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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº8 – DICIEMBRE 2017

Vicente Berdusán, espiritualidad y tenebrismo

J. Fleta Zaragozano
Representación del niño

en la pintura española


J. Fleta Zaragozano

Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza

Pediatr Integral 2017; XXI (8): 560.e1 – 560.e4


Vicente Berdusán, espiritualidad y tenebrismo

Este destacado pintor navarro-aragonés del siglo XVII fue un artista prolífico, documentándose más de trescientas obras. Su pintura de raigambre madrileña se enriquece con el tenebrismo, la pintura veneciana y las composiciones flamencas. Se trata de un artista de espiritualidad barroca, bajo la cual pinta los temas propios de la época: milagros, santos repartiendo limosna, éxtasis, apoteosis, predicaciones, vida de la Virgen, de Cristo, la Trinidad y los nuevos santos canonizados. Los ángeles se representan en gran parte de su obra.

Vida y obra

Vicente Berdusán Osorio nació en Ejea de los Caballeros (Zaragoza) en 1632 y murió en Tudela (Navarra) en 1697. En Ejea de los Caballeros, localidad cincovillesa, transcurrió su infancia. En 1640 quedó huérfano de padres y se trasladó a Tudela, donde su tío, el arquitecto y escultor Juan de Gurrea, asumió su tutela. Posteriormente, se fue a Madrid quizás al taller de Carreño de Miranda. Allí aprende el lenguaje de los venecianos y flamencos que se estaba gestando en la escuela madrileña posterior a Velázquez. Toma de Rizzi las escenografías y los paisajes arquitectónicos, y de Carreño el color veneciano. También se aprecia que conoce el tenebrismo. Por eso, unas veces se acerca a Tiziano, otras a Rubens y su obra es un receptáculo de distintas influencias barrocas internacionales. Es muy probable que conociese a Velázquez y estuviese en el Salón de Reinos.

En 1655 casó con Margarita Saviñán Royo y de este enlace nacieron siete hijos. Asentado en la capital de la Ribera, donde vivió y trabajó hasta su muerte, Berdusán abrió un taller de pintura que abasteció de pintura religiosa, género al que se dedicó en exclusiva, a un extenso territorio que tuvo su centro en el valle medio del Ebro y abarcó Navarra y Aragón, con extensiones hacia País Vasco y La Rioja.

La década de 1660 es la de su consolidación profesional y definición del estilo, que evoluciona desde unos planteamientos algo arcaicos a una forma de pintar desenvuelta, donde progresivamente van prevaleciendo el color y los efectos lumínicos, en perfecta sintonía con la forma de hacer de los artistas coetáneos de la escuela madrileña. A comienzos de los años setenta, Berdusán alcanza la madurez y su pintura logra cotas de gran calidad, nivel que se mantendrá en la década siguiente. Su producción aragonesa se incrementa notablemente; especial mención merece el conjunto pictórico realizado para el Real Monasterio de Santa María de Veruela.

La década de 1680 fue también especialmente fecunda para la producción aragonesa de Berdusán, tanto por el número de encargos como por su entidad y calidad. El pintor trabajó sobre todo y de forma simultánea para Magallón y Daroca (Zaragoza), y también lo hizo de manera ocasional para Gea de Albarracín (Teruel), Maluenda y Villafranca de Ebro (Zaragoza). En todos los casos citados, se trató de pinturas para retablos, que alternó con algunos encargos de cuadros de caballete, siempre de temática religiosa, para particulares.

Berdusán, está marcado por la Contrarreforma, por su sensibilidad, devociones, y el famoso decoro que complace a su amplia clientela. Pinta ciclos monásticos como es común en los artistas de entonces, con historias de la orden correspondiente con el fin de decorar los conventos y ejemplarizar a frailes y monjas. Hace así una serie de diez lienzos para el convento de San Francisco de Zaragoza; cuatro con la Vida de San Bernardo para Veruela, un ciclo eucarístico relacionado con las órdenes para el Seminario de San Carlos de Zaragoza, y otra serie de la Vida de la Virgen para la sala capitular de la catedral de Tudela. Otras veces ese ciclo se agrupa en un retablo, como el de las Dominicas de Tudela, o realiza el gran cuadro de altar, como el de la Conversión de San Pablo, a la manera de Claudio Coello.

