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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº3 – ABRIL-MAYO 2019

Mariano Barbasán, colorido y luminosidad

J. Fleta Zaragozano
Representación del niño

en la pintura española


J. Fleta Zaragozano

Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza

Pediatr Integral 2019; XXIII (3): 170.e1 – 170.e4


Mariano Barbasán, colorido y luminosidad

El estilo de Mariano Barbasán es realista con cierta influencia del impresionismo, preimpresionismo italiano, principalmente, y de la obra de Fortuny. Este pintor aragonés cultivó principalmente la pintura paisajística y escenas de la vida rural y también pintó algunas obras de género histórico de mérito. Su estilo destaca por un esplendoroso colorido y sensitiva luminosidad, logrados mediante una técnica de pincelada suelta y de pequeños toques de color.

Vida y obra

Mariano Barbasán Lagueruela nació en Zaragoza en 1864 y murió en la misma ciudad en 1924. Se formó artísticamente en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, donde se matriculó en 1880, manteniendo una estrecha relación con sus condiscípulos Joaquín Sorolla y Salvador Abril. En 1887, se trasladó a Madrid y realizó sus primeras obras, pequeños cuadros de género teatral e histórico, ambientados en Toledo. En 1889, obtuvo la pensión de la Diputación de Zaragoza para completar su formación pictórica en la Academia Española de Roma. Barbasán ganó con José, hijo de Jacob, en la cárcel, basada en una fotografía que les hizo a sus hermanos. La pensión suponía tres años en Roma con una renta de 2.500 pesetas anuales. Entre otros cuadros, pintó el boceto La ejecución de Juan de Lanuza y el lienzo histórico Pedro III el Grande en el collado de las Panizas.

En Roma, coincidió con muchos pintores españoles: con paisanos, como Francisco Pradilla, a quien sustituiría en 1921 en la Real Academia de Bellas Artes de San Luis, con Agustín Salinas y con Sorolla. En 1892 estuvo en Zaragoza, pero regresó de inmediato a Italia con el afán de salir al campo y de dejarse mecer o engatusar por ese enjambre de mujeres hermosas de la ciudad y de los pueblos donde pintaba, como dice su biógrafo Bernardino de Pantorba. Es el pintor de la luz de los Apeninos. Abrió estudio en Roma, pero durante largas temporadas anuales trabajará en lugares de la campiña romana como Subiaco y Anticoli Corrado. Aparte de las obligadas obras de pintura de historia como pensionado, cultivó exclusivamente el género costumbrista inspirado en el natural de los pueblos italianos, recogiendo en bucólicas composiciones los aspectos más pintorescos del paisaje y de la vida cotidiana, no exentos, a veces, de humor.

Residió en Italia hasta 1921, más de tres décadas. Pintó lo que le vino en gana: perfeccionista, casi atisbando el impresionismo; decía: El mejor maestro es la naturaleza. Su pintura adquirió una temprana difusión en Europa, merced a la intervención de marchantes ingleses y alemanes, así como por sus repetidas exposiciones en Berlín, Múnich, Viena y en Montevideo, adonde se trasladó en 1912 para realizar dos exposiciones individuales en el Círculo de Bellas Artes. Sin embargo, su obra fue poco conocida en España, ya que salvo una temprana participación en la Exposición Nacional de 1887, no volverá a exponer hasta su regreso definitivo a Zaragoza. Aquí se celebró en 1923, una muestra antológica en el Centro Mercantil, y otra, póstuma, en 1925 en el Museo de Arte Moderno de Madrid, seguidas, en años sucesivos, de otras retrospectivas, organizadas por su hijo Mariano Barbasán Lucaferri. Quebrantada su salud, regresó a Zaragoza en 1921, siendo recibido elogiosamente y nombrado académico de Bellas Artes de San Luis.

Vivió poco en Aragón, pero nunca se olvidó de sus paisajes, de sus pintores, de sus tradiciones. Decían de él, que era un hombre irónico y juguetón, al que le gustaba tocar la guitarra y alegrar la vida de los demás: lo hacía con la música, cantando jotas, hablando con la gente o enviando cartas simpáticas a sus amigos, llenas de dibujos, de guiños, de ingenio y de poesía.

