Temas de FC |
J.M. Pascual Pérez*, M.C. De Hoyos López**
*Pediatra EAP. Centro de Salud Pintores. Parla, Madrid. **Pediatra EAP. Centro de Salud Dr. Pedro Laín Entralgo. Alcorcón, Madrid. Servicio Madrileño de Salud (SERMAS)
Resumen
El acné es la enfermedad dermatológica más frecuente, con una prevalencia en la adolescencia casi universal. Constituye un motivo de consulta médica cada vez más frecuente, en el contexto de una conciencia social que apuesta fuerte por la estética y con posibilidades terapéuticas cada día más novedosas y eficaces, exigiendo una actitud menos pasiva por parte de los facultativos en su tratamiento. La mayoría de los pacientes con acné se deben manejar en Atención Primaria, donde la figura del pediatra, desde su posición de especialista accesible y capacitado, debe ser clave para realizar una correcta orientación diagnóstico-terapéutica precoz de esta “enfermedad de la adolescencia”, que cada vez es más prevalente y tiene consecuencias en la edad adulta. Esta revisión tiene por objeto guiar a los pediatras de Atención Primaria para llevar a cabo esta función. Se comentan los principales grupos terapéuticos relacionados con esta patología, orientando su eficacia e indicaciones según los mecanismos etiopatogénicos y el tipo de lesión predominante, además de sus necesidades especiales de farmacovigilancia. Finalmente, se propone una guía de prescripción práctica según la Medicina Basada en la Evidencia y el Uso Racional de Medicamentos. |
Abstract
Acne is the most frequent dermatologic diseases, with prevalence almost universal in adolescence. Actually it is a reason of medical care in progressive increase, because our society bets strong by the aesthetic and there are new more effective therapeutic possibilities every day. Our patients are demanding a less passive medical attitude in the treatment of acne vulgaris. Most people with acne can be managed in primary care, where the figure of pediatrician, accessible and enabled specialist, play a key position for an early appropriate management of this “adolescent’s disease” that every time has greater prevalence and consequences in adults. This review is intended to help guide primary care physicians and pediatricians for performing this function. We report the main therapeutical drugs, management, efficacy and indications according to physiopathology and the different types of lesion, besides we must control possible adverse effects. Finally, we reports a practical prescribing guideline based on Rational Use of Medicines and Evidence- Based Medicine. |
Palabras clave: Acné; Adolescente; Atención Primaria; Uso Racional de Medicamentos.
Key words: Acne; Adolescent; Primary Health Care; Rational Use of Medicines.
Pediatr Integral 2012; XVI(4): 275-285
Acné
Introducción
El acné representa actualmente la patología dermatológica más frecuente. Afecta en torno al 80-90% de los adolescentes, con un pico máximo de incidencia entre los 14 y 17 años(1-4). En nuestro medio, Guerra obtiene una prevalencia del 74% en adolescentes, máxima entre los 14 y 16 años, disminuyendo según avanza la edad (19% de los 18 a 24 años). Sin embargo, este descenso no se correlaciona con su intensidad: estos adultos jóvenes padecen un 30% de formas moderadas o graves y el 50% consultan al dermatólogo (frente al 18% de los adolescentes)(5,6).
Se estima que supone del 25 al 60% de las consultas al dermatólogo (1,4). Sin embargo, Torrelo y cols. sitúan el acné en el quinto grupo más frecuente (sólo un 6% del total) en un estudio prospectivo de incidencia de diagnósticos nuevos en una consulta de dermatología pediátrica hospitalaria durante 10 años (1990-1999). Dada su afectación, en mayor o menor grado, casi universal en la edad puberal, estos datos son reflejo de la frecuente automedicación (incluso sin asesoramiento farmacéutico) y, sobre todo, de que, en la mayoría de los casos, el seguimiento y tratamiento son casi exclusivos de Atención Primaria, siendo las derivaciones más propias de edades no pediátricas (1,3,4). Puede darse en cualquier edad y, así, el 20% de los niños en el período neonatal (acné neonatorum, por paso transplacentario de andrógenos) y los primeros años de vida pueden desarrollarlo (Fig. 1)(2,4,6). Los factores genéticos se evidencian en la alta concordancia entre gemelos y en que en la mitad de los escolares con acné, sus padres también lo presentaron(2,3). La raza negra y la japonesa muestran una incidencia menor que la raza blanca(1). Es igual de frecuente en ambos sexos, aunque las mujeres parecen tener formas más persistentes mientras que, las de los varones son más graves (5,6).
Figura 1.
Hasta hace poco tiempo, el acné era casi aceptado como un proceso fisiológico sin necesidad de terapia salvo en casos muy graves. Pero, cada vez, toma más fuerza la iniciativa de los pediatras de tratar incluso las formas más leves, en prevención de posibles secuelas físicas y psicológicas por su repercusión en la calidad de vida y autoestima(2-4,6,7).