Pintó a los nuevos santos canonizados en 1622, como: Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier, San Felipe Neri, San Carlos Borromeo, San Estanislao de Koska, ángeles en todas sus formas y también a la Inmaculada. Sin embargo, no fue un pintor erudito. No tuvo una gran biblioteca, pero empleó textos del Nuevo Testamento, la Leyenda Dorada, historias de Santos, de las Órdenes y también fuentes gráficas, como estampas grabadas, sobre todo flamencas, de Rubens. Entre su obra podemos destacar, además de la ya citada, fuera de Navarra, los cuadros del Museo de Zaragoza, de la catedral de Huesca, el retablo del convento de Santa Teresa de Lazcano (Guipúzcoa) y la iglesia de San Ildefonso de Madrid. En Navarra se encuentran muchos otros retablos de este autor.

Los niños, ángeles y santos

Inmaculada Niña. Este cuadro corresponde a la primera época de Berdusán. Llama la atención el color vivo y los efectos de la luz. La virgen niña está rodeada de ángeles, lleva vestido blanco y mantón azulado. El pelo largo y rubio desciende por los hombros. Podría atribuírsele una edad aproximada de diez años. Tiene influencias pictóricas directas de la escuela madrileña. El tema es el más recurrente en la obra de este pintor: casi toda su producción tiene que ver con la religiosidad y el mundo de los santos. Data de 1663 y es un óleo sobre lienzo (Fig. 1).

Figura 1. Inmaculada Niña.

El cuadro San José con el Niño Jesús es de la misma temática. Se observa a San José y el Niño, al que coge con la mano. La figura del santo aparece majestuosa, muy alta, de mirada apacible y la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo. Lleva un pequeño ramo de orquídeas en una mano y con la otra coge la mano del Niño Jesús. Los colores de los hábitos son marrones y azules. El Niño, de unos ocho años, camina mirando a San José, lleva túnica roja y, como San José, va descalzo. Las manos y los pies no están representados conforme a sus proporciones correctas. En la parte superior destaca la cabeza de Dios, que mira y controla la situación, a la vez que señala con el dedo el camino a seguir. Los colores del fondo del cuadro son en tonos azulados, marrones amarillentos y naranjas. Adopta una estructura triangular, estando el vértice en la cabeza del santo. También se aprecia en esta obra, el toque de la escuela madrileña. La obra data de 1672, es un óleo sobre lienzo y pertenece al Museo de Zaragoza (Fig. 2).

Figura 2. San José con el Niño Jesús.

Santa Ana llevando de la mano al Niño Jesús. Esta pintura, que forma pareja con la obra titulada San Joaquín y la Virgen Niña, también en el Museo de Zaragoza, fue realizada cuando el pintor ya alcanza la madurez artística y su estilo está completamente definido. Es una composición sencilla, que representa a los protagonistas paseando y, sobre ellos, unos ángeles en rompimiento de gloria, dejan caer unas flores. Hábitos con amplios pliegues y colores de ambas gamas, tanto de los personajes como de los fondos. La escena se enmarca en una arquitectura clásica, que muestra un paisaje de fondo con los celajes densos característicos del pintor. Las figuras adquieren corporeidad incrementada por la luz cenital. Destacan la fluidez de las pinceladas, el juego cromático y el movimiento acentuado en los ángeles, el dibujo correcto de las figuras dotadas de gran volumen y de una muy personal interpretación de las proporciones que sitúan a Berdusán como el mejor representante de la escuela aragonesa del siglo XVII. Data de 1673, es un óleo sobre lienzo de 175 por 121 cm y procede del Monasterio de Veruela. La obra se trasladó al Museo de Zaragoza a raíz de las desamortizaciones de 1836 y 1848 (Fig. 3).

Figura 3. Santa Ana llevando de la mano al Niño Jesús.

Niño Jesús pasionario. Tras un controvertido periplo y unas dudas respecto a la figura representada, un detenido estudio de la obra, nos lleva a hacer una precisión de carácter iconográfico, ya que ni se trata de un Niño Jesús con una concha, ni de un San Juan Bautista niño. La figura infantil porta clarísimamente una cruz y una corona de espinas, con lo que tenemos claro que representa a un Niño Jesús pasionario con dos de las arma Christi por excelencia.

