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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº4 – MAYO 2016

Ignacio Pinazo: maestro del dibujo y del colorido

J. Fleta Zaragozano
Representación del niño

en la pintura española


J. Fleta Zaragozano

Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria
Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza

Pediatr Integral 2016; XX (4): 276.e1- 276.e4


Ignacio Pinazo: maestro del dibujo y del colorido

Pinazo es uno de los mejores pintores europeos de su época. Su pintura es un continuum que transporta al espectador por un universo cuajado de sensaciones que son para el artista el camino del conocimiento. No se puede hablar de Pinazo como una personalidad escindida, sino como autor de realidades integradas. Un artista que cultivó todo tipo de géneros en la pintura, y que luchó por su independencia desde su retiro en la localidad de Godella, donde hoy se conserva su Casa Museo. Pintó con acierto a muchos niños especialmente a sus hijos y nietos.

Vida y obra

Ignacio Pinazo Camarlench nació en Valencia en 1849 y falleció en Godella (Valencia) en 1916. En 1856, murió su madre y ,en 1866, su padre, ambos víctimas de la peste. Su abuelo se hace cargo de él y de sus siete hermanos, por lo que se ve en la necesidad de ponerse a trabajar desempeñando los más variopintos oficios: platero, dorador, pintor de cerámica, de abanicos y sombrerero.

En 1868, el decreto sobre la libertad de enseñanza, le permite asistir gratuitamente a clases de pintura, colorido y composición en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, que impartía don José Fernández Olmos. Su primer trabajo será Santa Mónica, para la parroquia de Santa Mónica, pero al párroco no le gusta y el cuadro es enviado a la Exposición Regional de Barcelona de 1873 con el título La Caridad, y que hoy día se conserva en el Museo de Arte Moderno de Barcelona.

En 1876 gana una de las plazas de pensionado para Roma, por lo que se casa con Teresa Martínez Monfort y se trasladan a Italia donde residirán hasta el año 1881. Allí conoce a Fortuny. En Roma nacería su hijo José (1879) y viaja por Nápoles y Venecia. De esta época, son sus obras tituladas: El Desembarco de Francisco I y Los últimos momentos del Rey D. Jaime I. De esta última, realiza dos versiones, una para la Diputación de Valencia y otra para la Exposición General de Bellas Artes de Madrid de 1881, en donde se alza con la medalla de segunda clase. Este lienzo se conserva en el Museo de Bellas Artes de Zaragoza. Otros cuadros de esta época, realizados para la Diputación, son: El guardavía, Juegos icarios, Un fauno y Las hijas del Cid. La temática de su pintura abarca en este momento temas históricos, clásicos y de género.

Regresa a Valencia y en 1883 nace su segundo hijo, que se llamará Ignacio. Es nombrado Presidente de la Sección de Bellas Artes del Ateneo de Valencia. En 1884, a propuesta de José Fernández Olmos, su antiguo profesor, es nombrado profesor auxiliar de las clases de colorido y composición en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos. Realiza incursiones en cuadros de temática religiosa, como el Cristo yacente, obras de temática costumbrista, como Carnaval en la Alameda de Valencia, desnudos, escenas familiares y escenas de vida cotidiana.

En 1895, gana la medalla de segunda clase de la Exposición Nacional de Madrid con el retrato del coronel de caballería Nicanor Picó. En 1896, es nombrado académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y, en 1903, de la de San Fernando en Madrid. En 1897, se le otorga medalla de oro por el retrato de José Mellado. En 1899, medalla de oro con el retrato de su hijo Ignacio, titulado Lección de memoria. Se le concede plaza de profesor auxiliar de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, cargo que ocuparía hasta el momento de su muerte. Con este cargo se ve obligado a realizar frecuentes viajes a Madrid, allí pintará los cuadros: Alfonso XIII, Romero Robledo y El conde de Guaki.