Etiopatogenia
Es una enfermedad inflamatoria crónica de la unidad pilosebácea, que se caracteriza por la formación de comedones, pápulas, pústulas, nódulos, quistes, máculas y/o cicatrices(1,2-4,6). La patogenia del acné parece ser multifactorial, con distinta implicación de los siguientes factores(1-4):
a) Aumento de la secreción sebácea.
b) Hiperqueratosis ductal.
c) Colonización bacteriana por Propionibacterium acnes.
d) Inflamación secundaria.
El exceso de secreción sebácea y la hiperqueratosis ductal producen una obstrucción de los folículos sebáceos y originan los comedones abiertos y cerrados. El acné no es un proceso infeccioso, pero sí existe colonización de Propionibacterium acnes, que condiciona la aparición de mediadores de la inflamación. Existen, además, otros factores que pueden agravar el acné, como son: la menstruación, la aplicación tópica de productos muy grasos o la exposición al cloro(1-3). En cambio, la dieta (chocolate, etc.) y el estrés emocional no han mostrado evidencias de influir sobre el acné(1-4,8).
Diagnóstico
Es de gran utilidad comenzar por una anamnesis detallada sobre: duración y cambios en las lesiones, tratamientos previos y su efectividad (muchos pacientes ya se han automedicado), medicamentos y productos químicos y grado de aceptación o afectación psicológica en el adolescente. En el abordaje diagnóstico del acné, se deben considerar cuatro aspectos fundamentales: tipo de lesión (de predominio inflamatorio o no inflamatorio), gravedad (intensidad – estadio de las lesiones), extensión (afectación de cara, pecho y/o espalda) y factores asociados(1-4).
Tipo de lesión
El acné es un trastorno polimorfo, en el que pueden aparecer distintos tipos de lesiones al mismo tiempo o evolutivamente.
Se diferencian tres tipos de lesiones: inflamatorias, no inflamatorias y residuales (Tabla I)(1-3,7).
El comedón cerrado o punto blanco es una lesión puntiforme, microquística y blanquecina o del color de la piel en la que no se aprecia el orificio folicular. Representa una dilatación del conducto pilosebáceo por la obstrucción ductal. Los comedones cerrados o microquistes son las lesiones más características del acné y las más frecuentes en los púberes(1,7).
El comedón abierto o punto negro constituye una lesión plana o levemente sobreelevada, de menos de 3 mm de diámetro habitualmente, y abierta al exterior, con un tapón córneo central marrón o negro (por el depósito de melanina y que no se relaciona con falta de higiene). Su contenido es duro y seco (Fig. 2).
Figura 2.
La pápula se presenta como una lesión sobreelevada, eritematosa y sin acúmulo de líquido visible. Su tamaño oscila entre 1-5 mm de diámetro y es levemente dolorosa a la palpación, al tratarse de una lesión inflamatoria. Habitualmente, se origina a partir de un comedón abierto y, raramente, de un comedón cerrado.
La pústula es una lesión derivada de la pápula pero más blanca y profunda, con un punto purulento central que se deseca en pocos días. Puede evolucionar a máculas o cicatrices residuales (Fig. 3).
Figura 3.
Los nódulos son lesiones inflamatorias profundas, dolorosas, recubiertas de piel normal o eritematosa (Fig. 4).
Figura 4.
Los quistes, de tamaño variable y contenido purulento, suelen evolucionar a la formación de cicatrices.
Las cicatrices pueden ser deprimidas o hipertróficas (queloides). Son típicas del acné nódulo-quístico. Habitualmente, se localizan en pecho y espalda (en forma de máculas atróficas) y en el ángulo mandibular. También, es frecuente una hiperpigmentación postinflamatoria crónica residual (Fig. 5).
Figura 5.
Finalmente, es importante realizar el diagnóstico diferencial con las “reacciones acneiformes”, las cuales suelen ser monomorfas y no presentan puntos negros. Otros posibles diagnósticos diferenciales se recogen en la tabla II(1-4,10).
Gravedad – estadio de las lesiones (Tabla III)
Es muy importante registrar en la historia clínica la intensidad del acné en el momento del diagnóstico, lo cual permitirá realizar una valoración mucho más precisa de la respuesta al tratamiento y su evolución.
No obstante, de manera práctica, se suele simplificar en leve, moderado y grave; y algunos autores hablan de muy grave cuando asocian afectación sistémica (conglobata y fulminans)(1-4,7,8,10).
Extensión
El acné afecta, casi fundamentalmente, a la cara (99%), pero también a la espalda (60%) y pecho (15%). Por tanto, no debemos únicamente limitarnos a la inspección facial(1,3,4).
Factores asociados
Existen algunas variantes clínicas de acné secundarias a factores exógenos(2-4):
• Acné excoriado: suelen ser mujeres con trastornos psicológicos que pinzan su piel, exacerbando incluso las lesiones más leves.
• Erupciones acneiformes por fármacos: corticoides orales y tópicos (acné esteroideo), andrógenos, fenitoína, fenobarbital, isoniazida, rifampicina y otros.
• Alteraciones endocrinas: síndrome del ovario poliquístico, síndrome de Cushing y síndrome adrenogenital pueden inducir acné.
