Representación del niño
en la pintura española |
J. Fleta Zaragozano
Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza
Pediatr Integral 2020; XXIV (6): 356.e1 – 356.e4
Fermín Aguayo, entre la abstracción y el expresionismo
La obra de Aguayo se inicia dentro del poscubismo para evolucionar muy pronto hacia la abstracción y, posteriormente, hacia la pintura figurativa. Su trayectoria artística se desarrolló entre dos ciudades, Zaragoza, que le vio crecer, y París, capital en la que desarrolló el grueso de su obra y que adoptó como residencia definitiva. Según el pintor y amigo Santiago Lagunas, Aguayo era inteligente y muy dotado para el color y la forma.
Vida, obra y estilo
Fermín Aguayo Benedicte nació en Sotillo de la Ribera (Burgos) en 1926 y llegó a Zaragoza con doce años, cuando finalizaba la Guerra Civil. En 1943 consiguió un trabajo como delineante en la Escuela Técnica de Maquinaria y Fundiciones del Ebro, donde conoció a Eloy Giménez, también delineante, quien, junto a Santiago Lagunas, y el propio Aguayo, formarían el núcleo más estable del denominado Grupo Pórtico, pionero en el desarrollo de la pintura abstracta española.
La obra de Fermín Aguayo se divide en varias etapas enmarcadas, cada una de ellas, por un estilo y características diferentes, así como por unas circunstancias personales concretas. Respecto a este hecho, cabe reseñar, por ejemplo, la tristeza y angustia plasmada en sus obras de finales de los años cuarenta. En ellas, se observa una temática dramática, vinculada a lo que tuvo que vivir cuando todavía era un niño: el fusilamiento de su padre y hermanos, la huida con su madre y el fallecimiento de la misma.
Comenzó a pintar, según sus propias declaraciones, inclinado a la pintura vanguardista y estimulado al ver un libro de pintura moderna que compró, gastando todo el dinero que tenía, y en el que había alrededor de diez reproducciones en blanco y negro de cuadros de Juan Gris y Picasso, entre otros. Hacia 1946 frecuentó la tertulia del café Niké donde se reunía un grupo de artistas e intelectuales zaragozanos encabezados por Miguel Labordeta. También concurría a la del café Espumosos, donde se reunían Santiago Lagunas, José Orús y el librero y promotor cultural José Alcrudo, fundador de la librería Pórtico y del grupo pictórico homónimo que comenzó a desarrollar el camino hacia el informalismo pictórico.
En abril de 1947 presenta su obra con la exposición conjunta Pórtico presenta nueve pintores, celebrada en el Centro Mercantil de Zaragoza, que acogió sus obras junto a las de: José Baqué, Alberto Duce, Vicente García, Manuel y Santiago Lagunas, Vicente López y Alberto Pérez, en lo que sería el punto de partida del Grupo Pórtico, que cesaría su actividad en 1952.
En esta época, Aguayo realiza sus investigaciones y propone diversas formulaciones abstractas que obtuvieron tanto elogios como críticas. A fines de 1947, Aguayo se encuadra dentro de una figuración de honda raíz expresionista. Es considerado como uno de los impulsores del arte abstracto más reseñable por sus aportaciones pictóricas. Parte de su obra de este periodo se perdió debido al desalojo que sufrió en su estudio de Zaragoza, donde trabajó hasta 1952, del que solo se recuperaron las obras de formato pequeño, gracias a los desvelos de su amigo y crítico de arte Federico Torralba.
Cansado del sofocante ambiente artístico español, decide marcharse a París en 1952, posiblemente incentivado por Alfonso Buñuel, arquitecto y artista vanguardista del collage, hermano menor del gran cineasta, tras realizar cuatro pinturas murales, de las cuales se conservan tres: Semana Santa, Tú y yo y A las cinco de la tarde; las dos últimas adquiridas por las Cortes y el Gobierno de Aragón, respectivamente.
Se instala en la capital francesa con el objetivo de iniciar su carrera en solitario, dando rienda suelta a su creatividad y alejándose de las conservadoras formas pictóricas. En París, en 1954, fue contratado por Jean-François Jaeger de la galería Jeanne Bucher como pintor profesional con un sueldo mensual, lo que le dio gran estabilidad en su labor pictórica, que evolucionó hacia un figurativismo esencial, intimista y poético. A partir de esa fecha, el pintor realiza obras abstractas de largas y potentes pinceladas adornadas con fuertes contrastes claroscuristas. A partir de este año hasta inicios de los sesenta Aguayo, contagiado por la quietud y bienestar de la vida parisina, impregna en sus obras un carácter más suave mediante el empleo de colores claros como el rosa, amarillo o azul, dotando a sus cuadros de una claridad y luz espectaculares.
