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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº7 – OCT-NOV 2017

Lo que nos ha de unir

V. Martínez Suárez
Editorial


V. Martínez Suárez

Centro de Salud El Llano, Gijón

 

«La motivación, el compromiso y la lealtad de esos otros que estarán acompañando al nuevo presidente será un aspecto fundamental de nuestro porvenir. El futuro no es una variable aleatoria, sino fruto del esfuerzo, la voluntad y el espíritu de superación, cosas que no salen a la luz hasta que se ponen a prueba"

 


Lo que nos ha de unir

Dignísimas autoridades, Alcaldesa, Consejera de Sanidad, señor Decano; Presidente de Honor, querido Pepe; Presidenta del Congreso, compañeros y amigos:

Muchas gracias por vuestras palabras, tan amables y llenas de afecto. Gracias por la hospitalidad y cordialidad con las que hoy nos recibe, una vez más, esta gran ciudad, emblemática entre las mejores de España, por hermosa, cuidada y abierta al mundo.

Nos alegramos de estar entre vosotros; de volver a la tierra de los pintores de Altamira, del Santo Beato (tan venerado en mi región), de Menéndez Pelayo, de Pereda, Gerardo Diego y José Hierro, por espigar algunas de las mejores cimas –para mí significativas, deslumbrantes– de vuestra historia y vuestra cultura.

Es la tercera ocasión en que la SEPEAP decide realizar su principal actividad de formación aquí, por lo que es necesario –justo y necesario– dejar constancia de la apetencia de repetir que nos han transmitido los doctores Jaime Revuelta (1991) y Germán Castellano (2003) y los que con ellos hicieron posible las dos anteriores. Con la de hoy, Santander marcará un hito en la historia de la pediatría española, de nuestra sociedad y representará para cada uno de nosotros la referencia de otro magnífico encuentro.

Querida Reyes, inteligente y prudente; Reyes, la del corazón lleno de entusiasmo y de bondad; queridos compañeros montañeses: en nombre de la Junta Directiva a la que represento, os reitero nuestro agradecimiento por contribuir a la realización de este Congreso y comprometeros resueltamente con su éxito; por la ilusión que nos trasladasteis desde el primer momento a los pediatras de todas las comunidades para acercarnos a esta ciudad y a toda Cantabria. Tanto por el número de asistentes, como por la cantidad y calidad de las ponencias y comunicaciones, esta reunión ha merecido –puede decirse ya– un rotundo halago y aprobación.

Escribir este discurso no ha sido fácil. Debería ser breve, pues soy consciente de mi papel secundario en este acto y este Congreso, ya protagonizados por la nueva Junta Directiva que mañana será proclamada por nuestra Asamblea. Sin embargo, por respeto al cargo que he ocupado los pasados años me siento obligado a daros las gracias por las gracias recibidas, a realizar una valoración del entorno en que se produce esta renovación, de nuestra profesión y lo que entiendo que deben de ser una necesidad razonable de trabajo y sus expectativas para el futuro. Lo tengo que decir ahora ya que mi voluntad es alejarme de cualquier decisión importante en la gestión y el gobierno de la sociedad.

En 2004 –el día cinco de abril próximo se cumplirán 14 años– tuve el honor de acceder en esta misma ciudad a la presidencia de nuestra sociedad regional (de Asturias, Cantabria y Castilla y León, la SCCALP), una sociedad extensa, con una ejemplar actividad profesional muy asentada en todo en la relación humana y de amistad. Aquí inicié mis responsabilidades institucionales, aquí presidí por primera vez el Memorial Guillermo Arce-Sánchez Villares, y ya hace un tiempo decidí que aquí –tal día como hoy– terminase mi dedicación a estas tareas. Junto a vosotros –en la SEPEAP– he pasado unos años como socio activo, luego como vocal regional, cuatro de vocal nacional, dos de vicepresidente y cuatro como presidente. Es decir, de Santander a Santander, con una hermosa experiencia de aprendizaje y compañerismo interpuesta. Ese tiempo ha sido más que suficiente –diría excesivo– para participar en la toma de decisiones que pudieran condicionar a los demás pediatras y a nuestra especialidad, aun habiendo querido siempre que esas decisiones fuesen favorables para ellos y para todos.

Hay tantas personas a las que debería mencionar aquí, y es tan difícil establecer prioridades, que evitaré dar demasiados nombres, aunque algunos sean inexcusables. Que cada cual tome la parte de gratitud que crea que le corresponde, y algo más. Os aseguro que mi agradecimiento da de sobra para todos.