• Acné exógeno: por cosméticos, aceites, alquitranes, hidrocarburos clorados e, incluso, traumatismos (acné mecánico).
Formas especiales de acné grave, son(2-4,11):
• Acné conglobata: forma crónica con múltiples lesiones, muy inflamatorias, intensamente dolorosas, con formación de abscesos y tendencia a la fistulización con un mal olor característico.
• Acné fulminans: forma aguda infrecuente, propia de varones en la segunda década de la vida, con múltiples lesiones dolorosas pustulosas que originan úlceras necróticas y cicatrices residuales, localizadas en los dos tercios superiores del tronco. Suele asociar alteraciones sistémicas osteoarticulares.
Por lo general, en el acné no suele ser necesario realizar ningún estudio complementario, salvo en pacientes con signos de hiperandrogenismo (pubarquia precoz, velocidad de crecimiento y edad ósea aceleradas u olor corporal intenso en prepúberes; o alteraciones menstruales, infertilidad, hirsutismo o alopecia androgénica después de la pubertad), a los que se derivará a Atención Especializada para realizar estudio hormonal (testosterona, S-DHEA, LH, FSH) y edad ósea(1-4,8,10). Los cultivos de las lesiones sólo se deben realizar excepcionalmente, en casos de sospecha de foliculitis por Gram-negativos resistentes al tratamiento (lesiones inflamatorias en áreas perioral y nasal)(2-4,10).
Función del pediatra de Atención Primaria: abordaje terapéutico
El tratamiento del acné debe ir dirigido a corregir los factores etiológicos implicados; es decir, regular la secreción sebácea, evitar la obstrucción folicular y formación de comedones y eliminar la proliferación bacteriana y la inflamación. El enfoque terapéutico ha de ser individualizado, considerando la forma clínica del acné y su gravedad, las circunstancias sociales del paciente, edad, sexo y la percepción de la enfermedad por parte del adolescente.
Una terapia pactada y consensuada con el propio adolescente incrementará el grado de adhesión terapéutica y, por tanto, las posibilidades de éxito(2-4,8,9).
Así pues, el pediatra de Atención Primaria representa el especialista más accesible e idóneo para atender la mayoría de los casos de acné juvenil; realizando un abordaje diagnóstico-terapéutico precoz y con un estrecho seguimiento evolutivo que garantizará unos resultados satisfactorios, minimizando la posibilidad de secuelas físicas y/o psicológicas.
Medidas generales:
• Explicar al paciente claramente la naturaleza de la enfermedad, los posibles efectos adversos de la terapia y su duración, habitualmente prolongada, para evitar las falsas expectativas a corto plazo y el abandono terapéutico. Se debe insistir en que el tratamiento busca el “control” de la enfermedad y no utilizar términos como “curación”.
• Detectar posibles factores agravantes o predisponentes (medicamentos, sustancias químicas…).
• Desaconsejar la manipulación de las lesiones e insistir en una adecuada limpieza e higiene cutánea.
• Evitar el uso de cosméticos comedogénicos (cremas, lociones, geles, maquillajes…) y recomendar como alternativa interesante los cosméticos libres de grasa (oil-free).
• No hay evidencia que justifique cambios dietéticos(1-4,8,10).
• Preguntar sobre el impacto psicosocial del acné (problemas en el colegio, dismorfofobia) y, en casos en que parece ser especialmente grave o desproporcionado, considerar usar una escala de calidad de vida para monitorizarlo(3,7,12,13).
Tratamiento tópico
El tratamiento tópico es el pilar fundamental en el que se debe basar el manejo del acné en Atención Primaria. Es la primera línea en formas leves y moderadas, tanto no inflamatorias como inflamatorias(1-5,8-12).
Las principales opciones de terapia tópica se recogen en la tabla IV.
No hay evidencias suficientes para recomendar una duración determinada del tratamiento, pero, en general, se recomienda mantenerlo al menos 6 semanas para evaluar su eficacia, y 3 ó 4 meses para obtener el máximo beneficio.
La elección de la formulación (presentación) viene determinada por el tipo de piel y preferencias personales: gel o solución para pieles grasas, crema para secas y loción para grandes superficies. El vehículo puede ser determinante en cuanto a su tolerabilidad (por ejemplo, los geles de base alcohólica suelen ser más irritantes que las cremas)(2-4,10).
Las consideraciones generales del tratamiento tópico se recogen en la tabla V. Se debe dar la información y el plan terapéutico por escrito.
