Editorial |
C. Muñoz Madero
Departamento de medicamentos de uso veterinario. Jefe de Área de preclínica y clínica y centralizados. Coordinadora del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos en sanidad animal – Miembro del CVMP
Pediatr Integral 2024; XXVIII (5): 280 – 281
«La estrategia One Health no debe de implicar solo una forma de trabajar, sino también una forma de pensar" |
MOVIMIENTO ONE HEALTH EN ESPAÑA
Puede que la pregunta inmediata que os hagáis al leer este editorial y ver quién lo escribe sea ¿qué hace una veterinaria escribiendo en una revista de Pediatría? Probablemente, el título ya ofrece alguna pista sobre ello, ni más ni menos que explicar el enfoque One Health o de “una sola salud”, y la importancia que tiene a la hora de afrontar los riesgos sanitarios.
Pero empecemos conociendo este concepto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define One Health como el enfoque necesario para optimizar la salud de las personas, los animales y los ecosistemas mediante la integración de estos campos, en lugar de tratarlos por separado.
Este concepto, que nos puede parecer nuevo, en realidad se conoce desde hace más de un siglo. De hecho, en parte, ya está incluido en el propio lema de veterinaria Hygia Pecoris, Salus Populi (la sanidad del ganado es la salud del pueblo).
Tomemos como punto de inflexión el año 2004, cuando la Wildlife Conservation Society reúne a expertos de salud humana y sanidad animal en un simposio titulado “Construyendo puentes interdisciplinarios para la salud en un mundo globalizado”. Las conclusiones de este simposio se conocen como los “Doce Principios de Manhattan”, que constituyen la base del documento publicado en el año 2008 por cuatro organizaciones internacionales: la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en colaboración con el Banco Mundial (BM) y la Coordinación del Sistema de las Naciones Unidas para la Gripe (UNSIC), bajo el título: “Contributing to One World, One Health; a strategic Framework for Reducing Risks of Infectious Diseases at the Animal-Human-Ecosystems Interface”.
Dicho documento establece los pilares en los que ha de fundamentarse un método holístico para prevenir las enfermedades epidémicas y epizoóticas, de modo que respete la integridad de los ecosistemas, en beneficio de la salud humana y la biodiversidad del mundo entero.
Sin embargo, podemos afirmar que fue la pandemia de la COVID-19, una crisis de salud humana derivada de un virus de posible origen animal, la que puso de manifiesto la relevancia del concepto One Health a la hora de comprender y afrontar los riesgos sanitarios mundiales.
Como informa la OMS, alrededor del 60 % de las enfermedades infecciosas emergentes que se registran en el mundo proceden de los animales, tanto salvajes como domésticos. Y es que, en las últimas tres décadas, se han detectado más de 30 nuevos agentes patógenos humanos, el 75 % de los cuales tiene su origen en animales.
Además, destaca que existe una relación directa entre la transferencia de agentes patógenos de animales silvestres a seres humanos y factores medioambientales, como la pérdida de biodiversidad, el crecimiento exponencial de la población humana, el comercio de animales silvestres, la introducción de especies invasoras, las prácticas agrícolas intensivas o la deforestación, que nos lleva a una progresiva degradación de los hábitats naturales y que representa una amenaza directa para muchas especies, aunque aún necesitemos muchos más datos para conocer cómo estas alteraciones afectan a la transmisión y la susceptibilidad de la enfermedad.
Por tanto, el concepto One Health debe estar presente en la coordinación de los esfuerzos multisectoriales de prevención, preparación y respuesta a las enfermedades zoonóticas (transmisibles de los animales a los humanos o viceversa), incluyendo la importancia que tiene el medioambiente para su trasmisión.
Por poner algunos ejemplos, este concepto resulta esencial para el control de enfermedades zoonóticas prioritarias como la rabia, la influenza aviar o las fiebres hemorrágicas virales como el Ébola. Además, numerosos problemas transversales, como la resistencia a los antimicrobianos, la seguridad alimentaria, el cambio climático y la fragilidad de las infraestructuras sanitarias, deben pensarse desde una perspectiva multisectorial y multidisciplinaria, que garantice este enfoque de «Una sola salud».
Una vez explicado el concepto y sus orígenes, pasemos a la práctica: ¿qué significa trabajar bajo “una sola salud”? Pensemos en la realidad de nuestro día a día para evaluar cuánto estamos aplicando este concepto y si podríamos mejorar la forma de abordar nuestros problemas.