Pantorba, pseudónimo del pintor José López Jiménez, sevillano, firmó en 1939, la primera biografía del pintor, que reeditó García Guatas para Ibercaja en 1984. Allí se explica el método de Barbasán: Va hablando con todos, interesándose por los achaques y los recuerdos de los viejos, y los amores y las faenas de los mozos; compartiendo goces y pesares cotidianos; dando cariñosos coscorrones a los arrapiezos que se encaraman por sus piernas en solicitud de golosinas. Uno por uno, va escudriñando todos los rincones del pueblo, subiendo y bajando calles, trasponiendo puertas, contemplando árboles y piedras, y tejados y nubes, y tierras verdifloridas y azuladas lejanías. El Gobierno de Aragón adquirió un importante legado del artista que ha depositado en el Museo de Zaragoza.

Los niños representados

La escena Ven con papá contiene una niña de corta edad que camina torpemente hacia su padre. Como escena costumbrista que es, aparece el fondo, que es una casa de campo, ciertamente mal conservada y vieja, el patio, con las gallinas, las verduras y hasta se adivinan los juguetes de la niña. El paisaje soleado, la pincelada suelta y los colores muy variados, como gustaba al autor del cuadro. Se trata de un óleo sobre lienzo. La obra data de 1897 (Fig. 1).

Figura 1. Ven con papá.

Otra escena de similares características al cuadro anterior es La primera comunión. Aparecen una docena de niñas ataviadas con traje de primera comunión, que forman parte de una procesión. La comitiva va precedida por una niña que lleva el estandarte. Destaca el color blanco de los vestidos y los colores marrones del fondo del cuadro, que parece corresponder al pueblo italiano de Anticoli. Tras las niñas, aparecen los monaguillos con su roquete blanco. Todos caminan sobre un lecho de flores que han esparcido por el suelo. La procesión produce cierta expectación entre la población del pueblo. La obra data de 1900 y mide 120 por 75 cm (Fig. 2).

Figura 2. La primera comunión.

La obra Campesinas, de parecida factura a las anteriores, nos muestra un paisaje campestre de varias mujeres que están en los alrededores de Anticoli. Hay tres mujeres sentadas y una de pie. Esta lleva en sus brazos un niño pequeño, de meses de edad. Junto a ella aparece otro niño algo mayor. De nuevo, los vistosos colores y los fondos verdosos de los campos y árboles, junto a las casas de las afueras del pueblo. La obra está realizada en 1903 y es un óleo sobre lienzo de 24 por 35 cm (Fig. 3).

Figura 3. Campesinas.

Otro cuadro nos muestra el Mercado de Antícoli Corrado. Podemos ver varias escenas en distintos planos. En el primer plano, aparecen cinco niños jugando al corro, de parecidas edades y de ambos sexos. Uno de ellos, lleva de la mano una cuerda que sujeta un caballo con un carrito. En segundo plano, aparecen otros dos niños de menor edad que van con su madre, uno de la mano y otro en brazos. En el tercer plano, y a la derecha de la obra, hay otros niños pequeños sentados en el suelo, posiblemente jugando y otros dos apoyados en una mesa del mercadillo, viendo los productos a la venta. Escena costumbrista llena de colorido que gustaba tanto a Barbasán. Data de 1909 y es un óleo sobre lienzo (Fig. 4).

Figura 4. Mercado de Anticoli Corrado.

En Autorretrato, de nuevo, luz y sombras. Aparece el pintor que mira directamente al espectador. De nuevo cinco niños en la escena, de diferentes edades. Dos están sentados, dos de pie y uno en brazos de su madre. Todos ellos están mirando el cuadro que el pintor tiene delante. Todas las figuras respetan una armonía anatómica, de acuerdo a su edad y llevan unos vestidos y ropas amplias a la usanza de la época, para las clases socialmente bajas. Están sobre unas aparentes ruinas, que pueden corresponder a las afueras del pueblo. Escena típica en la obra del maestro, en la que se aprecia la gran luminosidad y diverso colorido. La obra data de 1910 (Fig. 5).

