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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº6 – SEPTIEMBRE 2017

Natalio Bayo: dibujante, pintor y grabador

J. Fleta Zaragozano
Representación del niño

en la pintura española


J. Fleta Zaragozano

Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza

Pediatr Integral 2017; XXI (6): 437.e1 – 437.e4


Natalio Bayo: dibujante, pintor y grabador

Natalio Bayo conjuga, en sus óleos, grabados, serigrafías, acuarelas, collages y dibujos, y a través de personajes intemporales, de palomas y de caballos, reflexión y sentimiento, turbación y ternura, desesperación y esperanza; en suma, humanismo comprometido. Por todo ello, por esa entremezcla de bravura y de lirismo, la obra de Bayo sigue penetrando por los ojos de la cara, pero dejándonos profundas huellas en los recovecos interiores, en las entretelas del alma. Es una forma, la más elevada, de darle sentido y trascendencia sin renunciar a su medio, Aragón.

Su obra y su estilo

Natalio Bayo Rodríguez, nace en Épila (Zaragoza) en 1945. En 1969 realiza su primera exposición individual. Pronto su vocación pictórica se ve alentada: le es concedido el Primer Premio San Jorge de la ciudad de Zaragoza en 1970, el Premio Beca María Blanchard de dibujo para artistas menores de 25 años, en Santander y en 1971 una beca de pintura de la Dotación de Arte Castellblanch, que le permite una larga permanencia en Italia. El conocimiento y el contacto con el Renacimiento y, en especial, con el florentino, que propicia esta estancia italiana, influyen decisivamente en la obra posterior de Bayo. En 1972, forma con otros jóvenes pintores de Zaragoza el grupo “Azuda 40”, con el que empieza a exponer en diferentes ciudades españolas.

Como ilustrador de bibliofilia, Natalio Bayo ha colaborado con conocidos autores, poetas, profesores e intelectuales, como: José Antonio Labordeta, en el poemario Canción para atenazar a una paloma, lito-serigrafías de 1976; con Ángel Sesma, en Personajes sin rostro de la historia de Aragón, serie de aguafuertes, de 1978; con Ana Navales en la obra San Jorge, la doncella y el dragón, con aguafuertes, de 1989; con Gonzalo Borrás, en la obra Aragón monumental y artístico, con aguafuertes, de 1990; con Antón Castro en el libro Bestiario aragonés, serie de cincografías que data de 1991; y con Guillermo Fatás en la obra Chrysaor, de 1995. Finalmente, vuelve a colaborar con algunos de los autores enumerados en obras posteriores con series de aguafuertes, tituladas Caballos en la noche, Según los caprichos y Canciones de amor.

Pero es Carmen, editado en 2007, el libro en el que Bayo ha podido desarrollar más extensa y brillantemente su pasión por el grabado. En el epílogo de esta obra, Mauro Armiño dice sobre el artista: “Bayo, tras unos coqueteos iniciales con la abstracción, siempre ha navegado entre Escila y Caribdis salvando escollos; porque se trata de una figuración tocada por el ala de otras corrientes: su realismo no es real, sino mágico, para ver surgir sobre sus lienzos personajes masculinos o femeninos a los que la mirada del artista envuelve en la decadencia de sus elementos más carnales; o también palomas o caballos con toques de sublimación, sobre paisajes furibundos en los que Goya en ocasiones es un referente”.

En la larga trayectoria de Bayo, los estilos se mezclan y lindan entre sí por etapas: desde el pop hasta una mirada de reojo al expresionismo inicial del siglo XX, con un rotundo poder de ironía, de reescritura de grandes temas pictóricos del pasado; y la mezcla, en ocasiones, alcanza una audacia sorprendente entre el realismo que deja sobre las figuras el paso del tiempo y un surrealismo onírico.

Natalio Bayo es un dibujante, pintor y grabador impecable. Él mismo ha llegado a decir que el buen pintor debe ser antes un gran dibujante; en este sentido, se declara admirador de grandes pintores que antes fueron ilustres dibujantes y grabadores, como: Durero, Rembrant o el aragonés Goya. En su importante obra gráfica, destaca la calidad del dibujo y en muchos de sus trabajos, su fuerte vinculación temática a la realidad social. Con los once grabados al aguafuerte y aguatinta, las dos serigrafías a color y los más de una docena de dibujos entre el texto de Carmen, el artista ha logrado un realismo no exento de poesía que le convierte más que en interminable.