Retinoides tópicos
Son derivados naturales o sintéticos de la vitamina A. En España, se comercializan la tretinoína, la isotretinoína, el adapaleno y el tazaroteno (aunque este último sólo tiene autorización en psoriasis). Su efecto fundamental es anti-comedogénico, evitando la formación del tapón córneo en el canal folicular (queratolítico potente). Los retinoides están indicados especialmente en el acné de predominio comedoniano y pápulo-pustuloso leve. Disminuyen la presencia de lesiones en un 40-70%(2,8-10). Pueden combinarse con antibióticos tópicos o peróxido de benzoilo a diferentes horas del día. Suelen tardar en mostrar resultados de 4 a 6 semanas y, además, se debe advertir al paciente que su acné puede parecer empeorar inicialmente, debido a sus efectos adversos más comunes semejantes a una quemadura solar leve (irritación local, sequedad, quemazón y eritema)(2-4,8-11). Pero no existe evidencia de que verdaderamente empeore (aumente el número de lesiones) y, posteriormente, se suele conseguir tolerancia(13). Para minimizarlos, se recomienda aplicarlo gradualmente, empezando por concentraciones menores. Además, especialmente en pacientes con piel muy sensible, se recomienda empezar su aplicación en un área limitada (generalmente, la cara) dejando un contacto inicial de 30 minutos, lavando posteriormente con agua abundante, e incluso a noches alternas hasta poder mantener el producto toda la noche(2-4,8-10). También, pueden producir fotosensibilidad; por lo que, se debe recomendar su aplicación nocturna con lavado matutino, utilizar fotoprotectores y evitar la exposición solar excesiva. Los retinoides son teratógenos y están contraindicados durante el embarazo. En aquellas mujeres en edad fértil que reciban dicha terapia, se recomendará utilizar un método de anticoncepción efectivo(3,4).
Ácido azelaico
Es un inhibidor competitivo de la conversión de testosterona en 5-dehidrotestosterona. Tiene efecto queratolítico y bactericida (sobre P. acnes y S. epidermidis). Se aplica al 20% y puede producir irritaciones (aunque con menor frecuencia que el peróxido de benzoilo) y, excepcionalmente, fotosensibilización. Es despigmentante, por lo que puede ser útil en aquellos casos en que existe hiperpigmentación residual(2-4). Puede ser una alternativa en caso de mala tolerancia a los retinoides tópicos, aunque es menos efectivo(3,4,9,10).
Peróxido de benzoilo
Es un agente oxidante con acción bactericida, comedolítica moderada y antiinflamatoria(1-4,8-12). La reducción de la inflamación, su principal efecto, se consigue incluso a bajas concentraciones, por lo que, ante la falta de respuesta en acné leve o moderado generalmente es preferible asociar otro anti-acnéico comedolítico que incrementar la concentración(4,12). Puede producir, ocasionalmente, eritema, descamación o irritación (exfoliación o peeling) y el 1-2% de los pacientes presentan dermatitis alérgica de contacto. Inicialmente, se aplica una vez al día y, si se tolera bien, dos veces al día; aunque es conveniente no aplicarlo simultáneamente (a la misma hora) con otros preparados tópicos para evitar irritaciones. Conviene advertir al paciente que el peróxido de benzoilo puede decolorar el cabello y la ropa, por lo que se suele administrar por la mañana(1-4,8,10).
Aunque parece que no existe evidencia de que el peróxido de benzoilo asociado en el mismo producto con otros tratamientos tópicos (clindamicina en España) sea más eficaz que los monofármacos por separado, sí parece que pueden ser sinérgicos y, sobre todo, se disminuyen las resistencias bacterianas(2,4,13).
Antibióticos tópicos
Además de su efecto bacteriostático o bactericida frente a P. acnes, tienen un efecto antiinflamatorio directo. Son útiles en las formas leves y moderadas de acné inflamatorio, pero son poco eficaces en los comedones no-inflamatorios. Disminuyen el número de lesiones inflamatorias en un 45-70%(2,8-9). Eritromicina al 2% y clindamicina al 1% son los antibióticos tópicos más ampliamente utilizados; ya que, las tetraciclinas pueden manchar la piel y la ropa de amarillo. Pueden usarse 1 ó 2 veces al día, pero suelen obtenerse mejores resultados si se aplican 1 vez al día en combinación con peróxido de benzoilo u otro agente queratolítico. Es más útil emplear conjuntamente diferentes agentes tópicos dirigidos a distintos aspectos de la patogénesis de la enfermedad, aunque aplicados de manera no simultánea (a distintas horas del día). Su empleo aislado puede conducir al desarrollo de resistencias bacterianas y, por el mismo motivo, tampoco deben utilizarse de manera simultánea con antibióticos orales(1-4,8-13).
Otros agentes tópicos
El lavado con un jabón suave o un limpiador antes de la aplicación de los preparados tópicos contribuye a eliminar el exceso de sebo superficial y los detritus celulares, actuando como agentes coadyuvantes en el tratamiento del acné. Los mejor tolerados son los jabones neutros o ácidos. La higiene facial conviene realizarla dos veces diarias(1-4,8).
Los alfa-hidroxiácidos son ácidos orgánicos naturales (ácido glicólico, láctico, cítrico, málico…) que rompen la cohesión de los queratinocitos y producen un efecto exfoliante superficial. Indicados sobre todo en el acné comedoniano. El más utilizado es el ácido glicólico al 5 y 10% en crema, gel o solución, 1-2 veces diarias. Sus efectos irritantes son escasos.
