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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº6 – SEPTIEMBRE 2022

Conchita de la Cueva, pintora, escultora y diseñadora

J. Fleta Zaragozano
Representación del niño
en la pintura española


J. Fleta Zaragozano

Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza

Pediatr Integral 2022; XXVI (6): 384.e1 – 384.e4


Conchita de la Cueva, pintora, escultora y diseñadora

De la Cueva ha cursado Bellas Artes y diseño teatral, entre otros estudios. Esta artista zaragozana fue seleccionada para representar a España en el certamen internacional “Women to watch” en EE.UU. en 2010. Entre sus obras destacan las pinturas al óleo, de trazo suelto, en las que se representan personajes en diferentes momentos cotidianos. Los retratos también son frecuentes en su obra, entre los cuales se incluyen niños.

Vida, obra y estilo

Conchita de la Cueva nació en Zaragoza en 1960. Después de pasar por el estudio del pintor Alejandro Cañada, en esta ciudad, en 1980 se instala en Barcelona para continuar sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi, donde se licencia en el 1985. En el mismo año, acude a la Escuela de Grabado de la Lonja de Barcelona, para aprender esta técnica y obtiene el Certificado de Aptitud Pedagógica del Instituto de Ciencias de la Información de Barcelona.

En 1986 se traslada a Milán para estudiar diseño teatral, patronaje y estampación en el Instituto Secoli. Un año después, entra a trabajar en el equipo de diseño de estampados de La Maison Blue de Carla Radaelli, en Turín y realiza trabajos de diseño de vestuario teatral para el personaje de Leonor y de ballet de danza contemporánea para El Trovador.

Colabora con distintas publicaciones a través de ilustraciones y trabajos fotográficos e imparte talleres de reciclaje, basándose en la creación de objetos a partir de la reutilización. En 2012 comienza a trabajar la escultura con materiales reciclados, los temas que elige son los que forman parte de su museo imaginario privado. Desde hace casi 20 años, combina su trabajo creativo con el docente, impartiendo clases particulares de pintura en su estudio en Zaragoza.

Ha realizado trabajos de fotografía artística, moda y publicidad para diferentes empresas y publicaciones. También ha sido profesora de talleres de arte con materiales reciclados para el Aula de Medioambiente del Gobierno de Aragón en 2009, 2010 y 2012.

Esta pintora fue seleccionada, junto a otros cinco artistas de otras ciudades españolas, para representar a España en el certamen internacional “Women to Watch”, un certamen organizado por el prestigioso Museo Nacional de la Mujer en las Artes de Washington (2010). Conchita de la Cueva quedó finalista mundial entre todas las representantes de los demás países participantes, con excelentes críticas del jurado, tanto nacional como internacional.

Esta artista tiene un estilo muy propio y original. Trabaja sobre tabla o lienzo al óleo, a veces con grafito o ceras, como materia pictórica elegida. Su ductilidad, masa y brillo se adecúa por encima de cualquier otra técnica para construir una imagen. Empasta la línea que construye las figuras por fuera y por dentro, poniendo y quitando, bailando alrededor de los motivos y dentro de ellos. Predominan los tonos neutros en sus obras, con algún toque de color puro que cobra más fuerza sobre los grises. El tema fundamental es la figura humana sola o en grupo, vestida o desnuda. Su trazo se adivina nervioso y rápido. En toda obra de Conchita de la Cueva, el dibujo es parte sustancial. Con él construye la fisionomía de las figuras y las coloca como si construyera un particular telón teatral. Los rostros están bien contorneados y las sombras dan sentido a la profundidad. Se trata, con frecuencia, de grupos o reuniones donde personas se dan cita, ante diferentes eventos.

Según la artista, un cuadro debe parecer el fruto de un instante de lucidez, de un arrebato de inspiración. Precisamente, su inspiración la obtiene del particular museo imaginario, de los pintores fetiche: la anatomía de Miguel Ángel, la luz de Rembrandt, el color y la pincelada de Morandi, la rotundidad de Freud y el descaro del expresionismo alemán. Incluso, le sirven de modelo las películas clásicas en blanco y negro, las antiguas fotografías familiares, en fin, todo lo visto y admirado.

Como dice la pintora: “para el artista, lo arduo es disponer de tal manera su circuito interior, que pase toda la corriente sin pérdidas, y que pase rápidamente y con facilidad en ambos sentidos, del pintor a la obra y de la obra al pintor. Cada obra lleva a sus espaldas, para bien y para mal, todas las anteriormente realizadas. Pero esto no se ha de notar, tiene que mostrarse al espectador ligera de ataduras, como el vuelo de un equilibrista, sin mostrar el trabajo, aunque sea el fruto de muchos ensayos”.