El artista ha mostrado su obra en Madrid, Barcelona, Zaragoza, Sevilla, Valladolid y Salamanca, entre otras ciudades españolas, en múltiples exposiciones. Tampoco han faltado sus exposiciones en Japón, Alemania, Holanda y Francia; precisamente, fue en Burdeos en donde mostró su obra en la primera exposición colectiva en 1970. Las creaciones de Bayo están presentes en docenas de museos y colecciones de nuestro país, entre ellos: la Biblioteca Nacional, la Fundación ONCE y la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura. Hay que destacar que casi todas las instituciones y fundaciones oficiales locales y regionales poseen obras de Bayo, como por ejemplo la Universidad de Zaragoza, con su galería de retratos de decanos, el Gobierno de Aragón y las Cortes, el ayuntamiento de la ciudad, varios museos, colegios profesionales y diversas colecciones particulares.

Sus cuadros se encuentran también en la Fundación Nobel de la Academia Sueca de Estocolmo, en la Cámara de Comercio de Medellín (Colombia), en la Galería de Arte Extranjero de Sofía (Bulgaria), en el Museo de Historia de Amberes (Bélgica) y en el Museo de Arte Contemporáneo de Managua (Nicaragua). En 2008, Bayo recibe el Premio Aragón Goya de las Artes y, en 2014, el Premio del Ministerio de Cultura por el libro de bibliofilia mejor editado.

Los niños representados

El niño no ha sido tema preferente en su obra. No ha sido representado en casi ninguno de los temas de sus dibujos y grabados, aunque sí los ha representado, en diversas ocasiones, en retratos al óleo, especialmente a su hija.

La obra Elena y Andrea denota la clara influencia del Renacimiento florentino en nuestro artista. El autor quiere representar a miembros de su familia, su mujer e hija, y los envuelve en un halo de misterio, entre colores llamativos y vivos, especialmente los que envuelven a la mujer. La niña, desnuda, está de pié, sobre un cojín y coge a su madre por el cuello. Ambas figuras miran de frente al espectador. El fondo está representado por un lienzo de color anaranjado y, a ambos lados del mismo, el pintor ha querido destacar dos columnas que aportan a la composición claros signos clásicos. La expresión de los rostros de los personajes, así como el dominio anatómico, colocan también a este cuadro dentro de la tendencia realista y figurativa, exaltada por la presencia de un perro que observa a la niña. La obra está fechada en 1980 y se trata de un óleo sobre lienzo de 120 por 120 cm (Fig. 1).

Figura 1. Elena y Andrea.

En Autorretrato de familia, de nuevo el autor representa a su esposa y a su hija, además del propio pintor. La obra es mezcla de realismo y surrealismo, realismo mágico, como es definido por algunos autores. Aparece el autor y su mujer, que se miran mutuamente, ataviados por amplias capas de intensos pliegues de colores vivos, que les cubren hasta los pies, e incluso los arrastran por el suelo. Ambos van tocados por gorros disformes dorados que imprimen cualidades surrealistas. La niña, de unos tres años, aparece en el centro de la composición, encima de un pedestal, presidiendo la escena, desnuda y mirando al frente. En el suelo, el perro. El fondo está cubierto con una bóveda a modo renacentista en colores azul y marrón. La obra data de 1980 y es un óleo sobre lienzo de 180 por 150 cm (Fig. 2).

Figura 2. Autorretrato de familia.

Posteriormente, compone La niña de plata, obra de factura semejante a las anteriores por sus características coloristas y la imagen representada, aunque con la pincelada más suelta. Se trata de una niña, cabeza y torso, de unos siete años, ataviada con un vestido de color morado y pliegues. Lleva el pelo recogido con un gorro de colores rojo y amarillo, al viento. Del gorro sobresalen unos llamativos adornos en colores oscuros que ocupan gran parte del cuadro. La niña mira al espectador. Es un conjunto que asocia un retrato en un ambiente exótico y onírico, acentuado por el celaje y los colores del fondo del cuadro. En la parte inferior, sobresale un verde que puede corresponder a un bosque en la lejanía. La obra data de 2001 y es un óleo sobre lienzo de 80 por 80 cm (Fig. 3).