Los preparados que contienen sulfuros y ácido salicílico presentan, habitualmente, una eficacia inferior al resto de tratamientos tópicos más modernos. Sin embargo, el ácido salicílico puede ser una opción en algunos pacientes con acné comedoniano que no toleran los retinoides(8,10). Los limpiadores abrasivos y el frotado vigoroso están contraindicados, ya que pueden agravar el acné, promoviendo el desarrollo de lesiones inflamatorias(2,3,8).
Tratamiento sistémico
El tratamiento sistémico del acné está indicado en las formas inflamatorias intensas y en aquéllas en las que no hay una respuesta adecuada al tratamiento tópico. Los antibióticos orales son los fármacos de primera línea del acné moderado-grave(1-4,8-11).
Antibióticos orales
Son efectivos en el acné inflamatorio, pero no en el comedoniano puro, ya que no inhiben la secreción sebácea ni alteran la composición del sebo. Tienen efecto bacteriostático y contribuyen a inhibir la quimiotaxis de neutrófilos, generando un efecto antiinflamatorio. Se reservan generalmente para las formas severas, debido al desarrollo de resistencias y por sus potenciales efectos adversos sistémicos. Reducen en un 50-70% el número de lesiones(2,8,9). Sus posibles indicaciones son:
• Fracaso o falta de aceptación del tratamiento tópico en acné leve y moderado.
• Si la afectación de hombros, pecho o espalda dificulta la aplicación tópica.
• O si existe riesgo elevado de cicatrices o cambios pigmentarios.
Los antibióticos sistémicos más empleados son tetraciclinas y eritromicina; mientras que, otros, como cotrimoxazol y ampicilina, han caído en desuso.
Las resistencias a los antibióticos se están incrementando en todo el mundo(2-4,8-11,13). La resistencia a eritromicina es la más frecuente (e incluso muchas de estas cepas también lo son a clindamicina); mientras que, a tetraciclinas es menos común (aunque si la presenta suele ser cruzada con doxiciclina). Sin embargo, existen escasas evidencias de que el fracaso terapéutico se correlacione con la resistencia in vitro demostrada, dado que la eficacia clínica in vivo de los antibióticos ha demostrado ser mayor; por tanto, no están indicados estudios microbiológicos de rutina(2-4,8,10). La ausencia de respuesta tras 2 meses de terapia o el empeoramiento del acné pueden indicar la aparición de resistencias bacterianas o, más raramente, el desarrollo de una foliculitis por Gram-negativos (Proteus, Enterobacter, Pseudomonas o Klebsiella)(2-4,8,10). En general, se debe esperar 2 meses antes de asumir un fracaso terapéutico. Aunque aún es discutido, parece recomendable mantener la terapia antibiótica oral durante al menos 4 meses, si la respuesta clínica es favorable, y se debe proceder a su disminución lenta y progresiva hasta suspenderla(2-4,8).
Según las recomendaciones del Grupo Europeo de Expertos sobre antibióticos orales en acné (2004), no deben usarse en monoterapia, administrándose desde el principio del tratamiento combinado con retinoides tópicos (previenen la formación de microcomedones, lo que les convierte en esenciales como tratamiento de mantenimiento), y puede asociarse, además, peróxido de benzoilo (reduce la posibilidad de cepas resistentes)(2-4,8-11,13). Este último debe ser siempre considerado si se prolonga el antibiótico oral más de 3 meses. No obstante, serán necesarios más estudios para determinar las mejores opciones terapéuticas y su duración.
No se deben asociar con antibióticos tópicos porque aumenta el riesgo de resistencias sin beneficios adicionales(2-4,8-11,13).
• Tetraciclinas: son los antibióticos de elección, aunque están contraindicados en gestantes o mujeres con expectativas de embarazo y en niños menores de 8 años, pues producen alteraciones óseas y pigmentación dentaria. Incluso, la mayoría de guías clínicas recomiendan no usarlas en menores de 12 años. Como efectos adversos, pueden producir: fotosensibilidad (especialmente, doxiciclina), intolerancia gastrointestinal, esofagitis (se recomienda tomarlas con abundante agua y no tumbarse durante las 2 horas siguientes) e hipertensión intracraneal benigna (se deben suspender inmediatamente si aparecen cefalea y alteraciones visuales). La minociclina se ha asociado con efectos secundarios que, aunque raros, pueden ser graves: lupus medicamentoso, hepatotoxicidad y trastornos vestibulares (cefalea, ataxia, acúfenos y vértigo); además, típicamente produce pigmentación azulada de las cicatrices previas de acné y, más raramente, coloración negruzca de la piel sana y mucosas. La doxiciclina es la mejor tolerada: no produce pigmentación cutánea ni alteraciones vestibulares, y presenta similar eficacia clínica. Se debe evitar la administración de oxitetraciclina y tetraciclina con las comidas (en especial lácteos) y antiácidos, porque disminuyen su absorción. Por todos estos motivos, los más utilizados son doxiciclina y minociclina, aunque para muchos autores esta última debe ser de segunda línea por ser más cara y, sobre todo, por sus posibles efectos secundarios graves(2-4,8-11,14). Se administran a dosis de 100 mg/día, mantenidos durante 2-3 meses y después se reduce la dosis según respuesta clínica.