La última exposición la ha realizado en la Galería Carmen Terreros, de Zaragoza, con el sugerente título de Espectadores. Las obras expuestas obedecen a una experiencia plástica, en la que los personajes de los cuadros miran al espectador con curiosidad, invitando a participar de la velada en la que están inmersos. Los rostros están trazados con líneas marcadas, expresivas y subyugantes que parecen examinar a quien los observa. Las figuras de estos cuadros están ordenadas en composiciones frontales, como en un friso estructurado en niveles, con planos medios o cortos de sus protagonistas. Cada uno de ellos muestra un gesto, una actitud de distinto tipo: desafiante, temerosa, pícara o sorprendida. La pintora siempre busca una respuesta al otro lado de la superficie de la tabla.

Ha realizado multitud de exposiciones individuales y colectivas, desde 1984. Destacan las realizadas en: Barcelona, Zaragoza, Soria, Teruel, Madrid, Pamplona, Alicante y Huesca. También ha expuesto en Lisboa.

Sus cuadros de niños

Los niños que aparecen en la serie Retratos son frecuentes, pero también aparecen en sus series de cuadros denominados Espectadores y En grupo, aunque de manera excepcional. A continuación, exponemos algunas de ellos.

El cuadro María con 7 años muestra la imagen de la cabeza de una niña que mira directamente al espectador. Con una mirada complaciente, parece que nos quiere transmitir un ambiente de sosiego y confianza. Los trazos son gruesos y deshechos, especialmente para su pelo y su peinado. Las características anatómicas de la pequeña son normales y agraciadas: los párpados están muy remarcados, especialmente en el ojo izquierdo de la pequeña, nariz algo alargada y labios muy perfilados. El cuello es normal. La luz se recibe desde la derecha de la composición y los colores predominantes son fríos: grises y azules; no faltan los sonrosados para la facies y el cuello. Se trata de un óleo sobre lienzo de 46 por 38 cm, fechado en 1990 (Fig. 1).

Figura 1. María con 7 años.

Gonzalito, es otra de sus obras infantiles. En este caso es la figura de un niño, expresada solo con la cabeza y parte de su pecho. También mira directamente a la pintora, pero su posado es algo temeroso y preocupante. Lleva pelo expresado con pincelada deshecha y suelta, frente despejada, ojos grandes tanto como la boca, y boca entreabierta que permite ver los dientes de la arcada superior. Cara ensanchada y barbilla poco prominente. Los pabellones auriculares están poco definidos y no dejan ver las lobulaciones normales. Cuello ensanchado. Excelente tratado de los sombreados faciales, como en casi todos sus retratos infantiles. Los colores empleados son, sobre todo, verdes, azules y grises, de diferentes tonalidades. Fondo gris. Se trata de un óleo sobre lienzo, de 46 por 38 cm, fechado en 1990 (Fig. 2).

Figura 2. Gonzalito.

Verónica de verde representa a una niña de unos cinco años de edad, que mira hacia su derecha con una mirada triste y resignada. Lleva pelo abundante dibujado a grandes trazos y que le cubre gran parte de la frente. Los detalles de la cara son los habituales en la obra de De la Cueva: ojos grandes con párpados muy señalados y boca muy bien dibujada; en este caso parece que la niña sangra por la comisura izquierda. No debe ser otra cosa que la pincelada colocada por la pintora, al igual que ha hecho con el trazo de color rojo que ha colocado en el cuello de la pequeña. La oreja izquierda de la niña está bien lobulada. Cara armónica y bien proporcionada en un excelente contraste del claroscuro. Colores cálidos y fríos, con predominio del verde y el blanco, sobre todo, para la camisa y el jersey de la pequeña. Fondo gris y luz que se recibe desde la derecha. Se trata de un óleo sobre lienzo, de 46 por 38 cm, fechado en 1990 (Fig. 3).

Figura 3. Verónica de verde.

La pintora dibuja con frecuencia grupos de personas, como en el caso de Mi familia sin mí. En la obra, de estructura circular, aparecen dos niñas y cuatro mujeres en un interior. Las personas mayores pueden ser familia de la pintora y muestran una forma de expresión un tanto hierática. La cara de las figuras son muy parecidas, excepto la de las abuelas, que traducen en sus arrugas el paso inexorable del tiempo. Llama la atención los brazos y dedos largos, no bien delimitados de todas ellas.