Figura 5. Autorretrato.

La obra Boda de Anticoli es un proyecto que posiblemente el pintor quiso acabar y no pudo por alguna razón. Se observa una comitiva de mujeres ataviadas como si fuesen a asistir a una ceremonia. Una de ellas lleva de la mano a una niña de unos dos años de edad. En algunas de las mujeres se aprecian las formas inacabadas de las caras y de las manos. Llama la atención el uso del color rojo y anaranjado de los vestidos de las mujeres e incluso los colores de tonos parecidos de los fondos. El autor ha querido impresionar con los colores cálidos que impregnan toda la obra. Se trata de un boceto parcial de 1915. Es un óleo sobre papel parafinado de 46 por 63 cm y pertenece a una colección particular (Fig. 6).

Figura 6. Boda de Anticoli.

Los olivos es otra de las escenas campestres de algún pueblo italiano. Aparecen unos doce niños de varias edades y ambos sexos en diferentes planos del olivar. Todos ellos están entretenidos sobre el suelo verdoso de la escena. Aparecen, a su vez, dos mujeres adultas. Da la impresión que se trata de un grupo de niños y sus cuidadoras. El color verde es el que predomina en todo el cuadro y todos los planos. De nuevo luces y sombras en esta escena rural. La obra data de 1922 y es un óleo sobre lienzo de 47 por 74 cm (Fig. 7).

Figura 7. Los olivos.

Barbasán pintó Plaza de Anticoli, la hora del ordeño. Se representa la plaza del pueblo de Anticoli Corrado, donde la arquitectura solamente es el escenario, donde el verdadero protagonista es un rebaño de cabras. Al fondo, un grupo de personas parecen estar ajenos a lo que está aconteciendo: un numeroso grupo de cabras se dispersa por la plazoleta, mientras unas mujeres observan el ordeño de una de ellas. Aparecen tres niños pequeños, con vestidos muy llamativos, dos de ellos en los brazos de sus madres. Obra ya de madurez, destaca la luz que lo invade todo, el vivo colorido en tonos cálidos y el juego de sombras que configuran una composición armoniosa.

El pintor encontró en este pequeño pueblecito italiano, el lugar ideal donde pasar los meses estivales. Sus casas, plaza y paisajes le sirvieron de inspiración para sus obras de temática costumbrista, a modo de instantáneas fotográficas que reproducen fielmente una realidad vivida muy intensamente por el pintor. La obra es de 1922 y es un óleo sobre lienzo (Fig. 8).

Figura 8. Plaza de Anticoli, la hora del ordeño.

Otra escena campestre costumbrista es En el campo. También aparecen cuatro niños en la obra: tres separados del grupo y uno en los brazos de su madre. Los niños en los brazos de sus madres, parece ser una constante en la producción artística del pintor. Predominio de los colores cálidos, luces y sombras y animales en la escena, como corresponde a la hora de plasmar el paisaje de los alrededores de un pueblo italiano. Data de 1923 (Fig. 9).

Figura 9. En el campo.

Bibliografía

– Pantorba B. Mariano Barbasán. Ed. Mariano Barbasán Lucaferri. Madrid, 1939.

– VV.AA. Diccionario de Arte. Pintores del siglo XIX. Editorial LIBSA, 2001.

– VV.AA. Barbasán Lagueruela, Mariano. Gran Enciclopedia Aragonesa. 2011.

– García Guatas M. Pantorba B. Mariano Barbasán. Ensayo biográfico y crítico. 1939. Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y La Rioja. Zaragoza, 1984.

– Castro A. Barbasán: luz, paisaje y emoción. 2014. Acceso el 25 de octubre de 2018. Disponible en: http://antoncastro.blogia.com/2014/081002-barbasan-luz-paisaje-y-emocion.php.

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