• Eritromicina: es de segunda elección, en caso de: contraindicación, intolerancia, alergia o falta de respuesta a tetraciclinas(2,4,8). Se emplea a dosis de 1 g/día, repartido en dos tomas, reduciendo dosis según respuesta. Tiene menor eficacia que las tetraciclinas y causa frecuentes molestias gastrointestinales. Otros macrólidos que se han propuesto como alternativa son: azitromicina, josamicina, claritromicina y roxitromicina(2).
Retinoides orales: isotretinoína
Es un metabolito natural (ácido 13 cis-retinoico) de la vitamina A, cuya acción radica en reducir significativamente la secreción sebácea, la cornificación ductal y la inflamación. El efecto sebostático y comedolítico de la isotretinoína persiste después de suspender el tratamiento, consiguiendo en muchos pacientes remisiones completas durante años (80% de los casos)(2). La posología empleada es de 0,5-1 mg/kg/día, según la gravedad y localización del acné, hasta alcanzar una dosis total acumulada de 120-150 mg/kg. La duración del tratamiento suele ser de 4-6 meses, aunque algunos pacientes precisan hasta 10 meses de terapia para conseguir una remisión(1-3,8-10).
No obstante, aunque se precisan estudios más amplios, existen evidencias que indican que es posible que dosis bajas de isotretinoína (0,25-0,4 mg/kg/día durante 24 semanas) puedan ser útiles en acné moderado, con un buen balance entre eficacia y efectos secundarios dosis dependientes. No ocurre lo mismo con regímenes intermitentes, no eficaces por recaídas(13).
La isotretinoína constituye un tratamiento muy eficaz en casos de acné grave, acné moderado resistente a otros tratamientos y aquellos con gran tendencia a formar cicatrices.
Aunque su balance beneficio-riesgo es muy alto, es necesario realizar una minuciosa selección de los pacientes mayores de 12 años a tratar, dado que los efectos secundarios son numerosos y potencialmente graves: sequedad de piel y mucosas (el más frecuente es la queilitis), fotosensibilidad, cefalea, polialtralgias, mialgias, alteraciones visuales (hemeralopia, blefaroconjuntivitis), elevación de los niveles de colesterol y, sobre todo, triglicéridos (no suele ser necesario reducir dosis ni suspender tratamiento), hipertransaminasemia y, más raramente, hipertensión intracraneal benigna (contraindica su asociación con tetraciclinas). Aunque también se ha asociado a ideas de depresión y suicidio, no existen evidencias de relación causal: el riesgo de intentos de suicidio aumenta gradualmente ya durante el año anterior al inicio del tratamiento. No obstante, parece recomendable monitorizar este riesgo durante el seguimiento (hasta un año después de terminado el tratamiento, aunque el pico máximo sea a los 6 meses)(13,15). Se ha estimado un riesgo relativo de depresión asociado a la isotretinoína oral de 2,68(13,15).
Es un medicamento de uso hospitalario, que requiere la prescripción por un especialista en dermatología habituado en su manejo y visado de la inspección médica para ser dispensado(8).
Se recomienda evaluar la función hepática y lípidos antes del inicio del tratamiento y a las 4 y 8 semanas del mismo. El principal inconveniente de la isotretinoína oral es su elevada teratogenicidad (riesgo de malformaciones mayores del 40% en exposición en el primer trimestre del embarazo); por lo que, se debe realizar una prueba de embarazo previa al tratamiento y cada mes durante el mismo, no comenzando el tratamiento hasta el día 2 del siguiente periodo(8).
Las mujeres en edad fértil deberán tomar anticonceptivos orales antes del inicio de la terapia y mantenerlo hasta 2 meses después de suspenderla, ya que el efecto teratógeno persiste un mes después de suspender la isotretinoína. Incluso, en muchas guías se recomienda idealmente asociar un segundo método anticonceptivo de barrera(3,15).
Hasta un 6% presentan un brote de acné en los primeros 2 meses de tratamiento, y puede desencadenar episodios de acné fulminans(2).
A pesar de su elevado coste, los retinoides orales han demostrado ser altamente efectivos y rentables a largo plazo e, indudablemente, han supuesto una verdadera revolución en el tratamiento del acné. Es el grupo más coste-efectivo para el acné moderado y el grave(13).
