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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº2 – MARZO 2019

Miguel Pradilla, el pintor polifacético

J. Fleta Zaragozano
Representación del niño

en la pintura española


J. Fleta Zaragozano

Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza

Pediatr Integral 2019; XXIII (2): 111.e1 – 111.e5


Miguel Pradilla, el pintor polifacético

Miguel Pradilla, el pintor de cuadros bañados por la luz, reflejó en sus obras el paisaje alpino y las más recónditas playas italianas y españolas, a la mujer y a las costumbres de nuestros pueblos. Hizo esta actividad compatible con el deporte y el atletismo, en donde destacó en sus múltiples facetas y especialidades, haciéndose merecedor de diversos premios nacionales e internacionales. Fue un innovador que merece el reconocimiento y la revitalización de su figura.

Vida, obra y estilo

Miguel Pradilla González nació en Roma en 1884, hijo del artista aragonés Francisco Pradilla y Dolores González. Su nacimiento en esa ciudad, que no abandonaría hasta su juventud, obedeció al traslado de la familia Pradilla en 1878 a dicha ciudad, con el fin de que su padre, Francisco, continuara con su obra pictórica y donde fue nombrado Director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma. En 1897, y como consecuencia del nombramiento de su padre Director del Museo del Prado, regresó a Madrid, donde la familia adquirió un palacete de estilo neomudéjar, cerca del Paseo de Rosales, donde Francisco Pradilla instaló su residencia y estudio.

Cultivó diversos géneros, destacando los dedicados al paisaje de alta montaña; de pueblos y regiones de España e Italia que recorría a lo largo de sus viajes, en los que reflejaba aspectos costumbristas, destacando su gusto por pintar personajes populares realizando actividades cotidianas y escenas domésticas o asistiendo a fiestas y procesiones; paisajes castellanos de siega; sus espléndidas marinas de diversas partes del norte de España, de Italia y Portugal, muchas de ellas pobladas de bañistas en alegres y soleados días festivos; en otras, escenas de pesca, representando pescadores saliendo del puerto o volviendo de faenar con sus cestas llenas de peces para su venta en la plaza.

Destacan también los retratos realizados, tanto por encargos individuales de personalidades y aristócratas, como de personajes anónimos, cargados todos ellos de fuerte personalidad y, además, su gusto por resaltar la figura femenina, tanto en retratos, como desnudos con gran belleza y delicadeza, situados en primera línea de playa con el mar de fondo. Dentro de este tema hay que destacar la figura femenina representando a la República Francesa, pintada con gran sobriedad y elegancia.

Una característica de su obra, es que resalta al ser humano en sus múltiples facetas, lo que proporciona a sus cuadros un gran colorido y vistosidad, infundiendo vida y alegría. Y es que Miguel Pradilla practicó el costumbrismo desde una óptica muy personal, que le hace distinguirse de otros pintores de su época, incluso de la pintura de su padre, pues refleja una gran naturalidad y espontaneidad que transmite al espectador.

De ello da fe, la gran cantidad de cuadros de pequeño formato que realizó como único medio que hacia posible pintar al aire libre y que, en ocasiones, eran motivo para realizar cuadros de mayor tamaño. Estos cuadros de pequeño formato, también llamados “de gabinete”, constituyen verdaderas obras de arte, enormemente vistosas para el espectador pese a su tamaño reducido. Demuestra que Pradilla fue un virtuoso del pincel dada la dificultad que entraña representar pequeñas figuras en movimiento en cuadros de pequeñas dimensiones, tanto al óleo, como acuarelas y dibujos. Como señala el propio Miguel Pradilla: “Me eduqué en la escuela de mi padre y fue mi único maestro. Viéndole pintar a él, escuchando sus impresiones, observando sus pinceladas, sus rasgos, he ido aprendiendo porque junto con la enseñanza surgió en mí una vocación irrefrenable”.

Desde muy joven compaginó el deporte con la pintura. En efecto, fue un auténtico precursor de su época, polifacético donde los haya. Destacó como notable gimnasta y fue campeón de España en los 100 metros, pesas y salto en longitud; destacó en barra fija, fuerza, anillas, natación, fútbol y alpinismo. Fue un experto en ciclismo, motociclismo y corredor en carreras automovilísticas. Perteneció a diversas sociedades nacionales e internacionales de algunas de estas especialidades y ganó múltiples premios.

No existe un catálogo completo de la ingente obra pictórica de Miguel Pradilla, pero sí se conoce su constante trabajo como pintor durante más de 60 años, pues continuó pintando hasta días antes de su fallecimiento, con plena dedicación. De ello da fe la obra que dejó; se calcula alrededor de unas 4.000 obras, además de bocetos y apuntes, dispersas en colecciones privadas y museos de España, América Latina y Estados Unidos.

En 1903, ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Llegó a obtener primeras medallas por sus obras en Florencia, Múnich y Venecia. La Guerra Civil Española, le alcanzó en Madrid, viendo con tristeza cómo, tanto su casa como su estudio, y todo lo que conservaba de su padre, quedaban reducidos a escombros. Falleció en 1965.

