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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

PEDIATRÍA INTEGRAL Nº10 – DICIEMBRE 2015

Los retratos de niños de Carlos Luis de Ribera

J. Fleta Zaragozano
Representación del niño

en la pintura española


J. Fleta Zaragozano

Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria
Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Zaragoza

 

Pediatr Integral 2015; XIX (10): 720.e1-720.e3


Los retratos de niños
de Carlos Luis de Ribera

 

Carlos Luis de Ribera empezó a pintar muy joven y estudió en Roma y en París, donde fue discípulo de Delaroche. Su vida fue paralela a la de Federico Madrazo, tanto por las circunstancias de su nacimiento y formación, como por los muchos honores y premios que consiguió a lo largo de su carrera. Destacó por sus cuadros de historia y sus pinturas decorativas para el Congreso de los Diputados, el Palacio Real y la iglesia de San Francisco el Grande, en Madrid. También se dedicó al retrato y a la pintura de tema religioso.

Vida y obra

Carlos Luis de Ribera y Fieve nació en Roma en 1815 y murió en Madrid en 1891. Era hijo de Juan Antonio Ribera y Fernández. Fueron sus padrinos bautismales los destituidos reyes Carlos IV y María Luisa. En 1830, a los 15 años de edad, con su lienzo Vasco Núnez de Balboa, logró un primer premio de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde se instruyó, completando su formación como pensionado en Roma y París.

En 1845, es nombrado profesor agregado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En base a sus méritos, se le concede, en grado de caballero, la Real y Distinguida Orden de Carlos III, el 15 de diciembre de 1860, y en febrero de 1861 sustituye a Joaquín Espalter y Rull como profesor numerario de Ropajes de la Escuela Superior. En posesión de la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica, que se le concede por decreto de 27 de agosto de 1870. Durante años, desde 1878, participa como miembro del jurado por parte de la Real Academia, y en los años 1883, 1886 y 1888, por parte del Ministerio de Estado, para otorgar la pensión en Roma en temas de pintura, pintura de historia y grabado en hueco. Desempeñó el cargo de pintor de cámara de la reina Isabel II de España, fue consejero de Instrucción Pública y director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Cultivó el tema histórico con cuadros como Don Rodrigo Calderón camino del cadalso y La toma de Granada por los Reyes Católicos; y también el tema religioso, entre los cuales destacan La conversión de San Pablo y La Asunción de la Virgen. Decoró el interior del Palacio de las Cortes y de la iglesia de San Francisco el Grande. Destacó a su vez como fidelísimo retratista, propugnando una pictórica tardorromántica fundamentada en el dibujo, en la contención de la forma y en criterios postclásicos académicos y del purismo cortesano. En este caso, en contraposición, junto con Federico de Madrazo y Kuntz ante los devenires románticos (técnicamente, que no en los conceptos). Además de la de Ingres, destaca la influencia de su maestro Paul Delaroche, quien, como pintor romántico dentro del clasicismo, era un espectacular retratista, con una calidad de dibujo increíble, con colores contrastados y contornos perfectamente silueteados, además con un acabado técnico de pincelada que hace imperceptible los toques de pincel. Pero creaciones del discípulo, como el logradísimo retrato de conjunto de La Familia de Don Gregorio López de Mollinedo, ofrecen un carácter íntimo-romántico que es el mismo que reflejaría en obras de tinte histórico de gran formato como las anteriormente mencionadas.

