Homenaje en Sevilla al Dr. José del Pozo Machuca
Agradecimiento a una idea y a quien es su principal valedor: Dr. José del Pozo Machuca
El pasado día 2 de marzo, conmemorando el 40 aniversario de la SEPEAP, se realizó un homenaje en Sevilla al Dr. José del Pozo Machuca.
Queridos compañeros y amigos: voy a comenzar esta intervención con unas palabras que no son de trámite ni regaladas. Palabras para esta ocasión –la de nuestro 40 aniversario– que tienen que ver con el contexto en que fue creada la Sociedad, con un rápido balance de su historia y con el significado de la figura del maestro en la profesión; es decir, con el valor de esas personas que en su quehacer se van constituyendo en figuras referenciales, en orientación para completar profesionalmente nuestra vida.
1. Primeramente, tengo que compartir con vosotros unas reflexiones sobre esta reunión y sobre las razones de ser y de estar de la SEPEAP al cumplir sus primeros 40 años de vida.
Su razón de ser –la principal, creo yo– vino determinada por la reorganización de nuestro modelo sanitario y, por tanto, del sistema de atención al niño, en los años 80 del pasado siglo. La medicina infantil se situaba en un nuevo marco en que todo descansaba en la creación de una estructura de 3 niveles superpuestos, a los que teóricamente se les dotaría de medios para cumplir con funciones específicas, diferentes y complementarias. En ese diseño, la pediatría ocupaba la base del edificio, que era y será siempre la de relación directa con las familias.
Todo el interés de nuestros políticos y gestores se centró inicialmente en el desarrollo de una red hospitalaria que fuera eficaz y eficiente. La medicina general –debieron pensar– terminaría integrándose pronto y sin esfuerzo en el modelo hospitalocéntrico. Así, la medicina del primer nivel sufrió durante años –quizá hasta hoy– una infradotación de recursos que rápidamente haría sentir la situación de amenaza de todo el edificio. Y con ello, la unidad del sistema de asistencia pediátrica público pronto empezó a ponerse en riesgo. La propuesta de una nueva medicina infantil –en parte por falta de voluntad, en parte por un déficit de capacidad en la previsión– nacía en estado de crisis y, tras cuatro décadas, sigue amenazada y en peligro.
El país –echemos la vista atrás– estaba cambiando. Eran los tiempos del famoso cartel electoral “¡Por el cambio!”… y, en esas circunstancias, un grupo de notables pediatras vislumbraron lo que entonces era futuro y hoy es un gozoso presente. Ellos crearon una sociedad pediátrica amplia, abierta y con el marbete de Extrahospitalaria, que la define y le da carácter. Supieron calibrar la situación, medir los riesgos que tenían delante y reforzar un ambicioso proyecto; tuvieron la lucidez necesaria para resolver cada problema y concebir una organización que desde entonces –insisto, calibrando el presente y siempre mirando hacia delante–, no ha dejado de dar frutos.
Nuestra Sociedad –lo que somos– es consecuencia de aquella situación y de aquellos inicios; esa es su razón de ser.
Y –tras la razón de ser– su modo de estar, que es el estilo conservado en nuestra comunidad –el de aquellos hombres que la impulsaron–; su compromiso, su generosidad, su voluntad de conocimiento y su vocación de dar y recibir amistad.
Con el Dr. Prandi y los que formaban parte en 1983 de una fundacional Comisión Gestora –creada en el Congreso de la AEP de Zaragoza–, estaba como elemento clave Pepe del Pozo. Ellos consiguieron que, en octubre del año 1986, se organizase aquí en Sevilla, a modo de Congreso, la Primera Reunión Nacional de Pediatría Extrahospitalaria, que tuvo un resonado éxito, hasta el extremo de que fue premiada como el Mejor Congreso del Año por la revista El Médico. La segunda Reunión, con idéntico éxito, presidida por el Dr. Prandi, se celebró en Barcelona en 1987.