Los niños en su obra

El niño no fue objeto preferente de su obra, pero realizó retratos infantiles con gran maestría en óleos y acuarelas. Seguidamente, se exponen algunas de sus obras en las que aparecen niños y adolescentes.

En el cuadro Procesión de la Virgen de la Fuencisla, el pintor representa una escena costumbrista que va a ser muy recurrente en su obra. Se muestra, en un primer plano, la procesión de la Virgen de la Fuencisla en Segovia. El fondo es inconfundible, ya que aparece parte del acueducto. La procesión es de gran boato y solemnidad; se aprecia una multitud de personas que ocupan todo el espacio de la obra y unos diez niños de distintas edades. Entre ellos aparecen tres monaguillos revestidos. Uno de ellos y otro niño con traje llevan estandartes.

Hay muchos personajes ataviados para el evento, incluso se advierten mujeres con peineta y banda, así como varones adultos con sombrero, que parecen corresponder a autoridades locales. La actitud estática de los personajes sugiere que están esperando el inicio de la procesión. Colores diversos, con predominio de los marrones, rojos, amarillo y azules, sobre todo. La obra es de 1912. Se trata de un óleo sobre lienzo de 55 por 80 cm y pertenece a una colección particular (Fig. 1).

Figura 1. Procesión de la Virgen de la Fuencisla.

El artista pintó retratos de personajes ilustres e hijos de estos, así como familiares. En este caso, Cabeza de niño, podría tratarse del retrato de un niño de la familia. Se trata de la efigie de un niño de unos diez años de edad. Adopta una actitud seria, un tanto hierática y, además, mira hacia lo alto, siguiendo, posiblemente, las indicaciones del pintor. La fisionomía del pequeño es correcta y está muy bien proporcionada. Las características anatómicas de los ojos, nariz, boca y pabellones auriculares son perfectas. Lleva una amplia cabellera y una camisa oscura con el botón superior desabrochado. La luz se recibe de la izquierda. Los colores son mezcla de cálidos y fríos: sonrosados, amarillos y grises. El fondo lo ocupa el color gris. La obra es de 1912. Se trata de un óleo sobre lienzo de 38 por 28 cm y pertenece a una colección particular (Fig. 2).

Figura 2. Cabeza de niño.

En el Retrato de niño en traje regional, se representa a un niño de unos doce años que mira fijamente al pintor. Adopta una postura algo rígida de pose, aunque con un ligero rictus que emana de sus ojos. El niño lleva una abundante cabellera de pelo ondulado y un gorro. Viste camisa blanca y, sobre ella, aparece una casaca y, sobre esta, a su vez, un chaleco, abrochado con un cordón. El retrato ocupa el centro de la obra. Pincelada suelta, con luz que procede del frente, textura rugosa y pastosa. Como en gran parte de los retratos, tiene estructura triangular en una composición estática. Da la sensación que ha empleado los pinceles de su padre.

La anatomía es correcta y proporcionada, aunque se advierte una boca pequeña con labios prominentes. Así mismo, los pabellones auriculares, parcialmente cubiertos por el pelo, están bien implantados. Los colores predominantes, en distintas gamas, son los oscuros, marrones y también amarillos y sonrosados en la cara. El fondo está ocupado con un color gris de distintas tonalidades. La obra data de 1913, es un óleo sobre lienzo de 45 por 40 cm y pertenece a una colección particular (Fig. 3).

Figura 3. Retrato de niño en traje regional.

El retrato titulado Juventud difiere ostensiblemente del anterior. En este caso, se representa a una joven adolescente de unos catorce años que mira sonriente al artista. La joven muestra un peinado de época y un leve tul que le cubre el pecho. La pincelada es más suave y la textura es más lisa que en el retrato anterior. El tul que exhibe nos muestra un sfumato en el pecho que se confunde prácticamente con las flores que aparecen en un primer plano.

También, la luz es frontal y los colores son cálidos, sobre todo; destaca el blanco, rosados, amarillos y lilas. Su estructura triangular contrasta con la ocupación del fondo de toda la obra por flores de diversas tonalidades. La anatomía es correcta y la niña muestra una belleza serena y complaciente, con un amplio escote y sin adornos ni complementos: para eso ya están las flores. Las características de la cara, con sus ojos, nariz, boca, son normales. La obra, de 1913, es un óleo sobre lienzo de 55 por 41 cm y pertenece a una colección particular (Fig. 4).

Figura 4. Juventud.

El ambiente rural, en sus diversas variantes, ha sido muy prodigado en Miguel Pradilla. El cuadro Procesión en Villanueva de Cameros nos muestra una procesión en un pequeño pueblo montañés, en donde el artista residió un tiempo. Aparecen varias casas colgadas en el monte cercano y dos casas en un primer plano. Los celajes representados son comunes en casi todos los paisajes pintados por el artista. Entre ambas casas próximas aparece una procesión encabezada por tres monaguillos, que portan cruces. Los niños son de corta edad, quizás de seis o siete años. No se aprecian las características de sus caras, aunque sí se advierten unas proporciones corporales y actitudes correctas.