Aduciendo problemas de salud, abandona la docencia y se establece definitivamente en Godella. En lo que será la última etapa de su vida, pinta para sí, con una técnica pictórica muy personal y particular. Es el momento de la pincelada suelta y alegre. Se aproxima a la técnica del impresionismo. Muere en 1916.

Los niños representados

Uno de los temas predilectos de Pinazo fue el de retratos infantiles. Para ello, tomó a sus propios hijos, Ignacio y José, como modelos de sus cuadros. El hijo mayor, José, también llamado familiarmente Pepito, sería el modelo utilizado durante los primeros años de vida de éste, siendo retratado constantemente en cualquiera de sus facetas vitales, ya estuviera jugando, durmiendo, llorando e, incluso, cuando carecía de salud.

En Monaguillo tocando la zambomba, se aprecia una pincelada suelta, que describe a un monaguillo, sentado y tocando la zambomba. El niño está cantando, concentrado en la canción que es acompañada con el instrumento. Apoya un pie en una silla. Emplea solo tres colores, el rojo, el blanco y el marrón, éste último para pintar la mesa y la silla. Data de 1873. Es un óleo sobre lienzo de 68 por 105 cm y pertenece al Museo de Bellas Artes de Valencia (Fig. 1).

Figura 1. Monaguillo tocando la zambomba.

En Juegos icarios, el pintor nos muestra sus soberbios estudios anatómicos que pone de manifiesto en otras muchas obras. Representa a un niño desnudo y sentado sobre un sofá; entre los dedos del pie izquierdo, sostiene una pelota en equilibrio. Constituye una lección de depurado realismo y un estudio de gradaciones y contrastes de luz y sombra, delimitados y acentuados por la presencia de ágiles valores dibujísticos. Esto equivale a decir que ya estaba presente con nitidez el Pinazo capaz de lograr el justo equilibrio entre lo temático y lo pictórico, como demostraría en obras posteriores. La obra data de 1877, es un óleo sobre lienzo y mide 106 por 81 cm; pertenece al Museo de Bellas Artes de Valencia (Fig. 2).

Figura 2. Juegos icarios.

El guardavía es una obra parecida a Juegos icarios. El mismo modelo, un niño de unos cuatro años, desnudo, en este caso, de pie y de espaldas. Al igual que el anterior, los mismos colores cálidos, con un juego de distintas tonalidades y sombras. El niño lleva una corneta y un banderín de avisos. A diferencia de la otra obra mencionada, cuya figura está en un interior, el niño, en este caso, está al lado de las vías del ferrocarril, más allá de las cuales se adivina un paisaje con unas colinas y un celaje azul. Otra vez una lección de anatomía del maestro Pinazo. Es una obra de 1877 y se trata de un óleo sobre lienzo de 100 por 71 cm (Fig. 3).

Figura 3. El guardavía.

El retrato de Niño, lo realiza el pintor con escasos trazos, prácticamente solo representa la cabeza del pequeño dormido en actitud placentera. El niño, de corta edad yace en una cama definida con colores fríos. La cabeza es otra muestra del dominio de Pinazo del dibujo y del color. La obra es de 1882, se trata de un óleo sobre lienzo de 38 por 31 cm y pertenece al Museo de Bellas Artes de Valencia (Fig. 4).

Figura 4. Niño.

La obra El pintorcito, también conocida como Boy y El pintor poco, describe a uno de sus nietos. Se advierte la pincelada suelta, especialmente en la camisa del pequeño que no debe tener más de dos años. Pocos colores: blancos, rosas y grises, que definen el cuerpo y la cara del niño y negros para el fondo. Puede tratarse de una obra inacabada, como se observa el detalle de la mano derecha del infante; probablemente el niño sostiene una paleta de pintor. Se realiza en 1884 y es un óleo sobre lienzo de 43 por 56 cm (Fig. 5).

Figura 5. El pintorcito.

