatras que van a realizar investigación serán siempre una minoría, ya que el entorno profesional resulta adverso y el involucrarse en estas tareas exige un esfuerzo extra de estudio y de tiempo sobre las obligaciones diarias. Además, el determinante de vocación no está presente en la mayoría de los pediatras, exclusivamente preocupados por el trabajo clínico. Sin embargo, no se puede ocultar que el razonamiento científico es de valor universal en medicina, también como procedimiento para adquirir conocimiento práctico. No es que la cultura investigadora suponga un complemento del quehacer clínico, es que constituye una parte sustancial y definitiva del mismo. Así que, dominar la organización general de la investigación es obligado para los médicos que piensen en realizarla, pero resultará de ayuda para todos los que, sin tener una dedicación directa a esta actividad, aspiran a practicar una medicina lo más cercana posible a las fuentes originales de información; por tanto, para cualquier médico clínico que quiera ejercer su profesión con seriedad y con rigor.

Aunque si no hay investigadores –si no hay clínicos que investiguen– no se generará nuevo conocimiento médico. Podrá haber interés institucional, podrá sentirse la necesidad de avanzar en un determinado campo; incluso podríamos disponer de recursos. Pero, si no existe un colectivo profesional motivado, interesado en investigación, con una base de preparación consistente, cualquier estrategia de investigación fracasará, bien porque no surgen proyectos o bien porque la calidad de los mismos infrautiliza el apoyo puesto a su disposición. Evidentemente, crear cultura investigadora no es cuestión de un día o de un único esfuerzo. Hace falta tiempo, se necesitan grupos bien orientados que vayan adquiriendo experiencia, que hagan visibles sus resultados y que presenten de forma atractiva su trabajo. Sin una visión de largo plazo, un liderazgo eficaz y reconocido por todos, va a ser muy difícil dar el salto cualitativo que la Pediatría requiere. Y favorecer ese estado de cosas de forma decidida y constante es la prueba que hay que exigirles a nuestras instituciones –incluidas las sociedades profesionales– como garantía de su interés por generar conocimiento de aplicación a casos concretos, hacia la comunidad o en la organización de los servicios de atención pediátrica.

Desde nuestra Sociedad, somos conscientes de la necesidad de ampliar la “masa crítica” de pediatras investigadores en los centros de salud. Y este Manual es apenas un primer paso en la dirección de movilizar el potencial investigador de la Pediatría general. Existen otras ideas en las que queremos trabajar, y que se han de apoyar en el incremento de los fondos de la SEPEAP destinados a investigación, definiendo líneas de trabajo preferentes, principalmente estudios epidemiológicos sobre enfermedades prevalentes y/o con gran repercusión en el ejercicio diario de la Pediatría general. También, en buscar la mayor sintonía posible con las diferentes Administraciones, con las que forzosamente se ha de compartir el interés por esclarecer determinados problemas y por favorecer la eficiencia asistencial. Aumentar la colaboración con la industria, proponiéndole proyectos de interés compartido. Mejorar el nivel de exigencia científica de nuestros foros y de nuestros órganos de expresión, lo que supondrá también mayor cuidado en la formalidad, más controles de calidad y su aproximación decidida a la información primaria, original y veraz; es decir, al producto de la investigación. Instaurar becas para la formación mediante permanencias en unidades especializadas o centros universitarios o asistenciales donde se realice investigación y se apliquen de forma innovadora conocimientos útiles en Pediatría de Atención Primaria. Junto a ello, reforzar las actuales ayudas para que permitan realizar más investigación y premios que reconozcan la que se desarrolle con mejor calidad. Favorecer redes mixtas de investigadores formadas por pediatras de hospital y de Primaria que desarrollen proyectos viables y relevantes. Y, por último, colaborar en la difusión de los resultados de los trabajos realizados, mediante ayudas para su traducción al inglés y para que aparezcan en revistas de prestigio. En suma, generar, dentro de nuestra profesión, un “ambiente cultural” que reconozca el trabajo en investigación clínica, facilitar los recursos, mejorar la formación y reclamar condiciones laborales que permitan investigar.

La idea de difundir cultura investigadora y desde ella la producción de investigación es lo que ha movido este proyecto. Obviamente, el objetivo final tendría que ser la aparición de investigación pediátrica de calidad y que permita incrementar la validez científica de nuestras decisiones. Se trata, en última instancia, de invertir en mejorar la atención pediátrica y las condiciones de vida de los niños.

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