Representación del niño
en la pintura española |
J. Fleta Zaragozano
Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza
Pediatr Integral 2022; XXVI (3): 190.e1 – 190.e4
Mariano Alonso y sus escenas urbanas parisinas
Alonso inició su formación artística en la Academia de Bellas Artes de Zaragoza y la continuó en Madrid. Más adelante, se trasladó a Roma y se familiarizó con la técnica de la acuarela. Posteriormente, se instaló en París donde residía su hermano, el compositor Luis Alonso. A partir de 1910, se interesó por la pintura de tema social y en 1914, coincidiendo con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, decidió volver a España para establecerse en Madrid definitivamente.
Vida, obra y estilo
El pintor Mariano Alonso Pérez y Villagrosa nació en Zaragoza en 1857 y falleció en Madrid en 1930. Compaginó sus estudios de Ingeniería, con los de Bellas Artes en la Academia de San Luis de Zaragoza y en la de San Carlos de Valencia, perfeccionándolos en Madrid, donde consta en el registro de copistas del Museo del Prado de 1875; en esta ciudad estudió escultura y grabado. En 1880, pinta en Zaragoza un cuadro de grandes dimensiones que relata la defensa del barrio del Arrabal llevada a cabo por Jorge Ibor Casamayor, “Tío Jorge”, contra las tropas francesas y que sería expuesto al público, posteriormente, en el Casino de la Diputación de Zaragoza.
Tras fracasar en su intento de obtener una pensión, en 1881 se desplaza a Roma por su propia iniciativa para proseguir su aprendizaje. En la ciudad eterna, entabla amistad con el pintor Ramón Alorda y ejecuta cuadros significativos como: El paso del viático por entre una mascarada, Carnaval en Roma, Dama sentada con rueca, Campesino romano y, sobre todo, La oración de los locos, que lo presenta en la Exposición de la Academia Española en Roma y en la Exposición de Múnich. Este último cuadro acabaría destruyéndolo, pues se sintió contrariado al no obtener ningún premio. Sus obras de este periodo, de un gusto un tanto estrafalario, conjugan la picaresca y un cierto caricaturismo. En la obra El mayordomo (1881), ya observamos la característica pintura de “casacones” que tanto furor tuvo en esta época.
En 1884, pinta tres Manolas para el político Francisco Romero Robledo, que se expusieron en el salón Bosch de Madrid, y la obra Cantaores aragoneses para el álbum en honor de la reina de España. En 1885, presenta varias acuarelas en la Exposición Hernández de Madrid, en 1888 varios cuadros en la sala Parés de Barcelona y en 1889 las obras tituladas, Una artista de circo y Una amazona vestida de blanco, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Se casa por entonces con Carlota Berdugo, con la cual tendrá dos hijos pintores, Mariano y Carlos, que seguirán fielmente la estética pictórica de su padre.
En 1889 se instala en París, donde frecuenta el estudio de Ernest Meissonier y entabla amistad con los pintores españoles José Llaneces y María Luisa de la Riva. Su participación en las exposiciones parisinas es constante; concurre a los salones de 1894 con el cuadro La louée des servantes y en el de 1895 con los cuadros Les droits du seigneur, ambientado en el París de Luis XV, En Avant, que es la proclama de la secta protestante “Ejército de salvación” que recorría Europa para evangelizarla y Vins et liqueur. En el salón de 1896, presenta el cuadro picaresco titulado Pincée.
Su temática se encamina, a partir de entonces, a retratar figuras galantes femeninas y escenas de género, amables y anecdóticas, de la época de Luis XV, que tienen lugar en arquitecturas del viejo París. Una considerable muestra de estos cuadros los expondría en 1901 en las galerías de la celebrada calle Laffitte. Realizó diferentes obras de tema social y ambientadas en la época de Luis XVI que tuvieron gran demanda a nivel internacional y le permitieron vivir de forma desahogada.
A partir de 1900, los pensamientos de Mariano Alonso se encaminan hacia el terreno del circo y del espectáculo; esta faceta del pintor tiene una larga y curiosa historia. Junto con sus hijos, los pintores Mariano y Carlos, idean un espectáculo acrobático consistente en un vehículo denominado “Autobólido” que, lanzado desde una rampa, debe efectuar una parábola mortal en el vacío. Los tres dedican su tiempo entonces en construir el vehículo en cuestión. El ingeniero Maurice Garanger, al apasionarse por tal brillante proyecto, brinda su apoyo técnico y económico para construir los raíles y la estructura del circuito acrobático.
Para pilotar tan arriesgada misión fue elegida una de las modelos de sus cuadros, la célebre Anaïs Mauricette Bétant más conocida como “Mauricia de Thiers”, que acabaría casándose con el crítico de arte Gustave Coquiot y que fue modelo de pintores como Suzanne Valadon y André Derain.