Los niños retratados

Retrato de Isabel II, niña. Este retrato de la reina fue realizado hacia 1835, cuando la pequeña soberana tenía cinco años de edad. Conviene recordar que en aquel momento era muy complicada la situación en España. La regencia del reino estaba en manos de su madre, María Cristina de Borbón, que tenía que convivir con políticos liberales con los que ella no congeniaba en absoluto. Al mismo tiempo, tenía que hacer frente a la Primera Guerra Carlista, el intento del hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro de Borbón, de hacerse con el trono y, por si todo eso fuera poco, María Cristina había contraído matrimonio, en secreto y apenas tres meses después de la muerte del rey con Agustín Fernando Muñoz (1808-1873), guardia de corps e hijo de una estanquera. Pero el problema no era tanto su origen plebeyo como la cláusula que Fernando VII había incluido en su testamento, según la cual, si María Cristina volvía a casarse perdería la regencia. A pesar de ello, parece que fue un secreto a voces lo que no impidió que mantuviera la regencia hasta 1840.

En este cuadro, la niña está de pie, de cuerpo entero, sobre un cojín y mirando al frente. Lleva un rico vestido como corresponde al más alto cargo del país para una dama, encajes, bordados y puntillas. Lleva además una banda, collar de perlas, guante en la mano izquierda y una corona en la cabeza. La niña se apoya en el brazo de un gran sillón. Junto a la figura hay una corona y un cetro sobre una mesa. En el fondo, se observa una gran cortina parcialmente recogida y una columna de lo que puede ser un palacio. Los colores en el primer plano son: blanco, para el vestido de la niña, y rojo vivo para los revestimientos de los muebles. La cortina es de color azul. Se trata de un óleo sobre lienzo de 160 por 108 cm y pertenece al Museo Romántico de Madrid (Fig. 1).

Figura 1. Retrato Isabel II, niña.

 

Retrato de dama con su hijo. Este retrato es uno de los cuatro cuadros que su autor presentó, según señaló Ossorio, en el salón de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en el mismo año de 1849 en que se pintó. La obra, realizada en el momento en que había recibido el importante encargo de la decoración del palacio del Congreso de los Diputados, tres años después de haber sido nombrado pintor de cámara, es buena muestra de las dotes del artista en su madurez plena.

Utilizó aquí la forma ovalada, que repitió luego en otro retrato doble que de este autor posee el Museo, fechado un año después. Su maestro Paul Delaroche había recurrido a este formato en los cuadros de escenas familiares que poco antes, a lo largo de la década de 1840, había prodigado, en los que la figura de la madre suele estar, como en la obra de Ribera, casi de frente. La composición, muy estudiada, adapta con armonía los medidos movimientos contrapuestos de madre y niño al óvalo del fondo.

El pintor inscribió el cuerpo desnudo del niño en el de su madre, que lo sostiene en actitud serena, de modo que su vestido oscuro realza los tonos claros de las carnaciones de su hijo. Respecto a este, se ha dudado acerca de su sexo y mientras que Ossorio indicó que se trata de un niño, lo que parece más probable, De la Puente señaló la posibilidad de que sea una niña. La cabeza de la dama, cuya disposición acentúa la inclinación a la izquierda de su cuerpo, se circunda de una especie de leve aura anaranjada, que la hace sobresalir del fondo. El pintor diferencia con acierto las carnaciones de madre e hijo, más rosadas las de este.

La elegancia muy medida del color se acentúa por el contraste del negro del vestido con los rojos de la tapicería y el granate oscuro del cortinaje; los brillos de los dorados del bordado de la tapicería y de las pulseras de oro la hacen más patente. Estas joyas, como el alfiler cuajado de perlas sujeto al cabello, dan idea de la relevancia social de la dama retratada. También, lo hacen las calidades de las telas y vestido, muy bien reflejadas por una pincelada que, a veces, sobre todo en los brillos, es amplia y poco empastada, mostrando la buena técnica del artista en esos años de su madurez. Sin embargo, su proyección como retratista se vería relativamente eclipsada por la abundante y exitosa producción de su antiguo condiscípulo Federico de Madrazo. La obra data de 1849 y es un óleo sobre lienzo de 113 por 95 cm (Fig. 2).

Figura 2. Retrato de dama con su hijo.