Dentro del discurso gratulatorio, en primer lugar, tengo que transmitir mi enorme reconocimiento hacia quienes antes que yo, desde que lo hiciera el Dr Prandi, habéis ocupado esta presidencia. Sin todos y cada uno no hubiésemos podido ser lo que somos. Vuestro trabajo ha sido cada día una inspiración para mí; y vuestras preocupaciones las he sentido como un recordatorio constante de lo que la Sociedad tenía que ser. Presidente de Honor, querido Pepe, debes sentirte orgulloso de haber servido de enlace –enlace nutricio– entre cuatro generaciones de pediatras. Eres el patriarca de la tribu y has representado los valores y la razón de ser y de estar de esta Sociedad. Nosotros fuimos para ti el futuro y los que vienen ahora serán el futuro para ti y para nosotros. Gracias Pepe; gracias que te daré todos mis días.

Gracias con un prieto abrazo al doctor Horacio Paniagua, que por decisión de sus compañeros preside honoríficamente esta convocatoria. Horacio es y ha sido siempre un hombre honesto y amigo generoso; una persona insobornablemente coherente y leal, de una educación exquisita y gran organizador. Representa para mí el modelo de médico ejemplar, aunque no haya sido suficientemente ponderado dentro de la pediatría española de las últimas décadas. Además, él fue determinante para que me acercase a vosotros y decidiese seguir entre vosotros hasta hoy.

Gracias profundas a mis compañeros de la SCCALP; a aquellos (lo digo desde el recuerdo emocionado a Juan Carlos Santos y a Luis Miguel Rodríguez) con los que decidí hace casi tres lustros remangarme y meterme en este animado jardín de las sociedades profesionales, donde sin darte cuenta van creciendo la responsabilidad y el trabajo junto a un roce de convivencia que he querido que en todo fuese alegre y útil.

Gracias a los que me han acompañado en las tareas de tomar decisiones dentro de la Sociedad a lo largo de este mandato (a los miembros de su Comité Ejecutivo, Junta Directiva, vocales regionales y componentes de los grupos de trabajo). Gracias por su cariño y respeto; por recordarme a diario que eso de ser jefe es algo relativo; que uno tiene que sentirse máximo responsable –sólo circunstancial y temporalmente– de un grupo, de una idea de trabajo y de un antecedente que se ha conformado alrededor de muchos sentimientos y de una noción de la medicina infantil generalista –la que inspiró el doctor Francisco Prandi– completamente vigente y defendible. Aunque sólo fuese por haberlos conocido y tratado ha merecido la pena ocupar el puesto que me habéis dado.

A todos los compañeros pediatras que ejercen su profesión sin descanso y con vocación de servicio, con el noble objetivo de representar y defender a los niños y sus familias, sus intereses y su salud; de la mejor manera posible, dentro y extramuros de sus consultorios. Ellos personifican el prestigio de la pediatría española, la dignidad de la medicina y el vínculo cardinal de las necesidades del niño con nuestro sistema sanitario y de ayuda social.

Precisamente, los pediatras que mañana propondremos a nuestra Asamblea como socios de honor y reconoceremos con la insignia de oro de nuestra sociedad (los doctores Carlos Bousoño, Víctor García Nieto y Carlos Redondo) son una buena muestra de lo que significan –en su expresión más viva y creativa– las palabras compromiso y generosidad. Dignidad y rigor en el método son los valores que caracterizan la trayectoria, dedicación y capacidad de relación humana de estos tres pediatras distinguidos, que han sido, son y serán ejemplo para todos.

Por último, gracias a Fernando, al doctor García-Sala, que asumirá mañana un reto profesional y personal que le dará más satisfacciones que cualquier otra cosa. Sé que Fernando hará muchas cosas mejor que yo y que pronto se ganará el apoyo de los casi 3500 miembros de esta Sociedad y la colaboración generosa de todos. Serás con toda seguridad –por tu talento, tu capacidad de trabajo, tu don de gentes y sentido común; por la forma firme pero siempre ponderada como te manifiestas– una referencia de la medicina española los próximos años; una referencia principal. Ese “mare nostrum” que es el futuro de la medicina infantil –como ese otro cuyas aguas y cuya cultura tanto te seducen y te atraen– te espera; que la singladura te sea leve y feliz.