El espectáculo tuvo finalmente lugar en 1904 en el teatro des Folies Bergère de París, haciéndose eco la prensa española e internacional de la notoriedad del suceso. Ante el éxito alcanzado, el espectáculo viaja en 1905 a Nueva York, donde Mauricia actúa junto al Barnum & Bailey Circus, en el Madison Square Garden. Paralelamente, Beranger patenta en 1905, en Nueva York, una variante del proyecto creado por Alonso Pérez. Este pintor representó en varias ocasiones autobólidos en sus acuarelas.
Al sobrevenir la primera guerra mundial, el artista se traslada a vivir a Madrid donde expone en 1915 en la Exposición Nacional de Bellas Artes el cuadro Desilusión y colabora con varias ilustraciones en la revista Blanco y Negro. Finalmente, fallece en la capital de España a los setenta y tres años de edad.
Los niños en sus cuadros
La representación de niños en la obra de Alonso es relativamente frecuente, sobre todo como figuras que complementan las escenas de adultos o formando parte de paisajes urbanos. Su técnica predominante es la acuarela.
En la obra Una tarde en el parque, aparecen dos grupos de personas en una actitud dinámica. En la parte izquierda, un caballero y una dama están platicando sentados en un banco y de espaldas. Ambos con sombrero y vestidos de época. La dama tiene a su lado una caja redonda, posiblemente con ropa recién comprada. A la derecha, hay un grupo de personas: tres mujeres, un caballero y dos niños. Una de las mujeres aparenta ser la vendedora de chucherías y destaca por su indumentaria: cofia blanca con cinta roja, vestido rojo y delantal blanco; está mirando hacia los niños, como el resto del grupo.
Las dos damas están sentadas en ambas sillas y miran con atención y una leve sonrisa a los pequeños. Van ataviadas con sombreros y vestidos de amplios pliegues y con grandes escotes. Una de ellas lleva en su mano derecha un bolso azul con un lazo rosa. Detrás de las señoras hay un caballero, de pie, apoyado en el respaldo de una silla, con el casacón típico y melena.
Los dos niños están de pie, llenos de gracejo, se miran el uno al otro y representan unos cuatro o cinco años. Sus figuras ocupan la parte central del cuadro y no cabe duda de que Mariano Alonso quiso que estos pequeños fueran lo más importante de su obra. El niño lleva un traje pantalón azul, con pliegues en la chaqueta y puntillas en el cuello de la camisa y en el pantalón, a modo de casacón, que le llega hasta las rodillas. La niña está sonriente, coge con sus manos el barquillero y lleva un vestido blanco largo, con un gran lazo a su cintura, de color azul.
La anatomía de los personajes está muy conseguida y los detalles de la cara y las proporciones de los pequeños son normales. Pincelada precisa. Los colores predominantes son los verdes, marrones, grises y rosas. El pintor ha sabido conjugar muy bien el grupo de personas con el ambiente de la naturaleza, así como mezclar los claroscuros de las sombras con las zonas soleadas del suelo. Al fondo se observa un palacio de la ciudad de París (Fig. 1).
En la composición La boda aparecen unos 20 personajes y, entre ellos, dos niños de ambos sexos. La imagen central muestra a una pareja de novios, presuntamente recién casados, que descienden por una escalinata de piedra, situada al pie de la puerta de una iglesia. La novia, toda de blanco, con un vestido de vuelo y un amplio velo que le cubre la cabeza y medio cuerpo; en su mano derecha lleva un ramo de flores. Con su mano izquierda coge al novio que lleva un casacón y un gran sombrero en su mano izquierda. Lleva también una larga melena de color rubio y espada al cinto.
En el primer plano y a la derecha, hay una mujer sentada sobre las escaleras, que sostiene un cesto de flores. A la izquierda del cuadro, aparecen varias damas muy bien ataviadas, de fiesta, y una mujer con ropa más vulgar, quizás se ha añadido, como espectadora al evento del enlace matrimonial. Al fondo, un grupo de personas de ambos sexos que cubren la entrada de la iglesia, que, por su estructura, más bien, parece una verdadera catedral.
También, en primer plano, se visualiza a un niño de unos cuatro años que trata de recoger algunas flores con la rama de una palmera. Por su indumentaria no parece ser de la familia de los contrayentes, antes bien, puede ser el hijo de la mujer que se encuentra a la izquierda del cuadro. El niño lleva una casaca y un pantalón que le llega hasta la rodilla, calcetines y camisa blanca. No se aprecian los detalles de su cara, ya que mira hacia el suelo y está de espaldas al pintor. Recogiendo el vestido de novia aparece una niña de facciones orientales que parece llevar un turbante, aunque su posición, en un tercer plano, dificulta el análisis de su forma y anatomía. Excelente sentido de la perspectiva en esta composición circular. La luz se irradia desde la pareja de novios y los colores son variados: verdes, pasteles, rosas y marrones, preferentemente. Los celajes son de un azul claro y blanco (Fig. 2).