Tratamiento hormonal
Se debe considerar el uso de anticonceptivos orales combinados en toda mujer con acné que precise un método contraceptivo, ya que reducen el recuento de lesiones, grado de gravedad y la percepción autoevaluada de su enfermedad(2-4,9,12,13,16). Son de elección en mujeres adolescentes con acné e hiperandrogenismo y también en aquellas sin respuesta clínica tras 3 meses de antibioterapia oral o recaída tras un ciclo de isotretinoína oral, independientemente de que exista o no un trastorno hormonal subyacente detectable(2,8). La duración mínima será de 6 meses. Se suele utilizar el acetato de ciproterona asociado a estrógenos (etinilestradiol), con el objetivo de frenar la acción andrógénica a nivel periférico. Sólo está indicado en mujeres mayores de 15 años y con 2 años de menarquia, al menos. Tiene riesgo de tromboembolismo venoso y no tiene indicación con el único propósito de anticoncepción oral, por lo que, tras 3 o 4 ciclos tras conseguir la eficacia máxima en el acné, se suspenderá.
No obstante, la elección del anticonceptivo oral dependerá de las preferencias de la mujer y de los potenciales efectos secundarios, ya que parece que todos los que contienen estrógenos tienen eficacias similares. No existe evidencia clara de que la ciproterona añada beneficios frente a los demás(4,12,16).
La evidencia para el uso de espironolactona (antiandrógeno) en el acné es insuficiente(17). No se deben utilizar anticonceptivos que contengan únicamente progestágenos porque pueden empeorar el acné(2,4,15,16). Una reciente revisión concluye que no hay evidencias que soporten la hipótesis de que la tetraciclina y la doxiciclina disminuyen la eficacia anticonceptiva de los anticonceptivos orales.
Corticoides orales
Los corticoides orales están indicados como coadyuvantes en el tratamiento del acné en los siguientes supuestos:
• Cuando el estudio hormonal confirma una elevada liberación de andrógenos suprarrenales (se administrarán a bajas dosis)(10).
• Y en el acné grave con afectación del estado general (a dosis altas y ciclos cortos para reducir el componente inflamatorio del acné nódulo-quístico o del acné fulminans)(4,10).
Uso racional de medicamentos
En la tabla VI, se recoge una propuesta de guía de prescripción práctica siguiendo criterios de Uso Racional de Medicamentos. Las principales premisas son:
• En general, se debe evitar la monoterapia (especialmente, antibióticos orales) utilizando combinaciones de más de un fármaco que actúen sobre diferentes factores etiopatogénicos.
• Los retinoides tópicos son los más coste-efectivos en el acné comedoniano no inflamatorio. Por su bajo coste y variedad de concentraciones, tretinoína es de primera elección. Isotretinoína y, sobre todo, adapaleno son menos coste-efectivos (aunque este último puede ser una alternativa por ser menos irritante).
• El peróxido de benzoilo es el más coste-efectivo para el acné leve inflamatorio. Son fundamentales para disminuir la aparición de resistencias antibióticas en los tratamientos sistémicos prolongados.
• Los antibióticos tópicos, a pesar de ser eficaces en el acné inflamatorio leve, son mucho menos coste-eficientes y pueden generar resistencias, por lo que se utilizarán sólo como coadyuvantes de otros tratamientos tópicos. También, pueden usarse durante el embarazo, debido a la contraindicación de la mayoría del resto de antiacnéicos(3).
• Los antibióticos orales son el tratamiento de elección para las formas moderadas y/o extensas, nunca en monoterapia, asociados a tratamientos tópicos (excepto a antibióticos). La doxiciclina es la más coste-efectiva.
• La isotretinoína oral y los anticonceptivos orales se reservarán para los casos graves, cicatrices y fracasos terapéuticos, asociados a tratamientos tópicos, si es necesario. No obstante, ambos grupos terapéuticos están ampliando cada vez más sus indicaciones hacia el acné moderado.
• Los antiandrógenos, como acetato de ciproterona y espironolactona, no se deben usar como primera línea de tratamiento hormonal en el acné.
• Generalmente, es necesario un tratamiento de mantenimiento, siendo de elección los retinoides tópicos (al evitar la formación de microcomedones).
Criterios de derivación
Si bien la mayoría de los pacientes con acné se pueden manejar en el ámbito de la Atención Primaria, es obvio que algunos casos se deben derivar a Atención Especializada. Atendiendo a las recomendaciones del National Institute for Clinical Excellence (NICE, 2001), los criterios consensuados de derivación del paciente acnéico serían los siguientes:
• Formas severas, tales como acné fulminante o foliculitis por Gram-negativos.
• Formas nódulo-quísticas que se puedan beneficiar de isotretinoína oral.
• Grave repercusión social o psicológica, como el miedo patológico a la deformidad (dismorfofobia).
• Riesgo o desarrollo de cicatrices a pesar de las terapias de primera línea.
• Formas moderadas con ausencia de respuesta al tratamiento, que incluyan 2 ciclos de antibioterapia oral de al menos 3 meses cada uno, siendo el propio paciente quien, probablemente, mejor valore este fracaso.
• Sospecha de trastorno endocrinológico subyacente (síndrome del ovario poliquístico) que precise estudios complementarios y valoración.
• Dudas diagnósticas.
En la práctica, el potencial uso, cada vez más extendido y precoz de la isotretinoína oral, hace que también la derivación al dermatólogo lo sea. Sin embargo, en estos casos es aún más importante el papel del “pediatra de cabecera” en el seguimiento coordinado entre niveles asistenciales (Especializada y Primaria): sigue siendo primordial como apoyo más cercano del adolescente frente a su enfermedad, tratamiento, seguridad y, sobre todo, calidad de vida.