En 1958 logra exponer en Nueva York, Suiza, Inglaterra y otros países. En 1968 participa en la exposición The Traitres, organizada por Denys Sutton en la Leicester Gallery de Londres, junto a Sergio de Castro, Calliyannis y Lago. A su vez, España provocaba en él un sentimiento de nostalgia amargo y triste empañado por el recuerdo de su juventud; muestra de ello es que nunca regresó a su pueblo natal a pesar de visitar España en diversas ocasiones. Falleció en 1977 en París. En 2005, se celebró la primera exposición antológica de su pintura en el Museo Reina Sofía, en colaboración con el Palacio de Sástago de Zaragoza.
Los niños en su obra
No es frecuente encontrar imágenes de niños en Aguado, aunque sí se evidencian figuras infantiles en algunas de sus obras expresionistas y abstractas. Sus retratos son excepcionales.
En la obra Homenaje a Ribera, el pintor no hace sino representar a un personaje pintado al óleo por José de Ribera, bien conocido en la iconografía pictórica de nuestro país como: El pie varo, El lisiado o El Zambo, pintado en 1642. Es un ejemplo del crítico realismo de la escuela española del Siglo de Oro.
El cuadro de Ribera representa al joven mendigo con aspecto humilde. Tiene un pie deforme, varo, de manera que no puede sostenerse sobre el talón. El patizambo sonríe directamente al espectador, viéndose que le faltan algunos dientes. Muestra en una mano un papel que dice en latín: “DA MIHI ELIMO/SINAM PROPTER AMOREM DEI”, lo que significa “Déme una limosna, por amor de Dios”. Este papel era la autorización necesaria en el reino de Nápoles para ser un pordiosero. Con ese mismo brazo sujeta al hombro su muleta.
El mendigo se mantiene en pie frente a un cielo claro y luminoso, llenando el lienzo con una luz casi natural. En ello se ve que es una obra del período de madurez de Ribera, pues evolucionó desde un tenebrismo caravaggesco a un estilo luminoso bajo la influencia de los maestros de Bolonia. La figura en su conjunto se representa de forma casi monumental, propio de los retratos reales, lo que dota a la figura del mendigo de gran dignidad. Los tonos son monocromos y el mendigo se ha pintado con colores apagados y oscuros.
Aguayo copia a la perfección las características generales de este personaje, le dota de todas las cualidades figurativas del original barroco, sin embargo no detalla nada en particular. El pintor lo dota solo mediante pinceladas alargadas, difusas, no bien delimitadas e incluso sin detalles, como por ejemplo en: la cara, las manos o los pies. Parece que nos quiere recordar la última etapa del cubismo.
Los colores empleados por Aguayo son de tonos marrones, más oscuros que los empleados por Ribera, los celajes son azulados y grises, sin embargo, los de Ribera son marrones claros. La cara de la obra de Ribera es la de un niño, sin embargo, la de Aguayo parece la de un adulto. A su vez, la figura parece que lleva un gorro y el original lleva un pelo perfectamente diferenciado. Incluso lleva el papel en la mano al igual que el personaje de Ribera (Fig. 1).
En el óleo El paseo, aparecen cuatro figuras paseando por la calle: tres adultos y un niño o niña. Uno de los adultos está de espaldas y los otros caminan de frente. La niña de unos tres o cuatro años va de la mano del personaje central que parece una mujer. La característica más llamativa de la obra es la presencia de grandes pinceladas que delimitan con dificultad a los personajes: solo existe de ellos, la silueta, sin detalles añadidos. Las pinceladas aparecen a veces sin solución de continuidad con el ambiente: parecen manchas que nos muestran indicios de la abstracción.
Es característico el color gris y azul, tanto de los fondos como en los personajes. El niño o niña aparece en color amarillo: prácticamente es el color, el tamaño y la forma lo que sugieren su presencia. Para algunos expertos, denotan el estado de ánimo de Aguayo, tan deprimido en alguna época de su larga trayectoria artística (Fig. 2).
Infanta margarita en rosa hace referencia al personaje bien conocido de Las Meninas de Velázquez. De este cuadro existen innumerables versiones de todo tipo, cubista, abstracto, incluso de plastilina y dibujos animados, y de diversos artistas, como Picasso, Dalí, Duce, más o menos fieles a la obra del maestro Velázquez.