El presidente de una Sociedad –lo tengo que manifestar, porque así lo he vivido– es alguien cuyos resultados dependen del trabajo de otros. La motivación, el compromiso y la lealtad de esos otros que estarán contigo será un aspecto fundamental de nuestro porvenir. El futuro no es una variable aleatoria, sino fruto del esfuerzo, la voluntad y el espíritu de superación, cosas que no salen a la luz hasta que se ponen a prueba.

Dije en mi toma de posesión que trabajaría por la Sociedad, que la defendería de forma decidida y que sería transparente. Aunque he sentido grandes presiones para distorsionar mi voluntad, creo que lo he logrado con sólo algunos errores. Los que más he sentido como míos y por los que debo de pedir disculpas, hoy y siempre, son los de no haber atendido mejor a algunos compañeros por falta de tiempo o de sensibilidad.

En varios artículos he reiterado lo que han sido las señas de identidad de partida, las que hemos heredado. No tenemos que ser iguales que nadie; no debemos dejarnos dirigir desde ninguna de las posiciones logradas y mantenidas con la intriga profesional y cualquier proceder sectario y excluyente. Simplemente debemos buscar lo que es mejor para el niño y para sus familias, preguntarnos si podemos hacerlo e intentando mejorarlo ponerlo como objetivo de nuestra sociedad. Debemos de ser coherentes con nuestra historia y releer lo que han dejado escrito nuestros predecesores. Comprendiendo otras culturas médicas y sus motivos, ignorar las diferencias sería un error; estas deben ser expuestas, defendiendo las propias con la razón y desde la lealtad a lo que representa nuestra Sociedad.

La SEPEAP –lo he reiterado cuanto pude– es tan rica en su pluralidad como invariable debiera ser en sus referencias y en sus fines. Porque la existencia de una sociedad profesional como la nuestra sólo se justifica en la medida en que participe como generadora de conocimiento y ayude en la difusión de ese conocimiento. Es decir, debemos promover la investigación, generar cultura investigadora y poner sobre la mesa del pediatra proyectos de formación de calidad y que él sienta como necesarios. Aunque autoevaluarse es difícil y peligroso, quiero deciros que he querido hacer todo lo que podía, pero no he podido hacer todo lo que quería.

Finalmente, a los que los pasados días de manera cordial –y tocando mi fibra más sensible– me han transmitido su decepción, tengo que reiterarles que lo que hago no es egoísmo, es lucidez sobre la naturaleza de mi condición.

Quiero evocar ahora para mi defensa –volviendo a una lectura de mi ya lejana adolescencia– la actitud de Lucio Cincinato1, aquel patricio romano que hace 2500 años alternaba el Consulado y el gobierno con el arado de la tierra, al cual retornaba cada vez que cumplía con sus deberes cívicos. La biografía de Lucio –modelo de honradez, integridad, frugalidad rústica y falta de ambición personal, según su biógrafo Catón el Viejo– señala la obligación de disponibilidad; disponibilidad sin perder las referencias de “nuestro deber más común” para todos aquellos que ejercen un cargo de forma representativa. Por eso quiero ahora recogerme en mi vida privada, en mis otras inquietudes intelectuales y en las tareas más corrientes de mi profesión.

Como dijo aquel aristócrata memorable, me vuelvo al arado.

Querido Presidente de Honor, querido Fernando; autoridades, queridos amigos:

Mi agradecimiento, deseos de salud y felicidad. Y aunque todavía nos queden por compartir las próximas horas, mi recuerdo anticipado –vivo y muy entrañable– por siempre para todos.

1La imagen de Cincinato que abre este texto fue levantada en los parques de Schönbrunn, en la ciudad de Cinccinati, Ohio, USA, a la que da nombre.

Discurso de inauguración del XXXI Congreso de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) y despedida de la presidencia de la Sociedad. Santander, 19 de septiembre de 2017. En la fotografía, de izquierda a derecha: doctora Reyes Mazas (Presidenta del Congreso), Profesor Juan Carlos Villegas (Decano de Medicina), doctor Venancio Martínez (Presidente de la SEPEAP), Dª Gema Igual (Alcaldesa de Santander), doctora María Luisa Real (Consejera de Sanidad), doctora Montse Matilla (Colegio de Médicos de Cantabria), doctor José del Pozo (Presidente de Honor de la SEPEAP).

 

 

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