Bibliografía
Los asteriscos reflejan el interés del artículo a juicio del autor.
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Bibliografía recomendada
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BMJ Evidence Centre ha desarrollado una fuente que combina la evidencia científica más reciente, así como guías clínicas y opiniones de expertos, presentadas paso a paso y que abarcan: información básica, diagnóstico, pronóstico, tratamiento, prevención, seguimiento, segunda opinión médica y, además, acceder desde la misma a la bibliografía, imágenes, recursos en línea, e incluso a los folletos para los pacientes de la enfermedad en cuestión. Ofrece una segunda opinión instantáneamente, evitando la necesidad de consultar múltiples recursos.
– Clinical Knowledge Summaries (CKS). Acne vulgaris (v 1.3/2009). [En línea] [actualizado el 06/2009; consultado el 30/01/2012]. Disponible en: http://www.cks.nhs.uk/acne_vulgaris
Magnífica guía de práctica clínica sobre el acné vulgar, con metodología basada en la evidencia, clara y concisa. Además de la exhaustiva revisión de las diferentes posibilidades terapéuticas, destacamos el manejo de los diferentes escenarios (leve, moderado, severo y mujeres con terapia hormonal). Imprescindible.
– Smith EV, Grindlay DJ, Williams HC. What’s new in acne? An analysis of systematic reviews published in 2009-2010. Clin Exp Dermatol. 2011; 36(2): 119-22.
Resumen de la actualización anual del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS) sobre acné. Sugiere que no se puede descartar que la dieta pueda influir en el acné: es posible que una dieta pobre en azúcares pueda beneficiar y el chocolate, empeorarlo. Actualmente, no se puede recomendar el tratamiento con láser como de primera línea, ya que, aunque ha demostrado eficacia a corto plazo, se desconocen sus beneficios a largo plazo y, sobre todo, no ha demostrado ser mejor que tratamientos tópicos más sencillos y seguros.
– Simpson RC, Grindlay DJ, Williams HC. What’s new in acne? An analysis of systematic reviews and clinically significant trials published in 2010-11. Clin Exp Dermatol. 2011; 36(8): 840-3 .
Los tratamientos tópicos son más coste-efectivos salvo para el acné moderado-severo, en que lo es la isotretinoína oral. Se insiste en que es posible que la isotretinoína a dosis bajas pueda ser útil en el acné moderado. Los productos botánicos (como el aceite de árbol de té) no tienen evidencia de beneficio.
Estos dos pequeños artículos permiten estar actualizado sobre las publicaciones secundarias más relevantes en acné. El acceso a los Annual Evidence Update completos del NHS se puede consultar en: https://www.evidence.nhs.uk/
– Fernández-Cuesta Valcarce MA. Acné (v.1.2/2009). Guía_ABE. Infecciones en Pediatría. Guía rápida para la selección del tratamiento antimicrobiano empírico [en línea] [actualizado el 09/03/2009; consultado el 30/01/2012]. Disponible en: http://www.guia-abe.es
Excelente documento breve que forma parte de la Guía rápida para la selección del tratamiento antimicrobiano empírico (Guía_ABE). Su formato en forma de ficha facilita su consulta.
– National Guideline Clearinghouse. Strauss JS, Krowchuk DP, Leyden JJ, Lucky AW, Shalita AR, Siegfried EC, et al. American Academy of Dermatology/American Academy of Dermatology. Guidelines of care for acne vulgaris management. J Am Acad Dermatol. 2007; 56(4): 651-63. [Consultado el 05/02/2008]. Disponible en: http://www.guideline.gov/summary/summary.aspx?doc_id=10797&nbr=005625&string=ACNE
Guía clínica de recomendaciones con niveles de evidencia, en la que se reseña el programa de la FDA llamado iPLEDGE para control del riesgo de teratogenicidad de la isotretinoína oral: sistema electrónico que vincula a través de un sitio web www.ipledgeprogram.com a todos los involucrados en el proceso de medicación desde el fabricante hasta el paciente.
Caso clínico |
Varón de 14 años que acude con su madre a cita del Programa del Niño Sano. En la revisión de su historia clínica, destacan como antecedentes familiares: madre con mastopatía fibroquística y acné persistente en la edad adulta; y hermana de 17 años que ha sido tratada con Roacutan® (isotretinoína oral). En la anterior revisión programada a los 11 años, la intensidad de su acné fue valorada como grado 0 (pre-acné), dándose recomendaciones sobre higiene facial. Hace 4 meses, presentaba acné pápulo-pustuloso moderado, de localización exclusivamente facial, instaurándose tratamiento tópico con peróxido de benzoilo al 5% (2 aplicaciones diarias) y que “si algunas lesiones parecían como infectadas, se añadiera clindamicina tópica” (no era su pediatra habitual al venir por otro motivo principal “de urgencia”). |