En el centro de la composición Las Meninas de Velázquez (1656), se encuentra la infanta Margarita, de cinco años de edad, asistida por sus damitas María Agustina de Sarmiento e Isabel de Velasco. Las tres lucen el guardainfante que era preceptivo en la corte española. Margarita de Austria lleva el llamado vaquerillo, confeccionado con seda color crudo con decoraciones en negro y compuesto por sayo (cuerpo) y basquiña (falda), un vestido excesivamente rígido y pesado para una niña tan pequeña, por lo que no sería el tipo de atuendo que usaría a diario. Su peinado es sencillo con raya a un lado y adornado con un precioso lazo rojo. En el pecho luce un joyel de filigrana y esmalte con lazos de tela también rojos al igual que en las muñecas. El colorido es elegantísimo, fondo blanco con toques rojos y negros. Este mismo vestido lo lleva en otro retrato del mismo autor y fecha.
La obra de Aguayo, se caracteriza por la superposición de múltiples trazados con pinceladas mal delimitadas, gruesas y difuminadas que delimitan el vestido y otras características de la infanta. Los trazados gruesos, no obstante, dibujan una figura que no admite duda de su autenticidad. El pintor abusa ostensiblemente del color rosa y gris en varias gamas. Así mismo, dota al vestido de líneas paralelas y oblicuas que nada tienen que ver con la obra original. Los fondos del cuadro también se diferencian: Velázquez utiliza cuadros colgados en la pared y Aguayo emplea cortinas de color rojo de amplios pliegues. Naturalmente, en la obra de Aguayo no pueden apreciarse los detalles de la cara y las manos de la niña. Luz frontal, como en la obra de Velázquez. La composición parece un compendio de abstracción, cubismo y trazos figurativos. Se trata de un óleo sobre lienzo (Fig. 3).
Charla entre amigas puede marcar la transición hacia otras formas de expresión del pintor. En la obra aparecen dos figuras: una niña y una mujer adulta, presumiblemente, su madre. Se trata de un ambiente cerrado, posiblemente el dormitorio de la pequeña que está sentada sobre su cama. La niña puede tener unos diez o doce años de edad y está parcialmente cubierta con la sábana hasta la cintura. Su cabeza, con melena rubia y larga, está ligeramente inclinada hacia abajo, a donde dirige la niña la mirada.
Su madre, con melena rubia y sentada a su lado, la observa con interés y parece que le propone algo que la niña no acaba de aceptar. Los detalles de la cara de los personajes no se definen con exactitud y las proporciones corporales están muy exageradas, especialmente los hombros y los brazos de la madre; también se aprecia ligera microstomía en ambas figuras. El pintor delimita muy bien los contornos del dibujo de ambas figuras y también de los muebles que aparecen en la obra. Colores azules, marrones, negros y rosas. La fecha y la firma del pintor aparecen en el ángulo inferior izquierdo. Es un óleo sobre lienzo (Fig. 4).
En Retrato de niño, puede advertirse un modelo de pintura figurativa tradicional del siglo XIX y XX. Representa la parte superior de una figura infantil de unos diez años de edad, que mira hacia la derecha del espectador en una actitud temerosa. Está desnudo, serio y con mirada fija, Las proporciones corporales son muy acertadas y las facciones de la cara están debidamente proporcionadas.
En el niño se muestran con claridad las mamilas y los relieves óseos de las cabezas del húmero y clavículas. La pincelada es acabada y la estructura triangular; no obstante, se aprecian pinceladas sueltas y difusas en la parte inferior de la figura, que emborronan parte de la imagen. La luz procede desde la derecha de la imagen y los colores predominantes son los amarillos y rosas para el cuerpo, y el negro para el pelo del pequeño. Fondo verde en varias tonalidades. Algunos autores y expertos han puesto en cuestión la autoría de esta obra. Se trata de un óleo sobre lienzo (Fig. 5).
Bibliografía
– Castro A. Fermín Aguayo: de Pórtico a París. En: La puerta abierta: el inicio de la abstracción. Catálogo de la exposición sobre el Grupo Pórtico y el Grupo Zaragoza. Ibercaja. Zaragoza, del 15 de julio al 30 de septiembre de 2010.
– Fermín Aguayo. Exposición antológica. Catálogo de la exposición. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Madrid, 2005.
– Jaeger JF. Fermín Aguayo. Galerie Jeanne Bucher. París, 2000.
– Artium. Fermín Aguayo. Consultado el 26 de febrero de 2020. Disponible en: http://catalogo.artium.org/dossieres/artistas/fermin-aguayo/obra.
– Trasobares VE. Fermín Aguayo o la esencia de la pintura. Diputación Provincial Zaragoza 2007. Consultado el 28 de febrero de 2020. Disponible en: https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/29/23/42trasobares.pdf.