Trabajar con una perspectiva One Health implica conocimiento, integración y colaboración. Pero, previo a esto, es necesario realizar un ejercicio de humildad. Tenemos que reconocer nuestra limitación a la hora de resolver los problemas de forma aislada, y, por tanto, la necesidad de la participación de otros en la consecución de nuestras metas. Esto nos permite integrar nuestro conocimiento en una red de colaboración, que nos llevará a afrontar los problemas de una forma más eficaz.
Por tanto, la estrategia One Health no debe de implicar solo una forma de trabajar, sino también una forma de pensar. Debemos realizar y fomentar un cambio de mentalidad que sitúe estos principios en la base de nuestros respectivos trabajos.
Y creedme que no es fácil. Los estrechos vínculos entre la salud humana, animal y ambiental deberían implicar una estrecha colaboración, comunicación y coordinación entre los sectores implicados que, en muchas ocasiones, no es posible, simplemente por las rígidas condiciones en las que realizamos nuestro trabajo donde, por ejemplo, para abordar un mismo problema, aplicamos diferente metodología, usamos diferente lenguaje y establecemos distintas prioridades.
Para realizar este cambio, es necesario trabajar varios aspectos. En primer lugar, es fundamental una implicación política en todos los niveles, que asegure una sólida coordinación regional, nacional e internacional, por encima de las diferencias que existen en relación a las políticas de salud, regulaciones y recursos.
En segundo lugar, la implicación política siempre debe ir acompañada de financiación. Y esto último, es una parte muy importante del problema a la hora de implementar una estrategia One Health. Frecuentemente, vemos como el apoyo institucional no se acompaña de financiación, lo que frena, sin duda, el desarrollo de estructuras que nos permitan implementar las bases de un nuevo sistema de trabajo, como sistemas de vigilancia integrados, recogida y tratamiento de datos (Big Data), sistemas de coordinación y comunicación ágiles y eficaces, así como investigación.
Y, en tercer lugar, formar y comunicar de forma One Health. Poner en marcha una autentica estrategia que realmente implique a las futuras generaciones con el objetivo de alcanzar un cambio de comportamiento a largo plazo. Son las propias universidades las que tienen que liderar este cambio, formando y preparando a las nuevas generaciones de profesionales para afrontar los problemas de manera holística.
Pero, además, tenemos que preguntarnos cuál debe ser nuestra implicación personal, qué podemos hacer cada uno de nosotros para favorecer el paso de la teoría a la práctica.
Y en este sentido, permitidme que os hable del Plan Nacional Frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) https://resistenciaantibioticos.es/es, como un claro ejemplo de trabajo One Health en nuestra lucha frente a la resistencia a los antimicrobianos (RAM).
Todos somos conscientes de que la RAM es un problema de salud global que está poniendo en riesgo la medicina moderna. No solo dificulta el tratamiento de enfermedades infecciosas comunes, sino que también compromete los procedimientos médicos y veterinarios que dependen de la eficacia de los antibióticos. Para abordar este complejo y multifacético desafío, es necesario implementar estrategias coordinadas a nivel mundial.
En España, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), es el organismo que coordina el PRAN desde sus inicios en 2014. Este plan de acción ha buscado siempre involucrar al mayor número de actores para luchar frente a la RAM mediante una estrategia One Health que incluye tanto la salud de los animales como la de los seres humanos y la del medioambiente.
Gracias a esta estrategia, en la actualidad, el PRAN ha conseguido que España se sitúe como el primer país con mayor reducción de consumo de antibióticos veterinarios y el tercero en salud humana a nivel europeo (con una disminución del consumo de antibióticos del 69,5 % en sanidad animal y del 17 % en salud humana).
Desde el principio, en el PRAN hemos promovido un diálogo abierto entre todas las personas implicadas, lo que nos ha permitido desarrollar a lo largo de estos años un número de acciones tangibles, como, por ejemplo, establecer un buen sistema de vigilancia del consumo y de la resistencia como elementos clave para tener una mejor perspectiva de la situación real que tenemos en cada momento.
Un punto muy importante en el éxito obtenido ha sido, tanto la dedicación por compartir constantemente la información, como la realización de evaluaciones de riesgo que pudiesen resultar en políticas y regulaciones.
Este año celebramos los 10 años de existencia del PRAN con la satisfacción de ver que los resultados nos indican que vamos por el buen camino. Sin embargo, también nos enfrentamos a nuevos retos, como son el fomentar la innovación, imprescindible para mejorar la disponibilidad de antibióticos, usar nuevas tecnologías para mejorar nuestro conocimiento de problema y, sobre todo, continuar fomentando la colaboración entre las diferentes áreas para poder construir puentes que unan esos silos que aún existen.
Os animo a salir de los silos, mirar a nuestro alrededor y uniros a nuestra celebración.