La comitiva saliendo de la iglesia es un tema un tanto recurrente en Alonso. En este caso aparece una pareja de recién casados que salen de la iglesia, seguidos de los invitados. Los novios llevan vestido de ceremonia, ella, vestido blanco con un gran velo y su ramo de flores; va de la mano con su pareja, que lleva sombrero y flores en la solapa de su chaqueta. Tras ellos, salen de la iglesia varias parejas con vestidos de ceremonia y sonrientes.
A la derecha del cuadro, varias personas observan con curiosidad el evento, y a la izquierda otro grupo de personas espera la salida de la comitiva. Dentro de este grupo hay una niña que va de la mano de su madre; está de espaldas al pintor, por lo que no se aprecian bien los detalles de su cara. Parece tener unos seis o siete años de edad, lleva vestido blanco con puntillas y manga corta, con un lazo azul a la cintura y un sombrero en su mano derecha. Pelo corto, medias blancas y zapatos blancos.
El fondo está ocupado por la grandiosidad de la portada de la iglesia, con grandes columnas. Además se ha desplegado una amplia alfombra sobre las escaleras de acceso al templo, todo ello explica la importancia de la perspectiva en la obra. Los colores predominantes son verdes, rojos y blancos. La luz se irradia desde los trajes de la novia y de las damas que salen de la iglesia (Fig. 3).
Otra obra de contenido social de Alonso es Se montan los tenderetes. En este caso el artista nos muestra una calle del viejo París, con varias personas, entre ellas, una niña. En el primer plano, aparecen dos mujeres con vestidos de época no demasiado suntuosos. Están hablando y mirando hacia la acera de enfrente, posiblemente a una mujer que parece montar un escaparate, subida en una mesa. Las dos mujeres pueden ser las dueñas del carro con flores que tienen a sus espaldas.
En un segundo plano, y subidos a una escalera que hay en la entrada de una casa, se encuentran dos personas adultas y una niña. Esta es de unos cuatro o cinco años y mira hacia la calle; lleva vestido blanco y un gorro en la cabeza. Dado el pequeño tamaño de la imagen, no pueden verse las características de su cara. En el último plano, se vislumbra un grupo de personas de ambos sexos que platican al lado de unos puestos ambulantes. Marco perfecto para una escena de estas características, ubicado en el siglo XIX, con casas típicas, calles estrechas y empedradas, así como un perfecto manejo de la perspectiva y de la luz. La firma del autor se lee en el ángulo inferior derecho, como en otras de sus obras (Fig. 4).
Una escena costumbrista se muestra en Fiesta de carnaval. Aparece en la obra una multitud en lo que parece ser la celebración de este evento. Se trata del desfile de carrozas en una calle con puestos de venta de flores y chucherías. Hay adultos de ambos sexos disfrazados y vendedores de baratijas y flores. Entre ellos aparecen varios niños.
En la parte inferior izquierda hay un niño de unos diez años agachado y jugando en el suelo. Sus facciones son agradables, va vestido con traje de color marrón y es rubio; las características anatómicas de su cara y sus manos son normales. En la parte derecha del cuadro hay otro niño de menos edad, de pie; viste chaleco, camisa blanca, pantalón y botas. Está de espaldas al pintor y lleva en sus manos un juguete. La escena se enmarca en una calle de París, al lado de un imponente edificio, con balcones adornados para la celebración. Existe una gran variedad de colores con tonos cálidos y fríos. Celajes azulados y blanqueados por el humo que emiten los petardos explotados al fondo de la imagen (Fig. 5).
Otra vez aparece una gran muchedumbre en la obra Espectáculo en día de mercado. Hay gran cantidad de personas, sobre todo, mujeres; están de pie, al lado de sus mercancías y mirando hacia dos músicos que están sentados a la derecha de la imagen. Al lado de estos, y de pie, hay un caballero que está cantando. Uno de los espectadores es un niño de unos cinco años que está junto a una mujer, lleva una cesta en sus manos y viste camisa blanca y pantalón marrón. Parece que también lleva un gorro en su cabeza, pero la lejanía de la imagen no nos permite analizar los detalles de esta figura. La escena está ubicada en una calle, posiblemente de París, amplia y empedrada, con edificios a la izquierda y una torre al fondo. Estructura diagonal, luz frontal, colores variados y algo difuminados, sobre todo en planos profundos (Fig. 6).
Bibliografía
– García Loranca A, García Rama J. Pintores del siglo XIX Aragón-La Rioja- Guadalajara. Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja. Zaragoza. 1992.
– García Guatas M, Lorente Lorente JP. Pintores pensionados por el Ayuntamiento de Zaragoza. Artigrama. 1987; 4: 235-58.
– González C, Martí M. Pintores españoles en Roma. Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas. 1991; 62: 215-7.
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