Esta obra maestra, Lección de memoria, fue dotada con un premio y es una de las más prodigadas del artista. Se trata de un retrato de su hijo Ignacio, posando para su padre y posiblemente recitándole la lección. El niño, de unos catorce años, está sentado en una silla mientras apoya su brazo derecho en una mesa. Entre las manos sostiene un libro abierto. El niño mira fijamente al pintor en actitud reflexiva. Lleva traje y capa de color negro con forro rojo que destaca con los colores del fondo de la habitación, de colores oscuros y negros. Es un óleo sobre lienzo de 1898 y mide 143 por 143 cm (Fig. 6).

Figura 6. Lección de memoria.

El cuadro Alfonso XIII, es un retrato de cuerpo entero del monarca, de una edad aproximada de doce años. El rey posa de pie, en traje de gala y con espada. Mira al frente y está ligeramente girado hacia su derecha. El segundo plano está ocupado por cortinas y muebles de un salón de lujo, posiblemente del Palacio Real. Predominan los colores cálidos, rojos, rosas y una amplia gama que se refleja en el suelo del salón. El cuadro data de 1901. Se trata de un óleo sobre lienzo de 225 por 146 cm (Fig. 7).

Figura 7. Alfonso XIII.

Nieta del pintor. Es el retrato de Marisa Pinazo en brazos de una niñera. Las últimas obras de Pinazo muestran un estilo absolutamente impresionista donde la influencia de Sorolla es definitiva, como podemos observar en este retrato de Marisa Pinazo Mitjans. La factura es rápida y desenvuelta, aplicando las claras tonalidades con rapidez y soltura, sin renunciar a la expresividad tanto de la joven como del bebé, presentando una imagen absolutamente realista. Esa dualidad entre Realismo e Impresionismo será una constante en la vida del maestro, uno de los creadores más importantes de fines del XIX que podía haber dado el salto hacia una pintura de vanguardia en España. A pesar de los reproches que le ha hecho la crítica, Pinazo se presenta como un artista seguro, que transmite viveza y dulzura a través de sus trabajos. Esta obra data de 1913. Es un óleo sobre lienzo de 86 por 70 cm y pertenece a una colección particular (Fig. 8).

Figura 8. Nieta del pintor (Marisa).

Un cuadro con matices impresionistas es Retrato de niña. Se trata de la niña Marisa; se observa una magnífica pincelada suelta y que, sin embargo, define perfectamente la expresión. También, puede parecer atrevida la gama de colores: no es muy fácil conseguir calidez con la gama fría. Prácticamente, solo emplea dos colores, el azul y el gris. Fechado en 1915, mide 31 por 54 cm y es un óleo sobre lienzo (Fig. 9).

Figura 9. Retrato de niña (Marisa).

Marisa es una de las nietas del artista y, al igual que en otras de sus obras, la reproduce con pinceladas sueltas, colores cálidos y fríos a la vez. En este caso, la niña, de unos cuatro años, mira hacia el espectador. Contrasta la belleza de la cara de facciones agradables con el inacabado de su vestido, incluso se ve el discurrir de las líneas de pintura a lo largo del blanco de la camisa de la pequeña. Se pinta en 1917 y es un óleo sobre lienzo de 65 por 42 cm (Fig. 10).

Figura 10. Marisa.

Bibliografía

VVAA. Diccionario de Arte. Pintores del siglo XIX. Editorial LIBSA, 2001.

Pinazo, J. Ignacio Pinazo Colección del IVAM. Madrid, 2001.

Gracia Beneyto, C. La imatge del pensament: el paisatge en Ignacio Pinazo. Valencia, 2001.

Martín de Argila, M. Ignacio Pinazo: los inicios de la pintura moderna. Madrid, 2005.

Pérez Rojas, FJ. Ignacio Pinazo Camarlench: historia, estudios e impresiones. Valencia, 2006.

Aguilera V, Garneria J. Seis maestros de nuestra pintura. Caja de Ahorros de Valencia. Valencia, 1981.

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