En primer plano, hay una niña de unos cuatro o cinco años de edad, sentada sobre las piernas de una mujer. La niña mira hacia el frente y aporta una pose rígida. Lleva una cinta en el pelo, ojos abiertos y boca cerrada. El cuello es ciertamente grueso, como lo son los brazos y antebrazos, y lleva un vestido de tirantes. En un segundo plano, hay otra niña que es mayor, quizá adolescente y está abrazada a otra mujer. También esta niña mira hacia la pintora. Las facciones de la cara son normales, su peinado es el típico que emplea la artista para todas las niñas de sus cuadros. El brazo derecho de la pequeña presenta alguna deformidad. Luz frontal y escasa, y predominio del color verde. Se trata de un óleo sobre tabla de 121 por 150 cm, fechado en 2000 (Fig. 4).

Figura 4. Mi familia sin mí.

Un lienzo original es Nico pop, que representa a un niño de unos cinco o seis años de edad. El niño aparece en una imagen de un tercio superior corporal: cabeza y parte del pecho; mira al espectador con cierto temor y seriedad. Lleva pelo abundante que le cubre parte de la frente, ojos tan grandes como la boca y nariz algo achatada. En la cara no hay otros detalles, sino sombreados en color. Todo ello nos muestra el dominio de la pintora a la hora de pintar las figuras humanas e infantiles con escasos trazos y detalles. El pequeño lleva una camisa abotonada, con bolsillo. Pincelada deshecha y textura pastosa, con pocas líneas de contornos, Los colores son azules, verdes, rojos y blancos. La luz se recibe desde la izquierda del niño. La obra es un óleo sobre lienzo de 50 por 100 cm, firmada en 2005 (Fig. 5).

Figura 5. Nico pop.

No faltan en la obra de Conchita de la Cueva los retratos de adolescentes, como en el caso de Manuel con trece años. Aparece un adolescente posando en vista lateral y con mirada triste. El muchacho lleva un pelo abundante y ensortijado que le ocupa toda la frente y parte del cuello. Su pelo está trazado con toque suelto y deshecho. Sus ojos, nariz y boca están muy bien trazados. Se visualiza el cuello y una camiseta que le cubre la parte superior del pecho. Buen manejo de los contrastes, colores marrones y grises. El título del cuadro y la firma aparecen en la esquina superior izquierda de la obra. Es un óleo sobre tabla de 40 por 40 cm, realizado en 2010 (Fig. 6).

Figura 6. Manuel con trece años.

La pintora ha expuesto recientemente en una galería zaragozana parte de su obra, que consiste en una colección de pinturas, Espectadores, con la característica común de representar a grupos de personas de ambos sexos y adultos y, excepcionalmente, a niños, como parte de alguna de sus composiciones. Este es el caso de Espectadores de desfile; en el lienzo puede observarse un grupo de personas en un palco y asomadas al exterior, en varios planos. Se trata de seis adultos, cinco mujeres, un hombre y dos niños.

Los adultos presentan unas características anatómicas comunes: cara risueña, ojos abiertos, nariz de cierto tamaño, boca cerrada y mentón prominente; todo ello en una llamativa isocefalia. Brazos y manos con cierta deformidad y vestimenta corriente, sin ostentación; el caballero lleva corbata, una de las mujeres tiene un abanico entre sus manos y otra, saluda a la comitiva que desfila.

En un primer plano, aparece un niño a la izquierda de la composición, que mira atento al exterior, lleva las manos cogidas entre sí y está apoyado en la tribuna o balcón, que está adornado con un mantón de color rojo. El pequeño, de unos cuatro o cinco años, tiene unas facciones normales, con ojos de cierto tamaño; sus manos y dedos aparecen algo deformados. A la derecha del cuadro hay una niña, de mayor edad que el niño, también con grandes ojos y saludando con una mano.

En el ambiente, llama la atención la aparición de una lluvia de pétalos o confetis que la pintora ha aportado con el fin de dar originalidad a la obra; así mismo, hay un fondo negro que contrasta con los colores de los vestidos de los personajes. Luz frontal, textura rugosa, colores cálidos y fríos, a la vez, con predominio del negro. Se trata de un óleo sobre tabla de 40 por 40 cm, fechado en 2015 (Fig. 7).

Figura 7. Espectadores de desfile.

Bibliografía

– Conchita de la Cueva. Biografía. Consultado en diciembre de 2021. Disponible en: http://www.conchitadelacueva.com/biografia/.

– Conchita de la Cueva. Galería. Consultado en diciembre de 2021. Disponible en: https://www.conchitadelacueva.com/galeria/.

– Conchita de la Cueva. Retratos. Consultado en diciembre de 2021. Disponible en: https://www.conchitadelacueva.com/portfolio/retratos/.

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