Desde entonces, aquello se ha repetido con la celebración de 37 Congresos Nacionales (vamos a por el trigésimo octavo en Valencia) y cientos de reuniones a lo largo de toda nuestra geografía. Como pediatras todos podremos recordar el haber oído, dentro de las actividades de la SEPEAP, a algún compañero cuya sesión nos marcó; todos habremos anotado decenas de propuestas que nos fueron ofrecidas para mejorar la salud de nuestros niños, para mejorarnos profesionalmente y ser más útiles en nuestras consultas. Pero junto a eso, de nuestras reuniones no podremos olvidar los buenos ratos compartidos, las conversaciones alegres, los nuevos amigos que hicimos, la felicidad de la relación humana en un ambiente de trabajo.
Darle hoy a esa obra, con vocación asistencial, docente e investigadora, una perspectiva histórica es fundamental, porque sin conocimiento de la historia –se ha repetido multitud de veces– no hay orientación para nuestros pasos.
2. Desde esa atalaya de nuestra historia, quien mejor ha resumido (en artículos, conferencias y charlas informales) el periplo que hemos compartido dentro de nuestra Sociedad es el protagonista personal de este momento, el que nos convoca en esta alegre comida.
El Dr. Pepe del Pozo, que asistió a la gestación, al alumbramiento y desarrollo de nuestra Sociedad, fue su secretario, presidente y también fundador y Director de nuestra revista Pediatría Integral, hoy –eficazmente dirigida por la Dra. Inés Hidalgo– la principal publicación de formación continuada y también la de más calidad.
Durante todo este tiempo y en sus diferentes responsabilidades, Pepe ha sido para los pediatras españoles un ejemplo a seguir. Su dedicación, entusiasmo y capacidad científico-médica, junto con su humanismo, son el mejor aval para que haya sido reconocido como “Médico ilustre” por el Colegio de Médicos de Sevilla. Su nombramiento representó una merecida recompensa para él y una satisfacción para su familia, amigos y compañeros, entre los que nos encontramos.
Fue, desde el principio, uno de los tres –quizá 4 o 5– hombres clave de nuestra historia.
Uno de los rasgos fundamentales de su personalidad –hay que repetirlo hoy– ha sido la fidelidad: fidelidad a la pediatría, fidelidad a la SEPEAP, a sus compañeros y a sus amigos. Propuso y llevó a cabo proyectos a los que no dejó de dar continuidad, como nuestra magnífica revista, el Tratado de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria y numerosos cursos de formación que organizó, que se preocupó por darles continuidad, y de los que somos herederos quienes actualmente formamos parte de esta Sociedad.
La fidelidad y la rectitud de vida generan fertilidad, y Pepe del Pozo ha sido un profesional muy fértil. Y en las etapas trascendentales de su vida tuvo la fortuna de contar con una compañera excepcional, nuestra querida Amparo, cubierta con la armadura de la paciencia, alegre con los amigos de su marido; gran dama, de instintiva e irrenunciable gracia; sin cuya entrega sin límites no hubiera podido disfrutar de la seguridad y libertad necesarias para construir un proyecto de trabajo tan ambicioso.
El Dr. del Pozo –figura de la pediatría de nuestro país, compañero, maestro, amigo…; nuestro Presidente de Honor; representante de los valores que nos unen– se merece este pequeño homenaje y esta manifestación de cariño de quienes hemos desarrollado la mayor parte de nuestra actividad bajo su influencia.
Con estas breves palabras me gustaría reiterar que, para que nuestra organización progrese y viva mucho tiempo, es imprescindible la determinación y el deseo de hacerlo todo cada día mejor. Y por eso siempre tendremos que recordar a Pepe, al Dr. del Pozo, a nuestro Presidente de Honor. Al que nunca podremos agradecer bastante su trabajo y su ejemplo.
Gracias a todos
Cristóbal Coronel Rodríguez
Presidente de la SEPEAP