Sobre el estilo y origen de la pintura, no tenemos duda alguna de que se trata de una obra de Vicente Berdusán por su factura, luces, encarnación, toques de carmines y pincelada. El pintor había hecho algunas representaciones del Niño Jesús solo con la cruz, como el delicado lienzo de la sacristía de San Jorge el Real de Tudela, que se exhibió en la exposición del pintor conmemorativa del centenario de su muerte en el Museo de Navarra. Pinturas ambas con numerosas concomitancias estilísticas y también de mensaje y tamaño. Ambas fueron realizadas para la imago pietatis, para la devoción privada y particular y destinadas a un oratorio particular o conventual y muy en sintonía con la época barroca. Su datación se habrá de situar en la última etapa de su vida, a fines de la década de los ochenta del siglo XVII o comienzos de la de los noventa. Es un óleo sobre lienzo. En los últimos años, la pintura pasó a la Biblioteca de la Comunidad, del convento de las carmelitas descalzas de Corella, en donde se encuentra (Fig. 4).

Figura 4. Niño Jesús pasionario.

En Santa Catalina de Alejandría, se representa a Santa Catalina de Alejandría junto a la Virgen María y el Niño en sus brazos. Corresponde a una estructura en diagonal, con colores apagados de tonos fríos, tanto de las figuras como de los fondos. El niño ofrece la mano a la Santa y esta le mira con devoción. La anatomía de los miembros del Niño y las manos de las tres figuras no están demasiado logradas, especialmente la pierna derecha del Niño. Una vez más aparece el tenebrismo típico de este autor, que no es sino producto del ambiente de la contrarreforma que ocupaba el espacio religioso. Posiblemente, data de finales del XVII. Es un óleo sobre lienzo (Fig. 5).

Figura 5. Santa Catalina de Alejandría.

La pieza Santa Cecilia representa a esta Santa junto a un ángel que la está coronando (Fig. 6).

Figura 6. Santa Cecilia.

Para su adquisición, el Ministerio de Cultura ha ejercitado el derecho de tanteo para el Gobierno de Navarra. El cuadro formaba pareja con otro de similares características dedicado a Santa Catalina. Ambos fueron pintados por el artista en sus últimos años de vida. La Santa Catalina ya se exponía en el Museo de Navarra desde 1981, cuando fue adquirido por el Gobierno de Navarra.

Santa Cecilia aparece en el cuadro vestida con ropas adornadas con joyas y sentada al órgano. Gira su cuerpo hacia la derecha, mientras un ángel que desciende de un fondo de nubes deposita en su cabeza una corona de flores. También se observa en este cuadro, las desproporciones de las extremidades del ángel. No obstante, hay que reconocer la dificultad para el artista a la hora de pintar los escorzos infantiles, como es en este caso para la pierna del ángel. Se trata de una glorificación de la Santa como patrona de los músicos.

Los expertos señalan que esta pintura responde a las características estilísticas de la última época de Berdusán, que abarca de 1690 a 1697. El artista firmó en ese periodo, obras importantes en su carrera, como el conjunto de la capilla de los Villahermosa en el Seminario de San Carlos de Zaragoza, o el lienzo La Virgen y San José imponiendo el collar a Santa Teresa, de las capuchinas de Tudela. Fechado en 1691, es un óleo sobre lienzo de 126 por 100 cm.

Bibliografía

– Del Arco R. La pintura en Aragón en el siglo XVII. SAA, VI. 1954. pp. 68-70.

– García Gaínza C. Catálogo monumental de Navarra. I. Merindad de Tudela. Pamplona, 1980.

– Morales y Marín JL. La pintura aragonesa en el siglo XVII. Zaragoza, 1980.

– Lozano JC. El pintor Vicente Berdusán (1632-1697) y Aragón: Catálogo razonado, clientela y fuentes gráficas, literarias y devocionales de su pintura. Tesis doctoral. Universidad de Zaragoza, 2004.

– Lozano JC. Vicente Berdusán (1632-1697) y Aragón. Caja de Ahorros de la Inmaculada. Colección Mariano Pano y Ruata, nº 25. Zaragoza, 2006.

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