Tras los niños, aparece un varón adulto que lleva una gran bandera y, tras él, camina la comitiva. También aparecen varias personas que observan el paso de la procesión, dos de ellas son niños y aparecen expectantes en la esquina de una de las casas. La luz se recibe de la derecha, los colores son mezcla de cálidos y fríos: marrones, amarillos, verdes y rojos en diferentes tonalidades. La obra data de 1951 y es un óleo sobre lienzo de 50 por 71 cm. Pertenece a una colección particular (Fig. 5).

Figura 5. Procesión en Villanueva de Cameros.

En La zíngara y la mona representa otro paisaje rural, en este caso de un pueblo de La Rioja. El primer plano lo ocupan un grupo de personas adultas y, entre ellas, aparecen unos doce niños de diferentes edades. El segundo plano lo ocupan varias casas y, junto a ellas, aparecen una mula y un carro, imágenes que responden al ambiente rural que el pintor ha querido reflejar en su obra.

Las personas adultas están jaleando a una mona que está actuando en la calle y los niños, a su vez, muestran el regocijo y la alegría del ambiente. De nuevo, los colores que imprime el pintor en sus paisajes, los celajes azules con algunas nubes y las casas rurales. Las actitudes de las personas y el baile que practican aparecen muy bien representadas, no así las características y los detalles de las figuras. Data de 1953, es un óleo sobre lienzo, mide 23 por 60 cm y pertenece a una colección particular (Fig. 6).

Figura 6. La zíngara y la mona.

La obra, Playa de Sangenjo, es otra de la serie que Pradilla pintó sobre paisaje marino. En este caso, se representa a una multitud de personas que ocupan una gran parte de la playa en diferentes planos. En este cuadro, el pintor ha querido enseñarnos la profundidad del espacio pintado. Al fondo del paisaje, el pintor nos muestra árboles y naturaleza verde que ocupan el monte cercano. En planos próximos, aparecen las siluetas de niños y adultos en diferentes actitudes que ocupan gran parte de la arena de la playa. Pueden distinguirse hasta veinte niños de diferentes edades que adoptan diferentes posturas, arrodillados en la arena, sentados, de pie y caminando.

Naturalmente, no es posible analizar las características anatómicas de los pequeños. Gran parte de las figuras están protegidas del sol mediante sombrillas y toldos. En esta composición aparecen varias mujeres en traje de baño. La pincelada suelta y el resto de características nos recuerdan la obra de Sorolla. La luz es cenital y los colores predominantes son los amarillos, marrones, azules y verdes. Pintado en 1956, es un óleo sobre tabla, de 25 por 41 cm y pertenece a una colección particular (Fig. 7).

Figura 7. Playa de Sangenjo.

La obra Niña sentada leyendo, de pequeño formato, muestra a una niña de unos siete u ocho años de edad, sentada a la puerta de su casa, posiblemente de ambiente rural. Se advierte la maestría del pintor al poder representar con tanto detalle la figura humana en un espacio tan pequeño. La niña está absorta en la lectura de un libro que tiene entre sus manos. Actitud seria y concentrada, la niña muestra unos segmentos corporales armónicos y proporcionados. Se advierte con cierto detalle las características de la cara, observando los ojos, nariz y boca. Lleva una melena extendida sobre su frente y a ambos lados de la cara, que no dejan ver los pabellones auriculares.

Las manos, en posición correcta, muestran los dedos, lo que permite apreciar la meticulosidad y la precisión del artista. Las piernas están separadas para volver a unirse a nivel de los tobillos. No se adivina el tipo de calzado que lleva la niña. Ataviada con un vestido que rebasa ligeramente el nivel de las rodillas y parece que lleva puntilla como remate de la prenda. Los colores son fríos: grises y blancos en varias gamas. Los colores de las tapas del libro, así como los del fondo son de grises y negros más intensos. La luz procede del frente. Es una acuarela de 19 por 11 cm y pertenece a una colección particular (Fig. 8).

Figura 8. Niña sentada leyendo.

Bibliografía

– Rincón W. Pradilla en las colecciones privadas. Catálogo de la Exposición. Villanueva de Gállego (Zaragoza). 2003.

– Cabanelas LM. Miguel Pradilla, el pintor de las mil caras que no quiso ser como Picasso. ABC Cultural digital, 1 de mayo de 2016. https://www.abc.es/cultura/cultural/abci-miguel-pradilla-pintor-caras-no-quiso-como-picasso-201605010233_noticia.html.

– García Cantarero M. Miguel Pradilla, más que el hijo de un gran pintor. Heraldo de Aragón 04/07/2016 http://www.heraldo.es/noticias/heraldo-premium/cultura-ocio/2016/07/04/miguel-pradilla-pintor-paisajes-banados-por-luz-944445-2091033.html.

– Miguel Pradilla. Biografía. [Consultado en octubre de 2018]. Acceso: http://www.miguelpradilla.com/2016/03/biografia.html.

– Cánovas del Castillo S, Pradilla S. Francisco y Miguel Pradilla. La tradición de la pintura naturalista. Catálogo de la Exposición. Pozuelo de Alarcón (Madrid). 18 de octubre a 25 de noviembre. 2018.

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