Figura 3. La niña de plata.

En Testamento de Gil Amor, el autor representa a otra familia ataviada con vestimenta semejante a la empleada por altoaragoneses. En este caso, se trata de un excelente dibujo. En el centro aparece una anciana que puede ser la abuela, con un abanico, tocada con moño y vestido largo, lo que hace asemejarse con una figura oriental. A su lado aparece una mujer joven, con vestido que recuerda a una figura de la realeza del siglo XV, otra influencia italiana. Lleva gorro en pliegues y un pañuelo en su mano derecha. Tanto la figura de la anciana como la de la madre, miran hacia la derecha del espectador. La figura de la derecha puede corresponder al padre de la familia, que va en negro riguroso y tocado con un sombrero y en su mano izquierda lleva un largo bastón. Aparece un niño de unos 10 años, con aspecto de pordiosero, en camisón y mirando al frente. Da la impresión de obra inacabada, porque el bastón parece atravesar el cuerpo del niño. De nuevo lo extraño, anacrónico e intemporal de la obra de Bayo. El dibujo es una ilustración en aguafuerte y aguatinta de 27 por 19,5 cm para una de las ediciones de la obra La vida de Pedro Saputo, de Braulio Foz (1791-1865) (Fig. 4).

Figura 4. Testamento de Gil Amor.

El artista ha querido representar, en Sara es Épila, a una niña de unos diez años, probablemente su hija, con el pelo al aire, caminando y mirando hacia la izquierda. De nuevo, la mezcla entre realismo y surrealismo en el cuadro. La niña con el vestido característico de las figuras del artista, lleva una bandera de colores azul y blanco, con los dibujos de un león, una copa y varias flor de lis, símbolo de realeza y flor heráldica por excelencia. El fondo un tanto onírico representa probablemente una montaña. Puede ser un sueño, pero se adivina que la niña es una enviada y va a llevar a cabo una empresa extraordinaria. La obra data de 2001 y es un óleo sobre lienzo de 116 por 89 cm (Fig. 5).

Figura 5. Sara es Épila.

En 2008, realiza un Autorretrato con la melancolía de Durero.Se trata de una obra con varios personajes. A la izquierda, se retrata el pintor en una actitud pensativa y seria con el puño dando apoyo a su cabeza, que adopta la forma de una figura geométrica. También aparece un niño en el centro del cuadro, sentado, cubierto de un tul que permite ver su anatomía. En la misma actitud reflexiva aparece, a la derecha del cuadro, un ángel, sentado, en un primer plano. En el suelo no faltan pinceles, un cuenco con pintura, una esfera y un perro, viejo conocido del pintor. Como en otros de sus cuadros, aparecen los celajes, una escalera y un manto que pretende cubrir la parte superior de la obra. En la parte superior derecha hay un cartel floreado con las letras NB. Los colores son azules, rojos, verdes, blancos y mezclas varias. Da la impresión de que el autor homenajea a Durero, excelente grabador y dibujante muy admirado por Bayo. Es una composición de tintes surrealistas, de técnica mixta y collage, en cartón, de 153 por 102 cm (Fig. 6).

Figura 6. Autorretrato con la melancolía de Durero.

Bibliografía

Borrás Gualis GM. Historia del Arte II. De la Edad Moderna a nuestros días. En Enciclopedia Temática de Aragón. Tomo 4. Ediciones Moncayo. Zaragoza, 1987.

Fortún Paesa A. Aportación al estudio de la pintura contemporánea. El Grupo “Azuda 40”. Diputación Provincial. Institución Fernando el Católico. Zaragoza, 1982.

García Guatas M. Pintores aragoneses contemporáneos. En Gran Enciclopedia Aragonesa. Tomo X. Unali, S.L. Zaragoza, 1982.

Martínez Cerezo A. Diccionario de Pintores Españoles. Segunda mitad del siglo XX. Difusora de Información Periódica. Madrid, 1997.

García Bandrés LJ. Natalio Bayo. Pinturas, dibujos y grabados. Ediciones Oroel. Zaragoza, 1987. Lomba Serrano C. Natalio Bayo, o la pasión por la pintura. Cajalón. Zaragoza, 2001.

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