 

Familia de Don Gregorio López de Mollinedo. Esta composición contiene siete figuras, tres adultos y cuatro niños, situados en un salón al lado de la chimenea y en actitud de posado para el pintor, al que están mirando, excepto la madre y la niña pequeña. Tanto los adultos como los niños llevan sus mejores galas y no cabe duda, de que se trata de una familia de la nobleza y con medios económicos. Parece que la figura de la izquierda corresponde a un abuelo y las figuras de la derecha son las de los padres de los niños. Todos ellos llevan ropajes adecuados al efecto de color negro. El niño de la izquierda puede tener seis años de edad y lleva sus botas, pantalón, casaca, cinturón, capa y sombrero; el segundo niño por la izquierda, de unos cinco años, está vestido de gala y lleva peluca a la usanza; y, por último, la niña que está sentada en el sillón lleva vestido azul con ricos estampados y reposa plácidamente mirando al frente; la niña más pequeña está en el regazo de su madre y está entretenida jugando con un objeto que lleva entre sus manos.

En este conjunto predominan los colores cálidos y, entre ellos, resalta con cierta intensidad el azul del vestido de la niña. El cuadro se completa con la presencia de un perro y un tambor, en el suelo, uno a cada lado del cuadro. En esta obra, se muestra la influencia delarochesca en la pintura de Ribera, donde destacan las impresionantes calidades táctiles, la perfección dibujística, la fusión luz-color de inapreciable y milimétrica pincelada y la concepción cuasi fotográfica del conjunto. Data de 1854, es un óleo sobre lienzo y pertenece a una colección particular (Fig. 3).

Figura 3. Familia de Don Gregorio López de Mollinedo.

 

En el cuadro Retrato de niña con fondo de paisaje, aparece una niña de unos tres años de edad en medio de un jardín. La niña está de pie, es de cuerpo entero y mira sonriente al espectador. Lleva vestido blanco, con cinta y lazos de color rosa. Lleva también botines, abanico y una pelota en su mano izquierda. A su lado, en primer plano, un sombrero amplio con un gran lazo de color rojo y en segundo plano, algo apartados, dos perros en actitud placentera, junto a un árbol. El paisaje se completa con flores a ambos lados del cuadro y con varios árboles al fondo. También se aprecia un celaje azul. Es un óleo sobre lienzo de 116 por 95 cm y data de 1857 (Fig. 4).

Figura 4. Retrato de niña con fondo de paisaje.

 

En Retrato de dos niños con sus mascotas,se muestran a dos niñas de corta edad sentadas en una alfombra. Una de ellas lleva un pájaro en la mano y la otra un pequeño perro. Llevan unos vestidos blancos y una de ellas con un lazo azul. El fondo parece un decorado con un paisaje campestre y cielos azulados. La obra data de 1857 y es un óleo sobre lienzo (Fig. 5).

Figura 5. Retrato de dos niños con sus mascotas.

 

Bibliografía

- VV. AA. Pintores del siglo XIX. Diccionario de Arte. Editorial LIBSA. Madrid, 2001.

- Miguel Egea, P. Carlos Luis de Ribera. Pintor Romántico Madrileño. Fundación Vega-Inclán. Patronato Nacional de Museos. Madrid, 1983.

- Barón, J. El retrato español en el Prado. De Goya a Sorolla. Museo Nacional del Prado. Madrid, 2007.

- Arias E. Pintura española del siglo XIX. Cuadernos de Arte Español. Historia 16. Número 41. Madrid, 1992.

- Gómez Moreno ME. Pintura y Escultura españolas del siglo XIX. Summa Artis. Historia General del Arte. Tomo XXXV. Espasa-Calpe. Madrid, 1977.

- Bornay E. El siglo XIX. Historia Universal del Arte. Vol. VIII. Planeta. Barcelona, 1986.

- Martín MT, Vidal J, Escribano M, Fernández A, García MS. La Edad Moderna: de Goya a nuestros días. La Pintura Española. Carroggio. Barcelona, 2000.

 

 

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